Partida Rol por web

- Nunca habeis visto un dragón!??- pregunto con cara de escepticismo y con los ojos como platos- Pues yo tampoco la verdad... nonono, pero sí que los he visto en mi cabeza, a veces son rojos otra veces no, nonono, otras veces tienen los colores de la mala suerte sísisisi, asaltan mis sueños y algunos me comen!! Pero otras veces soy yo el dragón, entonces no se atreven a comerme, nononono- digo con una mueca de satisfacción parecida a una sonrisa.

- No así no, *KosjOthDaraxtrix*- le digo al gnomo- así muy bien, como dice ...mm... Zenda?? Aunque te falta acentuarlo pequeña, aunque bueno si no hablas con un dragón tampoco importa mucho, los humanos de lengua lenta nunca pronunciais muy bien la verdad nonono, pero no pasa nada e!!! Que aquí podemos jugar todosss sísisisi!!- dice escapandosele unos seseos serpentinos- Podeis llamarme... en realidad como os plazca tampoco importa mucho no?? Que es un nombre?? Supongo que podeis llamarme *Kosj*- digo dandome un golpe en el pecho- significa pequeño- digo con una sonrisa y las cejas arqueadas.

[No te animas a participar...] Oigo decir a Zenda- Le dijo la sartén al cazo, jajaja- digo rápidamente y con una sonrísa casi rática- nonono, solo era una broma mi señora nonono, puedes hacer los que gustesaunquesíesjugarmuchomejor sisisisi!! Aunque también te digo que nuestro amigo "Serio" no ha dicho ni una palabra desde que se sentó ahí, no hace nada más que poner muecas, creo que es porque no encuentra la piedra- bromeo alegremente, mientras voy a escojer el cubilete que ha elegido Shadergoralim.

-Buenobuenobueno chicos!!! Esto ya se va animando!!! Sisisisis!!!! eso está muy bien sisisi!!!! Vamos a ver amigo!- muevo los cubiletes contra la apuesta de la moneda de oro del tipo borracho, pero esta vez aparece un tercer miembro, una cola reptiliana rápida y fugaz como ella sola congiendo los cubiletes con gran habilidad!- Ohh amigo Shade lo siento... una mala elección- le digo levantando el cubilete vacío- lo siento amigo, pero no te lamentes prueba otra vez la suerte sonrie a todos!!- digo con una animada sonrisa mientras cojo las ganancias y acerco la moneda de oro del borracho hacia la mesa, haciendole una jugada similar al humano.

- Por todos los dragones!, tengo una suerte de perros....- 

Me lamentaba al ver que ya había perdido 3 monedas de plata, pasé la mano por mi frente para secar un poco de sudor nervioso y me dispuse a hacer un última apuesta, sacando esta vez 5 monedas de plata.

- Esta será mi última apuesta, gane o pierda..... "Kosj" - Intenté gesticular para sonar lo más natural posible... Entonces observé a Zenda y al otro humano que parecía sobrio.

- Y....¿Que los trae al viejo poblado de Yavipho? - Era una pregunta abierta, esperando una respuesta general.

Zenda sonríe ante la extravagante cháchara de KosjOthdaraxtrix.

—Procuraré pronunciarlo mejor, señor Kosj —contesta al locuaz kóbold—. Quizás aprenda tu lengua, por si acaso algún día me tropiezo con un dragón.

El humano y el gnomo pierden varias monedas, incapaces de seguir las hábiles manipulaciones del kóbold. El pequeño tiene que tener bastante confianza en su capacidad, puesto que a diferencia de los trileros que Zenda encontró en Katheer y Sothis, trabaja sin un cómplice. O quizás, quizás simplemente juega para divertirse.

Antes de que el hombre serio pueda contestar, o negarse a ello, Shade extiende la pregunta hecha por ella a todos los asistentes. La joven apura el último sorbo de su jarra, llama a Tholkar para que la rellene de nuevo y vuelve a hablar:

—Puesto que el caballero no se anima, y el señor Shade se une a mi pregunta, comenzaré yo —entona, con voz ligeramente tomada por el alcohol—. Lo cierto es que he llegado a Yavipho por pura casualidad. Hace unas semanas que la expedición científica con la que viajaba atravesamos los Picos Brazen, nada menos, y nos separamos en las cercanías de Gancho de Bronce. Si no habéis pasado por ella, sois afortunados. Las alcantarillas de Katheer son más acogedoras que sus calles, y las no muertos de los templos funerarios de Osirion más hospitalarios que sus ciudadanos. Encantadora. Afortunadamente, pude unirme a una caravana de risueños saqueadores de tumbas armados hasta los dientes que se dirigían a las ruinas de El-Fatar. Y de allí hasta aquí hay un tiro de piedra. Un tiro de piedra de tres días de marcha. Aún no he decidido qué hacer después. En la capital probablemente podría encontrar trabajo de nuevo, pero supongo que no tengo por qué dirigirme allí inmediatamente.

