Partida Rol por web

Samantha asistió a clase con las ropas en perfecto estado, así con un libro que se veía muy costoso. Una vez allí, se sentó, y comenzó a prestar mucha atención a las preguntas del profesor. Observó como una compañera levantaba la mano, pero no decía nada. Inmediatamente ella la levantó, y mirando de manera despectiva a la niña que había levantado la mano sin saber, respondió;

Los hechizos paralizantes, como la palabra lo dice, te detiene todo el cuerpo, mientras que los hechizos incapacitantes, afectan a una parte en específico.

Dijo, explicando lo que sabía. Luego llegó la hora de los conjuros. Como ella tenía un control absoluto sobre las artes oscuras, y sabía exactamente qué hacer y cómo hacerlo, retrató los conjuros que el profesor dio en ambas partes de la clase sin problemas. La saeta dio en el blanco, y el conjuro de Locomotor Wibbly logró detener a la araña mecánica. Ciertamente no estaba poniendo lo mejor de sí para hacer esos conjuros, pero lo había logrado.

Aprovechando el ir y venir de los alumnos para practicar los hechizo, me termino acercando a Janelle y le susurro.

- Después te cuento lo de Gales.

Luego vuelvo a mi sitio intentando pasar desapercibida.

Ocupada terminando de escribir algunas cosas en mi cuaderno, las palabras de Hellen me tomaron por sorpresa. Sin embargo, alcé la cabeza y la miré asintiendo, dando a entender que después la buscaría para poder hablar.

¿Cuidado de criaturas mágicas? ¿No era una optativa del curso que viene?

Me pregunto sorprendida mientras me prepara para repetir el hechizo incapacitador con la araña.

- Profesor, ¿sabe si necesitaremos algún libro para esa asignatura? Locomotor Wibbly.

Pregunto antes de lanzar el hechizo, dejando en evidencia que necesitaba verlo más veces antes de intentarlo.

Al terminar la clase tomé de la mano a Kat - vamos a dejar nuestros libros antes de ir - le dije con referencia a nuestra conversación de la mañana. Antes de irnos, miré de soslayo a Hellen y al pasar junto a ella le susurré - te espero en el pasillo del quinto piso.

Kat asintió muda a la afirmación. Había que revisar eso y era el momento.

-Jane, espera que vas muy rápido.-Protestó Kat mientras Jane se la llevaba corriendo.

Tranquilos chicos, vuestros padres ya fueron informados de los libros que necesitan, así que les deben estar llegando hoy por la noche. - respondió el profesor con calma, mientras revisaba sus papeles.

Tras ser evaluado, me retiro del salón en silencio con la intención de practicar algunos hechizos

El profesor Macmillan llegó al aula seguido de un malhumorado Artemis, quien se sentó en la última fila con cara de pocos amigos.

Buenos días jóvenes, el día de hoy tendremos una clase corta, pues los eventos de esta mañana han generado una verdadera conmoción en la escuela, incluso es probable que tengamos una visita del jefe del Departamento de Seguridad Mágica y el propio Ministro.

Bueno, chicos vamos a lo que nos ocupa, el día de hoy voy a mostrarles como realizar el hechizo Depulso. - dice Macmillan mientras se posiciona en medio del aula y presiona un pedal en el suelo.

Acto seguido, cuatro maniquíes emergen del suelo frente al profesor.

Depulso. - con un vigoroso movimiento de varita, Macmillan derriba los cuatro maniquíes

Estaba siendo un día inusual, pero cuando el profesor anunció el hechizo que íbamos a practicar no pude sino hincharme con plena confianza en lograrlo.

El hechizo Depulso era uno que había estado practicando, sin éxito hasta el momento, pero imaginaba que lo único que me faltaba para llegar a dominarlo, era una corta clase para pulir los pequeños errores que estuviera cometiendo. Y no andaba desencaminada, pues lo único en lo que había estado fallando era en el toque de la varita, similar al que había estado haciendo, pero lo suficientemente diferente para que el hechizo no llegara a manifestarse. Así que una vez pulido ese detalle...

- ¡Depulso!

Pronuncié generando la onda a mi alrededor. Lo había logrado y el resto sería práctica, práctica y más práctica hasta dominarlo.

Compungido por lo sucedido, Freddy opinaba que lo mejor que podía hacer era centrarse en los estudios.

Hoy tenía una nueva clase de defensa contra las artes oscuras y sabía que se le daba bastante bien así que se centro en el hechizo que les enseñaba el profesor.

