Partida Rol por web

Lunes 25 de Diciembre, 18:00 h. Hogwarts.

La intensa nevada que llevaba azotando ya más de una semana el exterior del Colegio de Magia y Hechicería no daba la impresión de querer amainar a días vista, dejando una lúgubre y fría estampa, que contrastaba con la calidez y buen ambiente que solían llevar consigo aquellas fechas navideñas. Pocos eran los alumnos que habían ingresado aquel año en Hogwarts, incluso abandonando muchos de ellos el lugar a mitad de semestre, temiendo quedar atrapados y sin posibilidad de regresar junto a sus familias. Las nuevas que llegaban al colegio inglés desde hacía semanas no eran para nada halagüeñas, siendo que la guerra estaba ya a las puertas de la institución, y muchos aseguraban que la caída del Cuartel General del Ministerio de Magia en Whitehill, Londres, ya era un hecho constatado. ¿Qué opciones tendrían entonces de resistir a la amenaza en ciernes apenas cinco profesores y unas pocas decenas de alumnos? ¿Vivirían un año más para contarlo?

Había sido un triste año, doloroso y lánguido en muchos de los presentes al escucharse las pérdidas de seres queridos que jamás tendrían oportunidad de volver a ver. Toda guerra traía consigo todo aquello, pero al menos entre las cuatro frías paredes de Hogwarts, que transmitían esa sensación de pertenencia sin importar las circunstancias, esa tarde de invierno albergaba otro cariz distinto. El ambiente se mostraba más risueño.

Uno a uno, los alumnos que se mantenían residiendo en el lugar, se fueron acercando entre risas frágiles y susurros, con la mente puesta en la que sería una de las únicas celebraciones de aquel año. La fiesta de Navidad nunca había dejado de celebrarse incluso en los tiempos más oscuros y aciagos de la Segunda Guerra Mágica, y aquel lunes 25 de diciembre no iba a ser una excepción.

Tras cruzar la doble puerta que daba paso al Gran Comedor, la visión que allí dentro se podía vislumbrar era embelesante y atrayente a partes iguales. La magia era palpable allí donde posasen sus miradas, la calidez de la estancia reconfortante, creando esa sensación única de que inevitablemente se era parte de aquello, de que la misma existencia de uno mismo estaba ligada a aquel mágico lugar.

Doce grande abetos se alzan majestuosos alrededor de las mesas, bellamente engalanados de adornos navideños que resaltan los colores de las casas de Hogwarts. La nieve caía del techo abovedado del Gran salón, pero a diferencia de la nieve real, esta era cálida y seca al tacto. Las mesas estaban repletas de exquisitos manjares; pavo asado, papas cocidas, guisantes con mantequilla, grasa y salsa de moras riquísimas, flameantes pudines navideños y muchos huevos sorpresa esparcidos por todas las mesas. Las armaduras de la puerta de entrada estaban encantadas para cantar villancicos, y aunque no fuese la primera vez que los alumnos de séptimo año veín aquello, siempre en estas fechas señaladas dejaban a uno gratamente sorprendido.

En ausencia de la directora de Hogwarts Minerva McGonagall, de la que todos sabían fue requerida de forma urgente por la Ministra de Magia Hermione Granger hacía apenas unos días, era el viejo Filius Flitwick quién la sustituía en su ausencia. Pocos rostros más estaban presentes en la mesa del profesorado, lo cual auguraba lo que todos sabían... la situación era realmente crítica.

- ¡Estimados alumnos! Hoy más que nunca debemos permanecer todos unidos... Se que son tiempos difíciles, pero si somos fuertes en la adversidad... - empezó su discurso particular el viejo profesor de Encantamiento para dar inicio a la celebración navideña, sin percatarse de que sus palabras volvían a recordarles a los alumnos la oscura realidad, y no a evadirse durante la festividad - Ejem... Solo citaré al que considero el mejor mago de todos los tiempos, y a quién extraño ahora mismo... "La felicidad se puede hallar hasta en los más oscuros momentos, si somos capaces de usar bien la luz". ¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!  

