Partida Rol por web

- Cuánta empatía. Cuánta comprensión. Cuánta tristeza por la muerte...-dijo, con cinismo, tras observar la ceremoniosa llegada a la catedral y ver cómo algunos lloraban por los caidos y otros intentaban consolar a los primeros- Y la mayoría de vosotros habrá provocado lo mismo en otras familias que nada tenían que temer hasta que se cruzaron en vuestro camino. ¿Os parasteis a dar sepultura a esos cuerpos entonces? ¿Llorasteis? Tsk...

Entonces se acercó a donde se encontraban Alice y Eko. Estaba cansada de tanta pantomima y prefería al menos enterarse de lo que había ocurrido, o sacar conclusiones menos confusas. 

Junto con el resto, observo el desolado interior, por llamarlo de alguna manera, de la destrozada catedral. Me mantengo unos largos segundos quieta nada más cruzar el umbral, observando el caos que se ha instalado ahí. Es como estar en el escenario de una fuerte batalla, con los restos aún humeantes y la sangre aún fresca. La pregunta sigue sin tener respuesta: ¿Por qué?

Dejo apoyado contra un costado del umbral el enorme y negro paraguas, dedicándome a seguir al singular grupo hacia el interior de lo que queda aún en pie. Dejan el cuerpo de la Guardiana y su compañera sobre una especie de altar, pero eso queda en segundo plano al ver a un desolado Andrew llorarle a lo que parece una sepultura con un nombre inscrito. El que parece ser un amigo suyo pide al resto intimidad pero algunos se dedican a ser importunos. Por mi parte, no puedo juzgar nada de lo que hacen. Yo al menos no sé qué hacer salvo observar cada detalle y cada posible pista que nos diga qué ha sucedido aquí.

Por otra parte, unos cuantos han decidido avanzar un poco más por el lóbrego lugar. La curiosidad me puede, pero ya son un número ideal para echar un vistazo en plan avanzadilla y yo poco puedo igualarles en combate si algo sucediera. Así que aprovecho para echar un vistazo por nuestro alrededor hasta que estemos todos listos para seguir a la vanguardia.

Poron dejo su improvisado paraguas en la misma entrada al templo poco antes de quedar encerrados. -Eso fue extraño...-Pero no temía por encontrar una salida, llegado el caso el mismo haría una.

Junto con el resto camino hasta lo que era lapidas con nombres, ninguno de ellos le sonaba pero parece que a muchos de los presentes si, como su nuevo amigo quien lloraba amargamente y a quien prefirió dejar solo pues conocía muy bien ese tipo de gritos y nadie seria capaz de consolarlo, pero si tal vez enfurecerlo. Por otro lado estaba el Neko. El chico gato, parecía saber el objetivo de todos los reunidos, pero ese tal Eko y su ex-novia rubia seguro que tenían mas razón que el, si es que se dignaran a decirla claro.

-Espera un momento, entonces... ¿los semidemonios cuanto vivimos? Me siento un niño de 2 años frente a todos ellos.-Comento, sin darse cuenta, para todo aquel oído intranquilo.

Instintivamente se acerco a las lapidas que no estaban siendo acaparadas y acaricio una de ellas, haciendo un surco sin quererlo, como si la piedra fuera agua.
-¿Helmuth Thompson? Eso es alemán... ¿No significa protector? ¿Quienes eran esta gente?-En ese momento tras ese fugaz pensamiento, se dio cuenta de la muesca y retiro la mano nervioso.

-Ops..vale...-Dio un par de pasos para alejarse de la lapida, y opto por sacar algo de comer del hatillo de su espalda cuando escucho las palabras de la chica de pelo de chicle.

