Partida Rol por web

Camináis nuevamente varias horas. Avanzáis por el camino donde conocisteis a Don Urik y vais más allá del Bosque de Svalich. Cuando llegáis a la encrucijada os desviáis hacia el castillo. 

El bosque se abre alrededor de una gran colina, un espolón de roca desnuda que brota de la tierra. Cerca del punto más alto del otero podréis ver una ennegrecida torre de piedra quebradiza, las ruinas de alguna construcción antiquísima. Nubes de tormenta se arremolina en el cielo sobre la torre.

Continuáis avanzando algunas horas más mientras notáis como la pendiente del camino va aumentando considerablemente hasta un nuevo punto.

Envuelta en un sudario de neblina, una bella catarata se precipita desde un alto promontorio excavado en la falda de la montaña. En lo más alto, un puente salva el río a lo que parece ser una altura sobrecogedora. 

Seguís avanzando y podéis apreciar que el ascenso a la montaña hace que la temperatura disminuya y cada vez haga más frío, algunas horas más y agotados ya por la caminata pudisteis llegar hasta las puertas del Castillo de Ravenloft.

Tras cruzar los escarpados riscos, el camino realiza un súbito giro hacia el este y la sobrecogedora silueta del castillo Ravenloft se cierne sobre vosotros. Dos garitas de piedra gemelas guardan una vigilia silenciosa sobre el camino, quebradas por incontables años de uso y exposición a los elementos. Tras ellas, un ancho abismo se abre entre los acantilados Balinok y los muros de Ravenloft, desapareciendo en la neblinosa profundidad. El puente levadizo de viejas vigas de madera está bajado, salvando con precariedad el espacio que medía hasta el arco de entrada al patio del castillo. Las cadenas del puente levadizo crujen bajo el fuerte viento, el hierro de sus oxidados eslabones castigado por el peso del portalón. Desde lo alto de los recios muros, gárgolas de piedra os contemplan con ojos vacíos y sonríen con malicia. Un rastrillo de madera podrida, verde por el musco que crece en su superficie cuela sobre el túnel de entrada. Tras él, las puertas principales del castillo Ravenloft permanecen abiertas, por las cuales se filtra una cálida luz brillante hasta el patio.

Estaba claro que el que peor debía haberlo pasado durante la travesía era Leo debido a la armadura, pues a pesar de la distancia, viajar a la velocidad del paladín era como ir de paseo. No obstante, no creyó menester forzar la marcha, pues consideraba conveniente llegar con fuerzas dado que no sabían con lo que se iban a encontrar.

- Vaya desconocía que el castillo estuviera abandonado, o al menos en este lamentable estado. Parece que tendremos que tomarnos la libertad de adentrarnos en él para llamar a la puerta.- comentó Igor que durante toda la caminata apenas si había dicho algo mientras avanzaba a través del puente levadizo observando atentamente a su alrededor. 

Aun en este estado de abandono el  castillo parece impresionante  y si su dueño quiere jugar al gato y al raton  nos  puede  dar muchos quebraderos de cabeza .A saber que esconden esos  muros .Respondo con aire  pensativo  mientras  observo el lugar  con detenimiento.Sacudo la cabeza como para despertar de mi ensoñamiento   y  prosigo .Cuando estemos dentro procurad   estar cerca de mi pues Pelor  me  ha bendecido con su luz y todo no muerto que entre  en ella  sufrira  su ira .Por suerte  todos nosotros podemos   restañar las heridas  de los demas y las propias  ,asi que   creo que tenemos posibilidades  que  tenemos posibilidades de llevar a buen termino nuestra mision.

- Bueno la idea es hablar con el señor del castillo a ver que nos cuenta y a ver que sabe de la situación en la que se encuentras sus tierras. Esperemos no tener que enfrentarnos a nadie. -

Hablar con él?.Disculpad pero a lo mejor  no lo he entendido bien pero creo que la adivina  no nos dijo eso.Me rasco la cabeza pensativo .Si no recuerdo mal   debiamos buscar el tomo del saber  en las criptas del castillo , no?.

