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HLdCn: El Legado de Caín II - Semillas de Destrucción

- El Circo de la Traición -

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01/01/2014, 19:51
Zyllah

Me ruboricé por completo al escucharlo, pero una sonrisa se colocó en mi boca al sentirlo atrapando mi labio inferior. Negué despacio con la cabeza, clavando mi mirada en la suya y acariciando suavemente su nuca. - No, claro que no... - Dije solamente, empezando a sentirme más segura al ver que no le había molestado ni pensaba reírse de mí. 

A pesar de que mis músculos amenazaban con relajarse por completo, sentir su mano dentro de mi ropa me mantenía en una estimulante expectación. Lentamente, tiré para soltarme de sus dientes y moví un poco la cabeza para atrapar sus labios con los míos, comenzando a besarlo despacio.

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01/01/2014, 20:06
Eko Létang

La suavidad de la voz y del tacto de Zyllah no disminuyeron el deseo que se reflejaba en los ojos de Eko. Y su beso lento, con los labios recién humedecidos, hizo que toda la lujuria aparcada durante unos instantes volviese a estar presente, llenando su pecho, sus brazos y su cadera.

Su inesperado orgasmo había dado a Eko la excusa y el momento para colarse en su ropa interior, y no era un terreno que ahora fuese a ceder. Tras unos segundos besándola, encontrando su lengua de una manera cálida y placentera, comenzó a acariciarla despacio, mientras un denso suspiro salía de su garganta.

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01/01/2014, 20:30
Zyllah

Poco a poco empecé a acomodarme a su ritmo de nuevo, dejándome guiar y más consciente de todo lo que sucedía. Decidida a corresponderle como pudiese me entregué en cada caricia que le proporcionaba, deslizando mis dedos por su espalda, hasta llegar a la cintura del pantalón, con la que jugueteaba un poco antes de rodear sus caderas para ascender de nuevo por su pecho. 

Tras unos minutos de simplemente recorrer su cuerpo con las manos, besándolo lenta y densamente, solté mis labios de los suyos y lo miré a los ojos. Detuve entonces mis dedos de nuevo en el borde de su pantalón y los llevé hacia la parte delantera, para desabrochar el botón de sus vaqueros muy despacio. - Joder, no sabes las ganas que tengo de desplumar a la puta gallina. - Susurré, tras escuchar las palabras de Marceline en la otra sala, mientras apartaba un par de centímetros su pantalón y deslizaba la punta de mis dedos por su cintura.

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01/01/2014, 20:38
Eko Létang

Las caricias de Zyllah parecían desde unos minutos atrás más definidas, como si el momento de éxtasis hubiera hecho que se concentrase más en lo que estaba haciendo. No era que eso le disgustase, ni mucho menos, pero tan solo unos minutos antes sus inconexos jadeos habrían arrebatado el alma de cualquiera. Eko comenzaba a pensar si no habría salido perdiendo cuando ella dirigió sus dedos hacia el botón de su pantalón, y una media sonrisa se formó en su rostro. Estaba claro que no. Que sin duda lo mejor estaba aún por venir.

Con una mirada desafiante la observó durante unos segundos mientras ella colaba la punta de sus dedos por su pantalón, antes de bajar por completo la cremallera del de ella, ganando así en comodidad y subiendo las apuestas.

- Y a estas alturas ya hemos conseguido que parezca que se lo ha buscado. - Contestó entonces, humedeciendo sus labios. - Ahora no podemos dejar que Gabriel mire a Ivhone para que no descubra la mentira en la muerte de Zagam. Pero si no podríamos acabar con Marceline en las votaciones y aún los tendríamos a todos dándonos las gracias.

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01/01/2014, 21:13
Zyllah

- No soporto su maldita actitud de niñata malcriada sabelotodo, cuando no para de equivocarse una y otra vez. - Respondí, mientras una sonrisa traviesa se instalaba en mis labios y me movía, arqueando mi espalda y recolocando mi postura, para facilitarle el acceso con la mano. 

