Partida Rol por web

Hacía mucho tiempo que no contemplaba a los muggles en su ciudad. Parecían tan seguros y tranquilos. A veces, los envidiaba, sin saber nada acerca de la magia, sin saber todos los peligros que los rodeaban. Bien podían sufrir un ataque de alguna bestia mágica, y olvidarlo por completo en cuanto los funcionarios del Ministerio se hicieran cargo. Me preguntaba a menudo cómo sería su vida, con sus cosas muggles, su transporte no mágico, y su vida ordinaria. Tal vez se era más feliz siendo muggle que siendo bruja. 

Dejé vagar mi mente un rato, mientras estaba allí con Severus, y me decía aquello de controlarme. Sonreí, divertida, porque me era difícil, cierto. Era impulsiva cuando me encontraba en un ambiente agradable y feliz. Dejaba que mi yo saliera de dentro, y dejara que se expusiera. Bajaba mis barreras, y me divertía. 

-Sí, tienes razón- le dije a Severus, asintiendo con la cabeza.

Escuché su explicación con atención, mirándolo con curiosidad, preguntándome qué llevaría a un muchacho como él a aprender a controlarse tanto. Puedo imaginármelo, por propia experiencia, pero, aún con todo, sentía curiosidad.

Carraspeé la garganta, algo nerviosa, cuando mencionó mi familia, y me encogí de hombros, fingiendo que no era nada importante.

-Nada- respondí, con un gesto de la mano-. Siempre he sentido curiosidad por ciertas cosas. Y ese tipo de magia era una, y como mi hermano sabía, pues...- dejé la frase morir, como si aquella explicación fuera suficiente, por lo que cerré la boca, pensando que no había que contar más.

Miré la calle de nuevo, y me rasqué el puente de la nariz.

-Tengo hambre- dije, notando mi estómago algo vacío.

Mis ojos se fueron abriendo a la par que los grilletes se iban cerrando.

-...aaah! -Fue una especie de grito silencioso, tal vez porque era un dolor que había ido creciendo de una forma muy sutil. -Tranquilo... Joder... No pienso moverme un ápice...

Me siento y pienso en lo que ha dicho Anne. ¿Esperar? Vale. ¿Pero cuánto?

-Oye Anne... ¿Y si igualmente nos cuentas tu idea? No sé, tal vez haga que se nos encienda la bombilla a alguno... Yo por lo personal no pienso intentar ningún hechizo sin varita más...

Miro los grilletes de mis manos con desprecio, como se miraría a una viejo amigo que te traiciona.

-¿Lino? -comienzo a murmurar -Tal vez si llamase a Lino él me escucharía con algún tipo de poder élfico... ¡Lino! -Me vuelvo a poner de pie -¡Lino, si puedes escucharme ven! ¡Es urgente...!

Miro a Brad de nuevo. Puede que esté pensando que estoy loco. Tal vez incluso los demás lo piensen, así que insto a Anne a que exponga su plan.

-No me hagas demasiado caso Anne. Probaba una cosa, pero sigue, que no te distraiga yo.

Severus te mira de reojo. Tal vez es la legeremancia, o tal vez ya te conoce lo suficiente, pero tu lenguaje corporal no le pasa desapercibido. Parece que va a insistir, pero desiste. Tal vez lo mejor de Severus y Zoe es que ninguno de los dos se inmiscuía en tus asuntos si tu no se lo pedías, y si lo pedías, te ayudaban sin dudar. 

- No tengo nada de dinero encima. - te confiesa Severus. - Y estamos en la casa de tu hermano, así que tú eres la única con suficiente autoridad aquí para decidir si comerte las reservas de tu hermano.

Severus mira al vació unos segundos, pensando.

- Tendremos que pensar algo para poder mantenernos, pero pocas cosas se me ocurren en nuestra situaicón. - sin ir más lejos, ya habíais "cogido prestado" ropa de otras personas.

El silencio se rompe cuando Irina desaparece y se aparece de nuvo, de una sola pieza. Elina aplaude su actuación, y aunque algunos no parecen dispuestos a intentarlo más por hoy, otros se arman de valor para seguir practicando.*

- ¿Lino? ¿A quién llamas Donnie? - dice Dean confuso.

