Partida Rol por web

Me río ante las palabras de Kurr, sobre todo ante el comentario hacia Javier de Castilla como lechuguino.

- La verdad es que vuestra llegada fue muy oportuna, un guardia impone y más si sois vos.

Me giro hacia mi hermano.

- Sí... Todos tenéis razón en lo que decís, y ojalá llegué a sentirlo.

Sonrío a Dionysos ante su reverencia y me inclino levemente correspondiéndole.

Oigo entonces que Enzo me habla a mí y me acerco a él.

- Ya sabéis lo que opino, por lo que hablamos antes, a alguien de mi posición siempre le resultará difícil saber si se acercan a uno por que de verdad lo siente o solo le mueve el poder, pero quizás un día encuentre a alguien, sí, ¿quién sabe?.

Entonces me dedica una canción y no puedo evitar sonrojarme levemente, puesto que no estábamos solos y era precioso.

- Oh, ¡que maravilla!, sin duda no dejáis de sorprenderme - le dedico una cálida sonrisa - , lo guardaré siempre en mi memoria, como si de un regalo se tratase.

Nunca me habían dedicado mayor halago, entonces noto algo dentro de mí, algo extraño una curiosa sensación, ¿qué me sucedía?, al mirar al bufón, puedo notar que veo al hombre que hay detrás de él, quizás al escuchar el poema refiriéndose a mí, no como la niña pequeña que siempre mencionaba sino como una mujer, como la princesa en la que me he convertido, me ha hecho cambiar un tanto mi manera de verle... Perdida en extraños pensamientos sacudo mi cabeza levemente para volver a centrar mi atención en los allí presentes.

Oigo voces a través del laberinto. No puedo evitar recordar las palabras del maestre, pero tengo que encontrar al guardia. Dios, no tengo tiempo para cruzar un maldito laberinto de setos. Me muerdo el labio inferior, y entro, todavía llamando a voces a Kurr.

Miro a los dos hermanos con cierta envidia. Ojalá tuviera yo una familia que me quisiera y protegiera así. Sin embargo no envidio a la princesa nunca será libre para hacer lo que desee.
Miro al bufón también con cierta tristeza intentando aspirar a un imposible. O tal vez no, siempre que se conforme con parte del botín.
El guardia real si que es una incógnita a mis ojos, un rostro inescrutable unos gestos perfectamente medidos.
Escucho las diligentes palabras del príncipe cuandonse dirige a mi.
Tal vez más adelante alteza. no tenéis ni idea de lo que solicitáis. Lo que me devuelve a la triste realidad de porqué estoy aquí. A lo mejor deberíamos entrar ya. Está haciendo frío. Deberíamos comprobar como se encuentra Sir Moore

¿Queréis que os acompañe? - Preguntó cortésmente. En realidad la noche era preciosa y joven, no había razón para recogerse aún, aunque llevase ya fuera de palacio mucho tiempo.

Nunca se debe dejar que una dama empiece a sentir frío.

El bufón había hecho varias reverencias de agradecimiento ante las amables palabras de la Princesa. Siempre era un gustazo que le felicitaran por su trabajo, aunque fuera uno tan agradable como cantar y recitar.

Al poco Lady Katherine sugirió que igual era hora de recogerse ya, que empezaba a tener frío.

 -¿Está cayendo ya helada y no me he enterado? -miró al Príncipe- Os dije que con el cielo despejado siempre cae algo, independientemente de la estación.

Después volvió a prestar su atención a las damas.

 -Eso sí, su Alteza tiene razón, no podemos permitir que pasen frío. ¿Tal vez quieran continuar la conversación delante de una copa de vino especiado caliente? Es lo mejor para evitar el enfriamiento.

Luego miró a Kurr.

 -Tú también te puedes apuntar. Después de todo, una copa te has ganado tras haber ayudado a su Alteza con aquel noble deslenguado.

De prontro recuerdo algo, sin duda no puedo posponerlo más, tendré que ausentarme un momento.

- No recordaba un asunto que he de atender, no me llevará mucho, pero ruego que me disculpéis, si hacéis el favor de decirme donde iréis en breve volveré, me gustaría seguir hablando sobre los menesteres del baile de mañana y disfrutando de vuestra compañía.

Seguro que notan lo nerviosa que me he puesto de pronto, parezco una tonta, definitivamente, debería tener una actitud más fría hacia asuntos como el que tengo que ocuparme. Suspiro, ojalá a veces me pareciese más a madre.

De momento, hermana, el plan de Enzo parece una buena opción. Vayamos. Si alguno tenéis miedo de perderos, simplemente seguidme.

Digo poniéndome en marcha.

Cuando os dirigís hacia la salida del laberitno, veis que por la misma entra la criada Ibb, llamando a voces al capitán Kurr.
 

-Agradecería una copa, sin dudarlo -admití, ante el ofrecimiento del bufón-. Aunque eso de "noble deslenguado" habrá que discutirlo. Creo que vos y yo podemos deslenguarlo más todavía...

Decido seguir a los príncipes, a Lady Katherine y a Enzo hasta la salida del laberinto, cuando entonces veo a la criada Ibb, la cual estaba llamándome a grandes voces.

-¿Qué sucede, copera? -le pregunté, en tono serio e inmutable.

Por fin veo aparecer la figura del guardia, y respiro, aliviada. No me apetecía perderme por los jardines. Sin embargo, practico una rápida reverencia al ver a la princesa y al príncipe.

