Partida Rol por web

El festival de mercado de Phaendar atrae a una multitud de todas partes de Nirmathas, muchos solo para escuchar a Aubrin la Verde. La retirada Chernasardo Ranger convertida en clérigo caydenita relata historias de aventuras de antes de la amputación parcial de una de sus piernas. Afuera, la celebración continúa, mientras gritos estridentes se transmiten por el aire de la noche. Templados por la luz del fuego después de un largo día, cualquier bocado o licor sienta como una bienvenida recompensa a las almas ásperas y terrenales de esta ciudad comercial ribereña.

"Así que ahí estoy, pensando, ¿cuándo podré hablar con un oso de nuevo? Entonces, antes de que el oso pardo pueda volver a levantarse, me vuelvo hacia él y le digo: 'Todo lo que necesito es la miel' ¡Puedes guardar las abejas! '"

La habitación estalla en carcajadas mientras Aubrin termina su sinuosa historia sobre sus problemas con las abejas y toma otro trago de su jarra. Los miembros de la multitud comparten sus propios alardes y bromas, pero eventualmente alguien remata la jarra de Aubrin y la empuja de vuelta al centro de la habitación.

"¡Bien, bien! No empujes. Bueno, Cayden golpéame si no es cierto ..."

Como si fuera un mal augurio la puerta principal estalla en pedazos. Un grito de agonía perfora el caos recién nacido. Aubrin yace en el suelo, jadeando y aferrándose el pecho, la sangre brotando de una grave herida. Un perno de ballesta todavía tiembla en la pared detrás de ella, al parecer atravesó su costado.

Tres hobgoblins con vestimenta militar están más allá de la destrozada puerta, esgrimiendo sus cuchillas. Detrás de ellos, iluminado por el brillo de la quema de hogares, se ven docenas - quizás cientos - de soldados hobgoblin. Phaendar arde y los gritos de celebración ahora son reemplazados por los gritos aterrados de los asustados y moribundos.

Detrás de ellos, sobre las llamas y los humildes tejados, se alza una torre de piedra negra que no existía antes.

Ender estaba riendo las gracias tranquilamente tomando una cerveza(no quería pelear con Aubrin, la ultima vez que bebió agua amenazó con darle una buena tunda). No compartió sus bromas, pues pese a gustarle el humor prefería no ser él el centro de atención. Cuando la puerta estalló se puso en pié inmediatamente y lanzó un conjuro para que la gente de la taberna ganara tiempo.

Aún estaba apurando el último sorbo de su copa de vino cuando vio la puerta estallar y la saeta clavarse en el pecho de Aubrin. Los hobgoblins, viejos conocidos del Halfling, paralizaron al pequeño mercenario unos instantes, el mismo tiempo que tardó en recordar su entrenamiento. 

Esta vez no quedaría paralizado, esta vez lucharía, aunque las llamas y la multitud de pielesverdes que se intuían en todo Fhaendar no auguraban nada bueno. -Bunhilda!- Se acordó de su vieja amiga mientras desenvainaba sus pequeñas espadas.

Los tres jóvenes hobgoblins mostraban en su rostro el deseo de sesgar vuestras vidas, de matar a los presentes y con total seguridad saquear después. Fuera sus compañeros parecían dedicarse a controlar la plaza del pueblo.

Ante el oportuno hechizo del samsaran que permanecía al fondo de la sala, dos de los guerreros notaron que sus pies se deslizaban y trataron de mantener el equilibrio de modo precario, agarrándose los unos a los otros. Acto seguido ambos  cayeron y emplearon unos segundos preciosos para tratar de levantarse.

El otro luchador de inmediato cargó en dirección recta, encarándose con el oráculo quien aún no se encontraba armado. Con su hoja logró encontrar un hueco en la armadura del shoanti, en el costado. De él comenzó a manar sangre.

