Partida Rol por web

Hogwarts Express: El Secreto Tras el Silbato

Capitulo 2: Vagón de Primera Clase

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27/07/2025, 09:08
Malvina Halliwell

Vamos!

Notas de juego

quien es la leona?

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28/07/2025, 14:35
Amelia (Amy) Scardford

Dementores... Aquello era quizás lo que más me paralizaba en el momento... Aquello era lo que más me hacía replantearme las cosas más de cuatro veces antes de actuar, miré a Eddie que sabía exactamente lo que habiamos vivido y asentí con la cabeza.

Con todo ocurriendo al mismo tiempo, tomé a Jess en mis brazos para atraerla y que se sentara para que descansase, mientras que al ver el libro abierto tras mi pregunta hizo que casi agradeciera a Gonsito pero... Había aún algo inconcluso en mi mente... - Latidos... ¿Que parte de una locomotora provoca latidos? Igual no era la locomotora, igual era un corazón real... - Y entonces vi a Colton en mi mente, un pequeño y fuerte latido emergió de mi corazón calentandome el cuerpo y en especial mis mejillas que ahora estaban rojas...

Y entonces ocurrió de nuevo. Un patronus apareció ante el cristal, uno nuevo. El libro extrañamente vibraba en mis brazos... ¿Por qué? Lo miré de nuevo para corroborar que todo estaba bien mientras los demás hablaban.

Jess parecía reaccionar y volver en sí - Calma Jess... es algo... dificil de explicar, pero tu hermanito nos encerró aquí y desde entonces pasan cosas raras. No sabemos si es designio de Dumbledore, coincidencia...  que lo dudo, o que... Pero parecemos ser los únicos que podemos salvar la situación. Colton, Argus y Helia fueron a la locomotora al ver que había un fallo y nosotros encontramos esto... Parece ser un hechizo de protección muy fuerte, basado en un ritual, con cuatro magos... Somos cuatro ahora, como dice Eddie, pero... "Cuanto más cerca del corazón, mayor es el pulso". Si tratamos el tren como un ser vivo, igual que Gonsito, que por cierto, el vagón está vivo como el rumor de la sala de los menesteres, la locomotora es su corazón... Creo... Ahora no estoy segura.

Después de haber explicado densamente lo que acababa de pasar en pocas frases y ayudando a la explicación trastabillado de quien tomaba como su hermanito, volví al libro y suspiré por un momento antes de ver al duque acercarse y tocarme la pierna. Lo agarre para subirlo - ¿Que ocu-? - Apenas tardé en decir antes de que sus ojos parecieran conectarse a los mios y una especie de escalofrio me hiciera sentir lo que sentía el... Peligro.

Así que solo había dos opciones, y solo una la que me parecía correcta. Tomé el libro cerrado, al duque y sus crias y lo junté todo en un mismo sitio. Tomé mi mochila y la vacié para luego llenarla con la familia cornualles y tomar el libro en mis manos. Mientras decía - Viene peligro, se aproxima. Miiby me lo ha... No se como lo ha hecho pero... me lo ha dicho. Tenemos dos opciones. O nos atrincheramos aquí y aguantamos junto con Gonsito lo que nos ataque o... Volamos hacia la locomotora más rápido que lo que venga y evitamos que ataquen a Gonsito, para luego hacer el ritual con los demás y... Parar todo lo que esté pasando. - Tras ello fui a donde había acabado la varita de Jess para tomarla y acercarsela - Se que... no me agrada mucho Rowle, pero... Jess te necesitamos. ¿Que me dices?

Tras ello miré a Maria y Eddie... No podía obligarles a venir pero... - Entiendo que por miedo no querais venir, no os obligaré, pero si os quedais protegeros con el mayor poder de protego que podais... No sé como hacer el ritual, pero trataré de ir lo más rápido para que no os pase nada... Salvo... que querais venir conmigo. Gonsito, espero que no te importe. Me gustaría llevarte con nosotros... Pero no sé como.

