Partida Rol por web

El príncipe os recibe con una sonrisa y una reverencia teatral que se ve entorpecida por el estuche que aún lleva consigo.

Mi querido Enzo, me alegra ver que sigues manteniendo dos manos. Lady Katherine, la noche os sienta muy bien, deberíais llevarla puesta más a menudo. - Les dice acompañado de un guiño que no estaba muy claro a quién iba dirigido exactamente.

Ahora que estamos todos enseñémosle a Lady Katherine nuestro hermoso laberinto. He dejado un farol a su entrada y os aseguro que es luz más que suficiente.

Y era cierto, al menos si no te separabas demasiado del príncipe.

Son más bellos de día, pero la belleza la aportarán nuestras damas y las estrellas. Además, ahí estaremos más tranquilos. - Parecía que siempre acompañaba sus intenciones de halagos o insinuaciones

Sonreí a mi hermano por los halagos, desde luego sabía como hacer sentir bien a una chica, aunque fuese su propia hermana. Me dirigí entonces a Enzo.

- Me tenías tan preocupada, pensaba que padre te habría castigado, ¿ha sido benevolente contigo esta vez?. Y querida Katherine, la sopa ¿le sentó bien?.

No quería sacar el tema de si estaba aún vivo, Enzo estaba delante y a mi hermano no le hacía mucha gracia todo aquello asi que esperaba que Lady Katherine hubiese entendido la connotación de mi pregunta.

La escena con el Príncipe ha sido ciertamente penosa y Edmund se alivia al ver que la Reina no parece reprocharle nada. Sin embargo, pareció que más gentes se acercaban, como si realmente un grupo se dispusiera a jugar en los jardines, así que bajó la voz.

- Intentaré acercarme al bufón, Reina. El Príncipe es joven - dijo el mozo, como si él mismo no fuera poco mayor que Dyonisos - y se interesa e ilusiona por cuanto le queda a mano, y está bien. Pronto encontrará su propio camino y seguramente entonces no tendréis nada que temer.

Darle consejos a la Reina no estaba entre sus atribuciones en las cuadras, pero aquel era un día especial sin duda, así que terminados los consejos el joven se animó a preguntar, antes de que la reina partiera.

- Por qué pensáis que el bufón pueda ser una mala influencia? Cierto que su puntería es pobre, pero creo que tiene buen corazón - agachó la cabeza y la miró con los ojos brillantes. - No es mi problema, Majestad. Os pido disculpas. Tened por seguro que cualquier cosa que sepa, os la haré saber. Y gracias de nuevo, que tengáis una buena noche.

El mozo se separó de la mujer vestida de criada con la que había charlado hasta poco antes y al cruzarse con el grupo de los Príncipes, la dama y el bufón que avanzaban por los jardines, los saludó a todos con una profunda reverencia, apartándose a un lado para cederles el paso, y dispuesto a regresar por última vez aquella noche a las caballerizas antes de un merecido descanso, siguió su camino.

Emocionado, el bufón fingió que se secaba una lagrimilla al ver la preocupación mostrada por los príncipes.

 -Supongo que mi buena estrella ha decidido brillar por mí con fuerza esta noche. El Rey me ha regañado y me ha prohibido repetir el número de los cuchillos, pero aparte de eso he salido bien librado.

Dicho esto, Enzo se acercó a la Princesa y, quitándose el guante de la mano derecha, tocó ligeramente las mejillas de Elizabeth con el dorso de la mano.

 -¿Y vos os encontráis bien Alteza? ¿Habéis cogido frío? Si enfermarais por culpa de haberme estado esperando, no me lo perdonaría jamás. Y seguro que vuestros reales padres tampoco.

Se giró lo justo para mirar al príncipe y decirle.

 -Por vos sé que no debo preocuparme. Haría falta un glaciar entero para bajaros la temperatura.

Aquel comentario iba con marcadas segundas, ¡pero es que era demasiado fácil y gratificante hacer bromas acerca de la fama de seductor de la que gozaba el Príncipe Dionysos! Y mientras aquella escena transcurría, el mozo de cuadras apareció por los jardines, apartándose respetuosamente para cederles el paso. No parecía tener intenciones de quedarse a conversar, pero aún así Enzo le saludó amistosamente. Que el chaval le caía bien y qué menos que no ignorarle como si fuera un arbusto.

El príncipe se despidió del mozo de cuadras cuando pasó junto a ellos esgrimiendo una sonrisa.