Victoria bufó para desenredarse del cabello uno de los cálidos copos de nieve que caían desde lo alto de la techumbre mágica de Hogwarts. A pesar de los villancicos y del ambiente festivo, su ánimo estaba ensombrecido por los nuevos eventos, las últimas noticias y el indeleble recuerdo de una guerra que se extendía desde hacía meses. Golpeó inquietamente con la uña, pintada de rojo, sobre la inmensa mesa de madera del Gran Comedor que correspondía a la Casa de Gryffindor mientras intentaba empaparse del sentimiento festivo de una Navidad que prometía ser diferente a todas las demás. A la cabeza de la mesa, era fácil percibir las notorias ausencias de los antiguos miembros de Gryffindor que habían abandonado los estudios en mitad del semestre, que habían vuelto a casa por Navidad o que habían sido reclamados por la guerra.

Se apresuró a emborronar su oscuro ánimo con una pincelada de buen humor aplaudiendo a las palabras del Profesor Fitwick con efusión, como si las palmadas pudiesen borrar los recuerdos y las ausencias, y forzó una sonrisa en sus labios para mostrar los dientes en una expresión de ideal felicidad, engalanando unos pómulos suavemente enrojecidos por el maquillaje y la calidez del ambiente y una mirada ennegrecida por un rímel pintado especialmente para enfatizar sus pestañas, que normalmente se notaban poco debido a que eran muy claras.

— ¡Feliz Navidad! — exclamó a coro, batiendo las palmas.

Para la Cena de Navidad, Victoria había decidido sacar a relucir uno de los últimos -y tras siete años, ya famosos- modelitos, esta vez de encaje, adquirido en el carísimo barrio de Camden de la capital londinense antes de que la guerra estallara. Cuándo se había hecho con aquella pieza de ropa en septiembre, justo en la visita anual al Callejón Diagón, no esperó estrenarlo con el ánimo global que imperaba ahora en Hogwarts, pero aquello no era impedimento para que hubiese procurado que la blanca tela del corsé de encaje se ciñese idóneamente a su figura, ni que las repujadas filigranas en contornos florales brillasen como pequeñas estrellas tejidas sobre el satén de la prenda. A su lado, justo a la izquierda en el banco, había dejado la capa blanca que se cerraba con un broche en forma de cabeza de león, pero bajo sus piernas se podían entrever unas botas altas, también blancas, que se escondían tras una elegante falda de vuelo que imitaba el estilo medieval propio de la Escuela; y de hecho, un cinturón de hebilla dorada y cuero blanco decoraba su cintura, en una ecléctica mezcla entre modernidad y tradición. Para acabar el modelito, Victoria llevaba unos guantes largos blancos que dejaban los dedos casi al descubierto, si no fuera porque estaban cubiertos con pequeñas rejillas de tela.

Volviendo la atención del Profesor hacia sus compañeros de Gryffinfor, manteniendo aún la sonrisa pero de forma más comedida, empezó la conversación con la voz lo suficientemente alta como para que alguien en las mesas contiguas pudiese contestar también:

— ¿Habéis pensado ya alguna excursión por los terrenos del Castillo antes de que volvamos a la... normalidad? — iba a añadir algo más acerca de si alguna vez volverían a la normalidad, pero prefirió morderse la lengua y seguir con la intención de Flitwick—. Necesito pasear ahora que hay tanta nieve por ahí fuera. Revolcarse colina abajo, limpiar los pulmones en el monte y patinar por el lago se me antojan ahora tremendos planazos, con la que está cayendo.

Maldijo para sí. ¿Por qué había dicho eso? Inspiró internamente para sí y se acercó la copa de sidra caliente para dar un trago largo, deseando que la Navidad fuese como antaño había sido... y consciente, en el fondo, de que nunca más volvería a ser igual.

El invierno se avecinaba. Alice iba tiritando de frío, con la piel blanca consagrada al padre invierno. Últimamente toleraba muy mal el frio, como podían advertir sus compañeros por las quejas continuas de su compañera. La alegría que destilaba anteriormente tenía un deje de melancolía, echaba de menos el bullicio del gran comedor. Pese a todo, aplaudió con fervor cuando el pequeño profesor volvió al lugar, aunque no pudo contener una tos ahogada, con el resoplar de los mocos en sus carinas.

