Partida Rol por web

Tsubame Ashimoto ha llegado al Más Allá. No parece tener muchas ganas de hablar.

-Tsubame-kun necesito que seas honesto conmigo, dime cuantos más hay... tu debes saber quienes son el resto, ¿Acaso son Okabe-san y Ying-kun Ghouls?

Tsubame no parecía dispuesto a hablar.

Cambiaré de estrategia.-Por favor confirmame aunque sea lo si Ying-kun y Okabe-san nos traicionaron. Y adicionaré. Si pudiera hacer algo en mi poder, para complacerte lo haría.

Tsubame no parecía dispuesto a hablar.

Ante el silencio de Tsubame-kun pienso.Vaya, que decepcionante... Sin decír más vuelvo a estar consciente de lo exterior. Hice lo que pude, haber en que parte del juego en la Tablet me quede. -Cuidate Tsubame-kun está no será la última vez que te visite. Le digo mientras me volteo hacia un fondo oscuro.

Uno a uno, los tres nuevos muertos llegaron a aquel lugar. Era extraño y no se parecía a nada que hubieran visto antes, y aunque era calmo definitivamente no era como el cielo que describían distintas religiones, era un lugar en donde se tenía una sensación de incomodidad casi permanente, aunque teniendo en cuenta que posiblemente estuviesen allí durante el resto de la eternidad, lo que mejor podrían hacer era ir acostumbrándose.

Hama se quita las gafas con cuidado. Esta de espaldas al resto. Inspirando, aunque el aire ya no entra en sus pulmones. Espirando, aunque recuerda bien el dolor del cuchillo en su pecho. Se gira hacía sus compañeros. En concreto, hacía Shiro. Una sonrisa calmada en sus labios.

—Oi. Así que atacándome en mitad de la oscuridad, ¿eh, cobarde?

Y las gafas se rompen en pedazos dentro de su mano. Sigue sonriendo, pero esta vez no se molesta en ocultar su ira. Abre la mano y los cristales caen al suelo. Como si fueran una colilla a apagar, coloca la punta de los zapatos encima de los trozos rotos y los vuelve a crujir.

—¿Sabes lo que me ha costado llegar hasta donde estoy?

Se pasa la mano por la frente, cerca de su ojo malo, más entrecerrado que el otro y con un aura blanquecino alrededor del iris. Sus uñas cuidadosamente limadas y terminadas en punta limpian la piel que de normal tendría gotitas de sudor, que luego buscan el cuello de su camisa. 

—¡Todos mis logros! ¡Mis planes! ¿Y para qué? ¡Para nada! ¡Una perdida de tiempo!

De un gesto brusco se rasga la camisa, se arremanga. Buscando refrescarse del calor que dan unas telas que ya no puede sentir. Los gemelos y botones caen al suelo o se aferran con fuerza a la tela, colgando de un hilo o dos resistentes. Asomando desde debajo de la ropa, tan ajustada y tan cuidadosamente cubriendo todo su cuerpo, hay marcas de tinta. Tatuajes. Concretamente, de yakuza. 

—Si no estuvieramos ya muertas te mataría con mis propias manos. Hiciste bien en atacarme cuando no podía defenderme, o las cosas habrían sido muy diferentes.—dice con la cabeza ladeada a un lado y hacía atrás, su ojo bien abierto, su sonrisa tensa, la misma que había dirigido horas antes de morir a la misma chica, distorsionada por una ira que parecía estar a punto de embargarla por completo.

Sin apartar la vista de la chica panda, dirige su mano hacía el interior de su chaqueta. Palpa impaciente, buscando algo, y tras unos segundos saca una pequeña cajetilla. Sin mostrar los contenidos, la abre, y mete dos dedos dentro. Su rostro cambia al instante.

-¿Ni un solo cigarrillo? ¡Venga ya, lo que me faltaba! ¡Ey! ¡Vosotros! ¿Tenéis alguno?—para su última pregunta, se gira hacía los dos chicos, Itaro y Tsubame. Se queda sobre todo mirando a este último, sorprendida de verle ahí. Y se frota la frente, intentando ordenar sus pensamientos. No había terminado de asimilar lo que suponía estar ahí, y verle... es como un cubo de agua fría.

De repente se le escapa una carcajada amarga. Nada mejor para expresar lo absurdode haber muerto justo cuando tantas cosas le esperaban. Eso, y exclamar...

—¡¿¿Podemos siquiera fumar aquí??!

A Shiro Kuro no parecía importarle lo más mínimo lo que su víctima le estaba diciendo, por el contrario, decidió ignorar todo lo que saliera de su boca; sea a bien o a mal, era evidente que ambas sabían que por culpa de los actos de Shiro habían terminado las dos en ese lugar... ¿Un acto apresurado y sin una buena meditación?. En efecto. ¿Culpa total de Shiro?. Por supuesto. ¿Merecio la pena?. Pues según Shiro...

¿Has visto como ese joven me desgarró?

Que sexy se puso... no me importaría que lo volviera a hacer...