- Este??Ssseguro??- Le pregunto a Shade-mmm... que le vamos a hacer amigo- levanto el cubilete con lentitud... y una pequeña piedra aparece bajo el- Yujuuuhhh!!! Has ganado amigo Shade sisisisi!!!- digo mientras salto sobre la mesa y le doy un abrazo al gnomo- Sisisisi ganaste sisisi, menuda vista!!- cambiando la cara completamente- Un momento... has ganado!!Ahhh!! Maldito bribón, he perdido yo sisisisi!!!, jajajajaja!!!- me empieza a dar un ataque de risa cayendome bajo la mesa y en cuanto se termina el repentino ataque me coloco en mi silla otra vez con aire distinguido, mientras saco 5 monedas de plata de mi bolsillo- Ejem... gana el señor- digo con una voz profunda como con aire de profesionalidad-Buenobuenobueno!! Amigo Shade, no querrás intentarlo una última vez entonces?? Seguro?? Ahora que te sonrie la suerte...- Mientras tanto vuelvo a mirar los cubiletes y a moverlos con gran habilidad esperando a que el señor que apostó una moneda de oro vuelva a escoger.

-Y a que te dedicas exactamente señorita Zenda??? Porque si ha expedición cientifica te refieres a buscar objetos de gran valor para comercializarconellosyotambiénsoycientífico sisisisi jajajaja!!- digo cada vez más rápido con tono alegre y sonrisa promienente.

Zenda sonrió al escuchar la acelerada verborrea del kóbold. Quizás los de su especie no utilicen las pausas al comunicarse, pensó.

—En realidad, los objetos de valor se quedaban en su sitio —contestó Zenda, entornando los ojos—. Estábamos investigando técnicas perdidas para transformar el suelo infértil en terreno cultivable. Aunque siendo sincera, yo me limitaba a tomar notas y transcribir lo que decía el viejo Hadisha. Cuando tenga sesenta años puede que me vuelva a involucrar en algo así, pero prefiero dedicar los cuarenta años que quedan hasta entonces a otro tipo de ocupaciones. ¿Y qué haces tú en la vida, Kosj, aparte de maniobrar con cubiletes y "encontrar" objetos de valor?

- ah... yo??... bueno...- puesto que soy un animal escamoso no me recorre una gota de sudor la frente, pero de poder sudorar lo estaría haciendo.- Bueno pues... sí sisisi, bueno así se puede ganar uno la vida no?? Claro claro claro, pero bueno y también estabamos hablando de Shade no?? Él no nos ha contado nada de sí verdad?? Además que es muy interesante todo eso de los terrenos parece muy interesante sisisisi, aunque no sería mejor poblar de oro las minas agotadas, sisisi, eso sería mejor... más peligroso si puede ser... sisisi...- mirando al borracho- Ahh y este otro amigo todavía no ha elegido un cubilete sisisi, eso deberías hacer compañero elegir.- le digo prestandole toda mi atención...

Cita:

Marcus levanta la vista de su jarra y escucha con atención las explicaciones de la mujer y al rato se decide a intervenir en la conversación - Yo suelo viajar de caravana en caravana, tratando de influir en la gente para que realice buenas obras allí donde mis pies me llevan. - mira arrugando la nariz a los cubiletes del kobold, pero se calla lo que le parece - La verdad es que ha sido el azar quien me ha traido aquí. Hace unas semanas estaba en Katapesh discutiendo con un mercader sobre la esclavitud y acabé convencido que lo mejor para mi salud era marcharme en la primera caravana que partiera. Y aquí estoy - culmina alzando las manos con las palmas hacia arriba.

Zenda enarca las cejas, sorprendida por las palabras del viajero. O bien se está marcando un farol, o bien ha alcanzado su edad, probablemente más de treinta años, por puro milagro. Ella no ha visitado todavía la capital, pero el poco tiempo que ha pasado en la letrina conocida como Gancho de Bronce le ha bastado para entender la forma de hacer negocios en Katapesh. Cuestionar la legimitidad de un negocio es un desatino. Cuestionar a un mercader cuya mercancía son personas, incluso niños, a las que almacena apelotonadas en jaulas a la intemperie o bodegas donde no entra la luz, y a las que vende al mejor postor, sin importarle el trato que vayan a recibir, es una locura para cualquiera que no tenga el poder o el respaldo suficiente.

