Partida Rol por web

Buenos días chicos, soy el profesor Hagrid y estoy a cargo de la clase de cuidado de las criaturas mágicas. El día de hoy veremos a los excregutos de cola explosiva, pero antes quiro hacerles entrega de sus libros de texto. - dice el profesor mientras saca una gran caja de madera de la cuál salen extraños gruñidos.

Cuando el profesor abre el arcón quince furiosos libros salen de su interior y se dirgen rápidamente hacia ustedes.

Bueno abran sus libros en la página 34 y empecemos.

Después de un buen desayuno Kat llegó al patio del castillo, llegó corriendo como era su costumbre. Iba ansiosa pues esta seria su primera clase de cuidado de criaturas mágicas. La clase la iba a dar el guardabosques Hagrid lo cual emocionó a Kat, al ver al amistoso gigante lo saludo de lejos con la mano y dijo:

-Hola Señor Hagrid.

El guardabosques empezó fuerte pues soltó unos libros feroces cual perros de ataque, otro se hubiera puesto a correr pero no Kat, pues esta situación le era familiar. Sin moverse de su sitió atrapó al feroz libro y antes de que pudiera reaccionar le rascó vigorosamente entre el lomo y la portada, esto calmó los ánimos del libro y lo puso relativamente contento pues ahora ronroneaba como una fiera domada. La rubita le enseñó el libro a Jane y le dijo:

-Esto es normal por donde vivo, el Pitbull de mi vecino Billy-boy a veces se escapa de su casa y tiende a atacar a algún descuidado. El secreto aqui esta en saber donde rascar, que todas las fieras tienen donde rascarle.

Hecha la proeza Kat abrió el libro viviente y buscó en el apartado de Excregutos, lo tenia. Se puso unos guantes y se puso a trabajar con las criaturas, tal como lo indicaba el libro.

Freddy trató de amansar el libro y, por poco, esté le muerde en los dedos. Está era la asignatura que peor se le daba y se notaba que todavía no tenía práctica con los animales exóticos que Hagrid estaba enseñándoles.

Trató de controlar el excreguto, pero de nuevo casi pone la mano dentro de su boca, parecía que hoy sólo la suerte estaba salvándole de perder los dedos.

Bastante indiferente me dirigo a la clase de Cuidado de Bichos Mágicos, al menos al profesor gigantón parece encantarle la idea de dar clase. A mi me deja fría, la verdad. Pero... No es como si me diesen opción de elegir, ¿verdad?

Alzo una ceja sorprendida al ver como abre un baúl y de él sale volando un grupo de libros que se nos acercan furiosos. Miro, con los brazos cruzados al que viene hacia mí, como si pudiera aguantarle la mirada. Y cuando parece algo más calmado, acerco mi mano para acariciar su lomo.

- Anda, no seas bobo, - le digo con un susurro cariñoso - mira que intentar atacarme. 

Lo siguiente que nos pide el gigantón es que abramos el libro y busquemos información de unos bichos. Los esgre... escretu... escregu... Aargh. Los bichos esos. Los que parecen como si alguien hubiera cortado dos escorpiones por la mitad y los hubiera unido olvidándose de poner las cabezas. Y los bichos deben de sentir mi estado de ánimo, pues aunque al menos no me agraden, no paran de moverse nerviosos y agitados a mi alrededor.

- Prefiero las hadas. - digo cuando finalmente no me queda otra que darme por vencida.

Allison llegó emocionada para asistir a la primera clase de Cuidado de criaturas mágicas. Al ver a Hagrid, la pelirroja le dedicó una gran sonrisa mientras se reunía con el resto de compañeros para comenzar la clase. - ¡Buenos días profesor Hagrid! - saludó alegremente, aunque la felicidad duró poco... En cuanto el profesor les entregó sus "libros" a Allison casi le da un vuelco el corazón. ¡Esos libros muerden! Pero... ¿Qué..!?

- A-ah..! ¡C-cálmate fiera! - con gran dificultad, Allison trató de tranquilizar al rabioso libro de texto que daba mordiscos al aire intentando acertar a la niña. Después de un rato de forcejeo, la niña logró abrir al libro por la página pedida por Hagrid.

