Partida Rol por web

Después de escuchar sus palabras lo miré en silencio durante varios segundos con el rostro más serio. La verdad es que después de la discusión del día anterior yo no había querido volver a pensar en ese tema. Y después todo había cambiado por completo tan rápido... Ahora ni siquiera estaba segura de si mi deber era quedarme a proteger el Sello, o abrirlo para Joselinne. 

Mientras pensaba en todo esto en silencio, noté el movimiento del pajarito, intentando colarse debajo de la tela. Lo miré mientras recuperaba la sonrisa y levanté un poco el borde para dejarlo entrar, con curiosidad por saber qué pretendía. Después devolví mis ojos a los de Eko, buscando en la profundidad de los suyos lo que realmente quería decir con sus palabras. - ¿Y qué pensaste...? - Pregunté suavemente, animándolo a explicarse mejor.

Contento de estar también bajo la tela, Àine buscaba el contacto directo del cuerpo de Zyllah, ligeramente nervioso. Despacio, recorría su silueta, indeciso, sin saber muy bien dónde detenerse ahora se que se encontraba dentro. Finalmente se quedó unos segundos en la curva de su costado, antes de subir cerca de la mano de Eko, y desde allí caminar despacio por encima de la piel de ella. El lugar era cálido, y aunque era extraño tener la tela encima el brazo de Eko la sujetaba de forma que Àine no se fuese rozando con ella. Cuando finalmente encontró tras algunos pasos el sitio perfecto fue sobre su vientre, unos dedos por encima de su ombligo. Allí se arrebujó, escondiendo las patas y cerrando las alas, para de vez en cuando tantear su piel con el pico, como si tratase de comer de ella.

Mientras tanto, Eko disfrutaba de la sensación que el pájaro recibía, y la pregunta de ella tardó unos segundos de más en calar en su cabeza. Antes de responder emitió un largo suspiro, y cuando lo hizo su voz salió suave y fluida.

- Que quizá iba siendo hora de escoger yo mi propio destino en lugar de esperar encontrarlo. - Le dijo. - E incordiarte un par de siglos parecía uno bastante bueno. - Explicó despacio. - Pero empiezo a pensar que eso es algo que Àine y yo podremos hacer con Sello o sin él. - Informó sin apartar la mirada de sus ojos, sólo esperando una reacción que no le hiciera quedar como un estúpido.

El movimiento del pajarito dentro de la tela, directamente contra mi piel, me provocó un dulce cosquilleo que me hizo reír mientras me retorcía un poco, haciendo esfuerzos para no moverme y no molestarlo. Cuando se detuvo y se acurrucó en mi tripa una sonrisa se instaló en mis labios, moviéndome aún con las cosquillas que me provocaba con su pico. 

Escuché entonces las palabras de Eko y mis ojos se abrieron poco a poco por la sorpresa. Mis dedos se apretaron suavemente entre los suyos y mi corazón empezó a latir con tanta fuerza que me parecía imposible que él no lo escuchase también. Pom pom... Pom pom... - Oh... - Dije, mientras los ojos se me iluminaban al perderme en los suyos. - Sería estupendo que me incordiaseis durante unos cuantos siglos. - Aparté la mirada durante un instante, ligeramente avergonzada, mientras seguía hablando. - Después de lo de ayer pensaba que no querrías quedarte conmigo. - Alcé los ojos de nuevo, enganchándolos en los suyos una vez más. Mis mejillas estaban ligeramente sonrosadas cuando hablé de nuevo. - Pero me encantaría que lo hicierais. - Lo miré detenidamente, sin saber hasta qué punto estábamos cerrando una especie de compromiso. Al menos lo más parecido a algo así que se podía hacer en este lugar con la incertidumbre del instante siguiente pendiendo sobre nuestras cabezas. Y durante un momento mi destino y el abrir o mantener cerrado el Sello fueron lo de menos. Fuese lo que fuese, lo haríamos juntos.

