Partida Rol por web

Horus - II

La Máquina (Cap. V)

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05/05/2016, 10:23
Sean Dunne

Mantengamos la calma. Puede que al apagarse los monitores de la cosa esta ya haya puesto en funcionamiento algo peor. Tratad de tener los oídos abiertos a algún ruido de maquinaria. Voy a inspeccionar suelo, paredes, techo y monitores para ver si algo ha cambiado...

Sam tenía razón: Sean no había terminado su inspección. Todo lo demás eran distracciones. No iba a dejar que le conmovieran unos sacrificios humanos que seguramente se sustentaban en la magia del cine, y que a poco que te parases a pensarlo era todo tan falso como el mito de la inmortalidad. Tener la inmortalidad es hacer trampas, todo gamer lo sabe.

Ni siquiera sabía qué estaba buscando. ¿Un gas venenoso expulsado desde alguna válvula? Si era incoloro, trataría de olerlo; si era inodoro, trataría de escuchar su salida a presión. ¿Paredes estrechándose como en una empaquetadora de basuras de una mala película de ciencia ficción? No, para que eso se diese no podrían haber puesto tuberías por todas partes. ¿Inundar la cámara con agua? Esos cretinos no tienen ni idea de lo que puede aguantar sin aire un joven atleta parisino en la flor de la vida. Sea lo que sea, Sean estaba preparado para afrontarlo.

¿Alguien tiene algún mechero?-miró a Estel y Omar-¿Uno al que todavía le quede gas? Podríais encenderlo y pasarlo cerca de las paredes. Si la llama se tumba, habrá una corriente de aire, puerta secreta o conducto de ventilación.

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06/05/2016, 00:17
Estel Highwater

Escuchando a Omar, dedicando a cada una de sus palabras una atención tan concentrada que podía quemar y asintiendo lentamente, Estel sintió deseos de reírse. Era como escucharse a sí misma, como tantas otras veces, sólo que en una voz diferente y con una dicción diversa. Era verse reflejada en un espejo con otro sexo, otro color de piel, pero el mismo patrón de pensamiento y la misma acción: la percepción, el tendido de la trampa, la racionalización posterior, e incluso el silencio. Por supuesto, sin embargo, ninguna risa emergió de sus labios apretados en dos finas líneas paralelas. La situación era demasiado seria, la presión era demasiado alta, y había demasiadas cosas en juego. Una, por sobre todas las cosas.

Cuando Omar cerró los ojos, las manos de Estel buscaron las de él. Las cogió entre las suyas y, cuando Omar habló de descripción, ella asintió y cerró sus ojos. Era cierto que era buena con las imágenes; pero, aún más cierto, era que sus pensamientos eran siempre a palabras. Y conocía pocas personas tan capaces como Omar de recrear algo, una realidad tridimensional y compleja, sólo con ellas. El resto del mundo se apagó por ese instante a su alrededor.

La descripción terminó, pero Estel tardó en abrir de nuevo los ojos. Tenía la piel de gallina bajo la camisa, y los dedos rígidos alrededor de los de Omar.

- No vi esa mirada, nada parecido. En sus ojos sólo pude ver… distancia. Algo que no era ella. Algo que estaba mal. En ese momento no supe qué estaba sucediendo – respondió, levantando la mirada hacia Omar – Apenas llegamos a Zurich, si te acuerdas, Enara se arrojó sobre mí. Y en ese momento, tuve una… visión, percepción, no lo supe y no lo sé. Nunca experimenté nada parecido, ni cuando experimentamos con las drogas – Estel soltó suavemente su agarre – Éstabamos ella y yo, pero ella era adulta y no niña, y estábamos como fuera del tiempo. Enara parecía resignada a una misión para la que estaba destinada y que quizás era fatal, una misión que yo… compartía – hizo una pausa, y dio una caricia hacia los nudillos apretados de Omar Necesito tiempo para contarte esa visión, y las palabras justas. Pero luego de ella, supe que sucedía algo. Intenté entender si era sólo yo o qué pasaba con Enara. Percibí que había algo que no era ella. Traté de tenderle una trampa. Por ello le mostré el ankh con la estrella, para provocar una reacción si la había. Pero no vi nada más en ese momento, aunque luego escuché cómo te hablaba.

