Partida Rol por web

Ender avanzó y con cuidado se subió a la formación de piedras para tener una buena visión. Desde ahí, viendo el peligro que entrañaba el jabalí(o al menos eso le parecía) preparó un conjuro para proteger a sus compañeros.

-Creo que su agresividad se debe a algo que le duele o molesta...- Comentó. -¿Los pendientes y/o anillo?- Se encogió de hombros, sin poder aportar mucho más. -Creo que por eso se ha ensañado con los árboles.-

- Pues no parece muy amistoso... - Dijo el alquimista mientras veía al enorme jabalí con malos humos que a todas luces les iba a embestir.

Viendo que Pitu se adelantaba, no quiso ser menos valiente que el mas bajito del grupo, así que le acompañó, pero siempre detrás del mediano.

- Tranquilo Pitu, juntos podremos con ese jabalí hiperdesarrollado. Ahora veras... Y Xander sacó un vial y se lo bebió, dando un sonoro trago. Después su ojo empezó a temblar y sus brazos comenzaron a darle espasmos. Comenzó a transformarse, crecían sus extremidades y su forma cambiaba a otra cosa.

¡No avancéis tan rápido! Exclamó Valk, ¡Estas placas casi no me dejan moverme!. Con estas palabras el hombretón trataba de dar alcance a sus compañeros, que se habían lanzado a la carrera tras el jabalí. Mientras corría, iba hablando con su espada, tratando de convencerla de que esta vez funcionara bien. Con el tiempo había llegado a pensar que su espada tenía inteligencia propia, y tampoco quería arriesgarse hasta que comprobara la teoría.

El animal hizo lo que todos esperaban, gruñir mientras elevaba su gran cabeza.

- IÑÑÑÑGGGHHH.

Viendo a los bípedos acercarse no lo dudó más, se lanzó en su búsqueda. Con esas grandes protuberancias óseas sería capaz de acabar con ellos. Pero, el samsaran lo había previsto y de inmediato interpuso una mancha oscura en su dirección. La grasa se esparció por el suelo, la bestia resbaló cayendo de bruces y pringándose irremediablemente. Perdió así la oportunidad de realizar una carga, quedando en su lugar expuesto. Eso hizo que su arrebato se intensificara, por lo que volvió a chillar deseando darles muerte.

Su plan no había salido exactamente como quería, pero era suficiente. Sacó una varita de las que había encontrado en el pueblo y apuntó hacia el jabalí activandola.

Vamos, a por él! Yo le rodeo, atacadle de frente! Al ver caer al iracundo jabalí, Ghion empieza a correr trompicando entre las piedras del lugar, tratando de ganarle la espalda al tumbado animal.

Oooaah! El oráculo empuja el mayal contra el jabalí, pero como no para de moverse frenéticamente para levantarse, erra el golpe, que resquebraja una piedra.

"¿Y si intentaban quitarle los anillos en vez de atacarle?" Comenzó a pensar Pitu. Eso tal vez aplacara al animal.

Por otro lado necesitaban provisiones y la carne de jabalí, sobre todo la de uno especialmente grande como aquel, podría alimentar al grupo un par de días, o cuatro si racionaban la comida.

Avanzó rodeando al animal para luego usar su poder. Hinchó sus pulmones y exhaló el aire en forma de grito. -Fus Ro Dah!- La fuerza implacable inundó a sus aliados.

El iracundo jabalí había resbalado y además movido demasiado rápido, eso daba ventaja a los refugiados, quienes habían logrado incluso rodearlo. Ghion no pudo aprovechar el momento de debilidad, pero sí el paladín, quien tras tomar su hoja curva buscó el lado contrario al oráculo de batalla, trazando un arco que hincó la hoja entre las costillas, más aún porque las palabras del halfling le otorgaban una energía que le volvía aún más poderoso. El animal gritó decidido a acabar con esos intrusos de dos patas aunque antes de poder hacerlo un dardo místico llegó hasta él golpeando entre sus ojos.

Levantándose del grasiento suelo propinó una buena cornada a Valk, atravesando por completo el muslo derecho, casi sin dejarlo con derecho a tener progrenie.

Recuperando el control de su mayal, Ghion aprovecha la ventaja de que el animal se encuentre tumbado y en una superficie precaria sobre la que sus pezuñas resbalan, para asestar no uno si no dos salvajes impactos sobre su tez, que casi rompen un colmillo.