- Y resultó ser un monstruo verde que se os intentó comer.- respondió. - Mira Fisteus, desconozco la forma habitual en la que haces las cosas, a mi personalmente, antes de decidir que camino de acción tomar, prefiero escuchar todas las versiones de los hechos. No me vale con que cualquiera me diga que eres un asesino para que me presente en tu casa a ponerte unas esposas.- 

-Estoy de acuerdo, por ahora lo primero sería investigar en busca de habitantes del castillo, después podemos, si acaso, decidir lo más oportuno. Evidentemente, si se nos ataca habremos de ser contundentes, pero creo que hasta no ver indicios de maldad, no es prudente atacar.

No sere  yo quien inice una pelea  de  eso podeis estar seguros   y soy el primero que comprende la necesidad  de que el dialogo se imponga sobre las  armas .De hecho estoy encantado de  que  penseis asi   y creo que encajare  mejor con vosotros de lo que enacajaba con el resto.Respondo con una  sincera  sonrisa

El puente levadizo cruje y gime bajo cualquier peso, pero es bastante resistente. Avanzáis por él hasta llegar al patio exterior del castillo.

Densa bruma fría se enrosca en las esquinas de este sombrío patio, mientras esporádicos destellos de relámpagos hienden las nubes del cielo, y los truenos levantan ecos entre sus muros. Empieza a caer una fina llovizna. Ante vosotros, las llamas de las antorchas se debaten frente al viento a ambos lados de las puertas principales. Una cálida luz sale del umbral. Aunque se ven ventanas y aspilleras en los muros de la fortaleza, ninguna luz mana de ellas.

Las puertas principales de la fortaleza no están cerradas. Dos torres flanquean la entrada al patio, cada una de ellas mide aproximadamente 30 metros de alto y sus puertas son de madera sólida y están cerradas con llave. 

Un gigantesco muro une los muros exteriores del castillo con la fortaleza central. Un único portón, de más de 5 metros de ancho la atraviesa. Un rastrillo oxidado bloquea el paso.

Camináis nuevamente varias horas. Avanzáis por el camino donde conocisteis a Don Urik y vais más allá del Bosque de Svalich. Cuando llegáis a la encrucijada os desviáis hacia el castillo. 

El bosque se abre alrededor de una gran colina, un espolón de roca desnuda que brota de la tierra. Cerca del punto más alto del otero podréis ver una ennegrecida torre de piedra quebradiza, las ruinas de alguna construcción antiquísima. Nubes de tormenta se arremolina en el cielo sobre la torre.

Continuáis avanzando algunas horas más mientras notáis como la pendiente del camino va aumentando considerablemente hasta un nuevo punto.

Envuelta en un sudario de neblina, una bella catarata se precipita desde un alto promontorio excavado en la falda de la montaña. En lo más alto, un puente salva el río a lo que parece ser una altura sobrecogedora. 

Seguís avanzando y podéis apreciar que el ascenso a la montaña hace que la temperatura disminuya y cada vez haga más frío, algunas horas más y agotados ya por la caminata pudisteis llegar hasta las puertas del Castillo de Ravenloft.

Tras cruzar los escarpados riscos, el camino realiza un súbito giro hacia el este y la sobrecogedora silueta del castillo Ravenloft se cierne sobre vosotros. Dos garitas de piedra gemelas guardan una vigilia silenciosa sobre el camino, quebradas por incontables años de uso y exposición a los elementos. Tras ellas, un ancho abismo se abre entre los acantilados Balinok y los muros de Ravenloft, desapareciendo en la neblinosa profundidad. El puente levadizo de viejas vigas de madera está bajado, salvando con precariedad el espacio que medía hasta el arco de entrada al patio del castillo. Las cadenas del puente levadizo crujen bajo el fuerte viento, el hierro de sus oxidados eslabones castigado por el peso del portalón. Desde lo alto de los recios muros, gárgolas de piedra os contemplan con ojos vacíos y sonríen con malicia. Un rastrillo de madera podrida, verde por el musco que crece en su superficie cuela sobre el túnel de entrada. Tras él, las puertas principales del castillo Ravenloft permanecen abiertas, por las cuales se filtra una cálida luz brillante hasta el patio.

