Partida Rol por web

Con unos reflejos dignos de un deportista, te lanzas a un lado justo a tiempo para esquivar la mesa, la cuál pasa volando por tu lado y se estrella al fondo de la sala. Con el golpe hace caer varios libros de una estantería, dejándolo todo desordenado y por los suelos. Arreglar el estropicio te va a llevar probablemente un rato, si es que decides ordenarlo, claro.

Suspiré. La próxima vez, le haría el flipendo contra la pared. Al fin y al cabo, no quería destrozar la sala común. Dejé el libro abierto y la mesa en su lugar y recogí todo cuanto había desordenado el golpe anterior contra la estantería. Tardara lo que tardara sabía que, como mi padre decía a veces al llegar a casa algo más bebido, "cada uno debe recoger la mierda que uno tira". Dije la frase en voz alta. Me gustaba cómo hablaban los adultos. Sonreí un poco, pronto diría esa frase en mi entorno, a ver cómo actuaban. Bueno, ya actuaba como una adulta en muchos casos. Era reservada, y me costaba socializar. Y para una broma que había hecho se me habían enfadado, estaba claro que no lo iba a hacer más. Apunté a la mesa, esta vez poniéndome de manera que quedara cerca de la pared, para no perder tiempo arreglando cosas, y volví a repetir el hechizo unas cuantas veces. Nuevamente, parecía que cada vez que lo hacía el hechizo funcionaba, y esta vez no me había equivocado ni una vez. No quería parecer débil ante los demás por no haber crecido en un entorno mágico, así que quizá esta era mi manera de "dar la vuelta a la tortilla (to turn the omelette xD)". ¡Mira, otra frase que me gustaba y que los adultos decían mucho!

Cómo si hubiese alguna clase de hilo del destino que juntaba vuestros caminos constantemente, el prefecto, Nathan, entra en la sala común. No va sólo, pues otros estudiantes parecen haber acabado sus cenas y entran comentando con emoción los recién anunciados juegos escolares. El prefecto te mira por unos instantes y luego da unos pasos alejándose...antes de volverse de nuevo y acercarse a ti.

- Siempre que te veo estás con las manos metidas en algo. ¿Qué practicabas ahora? ¿Engorgio y Reduccio de nuevo?

Fruncí mis cejas levemente al ver que algunos chicos llegaban, pero supuse que no habría problema por practicar la magia mientras ellos estaba allí. ¡Ya lo había hecho, de hecho casi me mata un jarrón gigante! vi cómo se iba y me encogí de hombros, volviendo a lo mío, hasta que Nathan se acercó y comenzó a hablarme. Me había pillado desprevenida, por lo que me estremecí. ¡Por poco salto cual gato cuando habla! -Buenas noches. Seguro que más tranquila que las del resto del fin de semana.- Dije, de forma algo burlona, relacionándolo con el acontecimiento con Lion y Zane. -Engorgio, Reduccio...- Comencé a decir, y saqué la varita, apuntando a la mesa con el libro, y cerciorándome que nadie más se hubiera sentado apunté un par de segundos, notando cómo el corazón me aceleraba. Ese miedo a hacer el ridículo, ese pánico escénico podía ser realmente fastidioso en algunos momentos. Mis manos temblaron un poco y una gota de sudor cayó por mi frente cuando pronuncié el hechizo que acababa de aprender. -Flipendo.- dije, casi con desinterés, en un tono de voz que sonó terriblemente monótono, como las clases del señor Binns. -Sólo me se ese, pero me sale bastante bien. ¿Y tú, me enseñarías algún hechizo más difícil?-

- Pues se te da bastante bien. - dice sin sorpresa en la voz pero con sinceridad. - Podría intentar enseñarte algo más difícil, pero deberías empezar por la base. Cuándo contras las bases es más fácil ponerse con los conjuros complicados. Además, te será más útil aprender primero los que necesites en clase. ¿No crees? 

Sin pedir permiso se acerca a tu libro de DCAO y pasa las primeras páginas.

- Ah sí, ya me acuerdo. Hace tantos años que entre en Hogwarts... Te puedo ayudar con el hechizo defensor o el de desarme. Necesitas un compañero para practicarlos. No tengo nada mejor que hacer, así que si quieres puedo echarte una mano. 

