Partida Rol por web

La mujer del bastón permanece de pie, esperando del árabe una respuesta que aún no llega. Mientras tanto otras conversaciones van teniendo lugar, y aún sin mirar directamente ella las va escuchando. Deja algunas palabras en el suelo de su mente para recogerlas y pensar en ellas más tarde. Otras, en cambio, las valora ya. Y al escuchar a la chica lobo sus ojos la buscan tranquilos.

—Unos escuchan más de lo que parece —dice como si estuviera advirtiendo—. Otros no escuchan ni cuando gritas en su oído. —Entonces se encoge de hombros—. Cada uno, cada uno.

Tras esas palabras escucha sus preguntas y no tarda en responder.

—Yo no digo líneas. Yo miro, escucho muertos, escucho piedra, y decido por mí.

Y entonces el milagro vuelve a suceder, y Olenna se acerca a él esta vez con determinación, a observarlo a sólo un par de metros. Escucha las palabras que la niña le dedica al perro y la observa con las pupilas dilatadas, claramente impresionada, y una expresión cómplice.

—Bienvenida, chica lista —enuncia, y se acerca hasta poner una mano en la cabeza de la cría con aparente familiaridad, como si fuera un gesto conocido. Luego habla al compañero de la cría—. Bienvenido también.

—Como te van a preguntar, aviso. Aquí dije que cazaste antes de que te cazaran, pero no que eras lista. Avisé que el asesino moriría, aunque ella sobrevivió. Entonces él —dice señalando al de las cartas— dijo a todos que le gustó mataros —enuncia antes de clavar su mirada en el Grovehn, y luego sus ojos se escapan hacia algunos de los presentes—. Creo que quiere que vayamos a él, para que su compañera viva. Lo ha hecho después de que la descubrieras y le quitaras su funda de hielo. Eso no me gusta.

Me aferro a Blanca Noche mientras me cubro con la manta mientras poco a poco voy entrando en calor. Mis pensamientos son un cumulo de sensaciones sin sentido, ni orden alguno… mi última imagen era el cuerpo de la niña inerte y después ese dolor que la consumía desde dentro para convertirse en algo gélido y ahora de nuevo aquí. Poco a poco voy entrando en calor y recuperando la compostura… muerte, resurrección y acusación, una jugada maestra… 

Todo mi enojo estaban frente a mi. toda mi frustración por verla morir y no haber hecho nada, hacía que empezara a ver color sangre, mientras el asesino confesaba delante de todos como disfrutó torturándola.

No escuchaba a nadie, solo eran ruido a mi alrededor, solo veía la cara y la sonrisa burlona en su rostro.

- Ahora!- me dije a mi mismo para comenzar la carga contra él. pero...

Justo cuando me decidía a atacar al burlón, vi como el cuerpo de Theora volvía a la vida, junto con su compañero y no pude evitar contemplar como ella abrazaba a su compañero; dejé por un momento mi ajusticiamiento del burlón y me acerqué a la pequeña, me agaché y mirándola con una sonrisa le doy la bienvenida:

- No sabes lo feliz que estoy de verte otra vez pequeña- le dije- y a ti también fiel compañero- le dije a Wardjan.

Luego de unos segundos, me levanté otra vez y dije al grupo:

- Muchas gracias al que la trajo devuelta, ya habrá tiempo para agradecerte como se debe- y luego mire a Daeron: -nosotros tenemos negocios pendientes- le dije mientras empuñaba y Guadaña.

Abrí mis ojos, y mi sonrisa volvió a florecer. Theora había vuelto a la vida, y mi mano aún estaba aferrando mi martillo. Entonces escuché las siempre sabias palabras de Olenna. Y aunque no estaba segura de si era el camino correcto, debía actuar ya. Así que dejé caer mi martillo, que con un fuerte estruendo perforó el suelo y se quedó ahí clavado.

