Partida Rol por web

Dudo unos instantes, pero, finalmente asiento, tiene razón y creo que puedo fiarme de ella, al menos hasta ahora me ha parecido una buena mujer.

- Está bien, tenéis razón, además seguro que así mi querido bufón se queda más tranquilo, ¿verdad? - le sonrío - seguidme entonces, no tardaremos, de verdad.

Así además probaré que puedo confiar en ella y de ser así, quizás le proponga ser mi nueva dama de compañía, después del mal trago con Eleanor.

Escuché en silencio las palabras de la joven sirvienta, sin llegar a inmutarme ni un ápice.

-Bueno, teniendo en cuenta que me encontraba conversando con su majestad en sus aposentos en el momento en que se producía el robo, no creo que ese "castigo ejemplar" vaya dirigido hacia mí -comenté, en tono severo-. Supongo que el rey Uthor ha ordenado que me encargue de castigar a los guardias, ¿me equivoco? -Se formó una sonrisa amarga en mis labios. Siempre había considerado que la violencia era necesaria bajo determinadas circunstancias, aunque nunca había disfrutado ejerciéndola-. Tengo una pregunta, Ibb. Ese ladrón... ¿seríais capaz de describirlo? No es el primer robo que se produce esta noche, y tengo la sensación de que la mente detrás de esos hurtos es uno de los nobles invitados. No puede ser casual que primero robasen a un anciano inofensivo como es el Gran Maestre y luego a un conde que se encuentra a las puertas de la muerte y que no podría oponer resistencia. Veo un claro patrón.

Un par de guardias, Ibb los reconoce como los mismos que han auyentado al ladrón, aparecen y se acercan corriendo a Kurr. Al llegar informan de que persiguieron al ladrón hasta el patio, pero este consiguió escapar cuando los guardias se detuvieron a ayudar a Ivan O'Conell, al que creían que había atacado, pero en realidad solo había derramado su vino por encima. Tras ello, acompañaron al comerciante a sus aposentos y fueron a buscar al capitán para informarlo.

"Ivan O'Conell. Interesante" pensé, recordando en lo rápido que lo había visto en el patio del castillo. Supuestamente, se hallaba esperando a Lady Eleanor, pero, ¿me habría dicho la verdad?

-Han hecho un buen trabajo -felicité a los dos guardias. Para mis adentros, me sentí un tanto mal. "La que les espera", me dije-. Encárguense de vigilar la puerta de los aposentos de Lord Ivan O'Conell. Que no entre ni salga nadie. Ese ladrón podría tener ganas de continuar robando a nuestros ilustres invitados por esta noche. Pueden retirarse.

Espero pacientemente a que se alejen los guardias, y es entonces cuando transmito las palabras del rey.

-Su majestad quiere... -incómoda, descargo mi peso en una pierna y en otra, alternativamente- él ha ordenado que se vista de mujeres a los guardias, y se les destine a las cocinas. Porque, según sus palabras, ya que una criada ha hecho de guardia, ellos deberán hacer de criadas...

Me muerdo el labio inferior, sonrojada. Al menos he podido librarles de los latigazos. Aunque esta humillación tardará en ser olvidada.

-¿Qué debo hacer con el botín? No me gustaría que se corriera el rumor de que hay un ladrón. Pondría en entredicho la hospitalidad del rey. Quizá... -observo al príncipe por el rabillo del ojo, insegura- ¿quizá deba hablarlo con el príncipe?

-Bueno, no hay mal que por bien no venga -comenté, esbozando una sonrisa-. Quizá estos guardias descubran ahora su verdadera vocación. -Pronuncié las palabras en mi habitual tono serio. Nunca se me habían dado bien las bromas-. Creo que deberíais hablarlo con el príncipe, aunque os aconsejaría pedirle precaución para no alarmar a nuestros invitados.

Me aparté ligeramente de la muchacha y comencé a dirigirme hacia los príncipes, Lady Katherine y Enzo, pero entonces recordé una cosa y me giré hacia Ibb.

-Quizá debiérais venir con nosotros a beber un poco y pasar la noche. Creo que os lo habéis ganado.

Sin más, eché a caminar de vuelta con la comitiva.

-Quizá debiérais venir con nosotros a beber un poco y pasar la noche. Creo que os lo habéis ganado.

Me cruzo de brazos, sonriendo por primera vez en toda la velada.

