Partida Rol por web

El Protectorado, turno 1

El distrito del Mercado del Protectorado está contiguo al enorme distrito central, pero no disfruta de tanto glamour ni de tanta seguridad. En él se levantan una interminable plétora de bloques de pisos, viviendas unifamiliares, centros comerciales y pequeños comercios. Los amantes del vintage suelen frecuentar sus tiendas de antiguedades, lugares estrechos y polvorientos atestados de muebles y viejos cofrecillos. En esos lugares, a veces, se pueden encontrar artículos especiales que atesoran extrañas energías invisibles para la gente común.

Balthazar Stone no forma parte de la gente común, y cuando no tiene mucho que hacer se pasea por estas tiendas en busca de este tipo de objetos. Hoy, sin embargo, no ha habido suerte. Lleva un buen rato paseándose entre los estantes bajo la atenta mirada del viejo asiático que regenta el establecimiento, sin suerte. Con un suspiro, se planta frente al escaparate amarillento observando la calzada en el exterior. Frente a ella pasa una pesada y lujosa limusina larga como un autobús, rodando lentamente.

Echo la observa, suspicaz, sobre una azotea. Su uniforme reluce al sol vespertino, pero permanece oculta tras el bloque de un aparato de aire acondicionado y nadie la descubre desde la calle. Hace una hora la vio aparcada junto a la habitación de su hotel, y temiéndose vigilada se acercó y la rozó con su mano, buscando una impronta mental. Su poder la llevó a algún momento en el pasado, con esa misma limusina rodeada de uniformes corporativos: guardias de Soluciones Meta. ¿Quizás la Organización la había encontrado?.

Ha seguido el vehículo un buen rato, y ha llegado a la conclusión de que no. Quizás quien viaja dentro de la limusina tenga que ver con Meta, o quizás es un automóvil de alquiler que en algún momento trasladó a alguno de sus directivos, pero ha visto cómo recogía a una niña rica de un instituto de pago y a un hombre de la puerta de una anodina empresa. Echo está casi segura de que la limusina no estaba frente a su hotel para vigilarla.

Tras un rato parado en un paso de cebra, el vehículo trata de avanzar y frena bruscamente cuando un estudiante despistado, un atractivo chico afroamericano, cruza en rojo. Thomas Turner pega un salto al oír el claxon, viene de la universidad y está dándole vueltas a la entrevista en el despacho del Rector. Sorprendentemente la cosa fue genial, y parece que no tendrá que preocuparse de que nadie descubre su identidad secreta. Tras volver a la acera, la limusina se pone de nuevo en marcha.

Todos los presentes se sorprenden, (incluido Mindforce, que va en su interior), cuando una extraña pareja dobla una esquina, haciendo que algunos viandantes señalen con la mano. Se trata de una mujer joven, de cabello rubio y gabardina, acompañada por un enorme humanoide rojo y azul que camina mecánicamente a su lado. 

(Sigue...)

La mujer, de aspecto claramente resuelto, va charlando de manera informal con Prototipo D-03, la reciente adquisición del cuerpo de policía. "Dylan Murdock es gilipollas, Latas. Pero cabrearse con él es una chorrada", va comentando mientras observa a su alrededor de forma profesional. "Haz como yo. Para fruncir el ceño necesitas cuarenta y seis músculos, pero para levantar el dedo medio sólo cuatro", le sonríe. "Aunque tú no necesitas músculos, ¿verdad?".

(Sigue...)

En ese momento, un sonido siseante ocupa toda la vía haciendo temblar los cristales de las viviendas. En cuestión de segundos, la gente de la calle empieza a gritar y a correr al ver, (como todos los presentes), un cohete autopropulsado dirigirse directamente hacia la limusina. Siguiendo su trayectoria, marcada por una humeante guía, podéis ver a un hombre joven de aspecto latino y con estética de pandillero en lo alto de una azotea, (a un edificio de distancia de aquella en la que se encuentra Echo). A su lado aparecen otros cuatro pandilleros, éstos con armas de repetición, dispuestos a acribillar la limusina, más abajo.

Otro grupo nutrido sale del interior de un centro comercial, perfectamente coordinado. Son unos quince muchachos, todos armados, y el de delante señala también al vehículo. "¡Vamos helmanos!", grita el pandillero, "¡En un chin cogemos a la jevita si sigue viva, nos la llevamos y se acabó la vaina!".

En el interior de la limusina, mientras tanto, Cherry se había quedado paralizada ante las palabras de Kevin Tamir. Paralizada sobre él, para ser exactos. Pero la situación ya no era incómoda del mismo modo. Ella lo miraba confusa, súbitamente vulnerable, como si el tema del que de repente Kevin había empezado a hablar le resultara doloroso. Antes de que pudiera decir nada, sin embargo, se escuchó el siseo. La joven se quedó paralizada, preguntándose qué podía ser aquello que silbaba hacia ellos, cada vez más fuerte, aparentemente dispuesto a chocar contra la limusina. Probablemente a su acompañante, más acostumbrado a la acción y a los cohetes explosivos, ya se le había pasado por la cabeza lo que podía ser.

Finalmente acertó con el tema de conversación, de un modo quizás rastrero pero ahora Cherry había dejado de hacer locuras. Kevin pensó que el resto del viaje sería más tranquilo, aunque sí, tendría que inventarse alguna que otra historia más acerca de su propio padre, para poder mantener el interés de la adolescente.

