Partida Rol por web

Quenya iba por delante, como siempre, con la espada de plata de Don Urik preparada. Miraba a todos lados, los licántropos les habían atacado por la zona, nada más entrar al bosque. Estaba claro que volverían a hacerlo, así que la joven puso todos sus sentidos para detectar la amenaza.

A medida que os adentrais en el bosque los aullidos se vuelven más frecuentes e intensos. Varias zonas de vegetación espesa cubren buena parte del suelo, pero hay pequeños claros entre ellas. La clara huella de una zarpa en el barro señala la presencia de lobos en las cercanías.

De sobra era conocido para todos que aquellas bestias que se encontraban allí eran licántropos. A ninguno ya les cogerían por sorpresa, por lo que esta vez, venían ligeramente mejor preparados que al principio.

Entre los árboles y la vegetación, los hombre lobo estaban tratando de crear una emboscada, aunque por suerte los aventureros venían con los ojos bien abiertos, evitando que pudiera suceder eso. Esta vez no les pillaron por sorpresa, pues sabían que les estaban esperando. Dos elfos, tres lobos y tres híbridos estaban escondidos rodeandoos, si se daban prisa, podrían atacarles antes que ellos.

Quenya había notado que ya estaban rodeado. Usaban la técnica de la última vez, rodeo y salto para derribarlos. Pero esta vez no sería la última en atacar. Necesitaba que la espada de don Urik probara su sangre corrupta. Y la mejor forma era llamando la atención.

Con la espada de plata en una mano, estiró el brazo contrario y abrió la mano. Ésta empezó a tornarse roja, y unas poderosas llamaradas salieron de ella, alcanzado a todas las criaturas que estuvieran dentro de ese radio.

A pesar de ver a los enemigos y con la oportunidad de cargar sobre ellos, Igor, no quería dejar desprotegida a Alese, así que se mantuvo en posición de guardia a la espera de que sus enemigos cargasen sobre él, para en combinación con ocaso asestar su  mejor golpe, empuñando su arma con dos manos.

Sin dudar un segundo, elevo el arco hacia el enemigo más cercano y hago una señal y hago una señal a Dino para que nos centremos en un mismo objetivo y acabar con él lo más rápido que podamos. Así que descargo una andana de felchas contra él.

Al ver a Ravyn disparar, me tienta la idea de echar a correr hacia ese animal, pero no hay suficiente distancia para cazar, por lo que  me quedo cerca de él.

Wolkot se situó al lado de Alese. Trataría de protegerla, pero aquellas criaturas les estaban rodeando. 

Irina, protege a Alese. Todos procurad situaros espaldas con espaldas con alguien.

El veterano levantó el escudo y se situó en una posición defensiva aguardando al enemigo.

- Dejad que los lobos se acerquen a mí -Dijo Alese con una sonrisa malvada, si eso fuese posible en un rostro tan angelical, para luego gritar- ¡VOSOTROS, SUCIOS CHUCHOS, SÉ QUE ESTÁIS ESPERÁNDOME! ¡SOY LA QUE YA OS HA HECHO HUIR DOS VECES, LARGAOS PARA SIEMPRE DE MI CAMINO O VENID A POR MI!

Alese dio un paso para separarse de los demás, y lanzó un conjuro. No era la tradicional tormenta sagrada que tanto daño había hecho a los licántropos en el pasado, sino que a su alrededor aparecieron un montón de dagas que comenzaron a girar a su alrededor a gran velocidad, hasta ocupar 5 pies alrededor de la clériga, en todas direcciones.

- No os acerquéis, no solo cortan lobos, y no impidáis que me ataquen, esto es un regalo especial para ellos. Al contrario, abridme pasillo para llegar a ellos. Y combatid agrupados, cuantos más lobos alcancen las dagas más efectivo será el truco. Combatid a la defensiva, lo importante es que no os toquen -añadió en voz baja. 

Quenya proyectó unas manos ardientes contra dos de los licántropos. El primero en salir de su escondrijo fue uno de los lobos, e Igor se interpuso entre Alese y él para asestarle un suave golpe, que de poco sirvió. Ocaso rápidamente rodeó al lobo para colocarse tras él y así flanquerle.

