Partida Rol por web

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y una mujer mayor, vestido con harapos, de olor corporal fuerte y desagradable y la cara sucia.

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con la mujer mayor que huele bastante mal y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.

Máscara sostuvo, desde detrás de su cara de color hueso, la mirada en los ojos del hombre. Que él fuese incapaz de mirarle le daba más fuerza, y el temblor de su mano casi le hacía sonreír. Ellos le habían creado, y ahora le temían. Era prácticamente poesía.

Cuando las horas fueron pasando esperó paciente. Recibió la comida con un leve gruñido. Al principio, cuando Máscara tenía apenas unos días, había tenido dificultades para comer, pero era sorprendente a lo que el ser humano se acostumbraba.

Finalmente el hombre volvió, y Máscara se puso en pie despacio después de escucharle hablar. Mantuvo sus manos abajo, en la misma posición en que solían estar esposadas, para no llamar la atención sobre el hecho de que aún se encontraba libre. Que pensasen que se había acostumbrado a ser sumiso, o que no se dieran cuenta, le era indiferente. Cualquiera de las dos cosas era un triunfo.

Con paso lento siguió al hombre, con atento a todo lo que veía. Quién sabía qué podía ser útil después.

Desde que entramos en la habitación el tiempo pasa con lentitud, unas veces me siento en la silla, otras me tumbo en la cama o me dedico a caminar un poco por la sala. La espera se me está haciendo interminable pero, cada vez que se abre la puerta y alguien se va, me siento más cerca de pasar la criba y, por tanto, un poco más optimista. Los mejores momentos para todos parecen ser cuando nos llevan la comida, al menos yo, hacía mucho que no comía tan bien.

Finalmente quedamos dos, observo al hombre detenidamente dudando sobre si hablar con él o no, realmente no ha hecho intención de entablar conversación, tal vez no esté interesado al fin y al cabo somo rivales. Al llegar la noche, aunque no nos han dicho nada, pienso que seguramente ya no seleccionarán a nadie más hasta por la mañana. Ocupo una de la literas tratando de acomodarme lo mejor posible intentar dormir, pero dudo que lo consiga. -No creo que vengan más hasta mañana- digo en voz alta sin darme cuenta, bueno al menos ahora sabré si el hombre quiere charlar o no.

Nueva vorágine de sensaciones, todo está más confuso aún. Carlos se queda parado durante un rato viendo como el desconocido se aleja sutilmente pidiendo limosna a los demás transeuntes. 

"Hace más de 2 años que nadie contactaba conmigo, creía que mi cédula operativa había sido destruida... y ahora esto. Una misión, mi primera misión, justo cuando más confundido estoy..." pero en su interior algo le  hace avanzar dar un paso adelante, dirigirse a su hogar, elaborando ya posibles estrategias para cuando llegue el momento de acceder al laboratorio. 

"Maldita sea¡¡" exclama en voz alta -"El entrenamiento de estos bastardos es mejor de lo que creía, una sola orden susurrada al oído y se activa en mí la rabia y el odio que habían desaparecido a lo largo de estos años sin contacto. Tengo que destruir ese puto laboratorio...." No hay vuelta atrás en su mente se han fijado nuevas prioridades, presentarse como voluntario en el laboratorio, establecer contacto con Estrella, localizar los malditos planos o cualquier cosa de interés, rescatar a julius si es que se encuentra allí, eliminar a los voluntarios y destruir el laboratorio. Todo queda implantado en su cerebro, activándose el objetivo para el que había sido preparado durante toda su vida. 

Tratando de no parecer demasiado sospechoso sigues con tu día habitual, trabajando durante las horas que te tocan y volviendo a casa. Allí te encuentras una chaqueta color negro, con un cuchillo de algún extraño material muy ligero que encaja perfectamente en la pieza de ropa que te han dejado, ocultándose a la perfección. Parece que tus compañeros han preparado a conciencia la misión.

Sobre la cama una hoja con propaganda sobre los experimentos del laboratorio, buscando voluntarios. Mañana es el día.

Una mujer alta, pálida y de mirada perdida  camina  entre el genterío a primera  hora de la mañana con un traje de oficina encima. Su cabello a pesar de que se lo halla intentado arreglar sigue siendo un cuscuta enmarañada, de un rojo opacado sin vida.  Llega a una esquina y revisa su reloj de muñeca para calcular su tiempo. Todo tenía que salir perfecto sí quería rebelarse al final contra el sistema, porque aunque actuara normal seguía con ideas revolucionarías.