- ¡Deja de gritar mameluco! ¡Que alguien va a oirnos! - regaña Ryan a Donnie.

No mucho después escucháis una puerta abrirse en la lejanía, haciendo eco por los pasillos, seguido de unos pasos. No llegáis a ver quién es, pero si escucháis una voz.

- Cómo no bajéis la voz, voy a poneros a dormir de nuevo. - dice una voz áspera másculina, con un fuerte acento que no es para nada de ninguna parte de Reino Unido.

-De acuerdo tío, gritaremos en voz baja. Ala, puedes irte a pastar con el resto de bueyes de la manada.

Con un poco de suerte querrá pegarme en vez de usar la varita... aunque no caerá esa breva... en cualqueir caso estoy preparado para atacarlo si entra a la celda. No es que nos queden muchas otras opciones.

Estamos bastante jodidos.

No quería que la situación se volviera incómoda. No con él. Me sentía muy a gusto con Severus, y quería conocer más acerca de él. Podría decir que era mera curiosidad, pero estaría mintiendo, aunque tampoco reconocería ni por todo el oro del mundo que me motivaban otras razones para saber más de él.

Reí entre dientes ante sus palabras, y asentí. Ya, ya sabía que no tenía dinero, así que me limité a fingir que me quebraba la cabeza para hallar alguna solución. Ensanché la sonrisa, y le hice un gesto para que me siguiera al interior de la casa.

Fui hacia la cocina, y comencé a abrir armarios. Encontré galletas, algún pequeño pastel y dulces. Bueno, no lo encontré, era lo que me apetecía y lo busqué con ahínco.

-Espero que te gusten las guarradas muggle- dije, y dejé caer sobre la mesa todo lo que había encontrado-. Ale, a comer.

No había contestado a las últimas palabras de Severus de manera deliberada. La verdad era que no tenía ni idea de lo que estaba pasando, o de cómo podríamos salir ilesos de aquello que nos estaba envolviendo poco a poco. Haber dejado el Colegio me hacía sentir mal, pero no me arrepentía. Sebtía un nudo en el estómago, y me preguntaba continuamente qué estaría pasando.

Me encogí de hombros, como si la conversación no hubiera tenido un parón, y, tras coger una barrita de chocolate, dije:

-Creo que podríamos esperar a mi hermano hasta que vuelva, y nos diga cómo están las cosas-propuse-. Luego, decidiremos.

Entráis y veis que Zoe está dormida en el sofá, así que intentáis ir a la cocina en silencio, para no despertarla. 

Severus mira las cosas que sacas de los armarios con una ceja levantada. Debía ser cosa de família tener esa adicción a las "guarradas muggles". Por su parte, él no estaba acostumbrado a esas cosas fuera de los festines de Hogwarts, y aún así si te ponías a pensar tampoco le habías visto especialmente ilusionado con ello cuándo las bandejas se llenaban de pasteles o dulces. Aunque Severus no era precisamente conocido por ilusionarse con... ¿nada?

Cogió una galleta y la mordisqueó sin demasiado ímpetu mientras tú comías tu barrita de chocolate. Suspiró ante tus palabras.

- Supongo que tienes razón. Sólo espero que de verdad tú hermano sea alguien en quién podemos confiar al 100%. - el chico seguía sin querer confiar en "extraños", el hecho de que confiase en Zoe y en ti era algo excepcional para él. Te miró tras decir esas palabras, y en tal vez una actitud "poco él", añadió: - Aunque si tú confías en él, creeré tu buen juicio.

-Disculpa, verás, no sé exactamente qué ha pasado, pero mis grilletes están apretándose ellos solos y mi mano derecha comienza a estar un poco morada...

Tenía la esperanza de que fuera algo amable. Alcé la muñeca lo que pude para que viera que no estaba mintiendo (Si es que se dignaba a mirarnos). De paso acompañé el gesto con algo de teatro, para que viera que había dolor.

-Tampoco estoy pidiendo mucho, solo que si pudiera ser la aflojaras un poco... ¿Por favor?