Cuando llegue el momento, lo recogeré. Ahora, hágase su voluntad - dije, con mi mirada a la Eve, pero especialmente a su  Búho Imperial.

Aún desde mi lugar, al costado de Fiona, veo como el cuerpo sin vida de Theora vuelve a moverse. Mi rostro sigue sonriendo, tal como si fuera una muñeca de porcelana a la que solo muestra sonrisas frías y sin cambiar de expresión en ningún momento, salvo porque en este momento si me encontraba feliz por aquellos regresos. En esta situación extraña podía confiar en aquellos que habían sido asesinados brutalmente. - Ja Ja Me encanta... La ironía, lo ilógico... Ja Ja Ja... Otro de esos escasos momentos en que la voz y yo estamos de acuerdo en algo.

Mi rostro vuelve a cambiar, pero sin sacar la sonrisa, me levanto eliminando la curvatura de la espalda, con confianza. Acercándome a Theora. - Bienvenidos son de nuevo entre los vivos... Si están de vuelta me imagino que es para terminar con su misión... Ahora cuéntanos que se dice entre los muertos o que has visto que nosotros no...

Las palabras parecían sentencias, y mientras los sonidos se disipaban en el aire... la muerte se presentaba dura, raída, y vengada al final...

El cuerpo tembloroso de Aisha comenzó a convulsionar antes de responder... Sus rodillas no aguantaban más aquel peso que como una losa se agolpaba sobre su espalda, y la hizo arrodillarse sobre el suelo antes de comenzar a vomitar sangre con fuerza y estupor...

Sus lagrimales se inundaban en aquel rojo argenteo... mientras encontraba en el suelo con las alas abiertas a su pequeña bestia, la cuál teñía su plumaje con su propia sangre mientras entre estertores dejaba escapar aquella esencia por cada poro de su ser.

Las fuerzas ya se disipaban, mientras la chica gélida se arropaba con su propio cuerpo, mientras su piel bañada en su sangre se estremecía ante el abrazo de la muerte. Extendió una mano en busca del último cariño hacía Blanca Noche...

Pero ya nada había que hacer... pues sin defensa y sin calor... aquel cuerpo suyo, dejaba su existencia, mientras dotaba de sangre aquella fría piedra que bajo su espalda sería su lecho fúnebre... un lecho sin epitafio, tan sólo su sangre como adiós...

Aún no tenía la respuesta de Yaiza pero si obtuve la de Olenna, a quien asiento confirmando la veracidad de sus palabras con una determinación propia de mi legado. Estaba uniendo las piezas del puzzle que Odland me había ofrecido cuando algo comienza a moverse cobrando vida, al darme cuenta de que Theora regresaba junto a nosotros mis ojos se inundaron por las lágrimas de una emoción latente. 

Corrí hacia ella y cuando Oliver terminó de saludarla, la estreché en mis brazos feliz de que estuviera aquí con nosotros. -Perdóname mi niña, no te he protegido lo suficiente. Me alegro mucho al verte de nuevo. - sonrío luego de aquellas palabras y al darle una caricia observo como Tyr se acerca a Wardjan, se lo notaba animado al lobo. 

Y justo cuando estaba por decir algo más, sucede lo esperado. Aisha colapsa en un baño de sangre, negando con la cabeza contemplo aquella escena como una mera espectadora ya que Odland suele ser justo o la misma mano del hombre es la que ejerce justicia ante nuestros ojos. -Caza antes de ser cazado.- susurré en respuesta al suceso.

No sentí nada al respecto, simplemente me quedé al lado de la pequeña un poco estupefacta. No comprendía como la vida y la muerte jugaban a las escondidas, quería encontrarle el verdadero sentido a todo esto y saber como actuar de ahora en más. 

Me sentía perdida. Qué extraña sensación. 