Me encogí de hombros. Era él el que conocía los hechizos y estaba dispuesto a ayudarme, por lo que no iba a ser una pedigueña, a fin de cuentas, si aceptaba su proposición. Parecía que el muchacho no estaba enfadado conmigo por no haber intervenido en la situación la noche anterior, aunque seguro que dio buena cuenta de que fui capaz de devolver a la nariz de Lion su tamaño original. Enarqué las cejas cuando me propuso su ayuda, durante un instante. ¿Estaba intentando ayudarme a estudiar para su beneficio personal o simplemente era buena persona? No era capaz de cerciorarme de la verdad que había detrás de sus intenciones. De todos modos, tenía que reconocer que un poco de ayuda no me vendría mal. Así que acepté en silencio, asintiendo con la cabeza en silencio. -Entonces, para ganar tiempo, deberíamos hacer un hechizo cada uno, ¿no?- Dije, asumiendo que si tomábamos turnos y hacíamos los hechizos de desarme y el defensor por turnos seríamos capaces de ganar algunos segundos. -Me harías un favor si me explicaras cómo funcionan.-

- Claro. Verás. El hechizo de desarme es este - dice señalando al libro abierto. - Se conjura con la palabra "Expelliarmus" y una sacudida segura apuntando a tu oponente. Si funciona, la varita de tu oponente sale disparada, dejándolo desarmado. Éste - dice meintras se acerca al libro y pasa unas páginas - Es el hechizo básico de protección. Sirve para protegerte de posibles ataques mágicos, tanto de magos cómo de criaturas, cómo por ejemplo el expelliarmus. Para conjurarlo debes decir "Protego" mientras alzas la varita de manera vertical sobre ti misma. 

Se aleja entonces unos pasos y saca su varita de la manga con un movimiento elegante. l¡La varita es larga y aparentemente rígida, pero también parece brillante y extremadamente cuidada en detalles. 

- Voy a lanzarte un expelliarmus, así que tendrás que conjurar un Protego para protegerte. Tranquila, que no voy pasarme de la raya. ¡Expelliarmus!

No pude evitar ponerme nerviosa, cuando Nathan me dijo que iba a comenzar a practicar conmigo. ¿Y si mi nivel era tan patético que acababa haciendo el ridículo y provocando las risas de los compañeros que, ya llenos de los manjares del comedor, iban llegando a la sala común de Ravenclaw? Miré atentamente el hechizo de Expelliarmus del libro mientras él me explicaba, intentando impregnarme de los conocimientos de aquél chico que parecía conocer las nociones básicas de manual. Ante la explicación, pensé que el hechizo cumplía, de una manera muy útil, con el propósito de finalizar una pelea lo antes posible, ya que eliminando el catalizador mediante el cual se lanzaban los conjuros, era imposible que se continuaran produciendo, por lo menos, por una de las dos partes del combate. Después adelantó un poco en el libro, apenas unas cuantas páginas, y me enseñó el hechizo de protección, explicándome que no servía para todo pero sí para bastantes peligros del mundo mágico, así como de ataques de criaturas. Bueno, mejor eso que nada, estaba claro que no había armadura en la faz de la tierra que bloquease todo ataque.

Vi cómo se alejaba y sacaba la varita. La verdad es que parecía que aquél chico fuera de familia muy refinada, por sus gráciles movimientos en combate y su seriedad. ¡Qué varita más bonita! Quedé embelesada un par de segundos hasta que me explicó lo que iba a hacer. Me tembló la mano. Toda yo temblaba, de hecho, ante el inminente ataque de aquél chico que superaba con creces mi habilidad mágica y experiencia en combate. Era la primera vez que me lanzaban un hechizo, así que justo antes de alzar la varita sobre mí y murmurar -Protego- casi sin creer en mis posibilidades suspiré resignándome a ver mi varita en la mano de Nathan. Cual fue mi sorpresa al ver que la varita no había abandonado mi mano, sino que seguía en su sitio. Parpadeé un par de veces, mirándome la mano sorprendida. -Hm...-

No te habías dado cuenta del todo, pero al pronunciar el conjuro una película brillante parecía haberte rodeado y la chispa roja del conjuro de Nathan se había evaporado al chocar con ella.

