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Investiga la leyenda II - El Ojáncanu

El Ojáncanu

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08/08/2017, 20:57
Fausto Godoy

Fausto sintió alivio con la respuesta de la señora. No había tirado nada, pero quizá hubiera tirado demasiado. Por un lado, lo que ella entendía por «no tirar nada» significaba no tirar nada de las cosas de uso cotidiano. Es decir, ropa, libros, revistas, etc. Pero podría haber tirado pruebas fundamentales, esas que solo llaman la atención a la policía: notas, papeles arrugados, recortes y todo ese universo de artículos que normalmente se consideran basura. En una papelera hay más información sobre una persona que en su agenda.

Fausto podía rebuscar en el contenedor de la basura y saberlo todo de una familia. No solo qué comían, sino también con qué frecuencia y con qué nivel de aprovechamiento. Eso aportaba información sobre hábitos de consumo, de gasto, de ingresos, de gustos, de necesidades y de obsesiones. Un cubo de la basura lleno de comida sin tocar y pasada de fecha podía indicar exceso, desorden mental e incapacidad y desgana de regular la propia vida. Eso podría, en ocasiones, ser un indicador de trastorno mental, depresión, crisis de ansiedad o desórdenes alimenticios. Que, a su vez, podría indicar dolor interior y sensación de culpa. ¿Culpa de qué?

Un vegetariano, normalmente, tiene poco plástico entre sus desechos. Y nada de carne, obviamente. Las familias de nivel económico alto comen mejor que los pobres, con productos más sanos y de mejor calidad. Los alcohólicos tienen el cubo lleno de latas y botellas. Los adictos pueden tener un día de lucidez y echar a la basura los restos de sus vicios, incluyendo jeringuillas usadas y vendas sanguinolentas.

Y algunos casos especiales hablan directamente desde la basura: el caníbal de Ciudad Lineal se confió y dejó de triturar los huesos de sus víctimas con la dedicación con la que lo hacía al principio de su terrible crimen, y el trozo de la mandíbula inferior de una de sus víctimas, con molares incluidos, fue la pista que puso a la policía en la puerta de aquel hijo de puta. En aquel caso, Fausto estaba recién ingresado en la científica, y para él fue revelador. El año pasado, Fausto construyó un perfil psicológico de una psicópata partiendo del análisis de su basura diaria. Había sido cuidadosa con el veneno que usaba para envenenar a ancianos, pero su basura hablaba por ella y su universo mental. Ese perfil limitó el número de sospechosos de cinco a dos, y solo bastó un registro exhaustivo y un interrogatorio «tenso» para que todo quedara claro. Ahora su puto abogado, un estúpido histriónico de calva grasienta, lucha el recurso que, quizá, la ponga en libertad.

... y ahí estaremos para volverla a meter en la trena...

Fausto dejó de desviar la cabeza a esos recuerdos y no dijo nada sobre la basura perdida, que de haberla ya estaría en un vertedero o en saliendo por la chimenea de una incineradora. Quiso pensar que aquel chaval retraído e introvertido tenía poco que esconder. Así que tocaba llevar el interrogatorio a otros caminos. El agresor.

Pero era delicado hablar de agresores a una abuela dolida.

– Entiendo, es lo normal, nunca se sabe qué recuerdos pueden querer conservarse –tomó un sorbo de café y saboreó–. Está rico. Mire, doña Aurora, yo estoy aquí porque es de rutina que la policía investigue estas situaciones tan dolorosas. ¿Entiende? Y eso quiere decir que tengo que hacer algunas preguntas incómodas. Pero, mire, que yo pregunte sobre ciertas cosas no quiere decir que la policía crea que van por ahí los tiros. Simplemente es algo que tenemos que hacer para ir descartando. Así que, dígame, ¿sabe usted si Sete se llevaba mal con alguien de por aquí? ¿Había discutido con alguien? ¿Tenía algún enemigo o se había peleado con algún vecino? Son cosas que pueden ayudarme a mirar en la dirección correcta –se echó ligeramente para adelante, apoyando los codos en las rodillas, acercándose a las mujeres. Miró un poco por encima del hombro, haciendo un teatrillo como si no quisiera que le escucharan extraños, intentando crear un ambiente de confianza–. Entre ustedes y yo, señoras, ¿hay alguien por aquí que sea... no sé... raro? ¿Alguien molesto? ¿Violento?