-¿Podemos hablar un momento en privado, Kurr? -Recuerdo las palabras del rey y me sonrojo violentamente. Odio que me haga pasar por esto.

-Por supuesto -respondo a la copera, en tono firme. Dirigiéndome al resto de mis acompañantes, añadí-: Disculpadnos.

Hice una reverencia hacia los príncipes y Lady Katherine y me dirigí a una zona apartada de los jardines, aguardando a que Ibb viniera para saber qué es lo que quería decirme.

-¿Y bien? -le pregunté a Ibb, sin rodeos-. ¿Qué es lo que queréis?

¡Ah, no! ¡no nos puedes dejar así, a medias! - Dijo divertido y muerto de curiosidad, pero miró a Ibb y vio que lo estaba pasando mal por tener que plantearlo en privado, así que se retractó y la procuró liberar de esa carga.

Discúlpame, querida Ibb, por supuesto que puedes ir a hablar con Kurr en privado. - Dijo dedicándole una sonrisa y guiñándole un ojo - Sólo estaba siendo un poco indiscreto, pero espero que me puedas perdonar.

Me inclino en otra reverencia ante las palabras del príncipe.
-Por supuesto, majestad. Soy yo la que debería pedir disculpas por privaros de los servicios del guardia. Espero que podáis disculparnos.

Tras mis palabras, me retiro algunos pasos para hablar con el susodicho entre susurros.

Me retiro junto a Kurr y, de espaldas a la comitiva, le muestro la bolsa con los objetos de valor.
-Había un ladrón en los aposentos de sir John Moore. Se hizo pasar por su criado para robarle, y cuando le descubrí, él... -Carraspeo, incómoda. Aún me duele la garganta pero no tengo ganas de volver a relatarle a alguien mi experiencia cercana a la muerte, así que obvio esa parte del relato.-Dejó caer esto a su paso. El rey me ha pedido que haga un inventario, pero no sabría por dónde empezar. Y...

Vale, aquí viene la parte delicada.
-Desea darles un castigo ejemplar a los guardias.

El bufón al escuchar a la Princesa, asintió y dijo:

 -No os preocupéis Alteza, os esperaremos o incluso os acompañaremos si así lo deseáis. Si no, probablemente estemos en el salón del ala este, que es más pequeño y más fácil de caldear con la chimenea que el del ala norte. Pero prometedme una cosa, mi señora. -el semblante de Enzo se puso serio por unos momentos- Si veis acercarse a Javier de Castilla, salid corriendo mientras llamáis a la guardia. ¡No me fío un pelo de lo que podría haceros ese cretino si os encontrara a solas!

Mientras caminaban hacia la salida de los jardines, se encontraron a Ibb, que venía buscando a Kurr y con bastante urgencia. Observó cómo la criada se llevaba al guardia para hablar con él en privado y cómo el Príncipe intentaba cotillear un poco sobre lo que había pasado.

 -Tranquilo Alteza. Si es grave, ya nos enteraremos más tarde o más temprano, queramos o no.

En lo que a él respectaba, ojalá fuera que Javier de Castilla se había caído rodando escaleras abajo y se había partido ambas piernas. Sería un hermoso acto de justicia divina.

La sonrisa con la que el Príncipe siempre enfrentaba el mundo y sus ganas de diversión y de bromear desaparecieron en cuanto observó las marcas en la piel de la criada. Su mirada se volvió indescifrable y su rostro serio.

Me pensaba quedar tranquilo, pero eso fue hasta ver mejor a Ibb. Lleva a las damas dentro.

Le digo escuetamente a Enzo antes de dar un par de pasos para alejarse del grupo y quedarse a medio camino entre ellos y la pareja de sirvientes que hablaban en privado. No era habitual en él, pero su voz sonó imperativa.

Ya no había curiosidad cotilla e indiscreta en su intriga, había una imperante necesidad regia de averiguar qué estaba pasando en su castillo.

Espero pacientemente donde era perfectamente visible para el guardia y la sirviente. No se iba a ir sin obtener alguna respuesta, aunque les seguía ofreciendo su privacidad.

Cuando veo a Ibb me quedo un poco confundida, parece tener prisa, pero también me fijo en que está un tanto magullada, no entiendo que ha podido pasarle dentro de la corte, ¿habrá habido algún ataque?, pero entonces mi hermano toma las riendas y ordena a Enzo que nos acompañe dentro, asiento, será lo mejor de momento, ya me contará después que es lo que le ha sucedido a la pobre muchacha.

- Luego nos vemos hermano, Ibb, Kurr.

Entro con Enzo y Lady Katherine al castillo.

- ¿Os habéis fijado en Ibb? Parecía como si la hubiesen atacado... Pero no creo que eso sea posible, aunque después de conocer a Javier de Castilla, pero no tampoco parecía agresivo, que raro.

Me paro en el pasillo, tenía algo que hacer, esperaba que no me sucediese nada por el camino.

- Ahora si me disculpáis he de irme, será solo un momento, os lo aseguro, no me ocurrirá nada.

Intento aparentar tranquilidad.

Me he fijado en los golpes de la chica, un escalofrío recorre mi cuerpo, que estará ocurriendo. No me gusta la gente que maltrata a sus criados. Y sin embargo los príncipes no parecen ser así. ¿tal vez los reyes? No quiero ni pensarlo.

Los excesos y el alcohol sacan la peor de las facetas de una persona alteza. Un hombre en esas circunstancias es un animal impredecible al que hay que temer. Sin saber lo que le ha ocurrido a Ibb ... ¿de verdad vais a ir sola ?
¿os acompaño?