Haberme equivocado con Nimay y sus palabras me provocaron vergüenza. Bajé la mirada y el rostro al suelo -discúlpame, y gracias por la aclaración - susurré - sin embargo, mantengo lo dicho, aquí sólo vas a hallar desesperación, mi consejo es que no te dejes arrastrar por ése sentimiento - formé una tenue sonrisa, y, alzando de nuevo la vista por la pregunta de la chica lobo, comencé a pensar que algunas personas no debían ser salvadas por mi arco, mas intuía que yo no era de su agrado. Pese a ello, éstos pensamientos sólo eran una parte de mí, la demoniaca, la parte que mantenía dormida y que no quería despertar.

Su mirada, cargada de verdadera duda me hicieron hablar más seria, aunque amable a partes iguales - no conozco a la persona o personas que se encargaron de matarme, no pude verlos...- fijé con firmeza mis ojos en los suyos para que me entendiera y creyera - lo siento, pero ante el echo de que supiera quién me ha traído de vuelta es algo que no debería comentar aquí, en abierto, pues si tú luchas en el mismo bando que yo, sabrás que quien pueda hacer resurgir, sería para ellos un blanco fácil, y éso no lo voy a permitir - con la calma que me caracterizaba busqué la mirada de Olenna, tratando de expresarle - sin necesidad de palabras - que yo a ella, en privado, sí que se lo confesaría. 

Después, casi sin dar lugar a descanso, pues Oliver seguía con ganas de atacar a Daeron, al cual seguía teniendo al lado, comprobé la resurrección de Theora y la muerte de Aisha, todo muy seguido, todo muy parecido al resurgir del Ave Fénix. En la que con la muerte de un compañero de legado, se levantaba otro, naciendo de las cenizas.

Sonreí ligeramente ante la vuelta de la pequeña, pues casi sin saberlo, confiaba en ella y su inocencia.

Yo seguía sin querer acercarme a nadie, sin embargo, Fyas sí se acercó a darle la bienvenida a Theora. Supongo que tanto en su cabeza como en la mía aún resonaban las palabras que le había dicho sobre su compañero, y yo había decidido no acercarme ni encariñarme con nadie. No merecía la pena. Podría coger aprecio a alguien que moriría, o peor, a un traidor. Visto lo visto no podía estar segura de nada.

Nueve muertos, nueve petroglifos... sin embargo uno se activó antes de la muerte de la compañera del búho. Parece que no es necesario morir para activarlos. Esto pone las cosas difíciles.

Comento una reflexión en voz alta, que quizá haya pasado desapercibida para los presentes. Pero rápidamente me centro en la niña y en la mujer del bastón y asiento lentamente.

Es bueno... pero insuficiente.

Digo, con cierto cáliz de tristeza. Muestro mi pluma carmesí.

Con la llegada a Oldland y el brillo de los petroglifos tomé la determinación de escribir una historia nueva, con la sangre de algún indigno. No hace falta que os repita quién es el indigno. Soñé con la historia de su traición. El cambio me ha dado gente en la que confiar, ha desdibujado la traición... pero ha dejado su marca.

Me agacho entonces a recoger la manta maloliente que le cedí a la compañera del búho y la miro, completamente ensangrentada, y decido dejarla caer a un lado: ya conseguiré otra. Sin embargo, al igual que he hecho con cada cadáver anterior comienzo a darle una postura digna.

Olenna escucha las palabras de la mujer búho y sus dedos se cierran sobre su bastón. Empieza a acercarse unos pasos, pero antes de que pueda recortar más que el principio de la distancia que las separa esta cae muerta. Los ojos de la Grovehn observan sin apartarse esa agonía, y sólo cuando ella ha muerto prosigue su caminar con un nuevo destino: la frontera. De camino cruza su mirada con la chica del martillo y una sonrisa ladeada aparece en su rostro, pero no dice nada.

Una vez más y como tantas antes la mujer se dispone a asegurarse de que salir aún no es una opción. Empieza a valorar la idea de que quien ha levantado esa barrera les esté observando y le dé firmeza cada vez que ella se dirige al borde. De otra forma no se explica que aguante tanto tiempo. Aún así, sea como sea , intentarlo es lo menos que puede hacer.

