Partida Rol por web

In Hoc Signo Vinces

El águila sobre el nopal

Cargando editor
18/03/2009, 15:09
Diego Raminrez

Vamos, disfrutad de los momentos como este, por mi experiencia vital se que no abundan y hay que tener buenos recuerdos cuando estas apunto de colgar de la soga...o en una inhospita selva intentan atravesarte el gaznate con malas artes, que son las unicas buenas en la guerra...jajaja

Cargando editor
18/03/2009, 20:48
Juan Miguel de Quart

 El paisaje era precioso aunque Cabal estaba más pesimista que de costumbre. Todos queremos vivir muchos años (o eternamente) y disfrutar de la vida como en nuestra juventud. Pero todos morimos, unos antes y otros después...

 

 -Tiene razón mi sargento, pero todos morimos, antes o después. No tengo pensado hacerlo aquí en tierra hereje,...pero me gustaría morir en lugar tan bonito como este. Además, de situaciones peores hemos salido.

 

 ....aunque la verdad, no estaba del todo seguro de mi última afirmación. La ambición de Cortés podía costarnos muy cara."Qué problemático".

Cargando editor
19/03/2009, 11:17
Carlos Ruiz Méndez

-Sin duda habréis visto muchas cosas interesantes en tanto tiempo de viajes con su excelencia.

A la vez que hablaba,despachó al indio que ya había atendido,e iba guardando los bártulos en su maletín.

La mujer parecía distraída,casi ausente,mientras realizaba sus tareas con diligencia y...quizá,una pizca de automaticidad,que no era propia de una mente concentrada.

-Perdonad mi atrevimiento,pero parecéis un poco azorada. ¿Por qué no os vais a acostar y descansáis un poco? Sin duda el viaje os habrá dejado exhausta.

Cargando editor
19/03/2009, 15:36
Mercè Quiralte Veguer

Mercè estaba atenta a la conversación de la mujer y el hombre, como estaba atenta a cada una de las cosas que sucedían a su alrededor. Tanto movimiento extraño, fuera de lugar y tan ajeno a lo que su memoria podía recapitular, le excitaba en sobremanera, y no podía más que mirar a lo lejos la alegría que se llevaba a quienes hablaban en sus dos lenguas. Podía entender cada uno de los gritos y los cantos, distorsionados por la distancia y por otras razones fuera de su comprensión, y eso no hacía más que elevar la curiosidad que ya de por sí tenía altísima. No se perdía detalle de lo que sucedía, como no se lo había perdido de la ciudad que habían atravesado, de cada uno de los rostros que había visto, de la belleza de aquel arte, la delicia de aquella comida, las palabras distorsionadas de Doña Marina...

Sin embargo, a pesar que su excitación la quería fuera, enfrentada a un mundo salvaje del que jamás había siquiera oído hablar, Mercè estaba firme junto a su padre, y él se robaba realmente toda su atención. Cuando el cirujano afirmó que era una indigestión, ella se olvidó de los modales y dejó ir un profundo suspiro de alivio. Inmediatamente, al darse cuenta de su falta, irguió la espalda y sonrió cortésmente, aunque detrás de su educación se escondía la más sincera gratitud.

- Mi señor, gracias - dijo, realizando una suave inclinación de la cabeza que quizás en un hombre hubiera sido una leve reverencia - Habéis dejado tranquila mi alma con vuestra experimentada opinión. Me encontraba algo asustada...

Cuando miró a su padre, la educación partió. Le habían acostado un momento para oscultarle con las manos el pecho y abdomen, y le habían dicho que permaneciera allí unos minutos. El tiempo ya se estaba cumpliendo, y el hombre se sentaría de un momento a otro. Pero Mercè se adelantó, y posó su delicada mano sobre la frente de Juan Quiralte, acariciando con tanta lentitud como adoración su piel y su mejilla.

- Padre, quedaos así, al menos por un poco más. No es grave, pero os conviene no tentar vuestra suerte por unos minutos más... ¿o no? - sonrió, mirando a Ignacio Torrejón. La presencia de Mercè en ese lugar no desencajaba más que la de la mujer cirujana en una larga expedición de hombres. A diferencia de la primera, el lugar de la segunda era allí. Pero ninguna de las dos parecía querer moverse de ese sitio, ni un poco.

Cargando editor
19/03/2009, 20:50
Gonzalo de Sandoval

Hubo un silencio incómodo, compartido por los que allí estaban. Procuraron no mirar al señor de Muñéjar, pero se notaba que estaban reflexionando sobre sus palabras. Sin embargo, don Gonzalo no parecía dispuesto a callarse su opinión.

-Con el debido respeto, excelencia -dijo- Para eso no tendrías que haber salido del viejo mundo. Con embarcaros a Italia a servir en las al rey nuestro señor, hubiérais tenido suficiente. Creo que el rey de Francia ambiciona el Milanesado, y que pronto lo intentará tomar.