Sentir sus caricias, ahora plenamente consciente de lo que hacíamos, lo hacía todo mucho más grande. Enfrentaba mi inseguridad y el miedo a no estar a la altura con la sensación que me provocaba su mirada desafiante, intensa y cargada de deseo, animándome a seguir. Respiré profundamente mientras terminaba de tirar de sus pantalones, abriéndolos del todo, sin apartar mis ojos de los suyos. Tragué saliva, consciente de que probablemente esto no se detendría fácilmente y por un momento dudé si debería avisarle antes de que continuáramos... Pero me daba demasiada vergüenza ya la sola idea de decirlo en voz alta y me mordí el labio, guardándome las palabras para otro momento, cuando fuese imprescindible decirlas. O para ninguno. 

Su mano aumentaba mi calor y poco a poco iba recuperando el cosquilleo en el estómago y la sensibilidad a flor de piel. A pesar de tener la cabeza más despejada, la lujuria y el deseo continuaban en mi interior, creciendo de una forma más lenta y dulce que antes. Dudé durante un instante, rodeando su cintura con las yemas de los dedos, hasta llegar a la base de su espalda y deslicé una de mis manos dentro de su pantalón, apretándolo contra mí.

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01/01/2014, 22:23
Eko Létang

Las palabras de Zyllah sacaron una sonrisa a Eko. Coincidían exactamente con sus pensamientos. En cierta manera parecía que el juego iba a ser llevado a otro nivel ahora que ella se había desquitado, como si las horas previas hubieran sido un preámbulo necesario para algo mucho mayor. Para acariciarse con determinación, sin tener por qué dejar de comentar lo que sucedía alrededor. Era divertido, desde luego. Hablar como si sus manos no estuvieran siendo la causa del estremecer del otro.

- Supongo que en toda reunión hay una Nekhbet. - Respondió con la voz ronca y los ojos brillantes, sin dejar de acariciarla por dentro de la ropa. - Pero esta es tan idiota que me acusaba cuando no quería matarla, y nos hace caso ahora que sí quiero hacerlo. Sólo me da pena no poder hacerlo con mis propias manos. - Susurró, llevando la mirada a los labios de ella, antes de acercarse para un largo beso. - Joder, nosotros al menos teníamos claro que algo se estaba cociendo cuando fue lo de Tetsuo y Alexia. Pero ella ni siquiera se imagina nada. - Continuó hablando muy despacio, con voz suave, cuando se separó de ella. Al mismo tiempo sus ojos recorrían toda la cara de ella, memorizándola, dándose cuenta una vez más de lo poco probable que era terminar en esta situación. Y más con ella. Cuando se paró en sus ojos su mirada estaba cargada de deseo, y su boca formó una sonrisa cálida y traviesa. La mano de ella en su trasero hacía arder de otra manera el hambre de su interior, animando a su cadera a realizar movimientos más largos contra ella.

Durante un instante se planteó desnudarse por completo. Su propia ropa le molestaba. Sin embargo, hasta el momento habían avanzado lentamente, y las cosas no parecía que pudieran ir mejor. Recolocó entonces un poco su postura para permitir que ella abriera un poco las piernas y tener algo más de libertad, y con la mano que tenía disponible se dedicó a acariciar su nuca perlada de sudor. Todo el placer, todo el calor, se concentraba alrededor de su cadera, en el tacto de la mano de ella dentro de su ropa, en la de él en su sexo.

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02/01/2014, 01:26
Zyllah

Durante los siguientes minutos fui recobrándome poco a poco, tratando de entregarme para devolverle de alguna manera las sensaciones que él me había provocado antes. Mis labios recorrían de forma juguetona su cuello, sus hombros, su pecho... Dejando pequeños mordiscos y acariciándolo con la lengua. La mano que tenía dentro de su pantalón lo apretaba contra mí mientras la otra recorría su espalda, dibujando caminos con las uñas y aferrándome a su costado cuando las caricias de sus dedos eran más intensas.

Escuchaba su respiración atentamente, deteniendo mi boca algunos segundos más cuando se entrecortaba, tratando de aprovechar cada indicio en ella para aumentar su excitación... Hasta que Ivhone lo insultó una y otra vez y subí la cabeza, buscando sus labios, tratando de enredarlos con los míos y no dejar que pensara en lo que las palabras de la mujer araña implicaban. Buscaba su lengua, retándola con la mía, esperando que desahogara todo lo que debía estar sintiendo en nuestra pelea particular. 