Notas de juego

En mente tengo una canción para cuando salgan:

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28/07/2025, 19:47
Jessamine (Jess) Rowle

Con la cabeza aún embotada, Amy y Eddie parecieron dar pinceladas de lo que estaba ocurriendo, No me habeis hablado de Damian, estaba aquí cuando yo llegué, ¿No le habeis visto? Pregunté recordando al prefecto de Hufflepuff que me había ofrecido esta insignia. 

Tras escuchar con todos mis sentidos a Amy, solo pude que seguirla. No claro, vamos donde haya que ir, no puedo dejarte sola. Contesté aún entre sus brazos, intentando enfocar la mirada en algo, en el libro, en el vagón, en la puerta, donde fuera. 
Mientras tanto, un extraño ser estaba en el habitáculo, un ser que me afectaba dentro de mí, en el buen sentido. Entonces hacen falta cuatro, soy buena con la magia. O al menos lo era ayer. Dije algo entrecortada. 

Cogí mi varita, intenté ponerme delante de mis compañeros, al lado de Amy, esperando un camino, un objetivo o un lugar. Mirando a la parte trasera de la habitación, con la varita en la mano, aún temblando, la agite con un hilo de voz. Flagrate.

Damian, estamos todos a salvo. 

Sacando toda la entereza que pude, miré a Amy, y después a Eddie y María. Sonreí, pareciendo todo lo que podía a la Jess que ellos habían visto por los pasillos de Hogwarts.  Es el momento chicos, ¿venís?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Bua entró una, he tirado ya que doy por hecho que todo en mí ahora mismo es "una situación delicada", pero es un hechizo de segundo. 
He puesto el bonus por encantamiento en base a esto: 

https://harrypotter.fandom.com/es/wiki/Flagrate

Cualquier cosa me dices. 

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30/07/2025, 07:44
Narradora

El chirrido del tren se intensificaba como una sierra oxidada tallando la noche. A cada paso que daban hacia la locomotora, los sonidos metálicos se volvían más irregulares, más humanos. Gemidos de un titán herido que corría sin rumbo por unas vías que ya no obedecían a la lógica.

Detrás de ellos, la trampilla quedó atrás, pero no el recuerdo del Prefecto.

Malvina fue la última en mirar hacia arriba. La sangre seguía cayendo en gotas lentas, calientes, marcando su piel como si fueran relojes fundidos. Pero entonces, entre la oscuridad y el humo, se encendieron más luces. Una tras otra, como luciérnagas decididas: un cisne de plata, un perro lanudo, un conejo de humo, un caballo pequeño que parecía temblar. Patronus. No suyos, no del grupo… de otros. Vagamente conocidos o completamente desconocidos, pero todos se alzaban hacia el techo, desafiando a la oscuridad que había derribado a Rowle.  Criaturas de luz que ascendían como faroles lanzados al cielo en medio de una tormenta invisible.

La magia respondía. Aun quedaba algo bueno en ese tren.

—Aguanta... —susurró Colton, sin saber si hablaba a Rowle, al tren, o a sí mismo.

La puerta corredera cedió con un clic seco. La llama azul temblaba en el umbral como un juicio silencioso. Argus la cruzó el primero, sin decir nada. Sus labios estaban apretados en una línea pálida y su varita, aunque alzada, parecía más una forma de aferrarse al control que un arma. El silencio tras él era aún más pesado.

El grupo accedió al último vagón de primera clase antes de la locomotora. El silencio les golpeó como una almohada húmeda. Solo se escuchaba el retumbar creciente del tren, un zumbido grave que se mezclaba con el siseo constante de metal maltratado.

Cuatro puertas de compartimentos se alineaban a lo largo del pasillo. Todas cerradas a cal y canto. No era casualidad: Colloportus, el sello mágico de los prefectos, las mantenía firmemente cerradas desde dentro. Los alumnos estaban a salvo, sí, pero también ciegos a lo que ocurría.

—¡Eh! ¿Hay alguien ahí? —gritó Helia golpeando una de las puertas con fuerza— ¡El tren está en peligro!

