Partida Rol por web

Cueva del Contrabandista

Tras caminar un poco, llegastéis a la cueva que todos os habían hablado. Llevabáis el paquete que os había dado el Elder, pero no lo habiáis abierto todavía. La entrada de la cueva estaba escabada en la ladera de una montaña y por fuera parecía desierta. Allí no había un alma que la vigilara, si es que había algo importante allí dentro.

Es decir, desde fuera, era una cueva como cualquier otra.

Aunque desde dónde os encontráis, podéis ver unas lucecitas verdes justo en su interior.

Os acercáis despacio, con mucho cuidado y podéis ver que las luces verdes corresponden a una puerta de seguridad...

El ataque de ese Cerbero me ayudo a cambiar de opinión, este heterodoxo grupo parece mas seguro que permanecer en la fortaleza de la Hermandad así que decidí acompañarles a la cueva del contrabandista*

-vaya, ahí podría haber cualquier cosa- comento señalando a la puerta de seguridad -¿tenemos algún plan o solo entramos con cuidado y a ver que nos encontramos?-

Sarah se sentía satisfecha por el buen trabajo realizado en la Ciudadela y porque la doctora no hubiese sufrido ningún daño.

Me alegro de que esté bien, doctora - dijo con sinceridad - Y me alegro de que todos hayamos venido a la cueva, entre todo podremos dar caza a esos ladrones y a todos los peligros que esta cueva pueda entrañar.

Pero antes de entrar, abramos el paquete que nos dio mi padre. Seguro que dentro contiene cosas útiles para nuestra misión.

Al llegar por fin a la entrada de la cueva, me paro y me apoyo en el pico para descansar.

Me parece bien, señorita Lyons. Digo mientras echo para atrás el sombrero de paja y me seco el sudor de la frente con un viejo y deshilachado pañuelo de tela. Lo que sea con tal de descansar, que uno no está acostumbrado a moverse tan rápido.

Otro bicho muerto, me digo al acabar con el cerbero.

Nos pusimos en marcha hacia la cueva descubierta por Pete, durante el viaje comprobe que el esmalte de mis uñas estaba intacto y apenas una mota de polvo ensuciaba mis preciosas gafas-corazón.

¿Qué habrá en ese paquete? estoy ansioso/a por saber que tiene dentro.

Ábrelo, ábrelo, joven. 

Estaban todos allí, en la puerta de la cueva. El paquete lo llevaba Sarah en las manos. Era un paquete enorme, de más de un metro de largo y casi medio metro de ancho. La altura no era mucha, y aúnque la Paladina llevaba su servoarmadura, sabía muy bien que pesaba un montón.

Se arrodillo y quitó el seguro de la caja de metal.

Allí pudo ver una cosa maravillosa.

¡Era el Prototipo Tesla-Beaton!

Era un arma que nadie sabía que existia, pero el papel con las instrucciones lo dejaba bien claro. Es la única que hay, pesa un cojón, por lo que sólo podría ser utilizada por alguien muy fuerte, gasta balas como un viejo coche de gasolina y además, es completamente destructiva. Junto con el cañón, hay una carta del Elder.

Queridos compañeros, se que emprenderéis una misión muy peligrosa. La Hermadad del Acero no puede destinar más hombres a una simple cueva, ya que tenemos que protegernos y proteger a nuestra gente, pero vosotros nos haréis un gran favor limpiando la cueva. Dentro podréis encontrar muchos peligros, pero además, hay un favor que quiero pediros. Allí dentro hay un holodisco, el cual es muy importante para la Hermandad ya que contiene todas las localizaciones de nuestros refugios. Si lo conseguís, os entrenaremos a todos en la utilización de nuestras armaduras, para que podáis utilizarlas. Además, os dejo un par de aguas limpias, para que bebáis.

Suerte.

Elder McNamara.

Sarah se quedó maravillada ante aquel arma. Hacia mucho que no veía algo tan hermoso.

Sin duda nos enfrentamos a una misión peliaguda si mi padre nos ha entregado algo así. Y es un gran honor que mi padre esté dispuesto a entrenaros en el uso de la servoarmadura. Debemos estar preparados, está claro que nos esperan grandes peligros.

Sarah sostenía el arma en las manos.

Supongo que no os importa que yo lleve el arma ¿Verdad? Creo que aquí soy la mas cualificada para usarla.

La paladina sostenía el prototipo entre las manos con mimo y cuidado, como si se tratase de un recién nacido, y completamente maravillada.

Se llevó las manos a la cintura y observó el paquete abriendo los ojos. Se acercó al arma y sin cogerla la miró de arriba a abajo totalmente maravillado. Un silbido resonó de sus labios.

- Wow. Menudo cacharro. Creo que me rompería la espalda si llegara a cogerlo yo solo. Que por cierto, si tenías algún arma de antes te agradecería que me la dejaras con una bala o dos, si hay problemas no quiero ser un inútil como hasta ahora. - su actuación contra el cerbero había sido nula y al pedazo de supermutante gigante apenas le había hecho algún que otro rasguño - Mientras veré si puedo abrir la puerta de seguridad... -

Yo no sabría ni como cogerla. Digo mirando el arma. Además tiene pinta de pesada, y yo no podría con ella.

Veo como Red se encamina hacia la puerta y sujetando el pico con las dos manos lo acompaño, por si hay alguna sorpresa desagradable en la zona.

