Partida Rol por web

 El enano escucha las palabras de la tieflin, y lee lo que en sus ojos se refleja.

 - Hablas de elección, estás a tiempo de cambiar la elección. Si fuera el caso estaría más que dispuesto a ayudarte. Nunca es tarade para elegir un buen camino.- Su forma de hablar es tranquila y pausada, y tiene cierte aire paternal, afable.- Por suerte, los dioses, son capaces de perdonar.

Sin entender nada de la " brujería " de Bilis, asentí con la cabeza a sus palabras y le mostré una sonrisa.

- Quiera lo que quiera decir eso, espero que se encuentre bien. Pienso antes de volver a mis entrenamientos, un poco desconcertada, pero dispuesta a seguir con mis entrenamientos.

Marronoso continuaba su entrenamiento mientras sus heridas continuaban sanando. La nueva edicion del Gladiators digest habia salido y en ella noticias de futuros problemas. Un nuevo luchador para la casa amarilla, con aspecto bastante competente y habilidad suficiente para matar a 6 soldados entrenados.

Por otro lado la escuela azul se estaba quedando con poca gente, y si el queria evitar que eso siguiese ocurriendo seria mejor darle un par de consejos a la tiefling sobre el enano babosa. Por mas odio que hubiese tenido ante los de su raza, en este momento eramos aliados y debia compartir con ella mi conocimiento.

Marronoso se acerco a la tiefling mientras estaba descansaba unos momentos de su intenso entrenamiento.

-Oye, tienes un momento?

Dijo el colosal guerrero mientras estaba parado a una distancia de 2 metros de la tiefling. Tampoco queria invadirla si ella no queria su consejo.

- No, Paladín, el tipo de elección de la que hablo no tiene marcha atrás. Elegí ser lo que soy conociendo los riesgos. He visto a muchos chamanes de mi raza caer bajo el dominio de un demonio,  pero eso no va a ocurrirme a mí. No permitiré que ocurra. Y desde luego no busco, ni necesito el perdón de los Dioses, no más que cualquier otro, al menos.

Y saludando al enano con una inclinación de cabeza, sigo con mis ocupaciones.

Día de sorpresas sin duda. El enorme dracónido quería hablar con ella y sintió curiosidad. Para Marronoso debía ser una tortura dirigirse a un tiefling. Recordó sus impresiones cuando ella misma luchaba contra el dracónido de los Amarillos en la Arena. Antagonismos ancestrales que no tenían sentido hoy, cuando ahora eran los humanos y su imperio los nuevos amos, aquellos que los convertían en meros esclavos.

Decidió ser cortes, sin contar que dracónido quizás pudiera darle algún consejo para enfrentarse a Babosa.

- Sí, lo tengo. ¿Quieres algo?

Marronoso mantenia su posicion esperando la respuesta de la tiefling, y esta llego sin duda como el esperaba. Le tomo un momento volver a juntar la determinacion para ayudar a quien el consideraba como parte de sus enemigos, pero en estos dias la realidad le golpeo duro en el rostro mostrandole que su epoca habia pasado hace mucho tiempo y las cosas ahora eran distintas.

-Bien, solo queria decirte que tengas cuidado con Babosa. La mejor manera de derrotarlo es tener extremo cuidado en las distancias, si el no puede acercarse estaras a salvo. Su ataque especial no te deja mover del lugar donde te encuentres y ese sera tu fin, has entendido?.

Tras una pequeña pausa el draconico agrega.

-Yo conozco la misma tecnica, si quieres podemos entrenar juntos en un espacio proporcional a la arena donde nuestros movimientos sean tambien proporcionales, es decir si en un combate puedes moverte 10 mts, y la proporcion del lugar de entrenamiento es 10 a 1, en nuestro entrenamiento solo podrias moverte 1 mt. Asi podrias practicar tecnicas de movimiento que no te encierren y te permitan escapar a la vez que mantener tus ataques. Avisame si quieres ponerlo en practica antes del combate. Por supuesto que la idea del entrenamiento seria que aprendas a escapar de tu oponente, yo no te atacaria ni tu a mi.

Tras explicarle a tiefling la idea del entrenamiento, Marronoso espera la respuesta de la mujer-demonio con una mirada firme. Se nota que le cuesta intentar ayudarla pero que su voluntad es fuerte y respetara lo pactado.