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11/08/2017, 15:26
Aurora

-Pregunte lo que tenga que preguntar. Intentaré responder lo que necesite. No me voy a molestar-

"En el fondo, el pobre, igual tampoco quiere estar aquí haciendo esto. A lo mejor por eso los del otro día no preguntaron nada, igual es que este compañero suyo es el que pregunta"

Escucho cómo me consulta sobre personas con las que Sete podría llevarse mal.

-Pues la verdad es que yo creo que nadie... Al principio cuando llegó estaba muy serio todo el tiempo, yo creo que un poco triste, y no hablaba demasiado. Pero luego se le pasó. Al final se llevaba bien con casi todo el mundo. Sus compañeros de instituto creo que le apreciaban. Aunque con quien más se juntaba era con Juan y Rober que también son de aquí del pueblo ¿sabe? Pero mi Sete se llevaba bien con todo el mundo e incluso los viejos de aquí le querian porque él siempre escuchaba a todo el mundo y, a los viejos, nada nos gusta más que alguien que nos escuche-

Supongo que no es una respuesta muy útil pero es que tampoco tengo otra para darle. Así que me quedo esperando su siguiente pregunta que llega casi de inmediato.

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11/08/2017, 15:50
Equidna - Narradora

-¡¡Uy!! ¿Raros? Tenemos un montón, hijo- La mujer entrada en carnes vuelve a la carga, parece que el tema que has sacado le encanta -Al Blas tuvo que venir a buscarle la Guardia Civil hace 3 años por pegarle a la mujer... aunque murió el año pasado, así que no creo que le interese ¿no?. Tomasín ha tenido hasta algún juicio por pelearse por los cercados, pero ahora está en una residencia en Santander, que le llevaron los hijos. Satur el panadero siempre fue un raro y anda mucho con mujeres de esas... ya sabe usted... que ni se oculta ni nada, que lo cuenta a todo el mundo. Y la Tere ya casi no puede andar por el reuma pero, en sus tiempos ¡anda que no recorrió camas!...-

La mujer delgada la corta con una voz seca -¡María cállate ya! Eso son bobadas de pueblo y el señor policia pregunta por gente mala de verdad- Se gira para dirigirse a ti -Perdónenos, ya supondrá cómo es esto, somos pocos y de cualquier cosa hacemos algo importante. Pero lo cierto es que no sabemos de nadie aquí que pudiera hacerle algo así a un chico como Sete-

Aurora asiente ante las palabras de su amiga pero la tal María no termina de convencerse

-Quizás nadie del pueblo, vale. Pero en el monte hay algo. Siempre ha habido algo. Pero como atacaba a los de fuera que no tenían cuidado, nos hemos hecho los tontos y cualquier explicación nos valía. ¡Que sí, que ya me callo! ¡Pero allí hay algo malo y lo sabéis! ¡Y es quién le ha hecho eso al pobre Sete!-

María por fin se calla, enfurruñada y con los brazos cruzados debajo del pecho. Aurora comienza a sollozar de nuevo.

-Le dije que eran tonterías... cuentos de viejas... que no hiciese caso...- murmura entre sollozos

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11/08/2017, 17:27
Fausto Godoy

Surgieron algunos nombres que ya desde el primer momento sonaban a intrascendencia. No estaba buscando chismorreos. Pero entonces mencionaron a alguien del monte.

...¡bingo!, bien... a ver qué hay de eso...

Era bien sabido que en las zonas remotas había gente que vivía asilvestrada. Muchas veces era deficientes mentales a los que no habían llegado los beneficios de la asistencia moderna.