- U-uf... A ver página 34... Excre-.. ¡AY! - antes de que pudiera reaccionar, una de las criaturas ya estaba atacándola, sin saber muy bien que hacer, al final recibió una "caricia" del bicho. Empezaba a dudar que esos bichos pudieran ser calmados, pero quizá fuera culpa de haber tomado tanta azúcar durante el desayuno y no se mostraba calmada, para infundirles tranquilidad. Nota mental: No comer tortitas antes de clase con Hagrid. - Y que lo digas Mérida. - contestó mientras intentaba alejar a uno de los excregutos que intentaba acertarle con una de sus... ¿colas? ¿Pinzas? Lo que fuera.

La verdad es que me emocionaba un poco la primera clase de Cuidado de las Criaturas Mágicas, siempre quise aprender alguna que otra criatura mágica además de Falcor. Con algo de suerte y hasta convertirme en jinete de hipogrifo.

Cuando llego a los terrenos del castillo, el profesor Hagrid nos sorprende con un enorme baúl del cual salen una serie de feroces libros, uno para cada uno de nosotros. Los condenados libros venían en pie de guerra y la verdad es que yo no estaba dispuesto a ser mordido, así que rápidamente apoye todo mi peso sobre el libro y empecé a acariciarlo hasta que se tranquilizo.

Finalmente pude abrir el libro en la página indicada y hasta termine por cogerle cierto cariño.

Luego el profesor nos puso al cuidado de unos excregutos de cola explosiva, apenas unas crías, pero aún así tenían como defenderse las condenadas, cuando trate de manejar el mío, el muy infeliz me pico.

Ouch.  Condenado bicho si no fuera porque eres un pequeñajo, te pongo en órbita. - digo mientras instintivamente llevo la mano a la varita, ante la desaprobadora mirada del profesor, lo que provoco que me encogiera de vergüenza.

Se me había hecho extraño que nadie se diera cuenta del cambio en la puntuación, o quizás fuera que aún no supieran quién lo había ocasionado. Así que tras un desayuno algo intranquilo, me dirigí con el resto a nuestra primera clase de Cuidado de Criaturas Mágicas.

Tal y como esperaba cuando me preguntó la señora Prince, el libro escogido por el profesor fue su favorito, lo cual supuso que su reacción no me pillara de sorpresa, por lo que cuando vino corriendo hacia mí supe inmediatamente que debía detenerlo o me terminaría dando un fuerte mordisco. Con los ojos puestos en mi objetivo, me transforme y esperé hasta que se acercara lo suficiente, momento en que le puse la pata encima para sujetarlo antes de recuperar una vez más mi forma humana y comenzar a acariciarle el lomo con la otra mano.

- Profesor, quizás debería entregarlos con el cinturón puesto los próximos años.

Le sugiero conforme el libro se va tranquilizando, entonces me reincorporo mientras continúo rascándole y paso a la contraportada en cuanto parece relajarse lo suficiente para sonreír, o lo que sería eso en este libro, para después buscar la página indicada y seguir con la clase en sí.

Los escrégutos eran peligrosos. Más en su variante adulta, pero no estaban indefensos aún a tan corta edad. Pegaban unos chispazos de cuidado que obligaban a tener precaución con ellos, por no mencionar los aguijones o las ventosas de machos y hembras respectivamente. Ni que decir que me llevé algún chispazo, pero pude evitar las partes más peligrosas de los escrégutos.

- Las hadas muerden.

Les señalo siguiendo el hilo de su conversación.

Me mantuve atrás en la clase mientras el profesor explicaba lo que debíamos hacer. 

- ¿Acariciar esto? Seguro que me come la mano - miré con desconfianza al libro - yo lo más fiero que conozco es mi bisabuela y a ella no puedo acariciarla - dije bromeando contestando a la rubita, pero presté buena atención a lo que hacía Kat.

Acaricié el lomo con mano temblorosa y, de pronto, se puso a ronronear. Sorprendida lo abrí y me dejó. A ver si al final resultaba que era una gran domadora de fieras.

La siguiente parte ya no resultó tan fácil. Parecía que en un principio iba a conseguirlo, pero un movimiento furioso del excreguto y me eché atrás de un salto para no volver. Al ver lo bien que lo hacía Kat, la miré maravillada.