—Tuviste suerte de no acabar sin lengua, cargado de cadenas y picando piedra en un agujero —dice Zenda, mirando fijamente a los ojos del hombre—. No tengo ni idea de cuál es el concepto de buenas obras que predicas, pero si dices la verdad, y tienes las agallas de hacerlo con un tratante de esclavos, tienes mi respeto. Aunque, siendo sincera, creo que cortarle la cabeza sería más productivo.

Zenda se cubrió la boca para disimular un bostezo. El agotamiento, que había apaciguado sus azotes gracias a la comida, el calor y el alcohol, vuelve  a dar señales. La jarra de vino está todavía medio llena, pero pronto llegará el momento de acabarla y marcharse a dormir.

- Si, tuve suerte - reconoce Marcus - y piernas rápidas - sonrie mientras lo recuerda - por suerte mis conocimientos de curación me valieron el pasaje en una caravana como tantas otras veces. Solo que esa caravana me acabó conduciendo hacia este enclave gnomo, del que no se practicamente nada... - detiene su parloteo

- Disculpa mis modales, no me he presentado apropiadamente. Me llamo Marcus, un alma fiel a Erastil. - cabecea en modo de saludo a Zenda, pero inmediatemente después incluye con la mirada al resto de la gente sentada a la mesa

El humano medio borracho elije un cubilete vacío, pierde su dinero y con cara de tristeza, como si algo de verdad grave hubiese ocurrido, guarda su bolsita de monedas en su chaleco, se despide de los demás personajes que allí conversaban y sube. Ya sólo queda el grupo formado por el gnomo, el kóbold y los dos humanos. Más el otro sujeto que porta la capucha y la máscara (hablo de Sargas, para que no haya confusión). Además de Tholkar tras la barra sirviéndoles cada vez que pidan.

Los juegos y las charlas pasan como si fuesen un segundo, antes de darse cuente están todos compartiendo una jarra de sus bebidas y contándose sus historias y pensamientos. Ya sólo quedan dos velas en su mesa y una en la del sujeto enmascarado, además de lámpara que posee el posadero sobre la barra. Ya es bastante tarde y los músculos de los viajeros empiezan a pedir un descanso.

Mientras continúa la conversación, el hombre ebrio, desolado por haber perdido varias monedas en el juego con el kóbold, se levanta de la mesa y se arrastra hacia su habitación. Zenda es más consciente que nunca del cansancio acumulado, y decide seguir su ejemplo. Apura el líquido de su jarra y se pone en pie.

—Ha sido un placer compartir este rato con todos vosotros, caballeros —se despide, agarrando el macuto y colgándoselo del hombro—, pero he caminado durante todo el día, y empiezo a dudar sobre si debajo de la túnica tengo dos piernas o un par de troncos de árbol retorcidos. Buena noche.

La mujer se acerca a la barra, desea buenas noches a Tholkar y asciende las escaleras hasta la habitación que le indica el enano. La humilde cama le parece un lecho real tras varios días durmiendo a la intemperie, y a duras penas es capaz de sacarse la túnica y el embozo por la cabeza, desatar los cordeles del haramaki, arrancarse el calzado de los pies hinchados, aliviarse en el orinal y dejarse caer sobre las sábanas antes de sucumbir al sueño.

- Sisisisi, como solía decir mi viejo tío *OshOxkingthurux*, "más se perdió en la guerra" compañero sisisi- digo con una alegre sonrisa al recoger mi moneda de oro tan duramente ganada.- Claro por eso mi tío nunca fue a esas sucias guerras nonono, ya te vas señoritaZenda??? Vaya es una pena, ten una buena noche, y que no se coman tus huevos... mmm... vaya pensandolo bien tal vez no sea una frase muy apropiada para un humano no? MMmm...- con cara de interesante y tras un momento- no no lo parece no, buena noche My Lady!- digo con un tono muy solemne al oir "caballeros" - Bueno bueno bueno será hora de ir a acostarse supongo, seguro que nadie quiere otra partidita?? No te estarás esperando a que se vayan todos para jugar no??? Venga hombre serio sonrie un poco!- le digo al clerigo del morro torcido.- Bueno vale vale, no hace falta que me mires así, me iré a dormir yo también, buenas noches señores! sisisi!!!- mientras voy subiendo hacia los pisos superiores rápidamente con pasos ágiles. 