En los lugares donde la tradición era fuerte y abundaban las habladurías y los prejuicios, incluso en el siglo XXI uno seguía encontrándose el típico caso de la mujer o el hombre «brutalizado». Sus familias no sabían o no querían darles mejor vida que encerrarlos en la buhardilla o soltarlos todo el día en la calle porque «no hacen daño a nadie». Fausto recordó Los santos inocentes y dos de sus personajes: el Azarías y la niña chica, que solo sabía chillar como si la degollaran. A finales del XX, los dos habrían estado internados o habrían llevado una vida más digna con sus familias. Con suerte y mucho papeleo, quizá tendrían atención profesional en sus casas.

Pero Fausto sabía que todavía existían Azarías y niñas chicas perdidos en los pueblos, donde la forma de pensar no había cambiado desde los años 40. No hacía falta irse al lugar más recóndito. Como aquel caso que fue noticia en el 2014, en el que dos hermanos habían tenido encerrados durante 30 años en un palomar a otro hermano deficiente, que vivía a oscuras semidesnudo y cubierto de mierda. Y no es que quisieran hacerle daño, es que no entendían otra manera de encargarse de él, y sobre todo querían borrar el estigma y la memoria en el pueblo de que la familia tenía un miembro anormal.

Casos extremos como ese surgían cada pocos años. Fausto se planteó si no estaría ante algo así. Un hombre brutal y que viviera asilvestrado en el bosque, conocido por todos y por nadie, capaz de atacar a forasteros y extraños. Un hombretón así sería fácilmente «confundido» con el ojáncanu, aunque solo fuera por ponerle un mote: Fulano el Ojáncanu, el de la Maite de los Ovejeros. O algo así.

– ¿A qué se refiere usted? ¿Hay alguien en el monte que ataca a la gente? Esto deben contármelo, señoras, es importante –parecían algo pudorosas con ese asunto. Típico de esos casos que había recordado Fausto–. No se preocupen, lo que me digan no saldrá de aquí. ¿Quién es esa persona?

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13/08/2017, 18:05
Equidna - Narradora

-¿Cómo que quién es?- Aurora aún solloza mientras las otras dos mujeres te miran un poco despistadas -¡Pues el Ojáncanu! ¿Quién si no? Llevan en esos montes desde siempre y siempre haciendo daño. Es verdad que los últimos años han sido peores. No sé,  antes robaban cosas, tiraban piedras, mataban el ganado... Pero siempre han sido asesinos, es lo que son. Aunque tan cerca del pueblo antes no se atrevían. Mi madre, que aún estaba viva cuando lo del guarda forestal aquel, hace años, decía que habían vuelto contra nosotros por haberlos olvidado. Igual es que andaban por otros sitios o en otros pueblos y los echaron de allí y por eso vinieron para acá-

Aurora, aún susurra 

-Me preguntó qué era el Ojáncanu y, en lugar de advertirle, le dije que no hiciese caso, que eran tonterías de pueblo. Le tenía que haber dicho que no fuera al monte, que hay un ser malvado y sólo espera alguna víctima-

No te da la sensación de que hablen de nadie figurativamente. Estas mujeres hablan, de verdad, de un ser de leyenda. Al menos así lo creen ellas.

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13/08/2017, 20:33
Fausto Godoy

...en fin, ya hemos llegado aquí...

Algunos viven obsesionados con conspiraciones y ven fantasmas en todas partes. Y otros creen en lo esotérico. El ser humano está hecho para creer en lo hueco, en lo que no se sustenta. Para Fausto era un error. Sobre todo si tratas de buscar respuestas para un crimen. La verdad no puede sustentarse en chorradas, especialmente si quieres que un buen abogado te saque de la cárcel. Cuando estás en el estrado y eres inocente, no recurres a una pitonisa. Recurres a las pruebas, porque la verdad es demasiado importante.