Arqueo las cejas al contemplar un arma tan asombrosa, no es mi campo, pero no hace falta para darme cuenta de la calidad de manufactura, y en su terrorífico calibre

-me parece estupendo que la lleves tu Sarah, yo ya tengo bastantes problemas para manejar mi pistola laser- dejando de lado el arma miro lo que queda en el paquete

-de momento guardo las dos aguas purificadas y se las dare a quien las necesite, es probable que alguien resulte herido aquí. Cuando acabemos esto no tendré inconveniente en darselas a quien las quiera-

El arma que estaba en el paquete era enorme, nunca había visto una igual.

Seguro que me sentará de muerte con estas sandalias.

Supongo que estarás preparada para llevar un arma como esa, pero si ves que no puedes y te cansas estaría encantado/a de ayudar a llevarla. 

Esa cueva debía estar llena de peligros sino porque tanta preocupación, algo no pintaba bien y cuanto más juntos estuviéramos más difícil de eliminarnos sería.

DIA 5

Red se acercó a la puerta y comenzó a obrar su mágia. Allí dónde lo veis, es un experto manitas y según se cuenta en el Yermo, nada puede con sus manos... y menos una estúpida puerta con un panel de números cuya contraseña es "123456". Mucha Hermandad del Acero y mucha tecnología pero todos caen en el mismo tópico.

Sarah cogió el arma con alegría. La verdad es que si la Paladina no llevara la Servoarmadura, no podría siquiera mirarla, sin embargo, la potencia de su armadura hace que esa arma pueda ser manejada con soltura.

El muchacho miró a los demás, y tecleó el número en el panel. En ese momento, se sintió un click y la puerta comenzó a abrirse lentamente. Había buscado algún mecanismo de trampas o algo, pero allí no había nada raro, sólo el sistema de seguridad.

Respirastéis todos profundo y sonreistéis al ver la buena suerte de todos...

Pero en ese momento, un haz de luz hipercalentado e hiperacelerado golpeo a Tabitha en el pecho. La supermutante no se había dado cuenta hasta que miró hacia abajo, y todos vosotros, os girastéis y pudistéis ver el agujero que unos treinta centímetros que tenía la muchacha en todo el pecho. Se podía ver las montañas que tenía a su espalda por él. No sabiáis de dónde había provenido ese relampago de energía, pero lo que si sabiáis, es que ese era el fin de la aventura para Tabitha, ya que sonrió y cayó desplomada al suelo, soltando la última bocanada de aire que tenía en los pulmones...

¿Que cojones...? Pregunto en voz alta a nadie en particular. ¿De donde ha salido eso?

-¿que?¡¡no!!- ha sido tan rápido, las armas modernas son así claro, pero aun así ha sido demasiado rápido

Tras un momento de duda voy hasta Tabitha e intento ver si hay algo que pueda hacer, pero el shock ha sido enorme incluso para un supermutante como el/ella, ya ha muerto y queda fuera de mis posibilidades

-maldición-

frustrada me siento en el suelo al lado del enorme cadaver

-¿alguno tiene alguna herida? me gustaría hacer algo para no sentirme tan inutil-

¿Pero qué...? - Sarah sujetaba el arma con firmeza mientras miraba en todas direcciones - ¿De donde ha venido ese ataque?

Una vez se serenó y vio que ya no parecía haber peligro y que ya no podía hacer nada por la pobre Tabitha, mantuvo un minuto de silencio, como muestra de respeto y se puso a buscar el holodisco que su padre les había pedido que encontrasen. Quizás estuviese allí, o quizás hubiera que adentrarse mas aún...

Tenemos que darnos prisa. Prefiero no estar aquí mas tiempo de lo necesario - Era una paladina y estaba preparada para ello pero nunca era fácil perder a un compañero...

Entonces Sarah se dio cuenta de algo y se acercó al cuerpo sin vida de Tabitha y comenzó a registrarlo mientras murmuraba en voz alta - ¿Tendrá una carta? No creo que ella... pero debo comprobarlo...

Tras esto, prosiguió su búsqueda del holodisco.

Me mantengo a un lado de la puerta, vigilando los alrededores por si acaso, y prestando atención, por si se oye algún ruido procedente de la cueva. Después le hago señas a la Doctora Li para que se acerque mientras digo:

Yo estoy bien. De todas formas es mejor esperar a ver como transcurre el viaje por la cueva. Tal vez más adelante sea muy necesaria su ayuda.

Sarah revisa a la supermutante que yace muerta en el suelo y lo único que consigue es una botella de agua limpia y un supertrineo, el arma preferida de la muchacha. No había ninguna carta. Tras revisar su cadaver y mirar hacía todos lados para daros cuenta que el rayo parecía salir de la nada caísteis en la cuenta que seguramente había sido una estratagema del Enclave para cargarse a la señorita sin que esta pueda hacer nada por evitarlo.

Resignados, entráis en la cueva tranquilamente.

Es una larga cueva, que para vuestra alegría, está iluminada con antorchas y con algunos fluorecentes. Eso solo puede significar una cosa: que en la cueva hay alguien. Entráis sin hacer casi ruido cuando de repente, sentís que al girar el recodo, hay un par de hombres charlando despreocupadamente. No podéis verlos, pero ellos no se han percatado de vuestra presencia, por lo que atacarles sería muy fácil ya que contáis con el factor sorpresa.

Mientras tanto, Pete observa algo extraño en el suelo.