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02/01/2014, 03:06
Eko Létang

Con cada minuto que pasaba Eko iba cediendo un poco más el control de la situación hasta llegar a algo casi equilibrado. El orgasmo de ella había sido un triunfo tan grande que ahora darle un poco más de libertad era placentero, y más con las cosas que comenzaba a hacer, tomando una mayor iniciativa que desde que habían llegado a la carpa de circo.

Así, sus caricias, sus besos, sus mordiscos... cada contacto que ella le brindaba era perfectamente estimulante, y seguir notando el calor que ella guardaba entre sus piernas con los dedos hacía que todo fuera aún más excitante.

Sin embargo, algo de la atención de Eko se perdió cuando Ivhone comenzó a hablarle de esa manera. Tanto en el mundo del ilusionista como aquí Zyllah parecía haberse dado cuenta de que sus palabras le habían llegado a tocar realmente, y eso no le gustaba nada. Pero las caricias de ella en la cabeza de Àine en la sala común y el sentir que Zyllah jamás le había llegado a juzgar sobre ese tema le hacían no enfocar su enfado hacia ella. En lugar de eso comenzó inconscientemente a volcar la furia que sentía en sus besos, volviéndolos poco más fuertes y salvajes, casi fieros. Buscaba desquitarse en su boca, para no perder los papeles ahí fuera. Concentrar sus energías en beber toda su saliva, apresando una y otra vez sus labios de una manera cada vez más firme y acelerada.

De alguna manera, una vez más, parecía que se entendían mejor a través de sus lenguas. Eko jamás habría admitido en voz alta que las palabras de la mujer araña le habían afectado. Pero que ella le ofreciera su boca de esa manera, dándose a sí misma para ser besada con violencia, era algo que no iba a discutir. Y durante un buen rato se aprovechó de ello, con la respiración cada vez más inconexa, empezando por primera vez en mucho tiempo a olvidarlo todo y dejarse llevar por completo. En el proceso abandonó la posición que tenía desde habían despertado, encima de ella. En lugar de eso se tendió de lado, tirando con fuerza de su pantalón para que ella también lo hiciera, y allí dejó que sus piernas se enredaran de nuevo, buscando aún dentro de su ropa interior darle como mínimo una cantidad mayor de placer que la que cualquier otro hombre o mujer le hubiera dado antes.

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02/01/2014, 04:17
Zyllah

La respuesta a mi ofrecimiento mudo fue incluso más fuerte de lo que esperaba. Sus labios me buscaban con firmeza, casi salvajes, y no podía hacer otra cosa que tratar de amoldarme a su ritmo, respondiendo como podía y aferrándome con más fuerza a su piel. Mi respiración empezó a volverse jadeante de nuevo, con cada uno de los envites de su lengua contra la mía. Me resultaba ya imposible mantenerme serena y controlada, cuando el encuentro entre nuestras bocas se había convertido en una suerte de pelea que me recordaba irremediablemente nuestro primer beso. 

Cuando rodó para quedar de lado, lo seguí, tratando de no despegarme de él más de lo necesario, manteniendo nuestras bocas unidas y bebiendo su saliva con un ansia que cada vez era menos un intento por consolarlo y más una respuesta al deseo que aumentaba en mi interior, amoldándose al ritmo de nuestras respiraciones unidas.

Su mano seguía moviéndose dentro de mi ropa y mi cuerpo reaccionaba por su cuenta, arqueándose contra ella, buscándola, cada vez manteniéndose menos al margen y de una forma más activa. 

Sin soltar sus labios ni un instante, mi mano rodeó de nuevo su cintura, hasta quedar cerca de su ombligo, donde se detuvo titubeante durante varios segundos, mientras me hacía consciente en algún pequeño rincón de mi mente, de que estaba a punto de dar un paso más. Uno grande y que no tendría vuelta atrás. Sin embargo, un nuevo encuentro entre nuestras lenguas, tan fiero como los anteriores, y mi mano se movió por sí sola, ignorando mis dudas y temores, para colarse dentro de su ropa interior y rozar tímidamente la dureza de su zona más íntima mientras contenía la respiración durante varios segundos. 

Solté el aire despacio, ahogándolo en su boca, todavía impresionada por haberlo hecho, y las caricias empezaron a sucederse, alternándose con las suyas, amoldándose a ellas. Cada vez menos controladas y conscientes. 