- !Feliz Navidad a todos, a ti también, Victoria¡ Te recuerdo que tenemos un baile pendiente, ¿o te vas a echar atrás? Si, tenemos que hacer alguna excursión, una vez... bueno, pase todo.

Las ausencias en la larga mesa de Ravenclaw como en las otras, este año cobraban otro tono. Los últimos años había compartido la navidad en el colegio, con la excusa de evitar la cena navideña familiar con los retratos característicos, las odiosas comparaciones con mi hermano mayor "el héroe" del Quidditch y las adulaciones constantes, aunque claro. Este año con todo lo que estaba pasando allí afuera, la cosa no estaría muy festiva y en la carta mi madre relató que solo habían venido unos tíos por parte de mi padre, ademas de su hermana y sus hijas que viven a unas casas de distancia. Del alumnado que faltaba algunos pocos nos enviaron postales navideñas con escasas noticias de como estaba allí afuera y muchos deseos de que lo peor no aconteciera. Sin embargo pese a que las palabras del profesor Flitwick y ademas jefe de la casa a la que pertenecía fueron escuetas y carentes de lo necesario para infundir ánimos navideños, me dedique a aplaudir con fuerzas, ponerme de pie con la copa en la mano y proceder a brindar con cada uno de los de alrededor. 
Pero haciendo eco de las palabras del profesor de Encantamientos, no me quedaría solo entre aquellos con los que convivía hace siete años o los pocos de años menores que quedaban en la mesa de Ravenclaw, sino que me envalentone y enfilando hacia la mesa de Gryffindor, después de todo "debíamos permanecer unidos". Victoria Levenson-Gower destacaba como siempre por su carisma y ademas por su llamativa ropa, en mi lugar tenia un pesado tapado azul oscuro, y unos pantalones de gabardina en un tono apenas más claro. La camisa con gorguera con su color blanco daba la única nota que no iba por el lado de los azules que combinaba con mis ojos y ademas era el color de mi casa de Hogwarts.

Feliz navidad, Victoria! - le dije una vez estuve cerca, posiblemente acompañado por algún puñado de compañeros de casa que habían seguido mi ejemplo de confraternización. Creo que lo más sensato es mantenernos dentro del castillo, no hay suficientes profesores y prefectos como para velar por nosotros si andamos recorriendo los terrenos escolares en esta noche con tanta nieve y frío. 

Y acto seguido me quite el abrigo y lo puse sobre los hombros de Alice Evergreen quien la llevaba pasando mal todo el invierno. 

La poca gente, los pocos alumnos, la ausencia de profesores. Esta Navidad era deprimente. Ni siquiera los mágicos adornos podían quitar esa realidad aplastante que se nos venía encima como una de esas pesadillas en las que no puedes escapar.

El discurso del Profesor Flitwick tampoco es que ayudase mucho, las mesas estaban visiblemente vacías. Pero sus palabras tenían una gran parte de verdad: La felicidad se podía buscar hasta en los oscuros momentos, si éramos capaces de usar bien la luz. - aplaudí junto al resto-  "Feliz Navidad!" - dije sonriendo, aplaudiendo junto a todos los demás, especialmente a Vicky. - "ser capaces de usar bien la luz"... Espero que no se refiera a que nos pongamos todos a hacer Lumos después de la cena... - susurré, poniendo los ojos en blanco. Era una broma tonta, puesto que él era el profesor de encantamientos y nos enseñó Lumos en primer año. 

Pero en fin. Tenía razón en parte. Al menos habíamos decidido quedarnos aquí, el lugar más seguro del mundo. Bueno, yo decidí quedarme sólo porque Vicky accedió a quedarse. 

