Partida Rol por web

Te encuentras frente a las nuevas oficinas de la CCG en Kyoto, unas amplias estructuras recientemente puestas en funcionamiento que destacan a simple vista. Los azulados ventanales del edificio principal reflejan de forma completamente limpia los rayos del sol, y un pintoresco predio verde muy bien cuidado rodea el área circundante a las oficinas, brindando al aire de una sensación de pureza que se hace notable al respirarlo, mientras que el sonido de los cantos de las aves es llevado por una brisa primaveral a tierras lejanas. De cuando en cuando bandadas de pétalos rosáceos y blanquecinos de cerezos en flor surcan los cielos en formación, apacibles y sosegados, conformando todo en su conjunto un espectáculo digno de contemplarse que resulta tanto agradable como placentero a la vista por partes iguales.

Pero ustedes no están aquí por este espectáculo, están aquí por algo mucho más importante que hace que sus corazones se agiten y palpiten con fuerza. Cada uno de ustedes tiene habilidades únicas que los hacen idóneos para recibir un arduo y dedicado entrenamiento; por recomendación, méritos alcanzados, destreza demostrada o potencial vislumbrado por sus futuros instructores todos y cada uno de ustedes fueron escogidos para ser parte de este selecto grupo de aprendices. Conforman sin duda el grupo de aspirantes a investigadores con mayor potencial que la CCG tiene actualmente, aunque es largo el camino que los separa de volverse investigadores como tales. En unos años, cuando su entrenamiento haya finalizado, se espera que se conviertan investigadores ejemplares capaces de defender a la humanidad de su mayor amenaza y enemigo, de aquellos seres destinados a asesinar y lastimar a otros sin ninguna clase de culpa ni remordimiento: los ghouls. Aunque muchas de sus habilidades son diamantes en bruto, se les ha prometido la oportunidad de perfeccionarlas hasta límites desconocidos en beneficio de Japón y todos sus habitantes.

Algunos le habrían dedicado al paisaje unos minutos mientras que otros habrían caminado hasta la entrada principal a paso ligero, y tal como decía la carta de aceptación, dentro alguien los esperaba.

—Bienvenidos —los recibió un hombre de apariencia amable—. Seguramente mi rostro no les resulte familiar... Mi nombre es Nimura Furuta, soy el ayudante de Kijima Shiki, quien como por supuesto ya saben será su instructor —explicó con una sonrisa—. Un placer recibirlos. Por favor, pasen —indicó haciéndose a un lado y señalando con sus brazos la gran sala a la que acababan de entrar. Habían múltiples mesas preparadas con una buena variedad de platillos, los cuales iban desde los clásicos sándwiches de jamón y queso y panes saborizados hasta otros un poco más extravagantes como podían ser múltiples postres cuyos nombres serían desconocidos para la inmensa mayoría de los presentes y sus sabores no destinados a cualquier paladar—. Tómense su tiempo para ponerse cómodos y presentarse. El señor Kijima no debería tardar en llegar.

Si había algo curioso de todo aquello era que a pesar del tamaño de las instalaciones y de tantos detalles que parecían haber sido preparado exclusivamente para recibirlos, todo parecía muy vacío. No se veían guardias, meseros, recepcionistas ni ningún miembro del personal del lugar más allá de Nimura y...

Él. Se trataba de un chico se apariencia extraña; su pelo era blanco y tenía la parte inferior de un ojo, cuello, manos y brazos cosidos con un llamativo hilo rojo. Vestía una camisa blanca y descuidada con tirantes azules conectados a un par de pantalones negros que le llegaban hasta las rodillas. Llevaba pantuflas rojas en lugar de zapatos de vestir y un aura algo inquietante parecía acompañarlo. Se asomó desde detrás de la espalda del ayudante de Kijima, con un sándwich en la boca y una mirada curiosa. Una vez hubo tragado el aperitivo, les mostró una sonrisa amistosa.