Con suerte las cosas iban a salir bien, pero la suerte para nada quería estar a su lado. Había salido de un problema pero se aproximaba otro y era mucho, mucho peor. Porque podía ver lo que parecía un cohete volando hacia ellos.

- Pero qué...

Él tenía una identidad secreta. No es que fuera fundamental protegerla, pero seguro que le haría la vida mucho más fácil. Pero... contaba a su favor que para usar sus capacidades no necesitaba hacer un gran despliegue de energía. Tenía habilidades por encima del resto de humanos y con ellas podría luchar sin ser descubierto... o eso esperaba.

Hubo de concentrarse en el cohete para poner en marcha su ahora prodigiosa mente. Impulsada por fuerzas alienígenas, sus sinapsis neuronales trabajaban de un modo inexplicable para la ciencia. Su potencia mental era extraordinaria y la usaría para dirigir el cohete hacia algún lugar inofensivo.

- ¡Cherry! ¡huye y llama a la policía!

No sabía si lograría cambiar la dirección del cohete, así que abrió la puerta y con un empujón, trató de que ella saliera, siguiéndola justo después.

Thomas caminaba por la calle perdido en sus pensamientos... como siempre. Una limusina estuvo a punto de atropellarlo. Al sonar el claxon dio un respingo. Miró al coche, luego a sus pies y luego al frente. Estaba en rojo. Sonrió y juntó las manos en señal de disculpa. No era la primera vez que le pasaba... hoy. Aquella visita en el rectorado le había alterado más que de costumbre. Al menos su identidad estaba a salvo por el momento.

Entonces escuchó los gritos de la gente y un siseo. Un cohete atravesaba la calle. Hombres armados comenzaron a aparecer por todos sitios. La limusina era el objetivo. A su alrededor se desató el caos. Y decidió aprovecharlo. Se escabulló entre la multitud hasta llegar tras las pilastras de un edificio. Todos estaban ocupados huyendo.

- Adelante Llama Fantasma!!!- exclamó y unas llamaradas de color verde envolvieron su cuerpo y con un estallido de energía voló hacia el peligro.

Ese distrito era uno de sus favoritos de toda la ciudad. Un lugar donde poder dedicar un día entero sólo a pasear, buscar información o incluso alguna antigüedad camuflada de baratija entre los puestecitos callejeros. Sin embargo, aquel no sería el día que tuviera tanta suerte como en el que encontró una de las Pulseras Arcanas de Ummar entre un montón de bisutería. El destino quiere que guíe mis pasos inexorablemente hasta el bar más cercano. La resaca me pone poético de más, esto sólo se resuelve con un Bloody Mary con extra de Mary...

La limusina no le llamó especialmente la atención - una ciudad como El Protectorado tenía gente para todos los gustos - pero sí  se permitió arquear la ceja cuando escuchó el característico sonido de un proyectil autopropulsado a reacción. Su primer pensamiento fue buscar desde dónde le estaban atacando, pero dejó escapar un suspiro de alivio egoísta al ver que eran los ocupantes del lujoso vehículo quienes recibirían el impacto.

Un rápido vistazo a su alrededor, con la capacidad de observación que sólo concedían los años de experiencia, le permitió localizar a la agente de policía acompañada de la flamante nueva incorporación del cuerpo: esa gigantesca y, en apariencia, imparable máquina de defender la ley. De todas las personas que se encontraban en la calle, ella era la que más protegida estaba. Y como se empezaban a amontonar un numeroso y nutrido grupo de pandilleros, armados hasta los dientes, a Balthazar no le costó adivinar lo que pasaría cuando esos indeseables disparasen sin ton ni son. Putos macarras, seguro que ni la mitad le acertaríais al coche y alguien iba a resultar herido por vuestras gilipolleces.

A paso lento, el desarrapado hombre había salido de la tienda, había avanzado unos pasos sobre el asfalto y estaba mirando en la dirección de los pandilleros. Sólo quien estuviera mirando sus manos habría apreciado los sutiles y elegantes movimientos de éstas. Quizás si sus armas estuvieran inutilizadas se pensarían mucho lo de atacar a nadie. En mitad de la calle. De día.

Putos macarras.

El concepto "cabrearse" no era computable para D-03 en ese momento, era tan poco probable que sintiese esa emoción como que el metal pulido de su cráneo frunciese el ceño. Sin embargo apreciaba en las palabras de su compañera la camaradería y el intento por resultar amable así que a modo de complicidad se quedó mirando un instante su mano mecánica pensativo, para luego erguir el dedo corazón frente a ella.

- ¿Así? Las relaciones sociales entre humanos eran complejas pero cada día aprendía un poco más.

Con gusto hubiese continuado practicando la comunicación no verbal y simbólica humana, pero algo más acuciante llamó la atención de ambos: un cohete en medio de la ciudad a punto de hacer estallar una limusina no se veía todos los días (o al menos eso esperaba).