Vicky, despampanante como siempre, quiso aprovechar nuestra 7ª última navidad en Hogwarts para sacar a relucir su precioso vestido de encaje y corsé blanco. Y yo no podía dejar que fuese sola tan bien vestida, por lo que elegí un modelito más sencillo que el suyo, pero que me encantaba, también blanco para ir a juego con ella. No sabía si el resto de chicas estaban con ánimos de vestidos, pero desde luego yo no iba a dejar que mi amiga pasara vergüenza si era la única en vestirse especial para la ocasión. Si ella hubiese venido en bañador, yo hubiese hecho lo mismo.

-Me encanta ese vestido Vicky, no se cuantas veces te lo habré dicho ya, pero es la verdad. - le sonreí abiertamente mientras escogía un montadito de salmón de entre los platos - y ya sabes que yo me apunto a lo que sea! Tenemos que pasarlo bien. Es Navidad! - sabía que Vicky querría hacer algo para olvidar las malas energías y noticias a nuestro entorno, y esta noche haríamos lo que más le apeteciese. Quién sabía cuando podríamos volver a reunirnos así. 

Cuando Alice vino a darnos las felices fiestas, habló de aquél baile pendiente. - Ah.. que recuerdos Alice. Que nostalgia! os acordáis de aquél día que Vicky aceleró el tocadiscos con la aburrida música de Mozasrd? o era Beethoven? Esa noche hasta Iwan trató de darte un beso! no finjas que no, yo lo vi! jajaja. ... Y luego Dwen le pidió un baile a Jeremy... - me quedé mirando en blanco hacia uno de los árboles de navidad con expresión nostálgica mientras mi sonrisa se desvanecía - que lejos ha quedado todo aquello...

Parecía que hubiera pasado una eternidad, desde aquellos momentos felices y despreocupados, hasta donde estábamos ahora. Cuánto había cambiado el mundo.

Luego Dwen nos aconsejó no salir del castillo - Ay Dwen, menudo aguafiestas... estamos en Hogwarts, ¿qué nos va a pasar? que el calamar gigante descongele el lago y empiece a lanzarnos tentáculos? - puse los ojos en blanco y fui a por algo para beber. 

El salón era tan espectacular como los años anteriores. Molaba. Pero... pff... aunque se habían esforzado mucho... se notaba que era fake, una forma de disfrazar la dura y angustiosa realidad exterior. Nice try. Para colmo, Flitwick dió un discurso vacío, en plan "no penséis en la guerra pero no os olvidéis de la guerra". Facepalm. 

Peter se estiró en el banco corrido de Gryffindor, había sitio de sobra. Miró a ambos lados de la mesa, buscando un pastel concreto que probó el año pasado y le flipó.

Entonces Victoria creó su momento de ser el centro de atención. Peter puso los ojos en blanco. Here we go... Qué distintos eran para ser leones los dos, y mira que habían sido buenos amigos hasta tercero... Pero la pubertad y tal. Ella preciosa con un vestidazo. Él con la túnica formal de todos los eventos.

Victoria y Anabella, en la nieve con esos vestidos ... como os caigáis no os encontramos - bromeó, guiñándoles un ojo con media sonrisa. 

Peter encontró el pastel que buscaba justo cuando los de Ravenclaw entraban al juego. Piques y cotilleos. Él pasaba de movidas entre casas, tenía amigos en todas. Así que se cambió de sitio para ponerse con los Gryffindor de cursos inferiores. Parecían más alegres, y seguro que se les ocurrían buenas trastadas. Los de quinto este año no estaban decepcionando.

El ambiente en el salón era pésimo. Con la misma decoración de siempre y bajo los males que asolaban las fechas anteriores, todo esfuerzo se estaba dedicando a la distracción del colegio sobre la realidad, cuando, en la mente de Amy, debía ser al contrario - Alejarnos de la realidad solo nos dejará más expuestos a la misma - Siempre estaba harta cuando veía cosas ilogicas realizarse a lo largo de los años, o al contrario, como en los duelos y en las pociones, buscaba la ruta más cómodo o rápìda para acabarlos. A fin de cuentas, para que andarse con florituras si puedes derrotar a tu oponente de un solo hechizo, o para que tratar de seguir las instrucciones si habían metodos más eficaces. Para ella, todo aquello era exactamente igual.

