-Bien, entonces cambiamos por engañarla a intentar imposibilitar... ¿Verdad? Esta bien lo del conjuro de silencio, aunque no para toda magia se necesita la voz... opino que una vez que el conjuro sea lanzado, tanto Ocaso como yo en mi piel de loba, vayamos directo hasta ella y la derribemos-
-En el suelo y con dientes cerca, no es un lugar comodo para lanzar conjuros- Dijo mostrando sus dientes blancos, y con sus colmillos ligeramente lobunos, aunque no tan llamativos.
Camináis nuevamente varias horas. Avanzáis por el camino donde conocisteis a Don Urik y vais más allá del Bosque de Svalich. Cuando llegáis a la encrucijada os desviáis hacia el castillo.
El bosque se abre alrededor de una gran colina, un espolón de roca desnuda que brota de la tierra. Cerca del punto más alto del otero podréis ver una ennegrecida torre de piedra quebradiza, las ruinas de alguna construcción antiquísima. Nubes de tormenta se arremolina en el cielo sobre la torre.
Continuáis avanzando algunas horas más mientras notáis como la pendiente del camino va aumentando considerablemente hasta un nuevo punto.
Envuelta en un sudario de neblina, una bella catarata se precipita desde un alto promontorio excavado en la falda de la montaña. En lo más alto, un puente salva el río a lo que parece ser una altura sobrecogedora.
Seguís avanzando y podéis apreciar que el ascenso a la montaña hace que la temperatura disminuya y cada vez haga más frío, algunas horas más y agotados ya por la caminata pudisteis llegar hasta las puertas del Castillo de Ravenloft.
Tras cruzar los escarpados riscos, el camino realiza un súbito giro hacia el este y la sobrecogedora silueta del castillo Ravenloft se cierne sobre vosotros. Dos garitas de piedra gemelas guardan una vigilia silenciosa sobre el camino, quebradas por incontables años de uso y exposición a los elementos. Tras ellas, un ancho abismo se abre entre los acantilados Balinok y los muros de Ravenloft, desapareciendo en la neblinosa profundidad. El puente levadizo de viejas vigas de madera está bajado, salvando con precariedad el espacio que medía hasta el arco de entrada al patio del castillo. Las cadenas del puente levadizo crujen bajo el fuerte viento, el hierro de sus oxidados eslabones castigado por el peso del portalón. Desde lo alto de los recios muros, gárgolas de piedra os contemplan con ojos vacíos y sonríen con malicia. Un rastrillo de madera podrida, verde por el musco que crece en su superficie cuela sobre el túnel de entrada. Tras él, las puertas principales del castillo Ravenloft permanecen abiertas, por las cuales se filtra una cálida luz brillante hasta el patio.
Alese, dime los conjuros que preparas.
Retomamos la partida. Deduzco que dormís todos. Y si queréis seguir planeando algún plan, aún podéis hacerlo. Pero por el momento os pongo ya el post de vuelta al castillo y que Alese tenga lo necesario preparado.
¡Ya he vuelto y podemos continuar con la partida!
A Igor le había parecido entender que la idea era enfrentarse a la nigromante, no por el gusto de hacerlo, sino porque cerraba el acceso a las criptas y aquél era su destino.
No era la primera vez que estaba allí, pero la vista del castillo era sobrecogedora, de todos modos no se dejó intimidar por ella y avanzó con paso decidido hacia su destino, atento no obstante a cualquier amenaza que pudiera cernirse sobre ellos. Como medida de precaución y sabiendo a lo que se iban a enfrentar lanzó el conjuro de invisibilidad ante los muertos vivientes, que si bien sabía que se disiparía en cuanto cualquiera de los del grupo atacas, quizá pudiera darles algún tipo de ventaja en el combate que seguro estaba por llegar.
Es posible que la mayoría de la gente está de vacaciones. Yo acabo de regresar y me estoy poniendo al día.
Quenya se sorprendió ante el castillo. No sabía si era magestuosidad o terror lo que anunciaba su puerta, pero se detuvo. Cuando se quiso dar cuenta, los demás habían avanzado algo más y ella agarraba con todas sus fuerzas su arma. Respiró hondo y, con un par de zancadas, alcanzó a sus compañeros.
Ya no hay marcha atrás dijo en voz alta para darse valentía. Podía ser la última batalla que todos libraran juntos, porque parecía que aquel lugar contaba una historia de muerte, y quería más sangre. Mucha más.
Estad atentos. Seguro que ya saben que estamos aquí y nos vigilan. Vamos dijo, y avanzó decidida.