—¡Mi nombre es Juuzou! —exclamó con entusiasmo—. Si se preguntan por qué está todo tan vacío... Creo que no deberían preguntarme a mí, ¡yo tampoco lo sé! Como sea, espero que nos llevemos bien. —Y sin ninguna otra aclaración que hacer, se alejó dando saltitos hasta una de las mesas en donde la esperaban numerosos platillos con la intención de coger uno.

—Veo que eres igual de descarado que siempre, Suzuya-kun. Disculpen su brusquedad, él es Suzuya Juuzou, y aunque no lo aparente es un habilidoso investigador de Rango 2. Será otro de los supervisores del grupo. En cuanto a que todo esto está muy vacío... —comentó mirando a sus alrededores en busca de figuras que no estaban allí—. Lo cierto es que tiene razón. Las instalaciones han sido puestas en funcionamiento como tal por primera vez hoy mismo y el señor Kijima quería tener todo el complejo enteramente para ustedes al comienzo, o al menos eso es lo que me ha dicho —confesó con una renovada sonrisa antes de volver hasta la puerta para recibir a quienes aún no hubiesen llegado.

Después de un duro entrenamiento para convertirme en un gran recluta para investigador, logre llegar a la CCG, el especial a las nuevas oficinas que estaban el Kyoto. Así que tuve que tomar las maletas y irme de Kanto para Kyoto (regalar mi gato Kibou a un amigo cercano y dejar mi pequeño pero cómodo departamento)... ya que los dos lugares  estaban algo lejos y no podía ir y venir todos los días, pero el esfuerzo de llegar tal lejos para detener e los Ghouls, era todo un gran deber, así que tuve que dejar muchas cosas atrás.... 

ras mi llegada a la instalaciones, muchas emociones pasaban en mi estomago por ver tanto brillo en un solo lugar... o tal vez era que tenia hambre por el largo viaje... de todas las formas estaba emocionado de varias maderas (¿Ver cosas es una de esas?). Tal vez mis habilidades de historiador de los Ghouls me ayuden a mejorar mi capacidad como investigador... aun es raro que el pleno siglo 21 nos acordemos que existen los Ghouls.... dios perezoso... me quede viendo un poco el paisaje antes de entrar a la puerta principal. De todas formas no había mucho que hacer.

A entrar en la puerta principal, fui recibido por cadas conocidas dentro del mundo de los detectives, se encontraba el educado Nimura y el roba -heterosexualidad- Suzuya,  Aun que me sentía cómodo trabajar par a par con agentes conocidos, aun tenía mis dudas... por los rumores que llegue escuchar de ellos... pero fuera que fuera... ya estaba bajo su bando, así que no tenía tiempo para preocuparme... tras su presentación solo me quede cayado, (¿quien interrumpe?).  Solo esperaba que llegaran mas personas para presentarme, ya que al parecer era uno de los primeros en entrar.

Quien diría que llegue a este lugar, con dos palos y una piedra...

Sin mas que hacer... me fui a una de las muchas sillas y saque de mis cosas, unos cascos un viejo mp3, para escuchar algo de música mientras entraban mas reclutas.  Voy a poner algo suave.

Creo que no tiene nada de malo escuchar algo mientras todos entran.

La pequeña Shiro Kuro miraba de un lado para otro, entusiasmada por ver todo aquel lugar de arriba a abajo y de abajo a a arriba, incluso de izquierda a derecha; pero nunca de los jamases de derecha a izquierda; eso es algo propio de los villanos. - Por lo que tras revisar el entorno y hallar a aquellos dos jóvenes que parecían trabajar en la agencia, sonrió ampliamanete.

¡Nî Haô!

¡Yo soy Shiro Kuro, pero me podéis llamar Pandita!

Y esa era la presentación que iba a hacer, ni más ni menos. El lado positivo de todo aquello era que al llevar una capucha e incluso unas garras de oso, no sería muy difícil de olvidarse de su apodo como "Pandita".