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02/01/2014, 16:56
Eko Létang

El catalizador habían sido las palabras de Ivhone. Pero la batalla ahora ya no era en la sala común, sino aquí. La respiración de Eko era errática, quebrándose y remontando tal y como solía hacer Àine en su vuelo. Se sentía como si hiciese meses de la última vez que había apagado su mente, dejando libertad total para que su cuerpo actuara por sí solo. Y ahora ella había vuelto a dejar de ser algo dulce para convertirse en otra cosa. Su amante. Su rival.

Era imposible saber quién de los dos iba perdiendo en el enfrentamiento, si es que alguno lo hacía realmente. Con la mano libre debatiéndose frenética entre sujetar su nuca o recorrerla entera, Eko exploraba su boca, enfrentándose a su lengua con caricias violentas y codiciosas, deshaciéndose cada vez que ella tomaba sus labios. Si no debía detenerse a pensar, desde luego el placer era el camino, y lo estaban siguiendo.

No era sólo cómo aumentaba el ritmo. Era la sincronía con la que se enfrentaban una y otra vez. Cómo el aroma mezcla de sudor, saliva y sexo aumentaba de intensidad. Era la manera de ella de comportarse una vez más como si no fuera inferior.

Y de repente todo creció de manera desproporcionada. Ella había cruzado una de las pocas barreras que le faltaban por traspasar, y él sólo emitió un gruñido de completo placer en respuesta, separándose durante un instante para mirarla a los ojos en una mezcla entre amenaza y promesa. Mientras tanto se dejó acariciar con los ojos entrecerrados, completamente extasiado, antes de volver a su boca con una necesidad aún mayor que la de antes. Con la cadera buscaba el roce de su mano con desesperación, sincronizando el ritmo al que él estaba llevando con sus dedos, mientras la ferocidad de su lengua y sus dientes crecía sin control ni cuidado.

Durante los siguientes minutos Eko únicamente se entregaba a ella, dejándose hacer y buscando cómo darle tal cantidad de placer que ella nunca pudiera olvidar lo que estaban viviendo. Sus jadeos fueron alternándose con suspiros, pequeños gruñidos y algún gemido sordo ocasional que no iba a molestarse en contener. No era sólo que estuvieran recuperando el tiempo perdido. Estaban follándose como sólo dos Grovehn podrían hacerlo, con el combate cada vez más cercano, la adrenalina en la sangre y una mezcla de furia y deseo en los dientes.

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02/01/2014, 20:25
Zyllah

Podía sentir que el momento del combate se acercaba. La tensión del ambiente se hacía cada vez más notoria y casi podía escucharse un chisporroteo eléctrico al cruzarse las miradas entre todos los semidemonios presentes en la otra sala. Mi sangre sencillamente crepitaba de pura expectación, circulando a golpes por mi cuerpo. Era imposible no dejarse llevar por la fuerza de Eko. Sus labios, sus manos, sus ojos... Era demasiado intenso para contemplarlo con indiferencia, demasiado arrollador, demasiado vital. 

Imposible era no responder a sus provocaciones, a sus movimientos, a sus mordiscos y miradas. Mi legado despertaba de su sopor con cada roce entre nuestras pieles, con cada nueva partícula de saliva compartida, con el sabor de su sudor. Ya no había lugar para dudas o inseguridades, ni siquiera para pensamientos racionales, tan sólo existían el calor compartido, la fiereza de cada encuentro y la lujuria de saber que, a pesar de todo, nos estábamos divirtiendo juntos a niveles que nunca habrían sido posibles antes de Oldland. No era sólo el sexo, también el subterfugio compartido, el tener un objetivo común. La sensación de poder poder al manejar los hilos de la vida y la muerte desde las sombras, de doblegar voluntades no sólo con mis cadenas, sino también con nuestras palabras.

Mi mente, dividida entre varios lugares, estaba llena de él. Su olor hacía que mis pupilas se dilatasen en todas ellas, y sentir la cercanía del combate cada vez más, mientras nuestras lenguas peleaban por su cuenta, era mucho más que excitante, más cercano al éxtasis de una experiencia catártica que a un simple deseo mortal.

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03/01/2014, 00:49
Eko Létang

Una vez más se acercaba el que para Eko era el momento más esperado. Y desde algunos días no sólo por el combate, sino por la manera de vivirlo que había adquirido con Zyllah, entregándose el uno al otro como quien maneja un arma.