Estel negó con la cabeza. Era difícil saber si era por frustración, por culpa, o porque estaba pensando más allá.

- No se me ocurrió que quizás hubiera otra persona, hasta que intenté encontrar a Enara adulta aquí en las…

Detuvo su giro hacia los monitores, porque estos ya no mostraban las imágenes que esperaba ver. 

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06/05/2016, 01:20
Estel Highwater

Tras lo que pareció una pequeña eternidad, abstraída en una esquina de la realidad y en un mundo que componían Omar y ella, Estel giró hacia los monitores realizando un gesto que quedó bruscamente abortado, como las palabras que sólo Omar estaba escuchando pero que con claridad quedaron congeladas en su boca.

Sus ojos pasaron como rayos por todas las pantallas, por todas las imágenes, captando una miríada tan grande y tan rápida de información de destrucción, de sangre y de muerte que jamás pudo llegar a su cerebro. Se quedó allí, en sus retinas y al nivel de su piel, al nivel de su instinto, concentrándose de repente en el rostro del niño que avanzaba hacia la mano que le cogía del cabello y el cuchillo que se acercaba a su garganta, y la línea de los hombros de aquel niño que se pasaba de ser una curva a una recta porque el niño descubría de repente que iba a morir, a morir sin poder hacer nada y sin poder retroceder de la muerte, y sin tener la culpa y sin que ni aquellas pequeñas manos ni las mías puedan detenerlo ni detener la explosión de la herida ni la caída de aquel cuerpo disolviéndose entre gotas de agua o de tierra, ni el sonido, el terrible sonido de la agonía y la impotencia y el sacrificio y la destrucción estúpida de la inocencia, no puedo detenerlo es muy tarde está muy lejos estamos en el infierno pero demasiado cerca también de Omar no puedo pararlo y…

Y de pronto Estel dejó de ver la sangre en píxeles de alta definición, en diferido, y pasó a escuchar el grito de aquel niño en carne viva, el silencio de su propio corazón detenido, y a sentir el dolor, el dolor, el dolor extendiéndose desde el centro del pecho hacia arriba y hacia abajo como veneno o como fuego con la mano derecha extendida hacia el cuerpo del niño que ya no está, no está, no está, no está, dónde está, dónde está, y el dolor, dolor, y dónde…

Los monitores se apagaron, pero las imágenes siguieron sucediéndose delante de los ojos de Estel y dentro de su cuerpo. Sólo quedaba una hendija gris en sus iris dominados por pupilas negras, y su respiración forzada y errática irrumpía el repentino vacío que las palabras de Mike y Sean estaban llenando. El brazo que había extendido repentinamente cayó como muerto a su costado, al mismo tiempo que su mano izquierda aferraba con fuerza aquel hombro como si aquello fuera lo único que lo mantendría unido. Su rostro quedó fijo en una expresión que jamás podría describirse en palabras, sólo con una imagen. Como ya había sido hecho, en realidad.

Estel alcanzó a mirar a Omar, por un instante. Su mirada fue hacia los demás, también, pero parecía estar mirando sin ver. Luego cerró los ojos, retrocedió hasta la pared y se dejó caer al suelo, alejada, su único sonido el del aire intentando entrar a su cuerpo a través de dientes apretados en un dolor sin palabras.

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06/05/2016, 11:30
Nathan Morrison

Podían estar todos allí encerrados pero en absoluto habían vivido las mismas vidas. Podían tener un pasado en común... en cierta manera, pero aquel grupo de cautivos venían cada uno de una parte del mundo bien diferente. De un mundo bien diferente, hablando en puridad. Nathan así lo percibió cuando observó las reacciones de cada uno de ellos a aquel horror que las pantallas comenzaron a verter sobre los prisioneros a modo de tortura cruel y despiadada.