Tras largos y cansados entrenamientos, que parecen no terminar nunca, no puedo evitar más que echar de menos el poder hablar con alguien, necesito seguir creyendo que soy una persona entre estas paredes que me tienen recluída.
Ya que paso tantas horas con el semielfo, trato de saber algo má de él, al fin y al cabo, parece más dispuesto a conversar que el instructor azul.

- Herreforo, cómo acabaste trabajando en la escuela Azul? - Pregunto con curiosidad.

- "Bueno, los semielfos no somos muy apreciados en Detritus. Nos llaman Bastardos y cosas peores. Fue difícil encontrar un empleo, así que finalmente empecé a trabajar para las caravanas como explorador avanzado.

Una vez, hace cinco años, fuimos atacados por una tribu de orcos. Me enfrenté al jefe con mis dos espadas, tuve suerte y logré acabar con él.

El Instructor Azul era entonces el Campeón de Detritus y viajaba en la caravana. Él personalmente acabó con parte de los orcos y llegó a tiempo para verme rematar al líder de los orcos. Me ofreció su mano y apadrinarme para la Arena.

Durante un tiempo formamos un equipo inseparable, hasta que reunimos suficiente dinero para comprarle esta Escuela al anterior propietario, que ya estaba viejo y quería retirarse. Y aquí estamos ahora, entrenando a nuevos luchadores para la Arena e intentando ganarnos la vida en lo que mejor conocemos." -

Escucho atenta sus palabras..

- Entonces el instructor también fue un esclavo? Pregunto bastante asombrada.

- "Claro, pero no es algo de lo que le gusta que hablemos." - Herreforo da así por zanjada la conversación.

Entonces mira a los demás luchadores y exclama:

- "¡Vamos, es día de Circo! ¡Preparáos todos para ir a la Arena!" -

- Vale.. - respondo únicamente ante el corte que me da el semielfo, aunque en mi cabeza las cosas e empiezan a ver ya de otro modo.. - Si el instructor ha logrado ser libre, también podemos lograrlo nosotros. Sé que los de la escuela amarilla tienen más posibilidades en estos momentos, pero mientras respiremos hay esperanza..

A pesar de que yo no voy a competir me preparo, como bien ha dicho Herreforo, para ir a la Arena. Esta vez increiblemente animada, dando vueltas de un sitio a otro y animando a mis compañeros.

- Venga chicos! Tenéis que ganar hoy! Somos mejores, lo que pasa es que hemos tenido peor suerte..

Le está costando la vida al drácónido ser amable conmigo – pensó Bilis divertida

 - Mmm – le contestó - cierto es que no me vendrían mal tus consejos o tu ayuda. Puesto que me has visto luchar sabrás que para que mis ataques sean efectivos necesito mantener las distancias, en cuerpo a cuerpo no tengo posibilidades. Me vendrá bien entrenar contigo, aunque yo diría que el enano es algo más lento que tú en sus desplazamientos, así que si puedo escapar de ti, me será más fácil con él. Y no te preocupes – añadió con algo de retintín – juro por todos los demonios del inframundo que no lanzaré ni un mínimo conjuro urticante.

Nada más terminar el campeonato ya nos llega el siguiente calendario de combates. El Instructor me recomienda que trate de lanzar algún desafío.

Podría luchar una vez más, sin arriesgar la vida, para probar mis fuerzas. Pero en realidad, el único desafío que me parecería interesante sería desafiar a Bollito por su arco, y difícilmente podría mirarme después de hacer eso a la mediana.

Sigo entrenando, a veces solo con Herreforo, a veces también con la mediana, ayudándole con el arco, pero sin descuidar mi entrenamiento con el gladius, probablemente el único arma de la que de momento me puedo servir.

- Herreforo, ¿cómo puedo conseguir un arco para los combates, o al menos una segunda arma de verdad? Si no tengo otra opción volveré a servirme del uniforme, como en el campeonato, pero es desesperado y ridículo.

Escucho la pregunta del elfo y vuelo a sentirme algo culpable por ser quien tiene el arco, pero ya me he disculpado las suficientes veces como para que lo sepa, y más, resultaría ya ser un poco pesada.

