Partida Rol por web

[JJVV2017] Cenizas a las cenizas

Zona cero: Mill Town

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12/11/2017, 11:58
Director

Hace una semana desde que la explosión en la vieja planta de fertilizantes, pero parece que ha pasado un año. Nada es lo mismo. Nada parece real. Quinientas millas a la redonda y ninguna forma de escapar. Aún.

Lleváis encerrados en esa casa tres días, los cuatro anteriores los pasasteis por vuestra cuenta. El señor Bontemps tiene una gran granja con una despensa hecha a consecuencia. Él pasó mucha hambre cuando era pequeño y decidió que no pasaría nunca nada parecido, viniera lo que viniera. Parece que su forma de ver las cosas le había dejado con unas reservas para aguantar diez personas durante un mes. Por suerte erais bastantes menos y no teníais planeado seguir encerrados un mes.

Algunos de los que no murieron en la explosión o por sus daños consecuentes, han sido afectados o no, así es como habéis empezado a pensar en los supervivientes. Algunos de los afectados se han vuelto locos. Han desarrollado alucinaciones, paranoia y han vuelto a un estado de agresión que les hace atacar a cualquier persona o animal cerca de ellos. Habéis sido testigo de 4 asesinatos y habéis conseguido salvar a uno de los vecinos hace apenas dos días. Ayer, Jamie, la mujer que atacó Elizabeth, dejó de respirar tras perder la consciencia la noche anterior. Conocéis ya una docena de muertes por accidente o naturaleza indeterminada.

Os preguntáis por qué las autoridades estatales y otras no han aparecido. Los bomberos, inicialmente reportaron humos tóxicos y deberían estar allí, manteniendo la situación tan a raya como pueden mientras los expertos contemplan la situación. Quedándoos sin suministros y con un comportamiento irracional y asesino al filo, estáis lo suficiente asustados como para marcharos de allí.

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12/11/2017, 12:02
Peter Bontemps

El señor Bontemps camina de un lado a otro nervioso, acabáis de enterrar a Jamie en su patio trasero y eso parece estresarle. Pero qué no era estresante a estas alturas, no había indicios de ninguna autoridad ahí fuera que pusiera orden a todo aquello. Una autoridad estatal, pues Whigham era un vecino más al fin y al cabo.

-¿Qué vamos a hacer? Mi casa está un poco alejada del centro del pueblo, quizás allí ha llegado la ayuda... O quizás podemos salir del condado en mi vieja furgoneta- propone sin saber bien cómo el resto acogerá su proposición.

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12/11/2017, 15:52
William Cox

Un retiro rural para encontrar las verdaderas raíces americanas antes de volver a la política de la gran ciudad. Me había planteado hasta escribir un libro. ¡Ja! Todo se había ido a la mierda con la explosión de aquella planta de fertilizantes. Maldita ciudad Mill Town. 

No, había que mirarlo por el lado bueno, si lograba salir con vida, el libro en el que hablaría de mi liderazgo y nobleza podía hacerme hasta presidente del país. 

Todo esto se debía a la contaminación química, seguramente. 

—Podemos acercarnos al centro del pueblo con la furgoneta para ver como están las cosas. Y si están mal retirarnos y salir del poblado por carretera. 

Eso era, combinaba las dos opciones maximizando las posibilidades de rescate. —Señor Bontemps, quiero agradecerle de todas maneras su espíritu americano y acogedor. Sin usted no hubiéramos sobrevivido estos días. Ocurra lo que ocurra cuando salgamos en la furgoneta, quiero que sepa que cuenta con toda mi admiración. 

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12/11/2017, 21:40
Howard Whigham

El sheriff del condado Whigham llevaba demasiado tiempo encerrado en casa ajena y eso le pasaba factura. No solo se encontraba con el estrés de pasar una situación excepcional, sino que también tenía que andarse con respeto de invitado en un hogar al que no había pedido entrar. Al menos, no formalmente, sino obligado por las circunstancias.

Tras tres días de abandono, había intentado salir del Mill Town y buscar ayuda en la ciudad más cercana, así como responder a la importante pregunta de por qué no había llegado la guardia nacional y los servicios de emergencia del estado. En definitiva, hacer su trabajo.

Pero no mucho después de hacer un pequeño equipaje y salir del centro del pueblo, un giro brusco para esquivar a un grupo de personas que saltaron a la carretera, en extrana estampida, acabó con el coche estampado contra un árbol. Y con él, sus intenciones. Sin vehículo no podía salir de allí.

Con un golpe en la cabeza y una dolorosa contusión en el hombro, caminó de vuelta al pueblo hasta que encontró el desvío a la granja de Bontemps, donde fue acogido. Había que admitirlo, necesitaba un par de días de descanso para bajar el chichón y poner en su sitio el hombro. Mientras tanto, se había visto obligado a compartir casa con aquellas personas que, aunque no eran estrictamente unos desconocidos para él, no eran la compañía que hubiera elegido para pasar unos días en las afueras. No en esa situación, sin duda.

Ya recuperado de sus molestias, a Whigham le picaba el ánimo seguir encerrado. Esperar no era la solución, estaba claro. No sabía el motivo por el que no llegaba la ayuda a Mill Town, pero ya no cabía aguardar más. Antes de marchar, había dejado al ayudante Morris a cargo de la pequeña comisaria. Atender la radio para pedir ayuda era la primera misión de Morris en esa situación, y ahí lo dejó hacía cuatro días. Por lo que a Morris concernía, el sheriff Whigham salió de Mill Town. En realidad, estaba a pocos kilómetros. Iba siendo hora de volver al trabajo.

—Estoy de acuerdo con el señor Cox. Llevo tiempo pensando en volver al centro y, bueno, su furgoneta sería de ayuda. Han pasado cuatro días y quiero saber qué novedades hay... aunque está claro que la ayuda no ha llegado.

 

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13/11/2017, 00:23
Mark Gates

Sentado a la mesa y con la mirada perdida en la pared vacía de enfrente Gates trató de apartar de su cabeza la imagen del cadaver de Jamie. Había visto muchas heridas en sus 27 años de servicio, incluidas de guerra. Pero siempre sabía qué provocaba esas lesiones. Examinó el paquete y sacó un cigarrillo. Quedaban tres más aún.

-- A su salud Jamie - murmuró, mientras golpeaba la mesa con la cabeza del pitillo. Sus cigarros, a su salud, ¡qué irónico! ¿Qué salud ahora ya?

SUs, ¿cómo llamarlos? ¿compañeros?... Sus compañeros estaban pensando en volver al pueblo, y a él estas paredes se le estaban quedando pequeñas. Los últimos días ya no había llegado más gente, pero le incomodaba volver a vivir las escenas de pánico de las primeras horas. Normalmente le reconocían como médico y era molesto tener que ignorar todas esas peticiones de auxilio. Podía atenderlas, sí, y cuidar de todas aquellas personas, pero había que descubrir el origen del problema y esas curas lo frenaban.

- Vayamos si quieren. No espero encontrar mucho en pie, pero al menos podré reabastecer mi maletín en condiciones si queda algo en el centro de salud o en la farmacia.

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13/11/2017, 08:29
Director

Dicho y hecho, en cuanto todos estáis de acuerdo en intentar salir del pueblo y de paso ver qué ocurre por el centro, acabáis metiéndoos en la camioneta del señor Bontemps. Era una camioneta vieja, que usaba para transportar paja y con una cabina delantera con 3 asientos. Desde la muerte de Jamie solo quedáis siete en la casa, por lo que los cuatro que os sentáis atrás no tienen muchos problemas de espacio tampoco.

La vuelta por el centro solo os confirma lo que vuestros peores presagios ya suponían, que no hay nadie a la vista y quien se ve parece afectado de esa paranoia rara. No sabéis cómo sentiros sobre esa gente afectada, pero habéis visto los resultados homicidas en los que se traduce y preferís marchaos los que estáis sin recoger a ningún extra. 

Cuando vais por la carretera principal en dirección a las afueras, encontráis un bloqueo. El área ha sido asegurada por las fuerzas armadas. Algunos están vestidos como soldados y otros solo como guardias. Verán algunos vehículos oficiales en la frontera. Al ver que os acercáis elevan sus armas en vuestra dirección.

-¡Manténganse a mínimo diez pies de la barrera y nadie resultará herido!- grita uno de los soldados.

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13/11/2017, 16:09
Howard Whigham

Salieron en grupo con la furgoneta de Bontemps. Whigham sabía que podían encontrarse con cualquier cosa, y los vecinos que ya no lo eran tanto no eran la más insignificante de todas.

—Prepárense para lo peor —avisó antes de salir—. Lleven sus armas listas, pero no las usen a la ligera.

Whigham llevaba las suyas, una carga a la que se había acostumbrado hacía ya muchos años. Normalmente eran parte del vestuario de la obra de teatro que día tras día tenía que representar un sheriff. Lo habitual era no tener que sacarla más que dos o tres veces por semana y solo para limpiarla. Con suerte, en el condado no tenía que disparar más que cuatro o cinco veces al año, casi siempre al aire o a las extremidades, aparte de las frecuentes jornadas de práctica de tiro que Whigham gustaba de hacer. Para matar... eso era todavía más raro. Pero la obra había cambiado en la última semana y el teatro ya parecía de guerra. Temía tener que usar sus herramientas de trabajo para mucho más que para agujerear latas en un descampado.

Desde la furgoneta, el panorama en Mill Town era realmente desolador. Nada había cambiado desde que se fuera hacía cuatro días. ¿Qué era toda aquella locura? ¿Por qué tanta violencia entre los vecinos y tanto abandono estatal y federal? Era incomprensible, pero al llegar, inesperadamente, a ese bloqueo, sintió que por fin aquello tenía sentido.

—Dios... ¡por fin! —exclamó, con evidente alivio—. Tengan cuidado con los gestos —avisó al grupo—. No queremos un malentendido y estos soldados están tan nerviosos como nosotros.

Seguramente esos hombres ya habían visto la peor cara de la catástrofe y no estaban para bromas ni riesgos. Whigham se asomó por la ventanilla con el brazo en el aire.

—¡Tranquilos! ¡Aquí el sheriff del condado Howard Whigham! ¡Estoy con varios supervivientes! ¡Ningún herido ni enfermo! ¡Déjennos pasar!

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13/11/2017, 16:31
William Cox

En aquel pueblo todos tenían armas menos el señor Cox. Él estaba en contra de esa maldita segunda enmienda. Sólo valía para que los maleantes y los negros tuvieran armas pero... ¿Cómo se lo explicaría a sus electores? Muchos eran veteranos de la Gran Guerra y les gustaba tener sus armas a mano de recuerdo. 

—¿Como se atreven, malditos retrasados, a impedir el paso? ¡Los Estados Unidos de América tienen libre circulación por sus carreteras Estatales e Interestatales! ¿Es que no saben quién soy yo? ¡Tendré sus números de placa y acabaré encerrándoles! ¡Ábranme inmeditamente, pedazos de mierda! —gritó. 

Luego dijo a los demás. —No estoy enfadado, ni agresivo... pero esos maleantes deben abrirnos inmediatamente. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Toma pifia en persuadir... dios mío. 

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13/11/2017, 18:08
Anne Oregon

Debió haberse quedado con Richard en Nueva York. A veces bastardo,  a veces encantador, pero en cualquier caso le hubiera librado de estar aquí y ahora. Si, ella se había empecinado en viajar a Mill Town, pueblo natal y del que se solía avergonzar ante los elitistas círculos del Upper East Side. Tras la muerte de su padre, ese ermitaño tacaño, las tierras de los Oregon habían quedado en sus manos y ella había decidido venderlas. No pensaba volver a aquella ciudad rancia, ni dedicarse a las tierras de forma alguna. Sería como retroceder los pasos que tanto le había costado dar. Mandar al infierno sus esfuerzos. En los tiempos que corrían, conseguir ser bióloga y conseguir un puesto más decente de los esperado (para ser una mujer), había resultado para ella una yincana a contrarreloj. La cual había hecho renunciando a muchas cosas... familia, hijos... Su padre solía reprocharle "la mala elección" y le recordaba de forma asidua que moriría como una solterona. 

Desde luego, esto no es algo que preocupara a Anne Oregon. Con la herencia de sus abuelos había conseguido permitirse un tren de vida alto. Había hecho los contactos adecuados para hacerse un hueco en el mundo universitarios y más tarde conseguir un puesto como investigadora auxiliar....de Richard. El que había sido su profesor en la universidad. Ahora era su amante, casado y brillante, jefe y quien sabe. Pero desde luego nunca sería su marido ni nada por el estilo. 

No se había acordado de él en todo el viaje. Hasta que, de camino a la finca, unos exaltados habían atacado el taxi en el que viajaba. Matando al taxista en el acto. Ella había conseguido salir corriendo y escapar, no sin romperse el caro tacón antes de conseguir llegar a una finca anexa. La granja del señor Bontemps. Su equipaje había quedado olvidado en el maletero del difunto taxista, por lo que ahora le tocaba tomar prestada algunas prendas pertenecientes a la mujer del anfitrión. Tras el tiempo de ausencia que toma un ducha, el resto de supervivientes que habitaban la casa habían decidido hacer una incursión en la camioneta del Bontemps, en la que intentó a todo costa tomar asiento en los asientos delanteros para estar apercibida y no perderse nada.

La situación era sin duda incomoda y preocupante. Pero algo dentro de ella refulgía y se removía como un llama de fuego hambrienta de oxigeno. En este caso, el oxigeno era el conocimiento y afán de saber que había pasado en aquel pueblo. ¿Sería algo biológico? ¿químico? ¿le permitiría el hallazgo escribir un artículo para alguna revista importante y obtener el reconocimiento que merecía?

Los anhelos quedaron un poco en jaque cuando se encontraron con la nada en el centro y más adelante con los militares. No sabía que iba a pasar ahora. La presencia de armas le inquietó y la actuación de Cox mas.

Por Dios, usted va a conseguir que nos maten reprocho tensa al político. Otro maldito bastardo.

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13/11/2017, 20:48
Howard Whigham

Whigham metió la cabeza de nuevo en la cabina y miró absorto al maldito politicucho de tres al cuarto.

—Pe... pero... ¡Maldita sea! ¿Es usted imbécil? ¡Cierre la boca si no sabe usarla, sanguijuela!

Volvió a asomarse.

—¡No hagan caso a este hombre! ¡Está cagado de miedo, solo eso!

 

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13/11/2017, 21:04
Mark Gates

Gates permaneció todo el viaje callado, le había tocado en medio de la segunda fila de asientos, y aunque casi lo agradecía pasó todo el tiempo mirando por la ventana, eso y sacando el paquete de cigarrillos. La mayoría de las veces lo volvía a guardar, nervioso, no sé cuándo se me acabarán ni cuándo podré hacerme con más. 

- Por todos los santos, esto sigue igual. ¿Qué le pasa a la gente?

Al llegar a la estatal la camioneta gana velocidad, pero Gates estira el cuello cuando frena de repente. Militares, demasiado amigos de causar daño en vez de proteger a la población y reacios a reconocer un error. Será mejor ir con cuidado...

¿Como se atreven, malditos retrasados [...] pedazos de mierda! 

Justo así... no.

Protegido, esperaba, por estar en medio, esta vez sí, sacó un cigarrillo y dio una profunda calada, guardando el humo todo lo que pudo en los pulmones...

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13/11/2017, 23:16
Coronel Brown

Algunos soldados se remueven al oír al señor Cox abrir la boca, parece que la labia no es el arma de todo político después de todo. Uno de ellos incluso apunta para apretar el gatillo, queriendo dar una advertencia que el resto tome en serio de verdad. Por suerte para él, el coronel Brown está atento a los recién llegados y se acerca. Parece que del otro lado de la frontera han levantado una especie de tiendas blancas, que parecen selladas.

-Me temo, amigos, que no podemos dejaros salir. No sabemos qué consecuencias ha tenido la explosión y parece haber un brote de... algo- os mira con sospecha, al tiempo que aspira el humo de su cigarrillo. -¿Están al tanto de eso? ¿Han visto algo extraño?

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14/11/2017, 09:59
Howard Whigham

—¿Algo extraño como que llevemos una semana sin ayuda de nadie? ¡Sí, lo hemos visto!

Whigham bajó del vehículo y se quedó junto a él, enseñando las manos en señal de normalidad. No iba a acercarse sin permiso.

—Tranquilícense, maldita sea. Soy el sheriff Whigham. Algo explotó en la fábrica de fertilizantes y, sí, hay muchas víctimas. Algunos se comportan de manera extraña. ¿Nos puede decir qué está pasando? ¿Por qué no nos deja pasar? ¿Es que nos va a dejar aquí tirados, sin más?

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14/11/2017, 11:08
Anne Oregon

Hombres... No sabían lidiar con otros hombres. Biologicamente reducidos por lo que les cuela entre las piernas, a veces están tan cegados por la testosterona que no ven nada mas, y les cuesta lidiar o otros "machos". O eso es lo que pienso, y la mayoria de mujeres, aunque se nos acalle la voz.

Modulo una voz dulce y encantadora, y llega la hora de pasar a la acción. 

¿Señor? - hablo al militar que se dirigió a nosotros - Soy Anne Oregon, señor. Soy doctora en ciencia biológicas, trabajo con Richard Hoffman en la universidad de Columbia. - le nombro intentando sacar partido de su prestigio de investigador - Podemos averiguar que ha pasado, señores. Se lo garantizo. Disculpe a mis compañeros, todos estamos muy tensos después de algunos días de encierro. Estamos bien. Hemos visto de lo que trata el brote, y créame que no podríamos hablar razonadamente, si estuviéramos afectados. Si pudiéramos hablar con tranquilidad... Les puedo ayudar a averiguar que ha pasado. - dulce, dulce voz. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

No se si es asi, pero bueno, ahí va. Hice lo que pude, a mi la persuasión no se me da bien. Soy mas de pegar una paliza en un callejón oscuro.

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14/11/2017, 12:16
William Cox

Mi legendaria labia me había abandonado. Antes todos los lerdos pueblerinos aceptaban mis discursos y votaban mis propuestas. ¿Sería que ya no tenía a Wilkins escribiendo mis discursos? Sí, le había despedido porque me pidió dinero para el cuidado de su anciana madre. Pero era su madre y no la mía. El caso era que aquel muchacho siempre había sido hábil a transmitir con palabras mis ideas. En fin, trataría de volver a contratarlo cuando saliera de esta, le diría que haría un gran esfuerzo para volver a incorporarle a mi séquito y así podría pagar unas flores para la tumba de la madre.

El Coronel trató de poner algo de sentido a su tropa, cosa que agradecí con un gesto y después el Sheriff intentó otra aproximación...y la señorita Oregón otra, cual Jezabel bíblica. ¿O era otra mujer de la biblia? No se, necesitaba a Wilkins. Jezabel siempre quedaba bien en los discursos. Y si conseguía que nos abrieran la barricada, hasta le compraría una pulsera,¿eso le gustaba a toda mujer, no?

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14/11/2017, 20:59
Coronel Brown

El coronel pareció calmarse del todo ante las palabras de Ann, hasta alguno de los soldados bajo el arma de forma menos amenazante.

-Hemos examinado algunos de los cuerpos encontrados antes- señaló una de las tiendas blancas. -La explosión debe hacer liberado algo. Investigadores están intentando mantener todo bajo control. Ahora mismo, estamos intentando averiguar qué es y cómo se contrae. Uno de los nuestros ya ha muerto por la exposición, y no estamos seguros de lo que pasó exactamente. Por lo que está pasando, lo siento, pero debéis permanecer donde estáis. No tenemos los recursos humanos o instalaciones para transportar a todo el mundo fuera del condado. Es mejor una cuarentena.

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14/11/2017, 21:03
Howard Whigham

—¿Cómo? ¿Entonces no nos van a dar refugio ni ayuda? Coronel, como puede comprobar nosotros no estamos enfermos ni envenenados de ninguna cosa. Solo estamos buscando una respuesta y salir de aquí. ¿Hasta cuándo la cuarentena? ¿Qué sabe de lo que está pasando?

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15/11/2017, 12:53
William Cox

La mujer había conseguido que no nos fusilaran allí mismo, que no nos remataran como perros. Ahora le debía mi vida a una mujer. ¿Podría haber algo más humillante? En fin, tenía que reconocer que con la edad moderna y en nuestro país de la libertad, las mujeres estaban desarrollando todo su potencial y muchas de ellas serían algo más que un ama de casa. Y nadie dispararía a una madre o hermana... era una buena adición a nuestro grupo. 

El Sheriff siguió insistiendo. —No parecen saber nada y son de gatillo fácil dije en voz baja— igual una táctica alternativa es dar un rodeo para ver por donde podemos escapar... —traté de que no se me escuchara. 

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15/11/2017, 14:47
Anne Oregon

Al menos la intervención había servido para que no nos dejaran como un colador. Era demasiado joven para morir y tenía muchas cosas que hacer en la vida. Pero no nos iban a sacar y aquello me inquietaba.

Es peligroso estar aquí dentro, hemos visto a algunos afectados y por eso le digo que de estarlo nosotros, no podriamos hablar razonadamente. - continúo - Hemos pasado los últimos días encerrados en una granja, pero no hay suficientes víveres. ¿Cómo vamos a estar seguros aquí dentro? ¿no podemos ir a ningún otro lugar? Le repito que puedo ayudar en esa investigacion, si me lo permite. Soy la primera interesada en que esto se arregle... Por favor, no nos pueden dejar en este nido de locos sin mas... - voz quebrada de mujer desvalida. Porque... ¿no es eso lo que esperan los hombres de una mujer? Si dejas ver otras cosas, se asustan. Complejo de inferioridad.

Notas de juego

No se si debía hacer tirada, pero bueno.

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15/11/2017, 18:58
Coronel Brown

-No, sheriff, no tenemos forma de saber quién está afectado o no. Como le digo algunos de nuestros hombres acabaron enfermando y no sabemos bien cómo lo contrajeron. Por el bien común de esta gran nación, tenemos que mantener una cuarentena en el condado hasta que tengamos los medios para proceder de otra forma...- os informa y veis salir de una de esas tiendas blancas a un par de hombres vestidos así de una manera peculiar.

Los hombres van acompañados de un par de soldados y entran en vuestra zona en un jeep. Parece una expedición a la zona en cuarentena.

-Nuestros científicos van a buscar personas claramente afectadas, vivas o muertas, así podremos saber más sobre este mal que se ha extendido desde que la planta estalló.