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Juego de Tronos - Castillo de Aguasclaras.

Lo que aconteció después. - Parte I.

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18/04/2014, 13:18
"Familia, Deber, Honor."

VIÑETA XIV: AÑO 140 D.A.:

http://www.youtube.com/watch?v=3Nu49wMT9NU

- Año 140: Nace Charlton, quinto hijo de Ser Baltrigar y de Clarissa, en el Castillo de Aguasclaras.

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- Lord Robert Baratheon muere en un accidente de caza, su hermano pequeño, Ser Corwen, se convierte en el sucesor como cabeza de la Casa por expreso deseo del Rey.

- Un Torneo en Bastión de las Tormentas: Ser Hadder Tully es invitado, probablemente en consideración hacia Ser Baltrigar Tormenta, hijo bastardo del fallecido Lord. Ser Hadder realiza el viaje de quince días hasta Bastión de las Tormentas con una comitiva de diez personas.

Mes 6.

Día 16: El Torneo de Lord Corwen Baratheon en honor al primer día del nombre de su primogénito, Andren, termina con la victoria de su hermano menor Sarmion. Un escudero en ese momento, Sarmion es juzgado más que preparado para la caballería y gana sus espuelas.

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La pierna rota de Ser Madrigal obliga a la comitiva de Ser Hadder a permanecer más tiempo del previsto en Bastión de las Tormentas. Durante su convalecencia, Ser Madrigal tiene un romance con una dama noble, la bella y joven Lady Maege Tyrell, de Altojardín. Intenta mantenerlo en secreto.

- Mientras, en el Castillo de Aguasclaras, una noche la pequeña Arianna Tully se desvela y quiere ir a ver los caballos a los establos. Acude allí y un extraño intenta secuestrarla, tal vez con intención de forzarla o algo peor. Milagrosamente, la niña logra zafarse y ponerse a salvo gracias a Edder y Armase, que acuden corriendo al oír los gritos de la niña en mitad de la noche. El agresor no es identificado ni aprehendido.

- Naneleth, la madre de Armase, enferma de gravedad, una neumonía, pero Nana la salva con unas potentes hierbas.

- Tan pronto el señor de Aguasclaras partió con su comitiva hacia Bastión de las Tormentas, Bethan "Caratorcida" dejó el castillo (y sus obligaciones como guardia). Primero viaja a Solaz del Soldado, donde se encuentra a Brosten el Leñador intimando en demasía con la población local. De allí viaja a Sept de la Bahía y embarca hacia las Islas de Hierro, pero la pequeña embarcación en la que navega es abordada por piratas y Bethan acaba siendo capturado.

Unos días más tarde, Bethan presencia como Varamar, el bastión de los Mallister, arde durante días y días, los campesinos dicen que incendidado por un dragón. Buena parte de los miembros de la Casa Mallister fallecen en el terrible incendio, lo que convierte de forma insospechada al Escudero Linn Mallister (que estaba en Bastión de las Tormentas, en el torneo, mientras esto sucedía) en el nuevo Lord Mallister.

- Brosten el Leñador pasa buena parte del año ausente de sus obligaciones. Pasa mucho tiempo en Solaz del Soldado, visitando tugurios de muy mala reputación y entablando contacto con personajes siniestros del mundillo criminal de la región.

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- Darién pasa mucho tiempo entrenando durante el año. Viaja a su antiguo hogar, en Corral de la Encina, para escoltar un carromato que traerá una buena cantidad de pollos para el banquete en honor a Ser Hadder y sus caballeros que se celebrará cuando regresen del torneo. Aprovecha el viaje para pasar unos días con su familia.

- Din el Forestal pasa buena parte del año recorriendo los bosques del feudo y entrenando en la espesura. A veces se lleva a sus hijos o a otros cazadores, pero más de la mitad del tiempo está completamente solo, acechando presas animales y humanas. Da caza a unos furtivos, aunque logra evitar que cacen caza mayor a tiempo, por lo que el castigo impuesto puede ser relativamente leve (tal vez la pérdida de un dedo o dos).

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- Ser Trycian entrena duramente en el Patio de Armas del Castillo, en la explanada al Sur del mismo, e incluso recorre los bosques y campiñas. También visita de tanto en tanto a Nana la Comadrona, y la interroga sobre diversos temas y tradiciones.

- Ser Hadder trata de mejorar las relaciones diplomáticas con otras Casas, aunque sus esfuerzos se ven entorpecidos por los trágicos sucesos durante el torneo en Bastión de las Tormentas. Hace todo lo posible, pero finalmente tan sólo logra que su reputación y la de su feudo no se hunda por completo y que las relaciones con otras Casas se mantengan mayormente neutrales.

- Ser Hadder manda un cuervo a Puenteamargo, tratando de convencer a su antiguo escudero Otto (el padre de Ser Madrigal) para que acuda al Castillo y se ponga a su servicio en calidad de Maestro de Armas. No llega todavía respuesta.

- Jared el Alfarero se decide a buscar activamente esposa para formar una familia.

- Jeremyed pasa mucho tiempo en la forja, puliendo sus habilidades como herrero de Aguasclaras. Plumby fabrica flechas para los cazadores en la herrería.

- Olegg pasa el año entrenando a sus ocho perros.

Notas de juego

- Los asistentes al Torneo consultad la escena Preparativos para ayudaros a narrar lo que allí acontece.

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19/04/2014, 15:33
[RIP] Nana la Comadrona.

VIÑETA AÑO 140 D.A.:

INTERVIENEN: Cabrel, Sysa, Vesania, Viterrand.

Pocas veces habría una oportunidad así. Pocas veces el castillo estuvo tan vacío. Un séquito viajó a Bastión de las Tormentas, dejando el gallinero sin vigilancia. Muchos aprovecharon para cesar en sus labores, y abandonar el feudo de los Tully en busca de quién sabe qué. O a quién.

Con pocos guardias vigilando, Nana tuvo más libertad para moverse por el castillo sin ser vista. Aprovechó para visitar a Sysa a su dormitorio, bastante más sola ahora sin Tanya. Cosían juntas, y hablaban de vanalidades. La comadrona aprovechaba para contar historias, viejas historias, que si no se escuchase decir una vez más caerían en el olvido de su oxidado cerebro.

Pues cuando yo tenía tú edad, bonita, lo que estaba de moda entre los enamorados era guardar un mechón de pelo del ser amado para cuando se iba a la guerra. Mi Gregory, que en paz descanse, nunca fue llamado a las armas. Aún así, antes de casarnos, cuando cada uno vivía en su casa, y los dioses en las de todos, nos cortamos y nos intercambiamos un mechoncito de pelo de la zona... ¡A ver ese punto, Sysa! ¡Pespunta, niña! ¡Adentro, atrás! ¡Adentro, atrás! Bien... ¿Por dónde iba? Uy, sí... Ya me acuerdo. Los chicos llevaban el mechón de las chicas dentro de un medallón colgado del cuello, el portapelos. Las chicas, como nos quedábamos solas en los pueblos durante las guerras... no como ahora, que todas son unas zorrupias que se van de pendoneo a vivir aventuras y ver mundo. Decía que las chicas poníamos el mechón de los chicos bajo nuestras almohadas. Muy romántico todo-sonrío, fanada como estaba, mientras la cara de la chica se iluminaban de puro sonrojo-. Ahora para ver un pelo tiene que ser haciendo la cama. ¡Bueno, ya está bien de coser por hoy! Es hora de irme.

Llegó a su desván y no pudo evitar reírse sola. Ah, pero sola no estaba. Ser Trycian salió de las sombras como un demonio.

¡Por los testículos del Rey, no me des esos sustos!

He venido por...

¡Sí, sí...! ¡Ya lo sé!-podían haberse llevado a este agonías a Bastión de Tormentas.

Nana lanzó un suspiro y empezó a hablar largo y tendido con Ser Trycian.

Al día siguiente tocaba comer conejo. Nana seleccionó varios del corral: Dedales, roano con patas grises; Madrigal, trigueño de cola suave y mullidita; Caníbal, mohíno con tendencia a morder a sus cuidadores y con la voracidad de un dragón. Con tres bastaba. Los conejos estaban reservados para las mujeres y los niños de los nobles que estaban en Bastión de Tormentas, y para el cenizo de Ser Trycian. Con los huesos de las sobras, esta noche los humildes cenarían sopa. Nana se los llevó en persona a Viterrand y se ofreció a ayudarle para despellejar los conejos y pelar unas patatas. Extrañamente a lo que viene siendo habitual, aquel día la vieja estaba pletórica de energías. Sin siestas y cabezadas, tenía mucho más tiempo libre.

Por la tarde, Nana entró en la Casa Señorial. Caminaba a hurtadillas, furtiva, para que no la escuchase Vesania. Estaba claro que ya no tenía edad para estas cosas. Golpeó sin querer un pedestal, y aquel busto de bronce del no sé cuántos tátaras abuelo de Ser Hadder bailó haciendo ruido sobre la peana hasta que volvió a estabilizarse.

Ejem, ejem... ¿Se puede saber qué haces aquí?

El rostro severo de Vesania reflejaba el recelo y el odio a Nana, pero también era la cara de una persona que trabajaba mucho, dormía poco y ayuntaba tarde y mal.

Uy... perdón...-se disculpó, intimidada, girando el busto hacia su orientación original-Venía a por Sysa. Tengo muchísimo trabajo y ahora que Tanya no está, pensé que Sysa podría ayudarme...

Ahora que Tanya no está... Sysa también tiene el doble de trabajo en esta casa-las facciones del ama de llaves se relajaron hasta una sonrisa burlona que no dejaba muchas esperanzas-. Te la mandaré cuando acabe aquí la tarea que le encomendé, querida.  Puedes irte.

Estaba claro que solo por fastidiar, Vesania entretendría a Sysa todo el día con tareas menores. Nana se tendría que conformar con la ayuda única de sus dos temblorosas y ancianas manos.

Anocheció. Al fin. Nana subió cansada las escaleras a su desván. De nuevo sola. ¡Pero esta vez quería reír de júbilo y chillar de euforia! ¡Lo había logrado! De pronto, torció el gesto. Como en un mal presentimiento. Como si detectara una presencia maligna en aquella destartalada buhardilla. Lentamente llevó la mano al tirador de uno de los cajones de la vieja cajonera rota de los cajones sin tapa inferior. Pero si los antiguos habitantes del castillo nunca la tiraron, Nana tampoco lo haría. Y ahora le daría utilidad. Sacó despacio el cajón, desencajándola de la cajonera y quedándosela en la mano.