Aquello no tenía razón de ser. No ofrecía nada. No avanzaba nada ni determinaba el presente o el futuro del grupo de rehenes. Era algo tan repugnantemente gratuito que carecía de la más mínima razón de ser. Y, sin embargo, allí estaba. Aquel festín de muerte parecía no acabar. ¿Acaso era una prueba? ¿Consistía en ver cómo reaccionaba cada preso ante aquella barbarie? El canadiense no pudo soportarlo. Sencillamente apartó la mirada hacia un lado. Pero el campo de visión traicionaba a su propietario y por el cabillo del ojo, mirases dónde mirases, se colaba una escena terrible y de una maldad pura y sucia.

La desazón hizo que Nathan hiciera más y más evidente que estaba huyendo de aquella agresión visual. No le importaba mostrarse débil ante sus compañeros o, en el peor de los casos, ante sus captores. Pero no podía soportar el dolor de los inocentes mostrado con aquella difusión macabra. Sus ojos tropezaron alguna vez con las miradas de otros que parecían expresar algo muy similar a lo que los suyos clabaman. Y sin embargo, no... venían de mundos diferentes. Era evidente.

Las cuencas acuosas de Estel revelaron una historia sin contar que, a falta de saber los detalles, decían que ella no había visto ni vivido lo mismo que Nathan. El bailarín había vivido en un mundo de belleza. Nunca antes como en aquel momento lo había tenido tan claro. La ciudad, las clases, las actuaciones... el ensalmo de los focos de un teatro. Una burbuja. El mundo tenía lugares mucho más oscuros y tenebrosos. Tanto que alguien criado a la luezo no podía enfrentarse a ellos. No así.

Nathan cerró los ojos con fuerza y agachó la cabeza... y, aún así, una fina lágrima se escapó y resbaló por sus mejillas hasta el suelo.

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06/05/2016, 11:41
Melyssa Yaddow

La vida eterna...

Melyssa estaba cada vez más convencida de que estaban a merced de unos psicópatas. Estaban enfermos y eran muy peligrosos. Tanto que su obsesión por un mito les había hecho secuestrar a diez personas y encerrarlas en aquel lugar. La joven se apartó del monitor y mientras escuchaba las locuras de un demente, su mirada se deslizó por las diferentes pantallas, intentando hallar algo que pudiera ayudarles. 

Prefirió guardar silencio, dejando que aquel loco continuara con sus delirios. Quizás, en otra situación, habría estallado en una carcajada. Pero era consciente de que aquella locura era peligrosa y tenía miedo. Si estaban tan seguros de que su sangre les daría la vida eterna, nada les detendría. 

Están como cencerros... 

Melyssa se mordió el labio y miró primero a Sam y después a Mike. Sus labios forzaron una trémula sonrisa y apartó rápidamente la mirada. Intentaba mantenerse entera, no quería que se reflejara el pánico que sentía en su interior. Había estudiado muchos casos y sabía que estaban a merced de unos psicópatas y, si nadie les buscaba, estaban muy jodidos. 

En ese momento los monitores se apagaron, para encenderse instantes después y empezar a mostrar una serie de imágenes, a cada cual más macabra. Melyssa ahogó un gemido y se llevó la mano a los labios, enterrando el grito que empezaba a trepar por su garganta. Son falsas, solo quieren asustarnos... Se dijo, aunque algo en su interior le decía que todo aquello era demasiado real. No... Mierda, lo han sacado de alguna película... No... No puede ser real, joder... Sintió el sabor de la bilis en su garganta y tragó saliva, haciendo que lo que fuera volviera a bajar. Sus pupilas se habían dilatado y sus manos bajaron para quedarse colgando, laxas e impotentes. Sentía su corazón bombeando con fuerza la sangre y, por un instante, todo empezó a dar vueltas. 