La cosa no podía ir mejor, pensaba Xander mientras daba buena cuenta de la jarra de cerveza que le sirvieron en la barra. Había conseguido vender bastante de su último experimento, ese tabaco tan bueno al gusto y que por lo visto gustaba tanto a los fumadores. Decidió pasar por la taberna local y tomarse una buena cerveza bien fría a la salud de Cayden, de quien sino, pues el semiorco veneraba a su deidad.

El tiempo transcurría plácidamente, pese a ver caras conocidas y nuevas en el lugar, al mestizo no parecía importarle demasiado. Se carcajeaba como el que mas al oír las historias de Aubrin la verde, muy conocida en la region y en el pueblo en particular.

De pronto, todo ocurrió muy rápido, primero gritos, alaridos, sonido de pelea y después.

- ¡¿Pero que demonios está pasando?! Exclamó de improviso cuando alguien abrió la puerta bruscamente.

No era alguien, eran un grupo de tres hobgoblins que les pillaron a todos por sorpresa, incluida a La pobre Aubrin, la cual sufrió el primero de sus ataques.

- ¡Maldita escoria! ¡Volved a vuestro cubil! ¡Todos a cubierto! - De pronto, desde la barra, mientras el tipo de piel azulada conjuraba algo para frenar a dos de aquellos seres, el bombardero loco sacó una pizca de material de aquí y otra de allí, la juntó toda en una especie de envoltorio y lanzó la bomba al de la puerta, tratando de dar a los dos.

Aunque el alquimista, poco o nada pudo hacer por encargarse del que quedaba, que se había lanzado contra otro hombre del fondo. Esperaba que le echasen una mano.

Ghion solamente atina a, mientras se levanta, interponer sus antebrazos cruzados a modo de defensa instintiva ante el ataque del hobgoblin, pero eso solo sirve para recibir sendos tajos en su carne que empiezan a manar sangre. Hijo de una hiena, qué haces!

Sobreponiéndose al dolor, el oráculo desengancha su pesado mayal del cinto y empieza a moverlo ante sí para igualar el enfrentamiento...

El paladín llevaba unos días dando vueltas por el pueblo, no solo por que es el lugar que habían escogido con sus hermanos para reunirse si algo salía mal, sino por que había un grupo de gente que llamaba poderosamente su atención, creía haber soñado con ellos... pero no eran ellos en realidad... Ese semiorco que está sentado unas mesas más allá era un tiefling, y el tipo azul una bella joven, el de la capa blanca un clérigo con una pesada armadura... y ese halfling que solía ir acompañado de una cabra... soño que también que era una joven... Pero si no tienen nada que ver, Se decía a si mismo, ¿Acaso me estaré volviendo loco?

Tan inmerso estaba en sus propios pensamientos que a penas se dio cuenta de los ruidos de fuera, e incluso cuando la puerta estalló tardó unos instantes en reaccionar, corrió hacia la pared donde había dejado apoyada su arma, y se dispuso para el combate

Los recuerdos de cuando fue capturado por una banda de aquellos hobos enervaron los nervios del pequeño Halfling. La sangre fluyó rápida por sus venas, dado fuerza a sus cortos brazos. -Brunhilda!- Llamó a su compañera, si estaba fuera, podría tener problemas. De hecho estaba seguro de que con la cantidad e enemigos que se veían, todos lo estaban.

Agarró sus espadas con fuerza y acuchilló a aquella mole de crueldad. Primero con un tajo ascendente de la derecha y luego con una estocada de la izquierda. 

¿Como han llegado hasta aquí sin que nadie se entere?

Con un tirón soltó la ballesta de su mochila, apuntó y disparó al hobgoblin que había dejado malherido el artilugio alquimico del semiorco.
 

En el momento en el que los soldados hobgoblins avanzaron se pudo ver con claridad la insignia de los Ironfang, la compañía mercenaria de la que no se escuchaba hablar desde hacía unos meses. Había aparecido en mitad de Phaendar y parecía presta a tomar el control pues sus hombres formaban en el exterior.

- ¡Hay muchos ahí fuera!