EL tipo se ríe ante las palabras de Brad, perfectamente consciente de que intenta picarle pero él es el que tiene el poder en esos momentos. Ante lo que dice Donnie, se acerca unos pasos y podéis ver su aspecto. Es un hombre por encima de los 30, facciones cuadradas y nariz ancha en comparación a sus ojos pequeños. Va atabiado con una túnica completamente negra.

Mira la mano de Donnie y se ríe a carcajadas.

- No sé quién te ha puesto esos grilletes, pero no tiene aprecio a tus manos. Juguemos a un juego. Te hago preguntas, y por cada respuesta que me des que me guste, te los aflojo un poco. ¿Qué me dices? - veis a Dean y Ryan tras el hombre, en su celda, mirandoos en silencio. Dean asiente poco a poco a Donnie, nunca le ha gustado la violencia y menos ver a sus amigos sufriendo.

Observo a Donnie, ya que le habla a él. ¿Será capaz de sonsacarle sin soltar nada? Claro que... ¿Qué podemos soltar que nos deje peor?

Cuando se acerca a la jaula... me concentro en su varita. Si pudiese conseguirla....

Mierda.

Sé que algo va mal, pero no el que.

Me sorprende que me bese. Es decir, no era la primera vez que lo hacía, pero no esperaba que la siguiente fuese... así. Es decir, no en estas circunstancias, ¿pero quién me iba a decir que la próxima vez que Joni me besase sería en una isla llena de mortífagos tras escapar de un barco donde lo estaban torturando un montón de ellos? Desde luego, mi vida está llena de emoción. Pero bajar un poquito la intensidad no estaría mal, me gustaría llegar viva a los dieciocho (¡ni siquiera puedo beber aún en el mundo muggle!), no obstante, tengo muy claro que voy a luchar mucho por llegar.

Los labios de Joni tienen ese sabor extraño y metálico de la sangre, lo cual me provoca un escalofrío. Sujeto su cabeza entre mis manos y acaricio con delicadeza sus mejillas, procurando no tocar en zonas magulladas (lo cual es difícil). Mis hechizos de curación parecen haber servido, pero son bastante precarios. Necesito llevarlo de nuevo a Hogwarts, o a Hogsmeade, cualquier sitio lejos de esta condenada isla... Pero si Hogwarts está tomada, Hogsmeade también...

¿Y la casa de los gritos? - Pienso de golpe. Quizás sea el único sitio donde la gente ha podido refugiarse.

Además, tengo que buscar a los demás, la última vez que los vi estaban en el barco y no en muy buenas circunstancias. Joder, pero cómo se ha podido ir todo tan a la mierda en apenas unas horas... 

Atiendo a las palabras de Joni, lo sostengo sobre mi regazo. Parecía que tenían razón... Durmstrang está aliado con Quien-No-Debe-Ser-Nombrado. ¿Y ahora qué? ¿Qué coño puedo hacer? No tengo manera de tratar a Joni aquí, no tengo recursos, solo mi escoba y mi varita y también está esa mansión... Joder, ni siquiera sé cómo volver a casa. Pero no puedo derrumbarme, no ahora.

- Dame un momento...-le pido. Apoyo su espalda en un tronco o piedra para que esté sentado con más o menos comodidad y además, sea difícil encontrarnos. Pongo mi mano cerca de su boca y conjuro:-Aguamenti-dejo que el agua vaya resbalando por mi mano hasta su boca para que pueda beber con facilidad. Dejo que beba hasta que se sacie, realizando el conjuro las veces que haga falta*.

Una vez ha bebido, vuelvo a cargar con él para buscar un sitio donde poder ocultarlo mejor, quizás un sitio con arbustos grandes o hierba alta**.

- Oye, Joni... tengo que buscar a los demás y ver si han podido llegar bien a tierra... Pero no puedo dejarte aquí solo...-me muerdo el labio-. Voy a investigar la zona. No me alejaré mucho, si te ocurre lo que sea, silba, o grita o...-recuerdo que en el barco había cogido varitas para el grupo y para él y le doy la que le guardé***-. No sé si podrás conjurar algo, pero mejor esto que nada-beso su frente un momento y me separo de él-. Volveré en diez minutos como mucho.

Comienzo a moverme entre los árboles para explorar la zona, no sé si habrá alguien allí, así que me muevo con sigilo, aunque no estoy nada acostumbrada a moverme por este tipo de terreno... Y se nota.**** 

Me hizo gracia ver a Zoe dormida en el sofá, con la que estaba cayendo, y la envidié un poco. 