Silencio. Quietud.

Nana lanzó el cajón a un rincón oscuro. Y sacó y tiró otro a otro rincón. Y una vez más, con gran estruendo. Seguro que ese Ser Trycian estaba allí para asustarla de nuevo. Amén de que la vieja chocha le hará salir. De pronto sintió una mano fantasmal y fría agarrándola de un tobillo.

¡Aaaaah!

¿Se encuentra bien, Nana? Escuchamos ruidos aquí, como de pelea.

Esa mano solo era la del vecino de abajo, cuya cabeza asomaba por el hueco de la escalera. Falsa alarma. Ser Trycian no estaba allí, oculto entre las sombras.

S-s-sí... Sí, Cabrel, estoy bien. No te preocupes. Solo era un ratón, y a los ratones no les gusta roer huesos viejos como los míos.

El peón se le quedó un rato mirando, como quién mira a una loca. Luego bajó dejándola sola. Sola al fin otra vez. En silencio avanzó hacia la mecedora y se sentó. Apretaba los labios de satisfacción, riendo para adentro. Sacó el trapo que llevaba estos días cosiendo con Sysa. Esta vez, en el centro del trapo, había unos pelos rubios. Echó la mano a unas tijeras. Clic. Cortó. Tiró del hilo suelto, y el paño se cerró en una burbuja de tela encerrando los cabellos amarillos. Ató dos hilos: el que separaba la cabeza del tronco y el que separaba el tronco de lo que se supone serían dos piernas juntas en aquel muñeco de trapo.

Acunó el muñeco en su colo, como un bebé, mientras se regodeaba recordando su plan.

Primero sugirió a Sysa coger un mechón de la cama de su amado, que viendo como están los jóvenes mancebos solo podía tratarse del rubio y atlético Ser Madrigal.

Después condenó a muerte al conejo Madrigal. Viterrand los mató, pero dejó que Nana los despellejase. Mientras el cocinero no miraba, cortó un mechón de pelo rubio de la pomposa cola de aquel pobre animal.

No sería fácil darle el cambiazo a Sysa. Sabía que el pelo de Ser Madrigal estaría bajo la almohada de la cama de Sysa, pero tenía que asegurarse de mantenerla ocupada. Por eso Nana fue a la Casa Señorial. Empujó a posta el pedestal para hacer ruido y que Vesania la escuchase. Así logró hacerla creer que era suyo el mérito de sorprender a la anciana en el interior de la casa.

Conociendo su animadversión mútua, usó la psicología inversa para que Vesania creyese que la manera en la que fastidiaba más a la comadrona era manteniendo ocupada a Sysa, cuando en realidad era todo lo contrario. Con Sysa hasta arriba de tareas, Nana fue a la habitación de la niña. Levantó la almohada.

La cursi de Sysa le había puesto un lazo rojo al mechón, pero no importaba. Nana tenía todo el tiempo del mundo para estudiar el nudo, desenlazarlo y luego volviéndolo a reproducir. Solo que esta vez sería en torno al mechón de pelo de conejo.

Si las enseñanzas de su abuela eran ciertas, aquel muñeco podía hechizarse para que Ser Madrigal y el objeto sufriesen el mismo destino. Durante la justa en Bastión de Tormentas, Nana le rompería una pierna. Y así el joven musculoso de cabellos rubios volvería a los brazos de Nana para ser curado. Una excusa perfecta para tocar esas esculturales y duras pantorrillas. Nana se iba a poner morada a sobeteo.

Lo que Nana no pudo preveer es que Ser Madrigal se quedaría un par de semanas más en Bastión de Tormentas. Cuando su atractivo caballero volvió, ya solo cojeaba. Las virtudes de Nana como curandera no fueron necesarias, muy a su pesar.

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19/04/2014, 20:23
Ser Madrigal Oakenshaf-Casagrande.

VIÑETA AÑO 140 D.A.:Convalecencia de Ser Madrigal en Bastión de Tormentas.

El cuerpo desnudo esculpido en mármol de Madrigal reposaba en la cama con la piel perlada de sudor. Boca arriba, con la pierna entablada, respiraba con dificultad. El calor que desprendía su cuerpo no hacía más que cargar aún más el aire viciado de la habitación, tan denso que costaba respirarlo sin jadear. El dolor de la pierna era insoportable a pesar de estar fírmemente entablada.

-¡Aaaaah!- Gimió e inmediatamente una mano le tapó la boca con fuerza ahogando el sonido.

Voy a morir...

- ¡Shissss! Estate...mmmm...calladito...y no...morirás...aaah.

La joven cabalgaba a horcajadas sobre Madrigal como ningún jinete que hubiera conocido en su vida, y de eso se jactaba de tener vastos conocimientos. Si seguía así iba a desconyuntarle. ¿Y qué si se enteraban todos? ¡Qué se atrevieran a ponerle la mano encima!¡Por defender su amor mataría a quien se pusiera por delante!

Moríría mil veces entre terribles dolores si pudiera gozar de ella otro rato más. Me partiría la otra pierna.

Agarró la sábana y se la metió en la boca para morderla. Apretando los dientes aguantó las ganas de gritar cuando se derramó en su interior a la vez que sentía como el sexo de ella palpitaba en un clímax simultáneo. Maege Tyrell era puro fuego.

¡Oh, dulce dolor de nunca ser saciado...!

Su cuerpo se relajaba entre espasmos de placer pero la pierna le ardía. Sintió como el delicado cuerpo de ella caía sobre el suyo extenuado. Los frenéticos latidos acompasados de sus dos corazones poco a poco iban recobrando la normalidad. Si fuera por Madrigal se detendría el tiempo en ese mismo instante.  

Dio gracias a los Siete por haberse roto la pierna en aquel torneo. Gracias a ello había conocido a la mujer de su vida.

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20/04/2014, 02:13
Ser Trycian de Dorne.

Año 140 de la Dinastía Targaryen.

Castillo de Aguasclaras.

Mencionados: Nana la Comadrona, Soraya la Gata, Ser Otter Crakehall

Golpeo con furia el objetivo de paja y madera que tengo en frente. Mi espadón recorre el camino mientras mi ceño arrugado indica que no es un gran momento para hablarme. Aún estoy enojado porque Ser Hadder decidió no llevarme al torneo en Bastión de Tormentas. No sé si habría sido realmente interesante pero necesito un poco de acción para probarme a mí mismo que aún soy un caballero y que no he olvidado como luchar.

"¡Con un demonio! Nadie es mejor guerrero que yo en este puto castillo. Nadie es capaz de vencerme a caballo y con una lanza. ¡Soy el mejor caballero de toda la región y prefieren dejarme acá cuidando a las gallinas y las vacas! ¡Es una deshonra, una falta de respeto y un desconocimiento de mis dones!"

De a poco recupero la calma al pensar que por algún motivo es que presté juramento a Ser Hadder pues confío en su honor y su buen juicio. Probablemente haya una muy buena razón para que me dejase acá, como podría ser la defensa del castillo, una labor de más honor que un torneo, pues a mí me importa más el honor que la frívola gloria.

El tiempo que he estado en el castillo me ha sido útil. He entrenado mucho con mis armas, con mis armaduras y a caballo. He ido a hablar en reiteradas ocasiones con la comadrona anciana, quien me ha hablado de los dioses del norte y de hechicería antigua. No es muy dada a comunicar cosas, pero en largas sesiones hemos avanzado algo. La esperaba entre las sombras de su desván y después de un muy sano susto, comenzábamos a hablar o, mejor dicho, la obligaba a hablar para mí.

También me reuní un poco con esa tal Soraya, a la que llaman la Gata. Quería saber qué es lo que podría decirme acerca del Norte, pues proviene de sus confines, mucho más allá de donde yo puedo imaginar. Supe que ella había sido prostituta cerca del Muro, aunque mi instinto me dice que la obligaron a hacerlo desde el comienzo. El padre de su hijo probablemente fuera un hombre de la Guardia de la Noche que frecuentase el lugar donde ella se vendía. Es poco lo que la mujer sabe, pero consigo todo lo que deseo de la información que me brinda y nada más que eso, a pesar de lo que piensan algunos de quienes sabían de nuestras reuniones. Nunca busqué nada más de ella y nunca lo obtuve.

Ser Otter Crakehall es el hombre a cargo del castillo en este momento y yo estoy directamente bajo sus órdenes, lo que me transforma en el caballero de mayor rango en el castillo debajo de él. No me importa mucho, pues el poder nunca ha sido algo que me llamase la atención. Si me atrajera, podría haber hecho algo desde pequeño para heredar algunas tierras cerca de Lanza del Sol, ser un buen hijo para mi padre y ser visto con buenos ojos por el Príncipe de Dorne, pero nunca es lo que he deseado y ahora no es el momento.

Bajo mi espadón, pues ya ha sido suficiente entrenar este día. He estado cinco horas golpeando mi objetivo de distintas maneras, lo que hace que ya esté en muy malas condiciones. Sonrío al pensar que he recuperado todas mis habilidades después de casi morir, incluso he aumentado mis habilidades después de ello con creces. Ahora soy mucho mejor guerrero que esa vez y me encantaría vengarme de esos malditos bandidos aunque sé que probablemente nunca tendré la oportunidad.

Guardo mi arma y seco el sudor de mi frente mientras camino en dirección a los baños, donde dejo que alguna de las criadas me dé un baño para limpiarme antes de dormir. Me acuesto luego intentando disipar la furia que aún me asalta cada vez que me imagino desmontando a mis oponentes con mi lanza de justas en un torneo en el que ya no participé.

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20/04/2014, 18:02
[RIP] Brosten el Leñador.

Año 140

El año comenzó como cualquier otro, siempre el miedo metido en los más ancianos del lugar esperando que un rayo nos partiera a todos o nos hiciera cenizas. La verdad es que me importaban poco todas aquellas estúpidas supersticiones. Pasaba los días entre árboles y cenizas, talando y talando hasta que mis brazos no podían muscular más y todo para simplemente tener un plato de comida caliente y un sitio para dormir.

Al princio aquello era suficiente, pero pasaron los días, las semanas y algo dentro de mí de forma creciente intentaba convencerme de que tenía que haber algo más en esta estúpida vida. No sé cómo empezó, quizás aquellos primeros trueques de hojas con la vieja Nana o el ganarme la confianza con algunos guardias, pero a quién le importa el comienzo de las cosas. Solo sé que vi la oportunidad y la aproveché.

