Partida Rol por web

Severus niega con la cabeza.

- No, aunque ir a casa de alguno de los tres sería peligroso me parece, en cuanto empiecen a buscarnos. - dice Snape mientras mira nervioso a su alrededor. No debería haber nadie en riesgo de conocerles, ahí y en ese momento, pero nunca se sabía. Mira entonces instensamente unos segundos a London. - Podemos estar seguros de que tu hermano es de fiar, y de que no ha escogido un bando? Si trabaja en el ministerio es posible que nos delate. - para protegerles o para interrogarles, poco importaba. - ¿Estás segura? ¿Sabes cómo contactar con él sin llamar la atención?

- Comprendo.- Le digo con firmeza. - ¿Por dónde salgo pues, señor? 

Escuché la corroboración de Zoe, y le devolví la sonrisa, animándome a seguir, e, incluso, a pensar que era un buen plan. Pero, me desinflé en seguida en cuanto aterricé sobre la tierra, y volví a poner los pies en el suelo.

Me rasqué la nariz, y miré a nuestro alrededor, apesadumbrada. Creía que todo sería mucho más fácil. Sin embargo, no era como en los libros, y el hambre, el miedo y la sed atenazaban, y eran más peligrosos que una soga alrededor del cuello.

—¿Mi hermano de fiar?— miré a Severus, sonriente—. Claro que lo es. Bueno, es mi hermano— y no dije más, pues creí que no era necesario decir más.

Mi hermano había sido tachado de la familia, como si fuera escoria, y, aunque, en el fondo seguía queriendo a mi padre, pues siempre creía que las personas podían mejorar, la relación se había roto hacía mucho, y apenas se hablaban. Mi hermano había vivido y trabajado para el Ministerio durante años, y me imaginé que ahí seguiría.

—No creo que elija un bando. Y si lo hace, a mí me da igual— mentí, pues preferí que siguiera siempre a mi lado, fuera cual fuera éste—. La cuestión es si nos puede ayudar. Contactar con él sin llamar la atención, no sé. Usamos lechuzas, y cartas, como el resto de la gente, nada de juegos secretos por si la guerra mundial estalla.

Miré a Severus y a Zoe, e incliné la cabeza, sonriente.

—¿Volvemos a usar los polvos flu, y vamos al Ministerio?— pregunté, sin ocurrírseme nada mejor.  

- Por la puerta niña, por dónde si no. - dice Aberforth.- Pero disfrázate de nuevo.

Te vuelves a "retocar" para parecer una mujer sencilla de unos cuarenta y sales a la calle. El pueblo parece igual de tranquilo que antes y aceleras para volver a la casa de los gritos. No crees que nadie se haya siquiera fijado en ti, y menos aún seguido.

Cuándo llegas al refugio temporal que habéis improvisado, te deshaces de tu disfraz en cuanto entras. Es agotador concentrarse tanto rato. Ves a Inuix, Remus y Lily corer hacia ti encuanto entras y abrazarte. Cuándo te suelan, ves que Elina está en la casa. Tiene un aspecto horrile, tal y cómo la dejaste, pero aún más agotada. Todos te miran curiosos.

- Y bien... - pregunta el hermano de Mia, Jack.

Extrañada porque el hermano de Dumbledore me había ofrecido una manera segura de entrar en Hogwarts y después me había dicho que mejor salir por la puerta y volver igual que he venido, me dirijo de nuevo a la casa de los gritos con un simple "gracias" confundido. 

Tras el encuentro cursi con Remus e Inuix y el gran abrazo reconfortable a Lily, explico lo sucedido. 

- Aberforth ha avisado a Dumbledore y Mcgonagall se ha presentado en su lugar, pero ha tenido que marcharse a informar de lo ocurrido en el ministerio. Dumbledore no ha podido venir porque no le permiten entrar en el colegio ni salir del ministerio... Es todo extraño. La buena noticia es que al menos ya están enterados de lo sucedido... Aberforth nos recomienda que nos vayamos de aquí si no queremos que los del ministerio de magia nos "rescaten". Nos ofrece refugio en cabeza de puerco y la seguridad de que nos guardará en secreto. 