El prefecto levanta las cejas mirándote.

- O he sido muy blando o esto se te da bien. ¿Seguro que no lo habías conjurado antes? Venga,a hroa al revés: tú intenta desarmarme y yo me protejo. - te dice justo antes de adoptar la posición adecuada para lanzar un protego.

-No. Estoy segura de que he tenido mucha suerte. Si no tengo ni idea de magia.- Murmuré, con una leve sonrisita inocente. Dicho esto me instó a desarmarlo con el hechizo que me había tirado él y que no le había funcionado. Cuando él adoptó la postura defensiva, mi sonrisa desapareció en un instante. Canalicé toda mi concentración en hacer el hechizo y miré a Nathan como si mirara a un criminal. Sacudí mi varita con decisión y pronuncié en voz baja el hechizo requerido para la situación. -Expelliarmus.- Una vez más, me sorprendí ante la eficacia de mi hechizo. La varita voló de las manos de Nathan a la mía. La atrapé y miré por un instante. La verdad es que era una varita preciosa. Admiré todo detalle en ella antes de devolvérsela a su propietario. Dicho esto, volví a mi posición. -Otra vez... ¿Te parece bien?- Dije, preparándome para defenderme. -Protego.- Dije, esperando que me saliera otra vez bien la defensa.

- Me parece que no te creo. - te dice un sorprendido Nathan cuándo le quitas la varita de las manos. 

cuándo se la devuelves vuelve a conjurar el Expelliarmus. Los curiosos presentes son capaces de ver que es un conjuro con muy poca potencia, fácil de defender, sin embargo eso no importa ya que tu protego hace algo extraño: La barrera invisible explosiona hacia dentro con un sonido de succión y notas cómo te empuja hacia atrás, haciéndote caer al suelo. y dejándote el trasero dolorido.

Nathan, en lugar de reirse, se acerca y te ofrece la mano.

- Lo has pronunciado mal. Es Pro-te-go. - te dice pronunciando con claridad cada palabra - Lo tuyo ha sonado algo así como "Prote-gó". La primera vez lo has hecho bien, piensa en eso la próxima. Venga, intenta desarmarme de nuevo.

Vi cómo lanzaba su hechizo y este venía directo hacia mí. Lancé mi hechizo de vuelta, pero me fue imposible defenderme, puesto que en vez de haberlo dicho bien parecía que la había pifiado al pronunciarlo. Mi propio hechizo me tiró hacia atrás, y caí de culo con fuerza. Cerré mis ojos al notar el impacto y puse las manos, por instinto, a ambos lados de mi cuerpo. Suspiré, ante las risas de los curiosos y vi cómo Nathan se acercaba a mí y me tendía la mano. Así con delicadeza la mano que me ofreció, ayudándome de ella a levantarme. El primer hechizo, el de ataque, me salió, pero esta vez se defendió correctamente y no pude quitarle la varita. Luego, al lanzar mi segundo hechizo, el de protección, simplemente, no me salió, y mi varita salió volando hacia él. -¿Ves? La suerte del principiante, como dice padre.- Dije, con una sonrisita, con la mano extendida hacia Nathan, requiriendo mi varita.

A medida que seguís con "el entrenamiento" van apareciendo ma´s estudiantes. Entre ellos un chico de tu curso, Michael, bastante callado con el que realmente no has hablado. Sin embargo, se acerca a ti sin dudar.

- Hola Aelia. Una chica de Hufflepuff, Diane, me ha dado esto para ti. - te dice entregandote una nota - Bueno... Buenas noches. ¡Hasta mañana! 

En la nota pone lo siguiente:

¡Aelia ~!
Soy Diane, la chica achocolatada, creo que con eso sabrás ¿Verdad, verdad?
Bueno, supongo que habrás escuchado lo que dijo el director, la cosa es que me preguntaba si te gustaría ir conmigo para lo de la Gin... ¡¡Seguro nos lo pasaremos chachirimundi!! 
Bueno, cómo esto de las "notas" no es demasiado rápido... Podríamos quedar, así cómo quien no quiere la cosa. ¡¡Te esperaré mañana en los pasillos!! O... Bueno, en el comedor.
¡Buenas noches, Diosita ~!