La bullente mezcla de expectación y excitación que movía a Eko hacía que una tregua fuera algo tan imposible como distinguir a estas alturas entre besos y mordiscos. Una lujuria incandescente se extendía desde la mano de ella a todas las partes de su cuerpo creciendo de una forma irrefrenable. Cada vez que sus miradas se encontraban el desafío era mayor, como si ellos mismos estuvieran en juego. A estas alturas Eko ya no respondía a pensamientos racionales o ideas elaboradas. Reaccionaba a las caricias, a los suspiros , a los mares de sudor y saliva. Su propia ropa le molestaba, dificultando el acceso de Zyllah a todas las partes de su cuerpo. Pero aún más le molestaba que ella continuase tan vestida.

Con un breve gruñido se separó un poco, buscando su mirada, sin apartar lo más mínimo su cadera ni su mano. Sus ojos centelleaban con las pupilas totalmente dilatadas, devorando las de ella por completo. Sin decir nada comenzó a tirar del pantalón de ella hacia abajo sin demasiado cuidado, con tirones firmes. Quería quitárselo, y quería hacerlo ahora. Finalmente se arrodilló para poder hacerlo más cómodamente, separando durante unos segundos la mano que se encontraba en su sexo, aunque su mirada dejaba bien claro que se trataba de algo temporal. Que sus dedos tenían bien claro cuál era su sitio.

En cuanto volvió a tumbarse con ella no dudó ni un instante, y tomó sus manos para comenzar con ellas el movimiento de quitarse sus propios pantalones, esperando que fuera ella quien lo hiciera. Y cuando al fin estuvieron ambos con únicamente una prenda de ropa cada uno la recorrió con la mirada, saboreando el momento que se avecinaba. Como un depredador se lanzó a su cuerpo, maximizando cada roce, cada caricia, explorando el tacto de sus piernas y el calor de sus sexos en contacto, separados únicamente por dos delgadas y débiles piezas de ropa que dejaban bien claro el estado de excitación de ambos. Las manos de Eko se repartían su cuerpo. Una viajaba entre su cintura y y su nuca, dejando rápidas caricias y tomando en ocasiones su pecho. La otra, mientras tanto, había rodeado su trasero y volvía a acariciar su sexo por encima de la ropa al ritmo que sus caderas imponían, disfrutando del tacto de la tela húmeda en los dedos.

El combate era inminente, y Eko podía sentirlo tanto en su propia sangre, como a estas alturas en la de Zyllah. El momento estaba cada vez más cerca, y todo apuntaba a que en esta realidad sería celebrado a lo grande.

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03/01/2014, 02:44
Zyllah

Me sobresalté cuando se separó y busqué sus ojos con toda la profundidad de los míos cargada de interrogantes, exigiendo de alguna manera saber el por qué. Una sonrisa de medio lado se dibujó en mis labios al comprenderlo y me moví para ayudarlo cuando empezó a tirar de mis vaqueros, sin querer permitir a mi mente plantearse el nuevo paso que estábamos dando, habiendo renunciado ya por completo a las dudas, dejándome guiar sencillamente por el ritmo que marcaban sus manos.

No me lo pensé antes de hacer caso a su invitación y quitarle también los suyos, para mirarlo de arriba a abajo después, tragando saliva al volver a perderme en sus ojos durante el instante que tardó en tumbarse de nuevo sobre mí. Mis piernas se enredaron de nuevo con las suyas, sintiendo su piel contra la mía en tantos lugares que me era imposible ser consciente de todos a la vez. Y mientras una de mis manos se aferraba a su nuca, sujetándolo contra mí y atrapándolo entre ella y mis labios, la otra se deslizó por su espalda hasta colarse por dentro de la ropa que le quedaba, para apretarlo también contra mi cuerpo. 

Mi respiración se convirtió en una sucesión inconexa de jadeos y suspiros, impulsados por los estremecimientos a los que me sometían sus caricias. La anticipación por el combate que estaba a punto de llegar me guiaba, latiendo en mi sangre y transmitiéndose a través de mis labios y de todos los movimientos de mi cuerpo retorciéndose contra el suyo. Cada roce era un nuevo triunfo. Sabía que probablemente estaba jugando con fuego, pero a estas alturas no me importaba lo más mínimo quemarme. 