Al parecer, según Shiro Kuro; todo lo que había pasado había merecido la pena. Todo con tal de ver aquellas fabulosas armas en acción, con tal de ver la sangre correr por las calles y con tal de ver como la gente lentamente perdía la esperanza en la humanidad, los ghouls... y en la vida misma.

-Por si no  se habían dado cuenta, bienvenidos a mis dominios. Les dice mientras las señala a las dos con los dedos. Estas personas nunca pensaron en la responsabilidad de Sumire Hara, nadie más que yo se percató de su complicidad. -No se porque en el fondo quería esto, después de todo la muerte no es el fin. Con esas palabras vuelvo a las sombras a esperar a que me digan algo.

Una presencia nueva apareció en el Más Allá, esta vez se trataba ni más ni menos que de Komani Chazu, otra de las numerosas víctimas a las que en tan poco tiempo aquel supuesto entrenamiento les había arrebatado la vida.

 Komani perdió el conocimiento en el mundo de los vivos y terminó abriendo los ojos en aquel extraño lugar, el Más Allá. Poco tiempo le hizo falta a la chica bromista para darse cuenta de que estaba, en efecto, muerta, recordando sus últimos momentos de completa agonía y desesperación. Momentos que habían terminado, encontrándose ahora con una extraña sensación de paz.

- ¡Noooo! ¡Soy muy joven para morir!

 Komani hace una pequeña dramática sobre como le gustaba estar viva y que era una pena que alguien como ella muriese, sin embargo se ríe en el medio del melodrama y deja de lado aquella pantomima. No era una muy buena broma, después de todo. Lo que si hizo fue acercarse a Itaro con una sonrisa que resultaba hasta amenazante.

- ¡Itaro Kohano, maldito bastardo! ¡Me has asesinado! Tú y el fantasma obeso, kukuku... debo decir que estoy impresionada. Pocas veces he visto a un muerto matar a otra persona, kukuku.

Me sorprende que se haya percatado de que estoy hundido en las sombras. Me acerco con lentitud. -En realidad yo soy el que está impresionado, veras no me esperaba que llegarás tan rápido. Sonaría como malicia en sus palabras pero Itaro Kohano no es esa persona, en realidad lo dice con mucha indiferencia y frialdad. -En fin, ¿supongo que no sabes quién es la amenaza?. Me acerco a ella y de pocos momentos la atravieso cuando la toco. Interesante, mejor de lo que pensé.

A Shiro Kuro le apasionó la forma en la que Komani Chazu murió, sin lugar a la menor duda, no era algo que esta hubiera podido siquiera imaginar, ni siquiera en un millón de años. ¡Que un fantasma regordete viniera a matarle!. Eso sí que era clase. - Con un gesto rápido, Shiro corrió hacia Komani para hablar con ella, no sin antes darle una vuelta y revisar "algo".

¡ Tu muerte ha sido genial !

¡ Itaro Kohano tiene muy buenas formas de asesinato !

Entonces la joven corrió hacia susodicho asesino, aunque a cuenta de terceros. Y tras rodearle un par de veces como en el caso anterior, se vio como esta trataba de bajarle los pantalones a Itaro para ver si tenía este un tipo de arma más propia de los insectos que de los hombres, finalmente la muchacha habló con convicción.

¡ Si todos somos humanos podemos contarnos de todo !

¿O acaso creéis que alguien nos está escuchando?

¿Los Insectos pueden vernos?

¡¿HOLA?! ¿GHOUL-KUN?

 Komani se percata de la transparencia de su presencia cuando Itaro le atraviesa con su mano. Realmente era un fantasma. La de bromas que podría hacer con esa presencia espectral que ella tenía ahora. Aunque ahora mismo la mejor broma era regañar a Itaro por atravesarla sin su permiso.

- ¡Itaro, maldito pervertido! ¡Baka baka! Tengo novio y te va a dar una paliza por toquetón.

 Espera unos segundos para ver la reacción del muchacho, pero no puede contener más la risa y se desplomó a carcajadas. Parecía que estaba lidiando bien con todo aquel asunto de la muerte.

- ¡Kukuku! Broma... no tengo novio, pero tú sigues siendo un pervertido. En cuanto a amenazas... ¡nop! No sé nada. Se podría decir que estoy... ¡en las tinieblas! ¡Kukuku!

 Komani intenta darle una palmada en la espalda a Itaro pero su mano atraviesa el homrbo del muchacho, cayendo así la chica en el suelo o en lo que hubiera abajo de sus pies. Estaba todo demasiado oscuro y tenebroso para su gusto. Cuando aquella persona vestida de panda se acerca a ellos dos y les habla de la forma en la que Komani murió, la chica resopla.

- El desgraciado me hizo sufrir en mis últimos segundos... muy poco caballeroso, debo decir.