Dino y Ravyn siguieron la misma técnica. Con exactamente los mismos resultados.

Wolkot se enfrentó al tercer lobo con algo más de éxito que sus compañeros.

Y entonces, contra todo pronóstico, Alese se separó del grupo dejando que el resto de rivales se acercara a ella. Una vez más, las criaturas salvajes cayeron en la trampa de la clérigo y se lanzaron contra ella. 

Los elfos dispararon contra Quenya, clavando uno de los cuatro virotes que la lanzaron. Luego Irina salió a proteger a Alese y trató de flanquear a uno de sus rivales sin mucho éxito. Por último los lobos intentaron morder a las parejas de luchadores, sin tampoco mucho éxito.

Igor siguió a lo suyo, y volvió a atacar al licántropo que le enfrentaba en forma de lobo. 

El veterano se enfrentó al lobo que le atosigaba. Apartó la dentellada on el escudo mientras descargaba la espada en el espeso pelaje. 

Quenya sufrió un simple golpe de un dardo, que se quitó de un manotazo. Esperando que no estuviera envenanado, por sus horribles consecuencias, decidió que era el momento de sacar a bailar a Urik.

Así, llegando hasta el rival más próximo a ella, descargó con todas sus energías el arma.

Alese dio un paso atrás, sonriendo al ver lo que sus cuchillas habían hecho a los licántropos, para poder conjurar de nuevo. 

Y esta vez sí conjuró su ya familiar tormenta sagrada que comenzó a descargar de inmediato dañando a todos los seres malignos en el área... entre los que naturalmente no se encontraba ninguno de sus compañeros.

- Vamos perritos, seguro que vuestro amo del castillo os tira algún hueso por hacerle el trabajo sucio, pero vais a ver que no habrá merecido la pena.

Con el enemigo ya encima espero que Dino lo distraiga lo suficiente como para retroceder un poco y dispararle con todo lo que tengo.

Por un momento se me ocurre quizás intentar separarme algo más, pero podría quedar emboscado, de modo que prefiero no hacerlo.

Siguiendo las acciones de Ravyn, ataco con todo lo que tengo a mi enemigo.

El combate había sido duro pero por fin, una vez más habían logrado derrotar a la manada de hombres lobos sin sufrir grandes pérdidas ni grandes heridas.

Anduvieron por el mismo camino que habían hecho los días anteriores. Los encuentros con hombres lobo se repetían casi en cada giro que daban, o en cada claro del bosque. Pero afortunadamente los iban solventando uno por uno. Al final, anduvieron unas cuantas horas más, y a pesar de tener la sensación de que les estuvieran continuamente vigilando, lograron alcanzar una enorme cueva que sobre sale del suelo del bosque. Desde donde os encontrais podéis ver una oscusa abertura en uno de sus lados donde seguramente estaría escondida una de las armas necesarias para derrotar al señor del castillo, la cueva donde su guardiana haría todo lo necesario para evitar que lograsen hacerse con dicho objeto.

Habían logrado abrirse paso por el bosque hasta la cueva y, allí estaban todos los que lo habían conseguido¹. El coste pagado hasta el momento no había sido pequeño, ya eran varios compañeros los que habían caído, y estaba convencido que aquella tierra todavía se cobraría un precio mayor en sangre. 

- Bien este es el momento, intentad usar cualquier sentido diferente al de la vista, Envy en tu forma de lobo quizá no te veas afectada por esa habilidad sobrenatural de las dríada, así que, de alguna forma serás, junto con Ocaso y Dino, nuestros ojos. -

Igor tomó el mayal en las manos preparándose para un combate a ciegas, ató a Ocaso con una correa y lo sostuvo con la otra mano para que le guiase como a un ciego hacia el combate. Luego se puso una venda en los ojos. - Cuando queráis, que Osiris y vuestros dioses nos protejan. - dijo cuando estuvo listo para lanzarse a al carrera al interior de la cueva.