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03/01/2014, 22:33
Eko Létang

En cuanto el combate llegó la sangre de Eko ya no podía subir más de temperatura. Una vez más ajusticiarían a alguien. Otro atardecer liberaría a Vatra para que le ayudase a hacer pagar a Ivhone por las cosas que le había dicho. Además, esta prometía ser la contienda más interesante hasta el momento. Serían pocos atacantes, y seguro que la mujer quería probar sus nuevas habilidades.

Sin embargo la pelea le decepcionó. Ella prácticamente no presentó batalla, y cuando lo hizo fue para hacerle errar su tiro. Eko hizo explotar la bala con furia, consiguiendo una explosión cargada de odio y rencor, como si cada trozo de metralla fuese una palabra clavándose en la piel de la cara de ella. Y aquí, al mismo tiempo, sus dientes se hundían en el hombro de Zyllah. Descontrolados, salvajes. Y de repente todo fue diferente. Ver a Zyllah así, rebanando el cuello de la mujer mientras la aferraba por el pelo, no podía excitarle más. Sus movimientos se volvieron más largos, más firmes y decididos, y al mismo tiempo más rápidos. Buscaba con cada embestida a la mujer que acababa de segar una garganta como si fuera de mantequilla. Su beso en el mundo del ilusionista dio aún más intensidad a todo, haciéndole durante un instante consciente de que, sino fuera por Gabriel, probablemente estarían frotándose como salvajes en al menos dos realidades.

Sin moverse de entre sus piernas Eko comenzó a tirar de la ropa interior de ella hacia abajo con fuerza, casi desesperado. Ya había pasado demasiado tiempo esperando. Entraría dentro de ella como llevaba días esperando hacer. Todo su cuerpo se lo pedía, desde la piel perlada de sudor de su espalda a sus rodillas, tan imposiblemente atadas a las de ella. Tomar lo que le pertenecía era más que un deseo. Era una necesidad.

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03/01/2014, 22:56
Zyllah

Mis ojos se clavaron en los de Eko en la otra sala, mientras avancé hasta colocarme a la espalda de Ivhone y la sujeté por el pelo para cortar su garganta con Irad de forma certera. Mientras tanto, en el suelo de la carpa del circo de Poron, un gemido salió de mis labios entreabiertos al sentir sus dientes clavarse con fuerza en mi hombro. La excitación del combate se mezclaba con la que me provocaban sus caricias y mi cuerpo respondía a sus movimientos sin pedirme permiso, libre de las dudas que normalmente lo reprimían. 

Cuando empezó a tirar de mi ropa levanté mis caderas para ayudarlo, mirándolo con los ojos completamente febriles por el deseo y la lujuria. Sin embargo, un pensamiento fugaz me asaltó, recordándome que había algo que quizá él debía saber antes de que todo avanzase hacia lo que parecía ser inevitable. Abandoné su mirada para acercarme a su oído, aferrándome a su nuca con fuerza. Mi voz salió en un susurro completamente ronco entonces. - No quiero que te detengas... Pero ve con cuidado. 

Con un jadeo sordo aflojé mi mano y volví a apoyar mi espalda en el suelo, buscando sus ojos con los míos y su piel con mis uñas.

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03/01/2014, 23:32
Eko Létang

A pesar del tiempo que llevaba deseando tenerla sin ropa Eko no pudo detenerse ni un instante para admirar la completitud de su cuerpo. Para hacerlo tendría que separarse, y no tenía tiempo para eso ahora. Después de quitarle la única prenda que la protegía de la desnudez se pegó de nuevo a ella con un gemido sordo y grave. Y fue desde ahí que comenzó a quitarse también su ropa interior, deseoso como estaba por llegar ya a su destino.

Las palabras de Zyllah en oreja le arrancaron mil escalofríos. Roncas, graves, y totalmente sexys. No comprendía muy bien por qué era necesario pedirle algo así, pero eran pocos los procesos racionales que su mente podría llevar a buen puerto en esos momentos.