No se como hizo pero me sonroje un poco cuando me llamo pervertido. Me enrojezco entre mi mirada al suelo. Idiota, me está incomodando su comentario. Volviendo con su mirada y actitud fría. -Sabes que a veces podemos tocarnos, somos como una masa que nos vuelve tangibles e intangibles. Lo dice mientras mira fijamente la punta de su mano, luego cambia su mirada a la chica Panda. -Es bastante normal haber acabado con ella así, pero creo que pesque el pez equivocado, tuve que haber acabado con Sumire Hara. Volteando por un solo momento digo. -Si revivo acabaré con todos y cada uno de ellos, sean las veces que me toquen intentarlo. Se me marca la penetrante y fría mirada en el rostro.

Aunque su frustración con el tabaco la distrae lo suficiente, no se le escapan las palabras de su asesina. Lejos de responderle, parece encantada con el espectáculo en el que involuntariamente participó al morir. Pero lo que más le afecta es la manera en la que ni se inmuta. Hama siente sus musculos tensarse y cierra los puños, buscando una pared cercana que golpear. Pero en el lugar en el que está no hay paredes. 

—¿Tus dominios? ¿De qué estás hablando ahora?—le responde a Itaro como si escupiera sus palabras. No hay rastro de la amabilidad o simpatía que mostraba cuando estaba viva.—¿La muerte no es el fin? Quizás estés hablando por ti, porque para mí se ha acabado. ¿No les escuchas?

Con una mano gesticula vagamente hacía el lugar de los vivos. Es extraño oírles y verles, como si estuvieran a su lado, pero al mismo tiempo saber que no están ahí. Hama preferiría no oírles, aunque fuera por reducir aunque fuera un poco las ganas que tenía de matar a alguien. Ja. Como si pudiera.

—Prefieren resucitar a la chica panda antes que a mí. Pero seguro que era una habilidad de un solo uso, ¿verdad?—se gira hacía ella y le sonríe con maldad.—No te veo capaz de usar la misma táctica dos veces. La gente ya se lo esperaría y te detendría antes. Y aún así... 

Solo ahora el odio en su voz deja pasar a la amargura. Fuera lo que fuera que va a decir, se queda callada y pierde sus energías. Se agacha y se sienta en el suelo, de brazos cruzados. Así es como recibe a Komani: la camisa rasgada, mostrando unos tatuajes de yakuza antes escondidos, sus gafas rotas desperdigadas por el suelo y su rostro de mala leche. Un desastre tanto físico como emocional. En cuanto la ve, aparta el rostro hacía el otro lado, dándoles la espalda a todos.

Permanece callada en esa posición, evitando hacerles caso... Pero la manera en la que hablan y actúan, como si les diera igual morir o vivir, empieza a ponerle nerviosa, hasta que no aguanta más.

—¿"Si todos somos humanos"? ¿Por qué dais por supuesto que la nueva no es un ghoul?

Después de todo, su muerte parecía haber sido muy rápida. Quién sabe si sería un ghoul al que no le hubiera dado tiempo a transformarse para defenderse...

La chica panda parecía molesta por las acusaciones que aquella víctima suya le estaba lanzando. ¿Cómo osaba a sugerir siquiera que ella no podía matar de nuevo? ¡Claro que podía!. ¡De hecho si le resucitaban era lo primero que iba a hacer!. ¡Matar a la persona que le dijera su "salvador"!. Y si había suerte a tantos otros como pudiera o hubiesen.

¡ Matar nunca es de un solo uso !

¡ Yo puedo matar a todos los que quiera y además cuando quiera !

¡ Aunque al parecer si no mato a un Ghoul ese chico guapo me mata a mi !

Vaya, vaya... Pienso, analizando la situación. -Deberían calmarse un poco, son bastante impulsivas. Hablo con mi usual indiferencia y tono limpio, posteriormente señalo al espejismo de los vivos. -Quién creen que será el próximo en acompañarnos, imagínense. Digo en tono bajo y lentamente, para posteriormente poner mi mano tapando mi rostro a la vez que observo con mi ojo derecho entre mis dedos a los vivos. -Si es Ghoul el que llega, no pensaré dos veces en acabarlo. No me importa que no lo pudiera tocar, aunque sea por un momento en que nos volvamos seres tangibles, lo estrangularía. Quito la mano de mi rostro y me volteo a Okabe-san y Kuro-chan, viendolas directamente con mi mirada, la misma de siempre, nada nuevo en ella.

Hama escucha quietamente a la chica panda, que por fin muestra signos de enfado. Se encoge de hombros, como si ya le diera igual. Lo que no le da igual es lo que dice Itaro, al que dedica una mirada de malas pulgas. "¿Impulsiva? ¿¿Yo??" piensa, aunque a continuación recuerda el origen de su herida en el ojo. Resopla como si eso fuera a hacerle olvidar esa memoria.

—No sé quién será el próximo, pero sí sé que en cuanto resuciten a la chica panda, la volveremos a tener por aquí.

Y les vuelve a dar la espalda, evitando así que vean su cara. Pero a juzgar por el tono con el que le había hablado a Shiro, era probable que lo que ocultara fuera una sonrisa de sorna.