Retrasar lo inevitable solo llevaría a encontrarnos con lo que nos querían ocultar, de una forma u otra. Sin embargo, era navidad, una blanca navidad como se solía decir, y al menos había que aguantar aquel día. Al contrario que Victoria, la cual siempre agradecía ver un halo de positivismo a pesar de todo lo malo, Amy no se ocultaba bajo una idea bonita que aún distaba mucho de ser real, y de la misma manera, siguió siendo la misma persona que siempre fue, un poco a su bola y bajo su propio juicio. De hecho, al contrario que el resto de las chicas, ella llevaba unos pantalones, y camisa formales, pero una larga chaqueta, o más bien gabardina, como abrigo ante el frio.

Aunque Amy estaba un tanto callada en la mesa de Slytherin, se quedó observando y escuchando lo que decían todos... No podía ni siquiera creer que volviera a pasar lo de otros años, bailes y besos otra vez en parejas que rompen y se forman tras meses... Era mejor que pasara otro tipo de cosas. - La verdad, estaría bien ver como el calamar gigante destroza el hielo en un abrir y cerrar de ojos. Pero Dwen, no podrás pararlos aunque pongas todo tu empeño. - Lo cual era cierto... ¿Cuantas veces un alumno habría roto las normas de Hogwarts y había hecho lo que quisiera? Incluso se contaba así misma en dicha certeza - Conténtate sabiendo que estamos en la escuela más segura del mundo. Algo es algo - O eso se suponía que era lo que debían de tener en mente para sentirse sanos y salvos...

Por otro lado, Peter hizo un comentario gracioso que dibujó una agradable y pequeña sonrisa en el rostro de Amy, aquello al tiempo que levantó una mano para señalarle - ESO - Enfatizó - si que no me lo perdería. - terminó con un deje de risa para acompañar la broma del leon - Debeis reconocer que tiene gracia chicas - Aunque probablemente a Victoria y a Annabella no les hiciera gracia alguna

Veinticinco de diciembre, ¿ya era ese día? ¿tan rápido ha pasado el primer trimestre? Lo cierto es que esos años en Hogwarts se pasaron volando, como si en un abrir y cerrar de ojos el sueño de ser mago pasase de su primera ilusión al día de hoy. Fue tan rápido que pareciera acabar en cualquier momento. Aun recuerda con añoro la carta de Hogwarts y la cara de su incrédulo abuelo al descubrir que la fantasía se hacía realidad. Pero espera, olvidemos el pasado y regresemos al presente: es ese día, ¿verdad? El día de Navidad de su último año en Hogwarts, tendría que ser fantabuloso. Todo lo que sucediese en este año debía serlo. Espero que Jeremy Gonzo no hubiese sido tan despistado de acudir al Gran Comedor con su uniforme de Hufflepuff. No, desde luego que no, ¿cómo se iba a olvidar? A pesar de no tener mucho estilo con el vestuario y que la mayoría de sus prendas fueron compradas en tiendas muggles, bajó a la cena con un mínimo festivo.

—¡Feliz Navidad Hufflepuff! Erika, Julius, ¡feliz Navidad! Anabella, Alice, ¡feliz Navidad! ¡Dwenry tú también!

En su casa ni en ninguna otra parte que recuerde de su infancia, no se celebraban fiestas de Navidad tan mágicas como las de Hogwarts. Quizás por eso le gustaba tanto este día, saber que los magos también celebraban cosas así, a pesar de ser una fiesta que en realidad carecía de un valor religioso. Fue pasando por sus compañeros entre besos y abrazos, sin cansarse de saludar a todo el mundo, incluido el profesor Flitwick. Al final, eran tantos, que saludó a todos a la vez.

—¡Feliz Navidad Hogwarts!

Era el día de Navidad. El "gran" día, o al menos uno de tantos, en los que los elfos domésticos se lucían con el banquete. Aun así no se sentía como una festividad. Más allá de las murallas de la escuela, todo el mundo que conocían pendía de un fino hilo, en cualquier momento simplemente podía dejar de existir... Pero, claro, ¿por qué no celebrar el gran día?