Aprovechando un pequeño permiso en mis que haceres para ir a mi pueblo natal, aproveché desviando mi camino para viajar a Solaz del Soldado, un pequeño pueblo con grandes oportunidades, aunque igualmente peligrosas. En la taberna no tardé en encontrar a un interesado en mi acceso al castillo y pronto acordamos un pequeño recado, era algo sencillo, tan solo introducir cierta mercancia de dudosa procedencia en el castillo. Al principio la idea no me pareció especialmente buena y de regreso en más de una ocasión estuve a punto de volverme, pero mi rutina vida volvía a mi mente reforzando mi convicción.

Aquella primera entrega resultó más fácil de lo que pensaba, gracias a cierta amistad con alguno de los guardias fue fácil. Las semanas fueron pasando mientras realizaba alguna pequeña entrega de aquí para allá aprovechando los permisos, hasta que llegó el torneo. En ese momento una gran oportunidad se brindaba, pues con la ausencia del señor la actividad del castillo era diferente todo el mundo holgazaneaba lo que podía y todo pasaba más desapercibido. Así que aproveché esta circunstancia para faltar más en mis obligaciones y realizar algunos transportes más ambiciosos. Inclusó llegué a pagar a algún mozo para que talara algunos árboles y poder ausentarme sin sospechas.

Conocí a mucha gente en lo que resultaba un lucrativo trabajo, más y más gente se interesaba por mis servicios y mi reputación pronto se extendió entre la gente que otros tacharían de no adecuada. Los trabajos ya no solo se trataban de mercancía, sino de información e intrigas, muchos y oscuros propósitos se engranaban en mentes igualmente oscuras.

Amasé una buena cantidad de dinero que servía para ayudar a mis pobres padres, en verdad yo no necesitaba demasiado. Incluso cambiar eso podía llevar a sospechas de quienes me conocían en el castillo así que guardaba la mayor parte del oro con la confianza de que algún día se presentaría la oportunidad de gastarlo. Cuando quise darme cuenta, en mi mente había construida una gran red de nombres, direcciones, intereses y encargos. Aunque rechacé algunos trabajos que conllevaban mancharse las manos de sangre. No estaba preparado para algo así, pues aún quedaba algo de cordura en mi mente y escrupulos en mi corazón, pero no dejaba de preguntarme hasta cuándo sentiría eso...

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20/04/2014, 21:47
[RIP] Bethan "Caratorcida".

VIÑETA AÑO 140 D.A.:

INTERVIENEN: Brosten.

Bethan cabalgaba a lomos de Brisa. Ese era el nuevo apodo que se había ganado su montura por un pequeño problema de gases provocado cuando el jinete tuvo la brillante idea de darle a probar un poco de fabada. Había pedido un permiso de una semana a Ser Otter, coincidiendo con el torneo de Bastión de Tormentas, para poder visitar su aldea natal. No esperaba que su viaje se fuese a dilatar tanto en el tiempo...

Pero por el momento estaba tranquilo. Tiró de las riendas para ralentizar a Brisa a medida que sus cascos empezaban a tamborear sobre el adoquinado de las calles de Solaz. Los vagabundos mojados en alcohol... las ratas... el olor a pis que rezumaban los callejones oscuros... Mentiría si dijese que echaba eso de menos. La vida de Caratorcida era mucho mejor ahora. Es ese tipo de lecciones de humildad que te enseñan a valorar las cosas buenas que trae rendir pleitesía a un noble.

Sonrió y detuvo a su caballo. Ni siquiera se habían tomado las molestias de cambiar el cartel de la posada del Trueno. Se habían limitado a pintar dos aspas sobre la "te" y la "u" para convertirla en la posada del Reno. Sí, señor... Típico de Solaz del Soldado. Bethan desmontó y guió a Brisa por el callejón. La habitación de las violaciones tenía cristal nuevo, solo que ahora la mesa sobre la que se cometían soportaba el peso de unos barriletes de alcohol.

Quédate aquí, Brisa. Si la cosa se pone fea, tú eres mi única vía de escape.

La puerta de la posada del Reno se abrió de par en par. La música del interior era rápida y animada, como si la matanza de la que fueron testigos estas paredes nunca se hubiese producido.

No era fácil pasar inadvertido con el tamaño de Bethan, pero parecía que el nuevo orden impuesto en los bajos fondos había aportado cierta seguridad. Nadie miró a Caratorcida con recelo. También es cierto que no era el único con facciones duras marcadas con cicatrices. Los clientes eran guerreros curtidos. Dirigió sus pasos a la barra...

Pasó de largo al primer borracho... y al segundo... Entonces los ojos de Bethan se abrieron por el hallazgo. El tipo tristón que bebía solo se llamaba Eichner nosequé. Habían pasado demasiados años como para que Bethan se acordase del mote, así que debía de ser muy vanal y poco original. ¿Eichner el Feroz? ¿Eichner el Grande? Aquella rata inmunda perteneció en tiempos al gremio del Trueno, pero en cuanto las cosas empezaron a ir mal fue uno de los primeros en tirar la toalla y hacer de matón para Sanguedor.

Bethan ataca a traición. Sujeta de la melena a Eichner y estrella su cara contra la barra dejándole inconsciente. Algunos hombres se ponen en pie y desenfundan. Vieja escuela. Es lo que hay que hacer en estas situaciones. Pero al no estar arropados por novatos y fanfarrones, carecen de la beligerancia de la multitud. Bethan los calma rapidamente.

Tranquilos, aquí no ha pasado nada. Sigan bebiendo. Me envía Sanguedor.

Deja una moneda sobre el mostrador para pagar la bebida de Eichner y trata de levantarle sin éxito.

¿Algún voluntario me echa una mano? ¿No? ¿Nadie? Adoro el civismo de Solaz.

Un encapuchado siniestro cuela su cabeza bajo el sobaco de Eichner, y Bethan se le une. Entre los dos lo sacan fuera y lo llevan a los establos. El encapuchado mantiene la mirada baja, dejando que la tela le oculte la parte superior de la cara. Simplemente deja a Eichner y se aleja.

¿Brosten? Brosten, ¿eres tú? Oh, camarada... Poniente es un pañuelo. Gracias por la ayuda. Cuando nos volvamos a ver en el castillo cuenta conmigo para lo que quieras. ¿Pasar mercancía? ¿Dejarte salir por las noches para ir a un lupanar? Lo que quieras, amigo. En mis guardias lo que quieras. Que no se diga que Bethan Caratorcida no sabe ser agradecido.

Con el leñador fuera de escena, Bethan vuelve a prestar toda su atención a Eichner. Le desarma, tirando las armas en un montón de paja para que no tenga oportunidad de revolverse y virar las tornas. Luego le despierta. Como hicieron con Bethan tras su primera borrachera: ahogando su cabeza en el abrevadero. Eichner canta. Todo. De algunas cosas, Bethan no tiene interés. Pero al final llega a la parte interesante: el paradero de Isaura Pyke. La bastarda de las Islas del Hierro vuelve a casa.

Siguiente parada: Sept de la Bahía. Se gana un pasaje en barco apareciendo ante unos marineros con un barrilete de licor. Robado, por supuesto. El presupuesto de Bethan para viajar es reducido, y a veces hay que improvisar. Bebieron juntos, un público agradecido con los que Bethan podía hacer pasar sus viejos chistes como nuevos. Y el barco partió hacia un caladero en los alrededores de la isla de Harlow. Para entonces, Bethan ya se había olvidado del plazo para volver a la fortaleza del lago.

No fue un viaje placentero. Les pilló tormenta. El barco sufrió daños y perdió un mástil. El viento lo llevaba ahora a la mitad de velocidad. Fue presa fácil de los piratas. Bethan aprovechó para tirarse al agua y esperar escondido con la mano sujetada al ancla. No fue nada violento. Ni siquiera hubo abordaje. Ante la extorsión, los marineros dieron de buena gana un par de cajas de pescado con tal de mantener la cabeza unida al cuerpo. Y mientras charlaban pescadores y piratas, Bethan buceó hasta el costado opuesto del barco corsario y se coló de polizón.

Tiene que mejorar sus dotes de subterfugio. Pillaron a Bethan en la bodega, lo acusaron de espía y se cansaron de ejercitar sus nudillos en la cara de Caratorcida. Casi se la enderezan. Bethan empezó a hablar. A cantar como un Eichner, aunque mucho más atropellado y con mucho menos sentido. Y por casualidad mencionó el nombre de Isaura Pyke...

De pronto, tan amigos. A Bethan le desataron y bebieron con él. Y tomaron unos pescaditos bajo el cielo estrellado. Y volvió a contar los viejos chistes de siempre ante un nuevo público entusiasta.

Cada estrella en el cielo es un dragón... menos esa estrella de ahí. Esa estrella que brilla es un diente de oro de un Lannister. Jajajaja...

Bueno, pasaron los días sin que Bethan ahondase mucho en los objetivos de los piratas. Hasta que divisaron tierra. En ese momento, los piratas empezaron a subir fuego valyrio de las bodegas a cubierta. Prepararon las catapultas. Ya tenían todo listo cuando estuvieron lo suficientemente cerca como para ver las murallas de Varamar.

Debió seguirles el juego. Le habrían llevado con ellos de vuelta a las Islas del Hierro. Le habrían llevado con Isaura Pyke. Pero aquellos bastardos tenían fuego valyrio. ¡Fuego valyrio, por los dioses! Aquello le superaba. Mientras las llamas crepitaban sobre el feudo Mallister y los piratas vitoreaban y festejaban, Bethan se echó al mar sin ser visto. Nadó, a la desesperada. Nadó el gran trecho que puede cubrir una catapulta naval. Y exhausto llegó a tierra. Pero no se permitió descansar. Bethan Caratorcida desgastó sus botas para alejarse lo más rápido posible de allí. Caminó durante días para salvar la distancia que separa Varamar de Sept de la Bahía. Y allí le esperaba su caballo, recién bautizado como Paciente.

Volvió a Aguasclaras con el rabo entre las piernas, sin ganas de más aventuras por un buen tiempo. No dijo nada a nadie de lo que había visto. ¿Reconocer que había estado en ese barco no le convertía en cómplice de la devastación de Varamar? Durante una temporada estuvo pendiente de las noticias del extranjero; saber por cuánto se contaban las vidas perdidas; por cuánto se cotizaban las cabezas de los incendiarios, entre los que incluía la suya propia. Y para su sorpresa, resultó que todo fue atribuído a un dragón. Casi mejor. No hay que remover el lodazal.

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21/04/2014, 00:12
[RIP] Dregg "Ojotonto", Cazador.