Miró el contenido de su jarra con aire melancólico.

-Aquí solo venimos los olvidados, y los desesperados.

Cargando editor
19/03/2009, 21:22
Fernán-Nuñez "El Cartagenero"

El Cartagenero rió. Aquella mano no iba a ser para nadie. Miró los dados, como pensando si tirarlos o no. Sus ojos se posaron luego sobre el trasero de una india que por allí pululaba.

-Creo que es mejor que cada cual se dedique a otros menesteres -dijo- La noche es larga.

Cargando editor
19/03/2009, 21:30
Francisca Díaz de la Vega

La mujer asintió, tocándose los párpados. No es que quisiera dar la razón a un hombre que menospreciaba su fortaleza por el hecho de ser mujer. Simplemente, estaba demasiado tensa y podía hacer mal su trabajo. Ahora, no era la única persona en aquella expedición que podía curar a aquellos hombres.

-Si, mejor será que vaya a dormir -dijo.

Inclinó el rostro levemente. No tenía ganas de reverencias.

-Que tengáis buena noche, doctor.

Caminó hacia la salida, y pasó al lado del hombre mayor y su hija. Le pudo la curiosidad, y se volvió a preguntarle.

-Por ventura, señor Quiralte... ¿Es el capitán Núñez un hombre casado?

Cargando editor
19/03/2009, 21:34
Juan Quiralte

Quiralte estaba meditando sobre su situación. No estaba muy entusiasmado con la idea de quedarse mucho rato por allí. Los lugares donde se respiraba enfermedad no eran muy de su agrado. A veces miraba a su hija, que no perdía detalle de nada. En eso si parecía española: era chismosa, casi en exceso.

La dama pasó a su lado y él bajó la mirada por respeto. Sin embargo, la pregunta le cogió a contrapié. ¿Que interés tenía ella por él? Era apuesto, sin duda, y con fama de galán. Pero hasta donde sabía, ni se habían topado el uno con el otro.

-Que yo sepa, no.

Hizo memoria.

-Lleva, eso si, un retrato hecho de marfil o hueso, de una dama, colgando de una cadena al cuello. A veces lo mira.

Cargando editor
19/03/2009, 21:38
Francisca Díaz de la Vega

La galeno pensó sobre aquello. ¿Sería el retrato que ella le regaló? Tal vez era fantasear demasiado. Miró de nuevo al hombre, y luego a la chica que le miraba. A esta le sonrió con afecto femenino.

-Gracias -sentenció- Que descansen.

Se marchó por el pasillo, solitaria. Solo el guardia de la esquina giró un momento el rostro cuando ella pasó, siguiéndola con la mirada.

Cargando editor
19/03/2009, 21:44
Padre Salvatierra

Salvatierra había asistido a la escena en silencio, haciendo como que leía aquel viejo códice. Sin embargo, no entendía ninguno de sus símbolos, y más bien se limitaba a intentar entender el simbolismo de los dibujos y representaciones.

-Entonces, es ella -dijo, mirando hacia la puerta.

Cargando editor
19/03/2009, 21:49
Omecihuatl

La noche se cernía sobre el lago texcoco, cuando Omecihuátl adecentaba los jergones de la posada donde iban a dormir. Las gentes de Tacuba se iban a dormir, intranquilos por la presencia de aquellos misteriosos extranjeros en la no muy distante capital.

El viejo observó a su señora mirando por la ventana. Tal vez no era bueno para su ánimo que ambos caminaran tanto tras abandonar la expedición de aquella forma.

-Descansad, mi señora. Mañana nos espera un largo camino.

Sin embargo, una pregunta le bailó en los labios.

-¿Le amáis?

Cargando editor
19/03/2009, 21:53
Andresillo Montes

El ballestero Montes se arrimó al grupo con una india cogida por la cintura y una jarra de pulque en la otra mano. Se dirigió a ellos de forma simpática, alzando el continente de la bebida.

-A la paz de Dios, señores compadres -dijo- ¿Hay sitio para uno más?

Cargando editor
19/03/2009, 21:56
Diego Raminrez

No seré yo quien os diga lo que teneis o no que hacer, sentaros y desesperaros con la suerte adversa que parece que los dados nos estan dando a todos y cada uno de nosotros, pues jamás se vió una mano en la que nadie ganara.  

Cargando editor
19/03/2009, 21:55
Olmedilla

-Por Dios que yo tampoco quiero morir en estas tierras dejadas de la mano de Dios -dijo la voz entre las sombras.

Olmedilla hizo otra de sus apariciones sorpresa, a las cuales Carlos ya debería estar acostumbrado. Se acercó al grupo, secándose el sudor del cuello con un pañuelo. Se detuvo junto a la almena, mirando a las pirámides. Olía a comida y algo de bebida.

-Aunque, hay que admitir que las hembras de este incivilizado pueblo, no tienen parangón ni parecido con cuantas indias antes hemos tenido la oportunidad de ver.