Estaba ya estaba acostumbrado a este tipo de sensación pero...  Este lugar es bastante bonito, claramente en el aspecto estético.

Vi a una pequeña joven con capucha de Panda, que observaba con tanta emoción como yo las cosas. Supongo que este será mi nuevo lugar de establecimiento, aunque quién sabe, me he informado que la tasa de Mortalidad en este trabajo es bastante alta, pero es algo que todo recluta sabe.

Me recuesto en una pared, saco del envoltorio un Caramelo de Cereza y me lo llevo a la boca. Y me quedo esperando a ver que tipo de personas son las que aparte de las otras dos que vendrán.

Uh, el día ha llegado. 

Los nervios atenazan con facilidad a Yua que de repente llega el día de personarse en aquel edificio con la intención de postularse para ser Investigadora. Su vida en sí es psicodelia pura, no para en todo el día y vive llena de amigos porque le encanta estar con gente, conocerla y disfrutar de un momento único. La cuestión es que ahora toca una etapa un poco sería de su vida y no es muy consciente de lo que puede pasar. ¿Perdería su magia? ¿La diversión? 

Ya con una sonrisa nerviosa dibujada en su rostro aparece en aquel lugar, no se ha matado con el estilo y creo que ya falla con su imagen por ese toque informal que le ha puesto. No obstante su carisma es la mejor baza que tiene, así que dando un paso hacia delante cuando se encuentra en el interior del lugar, saluda con un gesto bastante amable, rebosante de simpatía. 

—Hey, hola. ¡Por aquí Yua! —saluda. 

Desvía la mirada hacia el chico que habla antes que ella y lo observa un poco, visiblemente curiosa en actitud. No ha dicho nada pero su apariencia es cuanto menos llamativa, aunque no desea intimidar con sus aires de buen rollo. Además el pandita está allí, presentándose también y Yua le divierte aquello. 

—Pandita, encantada—responde divertida. —¿Lindo lugar, no?

Luego hay otro chico que se queda en un rincón y parece estar comiendo un caramelo, momento en el que la rubia se relame un poco. No obstante se queda quieta, que sino son cinco minutos de pura inquietud. 

     Willian se había quedado anonadado admirando la instancia, de donde provenía era complicado encontrar sitios que combinaran bien tanto la arquitectura como la parte natural del mismo... o por lo menos que el molesto neón o carteles no le quitara parte de la presencia ... culturas ... i guess ... pensaba dejando escapar un sutil suspiro ,pero ya era tiempo, seguir en ese es punto especifico no iba ni detener las brizas de primavera... ni el caer de sus pétalos, por lo que sin pensarlo mas simplemente dio su primer paso en lo que se pudiera convertir su brillante futuro

    Sobre el interior... bueno... digamos que sumando tanto el adentro y el afuera de la instancia seguía siendo un bonito lugar a los estándares del joven , pero eso no era lo que ponía el evidente y horizontal semblante en el rostro de Sullivan.

¿ ........, .... .......  ?

Juzgaba mientras miraba a cada uno de sus compañeros novatos, Sullivan conocía muy bien la frase de que el talento podía venir de cualquier lado... pero algunos si que le causaban la impresión de no poseer ni eso.

¡La verdad es que los días tan soleados no me agradaban del todo!

Mientras bajaba de mi moto voltée un poco para ver el edificio que me habían indicado, el reflejo del sol en los vidrios nubló un poco mi vista, subí el antebrazo para disipar mi rango de visión, y así pude rectificar que era un edificio nuevo, se notaba que apenas lo habían terminado de construir.

Dejé la moto en la acera, y arranqué a caminar hacia la puerta principal, desde afuera se veía que ya habían llegado otros posibles reclutas. Cuando entré al salón agradecí que estuviera con mejor clima de lo que hacía afuera.

