Partida Rol por web

La locura había consumido a Annabelle, quien no se iba a detener hasta haber aplastado a todos. Todos morirían! todos serían pisoteados burlados y manipulados!! desgraciados insectos que osaban enfrentarse a nuestro señor!! Me había dado una orden y la cumpliría! los vería a todos bajo mis pies!! Vicky sería la primera, siempre por encima de mí y acabó bajo tierra JAJAJAJA. 

La traición de Julius había acabado de trastornar la mente ya desquiciada de la ex-gryffindor, quien en un último intento de desesperación intentó rematarle y llamar a su señor. OH SI, VEÍA A SU SEÑOR!! LA MUERTE VENDRÍA A HOGWARTS Y ARRASARÍA CON TODOS ELLOS SIN DEJAR RASTRO!! -JJJAAJJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJA 

Y siguió riendo, y riendo y riendo estridentemente hasta que una nube de Dementores negros como cuervos carroñeros ahogaron mi último aliento en una final pose con la macabra sonrisa clavada en el rostro. 

Cayendo al fin, muerta.

Vencida.

Quería apartar la vista, esconderse en el fondo del castillo y meterse bajo las mantas de su cama, pero iba a cumplir su palabra. Iba a quedarse mirando a sus amigos morir a manos de los dementores y después... después quizás no habría nada que hacer.
Los vio alejarse de la puerta y se preguntó si iban a cerrarlas y tenía que salir corriendo a ver por una ventana. Pero antes de que hicieran el amago de intentarlo, Annabella se giró hacia Julius y le metió la varita en el ojo, tirandose al cuello.
-¡JULIUS! -Gritó Constance, corriendo fuera de la puerta como si fuera a ser capaz de hacer cualquier cosa que no fuera frenar de golpe tras atravesar el umbral. Se quedó bloqueada sin poder salir de la protección a ayudar, sin poder apartar la vista, ya uqe lo había prometido, y sin ser capaz de lanzar un simple hechizo pese a tener su varita en la mano. Julius se transformó en Annabella y Constance retrocedió un paso. Y otro más cuando comenzaron a pelear. El siguiente hizo que se tropezase y cayera al suelo, pero siguió mirando, siguiendo la dirección del brazo de Annabella al cielo, donde se movía la marca tenebrosa, haciendo que comprendiera que el tejón no iba a hacer nada más. Nunca más.
El tiempo se estiró para Constance, que solo miraba al vacío sin ser capaz de ver nada más, no quería seguir mirando, cuando dos patronus dispersaron a los dementores. Un ciervo y un perro, pero la hufflepuff solo vio dos cosas brillantes que no dispersaban su propia oscuridad. Se quedó ahí sentada, llorando, y haciendo caso omiso a lo que había alrededor, tapandose los oidos para evitar que lo que fueran a intentar decirle fuera escuchado.
Había confiado en todos, había intentado protegerlos, había intentado ayudar y tan solo habían estado engañandola una y otra vez y aún así, aún sabiendo que había estado protegiendo a culpables y que se habían matado entre ellos, no encontraba odio ni rencor, tan solo tristeza y vacio por haberlos perdido.

Pasó los siguientes meses escondida en su habitación, sin responder a nadie que no fuera Effie o a los elfos cuando le traían la comida, tan solo leyendo una y otra vez los tomos del manga que tenía bajo la almohada desde aquella horrible noche pasada. Mantenía todos los papeles a buen recaudo, pero todavía no se sentía con ánimo de leerlos. Estaban guardados junto a su varita rota en el fondo del baúl, y el chivatoscopio que estrelló contra la entrada del castillo cuando lograron hacerla entrar.

La entereza con la que Peter había propuesto expulsar a ambos compañeros se vino abajo, como un castillo de naipes, en cuanto vió su verdadera naturaleza.

Ambos eran mortífagos. Y se enfrentaron a muerte de forma sádica antes que ser devorados por los dementores.

¡NOOOOOOOOOOOO!

Cayó de rodillas en el umbral del Colegio. Se hizo un ovillo. La recordadora salió rodando de su bolsillo. Lloraba. Y se secaba las lágrimas con el Mapa del Merodeador.

No pudo soportar la escena. Sospechaba de Julius pero de Annabella... no es que hubiese sido indecisa, ¡es que era la líder! Le había manipulado y engañado. O así se sentía. Hasta la había besado, llegando a pensar en sobrevivir juntos. Qué ciego había estado con ella... algo se rompió dentro de Peter. Nunca volvió a poder confiar. ¿Y con Olympe y Bella, entonces? ¿Fueron leales? La culpa le corroería toda su vida. Aquello no era una victoria. Jamás se perdonaría por ello.