-Lo que dice ella es verdad.-Contesto de cuclillas rebuscando en sus escasas pertenencias.-Bueno al menos hasta lo que yo se. Ella sabia de mi condición y me ayudaba cuando me pasaba por aquí. De historias no me contaba mucho o no prestaba atención. Supongo que la comida que compartía conmigo se la entregabas tu, que curiosa coincidencia-Sonrió a Alice

El llanto de Andrew, me estremecio sin tener que poseer su cuerpo, senti aquel dolor de perder a alguien querido...¿por que?...mi mente incapaz de proporcionarme alguna recuerdo que explicara aquel sentimiento...me acerque un poco mas a Andrew, sabia que Eko lo impediria, pero lo ignore, de ser necesaria traspasaria su cuerpo como lo he hecho con otros...pose mi mano sobre la cabeza del chico y la acaricie dulcemente...no fui capaz de decir nada, solo le entregaba un poco de cariño, aunque no reemplazaria el que ha venido a buscar...Valfar...

Al ver mi mano note que mi cuerpo parpadeaba cambiando mi aspecto, haciendo presente mi poder Melknhar...tampoco recordaba cuando fue la ultima vez que las lagrimas humedecian mi rostro, pero una furtiva lagrima recorria mi mejilla...¿por que?...

Los demas comenzaron a confesar los nexos que tenian con la historia de este lugar, con Oldland, con la Guardiana...Seele no poseia ninguno, ni con este lugar ni con ninguno en concreto...

Marceline se puso a mirar las diferentes lápidas, los nombres que habían allí. Ninguno era el de él, pero uno le llamó la atención. Valfar. Entonces Andrew se puso a llorar por este, y tal escena le provocó una marea de sentimientos. Maldita sea... Pero se sacudió la cabeza, no debía pensar en esas cosas. Tenía que cumplir la misión que les hubiera traído a ese lugar maldito, y poder salir cuanto antes de este lugar para seguir buscando. Intentando hacer de su rostro una piedra más fuerte de las que levantaron una vez la Catedral de Baal, se acercó hasta donde estaban los que querían continuar hasta llegar al fondo del asunto.

Deberíamos avanzar ya. No creo que tengan muchos problemas los rezagados en alcanzarnos, si acaso los habría para volver atrás. - Marceline soltó un bufido. Todo esto le estaba pareciendo una tortura para los que estaban relacionados de forma directa a los que aquí una vez decidieron el destino del mundo, y un juego de espejos para los nuevos. Y si no se centraban, temía que de allí no saliera nadie con vida.

Había estado mirando desde la distancia lo que sucedía a mi alrededor, la verdad es que mientras recorría el lugar con la vista muchas imágenes vivieron a mi mente... entonces vi como Andrew se acercaba a una tumba, que en su interior resguarda a lo que un día  fue Valfar...

Me acerqué y pase por entre medio, hasta llegar y colocarme al lado de Andrew, me agacho y me arrodillo a su lado:

Pongo mi mano en el hombro  que tiene libre y le digo:

- Tranquilo Andrew... entiendo tu pena, sé que Valfar dio su vida, para que tu vivieras y tuvierás la oportunidad de ser feliz... recuerdas que lo que ocurrió aquí hace ya tantos años, fueron varios los que murieron y Valfar fue uno que sacrificó todo, incluso su vida junto a tí, para que el mundo fuera todavía un lugar bueno para vivir... quiero que sepas que si hay algo que podamos hacer para traerlo a la vida otra vez, que cuentas conmigo y te ayudaré.- me levanto luego de algunos segundos y me dirijo a Eko:

- Eko... Letang... buen nombre, aun cuando tu apellido es mejor... eres hijo de Yannick?- le pregunto con una sonrisa.

Aquel lugar despertaba en él cierto sentimiento de angustia y tristeza que no había sentido en mucho tiempo. El mismo sentimiento de verse abandonado por sus padres quienes marcharon en busca de poder. Pero todo tenía una explicación.

Aparto la mirada en señal de respeto a la escena de dolor de Andrew, no entendía que sucedía en aquel lugar, pero una cosa tenía clara. Todos estaban aquí por diversos motivos, ¿por qué encontrarse veintidós semidemonios en este lugar, en este mismo día? Solo se podía se tratar de una cosa.