Año 140.

Poco tardaron las teorías conspirativas en desaparecer de la cabeza del cazador tras el incidente del banquete. Con el tiempo fue dejando de hablar del tema con Pik y pronto acabó olvidándolo. No era asunto suyo, y nunca más volvió a comentarlo con nadie.

Su vida era, cada día que pasaba, más rutinaria. Las mujeres seguían rechazándole, y el formar una familia era un sueño cada vez más inalcanzable. Corrompido por la frustación, cada vez fue alejándose más del joven Plumby, a quien llegó a querer como un hijo, intentando ahorrarse sufrimiento, pues suficiente tenía con su baja autoestima. ¿Por qué? ¿Por qué había él de sufrir de aquella forma, por qué no podía tener el mismo aspecto de los demás?

La soledad de la caza cada vez era menos reconfortante, pues el silencio y las largas horas en el bosque sólo daban pie a que pensara. Las presas cada vez significaban menos, y su sufrimiento cada vez mayor.

Poco tardó en entregarse al vicio y empezar a visitar a las prostitutas del pueblo en furtivas escapadas, buscando la felicidad en el placer carnal con el poco dinero que ganaba y podía permitirse gastar. Pronto se convirtió en un habitual de los burdeles, y tampoco tardó en acostumbrarse a las miradas de asco de las jóvenes con las que yacía. Cuando dormía junto a ellas, las abrazaba como si realmente fuesen su esposa.

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21/04/2014, 00:24
Ser Orsey Crakehall.

Año 140.

La derrota moral de Ser Baltrigar en el primer lance del torneo (pues finalmente se consideró que acabó "en tablas"), y más ante un escudero, fue un punto de inflexión en la vida del joven primogénito de la casa Crakehall. Su mentor, el hombre a quien servía como escudero, fue derrotado por un escudero. Alguien como él, incluso aún más joven, fue capaz de derramar la sangre del caballero.

Aquella visión de la sangre de Ser Baltrigar no hizo si no aumentar la confianza en sí mismo de Orsey, y el hecho de ver a otro escudero derramándola fue el mayor aditivo.

El joven, con el tiempo, iba convirtiéndose cada vez más en un guerrero brutal. Continuó con su entrenamiento de armas, a pesar de los esfuerzos de su padre para que dedicara también algo de tiempo a la política y la estrategia. Atrás quedaban los juegos de niños en los que aplastaba el cráneo de sus enemigos para darse un festín de gloria con sus vísceras: cada vez era más maduro y mejor guerrero, pero su pasión por la brutalidad y la violencia no quedaron atrás junto con sus juegos.

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21/04/2014, 11:24
[RIP] Ser Hadder Tully, Señor de Aguasclaras.

Año 140 D. A. - Mes 5

Ser Hadder observó al Maestre mientras volvía a enrollar el pergamino con paciencia y sin hacer apenas ruido. Meditabundo, se hundió en su silla y comenzó a mordisquearse los nudillos como hacía cuando le asaltaba la preocupación. Aquella carta del nuevo Lord Baratheon que el Maestre Ammon acababa de leerle, llegaba en un momento completamente inoportuno. Tenía demasiados planes, demasiado que hacer como para ausentarse durante meses para asistir a un ridículo torneo pare el que, además, ya no tenía edad. Durante unos breves instantes llegó a juguetear con la idea de poner alguna excusa y mandar a Ser Otter en su lugar... pero lo último que le convenía en aquel momento a los Tully de Aguasclaras era ofender a la Casa Baratheon entera.

Ser Hadder desconocía en qué circunstancias había Lord Corwen Baratheon llegado al poder. Había escuchado rumores sobre que un accidente de caza había acabado con la vida de Lord Robert Baratheon... pero los rumores, a menudo, no son más que eso. De cualquier modo, el Rey en persona había expresado su apoyo por Lord Corwen, lo cual hacía aún más importante estar allí para expresar su apoyo al nuevo Lord Baratheon.

Sus pensamientos se detuvieron sobre los costes de enviar semejante comitiva, y sus mandíbulas se cerraron con fuerza.

-Bien, no me queda más remedio que asistir. –Dijo, de pronto. El Maestre había estado guardando un silencio tal, que cualquiera podría haber pensado que se hubiera quedado dormido. Ser Hadder sabía, sin embargo, que Ammon no perdía detalle de ninguna palabra o gesto de su señor. Que lo escuchaba, veía, y analizaba todo.- Sin embargo, vamos a enviar una pequeña y austera representación. Nuestras arcas no están como para soportar excesos. Nadie más que los imprescindibles irán a Bastión de las Tormentas. Lo justo para no ofender a nuestros anfitriones. Bien, yo debo ir, por supuesto... Además, llevaré a dos caballeros conmigo para que participen en el torneo, y dejaré a dos aquí para guardar el castillo.

-Ser Otter como Castellano, y caballero más veterano, quedará al mando del castillo. Sería una ofensa no llevar a Ser Baltrigar, por supuesto. Por no mencionar que puede serme de utilidad allí, siendo un Tormenta. Entre Ser Trycian y Ser Madrigal... confío más en Ser Trycian, después de cinco años de servicio. Prefiero que se quede aquí, para ayudar a Ser Otter a guardar el orden. Por otra parte, Ser Madrigal fue el vencedor del último torneo, sería un insulto no llevarle conmigo. Además, aún tiene más que demostrarme que los demás.

El Maestre Ammon tomaba nota de todo lo que Ser Hadder decía, en silencio.

-Bien, los participantes, por lo tanto, están decididos. Me llevaré a Malcom Ríos como sirviente personal y a Tanya para atender a los demás. Los hijos de Ser Otter, como escuderos de Ser Baltrigar y mío propio, por supuesto. Además, dado que privo a Ser Otter del honor de asistir, por lo menos permito que sus hijos le representen y luzcan su buen nombre. Como protección me llevaré a mis tres espadas juramentadas; Royne Ríos, Theresa Nieve y Randyl Lanzapartida. Estarán a cargo de la seguridad, y podrán participar ellos mismos en la competición. Además, Ser Madrigal necesitará un escudero.

Ser Hadder hizo una pausa, meditando si necesitaría la asistencia de alguien más.

-En cuanto a ti, Ammon, te necesito aquí, atendiendo a los cuervos y asistiendo a Ser Otter como consejero. No me cabe duda de lo útil que me serías allí, pero no puedo prescindir de ti aquí. -Tras el asentimiento del Maestre, Ser Hadder continuó.- Bien, es todo. Redacta la carta de respuesta. Informa a los asistentes, que estén listos de inmediato. Habla con Royne Ríos, quiero que lo tenga todo preparado para salir en tres días.

Sin más, Ser Hadder despidió al Maestre y se quedó solo, rumiando sus pensamientos. Aunque le incordiaba el hecho de tener que ausentarse del castillo, y sabía que a su edad un viaje así de largo -sin las comodidades que dan las grandes cantidades de oro- era algo agotador, debía reconocer que ansiaba volver a entrar en combate, aunque se tratara tan sólo de un torneo.

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21/04/2014, 13:07
Jeremyed el Herrero.

Año 140 D.A.

Nunca supo cuan profundo fue el agujero en que su alma yació presa de cadenas, mortajas y lienzos mortuorios.

La procesión de los días que vivió Jeremyed, simplemente se retorcían al final de las jornadas en ataúdes plenos de noches vacías.

Y del mismo modo que el sol sale una mañana y descubres lo inmenso de la creación, el hastío cedió el turno a la febrícula creadora.

Un resorte se había pulsado en el fondo del alma del herrero cuando el Maestre Ammon había aceptado bajo su tutela al pequeño Aaron. Confianza en el prójimo, quizá fuera única y símplemente eso lo que le faltaba a Jeremyed para dar un sentido, un fin y meta a su vida.

Sus pupilas se clavaban en el metal incandescente jornada tras jornada, como si quisiera atravesar el duro elemento, entender el alma al rojo vivo de lo que a él ya no le parecía elemento inerte. El metal era algo vivo, animado, con espíritu, un espíritu que le hablaba, le susurraba de soslayo secretos íntimos, el modo de acariciarlo, golpearlo, combarlo, estirarlo y endurecerlo. De darle la plasticidad para que no cediera ante un golpe o acometida.

Vibrante, elástica y sólida así era el alma de una hoja, forjada con sudor y sobre todo con honor. Definitivamente el seso del herrero había entendido que el acero, el hierro el cobre y el bronce eran seres de honor, siempre entregaban tanto como recibían.

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21/04/2014, 13:30
[RIP] Din el Forestal.

Llevaba ya varios meses solo en la espesura. Se había dejado caer un par de noches por el Castillo, para saludar a su esposa e hijos, y asegurarse de que todo iba bien. Pero sus labores como Forestal le impelían a ausentarse demasiado a menudo.

Din no podía negar que la mayor parte del tiempo se sentía mucho más a gusto solo en el bosque que en compañía de gente. En ocasiones como aquella, cuando estaba cazando algún furtivo, era cuando se sentía más vivo, más él. Por los Siete, le estaba resultando demasiado fácil.

Vio el rastro de pequeñas ramas rotas que aquella pareja de furtivos estaban dejando al pasar. Habían detectado la presencia de Din cuando su tercer compañero cayó en una de las trampas del Forestal, y no se lo habían pensado dos veces cuando echaron a correr dejando a su compañero colgando y gritando como un descosido.

Din se movió veloz, pisando de piedra en piedra, para no dejar rastro. Evitando ponerse en la dirección del viento fue acercando su paso al de su presa. Y después de unas seis horas de persecución, antes de que anocheciera, dio con ellos.

Se dijo que la próxima vez debía llevar con él a Pik o Dregg. Habrían disfrutado de ello. Desde detrás de un árbol lanzó la primera flecha que se clavó en la pierna del primer furtivo. La saeta le atravesó el muslo y se quedó ahí, sobresaliendo la punta por un extremo, y las plumas de ganso por el otro. Uno que no escaparía.

El segundo furtivo lanzó una mirada de horror a su compañero mientras éste gritaba y echó a correr sin mirar atrás. De nuevo un error. Con fría calma Din preparó una segunda flecha en el arco, siguió con sus brazos el movimiento del hombre, siempre unos metros por delante, prediciendo la trayectoria, y soltó. El silbido sonó en el silencioso bosque y otro grito acompañó al primero.