Agitó la varita con soltura y convocó el hechizo.

- ¡Depulso!-. Pronunció sin titubear tirando todos los muñecos con un pulso que hizo tambalearse incluso a sus compañeros.

Estaba sorprendido.

Tras el caos de esta mañana, los profesores nos instan a la normalidad, mandánonos a clase, pero, con todo lo que ha pasado, realmente es imposible volver a la normalidad.

Y eso no hace sino confirmarse con las palabras del profe McMillan, al cual sigo teniendo que ponerle un apodo.

Buff... ¿una visita de burócratas? Si una cosa tengo clara con el trabajo de mis padres es que es aburrido...

Pero saco esos pensamientos de la cabeza y me concentro en aprender el hechizo. Un hechizo que rápidamente se muestra como que puede ser tremendamente interesante y útil.

- ¡Depulso!

Y, miro con una sonrisa como el hechizo funciona y los maniquíes salen volando.

Aunque lo que menos le apetecía en ese momento era dar clase, tenía que reconocer que un poco de rutina no venía del todo mal. Y con más razón después de que el profesor Macmillan anunciase que lo más seguro es que las cosas iban a ponerse más revueltas todavía. ¿Qué pasará con Jackie y los demás? Lo más seguro es que permanezcan aquí. 

El hechizo que debían aprender le resultaba extrañamente familiar. ¿Pero eso no fue lo que me salvó de aquel monstruo? Allison se quedó en silencio, haciendo memoria de lo sucedido, pero no lograba sacar nada en claro. Una vez llegó su turno, realizó el movimiento de varita con cierta soltura. - ¡Depulso! - tras la onda que surgió los cuatro maniquíes fueron derribados.

Al volver a su sitio, se fijó en que Artemis estaba al fondo de la clase. Pero no parecía particularmente contento. La pelirroja frunció el ceño y esperó a que todos terminasen de aprender el hechizo para poder acercarse a él.

Llego a la clase con cara de pocos amigos, pues no tenía la más mínima intención de apartarme de mi padre, pero Dumbledore fue bastante convincente, incluso me puso un chaperón.

En ese momento sólo tenía muchas ganas de largarme de clase y regresar a la enfermería.

Cuando llegó mi turno, presioné el pedal con todas mis fuerzas, al tiempo que empuñaba mi varita con ese especial cabreo que se adueñaba de mi en los momentos de alta tensión, sólo quería encontrar al infeliz que había herido a mi padre y desaparecerlo para siempre.

Apunte mi varita y con voz colérica grité - ¡Depulso! 

Los maniquíes cayeron al suelo sin problemas, luego me senté en mi pupitre mirando hacia la puerta del aula el resto de la clase.

¿Pero qué le pasa?

Me pregunto tras ver cómo se comportaba Artemi incluso tras su momento de realizar el hechizo. En un principio, había imaginado que le habrían chillado, o algo así, quizás por haber metido la pata en su búsqueda de la enfermera al ser víctima del estrés del momento, pero que continuara así durante toda la clase me resultaba extraño.

En cualquier caso, seguía teniendo mi libro, por lo que necesitaba saber si pensaba devolvérmelo o tendría que comprarme otro si no quería que Bane me castigara por no tenerlo. Así pues que cogiendo un trozo de pergamino, escribí unas pocas líneas antes de intentar hacérselo llegar sin que el profesor se enterara.

La nota era sencilla y apenas ponía un "Artemis" para que supieran a quién dirigirla. El contenido era poco más extenso.

Cita:

Logras dejar la nota en el escritorio de Artemis sin ser notada, el garabatea algo en el pergamino y lo deja sobre el escritorio.

Cuando termina la clase se retira sin decirte nada dejando la nota en el escritorio.

Pídesolo a Rihana hoy en la noche.

- Buenos días, profesor Maxmillan - saludé cuando entró el profesor.

La clase de DCAO se me pasó muy lento mientras escuchaba impaciente al profesor. No es que no fuera interesante, es que quería ir saber más de lo que había ocurrido y lo que había ocurrido con los recién llegados. La posible llegada de algún importante mago del ministerio hacía la espera aún más larga.

Tras esperar mi turno para derribar los maniquíes, me posicioné y los apunté - depulso - un ligero movimiento de varita y, sin ningún problema, los cuatro maniquíes salieron despedidos hacia atrás.