El trabajo de Fausto era encontrar las pruebas reales, lo que de verdad era cierto. Pero sabía que para conseguirlo no podía reírse en la cara de los crédulos. Ese no era su trabajo. Su trabajo era esquivar la credulidad, pasar por su lado y mirar lo que hay palpable justo donde nadie mira. Aquellas mujeres parecían creer en los seres míticos del bosque. Lo más cercano que suponía que había tras esa creencia es que alguien del monte amedrentaba a los lugareños. Oculto o no, enmascarado o no, esa persona era real. La autopsia no mentía: había un agresor. Ellas creían que el agresor era un ogro. Él sabía que solo podía ser un humano o un grupo de desalmados.

Bueno, bueno, señoras... comprenderán que esto que dicen es una sorpresa para mí. Entiendo que lo que están diciendo es que un ojáncanu atacó a Luis, ¿es así? ¿Entonces no creen que haya sido un accidente? ¿Ni los otros fallecimientos en la comarca? Es lo que dijeron la mayoría de las investigaciones en su momento. ¿Por qué creen que ha sido un ojáncanu? Y, por cierto, ¿alguna de ustedes ha visto a uno?

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14/08/2017, 22:43
Equidna - Narradora

La señora llamada María se inclina sobre la mesa, como si fuese a contar un secreto, pero no habla por lo bajo si no con energía 

-¡¡Por supuesto que no ha sido un accidente!! ¿Acaso estaría usted aquí si pensara que ha sido un accidente?- su brazo se vuelve hacia la ventana y un dedo rechoncho señala hacia las montañas que se ven a través de ella -Allí hay algo. No existen las casualidades. Pueden venir todos los policías que quieran y seguir explicando que sólo son personas torpes que se caen por un barranco, pero hace 40 años, cuando yo tenía unos treinta años y no era sospechosa de tener senilidad, fueron 2 pastores los que murieron. ¡Pastores! Si esos no saben del monte, ya me dirá usted...-

La anciana delgada suspira. Y luego comienza a hablar, despacio, con la mirada baja al principio, como si se avergonzase de sus palabras

-No, no le hemos visto. Pero tampoco he visto al Rey y, por lo visto existe. Y antes de que me diga que hay pruebas, fotos y personas que han hablado con él, le diré que las pruebas están ahí si alguien las quiere ver.- levanta la mirada por fin y unos ojos inteligentes se fijan en los tuyos -Yo no lo he visto, ni Aurora ni María.  No conozco a nadie que lo haya visto. Así que no le estoy diciendo que un monstruo de un sólo ojo, grande como 3 hombres y lleno de pelo sea lo que hay allí. Pero si en el mismo sitio siguen pasando cosas, ahí hay algo-

Aurora se seca las lágrimas y pone su mano sobre la tuya

-Usted haga lo que tenga que hacer. Nosotras no podemos ayudarle con sus dudas, sólo sabemos lo que siempre nos han contado. Quizás deberíamos seguir contándolo a nuestros hijos y nietos para que esto no se repita-

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17/08/2017, 23:26
Fausto Godoy

– ¡No se enfaden conmigo, señoras! –dijo Fausto enseñando las manos–. Mi deber es preguntar, no creo que les extrañe que tenga dudas. ¡Ser un curioso es mi oficio!

De lo que Fausto no dudaba era de que esas mujeres estaban convencidas de lo que decían. Creían en ello, sin duda. Eso también significaba que se equivocaban.

Mal asunto. Pocas pistas podían salir de esas mujeres. Al menos le había quedado claro que Luis perseguía al ojáncanu. Que era perseguir una fantasía, pero al menos le encaminó a un lugar concreto donde ocurrió una tragedia. El lugar sí era tangible.

– ¿Conocen el lugar de los hechos? Tendré que visitarlo. ¿Está cerca? ¿Me recomiendan que vaya con alguien de por aquí que me guíe? Por cierto, ¿me pueden confirmar que Luis había ido solo allí? Quizá deba hablar con alguno de sus amigos.