Cuando vi como pasaban Brad y Mia avancé detrás de ellos. El pasillo era menos largo de lo que había imaginado por lo que habían dicho, hizo que un pequeño alivio ligerara mi pecho y me dejara respirar mejor. Ya me había dedicado a ir a escondidas por medio Hogwarts, y todavía recordaba aquella vez que seguí a Zane hasta la Sala Común de Slytherin... Por Merlín, cuánto había pasado ya de eso? 4 o 5 años? Y yo me tomaba en serio esas cosas... Y ahora estaba haciendo lo mismo en un barco dónde me habían secuestrado... Joder. Por lo menos no estaba solo.

Salís silenciosos cómo gatos. tan sólo escuchís el bombear de uestra propia sangre, dado que tenéis los nervios a flor de piel. Sin embargo, a medio camino, Brad se tropieza y tras tambalearse ruidosamente, se da un fuerte golpe* contra una de las puertas que tenéis a la izquierda. El golpe es sin duda horrendo y se os hiela la sangre. La puerta en cuestión da al baño de hombres por lo que podéis deducir por el cartel sobre él. Durante un segundo que parece una eternidad todos mirás a la puerta, pero nadie la abre. Sin embargo el alivio no llega, ya que Brad escucha voces - demasiadas- de la puerta de enfrente, y pasos de la del baño de mujeres, y os lo indica con acertados gestos nerviosos.

Miré a London y sonreí. -London, pues si es de fiar, hemos tenido bastante suerte opino. Y si lo de las cartas está bien.-
Después de decirme lo del Ministerio giro mis ojos a la derecha con en símbolo de cansancio. -¿Otra vez polvos flu?- Realmente claro que estaba de acuerdo, era lo mejor. Y ni si quiera me cansaba, es más me gustaba. Pero ni yo sabía porque lo dije, así que sonreí -¡Era broma! Claro
Yo estoy de acuerdo.- Como me notaba escasa de ideas acepté contenta.

La madre que me parió....

Si sale alguien, me va a pillar de pleno. Parece que no hay nadie en el de hombres. Menos es nada...espero que no sea el primer sitio que miren.

Me agaché instintivamente ante el sonido de Brad. "La madre que lo parió" pensé, mientras me recogía aún más en el suelo, y tiraba hacia atrás reptando cual reptil, buscando un lugar en el que esconderme detrás de mi posición. "Como nos maten por tu culpa, Brad... Jamás te lo perdonaré", aunque sardónica pensé después que ese jamás no iba a comprender un espacio grande de tiempo. Si hubiera tenido una varita, podría haber lanzado un par de hechizos que nos podrían servir, lo que me hizo buscar a Mia con la mirada y tratar de esconderme junto a ella, o lo más cerca posible. —¡Mia, la varita...! —traté de reclamarle con urgencia, aunque no sabía si iba a querer desprenderse de ella.

Sin tiempo a pensar demasiado pero pensando por un breve momento que tampoco quería tanto a Brad, decido meterme en el baño de hombres que teníamos justo a nuestro lado, intentando hacerles un gesto a mis compañeros para que me copiaran y entraran.
Si hubiera sido sólo uno aún podríamos haber hecho algo, pero esos pasos ya nos hacían imaginar que no iba a ser así.

Todo el mundo te mira en silencio, un silencio que se extiende varios segundos después de que hayas terminado de hablar. Finalmente, Elina, claramente aún sin recuperarse, se levanta.

- Está bien chicos. Este es el día en el que podéis hacer una decisión cómo adultos que puede cambiar vuestra vida para siempre. No la toméis a la ligera, pues esto no es una excursión. Hoy es el día que montamos una resistencia, para actuar dónde no puede el ministerio. Para ayudar a nuestros amigos, o a nuestras familias. Ninguno está obligado a nada, pues no os voy a mentir: será peligroso y no puedo asegurar vuestra seguridad. Además, recomendaría que los más jóvenes no hagáis locuras. Aún os queda mucho que aprender. Así bien, aquellos que estén dispuestos a rriesgar sus vidas por sus amigos y por lo correcto, seguidme. Aquellos que queráis volver con vuestras familais, quedáos aquí. Nadie os juzgará, nadie os obliga a nada.