>Trayectoria.... tipo de misil... calculando alcance de la deflagración y onda expansiva... valorando contramedidas...<

Poco podía hacer para evitar el choque, no era suficiente rápido para llevarse el vehículo en volandas así que optó por tratar de derribar el proyectil antes que se acercase demasiado a la calle, intentando minimizar los daños si estallaba en el aire entre los edificios. Tomó lo más cercano que tenía a mano, en este caso, una pobre motocicleta que algún repartidor de pizzas había aparcado junto a la acera y valiéndose de su potencia física, la arrojó contra el cohete.

Sin tiempo a observar el resultado se volteó a su compañera para cubrirla con su cuerpo a modo de armadura de la explosión y posible metralla que saliese disparada.

Echo vigilaba con atención, clavando su mirada en esa limusina. No podía arriesgarse a ser descubierta pero había estado siguiéndola durante un tiempo. Por lo menos empezaba a estar segura de que la limusina no estaba allí por ella, lo cual era un alivio, pero no dejaba de tener preguntas. Y tal vez encontraría respuestas si observaba durante suficiente tiempo. Tenía tiempo y paciencia para estudiar el recorrido del vehículo y, con suerte, descubrir la identidad de aquellos que iban dentro, a los cuales no había reconocido aún.

Cuando iba a salir de detrás del conducto de aire para continuar su marcha paralela a la limusina por encima de las azoteas de la ciudad, algo llamó su atención. Una panda de delincuentes surgió de la nada empuñando armas. Uno de ellos disparó contra la limusina y el tiempo pareció ralentizarse. Echo sintió cómo su cuerpo y su mente se ponían en estado de alerta máxima. Veía venir la explosión y un tiroteo donde muchos saldrían heridos.

Rápidamente evaluó sus posibles rutas de escapatoria. Sin embargo, al mismo tiempo una voz casi ajena a ella estaba evaluando la mejor manera de impedir una catástrofe. ¿Por qué? ¿Por qué no podía huir sin más? No era responsabilidad suya lo que ocurriera en esa calle...

Aunque, por otro lado, estaban atacando la limusina que ella misma estaba vigilando. Alguna relación debía tener. Tenía que hacer algo. Salió corriendo, ignorando el proyectil que iba a estallar, y saltó con una agilidad precisa hacia la azotea que quedaba a su lado, donde el grupo de criminales se preparaba para atacar indiscriminadamente. Aunque iba deprisa, también sabía moverse con sigilo. Con un veloz movimiento se sacó el bastón de hierro del cinturón y lo desplegó.

Corrió hacia los pandilleros, concretamente hacia el que había disparado el proyectil humeante, y blandió su bastón contra ellos. Sin preguntas, sin advertencias. Tenía que detenerles.

El Protectorado, turno 2

La calle se ha convertido en un caos en sólo unos segundos. La gente corre, normalmente alejándose del peligro. Sin embargo, un hombre que acaba de salir de una tienda de antigüedades lo hace precisamente hacia el peligro, plantándose frente a la marabunta de pandilleros que se dirigen a la limusina aparentemente para coserla a tiros, y comienza a gesticular y a susurrar fórmulas místicas mientras el aire riela a su alrededor.

Los pandilleros, que evidentemente no se lo esperaban, detienen su marcha entre gritos y sin saber muy bien qué hacer. "¡No hagan caso brodes, eh un chivito jartuejobo, to´luces na más!", termina gritando uno de ellos. "¡A po´el carro, como diho el jefe!".

Balthazar ha lanzado magia, de forma que ahora disfruta del poder "magnetoquinesis d8", e intenta arrebatar las armas de las manos de los pandilleros. Sin embargo, a nivel mecánico para afectar a más de uno necesitaría la mejora "Área de efecto". Hay dos formas de obtenerla; mediante el gasto de un punto Triumphant, o bien descendiendo un rango de poder. Entiendo que el gasto de puntos Triumphant, limitados y valiosos, no debería ser decisión mía, así que siguiendo las instrucciones de su jugador voy a suponer que lo que ha obtenido Balthazar es "Magenotiquinesis d6, con mejora Área de efecto", lo que le permite afectar a tres pandilleros.

Tras realizar unos últimos gestos arcanos, tres de los atacantes notan cómo sus armas comienzan a temblar y a moverse de sus manos. Uno de ellos logra conservar la suya asiéndola con fuerza y siendo arrastrado un par de metros, pero los otros dos ruedan por el suelo mientras sus armas salen disparadas en ignotas direcciones ante los gritos y blasfemias de los afectados. Cuando se levantan observan al mago con inquina, sacando sendas navajas de la parte trasera de sus pantalones.

Mientras esto sucede, en las azoteas, una femenina figura brillante corre esquivando tuberías, colectores solares y depósitos de agua, y termina saltando el pequeño hueco entre las dos azoteas, (sin tirada), para aterrizar frente a los matones. Echo se lanza contra ellos y un bastón de hierro sale de su cinturón. Mientras los caribeños la rodean ella da varias vueltas lanzando bastonazos y manteniéndolos alejados. El siguiente asalto recibirá el ataque de los cuatro matones de la azotea.

En mitad de semejante escena se escucha una potente voz procedente de un callejón "¡Adelante, Llama Fantasma!", mientras la pequeña calleja resplandece con una poderosa luz azulada. Un momento después, un hombre envuelto en un transdimensional fuego de extrañas tonalidades sale volando, y sigue con la mirada el cohete que vuela a toda velocidad hacia la limusina, siseando y silbando como un mensajero de la muerte. El héroe de fuego junta sus manos, y un chorro de fuego vuela hacia el misil como un sólido y mortífero rayo, alcanzándolo y haciéndolo estallar en una poderosa deflagración sobre la calle.