Al entrar vi como al menos 5 personas, dos chicas con cara de amabilidad, un tipo en la esquina masticando y otro con cara de escepticismo. Al fondo había otro tipo en unas sillas con cascos en sus oídos, decidí irme directamente hacia allá, él estaba escuchando música y yo en realidad prefiero los encuentros silenciosos...el alzó su mirada mientras me aproximaba, hice cualquier gesto para congraciarme y me senté a dos filas de él. 

Como entré rápidamente no me había fijado de otros dos personajes que estaban al lado de una mesa de recepción, a juzgar por su porte creo que eran los que estaban a cargo...pero el de las pantuflas rojas?? No sabía con certeza cuál podría ser su rol, pero bueno...dejé pasar ese pensamiento y me dediqué a divagar en otros tantos mientras supongo, terminaba de llegar el resto de gente. 

Killy llego al edificio en cuestión. Su cara, como siempre, no mostraba ninguna expresión perceptible, ademas estaba llena de pequeñas cicatrices. Regalos de los múltiples Ghouls que ha matado. Iba vestido totalmente de negro, aunque el preferiría estar usando su uniforme de combate, el era una de esas personas que solo se sienten tranquilas con un ambiente hostil. No era un hombre de muchas palabras, nunca lo fue y nunca lo sera. 

Parece ser que la mayoría de los invitados no han llegado todavía, eso significaba que tendría que esperar. Recién llego al edificio los recibió el investigador Nimura y el Investigador Juuzou. Killy ya había escuchado bastante del investigador Juuzou. Pero de este otro, Nimura, no mucho. Pero eso no importaba, si el es uno de sus superiores, Killy seguirá cualquier orden que le de. 

Después de que los investigadores le dieron ordenes de esperar, Killy fue hacia un pilar y se paro junto a este, a esperar.

Por lo visto más gente llego... Eso es lo que pensé, la gente que va llegando es tan diversa que te hace pensar que el mundo es un lugar extenso.

Pero... no dejó de creer que todo es tan tranquilo. Puede que no me haya dado cuenta, superficialmente no hay nada fuera de lugar. Espero que mi impresión no sea errónea.

Me doy cuenta que mi Caramelo se acaba... Entonces me llevó otro más a la boca. Traigo tres paquetes de las marcas que usualmente compro; Espero no ser de los únicos con experiencias y antecedentes en el tema de los Ghouls. Miro de reojo el alrededor, y vuelvo a seguir en espera del resto.

< cool >.

¿Hacía cuanto que no pisaba Kyoto? Debe ser verdad eso de que volver a tus raíces tiene su encanto. La ciudad estaba tan preciosa como la recordaba, y las oficinas de la CCG no se quedaban atrás. ¿Quién sabía? Trabajando en un sitio así, quizá hasta resultaba que por fin echaba raíces, después de pasarme años dejándome llevar por cada impulso frívolo que se me pasaba por la cabeza. O quizá no. Quizá este era solo un salto más en mi extraña carrera. En descubrirlo estaba la gracia.

Y no lo iba a descubrir quedándome como un poste en la puerta, así que las piernas hicieron lo que tenían que hacer y me llevaron donde tenía que estar. El edificio tenía su qué por dentro, pero era la comida la que invitaba a quedarse. O quizá no solo la comida, pensé mientras ojeaba a algunos de los otros aspirante. Aspirante. Si me paraba a pensar en eso, casi parecía que estuviera caminando hacia atrás.

—Hiroshi Okamura,  < nice to meet you > —saludé mostrando la más encantadora de mis sonrisas, y hasta la última de ellas era encantadora—. ¿Así que todo el complejo para nosotros? ¿Nada de sorprendernos con una explosión de luces, globos y confetti? Se me va a partir el corazón.

