Din se acercó a Ser Otter después de haber comprobado los alrededores. Observó a los presentes y agradeció su labor con la mirada a Dreg y Pik.
Luego acercó su cabeza al oído el castellano y susurró unas palabras.
- No he encontrado pistas sobre el orígen del fuego. - Indicó con tono serio al castellano. - Pero estoy seguro de que no hay huellas de extraños o bandidos por la zona. Si ha sido provocado fue uno de los presentes en la ceremonia. -
El Forestal se apartó un par de pasos de Ser Otter en cuanto le hubo susurrado aquellas pocas palabras.
Parecía esperar instrucciones por parte del Castellano. - ¿Qué hacemos? - Preguntó.
- Mis hombres y yo - dijo haciendo referencia a los cazadores solamente - podemos vigilar el perímetro pero dudo que recibamos ningún ataque hoy. - Sentenció.
Tras haber colaborado en la tarea del trasiego de cubos, Tarmall estaba realmente cansado, pues había sido un día de trabajo continuo.
¡Mierda!, que mal augurio... ¿Pero cómo puede haberse incendiado?... No puede ser de otra manera que intencionado... Pero, ¿Con qué intención? ¿La de distraernos?... Pues lo habrán conseguido... Y encima estoy reventado...
Con un mal presentimiento y una vez sofocadas las llamas, echa una ojeada a los restos buscando una antorcha, o cualquier elemento al que atribuir las llamas.
Sofocado, alzo la mirada a la humeante pila de leña quemada que conforman el estrado y el altar. Me agacho y apoyo sobre mis rodillas para recuperar el aliento.
Doy gracias a la Madre en silencio por haber conseguido al fin poner fin al incendio.
No obstante, la alegría es amarga ya que no hemos podido salvar el lugar.
Vuelvo a incorporarme mientras perlas de sudor recorren mi frente y contemplo la actitud combativa de muchos de los presentes, más preocupados por intrigas políticas que por los asuntos Supremos. No puedo evitar fruncir el ceño y acercarme a Ser Otter.
- El Padre juzga nuestos actos, Ser Otter - me dejo llevar por mi enfado tras su orden de dejar que las llamas consumiesen el altar. - Y ante sus ojos, los Asuntos de los Hombres no son nada comparados con los Asuntos del Cielo. -
Me vuelvo para mirar por última vez el lugar. Las cenizas humeantes. Los cazadores tomando posiciones defensivas. Sacudo la cabeza en resignación, doy media vuelta y comienzo lentamente mi camino de regreso al Castillo.
- ¡Dod! ¡Dod! gritó para llamar a mi hijo aunque mis llamadas únicamente sirven para aumentar el ruido ocasionado al intentar dar ordenes y organizarlo todo. El estar cerca del altar cuando el incendio es sofocado provoca que el humo negro me haga toser y me atragante mientras intento llamar a mi hijo.
Cuando me fijo en el altar no puedo dejar de pensar Este año.. ¿podría ser de mala suerte? ¡Parece que los Siete nos han dado una señal! ahora el haber perdido la madera para el puerto no importa, el que mañana será un día duro recoger todo esto tampoco, ahora solo importa si de verdad los Siete nos maldecirán con un mal año...
Llegó junto con Royne a la escena del incendio. Al final mi mal presentimiento no se quedó en nada.- estaba molesto por pensar en que sus pensamientos atrajeron la desgracia aunque en el fondo se sintió extrañamente aliviado por tener razón. Y yo que creí que estaba delirando. Bueno menos charla, ya hay mucha gente apagando el incendio. Ayudemos a evacuar y abramos bien los ojos y agudicemos el oído, no se sabe que o quien ha causado el incendio y si siguen por aquí cerca.
PRIMER PADRE DE LA PRIMERA LUNA, AÑO 140 D.A.
PRIMERAS HORAS DE LA NOCHE.
- Se ha hecho tarde para andar junto al lago a estas horas...
- "Padre, creo que no podremos salvar nada, y era buena madera..." -
- Vayámonos a casa Dod... no pensemos más en la madera perdida le digo cogiéndole de los hombros pero sin poder ocultar la rabia en mi voz Estas no son horas de andar por aquí
La madera perdida... habrá que repasar nuestros planes de mejorar el puerto, hemos perdido gran cantidad de material en el incendio y no se cuanto tardaremos en preparar nuevos listones y que traigan más troncos.