Tirada oculta
Motivo: Avistar
Tirada: 1d20
Resultado: 10(+1)=11
Tirada oculta
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d20
Resultado: 20(+1)=21
-Bueno, acuerdensen al menos mi version del plan ante el intercambio de la lengua, una vez lleguemos a la puerta, cambio de piel, y una vez veamos a la maldita, Ocaso y yo le caemos encima- Les recordaba mientras caminaba a un lado de Alese, protegiendo el flanco izquierdo.
El puente levadizo cruje y gime bajo cualquier peso, pero es bastante resistente. Avanzáis por él hasta llegar al patio exterior del castillo.
Densa bruma fría se enrosca en las esquinas de este sombrío patio, mientras esporádicos destellos de relámpagos hienden las nubes del cielo, y los truenos levantan ecos entre sus muros. Empieza a caer una fina llovizna. Ante vosotros, las llamas de las antorchas se debaten frente al viento a ambos lados de las puertas principales. Una cálida luz sale del umbral. Aunque se ven ventanas y aspilleras en los muros de la fortaleza, ninguna luz mana de ellas.
Las puertas principales de la fortaleza no están cerradas. Dos torres flanquean la entrada al patio, cada una de ellas mide aproximadamente 30 metros de alto y sus puertas son de madera sólida y están cerradas con llave.
Un gigantesco muro une los muros exteriores del castillo con la fortaleza central. Un único portón, de más de 5 metros de ancho la atraviesa. Un rastrillo oxidado bloquea el paso.
Tirada oculta
Motivo: Se rompe?
Tirada: 6d100
Dificultad: 96+
Resultado: 36, 61, 47, 10, 74, 82 (Suma: 310)
Para levantar el rastrillo necesitáis una prueba de Fuerza CD 25. Podéis ayudaros entre vosotros, lanzando una prueba de CD 10 y así daréis +2 al que lo esté levantando.
Las otras opciones es que toméis la puerta principal de la fortaleza. O tratéis de abrir las puertas de las torres.
Alese caminaba con el grupo, parecía nerviosa, había hecho una cuidadosa elección de sus conjuros pero sus recursos eran limitados, si ayudaba al grupo no podía combatir a los muertos vivientes y viceversa, esta vez había rezado por un par de conjuros ofensivos más, pero esperaba no arrepentirse de ello.
De hecho, sería casi inútil en combates menores si tenían alguno, porque todo estaba pensado para enfrentarse a un muerto viviente poderoso. Le habría gustado disponer de plata y agua bendita para sacralizar después el lugar, pero no tenía.
La suerte estaba echada.
- Visión gloriosa (segunda oportunidad en un TS)
- Protección contra el mal (2)
- Santuario
- Soportar los elementos (Dominio)
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Restablecimiento menor
Light of faith (mejoras bono en expulsiones, champion 114) (+3), acción libre. (2)
Calentar metal (Dominio, Jugador 205)
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- Alinear arma en grupo
- Light of wisdom: incrementa el nivel de clérigo en 1/tres niveles para expulsiones (2). No cuenta para daño. No consume tiempo. Champions 115.
- Luz abrasadora (Dominio)
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Curar heridas graves
Escudo de fuego (Dominio)
(está también en las notas de mi ficha, pero lo pongo aquí para llevar la cuenta de los gastados.
No tengo más conjuros de grupo que el alinear arma, sorry, pero tengo muy pocos conjuros. Este personaje fue pensado para una partida con 7-8 jugadores que éramos el principio.
Todo parece indicar que quieren que entremos por la puerta principal dijo Quenya con algo de sarcasmo. Las opciones parecían ser pocos y ella, aunque fuerte, dudaba que pudiese levantar el rastrillo.
¿Qué os parece? ¿Lo intentamos con el rastrillo antes de ir a la puerta? Se acercó decidida, a ver si había suerte.
Motivo: Fuerza
Tirada: 1d20
Resultado: 6(+3)=9
Qué bien XD
-Me parece bien, estoy cansada de ver como bailamos a su ritmo- Dijo mientras se quitaba su ropa guardandola en su bolsa, y luego creciendo de tamaño, pelaje y cambiando huesos y musculos.
Motivo: Fuerza
Tirada: 1d20
Resultado: 18(+4)=22
Igor se estaba dirigiendo hacia la puerta principal para seguir la ruta que habían seguido cuando se encontraron con la nigromante cuando sus compañeras se dispusieron a alzar el rastrillo.