Pero la voz de Mike fue su tabla de salvación. Le escuchó hablar y parpadeó, volviéndose a mirarle con los ojos inundados en lágrimas. Asintió con la cabeza. Estoy bien... Sí... Y se giró de nuevo para que no viera sus pupilas acuosas. Escuchó la idea del francés y se acercó a una de las paredes, intentando hacer algo para mantener su mente y su cuerpo ocupados. Se concentró, colocando ambas manos en la pared e intentando escuchar o sentir algún tipo de vibración, que les indicara el funcionamiento de alguna máquina.

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07/05/2016, 00:56
Samantha Johnson

¿Qué si estaba bien? ¡¿Qué si estaba bien?! Aún mantenía la boca cerrada, sus labios formando una fina línea de rabia y pesar mientras seguía mirando el negro de la última pantalla. No quería pensar que aquello era real, o lo más importante, que lo había sido. Nefissa no cuadraba en aquella ecuación de espacio-tiempo, pero no había detalles a los que aferrarse mientras observaba la sangre correr a raudales. Pesara a quien le pesara era la humanidad en estado puro. Una antigua civilización sumida en ritos salvajes, y la clave estaba ahí. Lo que habían visto ya pasó. Desgarrador, sí. ¿Paralizante? Se negaba a que así fuera, y aunque su corazón palpitaba desbocado necesitaba recuperar su determinación.

- Si encuentras algo para destrozar las pantallas ya sabes -Se dirigió a un Sean en busca de una salida. Necesitaba pensar, alejarse de las imágenes antes de paralizarse. Esa era la tendencia que seguía cuando se sentía derrotada, pero la frágil sonrisa de Mel se lo impedía. Si tuviera unos buenos tacones sería capaz de usarlos para romper las pantallas, pero lo más probable es que se hubiera roto un tobillo con tanta carrera para llegar hasta aquí-. Me parece que no he visto en las imágenes que hicieran daño a Nefissa, pero fue muy rápido.

Odiaba dejar un resquicio a la más nefasta de las posibilidades, pero era cierto que todo había sido tan rápido que dudaba haber retenido todo. Y la verdad es que tampoco lo quería. Las imágenes habían golpeado rápido y el resultado, de momento, era una mitad paralizada. Por eso se negaba a cerrar los ojos, tenía que agarrarse a la seguridad de sus más queridos y, para que negarlo, la suya propia.

- No tengo ni la más remota idea de lo que realmente sucede, sin contar la venganza o propósitos personales de ese par de chalados -Señaló algunas pantallas- Creo que a Harunn no le ha gustado que lo enfrentemos, o también puede ser una forma de demostrar su... poder -Y pese a todo aún no tenían ni idea de cómo salir de allí-. Pero estoy convencida de que si os quieren muertos lo estaríais sin tanta parafernalia. Me refiero a la estancia, no a los secuestros que eso es muy, muy grave -Se apresuró en aclararlo casi atropelladamente-. Bueno, a estas altura sabemos que se trata de un juego para ellos, o necesitan que participéis para que ellos consigan algo. No sé vosotros, pero... -Miró a Mike, o más precisamente el semblante que se le había quedado. Estaba claro que sólo los que habían vivido el pasado o conocían de él podrían interceder por ellos-. Quietos no vamos a lograr mucho.

Estaba decidida. Los monitores iban a caer los primeros en aquel escalofriante juego de venganza y locura.

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07/05/2016, 12:08
Omar Echenique

Había asentido antes de verla girar hacia los monitores, cosa que hizo igualmente. Los sacrificios, con su macabro magnetismo mantuvieron su mirada fija en ellos. Corazones extraídos de sus cajas torácicas, niños degollados y arrojados a una sima... Tanto daba que hubieran pasado mil años o solo uno. La realidad era que el hombre se regodeaba en la violencia gratuita, en el sufrimiento ajeno, en la muerte.