- Destino...- Murmuró, para si mismo. Por alguna razón parte de su destino era llegar a este lugar, la leyenda era cierta por lo que escuchaba, y aquello solo quería decir que si la historia se repetía, entonces todos estarían en grave peligro. Como antes, como todos aquellos que estaban en esas tumbas, muchos podrían morir. Imagino que estaba preparado para todo, pero no sabía si quería ser parte de esto.

Syd se movia en silencio examinando los nombre puestos en el marmol con mucha calma, buscando a ese por el que habia venido. Pero su busqueda no terminaria tan facil al parecer, porque ninguno de los nombres era el que buscaba.

Con la misma frialdad vio lo que paso mas tarde con cada una de las personas y sus acciones que empezaban a dejar en descubierto su accionar o al menos eso pensaba. Por un momento medito si seguir a Zyllah en su busqueda pero ya parecia estar acompañada y la vez queria alejarse de ella ahora que Eko la seguia.

Aprovechando que por alguna razon ma haya de su comprencion se encontraba seco, busco en su bolsillo luego de apoyar su lanza en la pared y saca un cigarrillo para él. Fumandolo con calma empezo a moverse desarmado por la sala examinando al resto buscando entre ellos al indicado. Mas en su mente no se le ocurria una razon para acercarse a ninguno. Volvio donde se encontraba su lanza y se sento junto a ella.

Yo no tengo relacion con este pueblo o su guardiana, pero busco a alguien entre los presentes. Quiero charlar con este y averiguar algunas cuestiones pendiente entre nosotros. dijo con monotonia y poco interes en su voz, pero lo suficiente alto para que lo escucharan.

Agarrándome a los relieves de roca, busco una superficie lo suficientemente plana en la que sentarme y dejar las piernas colgando. Naica se sube a mi regazo.

-¿Y tu lloras por las terneras que habrás matado, rubia? ¿Los pájaros lloran a los gusanos o los gatos a los ratones? ¿Evita eso que las aves se emparejen o los gatos cuiden a sus crías? No nos taches de hipócritas, solo por que tu lo seas. 

Acaricio la cabeza de la gata mientras contemplo al portador del símbolo fálico pasear.

-¿A quién buscas? ¿Conoces su nombre verdadero pero no su cara? Gato, gato. Decirlo solo te servirá para que se ponga en alerta. Ha sido una acción poco inteligente. Si alguno de nosotros esta usando una identidad diferente a la suya verdadera, sabrá que vas detrás de él. 
 

Me mantengo junto a Andrew, como le prometí a Eko, meditando sobre su reaccion y las pocas palabras que he captado entre sollozos además de lo que han dicho los demás. Algunos comentarios es preferible ignorarlos, pero otros encajan las piezas en su lugar. Miro repetidamente a Andrew y la lápida, si alguien no le levanta de ahí no se movera por propia voluntad.

Me agacho para quedar a la altura de los ojos de Andrew, que sostiene el pañuelo que le ha dado Megan mientras sigue llorando totalmente ausente.

-Andrew mirame- le pido con tono grave aunque me ignora. Le pongo la mano en la mejilla y le giro la cara para obligarle a mirarme. Sus ojos llorosos y enrojecidos brillan a la luz de las llamas -No puedes continuar así. Sé que le querías, que era importante para ti y sé lo que se siente al perder a un ser querido, pero no honras su memoria si te dejas vencer. Has llegado hasta aquí y, si quieres conseguir recuperarle vas a tener que echarle valor, apartar el sufrimiento y seguir adelante. Enfadate o gritame pero, si Valfar está en este lugar es que era un luchador y, no se sentiría orgulloso si te viera en este estado.

Le miro durante unos segundos. Cuando mencioné su nombre parecía que iba a reaccionar pero no sé si me ha escuchado o no. Llegados a este punto sólo quedaría obligarle a levantarse y... a ver quién es el guapo que se atreve. Miro a mi alrededor y nadie parece tener intención de hacer nada. Me levanto y me alejo en dirección al grupo donde Eko, Poron y algunos más hablan sobre Elisabeth y las tumbas.