Peter no se enteró de la llegada de los Aurores. Era como un fardo. Tampoco del desenlace ni de la vuelta a la calma. Pasó el resto del curso evitando a todo el mundo, recluido en la Torre de Gryffindor y en sí mismo. Incluso renunció a su prefectura.

Cuando se graduaron, le ofrecieron seguir en el Ministerio como Aprendiz de Auror. Intentó negarse. Quería irse lejos, a las montañas, con los dragones. Pero tanto el mundo mágico como el muggle seguían con sus guerras... La paz interior y exterior que necesitaba, no existía.

Hollman se convirtió en Auror. Se hizo un nombre por su sagacidad y su afán de revelar la verdad ... Pero nunca volvió a ser él mismo. En verdad, el inocente Peter había muerto aquella Nochevieja en Hogwarts.

Aquello había Sido duro, ví tanto a Julius como Anabella marchar fuera y por un segundo pensé que quizá ambos eran inocentes y que el verdadero asesino aún estaba entre nosotros. Pero rápidamente mis dudas se despejaron, ambos mostraron sus verdaderos colores y me alegre de que así fuera. 

Mire a Effie y Amy, ya no habría más muertes. La ominosa marca de la muerte se extendió en el cielo de hogwarts y le siguió un coro de varitas restallantes, gritos ahogados y yo mismo me ví tomando la varita para prepararme a defender como fuera aquel lugar del ataque de mortifagos, sin embargo para nuestra alegría eran la ministra, el jefe de aurores y el legendario Ron Weasley dueño de Sortilegios Weasley y esposo de la ministra. 

Entonces reparé en Constance que lucía completamente abatida, luego en Peter quien también se le veía derrotado.  Me acerque entonces a Effie y Amy, viendo de camino como Nicholas se entregaba a un sueño reparador en el tablón de la mesa.

Ha terminado está pesadilla, pero lamentablemente hemos perdido mucho. Agradezco que hayas desconfiado de Anabella, pues admito más allá del imperio estaba comenzando a convencerme y ver solo a Julius como posible enemigo. 

Te debo dos veces la vida, y aunque no sepamos a dónde nos lleve la vida luego de esto. Siempre estaré dispuesto a saldar esa deuda con lo que sea.

Saque la Snitch que guardaba siempre conmigo y se la di a Effie en la mano. 

Por suerte no tuve que usar esto, aunque tampoco hubiera Sido de gran ayuda. Es tuyo siempre te ha pertenecido, así que puedes conservarlo. 

Los días venideros fueron grises para la mayoría, en mi tenían sabores agridulces. De vez en cuando me encontraba mirando hacia algún pasillo creyendo encontrar una mirada amiga. Acabe como prefecto de Ravenclaw pese a que había renunciado a mi casa y me empeñe en transmitirles a los jóvenes que los colores que portabamos no nos definían, que todos podíamos ser leales, valientes y ambiciosos, además de inteligentes. Y que Hogwarts era un lugar para aprender las diferencias que nos hacían únicos y abrazarlas, para que cuando saliéramos afuera pudiéramos valorar la importancia de cada vida.

Acabado los estudios pensé en convertirme en auror, sin embargo decidí volver a Hogwarts y pedir un puesto como profesor. Los fantasmas de mis compañeros seguirían persoguiendome en cada rincón y jamás se irían de mi lado, pero intentaría por todos los medios que jamás ningún otro año pasaran por lo mismo.

Effie permaneció rígida con la mirada clavada en Annabelle y Julius cuando estos salían de Hogwarts. Casi podía nombrar uno a uno a los mortífagos que habían ido arrinconando y expulsando, aunque a veces pensaba que se aferraba a aquellas certezas para conciliar su incertidumbre.

Era difícil tener seguridades en un colegio de Magia y Hechicería. Las reglas habituales del mundo siempre dejaban margen de error. Al final, acababa desconfiando de alguien por acumulación. Cuantos más argumentos se acumulasen, más difícil era que la magia de aquel mundo pervirtiese las leyes de la lógica.