Viendo al animal acorralado, pues sus camaradas ya comenzaban a tomar posiciones para rodearlo, el bueno de Xander se acercó lo justo manteniendo una sonrisa en la boca y sus manos en sus bombas. Se apresuró a lanzarle una a aquel animal, sabedor de que incluso podría servirles como una suculenta cena.

- Vamos gente, este ya está en la cazuela.... Esta noche cenaremos estofado de jabalí... - Dijo socarronamente.

Pero la suerte no estaba con el y dió un traspié con una piedra que le hizo perder pie y lanzar la bomba antes de tiempo

Su parte consideraba que ya estaba hecha, pero por si acaso, conjuró una pequeña esfera de acido y la lanzó contra el jabalí.

Falló por bastante, pero esperaba que su pobre aporte no fuera decisivo.

Valk viendo que el animal intentaba levantarse, intenta golpearle, pero la espada sigue sin ser de su completo agrado, golpea con suavidad el lomo del animal, y no está seguro de si penetra, así que lo intenta de nuevo. Es una espada grande, y tiene miedo de alcanzar a Ghion, que se encuentra al otro lado del animal... quizá por eso está haciendo unos movimientos tan pobres?

El oráculo de batalla logró darle de lleno mientras trataba de levantarse y luego otro justo después, fracturando varios huesos. El animal, ido, tenía la intención de seguir combatiendo a pesar del castigo que ya le había hecho traspasar su aguante natural. Con un chillido atroz se preparó para lanzar una cornada, justo cuando un frasco caía a los pies de Ghion, estallando amenazando con cubrirlo de llamas.

La explosión apenas tocó al jabalí pero ya en el límite de lo que podía soportar su cuerpo terminó por estar demasiado dañado como para que su voluntad lograra imponerse a la propia muerte. Cayó al suelo sobre la grasa con todo su gran corpachón.

Con una exhalación terminó el efecto de su grito. El jabalí yacía muerto. Una enorme bestia que podría llenar la panza de todo el campamento.

-Junto con las bayas parece que la suerte nos sonríe...- Admitió el pequeño Cabrero. -¿Y bien?¿Soy al único al que le parece raro?- señaló con la punta afilada de su hoja las joyas del animal. Luego las retiró con cuidado de no dañarlas, aunque estaba seguro de que no habría nada cerca donde comerciar con ellas.

El alquimista se dirigió ajustando el ala de su sombrero a donde se encontraba Ghion, con gesto serio y mirando al suelo, sin contacto ocular alguno.

- Ejem, ejem... No te preocupes, esas manchas saldrán, son solo fogonazos de la bomba... Pero, la culpa es tuya, amigo, ¿Quién te manda ponerte delante? Y peor aún, ¿A quién se le ocurre venir a un bosque con esos harapos blancos? ¿Es que no había ropa más "discreta"? - Preguntó sarcásticamente, más para escurrir el bulto por su error con la bomba y echar la culpa de su fallo a otro. Y el sacerdote era el más cercano.

- ¿Pero qué tenemos aquí? Menuda pieza, camaradas. Con este bichejo y un buen fuego podremos alimentar a todo el grupo. Debemos llevárnoslo y asarlo a fuego lento. Solo hay que limpiarlo un poco... Espera un momento, mirad, ¿No es un anillo eso que está en su colmillo? - Preguntó, acercando la mano para cogerlo.

Un poco aturdidos todavía tras enfrentarse al furioso jabalí, los refugiados pudieron constatar la abundante carne que podía conseguirles esa gran pieza. Cuando todas aquellas personas vieran esa cantidad de comida sin duda se llevarían una alegría, si es que podían cocinarla sin llamar la atención.

Echando un vistazo mejor al objeto que había en su cuerno no había duda de que tenía naturaleza mágica. Por alguna razón había llegado a entrar ahí o alguien lo colocó. El animal había estado más protegido gracias a él aunque no fue suficiente para evitar ser destrozado. Quizá ellos pudieran sacarle mayor provecho.

Con comida y un pequeño tesoro consigo, iba siendo hora de regresar junto al resto.

Bueno, primero frutas y bayas, y ahora carne, sentencia Ghion en línea con lo comentado por Alexander minutos antes de que el grupo estudiara los objetos colgando del jabalí.

Recogemos y volvemos al campamento de refugiados. Llevemos la comida, y veamos qué tal andan las cosas por allí.