La onda expansiva revienta todas las ventanas de la manzana y sacude todos los alrededores, pero no causa daño directo. Unos momentos después sólo queda un molesto pitido en los oídos, y el sonido de varias alarmas de negocios locales, que se han disparado solas. La amenaza del cohete ha sido solventada... por ahora. ¡El matón del lanzacohetes carga un nuevo proyectil desde la azotea... y apunta al robot, Prototipo!.

Cubriéndose en el corpachón mecánico de Prototipo D-03, (que maniobra para servir mejor de cobertura), Karen  desenfunda un revolver corto desde su sobaquera. Sacando la cabeza, clava la mirada en Balthazar. "¡Vaya!, ¿por qué no me extraña verte aquí?", pregunta en un grito. "¡Gracias, Latas!", grita mientras dispara contra el pandillero al que el mago había intentado arrebatar el arma. Le acierta en el hombro, y el caribeño pega un grito y sale corriendo lanzando maldiciones y apretándose la herida.

Mientras el humo del cohete explosionado se expande por la calle, Kevin, en el interior del coche, se da cuenta de que ya no hay ningún cohete que desviar... por ahora. " ¡Cherry! ¡huye y llama a la policía!", grita mientras la hace salir y él mismo se proyecta fuera del coche. Desgraciadamente, la pareja se encuentra de frente con un ejército de pandilleros que apuntan sus armas contra ellos.

Un pequeño grupo se acerca a Kevin, y agarrando sus pistolas en horizontal rollo "gansta" le empujan contra el coche. "Eh, gringo, aquí no hay negocio pa ti, ¿ahá?, saca lo´pie y piéldete ya", dice uno de ellos señalando un callejón mientras observa algo sorprendido al hombre llameante que sobrevuela el área. A su lado, Cherry parece haber perdido todo el descaro que tenía en la intimidad del coche, y una expresión de pánico cruza su joven rostro. Uno de los bandidos se acerca a ella y le da sin contemplaciones un tremendo golpe con la rodilla en el estómago, alzándola en el aire un momento. "Y tú, jevita, vente si no quiere´una bala nel cráneo".

Kevin puede ver cómo la adolescente, de rodillas, vomita en la acera la carísima comida de su colegio de pago antes de sorberse los mocos y asentir patéticamente; "Vale, vale, no me peguéis más... por favor...", tartamudea quejumbrosa doblándose sobre el estómago. Dos matones la cogen en volandas, y todo el grupo, (menos los dos navajeros que tratan de coser a puñaladas a Balthazar, y el herido por Karen que ha salido corriendo), se repliega poco a poco hacia el centro comercial del que han salido. "¿De ónde han salido tantas capas, caraho?", reniega uno de ellos mirando en todas direcciones.

Prototipo D-03, mientras tanto, ha levantado una enorme motocicleta del suelo sin dejar de servir de cobertura a Karen. La mantiene sobre la cabeza, dándose cuenta de que ya no hay cohete contra el que lanzarla... al menos hasta el próximo turno, porque puede ver el tubo del lanzacohetes en la azotea apuntándole a él, con una figura femenina dando palos, (literalmente), detrás de él a otros cuatro pandilleros.

Bien; tenemos la siguiente situación para el próximo turno.

Balthazar se enfrenta a dos caribeños con cuchillos que van a intentar coserlo a mojadas. Tiene que decidir cómo se defenderá, y cómo atacará si lo hace. O si hará otra cosa, como salir corriendo o lo que sea.

Echo está en la azotea, breándose con cuatro pandilleros que tratan de proteger al tirador del lanzacohetes. Lo mismo que Balthazar.

Llama Fantasma está más o menos libre, planeando por el cielo tralarí tralará tras haber salvado el día volatilizando el cohete.

Kevin no tiene su traje; por ahora es un civil al que el nutrido grupo de pandilleros han intimidado. Puede liarse a tortas de paisano, intentar algún truco de su invención o marcharse y ponerse su traje o irse a casa a prepararse un sandwich de queso, los matones no lo consideran una amenaza. 

Prototipo D-03 tiene una motocicleta súper chula, uno de esos supositorios japoneses que agarran los 300 Km/h, sobre la cabeza.

Karen está disparando alegremente tras Prototipo, y probablemente le van a disparar el turno que viene.

Cherry llora e intenta no morirse de miedo rodeada de 12 matones, que la arrastran hacia el centro comercial. IMPORTANTE: si alguno de los héroes ataca a este grupo, (probablemente los más libres, Llama Fantasma o Prototipo), los matones dispararán contra ellos. Así que deberíais decirme qué haréis en ese supuesto, (lanzaros tras la limusina, volar lejos de las balas, rodar por el suelo, gritar como nenas...).

¡Booom!

La onda expansiva agitó violentamente el abrigo de Balthazar, obligandole a retirar la mirada por puro instinto. Afortunadamente, salvo un molesto zumbido en los oídos, no hubo pérdidas personales que lamentar. Tanto daba, porque parecía que esos pandilleros habían visto su implicación en la refriega y se lanzaron contra él dispuesto a medirle la barriga con un buen palmo de acero.