Durante su recorrido escucha las palabras de Yaiza y recibe su mirada con un asentimiento, pero sólo cuando el árabe habla se detiene. Está ya en la segunda vuelta al lugar para entonces, y sus ojos le observan confundidos.

—Cuento diez muertos —enuncia con sequedad—. Uno no llega a mi cabeza, los otros sí. Pero hay luces para todos.

Tras esas palabras sigue caminando, y no es hasta completar esa segunda vuelta que dirige sus pasos hacia donde se encuentra la chica del cocodrilo.

—La piedra dijo tu nombre, pero no brilla. Sabrás cuál es cuando brille.

Parpadeo una vez.

...

Pongo cara de confusión. Parpadeo otra vez.

...

Cierro los ojos y cuento hasta 10. Los abro. Sip. Ahí esta la niña. Viva, junto al chucho. Los dos sin desollar. Miro hacia abajo y comienzo a reír ligeramente. -Je...Je... Je... Jaja. Ja. JaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAAAARGGG!!!- Mi risa se transforma rápidamente en un grito al cielo, y cuando bajo la mirada otra vez a ellos, tiene una expresión de odio y rabia. Señalo a la niña. -...Para que lo sepas, no estoy enfado... Noooo... para nada... ¡¡¡Lo que estoy es totalmente *********** furioso!!!  ¡¡¡Me **** en toda la **** de la **** y en **** dos veces!!! ¿¡En serio?! No, no me molesta que la criaja del demonio este viva, ni que el perro, eso me da igual.... ¡¡¡Pero es que tienen la piel puesta!!! ¡¿Sabes acaso cuanto tiempo me llevo despellejaros vivos, niña?!- Levanto el dedo indice, muy erguido. -Una. Maldita. Hora... Y ahora apareces aquí, como si no hubiese pasado nada.

Las facciones de mi rostro se relajan conforme vuelve a adoptar una forma tranquila y risueña. -Niños maleducados... No tenéis ningún respeto por los adultos, deshacéis todo lo que hacemos... Bah. No importa. Esta bien que el mundo no se acabe, de esta manera, en el futuro alguien se lo podrá pasar tan bien como yo.

Oldland no daba tregua... las muertes y las resurrecciones no dejaban de sucederse, así como el ritmo de las acusaciones. La vuelta de la niña fue de su agrado... aunque ella era lo suficientemente divina como para hacer que se la traía al fresco, aún así cabeceó ligeramente como signo de aprobación, cuidando que no se percataran mucho de aquel detalle... y tal como había sido anunciado se produjo una nueva muerte, la de la chica del buho... eran poderosas las fuerzas que actuaban alrededor. Sin embargo... la actitud de Daeron la tenía muy descolocada... estaba pidiendo a gritos ser ajusticiado, cosa que no podía ser buena... había algo que quería conseguir con su muerte y no debía ser nada bueno... o quizás significaba otra cosa. Pensativa, en aquella ocasión decidió guardar silencio al lado de Raffariel.

Estoy viendo el frío de Aisha en toda su fragancia cuando Daeron toma la palabra. Ciertamente me quedo un poco alelada con su áspera respuesta. En el momento en el que se pone a laurear por primera vez su homicidio inclino la cabeza casi pegando mi mentón al pecho, observándolo con ganas de cruzarle un bofetón, pero tan solo me doy media vuelta estirando los dedos y estrujándolos con tensión. Aunque... ¿que me esperaba que manifestase?. Tan solo puedo esperar que esto fuera azar de azares, lo mio, y el próximo fin de este particular capitulo. Los pantanos esperan... aflojo mis dedos.