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20/08/2017, 10:54
Equidna - Narradora

-Sí. Casi cualquiera del pueblo puede darle las indicaciones porque era donde nos decían que no debíamos ir. Bueno, cualquiera que tenga una cierta edad, claro. Los jovenes no saben nada. Aunque no es un sitio concreto, si no una zona grande de terreno. Debe seguir la senda de la montaña pero, cuando se llega a la fuente del roble, en lugar de seguir hacia la derecha, que es donde va el camino, hay que meterse hacia la izquierda. Allí no hay camino ni nada parecido. Toda esa zona, lo que queda entre la fuente y el barranco, que serán unas 30 hectáreas, creo, es la zona que es peligrosa- te comenta María, la anciana con sobrepeso -Y supongo que siendo policía no le puedo decir que le recomiendo que no vaya ¿verdad? En cualquier caso, vaya de día. Es bastante más efectivo que ir acompañado. Ya le han contado que tenemos casos de grupos en los que han fallecido todos. Lo que no recuerdo que haya pasado es que haya ocurrido ningún incidente de día. Aunque a nosotros nos decían que no fuésemos en ningún momento-

Aurora responde a tus siguientes preguntas

-Que yo sepa, sí había ido sólo. No se me ocurre con quién podría haber ido si no fuese por Rober y Juan. Y ellos no fueron. Le puedo decir dónde viven, por si quiere preguntarles- ofrece la mujer que, acto seguido, busca un papel, te apunta las direcciones de ambas casas y luego te explica como llegar hasta ellas. No están lejos, pero la mujer se esmera en las explicaciones como si hubiera la posibilidad de que te perdieses en el pueblo.

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21/08/2017, 16:04
Fausto Godoy

Fausto tomó nota de las indicaciones del lugar y las señas de los amigos de Luis. Las señoras no parecían tener nada más que añadir. Nada útil, por lo menos. Habían contado lo que sabían, pero era poco. Ahora tocaba llevar la investigación por otro camino. Tendría que hablar con los amigos de Luis.

– Muy bien, creo que ya estamos. Muchas gracias por su ayuda, señoras. Quizá tenga alguna pregunta más que hacerles más adelante. En cualquier caso, doña Aurora, lamento mucho su pérdida.

Se despidió para conocer a los amigos de Luis. Quizá ellos supieran algo más de lo ocurrido aquella noche. En los bosques había un asesino y todavía no sabía nada sobre él.

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24/08/2017, 10:44
Equidna - Narradora

Las mujeres se despiden de ti. Aurora te agradece, de una manera que parece sincera, el interés que pones. 

Cuando sales por la puerta el sol está más allá de la mitad del cielo. Es la una y media aproximadamente. Las casas de los chicos estan bastante proximas pero podría ser que no estuviesen juntos, lo que haría que tardases el doble. En vista del tiempo que te ha llevado interrogar a la abuela del fallecido, podría ser que no acabases con los amigos antes de las cuatro. La hora de la comida te puede pillar en medio ¿Deberías ir a comer antes o cuando hubieses acabado?

Pensando que quizás los chicos no hayan vuelto del instituto, decides comer primero y así hacer tiempo.

Deshaces el camino que te trajo hasta la casa de Aurora y vuelves a entrar en el bar-pensión. No te ves capaz de pensar en él como una casa rural.

Arturo, el hombre joven que te recibió al hacer la reserva, está sirviendo en una mesa donde dos hombres mayores están sentados. Al pasar a su lado, camino de una mesa vacía, ves el contenido de la tartera

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24/08/2017, 11:09
Arturo

El policía entra mientras estoy sirviendo. Creo que ha saludado, así que respondo de manera mecánica. Bueno, igual no ha saludado y he oido mal pero ¿qué más da?

Me acerco hasta él. 

-A comer ya ¿eh? Bueno pues hoy tenemos cocido montañes...-​ le digo señalando la tartera que acabo de dejar en la otra mesa -Pero si no le gusta, podemos prepararle pasta con tomate o un arroz. Y, de segundo ¿qué tal un buen filete de ternera?- Siempre tenemos pasta o arroz como plato alternativo porque con la gente de fuera nunca se sabe muy bien. -Y de postre hay quesada, crema lebaniega o arroz con leche-

Espero mientras se lo piensa. Entre semana no suele haber gente así que no tengo prisa.