¿Te retiras ya, Edmund? Espero que tengas apacibles sueños.

Después se centró de nuevo en su conversación.

Bien que lo sabéis, Enzo. Mi alma vibra a tal ritmo que mantiene el calor de mi cuerpo. Pero no pretendas engañarnos. Hace una noche estrellada y maravillosa sin nada de frío. Me vas a hacer pensar que buscabas una excusa para acariciar la piel de mi querida hermana.

Sonrío ante las palabras del príncipe. Y asiento, desconocía la existencia de un laberinto, pero si la princesa se muestra tan tranquila no creo que haya peligro alguno. 

Mi señora, como quedamos ordené a la cocinera que le preparara el caldo imagino que se lo habrá tomado pero no he considerado oportuno acompañarle en la habitación. Al fin y al cabo no soy una mujer casada y no sería apropiado. Pero estoy convencida que todo está bien. 

¿Acaso hay un interés entre la princesa y el bufón real? Me parece cuanto menos osado comentarlo frente a la reina. Sonrío.

Su alteza, seguro que recorrer la estancia más diminuta a vuestro lado se convierte en una aventura. 

Al oír las palabras del Príncipe, Enzo se hizo exageradamente el ofendido.

 -Oh, por favor, no soy un Dionysos cualquiera. Yo no voy echándole la zarpa a toda mujer que se me pone por delante.

Volvió a ponerse el guante mientras recuperaba su habitual sonrisa.

 -Además, mi preocupación es legítima. Cuando el cielo nocturno está despejado, siempre cae helada, da igual que sea invierno o verano. Y una helada nocturna es de lo peor para la salud.

Sin embargo, el bufón se inclinó respetuosamente delante de la Princesa Elizabeth, a modo de disculpa.

 -Perdonad a este humilde servidor vuestro si os ha ofendido con su gesto, Alteza. Pero si fuerais a enfermar por culpa de mi idea de salir a pasear al jardín, sus Majestades se disgustarían conmigo. Y ya les he dado bastantes dolores de cabeza por hoy, no me apetece darles más motivos para que me cosan a latigazos.

No hables así de tu buen príncipe, Enzo. ¿Que va a pensar Lady Katherine de mi? Puedo asegurar que en el día de hoy sólo he tocado a una mujer. - Dijo levantando el estuche de su violín.

Luego se echó a reír y continuó su paseo hacia el laberinto de setos.

Me sorprende el ataque de afecto de Enzo, pero no me incomoda, siempre le he tenido mucho cariño, para mí ya es parte de mi familia por eso estaba tan preocupada por él.

- Hermano, no digas tonterías, sabes que Enzo el único amor que tiene por mí es fraternal - espero -, asi que no me he sentido en ningún momento turbiada por lo que ha hecho - sonrío al bufón -, no puedo alegrarme más por lo que habéis dicho de padre, parece que está contento, pues quizás otro día os hubiese hecho azotar, quien sabe...

Miro entonces a Lady Katherine.

- Me tranquiliza oir tus palabras. Bueno, ¿recorremos el laberinto entonces? - pero una idea cruza mi mente y me cojo del brazo de Enzo para salir corriendo - hermanito, Katherine ¿podréis encontrarnos?.

Me río, no es propio de una princesa actuar así, lo sé, pero si lo que había hablado con mi hermano iba a ser real, este sería uno de los pocos momentos en que podría comportarme así, y sin duda, iba a aprovecharlos.

Y cuando se disponían a entrar en el laberinto de setos, de repente la princesa le agarró del brazo y, riéndose como una chiquilla, retó a su hermano y a Lady Katherine a encontrarles en el interior del laberinto.

Sorprendido al principio, a Enzo le costó reaccionar unos instantes. Pero cuando lo hizo empezó a reír también y corrió junto a Elizabeth como si fueran dos criaturas cometiendo una trastada. Después de todo, a él ese tipo de travesuras le encantaban. ¡Que para algo era el bufón, caramba! Si hubiera querido dedicarse a una profesión seria, habría hecho caso a su madre y habría estudiado para archivista.

Mientras se alejaban de Dionysos y Katherine, el bufón agitó la mano despidiéndose.

 -¡Os vemos luego Alteza y Milady!

Y aún riéndose, Enzo desapareció en el interior del laberinto junto a Elizabeth.

Una criada abandona la escena en silencio y mirando al suelo.

Cuando llegamos a un sitio un tanto escondido del laberinto entre jadeos, le susurro a Enzo.