No paso por alto como Olenna, según puedo captar, increpa a Aisha por haber burlado el filo de la muerte. Entre unas cosas y otras, la niña también vuelve, pero bajo el mismo nudo de sucesos, la muerte insiste en llevarse a la frívola Eve del Buho, firma Grovehn. Algunas cosas son claras, pero otras no tanto... y que vea-escuche no implica que encaje todo lo que pasa.

Mi gesto empieza a ser dudoso con el trasfondo de algunas palabras, mas que de acontecimientos - Entonces, Aisha no jugaba limpio, así como Alastor... - achico los hombros con un largo pestañeo, diciendo y dando por hecho que no se podia confiar ni en uno, ni en otro. Y tengo aura preguntona... pero me agacho silenciosa para posar una palma sobre la mandíbula de mi bestia. - Hhm... -

En algún momento dado, la mujer del bastón se aproxima para decirme que mi nombre se encenderá. ¿Por qué?... Me pongo en pie. Encabezo algo de inquietud y busco la mirada de Vyka mientras oigo a Daeron balbucear destrucción por segunda vez. -Caerá-. Como segunda es la vez que Olenna remarca el petroglifo que me corresponde... - ¿Sabes cual es el mio? - le pregunto, mas como un modo de dirigirme a ella que como pregunta en sí. 

- ¿Por qué las piedras te dicen mi nombre, Olenna? ¿y por qué debería brillar? - Ojeo los surcos, estoy llena de preguntas. La relación piedras-brillo no es muy esperanzadora hasta donde sabemos. Una cosa es que buscara el que me pertenece, otra que me avise de que vaya a iluminarse. - ¿Va a pasarme algo? -pregunto.

Vyka cayó víctima del sopor junto a su amiga Smel y el cocodrilo Quón. Sin duda eran una pareja algo peculiar. A pesar de eso, no dijo nada, al menos solo una leve sonrisa hasta que ve quien ha caído este día. Su rostro se llena de pesar, al fin y al cabo, era una niña, la más pequeña de todas. Si ella fuera mayor, no causaría tanta compasión a todos pero no era el caso; era una niña.

Entonces, sucedió lo de Aisha. Parecía volverse hielo y cenizas pero luego simplemente se veía mojada. ¿Cómo habrá sobrevivido a tal ataque? Nunca lo sabrían. Tal vez fallaron pero eso no tendría sentido. Miró con condolencia a Nimay pero dejó que viviera su duelo por sí mismo. Realmente, no había mucho que pudiera decir para confortarle, a menos que le diera el nombre del atacante, lo cual no poseía. Las palabras de Daeron no se hicieron esperar y Vyka mostró una verdadera incomodidad con sus palabras pero a quien miró con extrañeza fue a Yaiza tras increpar las palabras de dolorido Eve. Acababa de regresar de la muerte y trataba de pelear contra un hombre. Un tanto bajo, la verdad, parecía querer aprovecharse de su dolor. Ella se disponía a hacer una réplica por Nimay pero él mismo la hace, así que se olvida de aquello y mira expectante lo que sucederá. Allí escucha un suave canto, un canto que le recuerda a su pacífico hogar en el bosque y cómo, al lado de su padre, solía cantar para el bosque. Al mirar el origen del dulce canto, puede notar que la pequeña Theora parece regresar. Por esto, Vyka muestra una clara satisfacción y una leve sonrisa nace de su rostro, luego se gira hacia Nimay y le sonríe, además de señalar a la pequeña Eve con la cabeza, casi como si tratara de animarlo a darle la bienvenida. Ambos merecían tener ese confort, al menos por el momento.

A pesar de la manera de expresarse de Olenna, para ella era más que claro aquello que quería expresar y entonces miró a Aisha. Si bien la niña no había hablado sobre aquello, Olenna ya lo había explicado bastante bien. Definitivamente era una chica lista. Sonrió hacia la pequeña y con un leve asentimiento de cabeza, le dio la bienvenida. La verdad era que no se quería apartar de su amiga.