Pero se me partiría con el estómago lleno. No iba a hacer el feo de no apreciar aquel banquete que habían dispuesto para nosotros, así que me agencié un par de canapés hechos con ingredientes que a primeras no me querían ni sonar. No hay que saber de qué está hecho algo para disfrutarlo, justo como no hay que conocer a otra persona para disfrutar de su compañía.

Echaba en falta algo para mojar la garganta, pero imaginé que tampoco querían que nos lo pasaramos tan bien. Toda una lástima, porque es la receta secreta para romper el hielo. Habría que apañarselas de todas maneras, así que por lo pronto robé un par de canapés más y me acerqué a la rubia que se había presentado como Yua, ofreciéndole uno.

—¿Te apetece? Es una mini tartaleta de salmón con holandesa. Toda una delicatessen —me inventé descaradamente, con una expresión a medio camino entre divertida y maliciosa.

Con semejante alegría Yua ni siquiera ha interceptado el banquete que se encuentra allí y para su suerte, alguien se acerca con algunos canapés. La verdad es que la rubia siente que el lugar obra desde una sincronía perfecta ya que cae en la cuenta de que hay comida y le llega a la mano. ¡Es mágico! de igual manera desvío la atención hacia el chico que se acerca para que no piense esto de que mi atención solo es por el alimento. 

—Hey. Claro, se ven geniales—responde con una sonrisa, más natural. —Si tu lo dices, debe ser así. Entonces creeré en ti, en caso de que algo me suceda, recuérdame como una heroína en esta historia. 

Aquellas palabras fluyen natural, como un torrente de empatía y buen rollo porque Yua es espontánea, maja. Además tras hacer un pequeño recorrido visual a su compañero apenas simulado, descubre que no se ve nada mal. Tiene un estilo único, llamativo por sí solo y está muy segura de que esos brazos deben ser muy fuertes, más allá de la diferencia de altura existencial que tienen entre sí. 

—Yua, encantada—se presenta y extiende la mano. —Hiroshi... ¿Verdad?

No es muy buena recordando nombres, pero si los asocia con alguna situación peculiar no se los olvida jamás. Material de sobra tiene con él. 

Está gente le encanta la comida. En base a lo que observó en dirección hacia el Banquete de Bienvenida. Están en todo su derecho, pero si comen de más les dolerá el estomago después. Después de pensar eso, vuelvo a lo mió.

Solo falta que el resto también vayan por la comida. Saco un tercer caramelo y hago lo mismo que con los anteriores... solo que ahora saco un Nintendo 3DS XL y juego al Monster Hunter 3 Ultimate.

Diego ignora a todos, pues tenía los ojos cerrados y con la música no se enteraba de nada de nada...

Mas bien... a este paso puede llagar a tercer ojo.

No solo había llagado a un nivel de concentración y relajación... sino que ahora estaba pasando por un pensamiento mas profundo y sub real, sino un pensamiento mas allá de sus capacidades humanas... haciendo preguntas sobre el universo como de la misma existencia, sobre la tierra, el universo, la sociedad, la humanidad y los Ghouls, incluso llega a casi comprender el propósito de la humanidad tras pensar que hacemos como el presente  y a donde nos dirigimos.... 

Y llego a la conclusión que el Socialismo no funciona y que no es buena idea reconocer los 10323023 géneros, porque se tenia que construir baños para cada un genero.

La llegada de Goro Arata Yuki no se hizo esperar, estaba entusiasmado no solo por llegar al lugar, sino también por conocer a toda la gente nueva e interesante que había en el lugar, tanto a los nuevos reclutas como él, como a los viejos y más experimentados hombres que estuvieran merodeando por las Instalaciones.

Y muy a su pesar, eso fue lo primero que más le decepcionó a Goro Arata Yuki, el hecho de que los hombres experimentados no estuvieran por el lugar ni se dejaran ver tan facilmente. ¿Acaso se habían ido todos a algún otro lugar?. ¿Estaban todos en las duchas?.