Tras rebuscar en la cocina, y agenciarnos con todo lo apetitoso que encontré, miré a Severus, expectante. Me preguntaba si aquellas cosas le gustaban. Mi padre las evitaba, y apenas las comíamos, pero con mi hermano era diferente, y podíamos permitirnos algún que otro capricho del chocolate muggle. No había nada mágico en ellos, pero también estaban muy sabrosos.

-¿Te gusta?- pregunté, sonriente, tragando una bola de chocolate-. Está bueno- respondí por él, mirando el chocolate.

No sabía nada de Severus, pese a compartir Casa en Hogwarts, y apenas conocía un poco de su historia. Me avergonzaba preguntarle de manera tan directa algo tan personal, por lo que preferí esquivar un tema tan peliagudo, y que pudiera ser molesto e incómodo para él, y decidí callar y guardar silencio. 

Con el estómago algo más lleno, escuché las palabras de Severus, y fruncí el ceño, algo molesta.

-Claro que mi hermano es de fiar- dije, firme, mirándolo-. No es un traidor.

Quien sí que era un traidor y un mal hermano era mi otro hermano, pero prefería no pensar en él, pues un pinchazo de culpabilidad me azotó en el estómago al preguntarme si estaría bien en el castillo o donde quiera que estuviera. Pese a todo, no me gustaría que le pasara nada malo.

-Sí, confío en él- asentí a las últimas palabras de Snape-. Tú no te preocupes, que ya nos dirá lo que tenemos que hacer cuando venga.

Aunque no las tenía todas conmigo. Fruncí un poco los labios, preocupada, porque había pensado que para esa hora ya estaría en su casa, contándonos las noticias nuevas, pero no había llegado, y aquello me hacía estar intranquila.

Odiando el silencio que se apoderaba de la casa, miré a Severus.

-Oye, si quieres, podemos ir a tu casa. Bueno, no sé si está cerca de aquí, pero a lo mejor te apetece ir a ver a tus padres- propuse, sonriente, pareciendo inocente, aunque, en el fondo, quería saber un poco más de él-. Quizá estén preocupados.

Aelia sonrió un poco hacia Deborah, antes de entrar en la habitación, y rozó levemente su mano con sus dedos después de que tirara el alohomora. —Bueno, imagino que el alohomora no tiene ningún poder aquí, no hay nadie que no sepa hacerlo, ¿no crees? Pierde toda la eficacia cuando todas las puertas se abren de la misma manera... aunque estoy seguro de que tiene que haber algo más allá del alohomora... —dice en un susurro, guardándose ese pensamiento en un rincón de su cerebro. Si sale de esto viva, está segura de que tratará de buscar nuevas formas de cerrar la puerta. Abre la boca de nuevo para hablar pero lo que ve la deja sin habla. Aquello, y no todo lo que había estado desde que se había visto forzada -vale, el hecho de haberse metido fue voluntario pero Aelia nunca había sentido las mismas aspiraciones que el resto de alumnos y la situaban en una posición de clara ventaja respecto al resto de alumnos- a entrar en la secta (pues no encontraba otro nombre para definir en la organización en la que se había introducido) representaba realmente a Debbie, a su amiga Deborah, mucho más. Aelia se acercó a los asientos, y leyó en la piel del brazo de uno de ellos la comodidad y el perfume de su amiga. Estaba claro que no había mucha gente que utilizara esas instalaciones. Qué estúpidos, muchos magos no se habían percatado de lo interesante de los libros—. Debbie —dijo, ya en un tono de voz normal—, dime cuántas veces has dormido aquí, seguro que no son pocas —augura, esbozando una sonrisa que no dejaba de reflejar la incomodidad que sentía en este momento. No quería que Mia, la chica con la que había hecho las paces no hacía mucho fuera torturada con aquél cerdo. Le repugnaba saber que Deborah tenía su futuro atado con una persona tan despreciable, pero además que Zane se las había arreglado para besarla a ella. Sintió una sensación horrible en sus labios y frunció el ceño—. ¿Qué vamos a hacer, Deborah? —preguntó, no dando a entender nada acerca de sus amigos en su terrible situación, pero dando a entender que no quería que les pasara nada de forma no implícita en sus palabras.