- Impresionante Envy. - dijo Igor al ver la proeza que acababa de realizar. - De todos modos el único camino que conozco para llegar a nuestro destino es a través de la puerta principal. -
Entre Quenya y Envy lograron abrir la puerta del rastrillo. Podrían avanzar por allí, pero entonces Igor les dijo que él desconocía el posible camino que pudiera tomarse por allí, por lo que quizá no serían capaces de encontrarse con la nigromante.
Una vez más debían tomar una decisión, continuar tomando la nueva oportunidad que la fuerza de las híbridos del grupo les había dado, o por el contrario, dirigirse por el sitio conocido de Igor.
Hagamos lo que hagamos, ya saben que estamos aquí. Pero me temo que si tenemos que ir a las catacumbas... No nos queda mucha más opción.
-Bien, peerggro decidhdance rrarpido, ersto pesaa- Dice gruñendo la licantropo.
- Crucemos, ya encontraremos el camino desde aquí. Si no, siempre podremos volver.
En cuanto Quenya y Envy soltaron el rastrillo, éste volvió a caer al suelo. Al menos el grupo había logrado cruzarlo y ahora se hallaban en la zona del patio del castillo. Cerca de allí hay lo que parece un establo. Cerca hay una puerta que pertenece a un edificio, una construcción ajena al castillo.
En los establos solo hay tres amplios pesebres cuyo suelo está cubierto de heno rancio, pues parece que no ha habido nada vivo en ese lugar durante bastante tiempo.
Opciones a tomar:
a) Seguir adelante
b) Investigar el edificio anexo.
Para agilizar trataré de no esperar a todos los jugadores a la hora de tomar decisiones, así que el primero que decida una opción, si puedo postear, la tomaré en cuenta y pondré turno. Si no me da tiempo a postear, entonces tomaré la opción más votada.
Algo en Quenya la decía que tenian que ir directos a su objetivo, dejándose de tonterías. Pero estaba claro que tanto el castillo como la ciudad, ocultaban cosas a simple vista. Y, aunque eso significara un peligro mortal, no podían dejar nada sin mirar.
Vayamos a ese edificio, probemos suerte. Quizá encontramos una entrada a las criptas que no sea por la que nos invita Strahd.
-Creo que ateniendome al plan que habia dicho de derribar tan pronto pudiera a la invocadora, terminare poniendome a cuatro patas- Dijo entre gruñidos Envy mientras le daba su cimitarra a Alese para que la llevara hasta que ella la necesitase. -Acuerdate, si me ves por alguna razon ponerme en dos patas, arrojala hacia mi cuando puedas, ella luego seguira el camino hasta mi- Acto seguido, sus musculos, huesos y demas, siguieron el paso de la apariencia hibrida hasta una loba a cuatro patas.
La decisión estaba tomada, directa o indirectamtne estaba atomoda. Aquella entrada les había dado acceso a edificio adyacente al castillo.
Todos contaban con que no sería una tarea sencilla, ni ausente de peligros, de todos modos debían explorar lo que tenían ante ellos y en esta ocasión estaba bastante clara la ruta a tomar y como decía Quenya podía suponer una ruta alternativa, aunque dudaba que fuera a ser más segura.
- Vayamos pues,- respondió - Además, creo que todavía estamos demasiado perdidos en esta empresa como para desdeñar investigar todo lo que se ponga al alcance de nuestra mano. -
Investigar edificio anexo.
Una leve luz se filtra por una ventana cubierta de polvo que hay junto a la puerta que lleva al patio. Una gran mesa de sólida construcción ocupa el centro de la sala, bajo otra gruesa capa de polvo. Otra puerta cuelga precariamente de una de sus bisagras, frente a la cual se ve una escalera que desciende hacia la oscuridad más absoluta.
A ambos lados del inicio de esta escalera hay sendos esqueletos con armadura brillante, empuñando oxidadas alabardas cuyo peso los hace encorvarse.
Los esqueletos están atados juntos y cuelgan de perchas de madera enclavadas en el muro, por lo que no representan ninguna amenaza. La escalera desciende hasta lo que parece una cocina.
Alese conjura algo de luz para poder seguir viendo en aquella sala, el bajo techo de esta nueva habitación alargada se comba bajo el peso de gruesas vigas. Retazos de espesa niebla se aferran al suelo como garrapatas, ocultando cualquier cosa a menos de un metro de altura.
Una figura con una antorcha en la mano, que farfulla y ríe en voz baja, permanece en el extremo oriental de la estancia, ante una reja de hierro forjado.