Partida Rol por web

La cosa no iba bien y para peor la varita se le había caído de las manos por el sudor. Kat musitó molesta:

-No, no otra vez.

Dicho esto comenzó a buscar su varita por el piso, un poco difícil debido al remanente del Lumos Solem que iluminaba el lugar.

Encuentras la varita, al tiempo que una voz incorpórea dice:

Dejen de jugar idiotas, ayuden a los otros a matar al enemigo del amo, está herido pero ya llegaron sus aliados, muévanse o los arrojaré al Stigia personalmente. 

¡Maten al perro mestizo y a las dos zorras que lo salvaron las veces anteriores! - rugió la voz mientras los diablillos se internan más en el bosque pasando de ustedes.

Después de revólver las hojas del piso por fin encontró su varita. Lo malo es que los diablillos iban a por su víctima, Kat apuntó hacia uno de ellos y conjuró:

-Flipendo.

Dicho esto disparo el conjuro hacia el diablillo que mas se había alejado.

Seguimos a la carrera a Hellen que ha vuelto a transformarse en pantera, a través del bosque.

- Tenemos que... encontrar la manera... de poder... transformarnos... nosotros también... - digo entre jadeos mientras vamos corriendo.

Al llegar al claro nos encontramos con Artemis al lado de la una figura yaciendo en el suelo y siendo hostigado por algunos diablillos.

- Otra vez. - digo algo hastiada, apuntando con la varita - ¡Exordio!

Freddy vio a los diablillos golpeando a su amigo y se enfureció. Lanzó el patronus contra los enemigos y puso toda su ira en el hechizo. Esperaba que su compañero no estuviera grave.

- ¡Expecto patronus!- gritó mientras guiaba su varita

Allison tuvo que asentir a Mérida, mientras se detenía para recuperarse después de ir tras Hellen a la carrera a través del bosque. - Uf, pues sí.. - aunque no tenían tiempo para planear como conseguirlo, encontraron a Artemis que estaba siendo superado en número por más diablillos. 

Un poco más lejos había un hombre tendido en el suelo, aunque por suerte Daphne estaba atendiéndole. Al escuchar a Artemis, la pelirroja se sorprendió aún más. - ¿El profesor Slughorn!? ¿Pero qué hace él aquí? - preguntó de pronto, pero al ver como los diablillos arremetían contra su amigo, Allison se puso en guardia. Vale, las preguntas luego.

- ¡Artemis! ¿Estás bien? - dijo mientras se acercaba a este para ver si lo habían herido. Y como el resto, apuntó con su varita para descargar toda su furia contra esos repugnantes seres. - ¡Déjenlo en paz! ¡Exordio! - exclamó mientras apuntaba a uno de las criaturas infernales.

Con dificultad me pongo de pie, y me llevo la mano al pecho para comprobar mis heridas.

Ese último ataque sí dolió. - respondo mientras respiro con pesadez.

Gracias chicos casi no la cuento. ¿Todos ustedes están bien? ¿Alguien necesita un Episkey? - pregunto preocupado mientras me siento en el césped.

Vaya dos, las dos perdiendo la varita y por poco no me dio el hechizo de Kat. Debíamos estar todavía aturdidas por la explosión de la habitación. Seguí buscando mi varita como una loca.

- Menudo momento para perderlo, mil sapos y culebras.

Las palabras que oímos me dejaron helada. ¿A quien se referían? Lo que sí tenía claro era que eran alumnos, seguramente nuestros amigos. Con un gesto de silencio a Kat, me fui acercando a donde sonaba la voz para ver quien era.

A pesar de que haber acabado con todos los diablillos que los atormentaban, no significaba que pudiéramos relajarnos.

Era por ello que no había recuperado mi forma humana y volvía a vigilar la espesura en busca de más enemigos u otros problemas del bosque. No podíamos confiarnos.

Mientras Artemis intenta descansar, tres diablillos emergen del bosque e intentan tomarlo por sorpresa, lo que no logran hacer debido a la presencia de Falcor que les bloqueo el paso.

Mientras los diablillos observan a su presa Kat y Jane llegan por detrás de ellos con las varitas listas.

"¿Más diablillos?" pensó Freddy al ver que llegaban tres nuevos enemigos. Daba igual, protegería a sus amigos como fuera para evitar que volviera a ocurrir.

- ¡Expecto patronus! - pronunció con claridad mientras dirigía al zorro hacía los diablillos. No permitiría que se acercaran al profesor o a Artemis.

Mi precaución fue recompensada con estar preparada para la llegada de más diablillos. Lamentablemente, no todos habíamos podido permanecer vigilantes, sobretodo por intentar sanar heridas o directamente estar sufriéndolas.

Aunque no todo eran malas noticias, al tener un objetivo tan claro, los diablillos no habían llegado a caer en mi presencia. Así que aprovechabdo la situación, me lancé con celeridad contra el costado del más cercano destrozándole con mis garras.

Se sentía su pecho demasiado expandido, como si tuviera en lugar de pulmones helio. Lo moví, creyendo que tenía que despejarle la garganta, y me dí cuenta demasiado tarde.

- No...

Se me sacudió el cuerpo. Solo hace falta ver sus labios azulados y los estertores que hace para darme cuenta de que algo muy malo hice. Me llevé ambas manos a la boca, horrorizada.

Entré en pánico. Intenté volver a acomodarlo, pero fue peor. Quise gritar... ¿qué he hecho?

- Parece que los diablillos andan otra vez molestando - dije nada más aparecer - pues démosles un poco de medicina.

La situación no parecía tan grave, si no fuera por el estado del profesor, pero podíamos dejarlo en anos de Daphne mientras nos encargábamos de los diablillos. Apunté a uno de ellos con la varita y pronuncié.

- Flipendo.

A pesar de haber acabado con la segunda oleada de diablillos, aparecieron más dónde se encontraban. Aunque Allison estaba más pendiente del estado de Artemis y del profesor Slughorn. Al ver que el chico aún se podía valer, giró la mirada hacia el profesor tendido en el suelo, Daphne se encontraba junto a él, pero algo no iba bien...

 - ¿Daphne, qué ocurre..? - preguntó intentando mantener la calma a medida que se acercaba apresurada hasta ellos, lo que vio casi le hace dar un grito de horror. Algo realmente iba mal con el profesor, pero no sabía de qué podía tratarse. Intentó examinarlo para ver qué problema tenía. Labios azules, la piel está tornándose azulada... ¿Se ahoga?

- Vale, vale, tranquila.. V-vamos a calmarnos. Tiene que haber una solución... - dijo a pesar de todo lo que ocurría a su alrededor, sabía perfectamente que si perdía la concentración no lograría lanzar aquel conjuro. - Profesor no se rinda, quédese con nosotros. ¡Episkey! - pronunció mientras apuntaba con la varita el pecho de Slughorn, rozándolo con la punta de la madera mientras el hechizo parecía surtir efecto. Gracias a los cielos parece que funciona... Vamos profesor cúrese...