Mientras miraba a sus dos compañeros caminar, pensaba en Annabella. ¿Había acertado con ella? ¿Era posible que, a pesar de la acumulación de evidencias, fuese inocente?. Pensaba en Julius, el pobre errático Julius que al final se había sacrificado por una causa noble. ¿Era aquello justo? Que un inocente pagase con su propio sacrificio para eliminar a alguien a quien creian culpable... Y si finalmente Annabelle no era la última walpurgis, ¿Sería justo aquel sacrificio? ¿Tendría sentido? ¿O sería como el ataque de Danio a Holy, simplemente algo horrible que no aportaba ninguna cosa buena?

Por último pensó en sus padres... muggles. Personas normales y corrientes ajenas a aquel mundo mágico, maravilloso y terrorífico. Envidió a sus padres. ¿Acaso era posible regresar a la ignorancia?

El grito repentino de Annabelle y el ataque furioso sobre Julius la sacó de su pensamiento para introducirla en un mundo de espanto. Pero tan pronto como su cerebro procesaba aquello y sacaba conclusiones, las cosas cambiaban y entonces era Julius quien adoptaba el aspecto de Annabelle. Y luego todo se precipitó.

Effie apenas pudo sacar conclusiones, primero dudando de una, luego dudando del otro, finalmente comprendiendo que ambos dos eran locos peligrosos y asesinos.

Effie seguía rígida e inmóvil, pero sus ojos gritaban de dolor entre lloros. Su mano tanteó el aire buscando algo a lo que aferrarse.

Mentira.

No buscaba algo. Buscaba otro algo mucho más concreto. Buscaba la mano de Amy.

Su cerebro juraría que la encontró, y fue lo último que recordó antes de desvanecerse.

Su cuerpo se desplomó, su frente ardía. ¿En qué momento había empezado la fiebre?

Una campanada anunció con estrépito la llegada del año nuevo. El año viejo se escurría con cada tañir del badajo junto con la última de las amenazas de Hogwarts.

No fue hasta días más tarde que Effie volvió en sí. Estaba echada en una de los camastros de la enfermería de Madame Pomfrey.  Aquella enfermería que conocía tan bien.

Al parecer había sufrido una psicosomatización del estrés que le produjo aquel episodio de los últimos días de diciembre. Un año por el que serían recordados mucho tiempo. Un año para olvidar.

Algo después, Effie se recuperó. Descubrió que Constanza había sufrido también un shock. Dedicó mucho tiempo a intentar animarla. Sacarla de aquel estado en el que ella misma se encontraba. No podía culparla. Al fin y al cabo, Effie habia conseguido mantener con vida a sus amigos y, especialmente a Amy. Pero habian perdido demasiado.

Tardó meses en conseguir que Constanza se abriera un poco a la nueva vida que les esperaba, y, en cierto modo, nunca lo consiguió. La propia Effie se hubiera perdido en aquel sentimiento, pero Amy seguía allí siendo su ancla y sacándola a flote. Es curioso como a veces sólo un ancla puede hacerte flotar.

A falta de una semana para la graduación en el último año de estudiante en Hogwarts, Effie abandonó la institución sin llegar a graduarse.

Algunos meses más tarde, un nuevo establecimiento abrió sus puertas en el Callejón Diagon: "Goldwing & Sacks". Una simple y mundana pastelería. Aquel pequeño local era un unicornio perdido.

Era una tienda muggle en el centro del mundo mágico, un refugio libre de hechizos y encantamientos en el que estaba prohibido el uso de la magia en cualquier forma, pero hacían unos muffins exquisitos.

Nada en aquel establecimiento parecía indicar en absoluto que su joven y alegre gerente fuese algo distinto de una Muggle, salvo un pequeño marco tras el mostrador. Era un sencillo marco de madera con un lienzo blanco y varios extraños retazos de tela cosidos al lienzo. Cualquiera que entrase en aquella tienda reconocería los dibujos de aquellos retazos de tela, pero probablemente solo unos pocos reconocerían su significado. Eran varios escudos de Hogwarts, similares a los que lucen todos los estudiantes en sus túnicas, recortados y pegados unos junto a otros. Había un escudo Slytherin, un escudo Griffindor, dos escudos Ravenclaw y un escudo Hufflepuff.

Diez años más tarde...

Martes 31 de Diciembre de 2027, 12:00 h. Hogwarts.

Un lustro habían transcurrido desde que se sucedieron los terribles acontecimientos en el Colegio de Magia y Hechicería de Hogwarts, y rememorando aquellos momentos que definieron el porvenir de las vidas de los supervivientes y de gran parte el mundo mágico, dado que al ser evitada la caída de Hogwarts el Señor Tenebroso recibió un duro revés que cambió el curso de la Tercera Guerra Mágica, finalizando precisamente hacía un año.