Cuando él terminó de hablar el cambio en la expresión de ella era tan notorio que incluso los músculos alrededor de sus ojos acompañaron de buena gana su siguiente sonrisa. Él sabía más que de sobra que las promesas realizadas después del sexo no debían ser tomadas en cuenta al pie de la letra. Y aún así las palabras de ella le arrancaron un nuevo suspiro. Al menos parecía tener claro que el día anterior se había portado como una loca.

Lentamente franqueó el espacio que separaba sus labios, en busca de un nuevo beso. - Va a hacer falta más que eso para echarme de aquí. - Sentenció con voz grave, buscando sus ojos de nuevo.

Recibí sus labios con una sonrisa en los míos y mientras se unían, deslicé mi mano por su cuello, acariciándolo suavemente y apretando con la otra mano sus dedos entre los míos. - Lo último que quiero es echarte de aquí... - Susurré sin separar mi boca de la suya, acariciándolo con cada sílaba y sintiendo un enorme cosquilleo aletear en mi estómago.

Suspiré, disfrutando durante varios segundos de la sensación y de la dulzura de las promesas compartidas y después, busqué sus ojos con los míos. - Andrew sabía lo de Ira, me pidió que enviase a Yormund en su lugar, pero ya lo ha aceptado. Ahora se está despidiendo de Alexia. - Informé, antes de buscar sus labios de nuevo para enredarme en ellos durante varios segundos.

La suave caricia de Zyllah mientras se besaban, y su respuesta posterior, hicieron que Eko correspondiera en silencio, únicamente pasando sus dedos por la piel de ella. Había poco más que añadir realmente. Y una vez aclarado el asunto de permanecer juntos después tampoco era necesario profundizar más. Aunque no se negaría a que lo hiciera ella.

Cuando sus labios volvieron a encontrarse los recibió tranquilo, mientras Àine fritaba su mejilla con la piel del vientre de ella, queriendo participar de alguna forma en el beso. Y al separarse respondió en un susurro tenue.

- Mejor así. - Le dijo. - Al menos no se sentirá traicionado por ti cuando caiga. Y aún si pudiera hacer algo, ahora tendrá claro que, de matarte a ti, también acabaría con Alexia. Creo que él ha sido una buena baza. Y un buen sacrificio. - Concluyó, antes de permanecer unos segundos callado.

- Cuando todo termine y ya no tenga poder sobre ti, mataré otra vez a Yormund.

Las caricias del pajarito me provocaron cosquillas y reí suavemente mientras nuestros labios se separaban. Después solté su mano para meter la mía dentro de la tela y acariciar con cuidado la cabecita de Àine con el pulgar.

- Preferiría que me dejaras hacerlo a mí. - Respondí rápidamente cuando terminó, mirándolo a los ojos. - Se ha convertido en algo personal... Quiero despellejar a su maldita gata delante de él y luego abrirla en canal. Y sí, creo que Andrew ha sido una buena baza, además con ello he premiado a Alexia de alguna manera por lo bien que me ha servido. Esperemos que todo salga como debe...

Cuando Zyllah soltó su mano el codo de Eko se dobló ligeramente, poniendo en contacto sus dedos con el hombro de ella. Allí comenzó a acariciar su piel suavemente, correspondiendo sin pensarlo al ritmo de caricias que ella marcaba en Àine.

- Será para ti entonces. - Le dijo con un pequeño suspiro. - Sólo por soportarle dentro de tu cabeza te lo has ganado.

Luego permaneció un tiempo callado, tranquilo. Respirando el aroma que habían producido juntos en la que probablemente sería su última noche en el lugar.

Poco a poco una media sonrisa se iba formando en su rostro, mientras dejaba sus pensamientos volar.

- Imagina cómo será la cara de mi padre cuando se entere. - Susurró, con una mirada cómplice.

A pesar de que me sentía bien, segura de que estaba haciendo lo que debía y de que todo terminaría pronto, la incertidumbre de la noche me cosquilleaba en el estómago mientras ladeaba un poco la cabeza para besar sus dedos sobre mi hombro con dulzura. 