Sin duda parece ser que hacer magia sin varita no es algo tan sencillo cómo creíais. En lugar de que la varita fuese a la mano de Brad, es la mano de brad la que sale despedida en dirección a la varita. Su cuerpo no puede hacer otra cosa que seguirla, pero con los grilletes su impulso se detiene de manera abrupta. Eso hace que Brad pierda el equilibrio y tropiece consigo mismo, acabando en el suelo la la mano en dirección al hombre de la puerta (e incapaz de bajarla, pues parece determinada a acabar con la varita entre los dedos).

El hombre levanta una ceja antes de reirse, sin percatarse de lo que realmente había pasado. O disimulando extremadamente bien.

- Qué jodidamente raros sois los ingleses. Bueno, chaval, ¿qué me dices? - le pregunta a Donnie.

Mientras tanto Ryan y Dean os miran con los ojos abiertos, sin atreverse a decir nada más, y aguantando la respiración del estrés de que el hombre ese se de cuenta de qué ocurre. A Anne no la véis ni oís, podéis imaginar que seguramente está atenta a lo que ocurre.

El agua le sabe a gloria a Joni, incluso mezclada con el sabor metálico de la sangre. A pesar de tener que parar un par de veces por la tos, y de beber con cuidado por el resto de heridas, jurarías que se ha bebido lo equivalente a varios vasos.

a tan sólo un par de metros de dónde estáis, empieza la arboleda de la isla, así que no te cuesta encontrar arbustos dónde llevar a Joni.

Te escucha hablar y aunque no quiere que te vayas por ahí sola -y no porque le dejes sólo, sino por que sabe que puede ser peligroso- te conoce lo suficiente para saber que ni siquiera sin estar herido podría detenerte. Te ayuda cómo puede para que le desplaces, y antes de que te vayas te aprieta con delicadeza la mano.

- Ten cuidado, y no hagas locuras... - te susurra debilmente mientras le das la varita, antes de ver cómo te alejas, dejándole entre unos arbustos.

Pero poco después de que desaparezcas de su vista, pisas una rama que se rompe con un volumen mucho más alto del que esperabas. O tal vez es porque estabas en tensión. Sea cómo fuere, la rama te hace dar un salto con un grito ahogado, que te hace tropezarte con una raíz y desencadenar un efecto dominó contigo cómo unica ficha, chocandote tropezando y rodando entre ramas, arbustos y piedras, ya que además el terreno es empinado. Varios pájaros que dormitaban en los árboles salen volando, aparentemente enfadados de que estropees su tranquilidad.

Si hubiese alguien a menos de 50 metros, te habría visto claramente. Pero por suerte para ti, parece no haber nadie.

Cuándo por fin cosnigues detener la sinfonía de ramas partidas y tropiezos, te detienes apoyada en un árbol para recobrar el aliento. Al menos eso te ha servido apra avanzar con rapidez y descubrir dos cosas. La primera es que no parece haber caminos en la zona de la isla que estás, y la segunda, que el edificio que se deducía entre los árboles cuándo sobrevolabas la isla parece ser una mansion medieval de piedra, robusta y claramente habitada. Está a un par de kilómetros de dónde tu estás, pero puedes ver movimiento dentro y alrededor.

Se encoge de hombros ante toda respuesta sobre la "comida", y asiente ante tus palabras, tampoco queriendo discutir un tema cómo aquél en aquellos momentos. La palabra traidor en aquellos momentos se le atravesaba, ya que no sabía del todo cómo aplicarla.

Tal vez fuese el cansancio (al fin y al cabo, además de la prueba, habéis estado andando sin parar de un lado a otro), o tal vez había decidido abrirse un poco más, pero Seveur responde a tu pregunta indirecta.

- Mi casa está en las Midlands, y es él último lugar que me apetecería visitar en una situación así. - dice antes de terminarse la galleta.