Nicholas McKellen y Amelia Spencer de la casa de las serpientes, Effie Goldwing y Constance Madison River de la casa de los tejones, Dwenrigar Elphias Taliesin de la casad de las águilas y Peter Hollman de la casa de los leones se reunieron aquel último día del año frente al Velo de la Muerte, donde gracias a la habilidad de Nicholas podían conectar ambos planos y establecer conexión con las almas de lo caídos en aquella masacre. Todos tenían mucho que contar tras largos años, y es que sus vidas se habían rehecho después del dolor y sentimiento de pérdida iniciales. ¿Cómo sería aquel reencuentro? ¿Qué habria sido de las vidas de cada cual? ¿Cómo sería la vida de las almas que murieron, pero que ahora pertenecían a otra dimensión?

Todo había acabado... Todo estaba acabando, o así lo quería creer Amy aunque sus dudas y aflicciones le dijeran que no había terminado todo. Annabella y Julius... No uno solo de los dos, sino los dos, eran los culpables finales que poco a poco iban siendo ajusticiados por los dementores de aquella horrible manera.

Verlo hacía que se le hiciese un enorme nudo en la garganta, uno con el cual no solo la sensación del intento de asfixia lo notaba aumentado, sino que además Amelia podía sentir la comida salir de su cuerpo. Por suerte tenía en quien apoyarse, un apoyo el cual era mutuo. Pensando en ello, Amy buscó tomar de golpe le mano de Effie, aferrándose con un poco de fuerza a ella, buscando el aliviarla también de aquello que estaba pasando... Aunque al notar que Effie se desplomaba su cuerpo se movió de golpe para tomarla en brazos y que no cayera al suelo.

En aquel momento, ganar o perder le daba igual, solo le importaba que su pareja estuviera bien. Aprovechando que Dwen se acercaba, Amy se alteró - Dwen, lla-llama a Madame Pomfrey. Effie aguanta - Cargandola en brazos se la llevó todo lo rápido que pudo hacia la enfermería, vencida por los nervios.

Todo se solucionó más pronto que tarde. Effie estaba bien, solo era algo del estres. Constance se encerró en su sala común o al menos eso pensaba Amelia. Dwen seguía estando en clases junto con Peter y Nick parecía estar más bien que mal. Se podría decir que ganaron, pero realmente... Amelia sabía que no. Tan solo que hubiera muerto un solo inocente, ya era una derrota. Si, se acabaron las muertes y los mortifagos fueron detenidos, sin embargo eso no significaba que hubieran vencido.

Al principio, Amy se concentró en las clases y cuando no estaba en clases se iba a la enfermería para cuidar de Effie. Muchas veces se metió en problemas por no querer volver a su sala común o escaparse para quedarse la noche cuidandola. Hasta que al fin su pareja se recuperó. El resto del tiempo hasta que el curso acabó, seguía centrandose cada vez más y más en las clases, sin poder si quiera bajar la guardia y sobresaltandose cuando alguien la sorprendía o notaba algo raro. Sin duda todo lo que ocurrió le dejó huella, pero gracias a ello al fin vió su meta.

Aceptando que Effie quisiera abandonar Hogwarts y prometiendola que cuando terminara iría a pasar el verano con ella para calmarse de todo, Amelia empezó a entrenar a diario en DCAO y pociones, buscando ser de las mejores, aunque no como para ser Auror, pero si para el nivel de uno. En cambio, solicitó ser una futura profesora de Hogwarts.

Su pensamiento era lógico y razonable: El mundo tenía cientos de ministerios de magia y aurores por el mundo, pero instituciones tan pequeñas como escuelas y otros lugares carecían de tanta atención y hablaba desde su propia experiencia. Así pues quiso volverse profesora para ayudar a la gente a que se pudiera defender, a que nunca estuvieran al borde de la muerte, y por supuesto a proteger a todos y cada uno de los estudiantes, mayores o menores, que necesitaran de su protección.

Una sorpresa y alegría se llevó al ver que Dwen iba a ser un compañero suyo, algunas cosas no cambiarían por suerte y gracias a ello se sentía más comoda. Sin embargo aún le debía algo, un arrepentimiento que le perseguía incluso a día de hoy, pero en ese momento, lo mostró con una promesa - No volveré a equivocarme nunca. Te lo prometo Dwen... Y lo siento por aquello

Aunque claro, siempre que podía aprovechaba para escaparse al callejón Diagon a ver a Effie, ayudarla e incluso llevar algunos de sus pasteles, muffins y galletas a los alumnos de Hogwarts para las veces que se portaran bien y por supuesto se esforzaran en ser los mejores en sus tareas. A veces se quedaba mirando los escudos por unos segundos perdiendose en los recuerdos sin querer.