Cuando todos creyeron que Aisha sería la nueva elegida, parece ser asesinada, ejecutada, tal como dijo Olenna, o Theora… Le era confuso saber quién exactamente pero había salido de los labios de la chica del bastón. Tras este evento, Vyka miró a Olenna y le dijo – Creo que la elección nos será más sencilla – dijo con tranquilidad.

Las palabras de Yaiza que siguieron la conversación con Nimay no llamaron realmente su atención, no hasta que dijo que se rehusaría a mencionar el nombre de quien le había traído de vuelta. Allí Vyka hizo un gesto casi animal, abriendo sus ojos de par en par y como si buscara son sus orejas su voz, se giró hacia Yaiza. Al parecer, algo había cambiado en Oldland. Podía verle igual.

Daeron comenzó a lanzar improperios hacia Theora por algo que él llamada “desconsideración”. ¿En serio? Casi ni podía creer que tuvieran que escuchar aquellos. Miró a Smel, quien compartía unas palabras con Olenna, se rió y tras eso, aquella mezcla de águila y león salió una vez más de su boca, como un rugido, un sonido gutural para advertirle que parara. En ese momento, no pudo evitar ponerse frente a la niña con rapidez y con una voz rasgada y más grave le dice – Déjalos en paz. Tu compañera cayó, ¿Qué más pretendes? – tras esto, se acercó a Daeron como antes y pusó su mano en su pecho con suavidad. Casi hubiera sido un movimiento seductor, por su suavidad y lentitud, si no fuera por la mirada de enojo en el rostro de la pelirroja.

Con una voz dulce y casi hipnótica, le dijo acercándose a su oído – Yo de ti pensaría dos veces el cómo actuar… - tras estas suaves palabras, la joven se alejó para cubrir a Theora una vez más.

Cuando su amiga Smel le pregunta a Olenna sobre su nombre, no puede evitar girarse hacia ellas por un momento pero no quería perder de vista al Grovehn de las cartas.

- Gracias por tu respuesta Yaiza. - termino por decir luego de escuchar atentamente su explicación. Alejándome del resto, tomo asiento bajo el ángel que llora para pensar.  Un montón de pensamientos inundaban mi mente,  algunas conexiones surgieron entre ellos y la verdad se iluminó ante mis ojos. 

Nada sucedía de casualidad en Odland, por esa razón tenía que permanecer atenta a todo para seguir atando cabos. De momento prefería el silencio,  aún estaba asimilando la muerte de Alastor que pasó sin más delante de todos y el resurgimiento de Theora. 

Abrazando a Tyr continuo de observadora no participante. 

La mirada de Olenna se desvía sólo un instante de la chica del cocodrilo para mirar al de las cartas cuando comienza a reír. Casi espera que pase algo más, que asesine a alguien delante de todos o alguna otra cosa. Sus músculos se tensan por dentro de su piel, preparándose para saltar en su dirección, y por un momento sus pupilas se desvían hacia el cielo, comprobando cuánto falta para el atardecer. ¿Sería muy malo adelantar la ejecución y matarlo entre aquellos que se sumasen? ¿Qué pasaría entonces cuando el odio de la ciudad los recorriera?

Sin embargo lo único que el Grovehn tiene para ellos es un discurso provocador. Otro. Olenna no le hace demasiado caso, pues llegado a ese punto el chico ha perdido todo golpe de efecto sobre ella. Sin embargo su mirada sigue mostrando la dureza de ese día, y para cuando termina de hablar sin que nada real pase ella decide continuar con su vida como si el otro hubiera seguido con la boca cerrada.

Escucha entonces las preguntas de la chica del cocodrilo y la mira durante un instante, evaluando su posible sorpresa. Asiente cuando pregunta si sabe cuál es el suyo y empieza a caminar sin decir nada ni arrastrar el bastón, sólo dirigiéndose hacia uno en concreto. No tarda en detenerse sobre el único que está sin iluminar en el círculo interior. Luego se gira hacia la chica y se dispone a explicarse, haciéndose consciente por primera vez de que los otros no saben cómo funciona.