—La Dama Fortuna está enfadada conmigo, querida —devolvió con una sonrisa triste a la agente, que se parapetaba detrás de aquella mole blindada, pistola en mano. ¿Dónde he dejado yo mi gigante metálico personal? ¿En mi otro abrigo? Maldita sea mi suerte— ¿No te sobrará otro guardaespaldas como ese?

El mago odiaba pelear. Odiaba mancharse las manos. No era especialmente diestro cuerpo a cuerpo y ahora esos dos indeseables estaban a pocos pasos de distancia. Pero estaba en plena ciudad, con trozos de metal por todas partes, como farolas y contenedores de basura, y él era un tipo imaginativo.

Kevin había logrado abandonar la limusina aunque no corrió peligro por el cohete pues un hombre llameante logró explosionarlo. Sus oídos comenzaron a sufrir después de aquello, pero era un mal menor teniendo en cuenta que de haber llegado a su destino habría saltado por los aires, y lo mismo la chica. Le gritaría un gracias pero los problemas no habían terminado para él. Los matones le rodearon y eran demasiados como para enfrentarse a ellos. Por suerte no tenían intención de atacarle ni matar a Cherry, así que era preferible quedarse callado.

- Ya me voy.

Pero en cuanto se dieron la vuelta el joven trató de llegar hasta algún coche cercano que le cubriera, apartándose de la limusina porque nada le decía que la fueran a seguir atacando con aquella arma pesada. Tras haberse movido no creyó que pudiera atacar así sin más a tantos hombres pero si se adentraba en la mente del que había cogido a la adolescente podría saber a dónde la llevaban y después apoyar a esos metahumanos contra los locos que quedaban allí.

"Que se vaya esta docena que luego les podremos coger por sorpresa si todo sale bien."

Tenía que comprobar que aquella suposición era correcta así que se adentró en aquella mente que esperaba fuera débil.

"Enseguida me pongo a freir mentes aquí atrás."

Se dijo a sí mismo porque no pensaba quedarse al margen. Tampoco había participado nunca en ningún tiroteo, pero la "aguja alienígena" le había enseñado que no había que omitir el deber porque entonces la moralidad se iba perdiendo poco a poco, de manera imperceptible hasta convertir a las personas en salvajes. No dejaría que eso le sucediera a él.

Si tenía la oportunidad, se colocaría la máscara y algo de protección ganaría.

La Llama Fantasma sintió la explosión y retrocedió en el aire, cubriéndose la cabeza con sus instintos todavía humanos. Había logrado destruir el misil aunque la explosión hizo que le pitasen los oídos. En mitad de un extraño silencio miró a su alrededor y pudo ver a un robot enorme, decenas de pandilleros armados y un hombre en mitad de todo el caos haciendo gestos extraños con sus manos enfrentado a un buen montón de navajeros. 

Más arriba en la azotea de donde vino el misil, una mujer enmascarada se enfrenta a más hombres armados que protegen a otro con un lanzamisiles que si... Oh, no!!! Si vuelve a disparar.

En una fracción de segundo la Llama Fantasma surca el cielo dejando una estela verdeazulada tras él y dirigiéndose al tipo del lanzamisiles para detenerlo.

- No se quienes sois pero os habéis equivocado de ciudad!!!

Echo se había metido de cabeza al peligro, algo de lo que no se arrepentía. Sin embargo, cuando el misil estalló en el aire y sus oídos empezaron a pitar, se giró para descubrir qué ocurría. ¿Había metahumanos allí? Razón de más para desconfiar sobre el verdadero valor de esa limusina. No podía ser casualidad que un hombre llameante estuviera surcando el cielo en ese mismo instante.

Volvió a dirigir su atención a los cuatro pandilleros que la amenazaban. No estaba acostumbrada a pelear contra tantas personas a la vez pero confiaba en los reflejos que durante tanto tiempo había entrenado y perfeccionado. Así pues, aún sin decir una palabra, continuó peleando con el bastón, alternando rápidamente de uno a otro para que ninguno se acercara demasiado a ella y la pillara con la guardia baja, y también para no darles un respiro a esos rufianes.

Al menos, alguien se estaba encargando de la situación en la calle. Si sus ojos no le fallaban, y teniendo en cuenta la trayectoria en la que se había desviado el proyectil, intuía que nadie había salido herido de esa explosión. Eso era un alivio.

El Protectorado, turno 3

Karen saluda a Balthazar desde detrás de su cobertura robótica, con bastante tensión asomando desde detrás de su sonrisa. Ha trabajado antes con él y apunta con cuidado intentando alcanzar con su pequeño revolver a uno de los dos adversarios. "¿No te sobrará otro guardaespaldas como ese?", pregunta el mago al otro lado de la tumultuosa calle. "¡Estoy intentando que no te haga falta!", afirma ella.