Respeté en silencio el dolor de los presentes por la muerte de Elisabeth, y por el recuerdo de aquellos nombres inscritos en la roca. -La historia se volverá a repetir. -Mencionó Seele, y su idea no distaba mucho de estar por el buen camino, sin embargo no comprendía todos los entresijos... el reloj de arena sólo había dado la vuelta, qué hacer con ese tiempo era únicamente cosa nuestra.

Contemplé a ese chico, Andrew, que con tanto afán me había reclamado esa pulsera, parecía realmente afligido, tanto que su lamento llegó a conmover a la mayoría de los presentes. Valfar... -Repetí para mí mismo, consciente de que eso que suele decirse de que el tiempo lo cura todo, era una gran mentira. Por mi parte no conocía ninguno de estos nombres, mi historia no estaba ligada al pasado de este lugar, pero sin duda estaría ligada a su futuro. 

-Muy revelador, Yormund. Pero pregúntate una cosa... ¿qué eres tú? ¿Pájaro... o gusano? No te aventures en dar una respuesta.

El tal Yormund se había revelado muy pronto como profeta, reemplazar al guardián... o morir y liberar el sello... ¿cómo podía reducirlo todo a una mentalidad tan simplista? No... él no podía entenderlo. Gato... gato... Sonreí para mí mismo. 

-Esta antesala, tiene una finalidad. Debemos dejar atrás nuestros recuerdos, lo que no significa olvidar a nuestros seres queridos. Para emprender el camino es necesario hacerlo sin cargas. Aquellos que permanezcan atados a su pasado, serán incapaces de decidir sobre el futuro. 

Comencé a caminar hacia aquella gruta, algunos ya habían emprendido el camino, dejé a Seele por si quería tomarse un poco más de tiempo, aunque caminaría junto a ella si decidía venir conmigo. Los demás podían honrar la memoria de aquella gente como creyeran conveniente, después, inevitablemente, nos seguirían. Algo nos había traído hasta aquí... y todos habíamos acudido, pero no todos estábamos ligados a los nombres en esas losas, por lo que el motivo no era mirar hacia atrás... si no hacia delante. 

Nego con la cabeza lentamente.No conosco su nombre, pero pienso que si lo leo o escucho podre saber que es el a quien busco. contesto importandole poco que sonara como una locura. Quien busco puede que ya me haya reconocido y si no lo ha hecho, ponerlo sobre aviso no evitara que lo encuentre. Debo tener paciencia. comento aun en su tono con poco animo.

Se levanto luego que Gabriel terminara de hablar con Yormund. Mejor nos movemos. dijo antes de tomar su lanza y empezar a moverse. Siguiendo al grupo que iba avanzando en este templo.

Eko suspira con hastío cuando el Lince vuelve a hablarle, como si fuera sabedor de una verdad por encima de las de los demás. Sin embargo, no llega a responderle. Su atención se centra en Megan. No podía evitar sentirse un poco molesto al ver cómo todos atosigaban al chico, pero él ya había dejado clara su opinión al respecto. Además, no comprendía cómo ella podía entregar algo importante a un completo desconocido, pero tampoco era asunto suyo.

Se gira entonces para seguir a Zyllah, cuando el hombre que antes le habló sobre su padre vuelve a dirigirse a él. Entonces Eko dibuja una media sonrisa, encajando las piezas. Aquel era el que había encendido el fuego para la niña.

- Así es. - Responde, asintiendo en señal de aprobación. - Si la mitad de lo que me ha contado es cierto, supongo que tenemos suerte de tenerte por aquí. - Dicho esto, sin abandonar la sonrisa, comienza a caminar hacia atrás varios pasos, antes de darse la vuelta y seguir a Zyllah hacia el interior de la gruta.

En cuanto comienza a avanzar aprieta el paso, tratando de ponerse a la misma altura que quien encabece el grupo. Una vez allí adquiere la misma tensión que cuando caminaba por la calle al lado de Tetsuo, y echa una mirada hacia atrás, buscando al oriental. Sin esperarle continúa avanzando, con la mano cerca del revólver. Su mirada recorre cada sombra, cada recoveco de la piedra, expectante y atenta a cualquier cosa desconocida. Quizá el Lince creyese que el peligro eran ellos mismos, pero para Eko eso no era un motivo para relajarse.