Puede que Hogwarts sea el lugar más seguro... Pero Amy prefería que lo más seguro era que todos pudieran protegerse.

Por supuesto a lo largo del tiempo, Amelia llegaría incluso proponerle matrimonio a Effie, pues quería ser feliz junto a ella.

Constance miraba el reloj que llevaba en su muñeca. La manecilla seguía moviendose, no se había quedado parada. "Solo es una reunión de amigos, no va a pasar nada" Se repitió, cogiendo el bolso del carro y mirando al thestral que la había acercado hasta el castillo. Hacía años que no los veía, que no los buscaba, que no se interesaba. Pero con el tiempo, terminó por aceptar lo ocurrido, aunque ni se lo había perdonado ni se había olvidado. Habría preferido mil veces no tener que volver a Hogwarts, no tener que entrar en ese lugar que tan malos recuerdos tenía, solapando toda su infancia destruida, pero no tenía sentido rechazar la invitación, la lechuza no había dejado de picotearle la mano hasta que le había dado una respuesta. Habría preferido seguir en el mundo muggle, donde se había estado escondiendo de todo.
Al llegar, se quedó mirando el jardín delantero del colegio y sintió flaquear su determinación de ver a todos. Dio una vuelta bastante estúpida y extraña para evitar pisar el lugar donde había muerto Julius y aceleró el paso para entrar, casi corriendo. No iba a volver a casa, quería verlos a todos, una vez se asegurase de que estaban bien, se marcharía. Por supuesto, las vacaciones de navidad mantenía a los alumnos lejos del colegio, razon por la que se les había permitido realizar la reunión allí, no entendía por qué habían insisitido tanto en que fuera precisamente allí. ¿Por qué? ¿Por qué?
Suspiró, al menos su atuendo muggle no llamaría la atención. Se apartó el pelo tras quitarse el abrigo, se lo colgó del brazo y evitó mirar con toda la fuerza que pudo las paredes del castillo. Dudó, abrió el bolso y buscó entre sus cosas la pequeña carta de la reunión.
No aparecía ningún lugar donde quedar y tampoco quería quedarse allí esperando.
-Sonorus -Murmuró, sin necesidad de sacar nada. No se había pasado esos diez años haciendo magia sin su varita para ahora tener que sacarla -¿Hola? ¿Profesor? -Se le helaba la sangre de estar de pie en mitad de ese lugar. Se recolocó las mangas del jersey por puro nerviosismo y avanzó un par de pasos. Si no encontraba a nadie en un rato, iria a buscar a Madame Pomfrey que siempre estaba en la enfermería. "Sí, eso... ella seguro que está allí"

Habían pasado ya diez años, dentro de Hogwarts muchas cosas que habían pasado se habían ido convirtiendo en verdades a medias, debo decir que en gran parte colabore para engrandecer algunos gestos de compañeros. Sobre todo el rescate mágico de Effie Goldwing, el sacrificio de Alice y Erika, Iwan siendo expulsado pero enfrentandote a los Dementores y brindando un mensaje esperanzador antes de irse, entre otros 

Junto a Amy mantuvimos el lazo y aunque a decir verdad nuestra relación había Sido distante durante aquellos años en Hogwarts, haber sobrevivido a todo esto y sobre todo la existencia de Effie nos había unido y así como ella aspiro a convertirse en profesora de defensa contra las artes oscuras, yo busqué ocupar el lugar de Flitwick tras que este decidiera retirarse e impartiendo las clases de Encantamientos. 

Y había llegado el día que tras diez años habíamos acordado reunirnos todos para rendir memoria a aquellos que habían muerto, pero también para saber que había sido de los demás en todo este tiempo. Confiábamos en que Nicholas pudiera usar el velo como vínculo y la fecha para atraer las almas de aquellos que extrañabamos y a quienes quizá queríamos decirles que seguíamos luchando de este otro lado del velo.

Me aproxime al Hall de entrada y mire fijamente a aquella mujer que estaba de pie, me costó reconocerle y suponía que lo mismo le ocurría a ella. 

Puedes llamarme Dwen, simplemente. No hace falta que me digas profesor. Me alegra que hayas venido, teníamos dudas sobre dónde estabas y si realmente desearías reabrir está herida luego se tanto tiempo. 