Acto seguido despidiéndome de las personas allí presente me dirijo a mi vivienda.
// hacia el taller junto a Dod y a su habitación
Habrá que investigar el suceso- fue la respuesta de Ser Otter. No podía quedar ese asunto sin resolver, aunque el Castellano comprendía que iba a ser difícil averiguar quien había sido el causante de ello.
Vigilad el perímetro hasta que todo el mundo entre en el castillo- ordena Otter. Se estaba haciendo ya tarde para mantenerse fuera. Tras decir esto, escucha las palabras del acólito, increpándole en cierta forma haber dejado el altar quemándose, pero decide no contestarle. No era el momento para discutir con el muchacho sobre las afrentas a los siete por dejar quemar un altar.
Bethan, Tarmall, ayudad a la gente a entrar ya, ¡vamos!
Tras decir esto, Otter se encamina a donde se encuentra Pendrik- es mejor que entre ya en el castillo. Aquí se hace tarda y ya no hay mucho que hacer.
Tras echar una mano Malcom Ríos se fue dirección a sus aposentos, para terminar la tarea asignada. Despidiéndose de todos lo presentes inicialmente.
// Hacia el Castillo.
El Maestre se había quedado dormido apoyado junto a un árbol cuando comenzó el griterío. A duras penas alcanzó a levantarse, la espalda entumecida, las rótulas doloridas. Pero cuando vio el fuego olvidó sus molestias y se acercó, hechizado por el embrujo de la llama azul y el calor que vuela.
¿Quién había prendido aquella pira? El mensaje era claro, allí, en el púlpito donde se había celebrado la fiesta de los Siete. La blasfema, la herida que se pretendía causar en el ánimo colectivo. ¿Quién?
-Y lo que es más importante, ¿cómo...? -dijo para sí.
Con más rapidez de la que se le podría suponer se acercó a Ser Otter.
-Ser Otter, mi Castellano, quiero acercarme a los restos cuando se aplaque el fuego -dijo-. Quiero dar... Necesito dar un vistazo. Después volveré al Castillo junto a vos y vuestros hombres.
Después de inspeccionar los restos aún calientes, regreso al patio del castillo. Y de allí a mi cámara.
Acercándose con Randyl a Ser Otter, Royne asiente ante sus palabras y se dispone a "invitar" a aquellos no imprescindibles a abandonar la explanada tras el resguardo del castillo.
Señor, haremos que pronto no quede nadie en el exterior, es muy tarde para seguir aquí sin razón.
Pendrik asintió ante las palabras de Ser Otter Crakehall y se dirigió hacia el interior del castillo custodiado por alguno de sus hombres. Poco podía hacer él aquella situación más que intentar no ser un estorbo. Al fin y al cabo había sido un día muy largo.
//Hacia el interior del castillo y desde allí -si nada lo impide- a las estancias familiares, y concretamente a su dormitorio.
Visblemente malhumorado me muerdo el labio inferior para evitar contestar cualquier otro improperio a la deliberada ignominia iconoclasta de la que se ha hecho exhibición hoy aquí.
Comienzo a caminar, cabizbajo y con el ceño fruncido, de vuelta al castillo.
//al Castillo y de ahí al Septo.
Bethan siguió las órdenes de Ser Otter y no ayudó a detener el fuego. Quién sabe, quizás eso le haría ganar algunos puntos, y por el incidente de la barca solo le castigase haciéndole durmir en una celda.
Vamos... circulen... Aquí no hay nada que ver. ¡Chep! ¡Te he visto, vieja pasa arrugada!-dijo a Nana-¡Vuelve a dejar ese pan en su sitio, roba-comida!
¡No digas tonterías, cara de sembrado! ¡Estoy recogiendo el pan que sobró para guardarlo en el castillo!
/Nana a patio de castillo.
Ehm... Jajaja... Claro, ya lo sabía...
/Bethan al patio del castillo cuando todos los civiles hayan entrado.