Por el rabillo del ojo percibió el movimiento de Estel y cuando la vio agarrarse el brazo supo lo que ocurría y cuando las miradas se cruzaron vio una nueva vez el abismo, el dolor y el recuerdo. La herida había vuelto a brirse, una herida que trascendía lo físico y que nunca cicatrizaría, aun viviendo eones. Acudió a su lado, cuando trastabillando alcanzó la pared y se dejó caer en el suelo.

-Me arrastré  hasta y por los infiernos para encontrarte y traerte de vuelta, media alma. No voy a permitir que vuelvas a vagar por ellos -dijo acuclillándose a su lado, tomando su cabeza entre sus manos y apoyándola en su pecho, aspirando el suave perfume de su cabello-. Sabemos a qué nos enfrentamos. No debemos dejar que nos venzan antes de haber empezado a luchar. Ponte en pie, sécate las lágrimas, sé fuerte. Yo seré tu bastón, pero que no te vean caída.

Hurgó en el bolsillo y un zippo resbaló por el suelo hasta los pies de Sean. La mirada dirigida al pelirrojo ardía. No eran familia de sangre, eran la familia que trascendía a algo tan básico como un líquido rojo.

-Busca y si es necesario, haz que esto arda.

Después, Charlotte.

-Ven, Lottie. Te necesita. Te necesitamos -dijo mientras acariciaba el pelo de Estel.

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09/05/2016, 10:13
Fadil Jannan

Apenas intentó asimilar lo que veía, el dolor y la muerte en cada pantalla. Buscaba, buscaba un rostro en cada una de ellas, girándose de una a otra, frenético.

Nefissa no estaba en ninguna de esas pantallas, y con ello, lo que sintió primero fue una profunda sensación de alivio. Primero. Porque después, una vez constatado el hecho de que aquellas imágenes eran reales, aceptado eso como verdad, Fadil empezó a sentirse herido. Se dio cuenta de que aunque Nefissa no fuera una de esas víctimas, otras personas lo eran. Victimas inocentes, sacrificadas en nombre del abuso, por mucho que se disfrazara de religión, o de lo que fuera.

Y luego, esa herida se amplió, y llegaron las náuseas, no por la truculencia y la sangre, sino por la veracidad. No tuvo dudas de que Umayma se hallaba tras esas muertes, torturas, y que a través de ellas pensaba sobrevivir ella. En su interior gritó, gritó con todas sus fuerzas, a su mente acudieron los recuerdos, el momento en el que le comunicaron el accidente de sus padres, el maldito momento en el que acudió a ver el lugar, las manos de su madre cuando era niño, dulces, las manos de Nefissa, en las suyas, consolando. Amando.

No la dejaría allí, donde fuera que estuviere, en México o en el infierno, y no permitiría que la bruja ganara, no lo haría. Ni con ella el bastardo de Harunn y la mala puta de su hija.

Y tampoco permitiría que les pasara nada a ellos. A todos ellos. Era culpa suya, estaban allí atrapados por él, por su ingenuidad, por su vulnerabilidad. Se había dejado engañar, se había dejado manipular como un monigote, aunque fuera por causa de su propia desgracia. No, no era excusa. Debía remediarlo, debía encontrar la manera.

Se irguió, enderezando el cuerpo que había ido encogiéndose sin apercibirlo, y se limpió las lágrimas que habían rodado por su cara, también sin darse cuenta. Inspiró profundamente, y miró su comunicador. Lo había conectado en modo grabación segundos antes, o minutos, justo antes de la catarata de secuencias. Tenía las imágenes, por mal que estuvieran, algo debería verse. Las enviaría a la madre de Lottie, como habían quedado, y al mundo entero si era preciso.

Pero maldijo. El comunicador estaba apagado, y no se ponía en marcha por mucho que lo reiniciara...