Miró a aquellos hombres, consciente de que, al ser un simple contable, le escuchaban más por curiosidad que por otra cosa.

-Y, hablando de indias, señor Cabal. ¿Habéis visto a doña Amaya? Llevo todo el día intentando dar con ella.

Cargando editor
19/03/2009, 21:51
Alfonso Castellar de Muñejar
Sólo para el director

Don Alfonso apuró de nuevo su copa, y miró profundamente al capitán. -¿Vos créis que Don Hernando es un hombre olvidado y deseperado? Por que yo no lo creo. Pocos tendrían el valor de aventurarse por las desconocidas selvas como usía, y pocos han tenido la buenaventura de seguirle.- El señor de Muñejar levantó un poco su copa, mientras una de las concubinas Índias se apresuraba a volver a llenarla. Tras eso, el noble se incorpora en su silla, y mira al capitán. 

-No, capitán, creo que os equivocáis. Mi corazón me dice que aquestas tierras són para los valientes, para los caballeros cuyo valor y honra sean merecedoras de la recompensa que reclamaremos. Y para aquellos cuya maestría con las armas, la diplomácia y el ingenio sean suficientes como para enfrentarse con éxito a los retos que aguarda tales premios. En Italia solo aguarda la guerra, aqui aguarda la conquista y la gloria- dice el noble, mientras señala, con un gesto de mano, la sala en la que están. 

Notas de juego

Bueno, procuraré defenderme de las acusaciones, a veri si me sirve de algo el haver visto otra vez 1492: La conquista del paraíso XD. 

Cargando editor
19/03/2009, 22:41
Ameyal Tonatzin
Sólo para el director

Ameyal levantó la vista pensativa en dirección al indio, ni creía que aquella pregunta proviniera de él. Esbozó una débil sonrisa y con un gesto de incredulidad, le respondió.

-No se ama lo que no se conoce, no se ama lo que no le pertenece a uno Omeccihuatl y no se ama lo que no te demuestra querer estar a tu lado.

Bajó la mirada triste, a punto de llorar, ni siquiera ella se creía aquellas palabras pero por todos los dioses que en su interior, estaba pidiéndoles que le hicieran olvidar aquello.

Cargando editor
20/03/2009, 00:56
Mercè Quiralte Veguer

Mercè miró con grandísimos ojos, que había primero mantenido bajos, a la mujer que le había dirigido la palabra a su padre. Le sonrió por reflejo, con cierta timidez, y se acercó más a su padre. Se atrevió incluso a acercar su mano al brazo del hombre, aunque la familiaridad era obvia y por lógica no debía haber ningún problema con ello; pero jamás hubiera hecho nada que fuera a incomodarlo, y no sabía cómo podía reaccionar en una situación como esa. Notaba perfectamente el disgusto de Juan Quiralte con la perspectiva de permanecer allí adentro, gesto que fue reemplazado por uno de sorpresa y reflexión ante el diálogo. Mercè no perdió noticia de la extraña pregunta que había hecho la mujer, referida al hombre que habían venido siguiendo desde tan lejos.

Al final, cuando la mujer se despidió, Mercè respondió con voz más agradable que la simple cortesía.

- Lo mismo para vos...

Se la quedó mirando mientras salía, reparando en la forma extraña en la que caminaba.

Cargando editor
20/03/2009, 01:05
Mercè Quiralte Veguer

Todavía con la mirada puesta en la puerta, a Mercè le costó entencer a qué se refería el Padre que un poco más allá había hablado. Se volvió para mirarlo como acto reflejo, sin darse cuenta de lo descortés que resultaba la fijeza con la cual había quedado observándolo. Y no se dio cuenta: simplemente lo miró con enorme curiosidad, bajó sus ojos hacia el códice que estaba frente a él, y después volvió a mirarlo. Su mano, abandonada cerca del brazo de su padre, terminó moviéndose y se apoyó sobre su antebrazo.

No se animó a preguntar nada. Pero sus ojos, la puerta del alma, eran inquisidores insistentes.

Cargando editor
20/03/2009, 23:30
Carlos Ruiz Méndez

Carlos se despidió de la galeno tras atender a la conversación de de la Vega y don Torrejón. Parece que la joven dama pretendía las atenciones del capitán Núñez.Lo cual,por otra parte,no era de su incumbencia,aunque siempre es interesante saber qué turba los pensamiento de una dama...
¿A que se referirá el padre Salvatierra? Ese pensamiento le dejó abstraído un momento,aunque inmediatamente recobró la compostura y siguió haciendo inventario de los materiales de trabajo que le quedaban.

Cargando editor
21/03/2009, 11:36
Carlos Cabal
Sólo para el director

Notas de juego

¿Cuándo fué la última vez que vi a Ameyal? ¿Se ha cruzado conmigo durante la guardia?