Partida Rol por web

En la pérgola no hay rastro alguno de la princesa. En la terraza, no obstante, si tienes un encuentro con otra persona. Se trata del infame Javier de Castilla, que al verte por allí hace un gesto despectivo con la cabeza y se da la vuelta para seguir buscando en otra parte.

Elijo los números 7 y 20

Pasa el tiemo sin que nadie llegue a acercarse al túnel. Aunque Enzo ha eliminado a buena parte de los participantes, aún deben quedar los suficientes como para que sea raro no ver a nadie. Deben de estar concentrados en otras áreas del laberinto.

Querido Enzo, me desplazo de este túnel oscuro y húmedo

 -Os deseo toda la suerte del mundo, Alteza. Yo también cambiaré de aires, a ver qué encuentro.

Y otro lugar en el que no había tenido éxito, por lo que había que moverse o morirse de asco ahí parado esperando a que viniera alguien. Nada, nada, que Enzo no quería tener paciencia ese día, así que rápidamente empezó a caminar hacia su siguiente objetivo. La madriguera sonaba bien, con un lugar para esconderse y acechar a los futuros eliminados. A ver si esta vez había más suerte.

Asiento en dirección a Ealonor, una chica agradable y que sabe estar. El juego me congratula y apludo como el resto cuando Enzo se encarga de un par de ellos. Estoy satisfecho con la participación, miro a cada uno de ellos, todos mis súbditos parecen iguales, pero cuando haga las entrevistas ya me interesaré si han participado o no.

Lo que me extraña es mi Esposa que no se encuentre aquí es lo único malo de todo esto. Pero no tiene sentido mostrarme débil o titubeante, hablo normalmente con las personas a mi alrededor y con mi hijo. Artai, no había participado pero no se lo voy a tener en cuenta, el muchacho es un tanto introvertido.

En la casa del jardinero y la casacada tienes la misma suerte que antes. No obstante, al llegar a la esquina en la sombra, descubres casi por pura suerte, un trozo de vestido enganchado en una rama. ¡La princesa había estado allí! No puede estar muy lejos entonces.

Al entrar en la Madriguera, ves que no estas solo, y no pierdes tiempo en descalificar a quién se te ponga por delante. Entre ellos está el comerciante Ivan O'Connell, que acepta su suerte con resignación.
 

En el Paseo de la Gloria, la princesa aguarda a ser encontrada. Pocos participantes quedan ya tras la excelente demostración de puntería que el bufón estaba realizando con materiales varios y el pleno permiso del Rey. Pero dos de los competidores, por suerte o tenacidad, han llegado al lugar correcto.

El capitán Kurr y el noble Arturo de Mondragón, o como había dicho llamarse, Javier de Castilla, habían encontrado a la princesa a la vez.

Me muerdo el labio inferior, preocupada por sus palabras.

-¿Queréis que demos un paseo, entonces? -Propongo, observando los jardines con los ojos guiñados debido a que el sol se encuentra en su punto más álgido, y empieza a calentar demasiado- Sois prácticamente mi único amigo en el castillo, y me gustaría ayudaros en vuestras zozobras, si fuera posible...

Sinceramente prefiero terminar de ver en qué acaban los juegos. Pero muchas gracias por la invitación. Es el único tiempo de relajamiento que tengo, y ver a Enzo me divierte mucho. Dijo hablando de su amigo. Además, luego tendré que ir a hablar con los invitados, pues el capellán me pidió que les preguntase si tenían alguna necesidad de eliminar sus pecados y no querría faltar a su petición. A pesar de que le odiase con todas sus fuerzas y de las ganas que tenía de desenmascararle, tenía que seguir haciendo su trabajo.

Pero gracias, Ibb. Junto con él, dijo refiriéndose al bufón, también sois mis únicos amigos.

De todas maneras, estaba claro que Artai se avergonzaba de lo que le estaba pasando, y muy probablemente sus inquietudes no quería compartirlas con Ibb. Realmente para él era algo más que una simple amiga.

Sonrío ante su última frase, aún preocupada por su expresión de visible disgusto. Me pregunto qué le pasará, y si pudiera ayudarle... aunque está claro que es un trabajo que prefiere hacer solo. Con un suspiro, me recojo un rizo tras la oreja, observando el jardín. Sinceramente, no entiendo qué puede tener esto de divertido, o por qué alguien se humillaría de esta manera sólo para conseguir una cita con la princesa. Precisamente, una cita pactada debe ser la forma más difícil de llegar a su corazón...

-Artai... -murmuro, frunciendo el ceño de pronto- lo que os causa tal malestar... ¿tiene que ver con lo que os ha pedido la reina? Lo que le habéis comunicado a Kurr.

Al ver a aquel noble lechuguino, quien parecía haber llegado al mismo tiempo que yo frente a la princesa, supe lo que tenía que hacer. Lady Elizabeth jamás habría aceptado cenar junto a aquel depravado joven, mas la voluntad de su padre podría ser contraria a sus deseos.

-No tocaréis a la princesa -proclamé, en tono duro-. Eso puedo aseguráoslo.

Desenvainé mi espada y comencé a avanzar hacia Javier de Castilla.

-Por el ingrato modo en que tratasteis a la princesa Elizabeth y a su bufón durante la noche de ayer, a pesar de sólo erais un mero invitado de Su Majestad el Rey, podéis consideraros muerto -afirmé, con rotundidad.

Acto seguido, me abalancé hacia el acosador de la princesa y descargué una estocada sobre sus acicalados ropajes.

Artai miró directamente a los ojos  de su amiga y sus mejillas volvieron a tornarse rosadas. Parecía que Ibb quería llegar hasta el final de ese asunto y no pararía hasta averiguar qué es lo que estaba pasando. Pero el novicio no dijo nada más, solo asintió ante sus palabras y luego apartó de nuevo la vista para seguir observando los juegos.

Me muerdo el labio inferior, mientras se me llenan los ojos de lágrimas. No puede ser. No puede ser que se lo esté haciendo a él también. ¿Hasta dónde llegan las raíces de su maldad? No puedo evitar que un relámpago de ansiedad me recorra los miembros, hasta hacerme temblar las manos. Alargo las mías para coger las del novicio, apresándolas entre mis dedos repentinamente fríos. Me inclino hacia adelante para susurrarle algo al oído.

-Artai... esa mujer es malvada. -No debería decírselo, contarle mis sospechas sólo me pone una diana sobre la espalda, pero si no puedo confiar en él... Si también le está afectando, merece saberlo todo- Creo que está maquinando una conspiración para matar al rey... y al príncipe. Esta mañana ha intentado convencerme de que averigüe las debilidades de Kurr, para quitárselo de en medio. Estoy aterrorizada, tengo muchísimo miedo de que piense que sospecho de ella, y decida eliminarme a mí también. Al fin y al cabo, una mujer capaz de asesinar a su propio hijo... ¿Qué es lo que os ha pedido a vos?