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24/08/2017, 17:30
Fausto Godoy

Saludó con un gesto y un «caproveche» a los presentes. De inmediato sintió hambre.

Cuando estando de servicio le tocaba comer fuera de casa, Fausto solía hacerlo de menú en el bar de siempre. A veces, incluso se limitaba a un bocadillo. Pero esa frugalidad o desgana era más bien por limitaciones de presupuesto o por prisa. Cuando pasas mucho tiempo en la calle, al final te cansas de pensar en la hora de la comida y acabas acostumbrándote al mismo bar o restaurante, el que esté cerca de la oficina y que te ofrece algo sencillo que sabes que cumple con lo justo y poco más. Comes, charlas con tu compañía si la tienes ese día, pagas y vuelves al curro.

No era un comilón, pero disfrutaba de lo bueno. Y aquel día tenía algo diferente que incitaba a más. Primero, porque esa misión especial era como algo que merecía ser premiado de alguna manera. Segundo, porque el viaje tenía el regustillo de unas vacaciones. Aunque no lo eran de ninguna manera, sí se sentía como quien visita un paraje bonito un fin de semana y eso implicaba relajación y algo de soltarse un poco: paseo campestre, hotelito rural, entorno tranquilo, buena comida.... Tercero, porque tenía la oportunidad de comer algo concreto de un lugar específico, en su misma cuna. Eso le parecía garantía de calidad. Cuarto, porque aquello olía de puta madre.

...¿macarrones con tomate? Los cojones...

Señaló la olla del cocido.

– Eso tiene una pintaza estupenda. Tomaré cocido –dijo, ya en su mesa–. Agua para beber. Lo del filete... no sé, ¿será mucho? Ummm, bueno, va, filete de segundo.

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25/08/2017, 09:34
Arturo

-¡Estupendo!- me respondo sonriendo -Tenemos un montón de turistas, de los que vienen el fin de semana, que no lo quieren porque dicen que tiene tocino y embutido y no es sano ja ja ja- le comento riéndome -Pues si esto no es sano, que lo toma mi abuelo desde hace años y no tiene que ir al médico casi nunca...- ejemplifico, señalando a mi abuelo que, como siempre está sentado en una de las mesas del fondo, mirando hacia la montaña.

-Voy a dentro a buscarlo y ahora lo traigo- me despido para luego entrar en la cocina.

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25/08/2017, 09:41
Equidna - Narradora

En la mesa más alejada, pegada a una ventana, un hombre muy mayor, se vuelve a mirarte. Hasta ahora miraba hacia las montañas pero, en estos momentos, te observa a ti casi con la misma atención. 

Su piel está llena de manchas y arrugas. Sus orejas son anormalmente grandes, como todas las de las personas con edad avanzada. En la cabeza luce una gorra, pese a estar dentro de un local. Sus ojos, vidriosos y llorosos, no sabes si te están enfocando bien. Sus manos temblorosas, se apoyan en un bastón que tiene entre las piernas, firmemente anclado en el suelo.

 Te parece que entrecierra los ojos un momento, como si quisiera adivinar algo sobre ti sólo observándote. Y luego levanta una de las manos y con un dedo te señala para luego señalar la montaña. Después, mientras su nieto Arturo saca una cacerola con cocido montañés, vuelve a mirar por la ventana con la vista perdida entre los picos.

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30/08/2017, 10:23
Fausto Godoy

Fausto se levantó de su mesa mientras el camarero servía el cocido, que olía estupendamente. Era temprano pero con esos aromas era imposible que no se abriese el apetito. Pero aquel anciano, el abuelo de Arturo, se había dirigido a él claramente, y era una oportunidad de hablar que no rechazaría. Había señalado a la montaña y eso significaba algo. O no, quizá solo fuera un abuelete con sus cosas de viejo, pero nunca sobraba hablar un poco. Lo iba a hacer de todas formas, en cualquier caso, lo de hablar con los lugareños mientras surgiera la oportunidad.