- Querido amigo mío, entonces ¿estáis bien?, de verdad padre ¿no la ha tomado con vos?, me teníais muy preocupada, no sabía que podría pasaros, sin duda me alegré mucho al veros sano y salvo.

Le sonrío con calidez mientras esperamos a que nos encuentren.

Procuraba caminar con cuidado, evitando pisar ramitas u hojas secas que pudieran hacer ruido. Y por supuesto, cuando la Princesa habló en susurros, él le contestó en igual tono.

 -Tenéis mi palabra de que estoy sano y de una pieza, Alteza. No dejéis que la preocupación os robe el color de las mejillas. Porque veros abatida sería un castigo peor que lo peor que se le pueda ocurrir a vuestro padre.

Suspiro aliviada y sigo susurrando.

- Menos mal Enzo, de verdad pensé que quizás habíais mentido para no preocuparnos a mi hermano y a mí, a partir de ahora os prohíbo terminantemente realizar números de cuchillos en presencia de padre, ¿está bien?, -sonrío- quizás solo queríais deshaceros de un posible pretendiente para vuestra querida princesa -suelto una carcajada que en aquel silencio bien podría delatar nuestra posición- es broma, es broma.

Se puso una mano en el pecho e irguió la cabeza, muy digno.

 -Os doy mi honesta palabra de honor, Alteza.

Sin embargo, cuando ella bromeó acerca de lo del pretendiente, esta vez el bufón no rió.

 -Ahora que me lo comentáis… Antes os pregunté si el muchacho era por un casual vuestro “amigo especial”. Me dijisteis que no sabíais a qué me refería, así que gustosamente os lo explicaré. Un “amigo especial” es un amante. No me malinterpretéis, no pretendo insinuar que tuvierais esa clase de relación con él, dios me libre de cuestionar vuestra pureza, Alteza. Pero… Si por un casual vos estuvierais enamorada del joven Sir John… Y yo le hubiera herido de muerte…

El bufón negó con la cabeza.

 -Si algo así le sucediera a mi amada, vive dios que no me lo habría tomado nada bien.

Entonces, dándose cuenta de que estaba actuando de un modo que no correspondía para nada a su carácter acostumbrado, Enzo volvió a sonreír con su alegría habitual.

 -Perdonadme, me pongo a divagar y os aburro. ¿Creéis que vuestro hermano y Lady Katherine andan por aquí cerca? Quizás deberíamos movernos para que no nos encuentren enseguida…

Niego con la cabeza.

- Apenas si había hablado con ese noble querido bufón, no debéis preocuparos en ese sentido - entonces se me ocurre algo - ¿vos tenéis una amada?, no lo sabía, ¿quién es la afortunada?.

Echo un vistazo alrededor, no me parece ver el faro que llevaba mi hermano consigo.

- Quizás mi hermano ya haya seducido a la muchacha y no vayan ni siquiera a dignarse a buscarnos - me río - o quizás sí, quien sabe...

Sonrío divertida, al final el día parecía que no iba a acabar tan mal.

Se tapó la boca como si hubiera revelado un secreto inconfesable.

 -Ah, es raro que el bufón se preocupe de otras cosas aparte de sus bromas y trucos, ¿verdad? Pero incluso los bufones tenemos alma, Alteza. No tan necesitada de afecto como la de vuestro hermano, pero alma después de todo.

Rio un poco entre dientes.

 -No me sorprendería que ya hubiera intentado llevarse a Lady Katherine para ofrecerle un concierto privado.

Si Enzo se había dado cuenta de que le habías preguntado por la identidad de su amada, hizo como si no hubiera oído la pregunta.

Parecía que Enzo había... ¿olvidado mi pregunta?, o quizás lo había hecho a propósito, cosa que ahora llamaba aún más a mi curiosidad, ahora era una necesidad saber su identidad.

- Entiendo, por supuesto, nunca había pensado en vos con una amada, no entiendo porqué la verdad, entonces... ¿de quién se trata?, ¿la conozco?, ¿vive en el Castillo?.

Ahora no podía ignorarme, demasiadas preguntas sobre ello como para hacer que no las había oído, tendría que hacerme caso, o mentirme en el supuesto caso de que quisiese proteger a la susodicha, aunque no veía una razón por la que no debiese saberlo...

- Entiendo, por supuesto, nunca había pensado en vos con una amada, no entiendo porqué la verdad, entonces... ¿de quién se trata?, ¿la conozco?, ¿vive en el Castillo?.