Exclamó uno de los lugareños que se había acercado a la sacerdotisa y la sujetaba. El parroquiano había logrado que Aubrin pudiera ver la escena con más claridad ahora. Igual que el otro hombre, semejó espantarse ante todos aquellos soldados tomando impunemente la plaza con aquella nueva torre negra aparecida de la nada.

- La compañía Ironfang... son demasiados...

Alexander en ese momento lanzaba una de sus bombas la cual se estrelló contra uno de esos seres malolientes, rodeándolo temporalmente de fuego, el cual salpicó a su camarada al lado suyo. Ambos se lamentaron por el dolor, mas entonces uno de ellos pareció decidir que el semiorco no seguiría por ese camino y fue a su encuentro, llegando hasta él y con un rápido gesto asestó un tajo del que profusamente manó sangre.

Ghion había logrado sacar su espada. El halfling a su lado al ver a un enemigo cerca trató de darle dos tajos pero lamentablemente erró, rozando tan sólo la armadura de cuero.

Ender había intentado usar su ballesta pero el disparo no fue afortunado, terminando clavándose en la pared. El corpulento Valk logró coger su arma y mover mínimamente.

Viendo dos de aquellos hombres que trataban de defender, quizá futilmente a la gente de la taberna, la clérigo logró coger el símbolo de Caylan y oró con voz casi imperceptible, entre dolores. Una aura luminosa emergió del símbolo sagrado bañando a los presentes pero evitando a la vez a vuestros enemigos. Ahora Ghion y Alexander se encontraban de nuevo en plenas facultades. Para su propia sorpresa, la herida causada por la saeta había lastimado hasta tal punto su cuerpo que ni con la curación era capaz de levantarse. La clérigo siguió tendida, siendo mera espectadora. Al menos Sam estaba junto a ella para ofrecerle un mínimo apoyo.

El paladín avanzó levantando con fuerza su espada liberando por fin su ira. Llevaba bastante tiempo reprimiéndola, temiendo por sus hermanos, temiendo por su pueblo, era liberador asir por fin la espada ... no era la espada de sus padres, de hecho ni siquiera sabía de donde había salido... Y lo notaba en su manejo extraño, en lo que debería haber sido un fácil tajo vertical, la espada "onduló" a falta de una palabra mejor, y estuvo a punto de incustrarse en el marco de la puerta...

Valk'Moor miró con desagrado a su espada... ¿quizá debería conseguirme otra? pensó durante un instante, aunque el fragor del combate no le dejó concentrarse demasiado

Tan rápido como aquel hobgoblin había conseguido hacerle un corte profundo en su verdosa piel, Xander respiró aliviado al ver como se cerraba por la suerte de canalización positiva de la coja del fondo, Aubrin.

- ¡Arrrrrgggggg! ¡Fiiiuuuuu! ¡A eso lo llamo yo velocidad, Aubrin! ¡Espero que no seas tan rápida en todo lo que haces! ¡Ja, ja, ja! - Bromeó el mestizo ante la suerte que había tenido.

Sin perder pie en el combate, dió un paso atrás para tener más ángulo de tiro y lanzar una bomba al centro de la entrada y poder dañar tanto al que seguía en la puerta y a su agresor. Con suerte, el resto de combatientes de la sala haría el resto o no lo contarían.

¡Tenemos que salir de aquí! Ayudad a los heridos aquellos que no combatais.

Recargó la ballesta mientras empezaba a recular, esperando que hubiera una puerta de atrás.

¡Vamos! Alzó la ballesta y disparó de nuevo al hobo más herido.

Viendo que el halfling que tenía cerca también lucha contra los hobgoblins, Ghion cambia su postura para adoptar un estilo de lucha defensivo propio de los maestros marciales de Lastwall que enseñan a los cadetes futuros caballeros, poco efectivo pero que evita algún que otro golpe fortuito. Al tiempo, avisa al pequeño compañero de armas. Pst, rodeale y tendremos ventaja!