Cuando anocheció, el Forestal ya estaba camino de vuelta a Aguasclaras, con tres prisioneros atados, dos de ellos heridos en la pierna, montados a caballo. Casi deseaba no haberles impedido dar caza mayor. El castigo hubiera sido más severo y futuros furtivos se lo pensarían dos veces antes de internarse en sus bosques. Pero bueno, aquello también le valía. Sin algunos dedos y con las heridas en las piernas, aquellos que se hacían llamar cazadores también podían hacer correr la voz. Nadie se internaría en los bosques de Ser Hadder sin permiso. Nadie.

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21/04/2014, 13:32
Ser Baltrigar "el Traidor".

Baltrigar observó el Castillo de Aguasclaras en el viaje de regreso. Estaban llegando. Sólo deseaba reunirse con su mujer y sus hijos y olvidar ese nefasto viaje.

Ya había sido suficientemente agotador el viaje de ida, como para ahora tener que soportar el de vuelta. Después de todos los desprecios y humillaciones sufridos. Debía intentar hablar con Ser Hadder en cuanto pudiera. Al menos debía decirle lo que pensaba, tuviera o no pruebas. Y luego ya el Señor de Aguasclaras sabría qué hacer. Que su tío Lord Corwen hubiera posiblemente orquestado la muerte de su padre, Lord Robert, en connivencia con la Corona no era algo que agradara a Baltrigar. Estaba muy harto de las políticas e intrigas de la Corte. En ese viaje, Baltrigar había encontrado demasiados indicios y sospechas, demasiados Baratheon apartados de puestos de responsabilidad y enviados lejos en misiones diplomáticas de poco calado. La Corona y Lord Corwen se habían encargado bien de atar todos los cabos sueltos.

Ser Hadder debía estar al tanto de todo aquello, Baltrigar debía al menos explicarle por qué Lord Corwen y el Príncipe Targaryen se habían ofendido. Debía explicar a Ser Hadder que nunca había sido su intención entorpecer la comitiva, o mancillar el buen nombre de Ser Hadder.

Era una lástima que no hubiera podido conseguir más pruebas. Y todos sus esfuerzos diplomáticos siendo un bastardo, sumado al agotamiento del viaje, habían hecho mella en el Caballero, haciendo que su rendimiento durante el Torneo fuera nefasto. Seguía sin comprender cómo no había sido capaz de descabalgar a aquellos escuderos.

De todas formas nunca le había preocupado su reputación en Bastión de las Tormentas. Nunca le habían mirado con buenos ojos, y nunca habría llegado lejos allí. Lo mejor que pudo hacer en su día fue jurarle lealtad a Ser Hadder, y Baltrigar seguiría fiel hasta el fin de sus días.

Ahora sólo deseaba llegar a su casa y abrazar a Clarissa. Contarle lo sucedido y ver cómo estaban sus hijos. Baltrigar sólo quería descansar en su hogar.

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21/04/2014, 16:50
[RIP] Ser Hadder Tully, Señor de Aguasclaras.

Año 140 D. A. - Mes 6

Ser Hadder jadea pesadamente, mientras espera la decisión del juez del torneo, tras su primer lance. Las piernas, los brazos, la lanza... todo le pesa mucho más de lo que debería. El viaje desde Aguasclaras ha sido mucho más duro de lo que esperaba, y por vez primera en su vida, el caballero se ha sentido casi un anciano. La fatiga se alojó en sus huesos desde el primer día, y ha rehusado abandonarle desde entonces.

"Maldita vejez", piensa.

En los días previos al torneo, Ser Hadder hace un esfuerzo por frecuentar los más altos círculos nobiliarios, y codearse con los grandes señores, lo cual le deja poco tiempo para el descanso. Tal vez debiera haber hecho menos política, y más descanso, a juzgar por lo mucho que le ha costado el lance, pero lo cierto es que no se arrepiente en absoluto. Ha logrado poner Aguasclaras en el mapa, y ofrecer a todos aquellos nobles de cuna una imágen de sí mismo como un auténtico Tully, y no tan sólo un bastardo venido a más.

Mientras tanto, el resto de la modesta comitiva tampoco se ha mantenido ociosa. Orsey y Horace cumplen diligentemente con todas sus tareas de escuderos, la buena labor de los tres espadas juramentadas hace que no deban lamentar ningún altercado, y el servicio, a cargo de Royne y Tanya es más que satisfactorio. Ser Madrigal, más interesado en perseguir faldas, no resulta ser tan hábil en el campo de la diplomacia como había parecido serlo en el de batalla, pero al menos no causa ningún incidente protocolario...

Ser Baltrigar es otro cantar. El caballero, bastardo de origen y de nombre, puso en tela de juicio toda la comitiva de Aguasclaras, al protagonizar un incidente lamentable en el que ofendió gravemente a Lord Baratheon a y su Excelencia Osmos Targaryen en persona. Ser Hadder, que no presenció la ofensa, decidió esperar a regresar a casa para lidiar con el asunto, dado su estado físico y la participación en el torneo, y dedicarse tan sólo a intentar salvar la maltrecha imagen que pudiera quedarle a su casa.

Y así... llegó aquella primera ronda de torneo. Ser Hadder se dio cuenta enseguida nada más levantarse de que su forma física no iba a ser mejor aquel día. Se vistió, con ayuda del joven Horace, y cabalgó hacia el campo de justas junto a Ser Baltrigar y a Ser Madrigal. El ambiente era embriagador. El olor de los caballos, el sonido de las armaduras y de los martillos repiqueteando, el clamor del público.

El primer lance fue interesante. Ser Hadder no pudo evitar un ápice de agrado cuando Ser Endymion Tully, fue derrotado por el Príncipe Osmos, aunque de forma ajustada. Ser el último Tully en pie, de seguro sería bueno para Aguasclaras. 

A continuación, Ser Rowley Bolton derrotó a Ser Landon Tyrell sin demasiada dificultad.

Ser Hadder estaba convencido de que Ser Madrigal resolvería con mucha sencillez el tercer lance, contra un Escudero; Sarmión Baratheon. Grande fue su sorpresa cuando el juez del torneo acabó declarando tablas, ya que el de Puenteamargo había sido incapaz de derrotar al jóven quien, por otra parte, cabalgaba magníficamente, y portaba su lanza con la soltura propia de su sangre. Por si fuera poco, Ser Madrigal fue herido por las astillas de su propia lanza al romperse, aunque parece que podrá continuar adelante en el torneo.

En el cuarto combate, Ser Wenzas Colina aplasta y casi mata al Escudero Qoylan Estermont, atravesándo su coraza con su lanza.

"Habrá que tener cuidado con el tal Ser Wenzas"

Ser Layton Lannister de Roca Casterly y Ser Ysle Velarion de las Mareas se intercambian varios golpes sin demasiada intención, hasta que de mutuo acuerdo deciden dejarlo en empate. Ser Hadder resopla para sus adentros, disgustado con la decisión.

"Se lucha hasta vencer o ser derrotado"

En el sexto compate, Ser Dunric Dondarrion de Refugio Negro da una lección de montar y manejo de la lanza, al desmontar de forma impecable y sin consecuencias al Escudero Artur Penrose.

Ser Hadder no presta demasiada atención al séptimo combate, en el que se enfrentan dos escuderos; Vilmer Trant y Paton Selmy de Torreón Cosecha. Parece ser que gana el primero, pero Ser Hadder está ocupado preparándose para su próximo lance, y no logra formarse una idea sobre la técnica del muchacho.

Finalmente, llega el turno de Ser Hadder. Su oponente es otro escudero. Un vecino, además. Linn Mallister de Varamar. Ser Hadder hace esfuerzos desmesurados por mover sus extremidades y sus armas a la velocidad a la que lo ha hehco siempre, pero la fatiga sigue donde estuviera unos minutos antes, y sus ataques no tienen ningún peligro. Por suerte, la inexperiencia del de Varamar hace que se ponga nervioso ante un veterano como Ser Hadder, y el muchacho hace una esquiva demasiado enérgica ante un ataque nada peligroso, y se resbala de su propia silla, dando contra el suelo sin haber sido apenas tocado.

Lord Baratheon da como ganador a Ser Hadder, aunque el de Aguasclaras sospecha que se trata más de un movimiento político, favoreciendo a un caballero antes que a un escudero.

Ser Hadder desciende de su montura con extrema dificultad y agotado, y presencia el último enfrentamiento de la ronda mientras Horace le quita la armadura.

Ser Baltrigar se enfrenta también él a un tal Escudero Molton Mares. A pesar de los duros ataques de Ser Baltrigar, ninguno logra imactar en su oponente, que además es temeroso y poco diestro. Lord Baratheon se debate entre descalificar a los dos contendientes que parecen tratar de esquivarse, o declarar el lance un empate. Finalmente anuncia tablas entre los abucheos del público y el profundo disgusto de Ser Hadder.

Ser Hadder lanza unas corteses contestaciones de rápido camino a su tienda, donde se desploma en su camastro, presa del agotamiento. Antes de perder la consciencia, un pensamiento da vueltas en su cabeza.

"Nos han emparejado a los tres con escuderos, y ninguno de los tres hemos sido capaces de vencer el combate. Ni siquiera yo he vencido realmente. Esto es absolutamente intolerable, y perjudica mi imagen y la de Aguasclaras".

Y sin más, Ser Hadder cae en un profundo sueño reparador, esperando a ser llamado para su siguiente lance.

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22/04/2014, 09:50
[RIP] Ser Hadder Tully, Señor de Aguasclaras.

Año 140 D. A. - Mes 6

Cuando Royne Ríos despertó a Ser Hadder para la segunda ronda del torneo, el caballero encontró sus fuerzas renovadas y el cansancio desvanecido. Tal vez era sueño lo que le había venido faltando, pero se encontraba a punto y con ganas de subir al caballo. Mientras se vestía, ayudado por Horace, flexionaba los músculos con furia. 

"Ahora verán de lo que es capaz Ser Hadder Tully de Aguasclaras"

En el primer lance de la ronda, Ser Rowley Bolton descabalga violentamente al Príncipe Osmos Targaryen. El Prícipe se hace daño, pero nada de gravedad.

A continuación, el temible Ser Wenzas se enfrenta a Ser Madrigal. El bastardo de los Lannister arroja al de Puenteamargo al suelo, quien se rompe una pierna. Ser Hadder observa la escena con la mandíbula tensa y los puños cerrados con fuerza.

El escudero Sarmión Baratheon derrota a la primera y con muchísima potencia a Ser Layton Lannister, quien se marcha del torneo sin haber brillado en absoluto. Ser Hadder relaja el gesto, observando con aprobadora admiración al -no tiene duda alguna- futuro Ser Sarmión Baratheon.