Dejando escapar un leve suspiro, sacó esa congoja de su cuerpo. Miró hacia atrás, apreciando la cortina de fuego que impedía el retroceso. No había camino de regreso. No había vuelta atrás. Se acomodó la gabardina, y se acercó hacía el grupo que seguía alrededor de Andrew, en especial a Megan, esto luego de que Eko se hubiese encaminado hacía la gruta.

Puso la mano en el hombro de la chica, con cuidado, y murmuró despacio para no interrumpir el intimo momento de Andrew. Se inclinó un poco para susurrar. - Es mejor dejarle tranquiro. Sa, iko.- Dibujo una pequeña sonrisa en su rostro, un gesto muy de su país. Luego se separó de ella y se puso a andar hacía la gruta, portando en su mano su katana, sostenida de la vaina. Se movió lentamente, dedicando una ultima mirada a las sepulturas, para luego poner su vista al frente.

Andrew recibe el apoyo de algunos de los presentes, pero ni siquiera es consciente de ello. Su mente está en otra parte, con Valfar, muy lejos de aquel lugar desolado. La mano de Andrew se cierra inconscientemente sobre el pañuelo que le tiende Megan, pero él no es consciente de lo que ocurre a su alrededor. En un momento dado los sollozos cesan, pero él sigue igual de ausente. Por unos minutos se queda tendido, con la boca semiabierta, la mirada perdida más allá de las llamas y las lágrimas secándose en sus mejillas.

El joven acaricia la pulsera, cierra los ojos, dejando que una última lágrima silenciosa caiga por su mejilla, y los vuelve a abrir. La desesperación y el vacío han desaparecido de su rostro. En vez de eso aparece una seriedad inusual en el rostro de Andrew. El Grovehn se incorpora despacio y se queda mirando con respeto la lápida. -Es un placer conocerte al fin, Valfar. Me han hablado mucho de ti. 

Toma aire y se gira hacia los semidemonios que tiene alrededor, mirando primero a Megan. Su tono tiene cierto tono de pesar.-Apreciamos mucho que quieras que tengamos esto, Megan, pero no podemos aceptarlo. Este pañuelo significa mucho para ti. Andrew intenta esbozar una sonrisa, pero le sale algo triste y breve.-Creo que os debo una explicación... El de antes era Azhariel. Bueno, ya habéis hablado con él en más de una ocasión, no ha sido la primera. Su nombre aparece en la pulsera de Elizabeth, él estuvo aquí cuando todo ocurrió y consiguió sobrevivir junto con otros. Valfar no fue uno de ellos. Se enamoraron. Fue un amor... artificial, tan perfecto que no podía ser natural. Se ve que le cesta encontrar las palabras, no se siente del todo cómodo hablando de eso. Habría dejado que lo hiciera el propio Azhariel, pero visto lo visto no era una opción.

Valfar... Bueno, caló muy dentro en el corazón de Azhariel. Llegó a Oldland con su cuervo buscando gloria y poder y acabó encontrando el amor. Un amor que les llevaría a ambos por una senda de dolor y sufrimiento y que acabó por separarlos de la forma más trágica posible. Muchos fueron los que intentaron traer a Valfar de vuelta. Verona... Jared...-Inconscientemente la mirada de Andrew se gira hacia Nil.-Pero todos los intentos fueron en vano.

-Ella.-Dice Andrew, con voz más seria señalando el lugar donde habían dejado el cuerpo de Elizabeth.-Fue la que lo causó todo. Mató a Valfar una noche y Azhariel murió de pena. No eran amigos, más bien lo contrario. Azhariel no pudo perdonar lo que ella hizo y ella, me imagino que carcomida por la culpa, se ofreció a ser la Guardiana de la catedral y del sello. Con aquel gesto y con el tiempo la ira de Azhariel hacia la mujer se calmó y ahora que la ha vuelto a ver no puede evitar pensar que su condena ha sido demasiado elevada. Pese a lo que hizo sus intenciones no eran malas.