Por la mañana aparece una extraña nota en el tablón de anuncios:

"BONITOS TAPICES...

ATT: G.R.H.S"

Me levanté, como era costumbre, pronto por la mañana. Había poca o muy poca gente en la sala común al echar un vistazo rápido, así que subí otra vez, me duché, me enjaboné, me sequé, me vestí, me lavé los dientes, llené el bebedero de los animales y me vestí con la túnica. Otra vez clase. Me preparé concienzudamente. Preparé mis libros y los puse en mis bolsillos. Había estado practicando un buen rato pero de todos modos me daba la impresión de que no había hecho suficiente... Siempre me daba la impresión de que jamás era suficiente. Bajé al gran comedor, después de pasar por el baño a arreglarme el pelo y hacer mis necesidades. Antes de salir, pude observar que habían puesto unos carteles y me acerqué al mismo. 'Bonitos carteles... G.R.H.S' Pensé. Mi cerebro se disparó. Supuse que las cuatro iniciales harían referencia a las cuatro casas de Hogwarts, pero me acerqué a leer más atentamente el cartel.

Una mañana más desperté a las 7:20, hora a la cual había puesto el despertador la noche anterior. Aunque hasta la una de la tarde no tenía clase, quería aprovechar la mañana y seguir estudiando, o practicar los hechizos que nos enseñó la profesora de clase de transformaciones. Ya lo decidiría después de desayunar. 

Me levanté de la cama bostezando, dejando a Auri sobre la almohada, tapadita con el edredón. Fui al baño y me duché, lavé los dientes, vestí y peiné. Miré el reloj cuando acabé todo y ya eran las 7:43, así que me encaminé nuevamente hacia mi cama y rellené los cuencos de Auri con comida y agua. 

-¿Quieres bajar a desayunar conmigo, nena? ¿O prefieres quedarte aquí durmiendo un rato más? - Escuchando mi voz abrió los ojos y se desperezó. Vino lentamente hacia mí, más dormida que despierta, y escaló mi túnica hasta meterse dentro de mi manga, donde se quedó dormida. Sonreí con ternura al verla moverse tan torpe. Era tan pequeña y graciosa... Y le gustaba tanto dormir... -¡Menuda marmotilla estás hecha! - reí. 

Bajé a la sala común y miré a mi alrededor desde lo alto de las escaleras, observando que había una nota en el tablón. Me acerqué para leerla.

¿Qué será eso? 

Aún bostezando y con más pelo revuelto que sin revolver, desciendo hasta la sala común. No es que haya dormido poco pero mi cara dice que si, tengo los ojos casi pegados y ninguna gana de hacer nada que no sea dormir más...peor hay que ir a clase.

Aunque antes a desayunar, o moriré del todo. Necesito combustible...

Apunto de salir hacia el gran comedor me fijo en qye varias personas miran hacia el tablón. Miro yo también.

-"Bonitos tapices...ATT: G.R.H.S" ¿Alguien sabe que es eso? Es muy temprano para más acertijos...- pregunto en general, a cualquiera.

Anne aparece poco después, bajando las escaleras con bastante energía a decir verdad.

- ¡Buenos días chicos! ¿Qué miráis? - os pregunta mientras se hace un hueco para leer la nota - G.R.H.S. Qué nombre más raro, si es que es un nombre... 

-Buenos días chicos.- contesté con una sonrisa dándome la vuelta cuando oí las voces de mis compañeros. Me quedé mirando la nota con curiosidad sin entender a qué se refería. Me quedé pensando un momento antes de hablar. - Creo que... creo que las iniciales son las de cada casa. - dubitativa miré a mi alrededor para ver si en las paredes había tapices en los que no me había fijado o algo. 

Efectivamente, hay tapices alrededor de las paredes, epro son exactamente los mismos que había la primera noche que vinisteis.

- Vaya, eso creo que tiene sentido, lo de las casas. - dice Anne dándole la razón a Dharma - Qué mente más despierta tienes, yo no me había dado cuenta.