Extendí los brazos para darle la bienvenida y también en una forma  brindarle un poco de alivio de los posibles fantasmas que le atormentaran. Llevaba diez años conviviendo con ellos creyendo que a veces me recriminaban cosas y otras me acompañaban amablemente.

La pobre mujer estaba completamente en tensión, buscando con la mirada alrededor de donde se encontraba, intentando encontrar indicios de cualquier fuente de vida. Justo cuando se planteó marchar a la enfermería y se dio la vuelta, una voz la sobresaltó, haciendo que soltarse un grito. Por suerte, el sonorus había dejado de hacer efecto.
-¡Maldita sea! -Gruñó, poniendose la mano en el pecho, intentado tranquilizarse -Lo siento -Se disculpó, recobrando la compostura, y agradeciendo que se hubiera delatado sin llegar a tocarla. No sería el primero que se ganaba un puñetazo. Como si nada hubiera pasado, Dwenrigar continuó hablando.
-Sí... yo tampoco estaba segura de si quería venir... -Murmuró, apartando la mirada de su compañero. Como el silencio comenzaba de nuevo a molestarla y sentía que todo estaba encogiendose a su alrededor, se acercó al chico para abrazarlo, apoyando la cabeza en su hombro -, y no ha sido fácil decidirme -Añadió, sin querer hacerlo sentir mal, nadie la había obligado, simplemente era algo que tenía que hacer, incluso si le dolía estar allí -¿Soy la última en llegar? -Preguntó, sin moverse, por que no quería seguir explorando el lugar. Esperaba que hubieran llegado todos y poder terminar con ello lo antes posible.

La abrace cálidamente, hace diez años atrás no había tenido palabras para acercarme a ella luego de lo de Julius y todo este tiempo me había quedado una espina clavada.

Se podría decir que eres la primera. Amelia debe estar por allí, y también los otros...

le solté de mis brazos y le acompañe a seguirme. 

Acompáñame, se que puede ser duro. Pero confía que es necesario a veces para avanzar dar algunos pasos hacia atrás.

Nuestros pasos avanzaron hacia las mazmorras de Slytherin pero iban mucho más allá, donde se encontraba el Velo que una vez había intentado descubrir persiguiendo a Nicholas. Ahora llevaba tiempo visitandolo esperanzado de encontrarme con alguien para poder hacer las pases con esos fantasmas del pasado.

Creo que viéndolo ahora, pese a parecer una niña tímida y callada. Fuiste muy valiente en aquel entonces y realmente te estoy en deuda por todo lo que hiciste.

Amelia se sorpendió cuando conjunto a la hora de buscar el trabajo de profesores en Hogwarts, Dwen no buscó entrar en Defensa contra las artes oscuras, sino como el profesor de Encantamientos. Iban a echar mucho de menos a Flitwick, claro estaba, pero sin duda Dwen iba a ser una gran aportación en ese sendero.

Llegado el momento, pasado tantos años, Amelia cada que iba y venía a ver a Effie, se lo planteaba de vez en cuando pero sin llegar a presionarla. Aquella reunión era importante, y ambas sabían los motivos. Por ello, y en lugar de convencerla a venir tan solo decidió apoyar su decisión, siendo que le expresó que estaría en buenas manos si venía. A fin de cuentas, Dwen y ella se encargarían de protegerlas, y ambos esperaban que Peter también viniera. La pregunta sería... ¿Nick y Constance también vendrían? Nick era una pieza vital, pero aún así, el último momento sería el critico.

*Llegado el día, Amelia volvía a Hogwarts desde los andenes del tren y posteriormente del recorrido al castillo, acompañando en todo momento a Effie.

La grata sorpresa se volvió en una sonrisa cuando al llegar al lugar vio a quien creía que era Constance abrazada a Dwen. Como pequeña broma y buscando aliviar tensiones, la antigua Slytherin se aproximó un poco a ellos hablando como si tal cosa - Creía que los profesores debían mostrar a los alumnos lo que es la decencia moral en el castillo, profesor Taliesin. - Buscando así el hacer reir a los presentes, pues probablemente ni en un millón de años Amy hablaría así.

-Jeje, es broma - Esperando que no le sentara mal a aquella mujer alzó la mano saludando - Bienvenida Constance... Si que has cambiado mucho. Me alegra que al final hayas decidido venir. Y tranquila, con nosotros por aquí, puedes sentirte como en casa - Queriendo pues tenderle así una mano amiga, le ofreció a modo que pudiera estar calmada rodeado de amigos.