La mujer de aspecto fiero se va a sus habitaciones, el kobold recoge sus ganancias y tras unas breves palabras se retira. Marcus mira el fondo de su jarra en la que apenas hay cerveza y con un suspiro se levanta de la mesa, se acerca a la barra y se dirige al posadero

- Disculpe, sabe de algún sitio donde pueda conseguir unas monedillas o de alguna caravana que parta de aquí. Últimamente ando corto de dinero. Tengo habilidades curando heridas y tratando enfermedades, si conoce de algún necesitado le daría el 10% de las ganancias. - no es la primera vez que propone un trato así, pero el tabernero no parece muy convencido. Con un suspiro se retira y sube a su cuarto a dormir. Quizás el amanecer traiga mejor fortuna.

No escuchas nada más que a los que están en habitaciones contiguas a la tuya cambiarse y acostarse. Luego te dormís.

- Podrías pasar por el mercado, los gnomos empiezan temprano, con las primeras luces del sol. Allí encontrarás muchos gnomos yendo y viniendo, quizá alguno te pueda dar una mano. Dudo que los servicios de curación sean necesarios ahora mismo, pero uno nunca sabe. Quizá te puedas sumar en alguna caravana de comerciantes. No hace falta que me des comisión por esto - Te sonríe y luego deja que subas para apagar las últimas luces.

Ya entrada la mañana se van levantando después de una noche de sueño profundo. La luz entra por las ventanas de las habitaciones. Si miran por el vidrio pueden ver el pueblo (la noche anterior no había luz como par verlo bien), la mayoría de las casas no tiene más de dos metros de altura, están hechas de ladrillos de barro. En el centro del pueblo hay un gran oasis, un gran charco de agua cristalina, les resulta difícil mirar fijamente en esa dirección por el reflejo del sol en el agua. ya desde temprano por el camino se ven algunos carruajes que pasan por el camino principal, el único en todo el pueblo, que atraviesa el mercado, donde pueden ver por primera vez a los gnomos de Yavipho en acción... Yendo y viniendo, anunciando sus productos a los transeúntes, que en general son viajeros que pasan el pueblo de camino al sur, o al norteoeste.

Tal y como se había acostumbrado durante los dos años que había estado empleada con Hadisha, Zenda se despierta en cuanto los primeros rayos de luz se cuelan por su ventana y acarician sus párpados. El viejo, recuerda, sonriendo amargamente, solía decir que el hombre de provecho empezaba a trabajar cuando el sol le daba permiso, y descansaba cuando el gran astro se ocultaba tras el horizonte.

Tras desperezarse ruidosamente, se levanta de un salto y abre las ventanas de par en par. La brisa matinal, que aún conserva el frescor nocturno, le da la bienvenida al pueblo de Yavipho, que ha despertado antes de que ella. Acuclillándose sobre el orinal, que empieza a estar peligrosamente lleno, rebusca entre sus ropas hasta que encuentra su libro de hechizos.

Zenda coloca el libro abierto sobre sus piernas cruzadas y cierra los ojos.  Con la presteza que otorga la práctica, hace desaparecer dos de ellos de su mente, y comienza el ritual de memorización diario. Cuando termina, una hora después, Yavipho ya bulle de actividad, y los propios iniquilinos de la posada parecen estar despertando, pues se escuchan sonidos desde los pasillos.

Inmediatamente, Zenda se quita la ropa interior, y la extiende junto con la túnica sobre la cama. El hechizo de prestidigitación le permite eliminar el polvo y las manchas de varios días de viaje, y con una leve variación de la aplicación, hace desaparecer las arrugas y las impregna con un leve aroma de incienso de agar. Otro uso del hechizo le permite eliminar el sudor seco y la suciedad de su propia piel y cabello. Finalmente, vacía su bolsa de viaje y realiza la misam operación.

Limpia de cuerpo y atavío, y llena de energía, Zenda recoge sus cosas y se dispone a bajar al salón a disfrutar del desayuno. Antes de abandonar la habitación, utiliza por última vez la magia, y transforma el desagradable olor del orinal en el de un perfume de rosas.

Zenda desciende las escaleras de dos brincos, saluda alegremente a quienquiera que se encuentre en el salón, y se sienta en una banqueta junto a la barra, donde deposita una moneda de oro (supongo que alcanzará) y pide el desayuno.