Unos segundos después, se abre la puerta del piso y entra tu hermano, claramente agobiado. El tiempo ha ido pasando y se podría decir ya sin problemas que la noche ha entrado. Zoe se despierta de un respingo con el ruido de la puerta y los pasos apresurados de tu hermano, quien al veros atacando sus reservas de dulces se acerca y se mete algo en al boca antes de hablar. Los segundos que tarda se os hacen a unos más eternos que a otros. Al final, habla.

- No os habéis bañado. - dice, loq ue hace que Severus y Zoe se sorprendan. - A saber qué habéis hecho todo este rato. - por un segundo posa su mirada en Snape con severidad antes de seguir habalndo, y esta vez, sobre el tema que todos esperábais. - Ha sido difici enterarme de detalles, ya que no es mi departamento y todos están cómo locos con lo ocurrido. Vuestro director y subdirectora siguen "atrapados" dentro del ministerio, auqnue les sale fuego por las orejas y los ojos. Por muy increíble que sea Albus Dumbledore, hablamos de un montón de críos usados cómo escudo humano por a saber cuántos mortífagos.

- El ministerio ha recibido un nota, corta, pero suficiente para que sepan que esto no es un juego. No sé qué decía exactamente, pero el mensaje era algo así cómo "la vida de más de un centenar de alumnos está en nuestras manos. Son vuestro hijos, nietos, sobrinos, vecinos. No hagáis tonterías y no les pasará nada. Esperad instrucciones.". Sobre los chavales que no están en Hogwarts, no dijeron nada.

Se gira entonces hacia London.

- He contactado a papá. Estaba demasiado ocupado, decía, pero sabía perfectamente qué estaba ocurriendo. Lo podía ver en su madera de actuar y hablar. No le dije que tu estabas aquí, sólo lo que se dice en el minsiterio, haciendo ver que asumía que tanto tú como James estabáis atrapados en Hogwarts. Y aún así, no se preocupó un ápice. Dijo que confiaba en el ministerio, lo que ambos sabemos es mentira. Nuestro padre se ha reído siempre en la cara del gobierno, haciendo lo que le da la gana cuándo le da la gana. Tiene algo que ver con esto, London, así que no me extrañaría que sepa perfectamente qué hace James en estos momentos. 

No parece preocuparle lo más mínimo que Severus o Zoe escuchen esas palabras. Mira al reloj de la cocina.

- Pido una pizza y os preparo algo dónde dormir. Es tarde y estaréis agotados.

Debbie se ríe ante tu apunte sobre los alohomora.

- Es puro teatro el cerrar las puertas aquí. Todos saben dónde pueden o no pueden entrar. Y supongo que de algún modo el hecho de tener que conjurar un alohomora para abrir una puerta te hace responsable de tus actos más que si te la encunetras abierta. Así no hay excusas. Es un juego político. - te dice, divertida ante la situación en la que ella misma jugaba.

Te mira cuando le preguntas sobre sus noches en la biblioteca, y después devuelve la mirada a los libros, a los que acaricia con cuidado.

- Solo las noches en las que Zane no estaba. Compartimos habitación. - te dice, sabiendo que eso debería ser suficiente explicación para ti. No sólo porque eres perspicaz, sino porque los conoces a ambos.

Su expresión se vuelve más erie, perdiendo el brillo que le daba estar hablando sobre sus tesoros, cuándo le haces esa pregunta.

- Yo ya he escogido, Aelia, te lo dije. Ahora mismo nada de lo que está ocurriendo es mi problema. Esto... - abre los brazos y da una pequeña vuelta. - Es lo único que me interesa. ¿Qué es lo que tú quieres?

Me pareció notar el intento de Brad y creo que si hubiera tenido ojos con rayos láser ya estaría muerto por la mirada que le eché. Volví a mirar a nuestro carcelero y con una leve sonrisa de súplica contesté:

-Sí, sí... Cualquier cosa con tal de volver a sentir mis dedos.

Me notaba sudoroso, no sé si era cosa mía o de verdad estaba sudando así. Tenía miedo de las preguntas y de mis respuestas... Podían pasar varias cosas, y yo esperaba que intentara aflojar mis grilletes con sus propias manos entrando, o nos diera algún tipo de oportunidad...
Pero y si le provocaba? Tal vez el hacerle perder los nervios hacía que cometiera algún tipo de error que significara nuestra libertad...

"Joder... qué harás Donnie...?"