—Los muertos han explicado —enuncia antes de que sus ojos se desvíen un instante a Yaiza, a quien dedica un asentimiento—. Mueren y antes de de llegar aquí —Se lleva un dedo a la sien— ven nombres y sellos. Escogen uno. —Después de eso pasa a seguir explicándose.

—Las piedras dicen tu nombre porque he preguntado cuál es. No sé si pasará algo. Pasará a todos, supongo, con tiempo. Pero este es tu nombre, y se ilumina cuando te eligen. Y te da poder. Una funda de hielo. Cazar antes de que te cacen. Volver —enumera antes de mirarla directamente a los ojos. Su tono posee cierta gravedad, pero no es hasta ese momento que adquiere la levedad de quien enuncia lo evidente—. Dije que buscaría. He encontrado.

Las voces se seguían mezclando... más dudas, más dolor, más muertes.... menos descanso... y con él, de nuevo una luz...

Un nuevo sella iluminado, mecido en la brisa mientras todo parecía seguir su camino... aquella senda que siempre acababa en aquella ciudad muerta.

Cierto.

Me corrijo, ante las palabras de Olenna, inclinando mi cabeza a modo de disculpa, aunque por la postura de mis hombros se puede adivinar que tal noticia me alivia. Miro hacia la piedra cuando ésta brilla, desde mi posición, mientras murmuro.

Sellos y nombres...

Asiento con la cabeza, indicando que he entendido, mientras, tal cual hice la noche anterior, comienzo mis estiramientos antes del ajusticiamiento popular. Miro de reojo al que será la víctima más evidente. Tomo mis muñecas con la mano contraria y comienzo a estirar a intervalos medios con moderada intensidad, mientras muevo el cuello de un lado para otro. Hablo al aire, como tantas veces.

Es curioso. El silencio antes de la tormenta.

Explico mis propias palabras.

Finalmente Olenna me anticipa el mio sin necesidad de haber tropezado con la babosa muerte que nos amenaza, en presente, pero ¿no era sumamente necesario partir?. Me siento algo expuesta a malignas ocurrencias desde el principio, pero las palabras de la mujer del bastón me sirven para abarcar según qué rudimentos de los sellos, o que mi delicada figura no se desplomará repentinamente. Suelto un largo suspiro y dejo caer mi cabello hacia un lado cuando me da los ejemplos expuestos, así que resuelvo con un alivio bastante palpable. Dirijo mis ojos a sus manos por un segundo, y para cuando alzo la vista me encuentro sosteniendo su mirada. Elevo ambas cejas - Gracias Olenna - Me pregunto más cosas, obvio, pero lo puedo reducir a un al menos ella, y no un confeso despellejador nocturno.

Cuando un nuevo sello se ilumina observo el restante con un agridulce golpe de emoción. - Ese - Ahí está. El mio... apagado en pos de unos poéticos deberes por hacer. - Dooonde andas Vyka - Me pregunto girándome, veo que sigue vigilando al chico de las cartas. Quón gira sobre si mismo y asoma sus mandíbula junto a mi tobillo, siempre a mi paso, tras, o a un lado. - Vamos -. Por mi mala parte reprocharía más a Daeron, pero no quiero atosigar el contado aire que le quede por respirar con mi vocecilla. Ya lo he hecho 2 o 3 veces - Unos temen a la muerte, pero otros la buscan... - suelto un leve respingo por la nariz y empiezo a refregar la suela de mi pie contra el suelo, tal como haces cuando aplastas a un pequeño insecto. ¿Él será el siguiente, pero quien será el siguiente a él?

- ¿Cuantas semillas debemos encontrar? - pregunto a Vyka cruzando mis brazos, casi encogiéndome, pregunta que se extiende a Nora, o cualquiera que pueda responder. Y es que sin más que escuchar, no sé que mas decir.