Partida Rol por web

Una mansión desvencijada se extiende al otro lado de la verja de hierro oxidado, pero sus puertas están casi derribadas; una de ellas ha sido arrancada por completo de sus goznes, mientras que la otra bate salvajemente con el viento, chirriando y dando golpes con macabra repetición. La casa que hay detrás luce las marcas de zarpas, incendios y manchas de color aciago. Todas sus ventanas están tapiadas, todas sus puertas atrancadas.

¡Irina! Cariño, soy yo, Ismark, tu hermano. Puedes abrirnos ya la puerta, estos nobles aventureros han acabado con los zombis que andaban por las calles. Ahora somos libres y nuestro padre ya no corre ningún peligro. ¡Ábreme!

Irina abre las puertas de la casa algo recelosa y mira de arriba a abajo a su hermano, asegurándose de que realmente se trata de él. Después os mira al resto con extrañeza, como no creyéndose sus palabras pero os deja pasar, puesto que su hermano mayor así lo pide.

La bien amueblada mansión muestra varios signos de decadencia, aunque los símbolos sagrados que hay en cada habitación apartan la atención de los enmohecidos divanes y las alfombras raídas. El cuerpo de un hombre con túnica de burgomaestre yace sobre un estrado en la antesala. Tras él se arrodilla una joven de aspecto obsesivo, la hermana de Ismark.

Irina...

Igor recordaba todavía su anterior encuentro con la joven y su rotunda negativa a ser ayudada. Él no habría ido a visitarla, le traía un poco sin cuidado su destino, sin embargo necesitaba de toda la plata que pudiera encontrar para la elaboración de las armas contra los licántropos y en aquella mansión era más que posible que puediera adquirir alguna cubertería para fundir.

Cuando la puerta se abrió esperó a que los demás se adelantaran entrado él en último lugar, caminó fijándose en los símbolos sagrados que había por la casa tratando de reconocer las deidades a las que pertenecían y mantuvo respetuoso silencio en cuanto llegaron en presencia del cuerpo sin vida del burgomaestre.

No le correspondía a él iniciar aquella conversación.

Snif...snif...

Las lágrimas resbalaban por el rostro de Irina, no podía creérselo...

Y allí, de rodillas, lloraba intranquila, desesperada y preocupada. Hizo ademán de ponerse en pie, pero no pudo, sus piernas no le volvían a responder. En cambio, fijó su mirada en aquellos a los que anteriormente no les permitió la entrada a esa mansión tan destartalada y les habló:

Lo primero, he de daros las gracias. Parece ser que la infección nigromántica ha cesado; lo cierto es, que espero que no vuelva a ver tal infección por estos parajes, por el bien de todos...

Me alegro de verte Ismark - y le sonrió tímidamente.

- Hermana, no hay mucho más tiempo que perder. El cuerpo de nuestro padre lleva demasiado tiempo en casa, sería aconsejable que le diéramos una sepultura digna de su cargo. Avisaré al resto de los Barovianos por si quieren asistir al encuentro, estos buenos aventureros seguro que están dispuestos a cargar con el cuerpo de nuestro padre. ¿Verdad que sí?

- Señorita Irina, soy don Urik, caballero del cuervo- se presenta el caballero acercándose a la mujer y cogiéndole la mano se la acerca a los labios sin llegar a besársela y después le hace una reverencia.

Luego se gira hacia Ismark y le contesta.- Yo les ayudaré a llevar el cuerpo y enterrarlo como se merece- dijo Urik.

Mirando nuevamente a Irina le dijo.- Mientras nosotros llevamos el cuerpo, podríais darle a la dama Alese todas las piezas de plata que podáis reunir para poder hacer armas de plata con las que luchar contra los licántropos... aunque espero no tengamos que utilizarlas- confesó Urik, mientras pasaba la mirada de Irina a Alese para que ver que le parecía la propuesta.

- De acuerdo, yo llevaré la plata aunque otros tendrán que forjar las armas. Después, propongo volver a la taberna a espera a nuestros compañeros. Me gustaría hablar con los parroquianos y con ustedes, a ver si entre todos conseguimos entender por qué ha sucedido lo que ha sucedido, y como podemos acceder a ese arma sagrada. 

Cuando Don Urik se me acercó tanto no pude evitar apartar un poco mi rostro...No era la mejor manera de ayudarme en ese momento, era halagador, sí, pero no era el momento...

Le miré y le dije:

¿Piezas de plata?, supongo que se refiere a la cubertería que pertenece a mi padre, se encuetra en el primer cajón de aquel mueble - y señalé el mueble que estaba a mi espalda.