Dicho esto se encamina a la puerta con una ligera cojera. No tardan en seguirle Sirius y James, sin dudarlo ni un instante, y pocos segundos después el hermano mayor de mía. Su hermano pequeño le sigue, a lo que Jack le detiene.

- Ni hablar. Tienes 14 años. No tienes ni idea de a lo que te enfrentas.

- Y tú no tienes ni idea de lo que soy capaz por salvar a Mia. - le contesta con decisión antes de seguir su camino.

Remus, Lily e Inuix te miran. Lily habla.

- No vamos a escondernos. - dice, y Remus e Inuix asienten. 

- No somos Gryffindor por casualidad. - contesta tu sobrina.

Mia, que no sólo iba delante, ha sido extremadamente rápida y antes de que se escuchasen las voces de las distintas habitaciones se había movida cómo un gato por el pasillo. La chica descubre un hueco en la pared de la habitación que da a la cocina y se mete dentro. Al parecer es alguna especie de montacargas o semejante. Sólo cabe ella pero puede ver lo que ocurre en el pasillo  desde la rendija.

El resto no ha sido tan rápido cómo ella y lo único que puede hacer es meterse en el baño de hombres, cerrándose su puerta un segundo antes que se abriese la del comedor...

Os apretís contra la puerta del baño,habiendoos separado de Mia. por suerte, no hay nadie en él. Fuer escucháis varias voces, pero no hablan en inglés.

Te has separado de tus compañeros, pero en tu pequeño escondite puedes fijarte en que salen 8 personas del comedor y una del baño de mujeres. Dirías que son todos chicos y chicas de aproximadamente tu edad, excepto los dos últimos que salen del comedor. Ellos sí parecen más adultos.

Los más jóvenes se ponen a habalr en noruego: lo reconoces de haber escuchado a Joni con Saana y Kristoff a menudo, pero no sabes de qué hablan. Por los gestos deduces que el grupo mayor está preguntandole a la chica del bañoo si ha sido ella, ya que se dirigen a ella mientras ella se encoge de hombros y niega con la cabeza.

- ¿Aparecernos en el ministerio, y usando polvos flu? Estaréis de coña. El ministerio está seguramente ya enterado de lo ocurrido en Hogwarts. que tres alumnos se presenten ahí cómo poco levantaría preguntas. - se guarda apra sí mismo el resto de sugerencias de lo que podría ocurrirles. - Envíale una nota a tu hermano con el hechizo perseguidor, o una carta si no quieres llamar la atención. Quedaremos en terreno muggle, dónde podemos huir si las cosas salen mal.

Pues claro que mi hermano era de fiar, por supuesto, eso no lo ponía en duda. Nunca. Jamás. Además, no se me habría ocurrido en la vida que mi hermano pudiera ponerse del lado de alguien que ha ido a atacar a un colegio lleno de estudiantes. Por muy buenas intenciones y causas que tuviera. Eso me daba igual, no me importaba. La cuestión era cómo era mi hermano, y si podía sacarnos de aquel brete en el que estábamos metidos.

Miré a Zoe, y sonreí ante su comentario. Sí, era una suerte, pero, en realidad, no sabía si estaría disponible, si llegaría a saber lo que estaba ocurriendo, si estaría enterado de las últimas noticias, y si podría ayudarnos. No sabía en qué trabajaba, ni en qué estaba metido, por lo que su ayuda se me empezó a antojar algo, no difícil, pero sí poco factible.

Iba a hablar cuando escuché la voz de Severus. Puse los ojos en blanco, y me dieron ganas de gritarle, de cogerle por los hombros, y de sacudirle con fuerza. Todo eran “nos” e imposibles. Aunque, ciertamente, tenía razón. Siempre tenía razón. Era el más pensaba de los tres. Y el más tenía los pies en el suelo.