Para mantener al hobgoblin ocupado intenta pegarle con el mayal, pero como imaginaba, su lento golpe es fácilmente desviado por el arma del monstruo.

Pitu se cubrió la cara con los brazos cuando vio la fuerte explosión que chamuscó a los Hobgoblins. Suerte o habilidad, no lo tenía muy claro. 

Unos de los lugareños anunció que se trataba que eran La compañía Ironfang, lo que confirmó las sospechas del pequeño Halfling. Esta vez sin miedo, no como en su anterior encuentro, Pitu avanzó un paso para intentar rodear al pielverde.

-Yiah!- Con un golpe circular asestó un tajo con una de sus espadas mientras que la otra le siguió de cerca. Con un hábil tajo, consiguió rajar al pielverde.

Una nueva explosión volvió a resonar inundando de fuego alrededor suyo, cubriendo la espalda del soldado que ahora tenía delante a Valk. Aquello era un sin fin de estocadas pero los guerreros se defendían bien y apenas se lograron herir. El halfling fue el más dañino usando esas extrañas hojas cortas con las que peleaba, consiguiendo una herida en el brazo derecho del hobgoblin que ahora se veía enfrentándose a dos personas. El mago que había conjurado la grasa había cargado su ballesta de nuevo y apuntando mejor, atravesó el muslo de otro de ellos.

- ¡Escoria, seréis nuestros esclavos!

Bramaba el que se enfrentaba a Ghion y Pitu. Entretanto, el que había quedado atrás se levantó con una mueca sádica para resbalar de nuevo y caer de culo.

El hombre que estaba justo al lado de la clérigo se le acercó para intentar ver la herida.

- Va a necesitar vendajes.

Decía él mientras ella apretaba los dientes y los ojos.

- Hay gente en el pueblo, vayamos a los puestos más transitados a recoger a los que podamos.... - Pero no tenía fuerzas para ahora para levantarse siquiera.

Al fondo, habían más personas, aterrorizadas ante el combate contra tan fieros seres, pero siendo simples mercaderes no se atrevían a hacer nada.

Entonces el único hombre que os echaba una mano agarró una silla y trató de estamparla contra uno de los goblinoides. Aubrin, que había conseguido apoyarse con el brazo, tan sólo miraba de momento.

Justo en ese momento, Jet, la dueña de la posada, una joven varisiana que tuvo la suerte de comprarla recientemente a precio de ganga aparecía por una de las puertas y la cerraba apoyando su peso en ella.

- ¿Qué fue ese estruendo? Hay un monstruo al otro lado de la ventana... OHHHH CAYLEAN.

Al ver la escena a este lado casi se murió del pasmo.

- Me cachis. - Fue lo que exclamó el semiorco cuando vió que si lanzaba otra de sus bombas seguramente podría herir de gravedad a uno de los de su bando. Así, el mestizo cambió de estrategia y sacó el arco corto que llevaba a la espalda para preparar una de sus flechas y apuntar al que tenía frente a sí.

- Vamos Xander, como en los entrenamientos... - Murmuró, dejando salir la saeta a bocajarro hacía su adversario.

Poco a poco las ondulaciones del extraño metal de la espada comenzaron a estabilizarse, o quizá Valk'Moor empezaba a dominarla... Sin embargo empezaba a estar más concentrado en que la espada no se clavara en donde no debía que en clavara en su enemigo...
Maldición. Pensó. Si sigo siendo incapaz de controlar este arma voy a acabar usando esa silla para dejar inconscientes a estas bestias.

La paciencia es una virtud, enseñaban los caballeros de Lastwall. Una enseñanza que le valió más de una victoria en la arena de torneos a Ghion, y que ahora aplica ante el hobgoblin. Mientras el halfling se reposiciona poco a poco para ganar ventaja contra el incauto monstruo, el oráculo continúa balanceando su mayal más preocupado de bloquear los espadazos del rival que no de asestar un buen golpe, aunque lo intenta, por mantenerle ocupado. Vamos, rata roñosa, sigue intentándolo!