—Motivarnos con las palabras de un gran mago muerto— alzó su copa de champán. —Claro, por qué no.

Puso los ojos en blanco cuando Victoria se puso en pie para brindar. Mientras que la pequeña leoncita buscaba ser el centro de atención con sus palabras y su delicado y ostentoso vestido, acompañada como siempre de su perrito faldero, Anabella, Rachel ocupaba su lugar en la mesa de las serpientes portando un elegante y sencillo vestido negro, sin ningún tipo de ornamentación o adorno. El generoso escote en el pecho y en la pierna eran suficientes para lucir su figura.

Las palabras de Jeremy hicieron que alzara brevemente la vista de su plato en el que humeaba un trozo de queso sobre el que estaba esparciendo salsa de mora.

Hogwarts. Esa escuela que se caracterizaba por enseñar magia a todo aquel con una mínima pizca de habilidad en su sangre, ya fuera hijo de simples muggles, un asqueroso mestizo o un mago de "pura raza". Rachel nunca entendería por qué se empeñaban en manchar así el nombre de grandes magos como Merlín, pero discutirlo solo le producía dolor de cabeza debido a los incontables puntos de vista al respecto.

El hecho de tener que bajar todas las escaleras hasta el Gran Comedor era una tarea que para los alumnos destinados a Ravenclaw era un hecho consumado que hacían a diario, a veces varias veces al día; un bautismo de fuego constante en donde para más inri, no solo el hecho de volver a tener que subirlas todas a pata era lo peor, sino que, después de todo ese arduo ejercicio tener que responder a una adivinanza para tener el derecho a pasar al interior de la torre.

-Usar bien la luz es un concepto interesante, -comentó el muchacho en voz baja mientras buscaba una jarra para rellenar su copa- pero hay que tener en cuenta que cuanto más te acercas a la fuente de luz, más grandes serán las sombras que generes... No sé si es un dicho optimista e inspirador o una profecía pesimista de que las amenazas se alzan cuanto más cerca estás de hacer el bien... debo leer más sobre el tema...

Finalmente encontrando una jarra de zumo de naranja este se sirvió y sació su sed. Toda esta subida y bajaba realmente convertía a los Ravenclaw en la casa más sufridora para mantener sus altos estándares.

Sonreí ante las palabras de Flitwick. Pongo mi varita en la garganta para potenciar mi voz con el encantamiento amplificador (Sonorus) y que me escuchen en todo el salón.

Yo tengo otra frase de un GRAN mago al que tengo una ALTA estima. "Espera mi llegada con la primera luz del quinto día, al alba mira al este." Hice una pausa.

Fue un ENORME mago de ficción, un GRANDÍSIMO actor y ojalá todos podamos aprender de él y su ALTURA de miras. Sobre todo porque confió en alguien que el enemigo no consideró ni siquiera mínimamente importante y se ALZÓ con la victoria.

Miaddora entro en el gran salón vestida con el uniforma del equipo de Hufflepuff todavía chorreando agua y nieve, acababa de terminar el partido hacía escasos cinco minutos y cuando miró al salón vio a todos vestidos elegantes y fastuosos. 

- ¡¿El maldito baile era hoy?! Con las mismas se giró y volvió a salir en dirección a los dormitorios.

Danio había bajado sin muchas ganas al comedor. Su plan principal era quedarse a leer en su dormitorio, pero no podía seguir ignorando el hambre que amenazaba con interrumpir su lectura. Así que tras vestirse con la túnica, bajó con su libro bajo el brazo.

Se detuvo momentáneamente cuando le recibió la belleza de la decoración del gran comedor, cayendo en la cuenta de qué día era. Con todas las noticias malas y sus intentos por evadirse de la preocupante realidad, no era raro que se le hubiera olvidado, ni que se sintiera un tanto raro frente a la alegría de algunos de sus compañeros.

Buscó un sitio en la mesa de su casa, encontrando vacío un asiento frente a Amelia Spencer, justo a tiempo para presenciar un par de bromas entre ella, Jeremy y varias chicas de otras casas. 