Cuando habló de Yannick me volví para mirarlo de nuevo, frunciendo levemente el ceño al pensar que si Yannick se enteraba, probablemente mis padres no tardarían en hacerlo también. - ¿Se lo contarás? - La verdad es que yo no tenía ninguna intención de volver a casa fuese como fuese. - ¿Esperas volver con él pronto? Yo... No esperaba volver a casa de mis padres. - Comenté finalmente, un poco insegura. 

Ante la repentina inseguridad de Zyllah Eko esbozó una sonrisa cómoda y tranquila, mientras extendía el pulgar para jugar con sus labios.

- La verdad es que había pensando en llamarle y decirle que se pasara por aquí, que tenía una sorpresa. - Respondió, apretando levemente la mano que se encontraba en la cadera de ella para dejar claro a qué sorpresa se refería. - Pero no veo por qué ibas a volver a casa. Sea cual sea, tu destino no está ahí, ¿no?

- Nuestro destino. - Puntualicé con una sonrisa, remarcando la primera palabra e incluyéndolo. En esos momentos no era capaz de imaginarme siguiendo sin él. Besé de nuevo sus dedos antes de seguir hablando. - Pero... Si abrimos el Sello para Joselinne quizá no quede nada aquí para que venga a vernos, ¿no? - Pregunté dubitativa, buscando en sus ojos una seguridad que yo no tenía. 

Eko suspiró con sentimientos encontrados respecto a su puntualización. El balance era positivo, sin duda, pero todo estaba tomando un cariz para el que no sabía si estaba preparado. A pesar de ser consciente de que él mismo lo estaba fomentando.

- Siempre quedará algo. - Afirmó mirándola a los ojos. - Otra cosa es si nosotros tendremos que atarnos a este lugar. Pero piensa en cómo estaba la ciudad cuando llegamos: No sé qué pasará si Joselinne viene, pero esto sólo puede mejorar. Y Oldland es sólo un reflejo del mundo.

- Sería genial que los engendros fuesen más claros, aunque fuera sólo con Alexia. Al final los mataremos y no nos habrán contado nada.

Le sonreí, sintiéndome más confiada con sus palabras y enredando de nuevo mis dedos entre sus cabellos. - Creo que no hablan mucho últimamente. Desde que perdieron a Annie o así. Por lo que parece el engendro que ella tenía dentro era importante para ellas o algo por el estilo... - Hice una pausa, mirándolo largamente a los ojos. - ¿De verdad crees que podremos matarlas?

- Pues me alegro de habérselo quitado. - Repuso Eko con convicción, antes de meditar responder a su pregunta. - Sí, creo que podremos. Está claro que es posible: Seele mató a una de ellas sin utilizar el Último Legado, y tampoco es que fuera gran cosa. Creo que ahora mismo podríamos hacerlo, pero nadie quiere arriesgarse. Y menos con Ira y Liam aún ahí para atacarnos por la espalda en cuanto lo intentemos.

- Supongo que tendría que ser antes de abrir el Sello, por si con eso ganasen más poder. - Dijo luego, pensativo.

Escucharlo hablar tan convencido me tranquilizaba. Si él pensaba que podríamos hacerlo, yo no veía motivos para dudarlo. - Bien. Pues lo haremos mañana. - Concluí con un brillo resuelto en los ojos. A mí tampoco me gustaban ni un pelo esas niñas odiosas. Si íbamos a abrir el Sello, lo haríamos nosotros. No las necesitábamos para nada, nunca nos habían dado nada y no merecían nada de nosotros. 

Sentía la noche a punto de caer y con ella el momento en que nos dormiríamos sin remedio, quizá por última vez... Rodeé al pajarito con una mano para poder moverme y acurrucarme contra Eko sin molestarlo demasiado. Busqué sus ojos entonces, esbozando una sonrisa. - Buenas noches, Eko. No sabes cuanto me alegro de que vinieras. Esto no habría podido ser posible sin ti. - Susurré antes de estirar el cuello y besarlo con una pasión dulce.