Los dos pandilleros, armados con cuchillos, se lanzaron hacia Balthazar con ansias homicidas, pero él miró alrededor pensando en qué podía utilizar con su conjuro de controlar el metal. Una farola alta, terminada en una capucha metálica, se levantaba desde la calzada. Con un movimiento de su mano y una fórmula mística en los labios, el objeto se dobló desde su base y calló como una sentencia sobre los dos muchachos; el segundo se salvó porque la frenó la cabeza del primero, que tras un sonido hueco y metálico calló al suelo con las manos sobre el cráneo, sangrando y lanzando maldiciones antes de alejarse reptando y sollozando. El otro, sin embargo, niega con la cabeza y se lanza hacia él; "¡La dañate, gringo!", lanzando una puñalada ascendente directamente hacia su estómago. El mago, en un segundo, alza una mano llena de dedos ritualmente retorcidos y da una orden seca que resuena en todo el campo de batalla, siendo rodeado súbitamente por un campo mágico fosforescente sobre el que el arma resbala sin efecto. "Joodel...", dice el atacante retrocediendo, asustado por fin de las capacidades de su adversario, antes de recibir un balazo de Karen en una pierna y caer al suelo. "AAAH¡ Jodeel!".

La joven sale de detrás de Prototipo D-03, que parece indeciso con la motocicleta sobre la cabeza, y saluda al mago con la mano. "¡De nada!".

Mientras, en el cielo, Llama Fantasma se dirige hacia el tirador del lanzacohetes y descarga contra él una imprecisa llamarada que lo alcanza de costado; "¡No se quienes sois pero os habéis equivocado de ciudad!", grita mientras carboniza parte de la azotea, de la fachada del edificio, y del tirador que apunta hacia Prototipo. Cuando el flameante rayo termina de fluir el matón está tirado en el suelo e intentando huir, ennegrecido por el hollín y las quemaduras.

Echo observa la barbacoa desde primera fila, pues se encuentra luchando a brazo partido contra cuatro de los esbirros sobre la azotea, que intentan alcanzarla a cuchilladas. La joven salta sobre uno de los atacantes, cae sobre otro golpeándolo con el bastón y se aparta rodando de otros dos, que intentan tirarse sobre ella. El pandillero golpeado agita la cabeza, aturdido pero sin ningún daño aparente, y se lanza contra ella. El combate sigue fluyendo, está claro que la joven se está manejando bien manteniéndolos a raya, pero por ahora no ha conseguido acabar con ninguno.

El nutrido grupo de pandilleros que arrastran a Cherry se han visto libres de ataques, así que centran su actividad en arrastrar a la joven hasta el interior del Centro Comercial, unas galerías antiguas, aprovechando el caos de humo, cristales rotos y cascotes en los que se ha convertido la calle. Todos perdéis de vista al grupo, y a la joven.

Mientras, Kevin se pone la máscara de Mindforce cubierto por el polvo en suspensión que produjo el cohete, y que ya empieza a disiparse. Se ha comportado como un ciudadano razonable, largándose cuando se lo han dicho, y puede ver a los dos últimos integrantes de la banda apuntando con sus armas en todas direcciones mientras desaparecen a través de la entrada del Centro Comercial.

Por un momento se concentra, y su mente alcanza una de las de los agresores. Un momento de focalizada paz invade los sentidos del héroe, en los que puede ver a un joven sólo un poco mayor que éste tranquilizándolo hace unos días. El sujeto tiene un uniforme de cuero, una capucha, cabello largo y unas gafas extrañas, de rejilla, que parecen contener una luz relampagueante que surge de sus ojos. "No se saldrá con la suya, brodel", le dice mientras mantiene su mano sobre el hombro del pandillero. "No ande´ con miedo, cogel a la chavita, sin hacele daño si puede sel, y ya no podrá tocalnos", afirma el extraño líder.

Cuando Kevin vuelve a la realidad, (sólo ha pasado un segundo), los pandilleros se han marchado al interior. Como un fogonazo, el héroe recuerda quién es el hombre relampagueante de su imagen mental: una figura polémica relacionada con la inmigración caribeña conocida como "El Bandolero", formalmente un delincuente asociado a las pandillas locales, pero considerado un héroe en las barriadas cubanas, dominicanas y haitianas de la ciudad.

La situación es la siguiente;

Balthazar y Mindforce se encuentran en la calle, cerca de la puerta del Centro Comercial en el que se han internado los pandilleros junto a Cherry, que solloza secuestrada. Podrían entrar, alcanzar la cola de la comitiva de matones y actuar.

Karen y Llama Fantasma están a media distancia, igual que Prototipo D-03. Karen puede correr hasta allí, (probablemente lo haga), pero no actuar. Llama Fantasma vuela, así que puede alcanzar cualquier posición y actuar. Prototipo D-03 ha sufrido una pantalla azul de la muerte, a ver si se recupera del error de Sistema.

Sólo queda Echo, que está luchando contra cuatro pandilleros sobre la azotea. Ella no tiene poderes de movimiento, así que tardaría un asalto completo, como Karen, en desplazarse hasta el Centro Comercial, además tirando para no defenestrarse durante la bajada desde la azotea. Y los cuatro pandilleros, por supuesto, intentarían machacarla mientras lo hace.

Es vuestro turno, y vuestra decisión. ¿Qué hacéis?.

La magia tendía a ser caprichosa, como una atractiva universitaria en una fiesta de fraternidad: sabe que todos la desean y puede hacer lo que se le antoja. Así que Balthazar no siempre estaba seguro de que sus hechizos protectores iban a impedir que alguien le saltara los dientes. Pero era parte de su vida, las opciones que había tomado en el pasado le habían llevado a ello y ahora sólo podía apechugar, respirar con normalidad y fingir que todo estaba bien.