Ansioso, Eko recibía las uñas de Zyllah en su piel, devorándola con cada mordisco, mientras sus caderas encajaban de nuevo la una con la otra. Sentir el calor que ella guardaba de una manera tan directa alimentaba la hoguera de su interior, y cuando fue el momento de dar otro paso más en lo que habían formado juntos no dudó ni un instante. Cegado por el placer empujó una vez más, sólo para encontrar una barrera que le impedía el paso.

Tardó varios segundos en comprender lo que estaba sucediendo. Su mirada poco a poco fue enfocándose en los ojos de Zyllah, mientras mil detalles comenzaban a cobrar sentido. Sin embargo, ya habría momento de analizar la magnitud de eso después.

Una media sonrisa, entre cómplice y traviesa se formó en sus labios, mientras recordaba las palabras de ella, ahora más lógicas. No quiero que te detengas... Y menos mal. Porque probablemente no lo haría de igual forma.

- Desde luego estás llena de sorpresas. - Le dijo con voz grave, sin perder la sonrisa, antes de empujar suavemente con su cadera, esperando no hacerle demasiado daño. Un suspiro de placer se escapó de sus labios mientras terminaba de buscar su lugar dentro de ella. Su mirada poco a poco iba nublándose de nuevo y sus ojos se entrecerraban mientras, agarrado a su nuca, comenzaba un vaivén lento, cálido y continuo.

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04/01/2014, 00:24
Zyllah

Cuando empezó a entrar y se detuvo, buscando mis ojos, no pude evitar sonrojarme y morderme el labio inferior, sintiendo de golpe una oleada de la inseguridad que había conseguido dejar a un lado. Casi esperaba que se riera de mí, o se apartase despreciándome. 

Sin embargo, su sonrisa y su susurro me sacaron esa idea de la cabeza y cuando comenzó a moverse de nuevo, me aferré a sus hombros, sin poder contener un suspiro de alivio por su reacción. Fue entonces cuando llegó un dolor intenso y punzante que me hizo soltar una pequeña exclamación. Mi espalda se arqueó por instinto. Sin pensarlo, clavé los dientes en su hombro y cerré los ojos, respirando con fuerza hasta que se fue diluyendo poco a poco, haciéndome consciente de las nuevas sensaciones que me provocaba la situación ahora. 

Aparté mi boca de su hombro con un pequeño gruñido, para buscar sus labios con los míos. La densa lujuria perdida durante unos instantes por el dolor volvía mucho más intensa ahora, mientras mis manos se agarraban a su cuello y su brazo y mi pierna rodeaba su cadera, facilitando que mi cuerpo se amoldara a sus movimientos, siguiendo su ritmo y dejándose llevar.

El sabor del combate era todavía reciente y el olor de la sangre mezclándose con el de la pólvora de Vatra se encargaban de mantener mis venas encendidas. Mi mente se apagó de nuevo lentamente, abandonándose a las oleadas de un placer hasta ahora desconocido. 

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04/01/2014, 01:43
Eko Létang

Los dientes de Eko se apretaron al sentir los de ella en su hombro, pero su movimiento no se detuvo. Había peleado demasiado por llegar allí como para abandonar ahora por un detalle tan nimio y efímero. Y más aún sabiendo lo que acababa de descubrir. Detenerse sería un delito, un crimen. Mientras se deslizaba dentro de ella escuchaba su respiración, y cuando esta fue transformándose para volver a algo parecido a lo que tenían antes se llenó de satisfacción. La parte complicada había pasado.

Sin embargo, no por eso iba a forzar demasiado las cosas con cambios bruscos de posturas, o algo parecido. Él se encontraba encima de ella, manejando por completo la situación. Marcando el ritmo que ambos seguían y disfrutando de cada caricia, del ardiente contacto de sus pieles y de la mezcla de sus fluidos diluidos. Con eso era más que suficiente.

Sumergido en los jadeos de ella, Eko era consciente de que en el mismo instante en que había sido consciente de la importancia que el momento tenía que tener para ella la lujuria había dado paso por su parte a algo más, reservando una parte de su mente ahora para no ser demasiado brusco. Algo de la entrega previa, de la decisión de llevarla a límites de placer desconocidos, volvía ahora, y acariciaba su cuerpo de forma paciente, con la determinación de hacer que ella rozara el cielo una vez más. Aún así no podía evitar acelerar cada vez más su ritmo, y cuando en ocasiones por su mente pasaba la idea de ser el primero una oleada de satisfacción, orgullo y placer le empujaba a llegar un poco más adentro, casi marcando el territorio para todo aquel que viniera después. Volcaba en sus manos y sus labios toda la intensidad que no podía dar a su cadera, besándola con lentitud, buscando su pecho y aferrando su nuca mientras su otra mano mantenía una de las suyas sujeta contra el suelo, con los dedos entrelazados.