La antigua tejona frunció un poco la boca al enterarse de que no era la última. Había querido llegar tarde, pero al final, como siempre, llegaba bien de tiempo. Aún así, le tranquilizó saber que Dwen y Amelia estaban ya allí. Enseguida, Dwen comprendió que no tenía ganas de moverme por allí y me invitó a ir directos al punto donde nos encontraríamos, diciendo que era mejor avanzar dando unos pocos pasos atrás.
-Seguro... -"Seguro que recordar todo lo que pasó no me afecta de ninguna forma" Completó en su mente sin querer ensombrecer el día de nadie más, aunque no pude evitar dejar de caminar cuando dijo que había sido valiente en el pasado. Por suerte, Amy interrumpió. Prefería no responderle de qué había servido mi valentía.
-Hola, Amelia -Le respondí cuando me dio la bienvenida, pero no me sentía en absoluto bien allí, esa había sido su casa durante siete años, pero hacía diez que ya no la sentía como un sitio acogedor -Sí, quería veros -Admití, prefiriendo responder solo a las partes menos conflictivas. Como no quería quedarme ni un minuto más allí, empecé a andar de nuevo en la dirección que Dwen había tomado unos momentos antes. No sabía donde íbamos así que dejeé que fuera a la cabeza, y no pude evitar sentir una punzada de temor al acercarnos a la zona donde estaba la escalera al piso inferior. Mi paso se volvió lento y aceleré para evitar mirar en la dirección a la entrada de toneles. No había allí dentro nada que me interesase.
-¿Dónde vamos? -Les preguntó cuando ya pasaron la entrada de Slytherin, completamente perdida pues nunca había ido por esa zona del castillo.

Dwen y Constance probablemente no se percataron de que aquel sentido abrazo había sido visto por más de una persona, y puede que el detalle no fuese de importancia de no ser porque el nuev "Felix Cited" del lugar, un chavalín de Gryffindor de apellido Cannon y de nombre Reflex acababa de sacar la mejor de las instantáneas.

- ¡Wow, mis colegas van a flipar en colores cuando vean la última exclusiva! ¿El profesor Taliesin saliendo con una hermosa maga de la casa Hufflepuff? - y sí, al pequeño no se le escapaba ni el más mínimo detalle, viendo como sobresalieno desde el interior del bolso de Constance se veía un llavero de la casa de los tejones, de color amarillo y negro - Y eso que la mayoría decía afirmar que al profesor de Encantamientos le gustan los hombres...

Siendo observado, el pequeño Gryffindor salió corriendo como alma que llevase el diablo para que no le interceptasen y le obligasen a entregar el material confidencial que acababa de obtener. ¿Atraparía Dwen al pequeño rebelde?

En cuanto se produjo el encuentro entre Amelia y Constance, alcance a ver con el rabillo del ojo a aquel pequeño Truhan, que se escabullia creyendo salirse con la suya.

Un movimiento de varita basto para conjurar un encantamiento y dejarlo levitando en el lugar.

Señoritas, me disculpan un momento. Dije y avance hacia el recodo dónde el muchacho estaba levitando cabeza abajo sosteniendo su cámara.

Alumno Cannon, que le dije de lo peligroso de elaborar noticias sin saber la verdad sobre lo que está retratando? Para la primer clase luego del receso espero que me elabore una monografía sobre la importancia del periodismo como herramienta de desestabilización del poder. A ver si la próxima vez evita confundirse el tener una primicia con inventar una historia para llamar la atención de otros!

Luego de la reprimenda y confiscar su cámara y material fotográfico, me reuní con mis ex compañeras de camino al Velo.

Un alumno de gryffindor del que no se había percatado hasta que habló hizo saltar varias alarmas en su cabeza y se miró. ¿Cómo sabía que era de hufflepuff? ¿Llevaba algo distintivo? Maldijo a su cabeza tonta por el color del jersey, se lo había puesto inconscientemente, pero era un regalo de su padre con los colores de esa casa, incluso si no era parte del uniforme. No había razón para ir con el uniforme, que ya no le valía, a una reunión de amigos. No tocó el bolsillo donde llevaba mi varita, tan solo utilicé el hechizo. Si fue Dwen o Contance quien paralizó al niño, no le importaba, tan solo no quería que hubiera extraños rumores por el castillo que pudieran afectarle.
-Lo siento, Dwenrigar, no quería causarte problemas -Murmuró cuando regresó con ellas -Probablemente habrá ido corriendo a contarselo a todos, lo sabes, ¿no? -Le preguntó, manteniendo las distancias para que no volviera a ocurrir.