—Ya, bueno, es que no se me ocurría nada mejor— traté de justificarme, azorada, y pasándome la mano por la nuca, totalmente cliché—. ¿Una carta?

Ladeé la cabeza ante aquélla sugerencia, y la medité. No sabía si una carta podía resultar, por lo que decidí que bien podía darse la casualidad de que fuera la mejor de las opciones.

—Vale— acepté—. ¿Pergamino y pluma, por favor?— pedí, sonriente, pensando en lo que pondría en la carta. 

Severus mira a su alrededor y ve a un tipo durmiendo en una mesa. Al lado tiene un ejemplar del profeta abierto por la página de ofertas de trabajo y una pluma con la que estaba señalando, al parecer, las que le interesaban. Severus coge la pluma sin molestarse en despertarle para preguntarle y arranca uno de las decenas de anuncios y casteles que hay en el tablón del Caldero Chorreante. Tiende a London un flyer publicitario de un nuevo producto desengrasante que "Acaba hasta con mocos de troll!", cuya parte trasera está en blanco, y la pluma.

No pregunta qué va a poner, simplemente espera con paciencia, sentándose en una mesa libre.

- Pensaba que los hermanos tenías códigos secretos y cosas así para comunicaros. - comenta al aire. 

Observé a Severus cómo conseguía el pergamino y la pluma, y sonreí hacia mis adentros, divertida. Aquello que estábamos haciendo era una locura, pero nunca me arrepentiría de tomar aquella decisión. Estaba viviendo algo nuevo en mi vida, por fin. Y era realmente increíble.

—Los hermanos que necesitan ocultar cosas a los demás, sí— dije sonriente—. Sobre todo a un hermano mediano chillón, llorón y celoso que quería ser el centro de atención. Siempre— no me di cuenta de que estaba hablando del novio de Zoe (si es que lo seguía siendo), por lo que no moderé el tono.

Me senté en una silla cercana, y suspiré, pensando en lo que le pondría. Después de meditar un rato, comencé a rasgar la pluma contra el pergamino.

Estamos encantados En Londres. nos hospedamos en el Caldero Chorreante. hemos ido a gringotts y esos duendes están todo el rato con el “Necesitamos su varita”, y no quien más Ayuda que la de los propios duendes. pesados. después de pasar estas minivaciones, iremos a Hogwarts, que ya lo echo de menos, En realidad, aunque seguro que es un Peligro que vuelva, ya sabes cómo soy. No creo que podamos vernos pronto, pero mis amigos y yo Tenemos muchas ganas de que nos devuelvas el Dinero de la apuesta. bueno, Tampoco  te lo pido para hoy mismo, pero ya sabes, podemos tomarnos una gran Comida con todo lo que nos debes, ja, ja.

Espero que nos podamos ver pronto, y que tenga Noticias Tuyas.

London.

Repasé la carta una vez más, y negué con la cabeza. Era precaria, y no sabía si funcionaría, pero era lo que teníamos.

—¿Ves? Sólo ha de leer las palabras que comienzan en mayúscula, nada más— expliqué tanto a Severus como a Zoe—. A ver si da resultado.

Doblé la carta, haciéndola pequeña, y saqué mi varita. Mirándola fijamente, y pensando todo el rato en mi hermano Charlie, pronuncié el hechizo con voz queda. 

No sabía si me había salido del todo bien, pero me pareció ver que se movía la carta un poco. Ojalá fuera así. 

Demasiada experiencia recorriendo los pasillos del castillo por las noches como para que mi cuerpo no se alertase en busca de un escondite a la primera de cambio... Y así hice. Fue casi por instinto. En cuando Brad tropezó, mi brazo ya se estaba colando por el hueco de la pared, y ahí me quedé, petrificada. Me metí todo lo dentro que pude y que me permitiese la visión de fuera. Podía verlos, al menos los chicos se habían metido en el baño, con suerte no mirarían...

Me quedé quieta, observando como hablaban mientras apretaba la varita con mi mano. Debía ser paciente, esperar a que decidieran irse y entonces salir a por ellos.