Hizo un gesto de «no pasa nada» al camarero y se acercó a la ventana del abuelo.

– Buenas tardes, señor. ¿Me permite sentarme un minuto con usted? –dijo, apoyando las manos en el respaldo de una silla–. Soy el oficial Godoy, de la policía científica. Supongo que ya se habrá enterado de qué hago por aquí. Un caso terrible, sin duda.

Cabía la posibilidad de que ese señor estuviera sordo como una tapia y Fausto estuviera hablándole a un tronco de madera, pero eso no se sabe hasta que uno se presenta.

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04/09/2017, 19:40
Marcelo

El policía viene hasta mi mesa y se sienta. "¡Que joven es!" Casi me hace gracia pensar en todas las cosas que aún no sabe.

-Siéntese, claro que sí- le digo señalando la silla mientras la mano me tiembla porque no puedo controlarla y que la muy hijaputa se esté serena "¡Mierda de vejez!"

-Sí, le oí esta mañana cuando lo dijo. Estoy viejo pero el oído aún me funciona bien- Le observo con atención, un poco preocupado por su edad. "¡Qué coño! ¡Y por su físico también! Este tiene pinta de ser un blengue. Y el chaval aquel era un cacho de na' y mira lo que pasó" Suspiro porque, en el fondo, poco hay que pueda hacer. Bueno, nada. Lo único que puedo hacer es tener confianza en que lleva pistola

-Lleva usted pistola ¿verdad?- pregunto divagando.

Miro de nuevo para la montaña y luego para él

-Está allí a ratos- señalo con el dedo el pico que domina el pueblo -Y está aquí a ratos- le digo señalando la puerta -El chico lo sabía pero fue tan tonto como para ir a buscarlo. Seguro que por eso lo mató- Igual no debería ir tan directo, igual debería explicar las cosas con más calma pero ¡ostias, soy viejo! ¿y si mi muero ahora de repente? No, no. No tengo tiempo para ir con calma.

-Cuando yo era pequeño nos avisaban. "No hay que subir al monte" "El Ojáncanu se te va a llevar"... Y nosotros no subíamos al monte. Así que no pasaban estas cosas. Y luego, hace unos años, de repente, empieza a morirse gente allí arriba. ¡Ostia, el Ojáncanu! dijimos todos. Pero como los de los pueblos somos tontos, que más listos son los de la ciudá, pues no. Y nos vinieron con la milonga de que los que andan por el monte se despeñan. ¡Y una mierda! Lo que pasa es que antes no íbamos allí para darle al monstruo algo que hacer. ¡Puto cabrón! Mira que matar a un chiquillo-

Saco del bolsillo, con una lentitud que hasta a mí me exaspera, un pañuelo de tela y me limpio los ojos que siempre están llorosos

-El niño no era tonto ¿sabe? Tampoco el más listo del barrio porque si lo hubiera sido ¿a qué coño tiene que subir al monte? Pero el chaval se olía algo. Y un día vino y me preguntó. ¡A mí!- Me da un ataque de risa que desemboca en uno de tos. Si es que ya no estoy ni para reírme... -Que a mí no me pregunta nada nadie porque estoy viejo ¿sabe? y todos dicen que chocheo o que digo tonterías. ¿Qué se yo? ¡Quizás es hasta verdad!... Pero el chaval vino y me preguntó. Y yo le dije algo que llevo un tiempo pensando. Allí arriba hay alguien. ¿Y si ese alguien no fuera del monte? ¿Y si subiera al monte algunas veces? Entonces debería ser de la zona ¿no? Debería conocer bien el monte ¿por qué ostias no se ha caído él por el puto barranco? Pues porque lo conoce. Y si lo conoce y es de la zona... pues eso. El chaval me dijo que iba a subir a buscar pruebas. ¡¡Pruebas!! Ya le dije que no lo hiciese. Me puse pesao como sólo los viejos sabemos hacerlo. ¿Y que hizo el muy cabroncete? Pues no hacer ni puto caso, como sólo los jóvenes saben hacerlo. Me dijo que no lo haría, que no subiría. Y yo me lo creí-

Miro por la ventana, hacia la montaña, con pena.