- Muy bien, Kat, eres toda una amaestradora - dije aplaudiendo.

Mientras la clase va transcurriendo, en un momento me acerco hasta Artemis y comienzo a hablar con él.

- ¿Vamos directos nada más acabar o necesitas coger algo?

Al escuchar la voz de Hellen, la pelirroja se giró (con cuidado de seguir manteniendo a raya al excreguto que tenía cerca) - Ya, pero son mucho más fáciles de tranquilizar, las hadas tienen truco. - respondió muy segura, antes de que Hellen se alejara para hablar con Artemis.

- ¡Ay! Estáte quietecito, ¿quieres? - dijo dando un paso hacia su derecha al sentir como el excreguto zarandeaba su cola amenazante. Levantando la mano preguntó. - Perdone, profesor Hagrid..! ¿Qué podemos hacer para tranquilizar al excreguto? - preguntó intentando llamar la atención del semi-gigante, mientras parecía hacer un baile con los pies para evitar ser atacada por la criatura.

Al escuchar las palabras de Allison, el profesor sonríe mientras pasa su mano por la barba. 

Muy buena pregunta señorita Kenneth. Los excregutos son un tanto temperamentales y su piquete un poco doloroso, pero las crías son fáciles de controlar si se les acaricia justo en el abdomen o a un lado del lomo.

Mientras los excregutos no desarrollen su caparazón, son relativamente fáciles de controlar, en cambio los excregutos adultos son criaturas un tanto peligrosas y deben ser manejadas con cuidado, aunque hay un pequeño truco para someterlos, pero se requiere la participación de al menos dos magos, pero de eso hablaremos la próxima clase.

Tras escuchar las palabras de Hellen, empiezo a guardar mis cosas rápidamente.

Estoy listo, vamos. - respondo mientras me pongo de pie y dejo de lado al excreguto.

La rubita sonrió ante el comentario de Jane, mientras manejaba uno de esos peligrosos bichos.

-Ji ji, gracias Jane. No es muy diferente de manejar a un gato gruñón de mi vecindario.

La clase avanzó rápidamente y no tardo en terminarse. Kat dejó al bichito con los otros, lo acaricio y le dijo:

-Nos vemos luego, intenta no morder mientras.

Dicho esto soltó una risita y se fue alejando.

Una vez terminada la clase, me alejé encantada del bicho aquel y me despedí de Kat mientras se alejaba.

- Te veo más tarde, Kat.

Y yo también me alejé caminando hacia el castillo.

Llegué a la clase a ver de que trataría...pero cuando llego el libro volando, puedo decir que todo se volvió extremadamente raro para mí, de partida, mi libro me odiaba, se abalanzó sobre mi a lo que solamente respondí ensarsándome a golpes en una dura batalla, hasta que dejó de morderme, dejándome marcas por todo el brazo. Como si de un demonio se tratara, cuando intenté abrir la página se volvió a lanzar contra mí, como si quisiera de verdad hacer una lucha a muerte. Tomé un descanso dandome cuenta de que esa clase no conseguiría nada, por lo que esperé hasta después de clases para que el profesor me ayudara. Si bien el libro ya no me mordía, no me quería hacer caso, y solo cuando llegó el hecho de practicar  spbre ñps exgrutos logré aprender algo de ellos sin heridas esta vez.

Richard llegó a la clase con expectación, y el nuevo profesor le llamó la atención. Recordaba cuando se le había quemado su casa, y había tenido que cambiarse a la escuela. Ahora en su clase, presto atención al libro. Este libro se volvió bastante manso...pero cuando intentó averiguar sobre la materia de la clase, el libro lo mordió sin contemplaciones. Sacó la mano, y solo hasta después de clases con la ayuda del profesor logró averiguar lo que necesitaba.

Samantha fue a la clase de Criaturas mágicas como siempre de manera extremadamente puntual. Como si de un gatito se tratara, cuando el profesor liberó los libros, el suyo vino ronroneando a sus piernas, tras lo cuál ella comenzó a estudiar con absoluta tranquilidad la clase, y una vez terminada esta clase, se fue del lugar.