—¡Lo tenía controlado, inspectora! —le restó importancia al afortunado disparo de Karen y avanzó unos pasos pisando la espalda del pandillero caído— Con permiso...

Estaba claro que su intención era secuestrar a la joven que habían sacado a rastras de la limusina. ¿Tenía un guardaespaldas? No se había fijado bien. Pero está haciendo un trabajo de puta madre. A alguien le van a despedir mañana mismo. Bueno, Balthazar... ¿qué vas a hacer? ¿Te vas a tu mugrienta oficina a atender a alguna viuda rica que quiera hablar con su difunto esposo? ¿O te pones el traje de héroe e intentas salvar a la doncella en apuros? Con expresión pensativa, el mago se encendió un arrugado cigarrillo, miró de reojo el caos a su alrededor, suspiró y siguió a la comitiva hacia el interior del Centro Comercial. Me cago en mi vida.

El Bandolero, era un supervillano de los barrios pobres de la ciudad aunque allí fuera considerado todo lo contrario. Tenían algo en contra del padre de Cherry o eso era lo que la intuición le decía.

Los doce tipos iban en dirección hacia el centro comercial y ahora que estaba un poco más protegido podría tratar de reducir su número, esperando que el resto de personas especiales que habían por la zona terminaran por apoyarle. Sin decir nada se concentró otra vez en su telepatía pero ahora la usaría para causar un gran dolor y si todo salía bien, uno de ellos caería. Entrecerrando los ojos lanzó su descarga directa al cerebro de uno de esos gañanes. Pero a la vez, se preguntaba si no podría ser que tuvieran algo de razón. "Coged a la chica, sin hacerle daño si puede ser, y ya no podrá tocarnos" sonaba a que había algo más detrás de todo aquello.

- Se la llevan porque creen que así alguien les dejará en paz. Les manda El Bandolero, le he visto en la mente de uno de ellos.

Dijo esperando que el más cercano, Balthazar, tuviera en cuenta también esa información. Cayó entonces en la cuenta de que habían lanzado cohetes a la limusina y una cosa no encajaba con la otra. Mejor iba a ser rescatarla y luego ver si había que indagar más profundamente.

La Llama Fantasma voló hasta la azotea del edificio y descargó su fuego sobre el pandillero que llevaba el lanzacohetes haciéndolo huir.

- Así aprenderás a no utilizar armas de guerra en medio de la ciudad -. Dijo con una sonrisa. 

Pero otra nueva diatriba se presentaba ante sus ojos. Se detuvo medio segundo para tomar una decisión. Ayudar a la mujer que luchaba sola contra los pandilleros en la azotea o volver a la calle y unirse al hombre de los gestos extraños, el enmascarado y el robot gigante contra los secuestradores.

Decidió quedarse arriba y ayudar a la chica. Aunque por la manera en que se movía parecía no necesitarla si que podrían acabar el asunto rápido y unirse a los otros.

Se giró en el aire hacia los pandilleros y junto sus manos invocando el poder de la Llama Fantasma.

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La explosión se produjo del modo más seguro posible pero no por su mano sino por la de un Metahumano que se le había adelantado; por lo visto la batalla campal era entre el grupo de matones y unos cuantos de esos humanos mejorados con extrañas habilidades. La onda expansiva sacudió sus circuitos dejándolo un instante aturdido, sobrepasado por la carga de información estática que le había llegado de golpe. Tras recuperarse, pudo comprobar que su compañera seguía indemne dando guerra a los asaltantes al tiempo que parecía saluda a un viejo conocido.

La situación resultaba confusa pero los parámetros no habían cambiado: anular la amenaza, proteger a los civiles.

- Intente permanecer tras de mí, por favor. Los datos disponibles pronosticaban que era poco probable que siguiese sus instrucciones por lo que no había tiempo que perder. Con paso firme y confiado, después de depositar con toda la suavidad que fue capaz la motociceta, se dirigió al interior del edificio lo más rápido que le permitía su pesado cuerpo. 

Echo había iniciado un baile marcial con aquellos cuatro pandilleros. Su bastón parecía moverse independientemente, como si hubiera cobrado vida y su objetivo fuera dejar fuera de combate a los criminales mientras ella se dejaba llevar por su pareja de baile. Los torpes delincuentes no podían seguir su ritmo, aunque ella tenía que admitir que tampoco podía hacer mucho más que mantenerlos a raya.

El metahumano de las llamas verdosas descendió después de chamuscar al hombre del lanzamisiles, que salió huyendo despavorido. Echo se detuvo durante un breve instante en el que inspiró y expiró, y aprovechó para asentir brevemente en señal de agradecimiento a la nueva incorporación de esa batalla en la azotea.

Ya tendría tiempo más tarde para las presentaciones. O, mejor aún, para perseguir a los que habían raptado a la chica de la limusina. Continuó repartiendo golpes sin cesar. Su máscara ocultaba su rostro, pero detrás de éste tampoco había más expresión que la de la concentración absoluta.