Problemas? Dije sonriéndole a Constance. Salí favorecido en la foto, y aún cuando se anime a esparcir el rumor será mucho mejor que cuando decían que yo tenía algo con el profesor Flitwick y que por eso me había dejado el puesto de encantamientos, creeme. Será un halago que los alumnos piensen que una dama tan bella y elegante está a mi altura. 

Le extendí la foto que reflejaba claramente el momento en que nos estrechabamos en un afectuoso abrazo. 

La sonrisa de Dwenrigar se contagió a Constance, que sonrió ligeramente viendo que no estaba preocupado por aquello, aunque puso mala cara cuando mencionó el rumor sobre él y el profesor.
-Que asco -Murmuró, sin querer interrumpirle, pero se sonrojó al escuchar el resto de la frase, aunque enseguida se le olvidó ya que le tendía la foto -Deberíamos hacernos una cuando estemos todos -Les sugirió, tomándola y mirándola con cariño, antes de abrir el bolso, sacar un muy viejo tomo de manga y metiendola entre las hojas. Volvió a guardarlo y se recolocó el abrigo.
-Entonces... ¿seguimos? -Pidió. Se sentía algo mejor ahora, estaba más tranquila siendo tres, y esperaba que eso mejorase cuando el resto se unieran a ellos. Tal vez podía retrasar un poco su vuelta a casa...

Effie se había dejado convencer. En realidad no quería volver allí, pero Amy se lo había pedido, así que había acabado por aceptar.

Es cierto que no la había presionado mucho al respecto, pero no era necesario, era claro para cualquiera que conociera a Amy que estaba deseando que fueran.

La siempre joven Slytherin se había convertido en profesora de aquella institución. De algún modo había tenido la reacción contraria a la de la propia Effie. Por eso siempre se habían complementado tan bien.

Hola, chicos.

Dijo Effie desde detrás de Amy saludando a Constanza y a Dwen.

He... he traído unos muffins.

Bajo el Colegio de Hogwarts, más allá de las Mazmorras de Slytherin, estaba la sala del Velo de la Muerte. Allí estaba esperando Peter Hollman al resto de sus compañeros, con el Mapa del Merodeador en la mano. Por eso había llegado el primero sin ser visto. Vestía de negro y su rostro era sombrío. Apenas saludó con un ademán cuando el resto llegó, sin acercase a moverse de donde estaba. Tenían que venir ellos hasta él, que estaba al lado del Velo. Llevaban mucho sin verse y... y... le parecía que el resto habían reconstruido sus vidas. Al menos en apariencia.

Todos sabía lo que había sido de él. Tras graduarse en Hogwarts ingresó como Aprendiz de Auror en el Ministerio de Magia. Por sus méritos, lealtad y disciplina durante aquellos terribles acontecimientos de Navidad, se dijo. Por haber sido capaz de matar, en realidad. Como la guerra seguía, la "formación" recibida fue muy práctica... enseguida tuvo que ejercer como Auror en la retaguardia primero, y en el frente después. Qué había hecho Peter durante los 9 años pasados... no lo sabían, pero sí que hace un año, al terminar oficialmente la Tercera Guerra Mágica, el chaval quiso retomar el contacto con ellos... aunque no llegaron a verse. "Desapareció" de nuevo. Hasta hoy. Prácticamente una década sin volver a verse.

Un héroe. Un soldado. Un criminal. Un niño roto... Poco quedaba del Peter que fue. Por eso estar allí no era fácil para él, había logrado construir un muro que reprimía sus recuerdos y emociones. Una fachada que le pedía desmonorarse hoy. Que le pedía llorar. Pero no se lo podía permitir. Era un Auror y un Gryffindor. Se esperaba de él que fuera doblemente fuerte, doblemente valiente.

Dwenrigar, en la oscuridad con esa capa ... como te caigas no te encontramos - bromeó, guiñándole un ojo con media sonrisa. Se notó que Peter se acaba de forzar a intentar ser el que fue, el adolescente que hacía comentarios a todos una noche de Navidad en el Gran Comedor.

Constance, Amelia, Effie... os veo bien. Peter tomó uno de los muffins, dándole un pequeño bocado. He oído maravillas de ellos... y son verdad. Son tan ricos como recordaba.

Supongo que Nicholas no tardará... sus tiempos no son los nuestros.