Y la pregunta más importante: ¿Eran duchas públicas?. Estaban en japón por lo que es más que probable que sí hubiera unos bonitos y amplios baños públicos para todos los muchachos de esbelta figura y poderosos músculos; pese a ello, decidió preguntarlo abiertamente alzando una mano.

¿Hay baños públicos en estas instalaciones?

Mientras decía esto, lentamente se fue acercando a Tsubame Ashimoto.

Estoy muy cansado y sudoroso por el viaje hasta acá. Y me vendría bien un buen y relajante baño.

Acercándose al oído de Tsubame Ashimoto, dijo:

¿Me acompañarías labios dulces?.

 Komani llegó hasta aquel edificio y, sin reparar demasiado en el aspecto del mismo o en sentimientos respecto a ser una próxima miembro del CCG, entró por la puerta principal y escuchó a los encargados dar instrucciones. Comer y esperar; era lo que había que hacer en cuentas resumidas. Komani se aburría rápidamente luego de haber esperado dos minutos sin hacer nada. Así que buscó alguna forma de pasar el rato y divertirse.

 Lo primero en lo que se enfoca Komani es que había uno de los presentes, Diego Sandiego, que se encontraba profundamente enfocado en su música y en un momento de paz personal muy poderosos. Se hizo presente una sonrisa picaresca en todo su rostro, ya sabiendo lo que iba a hacer a continuación. Silbando inocentemente, se acercó de a poco al distraído compañero y, de un momento a otro, le subió el volumen de sus cascos al máximo, para provocarle un buen susto al muchacho.

- Kukuku... hay que estar más atento, kukuku... Komani Chazu, ¡un gusto!

 Aparentemente, Komani le hizo una broma a Diego. Aunque los tímpanos del muchacho no apreciarían el chiste detrás de aquella acción de la muchacha.

Akane llega a Kyoto acompañada del chófer de la familia, éste se detiene justo delante de la sede de la CCG, un impresionante edificio con grandes ventanales. Al detenerse el vehículo el conductor se gira hacia el asiento trasero donde la muchacha sigue enviando whatsapps con el móvil

-"Señorita Akane, ya hemos llegado a su destino"-Dice con un tono servicial

La chica levanta la mirada y después baja la ventanilla para observar mejor el lugar. Tras unos segundos de silencio abre la puerta y sale del coche. -"Gracias Hitoshi, puedes volver a casa, y dile a papá que no se preocupe por mi, que me portaré bien" -Y sin esperar respuesta del chófer se dirige hacia el interior del edificio.

Una vez dentro observa la sala, nada del otro mundo, alguna mesa con comida, seguramente como bienvenida, y diversos y dispares personajes. Los dos primeros que se dirigen a ellos resultan ser sus instructores. Los demás están ahí por el mismo motivo que ella, llegar a ser investigadores.

-"Me presento, soy Akane Shiobi, agradezco esta bienvenida, estoy hambrienta"-Dicho lo cual se acerca a una de las mesas y coge un sandwich para empezar a comer mientras espera que acaben de llegar el resto.

Tsubame llegó caminando al edificio con las manos en los bolsillos, mirando los alrededores con curiosidad. Se esperaba algo mucho más gris, cuadrado, monótono y aburrido, como solía ser el clásico estilo de la CCG, sin embargo, se había sentido algo sorprendido al ver la inmensa paleta de colores que se podía ver en el ambiente.

-Hola, me llamo Tsubame... -dijo tras entrar al edificio con aparente fastidio, ya que los eventos sociales no eran en absoluto su punto fuerte. Estaba a punto de coger un sándwich cuando un súbito susurro lo tomó por sorpresa, haciéndole sobresaltarse-. ... -Tsubame revisó a Goro con la mirada de arriba a abajo, dejando entrever cierto desprecio en sus ojos-. No... -musitó-. Déjame en paz -advirtió con seriedad antes de alejarse en dirección al punto menos poblado de la sala que pudiese encontrar.