Su propio orgasmo no tardó en llegar. Cuando sintió que se acercaba separó sus labios de la piel de ella, buscando sus ojos, y con un pequeño gruñido le anunció lo que venía. Tras la noche anterior, tras todo el día que llevaban, la excitación acumulada de Eko estalló con fuerza en el interior de ella, llenándole de intensas corrientes eléctricas. Su respiración, totalmente desbocada durante los últimos minutos, se tornaba inconexa mientras él no se daba por vencido, dando unas últimas embestidas sin apartar sus ojos de los de ella, mirándola con una intensidad animal, tratando de hacerla consciente de que eso era lo que había provocado ella. Con un suave gemido entró en ella una vez más, antes de caer rendido sobre su cuerpo, exhausto.

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04/01/2014, 02:39
Zyllah

El cambio en su actitud fue obvio. La arrolladora pasión dio paso a algo más dulce, casi tierno. Y la lujuria se volvió lenta y densa, envolviendo mi mente por completo. Era evidente que él sabía perfectamente qué hacer en cada momento y cómo hacerlo y, aunque en cierta manera no me gustaba sentir que estaba dejando de lado algo para dedicarse a mí, era inevitable que me dejase llevar por los escalofríos que se extendían por todo mi cuerpo.

Mi respiración de nuevo se convirtió en una sucesión arrítmica e inconexa de jadeos, suspiros y leves gemidos, mientras la mano que tenía libre lo acariciaba de una manera errática. La nube que cubría mi mente se extendía cada vez más y mis movimientos contra él se volvían más rápidos, más intensos. 

Cuando de nuevo me sobrevino un orgasmo estaba más preparada que antes. Mis dedos se clavaron en su brazo y se apretaron entre los suyos en la mano que él sujetaba contra el suelo, mientras buscaba sus ojos y me mordía el labio inferior, esperando que supiera lo que sucedía, sin avergonzarme esta vez. Mis ojos se nublaron y me detuve durante los segundos que duró, sintiéndolo de una forma completamente diferente en esta ocasión. 

Cuando mi cuerpo y mi mente empezaron a reaccionar de nuevo sentí su gruñido y le mantuve la mirada, con la mía todavía ligeramente empañada. Sentí su orgasmo y parpadeé, pensando durante un segundo en lo extraño a la vez que agradable que había sido y cuando se dejó caer sobre mí, llevé mi mano a su nuca, para acariciarla despacio, tratando de recuperar la normalidad en la respiración y esperando que fuese él el primero en hablar o moverse. No podía evitar sentirme insegura de nuevo. No esperaba haber estado a la altura ni mucho menos, con que no se riera de mí sería suficiente. Mis mejillas se sonrojaron mientras me hacía consciente por completo de lo que acababa de pasar entre nosotros y de que ya no había marcha atrás. 

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04/01/2014, 22:29
Eko Létang

Tendido sobre el cuerpo de Zyllah, los dedos de Eko repasaban lentamente su piel tibia. En los segundos que habían pasado desde que todo había terminado su respiración se había ido calmando, y ahora sólo era un sonido tranquilo y continuo. Estar ahí, con los dedos aún entrelazados, desnudos, le daba cierta paz. Se hacía extraño pensar en cómo habían cambiado las cosas con Zyllah desde que habían puesto un pie en Oldland, y no podía evitar preguntarse qué pasaría con ellos realmente cuando todo terminara.

Mientras él emitía un leve suspiro un sonido agudo se escuchó en la sala. Al lado de ellos, Àine se acercaba a pequeños saltitos hasta quedar al lado de la cara de Zyllah. Una vez allí comenzó a mover con el pico su cabello desparramado por el suelo, agrupándolo como aquel que se hace un nido. Luego se arrebujó sobre el propio pelo de ella, mirándola a los ojos con curiosidad.

- Le gustas mucho. - Susurró Eko entonces sin pensarlo demasiado, únicamente liberando sus pensamientos al aire.