Herreforo, podría dejarle mi arma al elfo si no le han desafiado por su arma? Quiero decir, después del combate que me la devolviera sin que se lo queden los amarillos..

Bilis no había contestado a la proposición de su demonio. Las historias oídas y el recuerdo de algunos chamanes vistos en algunas tribus tiefling le decían que ceder a los requerimientos del demonio sería dar el primer paso hacia la pérdida de su voluntad. Quería el poder que podía ofrecerle, más en las circunstancias actuales, pero se negaba rotundamente a caer bajo su influjo. Se había adentrado en el peligroso mundo de las artes antiguas de su raza no para caer bajo la dominación de un demonio y convertirse en su marioneta, sino para redescubrir antiguos secretos y triunfar allí donde al final sus ancestros fallaron. Dominar al ser del inframundo, no ser dominada por él.

Sin embargo, deseaba ese poder y al recordar su primer combate en la Arena sintió de nuevo el ansia de sangre, la sensación triunfante de su poder desatado hiriendo y destruyendo a otro ser vivo, y durante unos  segundos miró a su alrededor como buscando una víctima propicia para el sacrificio. Había esclavos humanos en la escuela pero no veía posibilidad alguna de utilizar a uno de ellos, al fin y al cabo ella era una prisionera y… Al darse cuenta del rumbo de sus pensamientos Bilis apartó la idea con furia. No se dejaría seducir. Pero otra idea la asaltó ¿se sentía quizás incapaz de matar a alguien a sangre fría para obtener más poder? Miró a sus compañeros y tomó consciencia del vínculo que se había formado con ellos. Le resultó extraño e incluso agradable notar que ya no le eran indiferentes y se sorprendió al darse cuenta de que sentiría su muerte. Dirigió ahora su mirada hacia los esclavos humanos que pululaban por el campo de prácticas y más allí la casa del instructor ¿y ellos le eran indiferentes? Nada. No le inspiraban el más mínima emoción y supo que no tendría escrúpulo alguno en acabar con sus vidas…

Sacudió la cabeza para volver a centrar sus pensamientos en su problema más acuciante ¿cómo obtener lo que el demonio ofrecía sin ceder a su petición?. Recordó la sensación del conjuro que le ofrecía…era fuego, pero no un estallido, ni una ráfaga, era más bien…líquido, como fuego líquido derramándose sobre su cuerpo e inflamando sus ropas, su piel, su carne. Un escalofrío la recorrió. ¿Sería capaz de crear ese fuego líquido ella sola? Al menos lo intentaría.

Otra jornada en la Arena, otra jornada de combates. Mientras se preparaban para ir al Circo, Bilis escuchó las palabras de ánimo de Dora

- Pues espero que la suerte nos acompañe hoy – le dijo – pero me conformaría con que ninguno de los desafíos que nos lancen sea a muerte. Aunque tus palabras de ánimo quizás inclinen la fortuna a nuestro favor – añadió con una sonrisa – quién sabe.

Herreforo mira a Bizcochito y a Petaculos y responde:

- "No se trata tanto de ganar el arma en sí como de ganarse el derecho a usarla en la Arena. Bizcochito la ganó en una Prueba del Arquero en la Arena contra Flacucho.

Si hubiera otra Prueba de Arquería, y Petaculos la ganase, su premio seguramente sería poder usar el Arco en la Arena.

Otra posibilidad es Desafiar a Bizcochito por el arma. En ese caso, Bizcochito, se esperaría de ti que combatieses para ganar. Todo el mundo te estaría observando en la Arena y se darían cuenta si luchas por debajo de tus posibilidades, cosa que no te recomiendo pues la Organización suele ser severa con esas cosas." -

- Los Guardias de la Escuela os reúnen a todos en la zona abierta ante las puertas de entrada, que se abren para vosotros. Junto con el Instructor y Herreforo os conducen a todos a la Arena. Algunos no lucharéis hoy, pero es conveniente que observéis las tácticas de lucha de los luchadores amarillos. 

- Bastantes horas después todos regresáis a la Escuela.

- Tapón y Bilis están bastante heridos, son atendidos por los curanderos, que les dan hierbas para hacerlos dormir.

- Petaculos, Bizcochito y Marronoso pasan buena parte de la noche entrenando.

CUARTO DIA DEL SOL DE ERATHIS 4480: