Partida Rol por web

Otro día más. Levantarse por la mañana en la una de las viejas viviendas de la ciudad. Esa que tus padres habían querido que heredaras hace mucho tiempo de tu abuelo, uno de los fundadores de Sandpoint.

Los cimientos soportaban una vieja estructura de madera que, pese a los años, seguía manteniendose en pie y parecía firme. Era una casa bonita y de estilo bastante simploide. No habías querido adornarla mucho, pues sabías que no pertenecías allí. El vacío de la casa además te generaba cierta angustia, por lo que pasabas el día por la ciudad, bebiendo en alguna de las tabernas o charlando amistosamente con los otros aristócratas de la ciudad.

Si bien era cierto que habías aprendido cierta humildad al estudiar fuera y que te juntabas con cualquier tipo de personas, te gustaba en el fondo reirte de la ineptitud aristócrata, y por eso gustabas de entablar ciertas relaciones con las otras familias fundadoras.

Esta mañana habías acudido a la taberna de Ameiko Kaijitsu, el Rusty Dragon, para repetir un día más tu aburrido día. Pero quizás esta vez fuera diferente, o eso pensaste cuando uno de los guardias de la ciudad entró en la posada, colgando un extraño cartel anunciador.

Tenías que agradecer a Ameiko, la amiga de Sandru, que te acogiese haciendote un pequeño descuento por tu estancia en la posada. Y a éste por haberte conseguido el contacto, realmente.

La posada del "Rusty Dragon" era muy acogedora, la comida era buena, la compañía maravillosa y la gente de Sandpoint era activa e independiente, cualidades muy respetables en un pueblo que estaba creciendo en importancia de manera exponencial.

Habías decidido esperar a Sandru, sabías que su caravana tenía que pasar tarde o temprano por allí. Esperabas, quizás, poder apuntarte con ellos y comenzar a ganar dinero, o vivir alguna aventura si tenias la oportunidad. Pero el invierno aún no había acabado y la caravana de Sandru no saldría de Magnimar al menos hasta dentro de un par de días, quizás semanas. Tendrías que encontrar algo interesante que hacer.

Sin embargo, todo lo que Sandpoint tenia de activo, lo tenía también de aburrido. Allí no pasaba nada interesante, y no se te ocurría qué podías hacer. Lo único que habias escuchado era que un supuesto monstruo de río había sido visto por un pescador cerca del sendero de los pescadores. Un monstruo que era más alto que una persona, de piel blanca y una boca que era más grande que su cuello. Decía que se estaba comiendo lo que parecía un goblin cuando giró su cabeza y le vió, lo que provocó que el pescador, lleno de pánico, corriera lejos de allí.

Pero a tí lo que te parecía era que eran delirios de un hombre solitario, afectado por aquel licor tan malo que hacían en Magnimar. Monstruos de ribera... ni más ni menos. Necesitabas algo más sólido, no perseguir ilusiones. Y entonces fue cuando aquel guardia entró en la taberna y colgó aquel cartel anunciador... Quizás sí que podrías hacer algo, al fin y al cabo.

Drombar y Grongar. Bien era cierto que no os conocíais desde hacía mucho tiempo. Pero la taberna de Ameiko atraía a buena gente, al menos eso habíais ido descubriendo a medida que pasabais allí los días. Los primeros rayos del sol hacían que os levantarais por la mañana en el "Rusty Dragon" y bajarais, puntuales como relojes de agua, a tomar la primera cerveza del día.

Solo había un par de pegas a todo esto. Ameiko os apreciaba, mucho. Pero sentíais que estabais aprovechandos demasiado de su benevolencia y generosidad. No os hacía pagar nada, os invitaba todos los dias. Sabiais que ella disponía de dinero para poder hacerlo. Pero algo pesaba sobre vosotros. Cada vez que os sacaba otra ronda con una sonrisa, sentiais que empezabais a estar en deuda con ella de una manera un tanto incómoda.

Por otro lado, estar borrachos durante todo el día en aquella taberna no era nada interesante. Os aburríais muchísimo, o lo hariais, si no os tuvierais el uno al otro. Os habiais hecho buenos amigos y os pasabais el día echando pulsos, brindando y tratando (inutilmente) de cortejar a algunas de las personas que se dignaban a aparecer por la taberna.

Ultimamente, habiais escuchado rumores de que habían aparecido un par de extraños agujeros en los campos alrededor de las tumbas de Pauper´s Graves, y el viejo árbol del cementerio parecía que se estaba torciendo más de lo habitual, como si algo hubiera estado excavando por ahi. Parecía algo interesante de investigar, sin embargo, eso no os daría dinero. Y además no os gustaba mucho eso de que fuese en el cementerio. Seguro que se trataba de topos o alguna criatura similar. Nada que requiriese el acero de un par de fuertes mercenarios. Asi que decidisteis descartarlo, al menos de momento. Tratando de buscar algo que os diese al menos algo de oro.

Y entonces, como si Cayden Cailean os hubiera escuchado, aquel guarda entró y colgó el anuncio en el tablón. Parecía labor sencilla, quizás fuese la oportunidad de devolverle algo de lo que Ameiko os había regalado. Además, había otro incentivo...

El anuncio era claro. El sheriff Belor Hemlock había restaurado de nuevo la "recompensa goblin" tras tantos años de inactividad.

Era por todos sabido que los Goblins siempre habían habitado en la zona, desde antes incluso de la fundación de la ciudad. Pero la cercanía con Magnimar y la recompensa goblin habían mermado mucho su número y habían decidido esconderse en sus guaridas. Pero ahora, por alguna extraña razón, estaban armados con fuegos artificiales. Y más allá del daño que pudieran hacer con ellos, se habían vuelto osados y molestos.

Pero últimamente, esa molestia había ido más allá. Estaban atacando cada vez más carruajes, aparte del hecho de que algo importante debía de haber pasado para que el sheriff recuperara la vieja recompensa. Claramente había pasado a ser asunto local, como rezaba el anuncio.

El gobierno de Sandpoint pagaría diez monedas de oro por cada par de orejas goblins que se trajeran a Sandpoint. Para demostrar que habían sido cazados en un intervalo de tiempo más o menos corto, las orejas debían de estar frescas. Además ofrecían una recompensa adicional de 300 monedas de oro para el grupo que fuese capaz de traer la cabeza del líder de los Licktoads, El Jefe Gutwad.

Sabes, que es muy probable que el grupo de goblins se escondan cerca del Pantano Brunestump. Allí vive un extraño halfling que vive al final del camino de pescadores y que cuida serpientes como si fuesen sus mascotas. ¡En serio, las mima como una niña mimaría a su conejo! Hay que ser muy raro para hacer eso.

Si tuviera que explicarle a alguien por qué había acabado en un lugar como aquel en pleno invierno, seguramente no lo hubiera podido responder, pero era una de esas cosas que una hacía sin pensar. Necesitaba hacer algo diferente, buscarme la vida y conocer mundo y ¿ qué mejor manera que hacerlo que acompañando a Sandru en su viaje?  Seguramente primero protestaría porque quisiera ir, luego me gritaría por estar allí y luego se resignaría a llevarme. Lo tenía todo calculado. Nos conocíamos desde hacía demasiado tiempo como para que no supiéramos de qué pie cojeaba cada uno, ya que yo ya lo veía como algo así como mi hermano mayor.

La gente era agradable en la posada y bueno, le había prometido a Ameiko que dejaría a su clientela en paz y no la sablearía jugando a los dados, pero ¡ Maldita la hora en la que me dio por prometer cosas!

Ahora estaba aburrida, tanto, que empezaba a creer que la gente sí que podía morirse de hastío o quizás, de estar dando vueltas sin rumbo fijo.

- Como no venga pronto esa caravana cuando lleguen van a encontrar mi esqueleto en una silla... lleno de telarañas...!!

Lo único que había conseguido escuchar por el momento y que no fueran chismorreos de gente que ni conocía y que por supuesto, me daban muy igual, era la historia de un pescador que decía que algo se había comido a un goblin, pero claro, para mí que ir con la caña en la mano y con la petaca en la otra era más bien malo. Cualquier día se ahogaría...

Cuando entró aquel guardia, yo bajaba de la habitación, dispuesta a salir de allí, porque las paredes de aquel sitio comenzaban a estrecharse demasiado sobre mi cabeza. Así que apenas se dio la vuelta, me acerqué a leer lo que ponía. Con un poco de suerte, mataría ese aburrimiento que amenazaba con acabar conmigo.

Grongar dio un trago largo a la jarra y después se limpio la barba con el dorso de la mano.

Drommbar-le dijo a su compañero en voz baja- ¿has visto el anuncio? Se acabó esto de beber en esta bendita posada muertos del aburrimiento. Ameiko me dará hasta un beso cuando vea que le traigo algunas monedas para pagarle las cervezas-dijo riendo y alegre, quizás un poco debido al efecto de la bebida- No me importaría ir a cazar unos cuantos goblins y se que a ti, a cambio de esas monedas tampoco. ¿Que me dices?-la frase, pese a lo normal que pudiera parecer a oidos de cualquier otro que no conociera a los enanos, era sin embargo una ofensa, dicha a modo de chanza, sobre la cobardía de su amigo. "Si no era a cambio de monedas no se atrevería a enfrentarse a un trasgo" venía a decir. Grongar siempre gastaba bromas de ese tipo a su compañero, al que ya consideraba casi como un hermano, pues se encendía con facilidad y aquello le parecía de lo mas divertido. Era uno de los pocos vicios que se permitía el clérigo.

Las palabras de Grongar hacia Drommbar habrían tenido como resultado necesario una lluvia de dientes sobre el suelo de la posada, de no ser por dos motivos. Primero, era Grongar quien las había pronunciado, y era el único que podía hacerlo sin temer más represalia que un gruñido ronco por parte del enano pelirrojo. Y segundo, este aún estaba con los ojos fijos en el cartel, leyendo una y otra vez la frase "10 monedas de oro a cambio de cada par de orejas goblin".

Poco a poco, una sonrisa se fue formando bajo la poblada barba del enano, aunque la enmarañada mata de pelo rojizo hacía imposible que nadie se diera cuenta.

- ¡10 piezas por cada par de orejas! -exclamó de pronto, dando un puñetazo en una mesa que tenía al lado y casi partiéndola en dos-. ¡Y 300 si uno acaba con el cabecilla! Esto tiene que ser una broma... ¡tenemos que salir inmediatamente antes de que se nos adelanten!

Se volvió a uno y otro lado, buscando su hacha. Estaba impaciente por salir a machacar goblins lo antes posible.

Espera hermano-dijo aquellas palabras como las sentía, no por que fueran ciertas. Llevaba bastante tiempo con aquel violento enano como para considerarlo su hermano después de algunas cosas que habían pasado juntas- No te apresures, yo tengo tantas ganas como tu de traer una jarra llena de orejas pero no me fio de esos arteros y hace ya tiempo que no salgo al camino desde que llegue aqui y probé la cerveza de Sandpoint y desde luego hace aún mas que no me enfrento con unos trasgos-se apresuró a continuar antes de que el otro enano se riese de él- será mejor que preguntemos a alguien si sabe donde podemos encontrar a estos malnacidos para atacarlos, no me gustaría que un trasgo te metiese petardos en los calzones sin que te dieras cuenta de que te has metido en su guarida-dijo bromeando pero cada vez más animado. Se giró buscando con la mirada a la tabernera para preguntarle sobre aquella cuestión.

Ameiko miraba a los enanos desde la barra. Tenía una jarra de cerveza en la mano y la estaba secando con un viejo trapo de color grisáceo. Cuando el guarda entró se extrañó primero, pero al ver que se acercaba al tablón no dijo nada y siguió a lo suyo.

En el momento en que Drommbar dió aquel golpe en la mesa, no pudo reprimir una ligera sonrisa mientras seguía mirando la jarra en su mano. Después la depósito sobre la mesa con sumo cuidado y se metió en la trastienda. No estuvo mucho tiempo, pudisteis oir como registraba entre sus cosas. Y salió al poco.

- Así que goblins, ¿eh? - dijo sonriente mientras se acercaba a los enanos. Saludó con un gesto a la mujer de nombre Debbe. Era amiga de Sandru y por eso la había acogido, aunque le generaba cierto malestar tanto secretismo y misterio. También al sobrino de la alcaldesa. No se dejaba caer muchas veces por ahi, pero algo en su interior le decía que eran mucho más parecidos de lo que la gente opinaba. - No os fieis. El pantanal Brinestump es un lugar retorcido y peligroso. Es fácil perderse por allí. - Pensó unos momentos - Si no me equivoco, podriais seguir el camino de los pescadores. Vive por allí un mediano de nombre Walthus. Se autoproclamó guardián del pantanal hace unos años y se dice que protege a los pescadores. - Puso una mano sobre Drommbar - Sé que no os falta valía, pero ir y perderos sería tan estúpido como cortarse una pierna. Os vendría bien su ayuda. No existe un mapa del pantanal, pero si alguien conoce de algo aquel lugar, sin duda es ese mediano.

Después miró a Grongar.

- No te fíes nunca, no bajes la guardia. - dijo sacando un pañuelo de su bolsillo - Hace mucho tiempo que no le doy uso. Además está roto, pues la golpeé en mi última aventura - puso gesto serio durante unos instantes - , pero estoy segura de que te servirá para encontrar el camino y no perderte en la espesura. - dijo tendiéndole el objeto a Grongar. - Cuidamelá ¿eh? - añadió con una sonrisa.

En el momento en que nombró la última aventura te acordaste de aquello que te contó.

Sabes que con el dinero que consiguió en aquella aventura pudo comprarse un par de negocios locales entre los que se encuentra el Rusty Dragon. Pero también sabes que fue a costa de algo que le era muy querido. Uno de sus más grandes amigos, perdió la vida cuando estaba salvando la de Ameiko.

Es una carga que le pesa sobre los hombros desde entonces. Y es por ello que ves a Ameiko muy triste siempre. Y eso hace que tu admiración por ella crezca más y más cada día. No es fácil soportar el peso de la muerte de alguien sobre tí mismo, más aún cuando era tu compañero de viajes y un gran amigo.

Grongar miró la pequeña piedra y después dirigió su mirada a Ameiko. Sabía lo que aquello significaba y asintió solemne con la cabeza.

-Te traeré un collar de orejas-le dijo sincero, por algún motivo respetaba a Ameiko y no la asaltaba como hubiera echo con cualquier otra muchacha. Tras decir aquello toco la piedra azul con los dedos y esta se elevó en el aire y empezó a oscilar y dar vueltas alrededor de la cabeza del enano. Tras seguirla con los ojos durante una vuelta se levantó e hizo una torpe reverencia a la posadera.

-Vamos Drommbar subamos y pongámonos la armadura, cuanto antes salgamos antes encontraremos a esos goblins.

Drommbar pasó los ojos de Grongar a Ameiko y asintió para agradecer la información... aunque a él no le importaba mucho qué camino seguir. Diablos, ni siquiera le importaba perderse. Lo único que tenía que hacer en ese caso era andar en línea recta y ya acabaría saliendo de los pantanos con un saco de orejas.

- Hablaremos con ese tipo -dijo sin embargo. Cuanto antes volvieran, antes podría hacerse con el oro.

Lanzó un gruñido gutural, que Ameiko ya sabía que podía interpretar como satisfacción, y se dispuso a seguir a Grongar para embutirse en su armadura y ponerse su máscara de batalla. Pronto los goblins conocerían el filo de sus muchas hachas.

Kevan terminó la cerveza que estaba disfrutando (durante sus años de universidad se había acostumbrado a desayunar cerveza) y se acercó a la camarera a devolver la jarra... bueno a la camarera/dueña del local. Porque la belleza oriental Ameiko era la dueña del Rusty Dragon después de haberlo comprado unos cuantos años antes. Con el dinero procedente de sus aventuras por cierto.

No estaría mal poder hacer lo mismo... aunque el trabajo en una taberna debe ser bastante cansado.

-Con éstos enanos tan expresivos no necesito leer ese cartel para enterarme de lo que ha pasado. ¡Belor ha vuelto a poner la recompensa en vigor! ¡Y diez monedas! ¿Que ocurre? ¿Temerá que vuelvan a atacar como cuando reinaguraron la catedral?.

Ya había dado los buenos días a Ameiko, asi que no lo hizo otra vez. Simplemente le había soltado algunas preguntas retóricas. Pero Kevan siguió hablando.

-En Korvosa cuando estudiaba me pagué varios cursos con recompensas similares... estoy tentado de... en fin, intentarlo yo también. Pero no conozco a nadie por aquí. 

Contaba todo esto a Ameiko, con la esperanza de que ésta le dijera algún otro aventurero disponible (no era buena idea nunca irse solo) o incluso que le presentara a los enanos.

La siguiente jugada estaba más que cantada, pero claro, ahora llegaba el problema. ¿ Cómo convence una a dos enanos de que necesitan que les acompañe una mujer humana en su aventura? Siempre podía no decírselo y seguirles de cerca cuando salieran, pero claro, así me arriesgaba a que me dieran un golpe cuando me vieran así que tenía que pensar en otra cosa.

Les miré de reojo mirando como se movían, parecían ir a recoger sus cosas así que tenía que pensar en algo rápido o sino me quedaría otros tantos días muerta del asco... y cualquier cosa sería mejor que eso.

- Perdonad. - Dije al fin, pensando en improvisar algo cuando abriera la boca. - ¿ Os importa que vaya con vosotros? Estoy esperando a un amigo en este lugar y no sé cuánto tardará en venir... lo que sí sé es que cómo no haga algo moriré de aburrimiento... 

Me bajé la capucha que normalmente llevaba echara sobre la cabeza para que pudieran verme.

- Mi nombre es Debbe.

Se me veía en la cara las ganas que tenía de hacer cualquier cosa.

Grongar se dio la vuelta en el acto y miró a la humana que había estado allí en silencio. Pese a que la había mirado antes no se había dado cuenta de que ella también era una "caza recompensas" o como fuera que se denominase a la gente con aquellos enanos que buscaban dinero en las orejas de los trasgos.

-Hola, pensé que eras muda-bromeó con una sonrisa- Yo soy Grongar y este de aquí es Drommbar...ahorrate los chistes con nuestros nombres. Si no he escuchado mal, ese tipo que habla con Ameiko está pensando lo mismo que tu. ¿A que te dedicas? Una cosa es que vayamos a perder orejas si te llevamos con nosotros pero no me gustaría que una chica como tu acabase con sus huesos en el pantano...-la miró y con su característica sonrisa le dijo en voz baja- aunque no te preocupes, yo te protegeré-finalizó guiñándola un ojo.

Drommbar se había dado la vuelta lentamente, como una enorme tortuga, cuando había oído hablar a la humana que él y su compañero tenían detrás. La miró de arriba a abajo, sin preocuparse por los modales, y frunció el cejudo ceño al oír sus palabras. Iba a replicar algo, cuando Grongar se le adelantó... así que no le quedó más remedio que responder al enano moreno.

- ¿Para qué demonios vamos a llevarla con nosotros? -le preguntó fastidiado-. Tocaremos a menos orejas, y por lo tanto a menos oro. Además... dudo de que sepa siquiera defenderse...

Quedaba claro con la primera conversación, que Drommbar no era un experto en lo que a modales se refería. Pero tampoco era que le importase. Al fin y al cabo, había pocos dispuestos a jugarse la mandíbula por recordárselo...

El primero de los enanos me hizo sonreír con eso de que pensaba que era muda, era un enano agradable y eso era cuanto menos para sorprenderse, porque normalmente, solían ser más bien como el segundo, el que resultó tan brusco que me borró la sonrisa casi se sopetón.

- Gracias Grongar. - dije agradeciendo las palabras del primero, aunque en seguida mirñe al segundo y respondí tranquilamente, como si fuera de lo más normal que alguien como yo tuviera que ir explicándose por la vida o quizás, porque estaba acostumbrada a no resultar brusca sólo porque en las peleas siempre tenía las de perder y más, si con quien hablaba era con un enano.

- Pues imagina que encuentras al líder ese de las 300 monedas y va y resulta que como es el jefe, esconde un tesoro. Peeero... - estaba tratando de darle un tono dramático a mis palabras. - el tesoro va y tiene una trampa de esas que resultan mortales y no sabes cómo desactivar... - Sonreí llegado a ese punto. - Que no sea diestra para la batalla no quiere decir que no lo sea en otras cosas...

Me parecía que de poder convencerlos de alguna manera, era precisamente de esa como habría que hacerlo.

¡Jaja! ¿Has oido Drommbar? No solo nos quedamos con las orejas si no que si hay un tesoro nos ayudará a conseguirlo. Muchacha si lo que dices resulta ser cierto te invitare a un par de cervezas cuando volvamos aquí-dijo riendo- Drommbar vamos a ponernos la armadura que esta cacería ya va resultando ser divertida y no todos los dias podemos tener a una bella dama entre nosotros con esa cara que gastas-le dijo bromeando, dado su buen humor. Se giró, poniendo una mano y susurrando para Debbe-No te preocupes, luego se pone una máscara jajaja