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10/05/2016, 12:16
Oliver Booth

Por fin había llegado la hora de las respuestas... al menos alguna respuesta, algo que hacía que la cosa tomara forma en mi mente. Todo aquel asunto ya dejaba de ser un tema de creencia exclusivamente (y eso que yo creía, ya sí) y se confirmaba que había un complot de gente extraña con un propósito: entregarnos a cambio de la inmortalidad. Y todo giraba en torno a la venganza... y ahí entrábamos nosotros, dignos hijos de nuestros padres, condenados por sus acciones pasadas. Me volví a preguntar si de verdad merecía morir, no soy un dechado de virtudes, mi vida ha sido un ir y venir sin rumbo, he hecho daño a mi familia y amigos pero... ¿No hay lugar para la redención? ¿No se me permite una segunda (o quizás tercera) oportunidad? No puedo decir exactamente por qué, pero es que después de la declaración del tal Hanif Harunn tuve la sensación de que iban a matarnos.

Las voces de los demás volaban por el habitáculo, rebotando en las paredes metálicas y generando un eco de lo más inquietante. Mientras tanto yo permanecí inmóvil, paralizado ante aquella sensación de que iba a morir, de que ellos querían matarme. Sentí mucho miedo, puede que por primera vez desde que empezamos aquella "aventura", si es que podía llamarse así. Porque las aventuras son peligrosas pero son divertidas o estimulantes, o las dos cosas... pero ya no me gustaba, ya no quería jugar como al principio...

¿Cómo? ¿Qué por qué tuve tanto miedo a morir de repente? Déjame que piense cómo explicarlo... ¡Ah, sí!... Estaba claro que Umayma y sus "asociados" necesitaban algo de nosotros o de lo contrario no se habrían tomado tantas molestias. Había conseguido atraparnos gracias a Hanif Harunn y su hija Yasmin. Nunca habría sospechado nada de ella, me había parecido encantadora cuando la conocí y, bueno, no esperaba que todo lo del videoclip no fuera más que una farsa, una excusa para llevarnos hasta el Sand Castle. Sí, no era ninguna estrella del rock, Will Stevenson no me había fichado por mi música... Pero bueno, no es el momento de lamentarse por ser un fracasado... Tal y como yo lo veía entonces, podía haber una esperanza, algo que nos mantuviera con vida y nos diera una oportunidad de escapar, y es que Umayma y compañía habían raptado a familiares de algunos de nosotros. Eso reforzaba que necesitaran algo antes de acabar con nosotros pero... Ahí estaba la cosa... Bien, que supiéramos sólo habían secuestrado a la hermana de Fadil y a la de Omar... es decir, que al menos a ellos si que los necesitaban (quizás también a Estel) pero ¿Y al resto? A mí no habían intentado forzarme a hacer nada... ¿Significaba eso que en realidad no me necesitaban para nada? Yo pensaba que sí, desde luego... y eso me aterraba... y eso me hacía pensar que iba a morir...

"Joder... que paranoia..." - pensé.

La angustia se apoderó de mí... ¿Qué iba a pasar a continuación? ¿Qué se sería de mí?... ¿Qué sería de todos ellos?... No eran mis mejores amigos pero tampoco quería que les pasara nada...

Así que hice lo único que creía que podía hacer, me moví lentamente, acercándome a Nat. Mientras tanto todas aquellas imágenes de sacrificios atravesaron mis retinas. No eran agradables... ¡Mierda! Daban asco ¿Qué cojones pretendían?... pero la curiosidad morbosa de contemplarlas me impedía dejar de mirar. En cuanto llegué a su lado le cogí del brazo, apretándolo fuerte, sin importar que notara que estaba temblando.

- Nat... tío... tengo miedo - dije, en un susurro entrecortado.

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10/05/2016, 12:48
Charlotte Dunne

Escuchó su nombre en algún lugar de su mente. Lejos, terriblemente alejado de ella, ¿era realmente su nombre lo que había oído o había sido una simple ilusión?

Charlotte. ¿Quien la llamaba así? No Lottie, sino Charlotte. Y el tono era de preocupación, no de enfado...