El cuarto lance es, sin lugar a dudas el más interesante hasta el momento en el torneo. Ser Ysle Velarion de las Mareas y Ser Dunric Dondarrion se sumergen en un reñido combate, cargado de habilidad y corazón, que acaba venciendo Ser Ysle.

Finalmente, llaman a Ser Hadder a combatir contra el escudero Vilmer Trant. Ser Hadder maldice.

"Otro escudero. Casi parece que lo hagan aposta... No puedo perder, no puedo permitir que se diga que en Aguasclaras no somos capaces de derrotar a simples escuderos."

Ser Hadder desconoce la técnica y potencia del tal Vilmer, por lo que decide no correr riesgos. En el primer lance, el caballero hace una agresiva finta hacia la derecha, destinada a obligar a su oponente a echarse hacia la izquierda en la silla, donde golpearle finalmente, para descabalgarle sin mayor problema. Sin embargo, la inexperiencia o el arrojo del escudero hacen que se eche hacia la derecha, en lugar de a la izquierda. La lanza de Ser Hadder se encuentra el cuerpo del muchacho antes de lo que debiera, e impacta en él antes de lo esperado. Sotenida por un brazo fuerte y experimentado, el asta atraviesa la coraza y el cuerpo del escudero, que es despedido del animal y cae al suelo sin rastro de vida en él. La lanza del escudero, que al echarse hacia él logra unos centímetros más de alcance, llega a tocar al de Aguasclaras que, sin oponer resistencia debido a la sorpresa, cae lentamente al suelo.  

Ser Hadder se incorpora a tiempo para ver cómo el cuerpo del muchacho es desalojado del campo, acompañado de sollozos y gritos de desconsuelo. Aún conmocionado, mientras Lord Baratheon le hace vencedor, Ser Hadder maldice su suerte y siente los ojos acusadores de los presentes clavarse sobre su persona. Ser Hadder hace una reverencia cuando Lord Baratheon le despide, aunque no oye realmente sus palabras. 

Ya de vuelta en la tienda, Horace le informa de que Ser Baltrigar, enfrentado de nuevo al Escudero Molton Mares, ha sido nuevamente incapaz de vecer el lance. Ser Hadder maldice una vez más. Ante los audibles abucheos del público, Lord Baratheon declara un nuevo empate.

"Ser Madrigal incapacintado, Ser Baltrigar incapaz de vencer a un escudero, y yo acabo de asesinar a uno... Esto va de mal en peor...", piensa con rabia.

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22/04/2014, 11:39
[RIP] Ser Hadder Tully, Señor de Aguasclaras.

Año 140 D. A. - Mes 6

Durante los lances posteriores ya no queda rastro de cansancio en los músculos de Ser Hadder. Ahora, sin embargo, hay cautela, y un marcado desánimo y mal humor. El de Aguasclaras sabe que no puede permitirse herir a nadie más, o su imagen se verá irreversiblemente dañada. Tampoco quiere ser eliminado sin más, pues aquello acabaría de golpe con toda posibilidad de lavar dicha imagen.

Antes del cominezo de la tercera ronda, Ser Hadder solicita una audiencia con Lord Trant. Como representante de la casa Tully, esta le es concedida. En los aposentos de los Trant reina el duelo y la tristeza. Lord Trant recibe a Ser Hadder de pie, visiblemente tenso y con los puños cerrados con fuerza.

-Perdonad la intromisión, mi buen Señor Trant. -Comienza Ser Hadder con respeto, aunque sin amilanarse.- Quería tan sólo expresaros mis más profundas y sinceras condolencias por el desafortunado accidente que nos ha arrebatado la vida del joven Vilmer. Era sin duda un muchacho valiente y diestro, y maldigo el sino que nos ha privado de ver el excepcional caballero en que, sin duda, se habría convertido.

"Del montón, como mucho", piensa Ser Hadder en realidad, pero evita que el pensamiento se refleje en su rostro. Visiblemente, Lord Trant relaja un ápice la tensión de su cuerpo, su rostro y sus puños, pero continúa fulminando a Ser Hadder con la mirada.

-Si no es mucho atrevimiento, -Continúa Ser Hadder.- quisiera pediros el favor y el tremendo honor de exhibir el emblema del hombre colgado junto al mío propio, como gesto de homenaje al joven Vilmer, a vos, y a la casa Trant por entero.

Lord Trant observó a Ser Hadder un momento, cómo si quisiera sacarle los ojos allí mismo. Le odiaba, claramente. Ser Hadder trató de imaginarse cómo se sentiría él hacia el hombre que hubiera acabado con la vida de Pendrik, Haudrey o Gwraidd. Probablemente habría tomado su vida allí mismo. Sin embargo, Lord Trant relajó el cuerpo y se desplomó en una silla cercana. No varió su expresión de desdén ni un ápice, pero pareció envejecer diez años de pronto.

-Sea. -Dijo, hundiendo el rostro en sus manos, dejando de mirar a Ser Hadder.- Podéis marcharos.

Ser Hadder salió de los aposentos de Lord Trant sin decir nada más, dejándole para vivir su duelo en paz. A continuación fue al encuentro de Horace, y le encargó que se hiciera con unos cuantos emblemas de la casa Trant, pequeños, y que los prendiera junto a los suyos propios en su estandarte en su caballo y en su escudo. A continuación, se encamina hacia el campo de justas, para presenciar la reanudación del torneo. A cada paso siente las miradas de desprecio de nobles y plebeyos clavarse en él.

En la tercera ronda, Ser Rowley descabalga limpiamente y con una notable falta de asesinato al escudero Molton Mares, ante la atenta y pesada mirada del de Aguasclaras.

El ánimo de Ser Hadder mejora un poco en el segundo lance, cuando ve al flamante escudero Sarmión Baratheon derrotar con una potente embestida al fiero Ser Wenzas Colina, responsable de la lesión de Ser Madrigal. 

El combate de Ser Hadder contra Ser Ysle Velarion está fuertemente marcado por los reparos y la cautela de Ser Hadder. El de Aguasclaras no está concentrado, y no desea arriesgarse a herir a Ser Ysle, por lo que esgrime una técnica bastante pobre en el ataque. Por otro lado, en la defensa, deja clara su habilidad sobre el caballo, y esquiva sin problemas los ataques de su contrincante. Finalmente, Lord Baratheon sentencia un empate. El emblema de la casa Trant que exhibe Ser Hadder recibe algunas miradas y comentarios, pero no parece devolverle ni un ápice de simpatía.

Ser Baltrigar no combate en esta ronda, teniendo que esperar hasta la siguiente. Ser Hadder se ve casi aliviado por este hecho. El papel de Ser Baltrigar en el torneo está siendo bastante pobre.

Ser Hadder asiste al comienzo de la cuarta ronda con interés, pues se enfrentan el escudero Sarmión Baratheon, que tanto le está gustando, y Ser Rowley Bolton, que ha exhibido mucha clase en los tres lances anteriores. Ser Hadder no puede reprimir una exclamación de euforica adhesión cuando el de Bastión de las Tormentas logra descabalgar al de Fuerte Terror.

"Nunca me han gustado los Bolton. Y ahora, ya no quedan norteños en el torneo. El ganador honrará a los Siete."

-¡Ser Hadder Tully de Castillo Aguasclaras contra Ser Baltrigar Tormenta! -Anuncia la voz del heraldo.

Ser Hadder se ve sorprendido. Estaba convencido de que sería él quien descansaría hasta la cuarta ronda, dada su edad, no Ser Ysle. Ahora tendría que luchar contra uno de sus propios caballeros.

Ser Hadder percibe la hostilidad hacia su persona en las miradas de los asistentes. La expresión compungida en el rostro de Ser Baltrigar. Y se da cuenta de que tanto unos como el otro llevan el emblema de la casa Baratheon. Ser Baltrigar es un Baratheon, es de los últimos participantes aún en pie, y no ha vencido ni un lance aún. Ser Hadder se da cuenta de que herir a un Baratheon, es lo peor que puede hacer, llegado este punto. El lance es aburrido y mecánico. El público abuchea, y ni Ser Hadder ni Ser Baltrigar sin capaces de presentar peligro alguno. Ser Baltrigar vuelve a ofrecer una imagen pobre. El Lord Baratheon declara tablas con claro gesto de disgusto, y Ser Hadder vuelve a recordar la afrenta cometida por Ser Baltrigar a Lord Corwen y al Príncipe Targaryen. Tal parece que toda la imagen de Aguasclaras que había logrado transmitir Ser Hadder a la llegada a Bastión de las Tormentas se haya ya desvanecido.

Dado que Ser Ysle tiene que aguardar hasta el Quinto Lance, ahora, quedan tan sólo cuatro contendientes, de los diecinueve iniciales; el escudero Sarmión Baratheon, Ser Hadder Tully, Ser Baltrigar Tormenta y Ser Ysle Velaryon.

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22/04/2014, 13:22
[RIP] Ser Hadder Tully, Señor de Aguasclaras.

Año 140 D. A. - Mes 6

La quinta ronda comienza con mucha excitación para Ser Hadder. El de Aguasclaras es emparejado nada menos que con el escudero Sarmión Baratheon, que tan maravillosamente está combatiendo en el torneo. Ser Hadder disfruta el lance, y combate con ganas, aunque sigue teniendo cuidado de no herir a un Baratheon en su propia casa, y menos un escudero, teniendo en cuenta su fama actual. A su juicio, Ser Hadder es quien más cerca está de llegar a derribar al escudero, pero finalmente ambos se mantienen sobre la silla. Ser Hadder logra, con no poca habilidad, esquivar los ataques de su adversario, y Lord Baratheon declara un empate. Ser Hadder queda satisfecho con el lance, teniendo en cuenta todas las circunstancias.

En el segundo lance, Ser Baltrigar, vuelve a hacer un papel bastante pobre, y esta vez sí, es derrotado limpiamente y sin consecuencias por Ser Ysle Velarion. 

"Definitivamente", piensa Ser Hadder, "Ser Baltrigar ha jugado un papel lamentable en este torneo... Aunque Madrigal no lo ha hecho mucho mejor. Ninguno de los dos ha vencido ni un combate."