-Feliz navidad.-sonrió a sus compañeros, un saludo que no se sabía si era genuino o por obligación, y sin añadir más, fue a por la comida. Tras servirse, abrió el libro y lo colocó en una esquina en la que no molestará. Parecía que su plan navideño era un tanto diferente al del resto, aunque aún así seguía prestando atención a lo que decían el resto. Claro que no era difícil hacerlo cuando usaban un maldito Sonorus para hacerse oír.

-¿De quién hablas?-preguntó Danio con los dedos todavía en los oídos, no sea que el chico decidiera volver a responder con ese megáfono.

    Erika se encontraba recostada sobre la mesa, vistiendo su pijama, una bata para el frío y pantuflas a su vez que sus manos se encontraban jugueteando con una copa vacía cual gato al encontrar algo que rueda, el por qué de su ropajes ?, sencillo, en estas fechas por lo general las pasaba en familia mirando programa programas muggle y a pesar de los tiempos que estaban corriendo ella no iba a perder sus tradiciones.

   Feliz navidad Gon~zo - saludaba a su compañero como saliendo ligeramente del trance que aquella copa le estaba produciendo , solo para levantarla y apuntar a alguno de mis compañeros con esta - ¿ alguien me la llena ?, tengo pere~zaaaaaaa... - a pesar que la ponchera se encontraba a solo pasos de Erika.

Buen día. - digo ingresando al comedor con un rollo de pergamino bajo el brazo, mientras los demás ocupaban su tiempo en actividades banales, alguien debía buscar la forma de mantener seguro el castillo.

Tras encontrar un lugar tranquilo en la mesa de mi casa, procedo a desplegar mi pergamino en el cual se puede ver un mapa detallado del exterior del castillo y sus accesos.

Acto seguido tomo una taza de chocolate y un sandwich para luego ponerme a trabajar en mi plan en caso esos asquerosos mortífagos lograsen poner un pie en los terrenos del castillo. 

Volar el puente y tentácula venenosa en el patio trasero deberían darnos una buena oportunidad y quizá lazo del diablo en este pasadizo... Sí, tal vez funcione.

Tras realizar un par de trazos en el mapa me rasco la cabeza intentando encontrar fallos en mi plan, una sola puerta abierta y estábamos más que muertos.

Ya había pasado casi un mes desde la última lechuza de mi familia así que, era mejor asumir lo peor y seguir adelante, para que abrigar falsas esperanzas, eso sólo me haría vulnerable y no era el momento ni el lugar para ello.

Solo intento apelar a que hagan uso de la razón, Amy. Lamentablemente se que no harán caso de nada de lo que diga, pero esperaba que dado lo delicado de el momento que estamos viviendo sean un poquito más sensatos y dejen de perseguir sus hormonas alocadas.

Le respondo a Amy y sigo mi paseo por las distintas mesas para ir saludando a la mayor cantidad de alumnos posibles.

Lamentablemente Iwan, creo que Gandalf solo ha Sido una inspiración del Gran y real Merlin. Y créeme que lo he buscado en todas las referencias y removí la biblioteca de Hogwarts en busca de algo que no lleve a la existencia de Gandalf, pero no. Nada.

Le respondo a Iwan, pero también lo comparto con Danilo que consultaba sobre quién hablábamos. Luego paso a la mesa de los tejones justo en el momento en que Erika pide perezosa mente que le rellenen la copa. Así que le sonrió tomo su copa y la cargo se ponche para luego hacer lo mismo con ma mía y brindar.

Feliz Navidad Erika! Que raro verte por aquí en época festiva, en tu casa también suspendieron los festejos por lo que pasa en el mundo mágico?

Holly llego al gran comedor con un abrigo bajo el brazo, tenia intención de salir afuera a observar un poco la nautraleza en esos dias de nieve, pero el temporal una vez mas, se lo impedía, así que dejo el abrigo sobre una de las sillas, algo enfadada. Se tapo la boca para disimular un bostezo.