Andrew hace una pausa para volver a mirar la lápida antes de seguir.-Nunca dejó de buscarlo. En sus breves pausas visitaba a algunos de sus compañeros y por eso es capaz de reconocer algunas caras, hijos de antiguos compañeros.-Andrew busca a Eko y Zyllah con la mirada pero decide no decir nada. Si ellos quieren hablar lo harán.-Durante muchos años no encontró nada, así que decidió volver donde todo empezó. Sin embargo, no sentía la llamada a Oldland... Fue ahí cuando me encontró. Yo sí había recibido la llamada y le pregunté por aquel lugar. Es... Como si el destino nos hubiera juntado. Tomó posesión de mi cuerpo para poder estar aquí de nuevo aquí. Pero él no es malo... Casi siempre me deja llevar el control a mí. Él solo quería volver para intentar revivirlo.

Caminaba hacia el interior de la gruta, rozando a Irad con los dedos, dispuesta a desenfundarlo rápidamente cuando fuese necesario. Noté que alguien se colocaba a mi lado y lo miré por el rabillo del ojo, para descubrir que era Eko. Asentí levemente en su dirección, sintiendo detrás algunos pasos de otros que también nos acompañaban.

La extraña sonoridad del lugar me permitió escuchar la voz de Andrew, cargada de emoción y seriedad. Sin detener mi paso escuché toda la historia y no pude evitar sorprenderme al escuchar que el joven confesaba tener dentro a Azhariel. Era un relato extraño, pero que explicaba algunos de los comportamientos que había tenido Andrew desde que llegamos a Oldland. 

Hice memoria, recordando al amigo de mi madre. Hacía muchísimos años que no lo veía, desde que era una niña, y apenas recordaba su rostro. Sin embargo, mi madre hablaba muchas veces de él con cariño y conocía la historia de su amor truncado. Siempre me había parecido la parte más aburrida del relato. Ese amor romántico demasiado tierno, demasiado bonito. Casi me daban ganas de vomitar de tanta dulzura cada vez que lo escuchaba y nunca había sido capaz de entender que de verdad se hubiese suicidado por amor.

Suspiré, me gustaría preguntarle cómo había llegado a Oldland y si mi madre sabía que él estaría aquí. Quizá eso explicaba por qué Nyx no me había asaltado para detenerme en mi camino. Pero no iba a detenerme ahora y darme la vuelta. Debíamos comprobar si el responsable de la caída del Templo seguía en él y eso no podía esperar. Las historias del pasado sí podían hacerlo.

Continué caminando sin detener mi paso y le dediqué una mirada a Eko mientras andaba. - Tú lo sabías. - Dije sencillamente. No era una pregunta, era una afirmación. Eso explicaba que estuviese pendiente de él de esa manera. Entonces caí en la cuenta de que había otra persona que lo había saludado como si lo conociese y pregunté, mientras devolvía mi mirada al frente. - ¿Y quién es el de la barba?

Eko continuaba avanzando cuando Tetsuo comenzó a caminar con ellos. En cierta manera le hacía sentir más seguro que estuviera atrás, como si alguien vigilase la retaguardia. Todos los demás parecían caminar como si fuesen de excursión, y eso no le gustaba nada. Tampoco sabía cómo ubicar todavía la presencia de Liam tan cerca de ellos. Había llevado el cuerpo de Elizabeth, sí, pero el chico no parecía tener ni idea con qué podía estar jugando.

Cuando los rebotes del sonido en las paredes traen la historia de Andrew, a Eko se le encoge el pecho. Sin embargo, no se detiene. El que está hablando no es el hombre al que conoce. Sólo es un chico con un escudo. Las palabras de su relato se van desgajando en los oídos de Eko, y aprieta levemente los labios, deseando que esta vez no ocurra nada así. No tienen ninguna certeza de que la historia vaya a repetirse, o de que haya entre ellos gente que quiera abrir ese sello. De hecho más adelante podría estar el responsable de todo esto, intentándolo. Su mirada se afila cuando sus pensamientos llegan a este punto, y sólo la voz de Zyllah los interrumpe ahora.