Se sintió como si acabara de despertarse de una pesadilla y fuera tomando consciencia de lo que la rodeaba y de ella misma.

Las pantallas estaban apagadas delante de ella. Parpadeó sorprendida, porque hubiera jurado que solo un segundo antes aún se proyectaban imágenes. Pero, ahora, tenía la sensación de que se habían apagado hacía más rato del que ella era consciente. Percibió que sus manos tapaban aún su boca en su intento por contener el grito, o algo más, algo más que aún se revolvía en su interior protestando y pidiendo libertad. Y  sintió correr por sus venas el miedo, mezclado con desafio y determinación. Una mezcla extraña, nueva para ella.

Se volvió a mirar a su alrededor y su mirada se cruzó con la de un Mike que la miraba preocupado. Y, entonces, relacionó aquella mirada con la voz que había pronunciado su nombre. Se quitó lentamente las manos de la boca y le hizo un gesto al americano indicándole que no se preocupara por ella, que estaba bien. Sabía que era una mentira a voces, sabía que lo tenía escrito en su rostro, pero no podía pedirle a él que se preocupara por ella. No teniendo a su lado a Sam y a su hermana. Ellas lo necesitaban.

Miró más allá, a todos... lentamente, intentando ubicarlos, asegurándose de que todos seguían allí, más o menos enteros, pero allí.

El primero al que encontró, fue a Sean. Sus ojos lo habían buscado en primer lugar. Se estaba moviendo, buscando algo, preguntando. No parecía afectado por las imágenes de los monitores. Lottie se lo quedó mirando un instante, maravillada por la entereza de su hermano. Pero supo que no tenía que preocuparse por él, estaba intentando sacarles de allí. Buscó a Estel, siendo consciente entonces de lo que para ella podía haber significado ver aquellas imágenes, y alcanzó a ver su gesto, como esa mano izquierda volaba hacia el hombro derecho y su mirada perdida enfocaba a un punto que no pertenecía a aquel momento y lugar.  Ella no había estado en aquel lugar, pero lo conocía, lo había imaginado cientos de veces en su mente a partir de los recuerdos y comentarios que tanto Estel como Omar habían podido contarle. Aquello la sacó de su ensoñación, de su particular despertar, radicalmente. Dio un paso adelante, intentando llegar a ella como no pudo hacerlo la primera vez. Pero un movimiento junto a Estel la detuvo. Omar. Lo vio acercarse a ella, susurrarle al oído y acunarla en su pecho, y comprendió que aquel momento les pertenecía de alguna forma y que ella no podía entrar en el vínculo que aquella maldita bomba había creado. No ahora, no en ese mismo momento en el que ambos estaban de nuevo en aquel lugar... Rompió su impulso por acercarse, apretando sus puños a ambos lados de su cuerpo, y se centró en el resto.

Se sorprendió al ver a Mel buscando algo, intentando descubrir una salida. Y vio como Sam, que parecia que había duplicado sus energias, se acercó a Sean dispuesta a ayudarle en lo que fuera que estuviera planeando su hermano.

Están bien... pensó aliviada El no creer en lo que está pasando les ha ayudado a reaccionar de otra forma, a que esas imágenes no les afecten tanto...

Ver a las dos chicas y a su hermano trabajar para salir de allí le devolvió a Lottie algo que habia perdido por un instante, la visión desde cierta distancia de todo aquello. Estaban vivos ¿no? Seguían allí, ¿no? Pues donde hay vida, hay esperanza. Se acordó de Fadil, y se volvió, buscándolo, para encontrarlo un par de pasos por detrás de ella.

-Gracias...gracias por intentarlo... -le susurró haciendo un gesto desanimado hacia su comunicador y hacia los monitores, hacia lo evidente...