-Buenos dias a todos y feliz navidad.

Dijo con la mejor de sus sonrisas para luego volver a enfurruñarse un poco.

-Con este tiempo es imposible salir a explorar la naturaleza, no tengo ningunas ganas de pillar un resfriado

Miro un momento a Dwenrigar

-A mi me Gandalf me recuerda al antiguo director Dumbeldore, la descripcion, el porte y los gestos, que se méntan en los libros, no dejo de verlo como si fuese el, tal vez era una identidad secreta.

Antes de que Erika contestara a Dwen (su nombre era demasiado largo y enrevesado para memorizarlo), Rachel alzó la barbilla en su dirección.

—Querido Dwen, creo que el quid de la cuestión no está en suspender una fiesta. Los señores progenitores piensan que sus hijos están más seguro en Hogwarts que en sus propias casas. De nada— alzó la copa en su dirección y bebió a su salud. Para ser un cuervo, águila o lo que fuera el pajarraco de la casa de Ravenclaw, no parecía especialmente espabilado.

Tras este pequeño inciso, volvió a centrarse en la deliciosa cena.

Effie entró en el gran salón procedente del pasillo que llevaba a los dormitorios Hufflepuff algo tarde, pero bien ataviada para aquel señalado día navideño.

Todos los detalles de su aspecto parecían competir entre sí por ser el más llamativo y hortera homenaje navideño. Pero, si algo caracterizaba a Effie, es que ni por la más remota neurona de su tejido sináptico se le había pasado la idea de llevar nada de aquello por llamar la atención. Si de algo podían estar todos seguros era de que cada uno de aquellos llamativos detalles no respondían a otra cosa que no fuera "Es Effie y es Navidad".

Llevaba puesto un colorido jersey de motivos navideños, una diadema con cuernos de reno, una nariz de bola que emitía luz roja, entre sus manos llevaba una gran bandeja de horno con cinco hileras de galletas de jengibre recién horneadas (que indicaba el verdadero punto de inicio de su desplazamiento y cuyo olor anunciaba su llegada con antelación) y, quizás lo más navideño de todo, en la cara llevaba una sonrisa tan grande y luminosa, que los tres sabios de Oriente no hubieran tenido ningún problema para guiarse con ella camino a Belén. Al final, lo más discreto que podía verse en ella eran los vaqueros ceñidos, de un azul tan pálido que podía pasar por blanco.

Entró al gran salón serpenteando por entre las mesas de sus compañeros de promoción y profesores felicitando la Navidad y ofreciendo galletas recién horneadas a diestro y siniestro (a griffindor y slytherin) como si en verdad estuviese ajena por completo a las amenazas del exterior. 

¡¡¡Feliz Navidad a todos!!!

Vamos, profesor, ¡coja una galleta! ¡Son la receta secreta de mi Yaya!

Tú también, Félix. Y no seas tan pesimista: ¡Es Navidad! - ¿Acaso eso no era un argumento válido? Desde luego, en la cabeza de Effie no sólo lo era: Era el único argumento válido.

Iwan, Daniel, Dwen, Holy. ¡Coged una! - Su cara dejaba bien claro que no había entendido el sarcasmo ácido del primero metiéndose con la estatura del profesor. Tampoco parecía saber quién era ese tal Gandalf del que hablaban.

Y vosotras Anabelle, Victori... ¡¡¡WOW VICTORIA!!! ¡50 puntos para Griffindor! - Dijo al ver su vestido

Continuó serpenteando y de la mesa de los leones pasó a la de los verdes y ofreció una galleta a Rachel y luego a Amy.

Y otros 50 para Slytherin ¡Menudas curvas, Rachel!

¡No seas mala Amy! Ni Anna ni Victoria necesitan caerse en la nieve para ser dos ángeles.

¡Vamos, vamos! ¡Coged sin miedo! ¡Si os las acabáis haré más en un periquete!

Volvió al gran salón ataviada con el vestido que le habían mandado sus padres. Todo el que lo había visto se había quedado con la boca abierta, no era sexy ni provocativo, simplemente era bonito, muy bonito.