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06/09/2017, 12:14
Fausto Godoy

... otra vez el bicho ese...

Parecía que Fausto no iba a poder dar ni un solo paso sin encontrarse con las leyendas del pueblo. Sin duda, así no se podía llevar adelante una buena investigación. Todos daban por hecho que un ojáncanu era el responsable de lo que había pasado. ¡Incluso de lo que pasó hace años!

...cosas de viejos, va siendo hora de preguntar a los jóvenes...

Fausto empezaba a necesitar hablar con gente más cercana a la realidad, más moderna o más sensata. Gente joven, menos arraigada en los mitos populares, esos con los que se criaron los abuelos y que forman parte de su manera de entender el mundo.

Sin embargo, ahí estaba él, sin más, y en ese momento y en ese lugar le tocaba hablar con aquel abuelo. ¿Desvariaba? No, no desvariaba. Solo que entendía lo que no era. Él, como las señoras de antes, veía el mundo a través del filtro del mito. Es lo que hacen los creyentes.

Ese hombre no desvariaba. Se equivocaba, no era más que eso. Pero sí decía cosas de interés, cosas que estaban ancladas en la realidad: que Luis estaba interesado en el monte, que habló con el abuelo, que escuchó historias. Bien, todo eso era cierto, y todo apuntaba a cosas que ocurrieron en el monte.

Entonces mencionó algo más. Interesante: «¿Y si ese alguien no fuera del monte?». Eso podría cuadrar con la primera sospecha de Fausto, que estaba seguro de que el asesino era un grandullón de la comarca, seguramente alguien del pueblo, de alguno cercano o de algún caserío de la zona. Alguien que «no fuera del monte», pero que subía de vez en cuando a los bosques a satisfacer lo que fuera que tuviera dentro. Un hombre brutal, oculto pero real.

A su mente volvió la idea del rechazado, del asilvestrado, del pobre loco o retrasado viviendo un encierro de décadas en lo alto de una vieja cuadra o en la caseta de la leña. No era imposible, pero tampoco había pruebas de ello. Sin embargo, el abuelo sugería algo de eso. O así le pareció a Fausto.

– A veces está allí... a veces aquí... ¿A qué se refiere? ¿Cree usted que es alguien cercano, un vecino de por aquí? ¿Quién conoce el monte tan bien, en su opinión?

... un pastor, un agente forestal, quizá... el ojáncanu civilizado que suelta sus instintos en el monte...

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07/09/2017, 17:52
Marcelo

"El monte..."

Alguien me habla y me giro a mirarle

-Hola- le digo al desconocido. No tengo ni idea de qué me está hablando pero parece amable, estaría feo decirle algo -Buenooo...- comento levantándome -Pues yo casi que me marcho ya a la casuca ¿eh?- me despido, pensando que no sé cuánto tiempo llevo aquí y que igual la mujer está ya con la comida fría.

"¿Por qué habré venido al bar a estas horas?"

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07/09/2017, 17:53
Arturo

En cuanto oigo a abuelo dejo los platos que tenía en la mano sobre la barra y voy hacia él.

-Abuelo, tranquilo. Siéntate aquí que ahora viene tu mujer ¿vale? Que dijo que la esperases-

Lo bueno de estos ataques es que, de momento, le dejan muy tranquilo. Casi cualquier cosa que le digamos hace caso.
Giro la cabeza hacia el policía, que estaba hablando con él.

-Lo siento. No sé de qué hablaban pero mi abuelo no está muy bien. Es muy mayor y, en ocasiones, se le va la cabeza. Al cabo de un tiempo vuelve a estar bien pero... Bueno, son cosas de la edad, no hay nada que podamos hacer.-