Ante la primera afirmación de Zyllah Eko sólo asintió levemente, comenzando a pensar en cómo podrían acabar con los dos engendros. Lo mejor sería algún tipo de distracción... Si tuvieran más tiempo para planearlo todo sería más fácil. Quizá Alexia pudiera hacer de cebo, por ejemplo.

En cualquier caso la noche cada vez estaba más cerca, y cuando Zyllah se acurrucó contra él fue fácil saber lo que venía. Él la rodeó con los brazos, intentando darle la protección que su ropa no iba a darle, y no pudo evitar una media sonrisa maliciosa ante sus palabras.

- Hacemos un buen equipo. - Susurró en cuanto sus labios se separaron unos milímetros, mientras su sonrisa se ampliaba. - Yo habré conseguido el Último Legado, y tú habrás terminado casi intacta. - Le dijo en voz baja, remarcando la penúltima palabra a modo de broma.

Apoyé la cabeza en su hombro, sonrojándome ante las implicaciones de sus últimas palabras. - En realidad... Si tenemos en cuenta que esto es algo así como una ilusión... Sigo completamente intacta. - Respondí enarcando una ceja y con una media sonrisa divertida. La verdad es que habría preferido vestirme, aunque fuese un poco... Pero no creía que le pareciera buena idea, y no me apetecía abrir ese debate, así que me resigné a pasar la noche cubierta tan sólo por la fina tela de la mesa de Poron.

Mis dedos se deslizaron desde el cuello hasta el costado de Eko, deteniéndose allí para pasar la noche, mientras seguía acariciando a Àine cada vez más suavemente. 

Eko sabía que la noche se acercaba. En la otra realidad las sombras eran cada vez más largas, y si todo era como hasta entonces en cualquier momento les sumirían en un profundo sueño. Lentamente acariciaba el pelo de ella, distraído, mientras una sonrisa tomaba forma en su rostro.

- Pero no por mucho tiempo. - Aseguró, divertido ante la idea de que ella tuviera una segunda primera vez. Y si se daban prisa en el mundo de Zagam, hasta podría suceder tres veces.

Sin embargo la mente de Eko ahora estaba más en otra parte. Preparándose para el día siguiente. Si todo salía bien trataría de cobrarse la venganza que llevaba esperando desde el día que llegaron, acribillando a ese bicho. Y luego probablemente abrirían el Sello. Esta noche era casi un remanso de paz, pero a él se le antojaba similar al instante antes de apretar el gatillo. Lo que los necios llamaban la calma antes de la tormenta.

- Si las cosas marchan como esperamos al amanecer estaremos nosotros dos, Alexia y Yormund. Quizá también Liam. No creo que él rechace un buen combate. - Reflexionó en voz alta, valorando a quién tendrían que temer al día siguiente si efectivamente se enfrentaban a ellas.

Su promesa me hizo sonreír, confirmando de nuevo que lo que fuese que habíamos creado entre nosotros no iba a desaparecer al amanecer. Y al escuchar sus planes medité durante algunos segundos antes de hablar. 

- Creo que él tampoco le debe nada a las niñas monstruosas... ¿Piensas que se unirá a nosotros? Me da mucha rabia no haber sido capaz de matarlo... Dos veces. - Dije, frunciendo el ceño al recordar el momento de frustración al ver que se levantaba como si nada después de que Irad atravesase su vientre. - Pero desde luego creo que es el mejor aliado que podríamos encontrar entre esta panda de inútiles y descerebrados. Al menos ha hecho bien su trabajo. Mejor que el resto de traidores juntos.

Una media sonrisa tomó forma en el rostro de Eko cuando ella frunció el ceño. A él lo que Liam había hecho no le enfurecía en absoluto, más bien todo lo contrario.

- A mí me parece divertido. - Le dijo. - Y la verdad es que es el único que ha dado un poco la talla, aunque fuera totalmente evidente. Y desde luego nos vendría bien su aguante. - Reflexionó antes de emitir un suspiro. - La verdad es que no esperaba terminar aliado con alguien como él. Aunque tampoco esperaba que Azhariel nos diera la espalda de esa manera. - Añadió con tono disconforme.