El Protectorado, turno 4

El pandillero herido en la pierna por Karen intenta marcharse arrastrándose, pero antes recibe el amable peso de Balthazar paseándose sobre él hacia el Centro Comercial. "¡Aah!, ¡el coño´e tu maldita madre!, ¡mariconaso!", exclama antes de levantarse y huir cojeando hacia un sucio callejón. Con tranquilidad, el mago se enciende un pitillo mientras los cristales rotos se rompen bajo sus pies, dirigiéndose caminando hacia la puerta del Centro Comercial. El humo de la explosión del cohete ya se ha disipado, y varias alarmas resuenan en los alrededores estropeando la concentración para su próximo conjuro. Con una expresión de fastidio sube los pocos escalones hasta el interior del establecimiento, y es el primero en descubrir que media docena de pandilleros se han apostado pocos metros adentro apretando los dientes, y esperan con sus armas temblorosas dispuestos a descargarlas contra cualquiera que se atreva a entrar. Ven a Balthazar, pero al observar que está tranquilamente mirándolos y fumándose un pitillo parecen no considerarlo una amenaza, y no le disparan.

No muy lejos, la voz metálica de D-03 resuena potente dirigiéndose a Karen; "Intente permanecer tras de mí, por favor". Pero la joven tiene otros planes; "Lo siento Latas, no me he ganado los galones obedeciendo", afirma dándose una carrerita hasta cubrirse en uno de los laterales de la puerta del Centro Comercial. Tras chocar con la columna le guiña un ojo a Balthazar con su pequeña pistola en vertical, pegada a la sien, y grita adentro; "¡Policía!, ¡estáis detenidos, morenos!", luego asoma cabeza y arma para lanzar un par de resonantes tiros que terminan rompiendo ruidosamente un escaparate tras los seis pistoleros.

Mientras, en la azotea del exterior, cuatro matones tratan de alcanzar a Echo con sus navajas mientras ella salta, esquiva y rueda por el suelo tratando de alcanzarlos con su bastón. La humeante figura del pandillero con el cohete huye precipitadamente por una metálica escalera de incendios, mientras una llameante figura se alza sobre el escenario. "Así aprenderás a no utilizar armas de guerra en medio de la ciudad", afirma descendiendo y lanzando otra llamarada contra los atacantes que no logra alcanzarlos, pero que prende la mitad de la azotea con un fantasmal fuego azulado. Echo, por su parte, afirma en señal de agradecimiento pero no consigue ningún golpe considerable.

Los cuatro matones que luchan contra ella han quedado divididos por la llamarada; ahora hay dos a un lado y dos a otro. Los que la atacan lanzan varias navajadas poco precisas, que ella desvía con ayuda de su bastón, y los otros dos se llevan las manos a la parte trasera de sus pantalones, y sacando revólveres disparan varios balazos al aire, hacia Llama Fantasma, que tampoco logran su objetivo.

Echo y Llama Fantasma pueden ver abajo, en la caótica calzada, cómo Prototipo D-03 se mueve con mecánicos sonidos hasta la puerta del Centro Comercial en busca de la joven secuestrada, para encontrarse de pleno con media docena de pandilleros. Los matones parecen realmente aterrados por la vista del robot gigante de color negro y rojo, así que al grito de "¡Jodel, jodel!" descargan al unísono todas sus armas sobre él. Se produce un escándalo tremendo cuando las detonaciones resuenan en el pasillo principal de las galerías, y un montón de balas destrozan la mampostería, arrancan azulejos, estallan cristales y golpean inclementes a la enorme máquina, que sufre un daño. 

A pesar del castigo, la mole robótica camina bajo la lluvia de balas y alcanza la posición de los seis caribeños, cogiendo a uno de ellos con su férreo brazo y proyectándolo por el aire hacia atrás. El pandillero atraviesa la cristalera que Karen ya había dañado con sus disparos, y se estrella estrepitosamente contra un expositor de DVDs aplastándolo y rodando por el suelo. Tras hacerlo se marcha patéticamente a cuatro patas, hacia la salida de servicio de la tienda, que todavía estaba cerrada.

El hombre del traje y la máscara también se había acercado al lugar junto a Prototipo, aunque evidentemente ha resultado mucho más discreto. Mientras se acerca a los matones y se concentra, grita a los presentes; "Se la llevan porque creen que así alguien les dejará en paz. Les manda El Bandolero, le he visto en la mente de uno de ellos". Al mismo tiempo uno de ellos se lleva las manos a la cabeza, pega un chillido y cae de rodillas. Una línea de sangre se desliza desde su nariz, al mismo tiempo que el desdichado se derrumba inconsciente.

Bien, la situación en resumen es la siguiente;

Echo y Llama Fantasma están luchando contra cuatro pandilleros en la azotea del edificio.

D-03 está rodeado de pandilleros, en la entrada del centro comercial. A pesar del miedo que tienen está claro que no van a dejar que entre, ni él ni nadie. (Aunque si camina podrá enfrentar su súper-Fuerza para llevárselos colgando, claro).

El más cercano a él es Mindforce, el ejecutivo de la máscara (¿?), que está frente al grupo concentrándose.

Detrás de él, más cerca de la puerta a la calle, se encuentran Balthazar y Karen.

Todos los que estáis en el Centro Comercial podéis actuar con libertad, luchar contra los matones que taponan el paso o intentar burlarlos para entrar.