Nada. Solo el eco.

Colton se adelantó, empujó la siguiente puerta. Inútil. Una sensación de impotencia le subió por el estómago.

Y fue entonces cuando Helia los vio.

Al principio pensó que eran sombras reflejadas por las luces de gas parpadeantes. Luego creyó que era el vaivén del tren, el movimiento duplicado de sus propios pasos. Pero no. Eran cuerpos. Figuras.

Deslizándose al otro lado del cristal, apenas visibles. Como el humo de un recuerdo. Como si la realidad los rechazara, incapaz de contener del todo su forma. Sus contornos temblaban, de forma similar a un encantamiento de Desilusión... pero torcido, inhumano. No se movían con urgencia. Se deslizaban. Lentos, como si saborearan el miedo. Sus cuerpos amorfos, tentaculados...

Bodachs.

Malvina sintió un escalofrío que no provenía del frío. Uno de ellos pasó junto a una lámpara mágica… y esta titiló, como si protestara. Los Patronus comenzaron a desdibujarse. Las criaturas de luz seguían allí, sí, pero su forma era menos definida. Una oreja menos. Un ala que parpadeaba. Como si también ellas sintieran miedo.

Argus… no dijo nada, pero se había llevado la varita a la garganta, apretando el puño con fuerza. Un gesto simple, pero cargado de tensión. No era cobardía. Era preparación. Era el silencio antes del grito.

El vagón ya no parecía vacío. Solo... inadvertido.

Delante, la puerta a la locomotora esperaba.

Y del otro lado, ¿el final?.

 

Notas de juego

Disculpad el retraso, he estado esperando respuesta de Argus. Le hacemos PNJ, mientras el jugador se reincorpora. No tengo noticias suyas.

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30/07/2025, 08:09
Narradora

El silencio en el vagón encantado se había convertido en una calma expectante. Como si el propio aire se contuviera antes de lo inevitable. Afuera, los zumbidos del tren crecían de forma extraña, con un timbre que no era mecánico ni mágico... sino algo intermedio, vivo.

Eddie cerró el libro con las manos temblorosas. Su voz, aún entrecortada, había logrado trazar los bordes del caos: el hechizo de encierro, la visión de María, la partida del otro grupo, el vagón encantado, Miiby. Todo eso parecía remoto y simultáneo, como si el tiempo mismo se hubiese doblado en torno a ellos.

Cuando bajó la mirada, sus ojos se cruzaron con un símbolo que seguía flotando en su mente: una figura parecida a una letra Y invertida, con los brazos extendidos hacia el cielo.

—Algiz... —murmuró, apenas un suspiro audible—. R-runa de p-protección, d-dice que... que invoca... la conexión con los instintos, con... con la guía... como un escudo, o una antena.

No supo decir más. El texto era confuso, a medio traducir. Había algo sobre ciervos, sobre bastones sagrados, sobre los antiguos aurores que tallaban esa runa en las paredes de las casas antes de una guerra.

Pero lo importante estaba allí: no era una protección pasiva. Era una señal. Una postura. Una decisión de alzarse.

Amy lo comprendió antes de que nadie lo pusiera en palabras.

Sus dedos se cerraron sobre el lomo del libro, su voz firme a pesar del temblor que recorría su cuerpo.

—Miiby lo ha sentido. Viene peligro. No puedo explicar cómo, pero lo ha sentido. El tren... late. Como un corazón.

Sus ojos buscaron a Jess.

—Cuanto más cerca del corazón, mayor es el pulso. Si hay un sitio donde el ritual puede funcionar... es la locomotora.

El duende de Cornualles se acurrucó junto a Amy, temblando. Sus crías se apiñaban en la mochila como si intuyeran que moverse ahora era sobrevivir. El aire vibraba a su alrededor como si el vagón entero contuviera la respiración.

Jess, más entera de lo que parecía posible, dio un paso al frente. Agarró la varita que Amy le tendía, se incorporó, y la agitó.