Llega la sexta ronda, y Ser Hadder vuelve a verse sorprendido por no ser llamado a descanso. Casi lo prefiere. Se enfrenta esta vez a Ser Ysle Velarion, mientras el Escudero Sarmión Baratheon aguarda el séptimo lance. En la primera carga, ninguno de los contrincantes logra alcanzar al otro. Ser Hadder hace girar a su montura, enarbola la lanza con fuerza, eleva el escudo con el emblema de su Casa, de la que prende un pequeño estandarte de la casa Trant, y espolea a su caballo, lanzándolo al galope contra su oponente, que carga en dirección contraria. Ser Ysle no logra acertar a Ser Hadder, que se desliza en la silla lo justo para esquivar el golpe. A su vez, el de Aguasclaras dirige su lanza hacia el escudo del de las Mareas, pero la esquiva le ha desequilibrado lo justo, y la lanza resbala en el escudo de Ser Ysle, y es propulsada hacia el suelo, donde se clava con fuerza. Ser Hadder, no acierta a soltarla a tiempo, y su montura sigue su curso mientras que la oposición de la lanza le derriba de la silla. Ser Hadder cae al suelo derribado por sí mismo, sin más heridas que las de su propio orgullo. Soltando un gruñido de esfuerzo, el de Aguasclaras se levanta, se retira el casco y sonríe a Ser Ysle mientras Lord Baratheon le da la victoria.

Horace recupera el caballo de Ser Hadder y le espera al final del campo, para acompañarle a la tienda y ayudarle a desvestirse.

Ser Hadder se incorpora a la tribuna de los nobles poco antes de dar comienzo el lance final. Trata de entablar conversación con alguno de los nobles presentes, aunque ninguno parece quererle hacer demasiado caso, más allá de lo cortés.

-¡Por los Siete, cómo se notan los años! -Exclama Ser Hadder con una carcajada y una amplia sonrisa, sumándose a los comentarios previos al lance.- ¿Hacen las lanzas más pesadas ahora o es la edad, que me ha convertido en un anciano enclenque? De cualquier forma, dos grandes combatientes, Sarmión y Ser Ysle. He luchado con ambos, y lo he podido comprobar por mi mismo. A mi edad, mi sitio está aquí, no compitiendo por ganar el torneo. Ambos merecen estar en la final y cualquiera de ellos tiene madera de vencedor.

"Aunque, o mucho me equivoco, o será el escudero Sarmión. Es claramente mejor, como he podido comprobar en persona, y lleva una ronda de descanso, aunque no creo que lo necesite."

Efectivamente, el combate es poco más que lo esperado. Después de un primer lance de tanteo, Ser Ysle recibe un contundente golpe de Sarmión Baratheon que le deja pendiendo de su montura. Lord Baratheon da por terminado el lance, declara vencedor a su hermano y manda que ayuden a Ser Ysle a descabalgar. Ser Hadder aplaude con fuerza, satisfecho de que un muchacho de tal valía se lleve la victoria.

Lo que sigue es lo de siempre. Se adjudican los premios de rigor. Los caballeros de la comitiva de Ser Hadder no salen muy bien parados. Ser Madrigal pierde su armadura de escamas y a su destrero en favor de Ser Wenzas Colina, además de una lanza rota en su primer lance. Ser Baltrigar entrega su cota de anillas y su destrero a Ser Ysle. También a Ser Ysle entrega Ser Hadder su cota de anillas y su destrero, amén de haber roto una lanza en su último combate. Sin embargo, recibe la cota de mallas y el caballo de batalla ligero del Escudero Linn Mallister de Varamar, y la cota de anillas y el destrero del fallecido Escudero Vilmer Trant.

En el momento en que traen este último presente, Ser Hadder se levanta y se dirige en voz alta a Lord Baratheon, ante la mirada de los nobles cercanos.

-Mi Señor, si dais vuestro permiso, quisiera donar la cota de anillas y el destrero de Vilmer Trant a su padre. Ya que un desafortunado accidente nos ha privado de la compañía de un futuro caballero de tal valentía, destreza y arrojo, no quisiera privar a los suyos de un recuerdo de tales valores, sin duda heredados de su padre, y tan comunes en el linaje Trant.

Lord Baratheon acepta el gesto, y las pertenencias del muchacho son llevadas en su lugar a los aposentos de Lord Trant.

Sarmión Baratheon corona como reina de la belleza a su propia cuñada, Lady Sarisa Baratheon, la esposa de su hermano, Lord Corwen Baratheon.

"Obvia y sensata decisión", Reflexiona Ser Hadder. "Seguro que un muchacho de esa edad preferiría coronar a alguna doncella de quien buscar favores. Parece ser que el arrojo que tiene el muchacho en el combate, no lo tiene en la política. Lástima que sea el pequeño, pues con esas cualidades habría hecho un gran Lord Baratheon".

Finalmente, y como era más que esperado, Lord Baratheon otorga las espuelas a su hermano pequeño, convirtiéndole en Ser Sarmión Baratheon.

-¡Y bien merecido! -Exclama Ser Hadder, aplaudiendo.

"Tal vez pueda tener unas palabras con el muchacho. Me recuerda a mí, hace más de treinta años. De todas formas, parece que vamos a estar aquí un tiempo, hasta que Ser Madrigal termine de curar."

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22/04/2014, 17:54
Forestal Darién "Piel de Lobo".

Año 140 D.A.

Feliz por poder salir del castillo Darién se ofreció como voluntario para dirigir la comitiva encargada de comprar los pollos que serán servidos en el banquete de los nobles de la casa. La comitiva encargada del transporte fue una carreta dirigida por un muchacho y él mismo andaba paralelo subido en su caballo. Con tan poca gente esperaban no llamar la atención de nadie que quisiera obtener dinero o comida fácil. Una carta había sido enviada por el maestre hacía unos días para que su familia pudiera preparar los pollos. El camino fue muy agradable después de haber estado demasiado tiempo encerrado en el castillo haciendo guardias dobles y entrenando durante su tiempo libre pues no podían salir. Tantos caballeros y espadas se habían ido al torneo que si faltaba algún jinete libre el castillo estaría demasiado desprotegido.
Finalmente había conseguido convencer al maestre que él debía ser el encargado de proteger la comida pues su familia era la que dirigía la granja de pollos y nadie sospecharía de el jinete visitándolos.

El tiempo acompañó, las lluvias dispersas no dejaron mucho barro en el camino permitiendo un avance tranquilo y continuado. No evitaron los pueblos a la ida pues nada tenían que perder de mercancías. Darién incluso aprovechó el camino para invitar al muchacho y a sí mismo a un Lupanar donde descargar el cansancio del camino.

Por fin tras varias jornadas llegaron a Corral de la encina. A las afueras del bosque Darién encontró las tierras de su familia rodeadas de una valla de piedra alta con picos de metal terminados en punta que evitaban tanto que los pollos se escaparan como que ladrones intentaran saltarlos.
Su madre abrió la puerta y se abalanzó sobre su cuello. Hacía varios años que el joven no pasaba por su casa y ahora debía parecer más mayor. Aún así su madre no dudó un momento y lo reconoció al instante. Aquella noche cenaron a la luz de las velas de la casa junto con sus hermanos y padres.
Brindaron alegres por la venta hecha pues aquello iba a suministrar un buen número de piezas de oro a la familia. Darién estaba contento pues ahora sus padres veían con mejores ojos que hubiera ido a trabajar para los nobles en vez de ayudar en la granja. Al día siguiente subieron los pollos apiñados en jaulas en la carreta y la cubrieron con una lona fina. Los malditos hacían mucho ruido a pesar de estar a oscuras.
De camino de vuelta se hizo a marchas forzadas, acampando lejos de los pueblos y evitando otros grupos de gente en movimiento. Por desgracia aquellos pollos atrajeron atención no deseada. Dos días antes de alcanzar el castillo tres hombres tapados con pieles y pañuelos sobre su rostro intentaron detener la carreta. Portaban arcos y cuchillos de despellejar. Darién estaba asustado, quería luchar pero sabía que una flecha certera terminaría con su vida. Antes de poder responder a la amenaza de los arcos apuntándolo, una flecha silbó en el aire y atravesó a uno de los asaltantes. Sin esperar y dando las gracias a los siete por darle aquel momento de despiste, cargó al galope. Uno de los asaltantes que quedaba vivo disparó aunque erró el disparo por las prisas rozándolo en el hombro mientras que el otro se había girado en busca de la nueva amenaza. Cuando Darién los alcanzó duraron muy poco pues poco podían hacer con unos cuchillos frente a su lanza y la fuerza de su caballo.
Cuando terminó Din apareció por la espesura del bosque con su arco en la mano y una sonrisa en la boca. - Llevaba varias noches tras esos desgraciados, estaban intentando cazar en las tierras del castillo.
Agradecido aquella noche descansaron en un claro y cenaron un pollo que había muerto durante el trayecto debido a la asfixia del viaje. Cada noche habían cenado pollo debido a esa causa lo que no hacía que el joven se pudiera quejar.
Cuando llegaron al castillo dos días después y entregaron los pollos, Darién sólo deseaba tomar una sopa caliente y tumbarse en la cama.

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23/04/2014, 09:11
Randyl Lanzapartida, Guardia de Ser Pendrik

Año 140

Mes 6

Después de la derrota en el combate de melee, Lanzapartida estuvo durante un par de semanas convaleciente. El golpe de aquel enjuto hombre de armas de la casa Baratheon no parecía muy grave al principio, pero Randyl comenzó a sentir una extraña presión en la cabeza que duraría varios días.

Tras la derrota de Ser Hadden, el juramentado tuvo un nudo en el estomago al ver la derrota de su señor al cual decidió asistir en su camino hacia los toldos con el blasón de los Tully. El Señor de Aguasclaras, muy amablemente, tuvo la amenidad de calmar a su fiel sirviente.

“Tranquilo Randyl, estoy bien. Simplemente los años no pasan en balde” - pronunció el noble señor hacia su fiel Juramentado, mientras posaba su mano en el hombro de este ultimo y lo apretaba de forma amigable y demostrándole así que aun había mucha fuerza en ese brazo cansado.

Las palabras de Ser Hadden fueron agradecidas profundamente por Lanzapartida, que intentaba ignorar la sensación punzante que se había asentado en su sien. Sin embargo, ni toda la experiencia en combate, ni su armadura, ni su fiel lanza, pudieron evitar que la tercera espada sintiese un chasquido en el interior de su cabeza, chasquido que apagaría todas las luces y le haría le haría caer como un peso muerto.

Cuando Randyl abrió los ojos pudo observar un techo hecho de piedra de color negruzco. Notaba un hormigueo por todo su cuerpo y se sentía mareado, además de que el hambre hizo acto de presencia al poco que la consciencia volvió a su ser.