-¿Entonces quién haría de guardia? -Respondo, jocosa. Después, recuerdo el incidente con el maestre al intentar hacerme la graciosa, y desdibujo mi expresión.

Además, aún me duelen los brazos.

Me encojo de hombros, y avanzo tras él para hablar con el príncipe. 

Mientras Kurr se aleja para alcanzar a Lady Katherine, Enzo, y la Princesa, me aproximo con precaución al Príncipe.

-Excelencia -murmuro, ocultando algo bajo la capa para que ninguno de los demás presentes puedan verlo, a pesar de que ya se han alejado lo suficiente- me gustaría consultaros algo.

Regresé sobre mis pasos hasta el lugar donde se encontraban los príncipes, Lady Katherine y Enzo, preparado para acompañarles para tomar un trago. Sin embargo, algo me decía que mi noche de servicio aún sería larga.

-Alteza -me dirigí al príncipe Dionysos-, he pedido a Ibb que nos acompañe. -Me volví también hacia Lady Elizabeth-. Espero que no os moleste. La joven ha demostrado una gran valía esta noche.

Hubiera querido explicar los motivos de mis palabras, pero consideré que era la criada quien debía informar de lo que había acontecido.

Kurr, habéis hecho bien. Ahora id por delante con el resto.

Le digo al eficiente guardia. Mi gesto es severo, me aproximo a Ibb mientras los demás abren camino.

Por favor, Ibb, no me trates tan formal en privado. - Mi rostro es la viva imagen de la preocupación.

Con delicadeza rozo suavemente con los dedos su malherido cuello.

Dime que ha ocurrido. Juro ante Dios que el culpable de esto lo pagará. - Con su vida si es necesario

Escucho la petición de Ibb manteniendo aún la preocupación en mi rostro.

Tienes total libertad para consultarme lo que desees.

Le digo apartando la mano de su cuello, aunque interiormente sigo deseando acariciar con suavidad sus heridas, como si ese gesto las pudiese hacer sanar.

Cierro los ojos cuando siento los dedos del príncipe acariciándome la piel del cuello. Se me eriza el vello de la nuca, y se me llenan de nuevo los ojos de lágrimas. Con todo el ajetreo no me había dado cuenta, pero necesito urgentemente un poco de consuelo, así que espero a que todos desaparezcan dentro del castillo, para alargar la mano y apretar la del príncipe. Es lo máximo que me atrevo a hacer, tan expuestos, pero de momento me conforta lo suficiente.

-Ha habido un robo. Había un ladrón en el castillo. Le descubrí en la habitación de sir John Moore, y me atacó. Trató de matarme -me echo a temblar de nuevo, y suelto la mano del príncipe para ajustarme la capa sobre los hombros- pero escapó. 

Haciendo caso a la orden del príncipe, decido marchar en silencio detrás de Lady Elizabeth, Lady Katherine y Enzo. Mi mano se mantiene cerca de la empuñadura de mi espada, atento a cualquier movimiento que se produzca en nuestro camino.

Nunca se sabe detrás de qué esquina podría aparecer Javier de Castilla.
 

Y en apenas unos instantes, el bufón se había quedado en medio de una situación de la que no sabía absolutamente nada. ¿Qué diantres estaba pasando?

A ver, el Príncipe le había pedido que acompañara a su hermana y a Lady Katherine después de ver a Ibb. La Princesa comentó que parecía que la habían atacado y el nombre de Javier de Castilla salió a colación. La Princesa tenía que irse a atender un asunto privado y Lady Katherine se ofreció a acompañarla para que no fuera sola por los pasillos. Y por último, parecía que la criada Ibb había hecho algo valiente con lo que Kurr parecía sentirse satisfecho. Vale, algo sí que había pillado.

 -Princesa, si me lo permitís, os sugeriría que dejarais que Kurr os acompañara. Si es cierto que Javier de Castilla ha atacado a Ibb, porque, ¿es eso lo que ha pasado? Corregidme si me he equivocado, por favor. Bueno, como decía, si es cierto que hay un atacante suelto por ahí, me sentiría… Bueno, todos los que os apreciamos nos sentiríamos más tranquilos si fuerais con escolta.

¿De verdad aquel estúpido noble la había emprendido con la criada? ¿Pero qué se había creído? Aquel asunto pasaba de ser incómodamente no-gracioso a desagradable de verdad.