- Ahá. - Responde sin llegar a mirarla, asintiendo levemente. - Y tú lo hubieras sabido si mirases más que tu propio camino. - Le dice con un tono neutro, sin nada más peyorativo que las propias palabras. Durante unos instantes se piensa si contestar o no a su pregunta. Quizá no fuera justo para el hombre que él desvelase su identidad, aunque si quería mantenerla en secreto lo estaba haciendo de pena. - El de la barba hizo antes una hoguera. - Informa a Zyllah, echándole una mirada rápida. Con eso debería ser suficiente.

Megan espera la respuesta del acongojado joven pero él parece tener un extraño cambio de actitud. Al explicar la situación, Ella recibe el pañuelo e intenta esbozar una sonrisa que sale tan natural como la del joven y mira a Tetsuo cuando pone la mano en su hombro. Mira a Andrew y luego al oriental para responderle - Hai, iko - se pone de pie y se une al joven de la katana.

Sabe que hay algo importante que se avecina en la sala principal, siendo estas escenas solamente un abrebocas de lo que sucederá.

Algo en su interior le avisaba del peligro que se venía y no se sentía muy bien. Intenta escuchar la conversación entre Zyllah y Eko pero se distrae y por un momento mira a Tetsuo. Aún se sentía un poco aturdida por tantas extrañas sensaciones y mira al joven con algo de tristeza en sus ojos. Quita la mirada rápidamente e intenta no demostrar lo que sentía.

Mientras más se acercaban a la sala principal, más vívidos se hacían los recuerdos de sus padres, el dolor de no tenerlos, la ira de no haberlos defendido. Realmente no entendía qué era lo que ese lugar estaba haciendo con ella. Tantos años de total olvido de su dolor y ahora con cosas tan sencillas y mínimas, se sentía vulnerable y débil.

Una lágrima solitaria baja por sus mejillas mientras intenta ocultarla de sus compañeros de legado, pues no quería parecer débil. 

Me incorporo sobre la esquirla de piedra que me había servido de asiento, y comienzo a saltar de piedra en piedra para alcanzar la grieta, mientras canturreo:

-Jugando al escondite, en el bosque anocheció. Jugando al escondite, en el bosque anocheció. El cuco, cantando, el miedo nos quito. El cuco, cantando, el miedo nos quito. Cu-cu, cu-cu ¿Lobo estás? Si, Ahora salgo y os comeré a todos.

Aterrizo finalmente detrás de Gabriel y le rodeo con mis brazos.

-Hay placeres por los que merece la pena arrastrarse.-comento en voz sugerente. Después le suelto y con mi trote alegre voy detrás de los demás.
 

Escucho impactada la historia de Andrew, ha debido ser duro tener dentro alguien un con unas emociones tan fuertes. Puedo entender la búsqueda de Azhariel, cuando murieron mis padres y me di cuenta de que viviendo en la aldea les iba a sobrevivr a todos, a acumular recuerdos que me acompañarían durante el resto de mi vida, estuve a punto de dejarme vencer. Estar sólo aunque estés rodeado de gente es muy duro. Si tuviera la más minima posibilidad de traerlos de vuelta, probablemente haría lo mismo que él.

-Vaya.. eso explica muchas cosas- sonrio pensando las cosas que me habian pasado por la cabeza.- Empezaba a pensar que eras bipolar aunque... en cierto modo sí que tienes doble personalidad.

Avanzo un poco mirando a mi alrededor, las paredes de aquel lugar, la pared de fuego que nos bloquea... ese edificio, o quien quiera que lo controle, quiere más muerte. Muchos de los que me rodean caerán, me planteo si hacer amistad con alguno o mantenerme al margen. No sé si podría soportar más pérdidas, han sido demasiadas.