Un anciano apareció por el rabillo de su ojo, un hombre enjuto, sin apenas pelo y de profundos ojos verdes escondidos entre todas las arrugas de su rostro.

“Celebro verle despierto”- dijo el hombre - “Se desplomó justo después de que Ser Hadder de Aguasclaras perdiese su envite”

“¿Quién sois vos?, ¿donde estoy?, ¿y mi señor?” - preguntó Lanzapartida mientras intentaba mover con cierta dificultad sus miembros.

“Me llamo Travos, soy uno de los sanadores de Bastión de Tormentas.” - contestó el hombre - “Su señor esta en los aposentos de Ser Madrigal y nos ha dejado a su cuidado.”

“Cierto, Ser Madrigal acabó con la pierna rota. Siento las molestias, pero debería irme para llegar al encuentro con mi señor”- se disculpó Lanzapartida mientras intentaba levantarse de la cama donde se encontraba.

“Tonterías”- expuso el anciano mientras empujaba al convaleciente hacia la cama -“Debe descansar un par de días. Descanse un poco más.”

 

Mes 7

Ya recuperado completamente, Randyl fijó su atención en Ser Madrigal, que ya empieza a caminar. Ser Hadder ordenó al tercera espada acompañar y cuidar de Ser Madrigal, para que así el caballero no se sienta solo y siempre tenga algo de compañía.

Randyl sintió un gran orgullo por la decisión del Señor de Aguasclaras de confiarle la labor de custodiar a Ser Madrigal. El hombre de armas se tomó la orden al pie de la letra, pero a Ser Madrigal no le emocionaba en demasía, llegando a ordenar al lancero que se ausentase en ciertos momentos o que esperase fuera de sus aposentos.

Lady Maege Tyrell, de Altojardín, solía saludar afablemente a Ser Madrigal e intentaba visitarlo o coincidir con el caballero. Lanzapartida no era muy ducho en amores, pero prefirió no hacerse preguntas y mirar hacia otro lado, al tiempo que prefería ignorar tales hechos.

“Si es lo que creo, no soy quién para meterme. Si me equivoco, ensuciaré a la casa Tully y el honor de Lady Maege. Será mejor mirar las nubes a la espera de la lluvia.” - pensó el juramentado en su momento.

 

Mes 8

Habiendo dejado Bastión de Tormentas y atravesando El Dominio, Randyl no pudo hacer nada más que preguntarse si al ver las fronteras de los Tyrell hizo bien en guardar sus pensamientos pasa si.

Al regreso a Aguasclaras, Lanzapartida pudo ver como el muchacho al que aconsejó se defendía bastante mejor. El veterano hizo amistad con el joven y se dedicó a enseñarle movimientos con la espada y la lanza. Para su sorpresa, más de un nuevo recluta se quedaba en el patio de armas para ver a Randyl y al pelirrojo, apodo surgido a raiz de que el joven era el único pelirrojo de entre todos los nuevos reclutas.

El cinturón que llevaba consigo y el yelmo astado que portó al llegar al castillo generó una gran expectación ante los jóvenes, que veían en él a un igual que había llegado a tener el favor de un gran señor-

Pese a que varios de esos muchachos le preguntaban por sus gestas, Randyl prefirió narrarle sobre las gestas de grandes héroes de la casa Tully, historias populares que cuentan los padres a sus hijos antes de dormir. A él nunca le gustó fanfarronear ni presumir de lo que hizo, porque la fortuna podría volverse en su contra.

 

Mes 9

Lanzapartida escuchando que un grupo de bandidos de Solaz de Soldado se estaban convirtiendo en un banda fuerte y numerosa que amenazaba a las cuatro grandes familias mercaderes, fue enviado a la villa para evitar ese nuevo conato de rebelión.

El tercera espada fue enviado junto con algunos jóvenes reclutas y una comitiva de soldados ya diestros en la lucha. Su misión era acabar con los criminales que conformaron un grupo llamado “Ratas Rojas”. El juramentado llegó a la villa y posicionó a los hombres para envolver y arrasar el caserón desvencijado que usaban como base. Con los arqueros alrededor del caseros, listos para hacerlo arder con sus igneas puntas y algunos hombres montados a caballo Randyl pensó que esos indeseables huirían nada más ver llegar a los hombres del Señor de Aguasclaras.

Los soldados más veteranos rieron y comentaron que no sería un gran esfuerzo, alegando que solo los muchachos se hubieran valido para ello. Sin embargo, rieron las Ratas Rojas cuando emboscaron al destacamento comandado por Randyl mientras este ascendía una colina. Los bandidos dispararon sus flechas de unos zarzales y oculto tras una gran roca los soldados vieron como aparecía un carromato envuelto en fuego que era empujado colina abajo.

El juramentado se apartó a tiempo del carro que descendía sin control pero algunos jóvenes no pudieron evitarlo y fueron aplastados o recibieron el castigo de las llamas. Cuando Lanzapartida se volvió a alzar reordenó a los novatos y los obligo a proteger un flanco de los arqueros apostados entre las zarzas. Justo en ese momento, un grupo de alocados malnacidos cargaron colina abajo.

“Aguantad el empuje y que deseen no haber nacido” - bramó el Hombre de Armas.

Noto como su bota pisaba algo y al mirar de reojo al suelo pudo ver al joven pelirrojo, con una flecha clavada en el cuello, inerte y sin vida. Ante la visión sin vida de un chico tan joven, Randyl sintió un estallido dentro de él y esa furia la sufrió el primer desgraciado que se topo con su escudo. Aquel delgaducho sufrió la embestida del juramentado, el cual le rompió el cráneo solo con un golpe de su escudo, el siguiente encontró su fin de un lanzazo que le atravesó su pecho y ultimo de un tajo de su espada que le sesgo la garganta, haciendo que la sangre escapase a borbotones.

Fue un combate cortó pero intenso, Lanzapartida solo tenía el rasguño de una flecha en su brazo, mientras que las ratas habían sido masacradas. Sin embargo las perdidas para la tercera espada habían sido grandes; otra vez había visto como la muerte reclamaba a los jóvenes para su cofradía.

“Si tan solo no nos hubiéramos confiado” - pensó mientras caminaba entre una docena de hombres que habían perdido la vida bajo su mando. - “Si tan solo hubiéramos hecho lo que teníamos que hacer”.

Notas de juego

Ser Hadden, señor de aguasclaras es mencionado.

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23/04/2014, 14:03
[RIP] Ser Hadder Tully, Señor de Aguasclaras.

Año 140 D.A. - Mes 7

Ser Hadder cierra los ojos, recostado bajo la sombra que ofrecen las ramas del gran madroño junto al que el grupo ha almorzado. Mientras se prepara para reposar unos instantes antes de continuar la marcha, escucha los pasos de Royne, Theresa y Randyl patrullando los alrededores, siempre alerta. A unos pocos metros, Royne y Tanya recogen los enseres y restos de la frugal comida. Un poco más apartados, Ser Baltrigar, Ser Madrigal y los hijos de Ser Otter se encargan de los caballos, conduciéndolos a abrevar a las orillas del Forca Azul, que discurre alegre junto a ellos. 

El señor de Aguasclaras inspira profundamente y se estira. Siguiendo el curso del río, deberían llegar a Piedras Viejas Antes al atardecer. Y desde allí, un día de marcha hasta Aguasclaras. ¡Qué ganas de volver a ver el castillo, a Olenna, y a los niños! El viaje de vuelta se le ha hecho largo en demasía a Ser Hadder. El cansancio del torneo, la edad, el ansia de volver a casa y retomar las riendas...

Por otra parte, tampoco la compañía de vuelta ha hecho el viaje ameno en exceso. Ser Baltrigar y Ser Madrigal no estaban demasiado comunicativos. Tal vez se sintieran culpables o incómodos por su papel en el torneo. Ser Hadder no podía negárselo a si mismo: le habían fallado. No hay deshonra alguna en perder un  combate, incluso en no ganar ninguno... pero Ser Hadder esperaba de sus caballeros que mostraran algo más de fiereza, algo más de destreza... Y finalmente había tenido que ser él mismo quien hiciera por dejar alto el pabellón de los Tully de Aguasclaras -a pesar del desafortunado incidente con el escudero Trant. Por otra parte -y aún más importante-, estaban los gravísimos altercados protocolarios que ambos caballeros habían cometido. Ser Baltrigar había ofendido a los mismos Lord Baratheon y Príncipe Targaryen en persona, y la incapacidad de Ser Madrigal de mantener los pantalones lazados podía haberle costado bien cara a Ser Hadder, de ser descubierta. Tal vez por esto los tres no habían hablado demasiado en las casi tres semanas de travesía. 

Por supuesto, Ser Hadder había hecho lo posible por remediar estas indiscreciones, pero sin demasiados frutos. Aunque al principio del torneo el nombre de los Tully de Aguasclaras parecía comenzar a brillar con luz propia, una vez concluído las cosas habían sido bien distintas. Ser Hadder había tratado de congraciarse con los nobles presentes, pero había obtenido sólo respuestas corteses y distantes. El Príncipe Targaryen había incluso abandonado una conversación al unirse Ser Hadder a ella, con extrema frialdad y apenas un atisbo de excusa. En cuanto a Lord Baratheon, era difícil saber realmente si su actitud distante se debía a la presión de su recién nombrado título, a lo atareado de la organización del torneo, o a una sencilla antipatía personal hacia Aguasclaras. Ser Hadder había hecho incluso un intento de congraciarse con el vencedor del torneo, Ser Sarmión Baratheon. Sin embargo, este estaba tan eufórico con su recién adquirido rango de caballero, su victoria en el torneo, y todas las felicitaciones, que apenas sabía quién le hablaba en cada momento.

Finalmente, Ser Hadder se resignó a los resultados de una campaña francamente desastrosa, y se preguntó si no habría sido mejor no haber asistido al torneo, dadas las circunstancias. Así, cuando Ser Madrigal hubo recuperado la movilidad de su pierna, la comitiva presentó sus respetos y una escueta despedida, que fue acogida de forma igualmente fría, y emprendió el viaje de regreso.

El ánimo de Ser Hadder se hallaba hundido por ello, y aunque hacía un esfuerzo por no pagarlo con sus caballeros, estaba seguro de que no había contribuído para nada a hacer la marcha más amena.

"Bueno", pensó, "ya tendremos tiempo de hablar de todo ello cuando estemos en casa. Mañana deberíamos estar cenando y brindando con nuestras familias, en nuestro hogar, de donde -tal vez- no debimos marcharnos..."