Gracias por vuestra predisposición a darle una sepultura como se merece. Me agradaría que lo enterrásemos en el cementerio - les dije a todos.

Me rasqué el cuello, porque tenía picores y me tapé de nuevo con el pañuelo que llevaba alrededor.

Hacéis todos los preparativos para amortajar el cuerpo y llevarlo en unas tablas hasta el cementerio. Allí hay un panteón que pertenece a la familia del Burgomaestre. Muy poca gente del pueblo se atreve a salir, a penas queda gente viva y los que lo están, a pesar de que la infección haya acabado, se ven aún temerosos de salir a pasear por las calles.

La comitiva es escasa, tan solo los aventureros, Ismark, alguno que otro que estaba en la taberna e Irina.

Ismark dice algunas palabras en el nombre de su padre, también menciona a los valerosos héroes que acabaron con los zombies que paseaban por el pueblo y finalmente dan sepultura al cadáver.

Entonces Ismark e Irina se dan un fuerte abrazo mientras ambos lloran desconsolados. Se susurran unas palabras, sobre el nuevo cargo que va a tener que desempeñar Ismark en el pueblo y finalmente os miran.

Irina parece dispuesta a acompañaros mientras que Ismark regresa a la mansión.

El panorama era poco alentador, pero era necesario que tomaran decisiones cuanto antes.

De nuevo os doy las gracias por acompañarnos a mi hermano y a mí a despedirnos por última vez de nuestro difunto padre - les dije a todos.

Ahora estaba ante ellos y con ellos seguiría...

- No hace falta darlas, es lo menos que podemos hacer en estos terribles momentos- dijo Urik mientras hacía una leve reverencia.

Luego miró a la muchacha y tras un rato para pensárselo al final le dijo.- Luchamos en la iglesia contra un mostrou y su creador- comenzó a contar-. Cuando murió el engendro todo terminó... o por lo menos eso parece- comentó el caballero encogiéndose de hombros.

Urik miró a la muchacha y le dijo.- En la iglesia, rebuscamos entre los escombros y encontramos varios objetos de la propia iglesia y, entre ellos unos legajos que el demente creador del monstruo había escrito a modo de dirario o cuaderno de campo. En ellos aparecía tu nombre y algo sobre tu ascendencia.

Urik miró a Irina y le preguntó.- ¿Sabes algo sobre ti que nosotros desconozcamos y que nos pueda servir o nos de alguna pista de algo?

Igor acompañó a Alesse a por la cubertería de plata aunque ahora que la tenían nadie había solicitado nada en especial, así que ya se le ocurriría qué hacer con ella para que todo el mundo dispusiera de un arma de aquel material. 

Como sacerdote de Osiris se encargó de oficiar la ceremonia fúnebre del burgomaestre y utilizó sobre el su poder concedido para que descansara en paz hasta el final de los días.

Acabado el entierro le sorprendio que Irina se quedará allí y no acompañara de vuelta a su hermano, no hacía ni un día que el grupo había tratado de ayudarle por todos lo medios y no solo había rehusado el ofrecimiento sino que les había expulsado de su casa, espada en mano.

Bueno seguía sin ser asunto suyo. - Alese, vayamos a ver al herrero, veamos qué es lo que puede hacernos con eso. - dijo refiriéndose a la cubertería.

- Irina, cuídese - dijo despidiéndose de ella. - Al resto os veo luego. -

Ante la última pregunta de Don Urik, me pongo algo intranquila...se me hinchan las pupilas y termino diciendo...

Veréis...hay algo, sí...algo que he mantenido en secreto por temor...¿os suena de algo el nombre de Strahd?

Wolkot decidió ir con Alese, le hubiera gustado quedarse a escuchar la historia del Strad ese, pero se había jurado proteger a la chiquilla, y eso prevalecía ante todo lo demás. 

Igor, Alese, os acompaño. 

El anciano miró a los demás...nos vemos luego y siguió al explorador y a la chica

Urik negó con la cabeza. No conocía a Strahd.- No, no lo conozco- dijo mientras la miraba con atención.

En ese momento la mayoría de sus compañeros decidieron partir a la posada nuevamente. Urik, como bien le habían enseñado, se despidió con una reverencia.

Luego volvió a la mujer y le dijo.- Continúe, por favor.

-Yo también voy a ver al herrero.-Digo caminando tras el caballero.-Me gustaría ver si al menos puede hacer algo con mi espada... un lustre de plata o algo parecido.