 -Ibb, muchacha, una copa de vino caliente te sentará de miedo. Vayamos al saloncito del ala este. Ahí estaremos cómodos mientras esperamos a que la Princesa regrese. ¿Alguien me querrá acompañar a la bodega a buscar el vino?

Deposito en el suelo el estuche de mi preciado violín para tomar sus dos manos con las mías y apretarlas transmitiéndole fuerza.

Pero Ibb. No tenías que enfrentarte a él. No hay nada en esta casa más valioso que tú. Todo lo material se puede recuperar, pero tú eres irremplazable.

Mi preocupación es sincera.

Daría ahora mismo este estuche y su contenido a ese ladrón si con eso me asegurase de que tú estás sana y salva. - Ella sabía lo mucho que yo amaba aquel violín mejor que nadie.

¿Cómo conseguiste hacerle huir? ¿Alguien llegó en tu auxilio? ¿A quién debo procurar tierras y un título como premio por haberte salvado?

Dionysos le suelta las manos y pasea nervioso mientras medita.

El ladrón te ha visto y es probable que siga aquí si es que vino para la fiesta. Ibb, hoy dormirás en mis aposentos. Y esta vez no se trata de motivos románticos. Es por tu seguridad. - Sonaba poco creíble, por ser yo quien lo decía, pero eran palabras sinceras.

Ibb continúa hablando con el príncipe un poco apartados.

Las preguntas del príncipe acrecentan mis ganas de llorar, y debo morderme el labio antes de continuar, para serenarme un poco. Tengo las manos terriblemente frías en contacto con las suyas, siempre ardientes.

-Él se me echó encima en cuanto descubrí que había robado al pobre conde, y trató de... trató de estrangularme. Me defendí, pero no pude...

Respiro hondo de nuevo.

-Afortundamente, sir John Dilheen escuchó mis gritos de auxilio, y consiguió retener al ladrón el tiempo suficiente como para que llegaran los guardias. Aunque mucho me temo que no pudieron apresarle. Algo sobre Ivan O'Conell les distrajo en la persecución.

Aún guardo la improvisada alforja con todo el botín del ladrón. Tanto dinero... entiendo que alguien se viera tentado a robar algo así; podría solucionarle la vida a cualquiera. Podría significar la diferencia entre partirse la espalda fregando patios y escaleras, a poder vivir cómodamente. Con una vaca y unos pollos. Pero hacerlo así...

-Aún debemos decidir qué hacer con su botín. No todo lo que hay en él son cosas de sir John Moore, y no quiero ir preguntando a los invitados y que se extienda el rumor de que vuestro padre no es capaz de garantizar su seguridad. ¿Qué podemos hacer?

Oh, dios. Menos mal que me ha propuesto compartir su alcoba. Hoy no podría soportar la idea de dormir sola, con ese hombre suelto por ahí. Estrecho sus manos con fuerza, clavándole la mirada. Siempre me he considerado una amante poco exigente, más solícita que necesitada; pero si hay un día en el que necesito que me rodeen y acunen los brazos del príncipe, es hoy.

Kurr no puedo dejar que él me acompañe, aunque entiendo que quizás no sea el mejor momento para hacer lo que debería haber hecho ya hacía tiempo, suspiro.

- No puedo creer que ese malnacido haya atacado a la pobre Ibb, mañana a primera hora hablaré con padre, desde luego esto no puede quedar así, no solo no obedecía mis órdenes, o pedía vuestra cabeza sino que se ha creído capaz de poder atacar a la pobre muchacha.

Miro a Lady Katherine.

- Quizás sea mejor dejarlo para mañana, no me siento tranquila después de las nuevas. ¿Vamos a por esa copa de vino queridos?, seguro que a todos nos sienta bien.

Veo que mi hermano e Ibb continuan hablando, si finalmente voy a quedarme, he de enterarme de que ha pasado.

- Si me disculpáis, ahora os alcanzo.

Me aproximo a la pareja poniéndome al lado de Dionysos para susurrarles.

Carraspeo.

- Hermano, Ibb, necesito estar informada de lo que ha acontecido, querida, si fue ese dichoso Javier de Castilla, también yo sufrí sus improperios y tonterías hacia el pobre Enzo. ¿Qué ha ocurrido? ¿De verdad ha osado atacaros?.

Se puede notar un deje de preocupación en mi voz.