Y, entonces, escuchó a Omar llamándola. Los miró a ambos en el suelo, a él buscándola con la mirada. No había estado entonces, pero la reclamaba ahora y, quizás ahora, ella sí podía hacer algo. Algo luchó por romperse en su interior, pero se lo tragó con todas sus fuerzas mientras se acercaba a ellos. Cuando pasó junto a Olivier y Nathan, se fijó en este último, y se dio cuenta de... Puso una mano sobre el brazo del muchacho y la apretó delicadamente, buscando con su mirada la de él y asintiéndole en reconocimiento antes de seguir su camino hacia Estel y Omar. Quería y no quería llegar junto a ellos. Sabía lo que iba a pasar y no sabía si era lo que Estel necesitaba, pero se conocía demasiado bien. Se arrodilló junto a su amiga, en el lado en el que Omar no estaba, y depositó un delicado beso en su mejilla. Cruzó una mirada con Omar y tomó aire, abrazándose fuertemente a ambos. Y solo entonces, se rompió. Sintió las lágrimas mojar su rostro lentamente, sin control. Y, poco a poco, con las lágrimas se fue el asco, la sorpresa, la inocencia y surgió a la superfice la determinación. No iba a dejar que nadie hiciera daño a lo que más quería, tres personas en aquella habitación, seis fuera. Ni tampoco a los que estaban allí y estaban despertando a la realidad que no habían creído antes pero con la que se acababan de topar de la más cruda de las maneras.

Antes tendrán que pasar por encima de mi cadaver...

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10/05/2016, 12:49
Udjat

Y, entonces, la Máquina empezó a vibrar. A funcionar.

Hubo un parpadeo en las luces, que se volvieron amarillas, incrementando la sensación de dorado del metal. Los monitores siguieron apagados, pero el círculo fijo de pantallas a su alrededor se izó, elevándose hacia el techo.

Se escucharon sonidos hidráulicos, y la vibración se volvió traqueteo.

Los que, como Fadil había hecho antes, comprobaron sus comunicadores vieron que habían dejado de funcionar. Todo lo mecánico o electrónico que no fuera de la Máquina en sí se había detenido, apagado, estaba neutralizado.

A su alrededor apareció una bruma espesa, surgió de unos minúsculos orificios a ras de suelo. Y en el perímetro del techo, algo más bajo que el círculo de monitores, aparecieron una especie de toberas rematadas por boquillas, muchísimas, en círculo también, separadas por menos de un palmo unas de otras.

El traqueteo aumentó, y se escuchó un claro silbido, agudo y persistente.

De las boquillas entonces creció un goterón de una sustancia geliforme, rosada y traslúcida que se movía como si estuviera viva. Los goterones se unieron entre sí mientras iban bajando hacia ellos, formando una cúpula de gel globuloso que pronto les alcanzó.

No había lugar donde ocultarse de la masa pegajosa, en segundos estuvieron atrapados en ella, que se encogió sobre sí misma aglutinándolos unos contra otros, cubriéndolos e inmovilizándolos.

La sustancia les invadió, cubrió sus cuerpos, sus rostros. Lucharon contra ella, les penetró por los oídos, por la nariz. Por la boca, iba a ahogarles. Les ahogaba. Todos ellos se miraban a través del gel rosa incapaces de hacer nada por respirar, por soltarse.

Llegó a sus pulmones, el poco aire que aún quedaba en ellos se vació, y se llenaron de esa cosa.

Iban a morir...

Sin embargo, no fue así.

En sus mentes algo primitivo, instintivo, despertó. Reaprendieron. Recordaron. Su vida cuando aún eran nonatos, el líquido amniótico nutriéndoles con el oxígeno que sus células reclamaban.

Como ahora.

En alguna parte algo inyectó en el interior del globo de gel otro líquido mucho más acuoso, mucho más rosado aún. Sintieron el sabor inconfundible de la sangre en sus papilas gustativas, y se encontraron flotando en un inmenso útero artificial que los envolvía a los diez.

Y cuando parecía que iban a entender, que iban a sobrevivir, el líquido empezó a girar como en un remolino, las luces se oscurecieron, y ellos se vieron arrastrados sin remisión a la negrura de la nada...