Flagrate —dijo con un hilo de voz.

De la punta emergió un trazo ardiente, y su mensaje fue claro, sencillo, imposible de ignorar:

“Damian, estamos todos a salvo.”

Y entonces, como si su decisión hubiese encendido algo en todos ellos, los ruidos del tren se intensificaron. Algo rozó el exterior del vagón. No eran manos. No eran pezuñas. Era algo más... fino. Como dedos etéreos palpando los bordes de su mundo.

Sombras translúcidas comenzaron a moverse al otro lado del cristal de las puertas. Difusas, lentas, fragmentadas. No se veían de frente, pero estaban allí, deslizándose como figuras en un espejo empañado.

Miiby lanzó un quejido suave, apenas audible, y se escondió más profundo entre las páginas del libro, como si quisiera fundirse con las palabras.

Amy miró al grupo. A Jess, firme. A Eddie, tembloroso pero decidido. A María… que permanecía en silencio, tal vez procesando, tal vez resistiéndose a avanzar.

—No puedo obligaros —dijo, con la mochila al hombro, el libro en brazos y la varita en alto—. Pero si yo fuera el corazón de este tren, no querría morir sin luchar.

Y caminó hacia la puerta.

Notas de juego

Amy, si quieres puedes volver a tirar por Ganar Conocimiento, como comentamos

Os he tenido un poco en pausa porque estamos esperando a que María se ponga al día con los mensajes. No ha podido leer últimamente (desde hace una semanita más o menos), así que vamos viendo cómo avanzamos con los demás mientras tanto. No tengo noticias al respecto, ni avisos de inactividad. ¡Gracias por la paciencia y el buen ritmo de siempre!

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30/07/2025, 20:09
Amelia (Amy) Scardford
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

Exito no? :D

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30/07/2025, 21:52
Narradora

Amy volvió a releer detenidamente el hechizo:

Para realizar este encantamiento, es imprescindible la participación de al menos cuatro brujas o magos jóvenes.

La fuerza del hechizo no reside únicamente en el poder mágico individual, sino en la resonancia emocional compartida por el grupo.

Al menos 4... Eso significaba que podía hacerse con más estudiantes....y que la fuerza del encantamiento reside en la resonancia emocional compartida entre ellos... ¿Cuanta mayor la amistad y la necesidad? ¿Más poderoso?

El propio tren ya no era un objeto para ellos. Era un amigo. ¿Amplificaría eso también la magia del círculo?

Cada nuevo descubrimiento planteaba muchas preguntas nuevas...

Notas de juego

Éxito completo es 10 o más.

Entre 7 y 9 es éxito parcial.

 

 

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31/07/2025, 02:59
Malvina Halliwell
Sólo para el director

Hola, mi pj sabe que es un bogart? , estan ahi adelante o atrapados en los cuartos?

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31/07/2025, 02:52
Eddie Farnwood

—No, c-cuando ll-llegamos aquí, n-no lo vimos. S-Solo v-vimos a Lysander —respondió Eddie a Jess tan solicito como siempre. Puso una mano en la espalda de María tanto como para guiarla como para que no se sintiera sola.

—P-Por cierto, encontré la Ru... la Runa que decía el ritual. N-No es d-d-difícil de hacer es... —sacudió su cabeza frustrado y mejor se agachó a recoger su libro. Buscó rápidamente entre las hojas y le enseño el dibujo a las chicas.

—R-runa de p-protección —leyó devolviendo el libro había si mismo—d-dice que... que invoca... la conexión con los instintos, con... con la guía... como un escudo, o una antena ¿Q-Qué es una antena? Oh...

Guardó el libro en su bolso y, tras colgarselo, tomó la mano de María.

—S-Son como símbolos y es algo así... p-permiso. 

Levanto su mano con la palma hacia él y los dedos hacia arriba y con su propio dedo dibujo la forma de la runa. 

—E-es c-como una p-persona c-con los brazos alzados.

Fue entonces que sucedió el acercamiento de Miiby y Amy les contó lo que la pequeña criatura quería comunicarles. 

—E-ent.. ent... Entonces deb.. d-deberiamor ir... Irnos. ¿No?

Se calzó bien el bolso, bajo la mano de María —aunque no se la solto— y esgrimió su varita con la mano libre. Unas cosas se deslizaron por detrás de las ventanas y Eddie apretó la mano de María. Amy sugirió que se quedarán ahí, pero el chico negó rápidamente con la cabeza.

—¡No! ¡No q-quiero q-que me hiele un d-dementor de n-nuevo! Aunque... Esas cosas no son dementores.

 

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31/07/2025, 04:39
Narradora

Notas de juego

Buenas!

Los boggarts son criaturas que se estudian en Defensa contra las Artes Oscuras en Tercer Curso. Si una de tus dos asignaturas favoritas fuera esa, podrías saberlo. Pero tienes seleccionadas Encantamientos y Transformaciones.

Tus compañeros averiguaron que el nombre de estas criaturas es Bodach. No es un error al escribirlo, sino criaturas distintas. El nombre común por el que los Magizoologos las conocen son "Acechadores". Si tus compis no te lo cuentan, es información que tu personaje aún no tiene. Hay cosas que ellos saben y que no han compartido aún.

Te lo comento offrol, no quiero que te frustres. Para obtener ese conocimiento, tuvieron que juntar información dispersa entre varios de tus compañeros. Que además ahora están separados en dos grupos distintos.

Las puertas de los compartimentos están cerradas con hechizos de protección (Collaportus). Hay algunos Bodachs dentro del vagón, en el pasillo que lleva a la locomotora, pero la mayoría están fuera, intentando buscar una forma de entrar al tren. Los Patronus los están manteniendo a raya.

Helia los "ve" con mayor claridad por trasfondo de su personaje, el resto sentís su presencia, pero no los "veis" con tanta claridad.

Espero haber podido aclarar tus dudas y que se entienda mejor la situación.

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31/07/2025, 19:31
Colton Garrick

Estaba tratando de aguantar las lágrimas a toda costa. Podía ser una ilusión, pero si no lo era, si aquello era de verdad, entonces estaba dejando tirado a un valiente que se la había jugado por ellos. Tenía que ser una ilusión, tenía que serlo, y entonces, Helia, la fría Helia lo pellizcó para que viera que todo aquello era muy real.

- Ouch - Miró a los ojos a Helia y las lágrimas finalmente brotaron sin más freno. Aquello era real, el dolor era real. Eso quería decir que estaba abandonando a Rowle. No le pudo contestar, ni siquiera le dedicó una palabra. Su cuerpo se convulsionó en un sollozo imparable mientras reunía las pocas fuerzas que le quedaban para seguir adelante, para llegar a la locomotora.

No le aliviaron mucho los Patronus que iban al auxilio de Rowle, no le aliviaron en nada. ¿Llegarían a tiempo? No podía pensarlo, no quería pensarlo. Se apartó las lágrimas de los ojos con fiereza e invocó sus últimas fuerzas

- Aguanta.... - Tenían que aguantar, tenían que llegar.

Miró a su alrededor y vio todos los compartimentos cerrados. En aquel momento les vendría muy bien cualquier ayuda, pero sus fuerzas no eran suficientes para romper los hechizos que las mantenían cerradas. Forecejéo con alguna, por intentarlo, pero pronto se rindió, era inútil.

Helia parecía estar viendo algo, y debía haberlo, porque el sentía un mayor frío. No sabía si eran los bodachs esos que decía María, pero María estaba muy loca, así que, igual solo era cansancio, aunque el cansancio no hacía que la magia temblara. Se mordió los labios y dijo

- Quitaros de mi camino bichos. Yo soy Connor Garrick, hijo de un jardinero y una maestra, muggle hasta la punta de la nariz y delantero centro de los osos de Budinshire, y voy a pasar.... Aquí no va a morir nadie.

Y se le pasaron por la mente todas las travesuras que había hecho siendo muggle, y siendo mago. Y sus padres, las galletas de mantequilla de su abuela, las tardes de fútbol con los amigos. Las risas compartidas.... Sintió calor dentro de su pecho, sintió como la magia revoloteaba en él, y sin sentido, sin saber de donde sacaba las fuerzas invocó a su patronus

- Expecto patronum

Esta vez si se materializó a la primera. El lobo lo miró, él miró al lobo, se reconocieron. Sonrió con fiereza y lanzó al patronus hacia la puerta mientras se tambaleaba detrás de él. Esperaba que su patronus fuera lo suficientemente fuerte para ahuyentar a lo que estuviera allí

Notas de juego

Gasto un punto de suerte. Me queda 1.

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01/08/2025, 00:28
Helia Grint

Probó con otra puerta. Nada. Cerrada. Golpeó con el puño, fuerte, como si pudiera sacudir a los que estuvieran dentro —¡Vamos, por favor! ¡El tren no va bien! —gritó, con voz firme. El silencio fue su única respuesta. Probó con otra. Tampoco. El hechizo Colloportus era claro, disciplinado, irrompible sin una orden directa. Y los prefectos, los profesores… ¿dónde estaban?

Apoyó la frente contra la madera por un segundo. Respiró hondo. El frío era ya un manto sobre la espalda, un aliento constante en la nuca. Pero aún no tenía miedo. No de ese tipo. Lo que sentía era algo más primario, algo antiguo. Una urgencia de proteger.

Al girarse, vio a Colton. Sus ojos llorosos, el temblor que aún recorría sus hombros, la determinación que luchaba por no ser devorada por la culpa. Era más fuerte de lo que él sabía. Lo había demostrado más veces de las que podía contar. Y en ese momento, cuando lo vio levantar la varita otra vez, con la voz rasgada pero el alma al frente, algo dentro de ella se encendió. —Vamos, Colton… —murmuró, casi con una sonrisa a modo de ánimo — Ya has hecho lo más difícil. Solo tienes que seguir haciendo lo imposible.

Y entonces… ocurrió. El lobo volvió. Emergió con fuerza, más nítido, más entero. Aquel animal de plata los cruzó con paso firme y protector, avanzando hacia el frente del vagón como si supiera exactamente a dónde iba. Como si les estuviera abriendo camino entre el veneno de lo invisible.

Helia sintió cómo la sangre le latía en las sienes. No era solo calor. Era de pertenencia. Ese patronus no era suyo, no. Pero el lobo lo era. Por dentro, en la carne, en el alma. Y verlo aparecer allí, caminando con esa dignidad silenciosa, con esa fiereza amable, le recordó exactamente lo que era: Una manada.

No una tropa de valientes sin rumbo. No tres adolescentes enfrentándose a algo que no comprendían. No. Una manada.

Y mientras el Patronus avanzaba, Helia también lo hizo. No dudó. No preguntó. No esperó. Con la varita en una mano y el corazón rugiéndole en el pecho, apoyó la otra en la manija de la puerta que llevaba a la locomotora.

Se giró un instante, lo justo para mirar a los dos. Primero a Argus, con su tensión contenida, su rabia domada a duras penas. Luego a Colton, tambaleante, pero con el lobo brillando a su lado como si fueran uno solo —No estamos solos —dijo— Nunca lo hemos estado. Y si este tren va a caer… nosotros vamos a luchar hasta el último segundo. Juntos.

Y sin más, abrió la puerta hacia la locomotora.
Con paso firme, sin mirar atrás.

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01/08/2025, 02:07
Malvina Halliwell

El siguiente vagón estaba completamente cerrado.

Las puertas no cedían ni con magia ni con fuerza. Las cortinas echadas. Las luces, parpadeantes. Un silencio espeso, como si el vagón mismo contuviera la respiración.

Malvina sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No de frío esta vez, sino de esa sensación terrible de estar siendo observada. Como si algo los esperara al otro lado. Como si el tren supiera que avanzaban.

Y entonces sucedió.

—¡Expecto Patronum! gritó Colton.

La voz retumbó más fuerte de lo que debería. Como un eco que se negaba a morir. Como si la palabra misma cortara el aire en dos.

De su varita brotó una luz plateada. Una figura un lobo.

Malvina dio un paso hacia atrás, sin querer.

—¿Qué… qué fue eso? Susurró, con los ojos muy abiertos. — Colton, ¿por qué, por qué hiciste eso? ¿Viste algo?

Pero Colton no respondió de inmediato. Seguía mirando al frente, a lo lejos. A ese algo que tal vez solo él había sentido.

Malvina tragó saliva. Se sentía como si estuviera en un sueño. Un sueño torcido, confuso, del que no se podía despertar.

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01/08/2025, 16:43
Narradora

El pasillo vibró con un crujido profundo. Una ráfaga de aire helado recorrió el vagón, apagando de golpe una de las lámparas. El silencio se volvió espeso. Cortante. Algo se movía al fondo. Algo sin rostro, pero con intenciones muy claras.

Los bodachs estaban allí.

Apenas sombras que se deformaban en las paredes, como manchas de humo conscientes, reptando por los rincones, buscando grietas de miedo por donde colarse.

Colton no los veía, pero los sentía. Como un rumor bajo la piel, como un susurro antiguo que no venía de ningún sitio, pero hablaba directamente a su memoria.

El vagón tembló. Esta vez no fue un traqueteo común. Fue un espasmo. Un latigazo seco recorrió el suelo, lanzando chispas azules desde las lámparas, mientras un chirrido profundo brotaba de las entrañas del tren. Algo dentro de él estaba a punto de romperse.

Y entonces gritó.

Fue como encender una antorcha en mitad de una caverna. De su varita brotó una luz brutal, desbordante, que se arremolinó en el aire con un bramido salvaje, empujando la oscuridad hacia atrás con una violencia casi primitiva. Era luz, sí… pero no una bruma reconfortante. Era un lobo.

Un huargo.

De plata viva, de colmillos largos y ojos brillantes. Surgió de la varita de Colton como una criatura nacida del alma misma. Era inmenso. Casi tocaba el techo. Cada una de sus zancadas hacía crujir las tablas encantadas del suelo. Cada paso dejaba tras de sí una estela luminosa, como brasas al viento.

Los bodachs chillaron. Sin boca, sin garganta, pero chillaron igual. Se disolvieron en la sombra más próxima, retrocediendo como hojas ante el fuego.

Malvina jadeó. No por miedo. Por asombro.

Y por primera vez desde que subió al tren, no se sintió sola.

Pero entonces lo vio. Una de las sombras no huía. Se arrastraba hacia Colton, lenta, aferrada al suelo como si resistiera la marea. Malvina no gritó. No pidió ayuda. Levantó la varita.

—¡Lumos Maxima!

No fue una luz grande.

Tampoco especialmente estable.

Pero fue luz propia. Y eso bastó.

El último bodach, que se deslizaba entre las rendijas del suelo, se esfumó con un siseo al verse rodeado. El pasillo quedó limpio. El aire… respirable.

El huargo giró la cabeza hacia ella un instante, como si la reconociera. Como si aprobara su gesto. Luego retomó su camino, firme, hacia la puerta final.

Helia no dijo nada. Solo avanzó.

Tomó el pomo. Lo giró.

La puerta de la locomotora se abrió con un gemido metálico.

El calor los golpeó como una ola. Un vapor denso, cargado de aceite, magia rota… y algo más: una urgencia antigua, descontrolada.

El maquinista yacía sobre los mandos, con la cara hundida entre las palancas y una mano colgando inerte. Respiraba, pero apenas. La gorra caída. El acelerador al máximo.

El lobo se detuvo frente al gran cristal de la locomotora.

Miraba hacia adelante. Firme. Silencioso. Como si viera lo que ellos aún no podían.