El camino se hace pesado, pero el resplandor de Pelor ilumina nuestros pasos y hace resplandecer nuestras almas dándonos oportunidad para sobrevivir a cualquier cosa que nos salga al encuentro.

-Mi señora, por favor, dádme un momento para prepararme para la batalla - Digo mientras comienzo a conjurar un hechizo de protección sobre mi armadura.*

-Ya estoy listo, mi señora, podemos entrar al castillo y cumplir los designios de nuestro dios sobre estas tierras. - Añado antes de echar a andar hacia las puertas.

-¿Y bien?.-Digo mirando a los demás.-¿Por dónde? ¿Intentamos abrir el rastrillo a pulso o probamos suerte con los maderos que cierran las torres?

Ya que estamos aqui podemos intentarlo y si no lo conseguimos  nos queda la opcion de  las  puertas  principales , no?.Os echare una mano pero nunca he destcado pro mi fuerza..respondo observando el pesado  rastrillo.

La paladín estaba bastante agotada tambien de la caminta y algo apesadumbrada, habían tenido la mala suerte de no alcanzar a sus compañeros, así que se enfrentarían solos al castillo, por supuesto esperaba no encontrarse al señor del castillo...

Haced Haiayel y orad pues de ahora en adelante andaremos a nuestro sino, Pelor nos guíe...

Hincó la rodilla en el suelo y rezó ante su espada de frente al sol, en cuanto su hermano Iluminado se sintió preparado, se incorporó y con determinación se acercó a la puerta...

Hermano, observad con detalle todo, sería bueno reencontrar al grupo que nos precedió, nuestra prioridad es encontrar los sotanos y las mazmorras, creo recordar que la oráculo mencionó algo al respecto...

- ¿No hemos venido a hablar con el señor del castillo? - pregunto Igor - lo suyo será que vayamos a la puerta principal y llamemos. Si no responden pues ya intentaremos otra vía, pero por el momento preferiría no allanar esta morada ni infiltrarme a escondidas como el ladrón que no soy. - añadió a la vez que se dirigía al portón principal buscando una aldaba o algo que sirviera para advertir de su presencia a la gente del interior.

El puente levadizo cruje y gime bajo cualquier peso, pero es bastante resistente. Avanzáis por él hasta llegar al patio exterior del castillo.

Densa bruma fría se enrosca en las esquinas de este sombrío patio, mientras esporádicos destellos de relámpagos hienden las nubes del cielo, y los truenos levantan ecos entre sus muros. Empieza a caer una fina llovizna. Ante vosotros, las llamas de las antorchas se debaten frente al viento a ambos lados de las puertas principales. Una cálida luz sale del umbral. Aunque se ven ventanas y aspilleras en los muros de la fortaleza, ninguna luz mana de ellas.

Las puertas principales de la fortaleza no están cerradas. Dos torres flanquean la entrada al patio, cada una de ellas mide aproximadamente 30 metros de alto y sus puertas son de madera sólida y están cerradas con llave. 

Un gigantesco muro une los muros exteriores del castillo con la fortaleza central. Un único portón, de más de 5 metros de ancho la atraviesa. Un rastrillo oxidado bloquea el paso.

Parecía que mientras discutíais sobre cuál era la forma más adecuada de entrar, dos de vuestros compañeros, Ashlyn y Haiayel os habían dado alcance, por lo que ahora eráis dos más en aquella incursión.