Y entonces, Colton cruzó el umbral. Tambaleante. Blanco como la cal. Pero el huargo seguía allí. Esperándolo. Respondiéndole. Como si todo el tren hubiera escuchado su llamada... y ahora contuviera el aliento para ver qué hacía con ese poder.

Un nuevo temblor sacudió los raíles.

Esta vez, no era una amenaza. Era una advertencia.

El tiempo se estaba acabando.

Notas de juego

Pasamos al Capítulo III: Locomotora!! :D

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02/08/2025, 00:17
Narradora

El descubrimiento de la runa, el temblor lejano del tren y el brillo fugaz del Patronus que habían visto a lo lejos les dejaron claro que algo había cambiado. Que algo estaba rompiéndose —fuera dentro del tren… o dentro de ellos.

Amy sostenía el libro entre las manos con el ceño fruncido, los ojos clavados en las instrucciones del hechizo. Sus dedos pasaban por las palabras como si leyera en braille emocional.

—A partir de cuatro brujas o magos jóvenes… —repitió en voz baja— y resonancia emocional compartida.

Miró a Eddie. A María. A Jess. Y luego al suelo, donde aún yacían las grageas Bertie Bott esparcidas como restos de una fiesta arruinada.

¿Y si esto era precisamente eso? ¿Un hechizo que solo podía hacerse con quienes de verdad se importaban?

El tren no era solo un tren. Era un amigo. Un lugar. Un refugio. Una promesa que ahora tambaleaba.

—Tal vez… —empezó a decir, pero una suave presión interrumpió su pensamiento.

Miiby, la criatura de ojos redondos y orejas enormes, se había acercado otra vez, con pasos ligeros como un peluche animado. Alzó una patita y dio un par de golpecitos suaves sobre el brazo de Amy. Tenía el pelo esponjoso como algodón estático y olía a té de vainilla con canela. Sus crías, la seguían como si fuera su líder.

Jess lo miró por primera vez.

—¿Qué es eso? —preguntó, con una mezcla de sorpresa y ternura que la desarmó por un instante. No estaba en condiciones de pensar con claridad, pero aquello no se parecía a ninguna criatura que hubiera visto antes. Y, sin embargo… parecía inofensivo. No. Mejor dicho: parecía bueno.

Amy tragó saliva. —Es… un Duque de Cornualles. Este no quiere hacernos daño. Está intentando avisarnos.

Jess se acercó despacio, todavía mareada. Se agachó junto a Miiby. Lo miró con ojos tristes. Se preguntó si también él tendría pesadillas. Si habría perdido a alguien. Si sabía lo que era cargar con una culpa que no era suya.

Eddie rompió el silencio con su voz entrecortada.

—D-dice q-que debemos irnos… q-que allí a-arriba lo n-necesitan —repitió con suavidad.

María, que hasta ahora se había mantenido quieta, soltó un pequeño suspiro. Parecía estar luchando por mantenerse despierta, pero su cabeza se había apoyado en el hombro de Eddie sin que él se diera cuenta. Aún sujetaba su mano, con fuerza. Como si ella también quisiera avanzar, aunque no pudiera decirlo en voz alta.

Amy se incorporó. Cerró el libro con decisión.

—Entonces vamos.

—¿S-segura? —preguntó Eddie.

—Sí. —Y miró a Jess— ¿Tú puedes…?

Jess asintió. Lenta, pero con decisión.

—No voy a quedarme atrás.

Amy se giró entonces hacia Gonsito. Acarició la pared con cariño y murmuró, casi como una oración:

—Vamos a ayudarte. Lo prometo.

El vagón crujió levemente bajo sus pies, como si le respondiera con gratitud.

Y mientras Miiby trepaba sobre la mochila de Amy y sus crías se arremolinaban a su alrededor, el grupo echó a andar hacia la puerta que los separaba del resto del tren. Uno más. Solo uno más.

Pero esta vez, no lo harían solos.

Notas de juego

Hago un turno de capitulación ya que Maria ha decido dejar por salud y descanso la partida.

Pasamos a la Escena III: Locomotora.