Esa era yo y desde que me rebaje a jurar lealtad a Atlas, no pare mi mente de elucubrar la manera de apuñalarlo y tomar el poder. En eso un mendigo me cierra el paso para posteriormente caer a pocos centímetros mía. Su voz apenas se entendía y parecía no haber probado alimento en un par de jornadas. Tras eso sus monedas estaban a mis pies, era simple adivinar. Me agache flexionando mis rodillas y tome las pocas monedas con mis manos, las deposite en el vaso deslizando un billete de 10 libras. Era lo menos que podía hacer por un maldecido como él. Mis palabras fueron claras - Este es el mundo en donde vivimos, algunos viven otros mueren, recuérdalo -

Llegue a la parada del bus y aguarde para estar en mi puesto de secretaría del juzgado. No era el mejor trabajo y no era lo que esperaba, pero era un comienzo. El lugar era estratégico porque me enteraría de las noticias más elocuentes, aparte solía leer diarios matutinos.  

Reina evaluó a toda la gente de la sala y dedicó a alguno de ellos una mirada de desaprobación. La niña, el gordo y la mujer... Qué se creían? No habían podido escalar por su cuenta y pretendían coger el camino fácil? No, ellos no se lo merecían. Aquel hombre tullido.... Tal vez, al fin y al cabo es posible que su situación fuese parecida a la suya. Miró al viejo y al ver su expresión triste le descartó como candidato. No necesitaban gente melancólica. Para qué servía la gente melancólica? Para nada.

Sonrió para sí misma cada vez que entraban a echar a uno de los de la sala hasta que quedaron solo el tullido y ella. Asintió a sí misma. Parecía que aquella gente sí tenía el criterio que se requería para seleccionar a los mejores. Se habría enfadado bastante con la organización si la dejaban a un lado por cualquiera de los otros. Tras dudarlo un instante se acercó al hombre tullido cuando solo quedaban ellos dos.

-Me alegra ver el buen criterio que ha tenido la organización. Me llamo Reina. Dijo simplemente, dándole al hombre la posibilidad de hablar, si es que él quería hacerlo.

Intento entablar conversación con el hombre mayor, le pregunto:

-¿por que estas aquí?

Muchos peones se habían ido y ya solo quedaban dos y Firior no era persona de muchas palabras, pero si tenia curiosidad en una. ¿Como es que ese tío que parece una marioneta a medio hacer estaba entre los finalistas?

-Que te ha traído hasta aquí, amigo.-Tan seco como contundente.

De esa forma se arregla todo? En cuanto me dí cuenta lo cambie a solo para el director, pero es que parece que estamos todos a la que salta...XD. Por mi no hay problema si tienes que cambiar mi rol tambien por el bien de la partida... 

Atentamente Carlos, 

P.d. marcando solo para el director...XD

Elijah siguio las ordenes que venia con la costumbre de los años bajo la sociedad justa que les daba Atlas.

Se quedo callado mientras se encontraba en la sala con las demas personas, no estando lo suficiente necesitado por una charla aunque no teniendo problema en que alguien lo hiciera con él. Pasaron la horas y vio con curiosidad como empezaban irse la gente excepto por el hombre magullado. De él solo tenia la primera impresión que no era buena, ya que le recordaba a él (elijah) en el momento que sufrió el ataque de los rebeldes.

Ahora estaba en solitario con él y harto de tanto silencio, quizo saber mas del sujeto. Hola…alguna historia detrás de la mano faltante? Pregunto muy directo sin importarle la educación.

Aburrido y con mi cabeza encadenando un pensamiento tras otro, decido poner fin al tedio, o al menos disminuirlo un poco.

-Por lo que veo la higiene no es un requisito para la admisión -comento-. Por curiosidad científica... ¿De qué estrato social es ese olor?

La situación es desagradable y Lisa está deseosa de terminar con todo aquello. Desde que llegaron había colocado su silla en una de las esquinas y allí se había quedado sentada. Mostraba una cara un poco perruna, pero pronto el hastío acabó venciéndola y entabló una conversación banal con la chica adolescente, que la entretuvo lo suficiente como para que poco a poco las horas fuesen pasando.

Pero abrieron la puerta para decirle que no era apta para aquel experimento y se tuvo que despedir de ella. Esas horas fueron las peores: sentía que no tenía nada que hablar con ningún presente y en cierta manera tenía miedo de que aquello fuese algún tipo de trampa en la que había caído de lleno.

Ya estaba sola con la anciana y se llevó la mano al antebrazo derecho, dirigiéndole la mirada a la anciana. - ¿Cree que alguna de las dos será elegida? - preguntó con curiosidad, puesto que el aburrimiento la estaba matando y la idea de pasar allí la noche le provocaba repulsión

Ariadna sigue al secretario que había ido por ellos con un poco de recelo. Era un hombre bastante autoritario para estar vestido como oficinista. Seguro no sobreviviría un solo día en la calle. Era uno de esos pomposos que creían ser mejores que el resto.

Camina con la frente en alto, la postura erguida y el aire de superioridad se marcaba con cada paso que daba.

Al ver a sus compañeros de habitación, comienza a perder un poco la paciencia. Ellos parecían ser tan poca cosa a su lado que lo único que podía hacer Ariadna era reír. - No tienen ninguna oportunidad - pensaba para sus adentros. Ella era la indicada, tanto así que sabía que merecía ser nombrada como la ganadora de esas pruebas incluso antes de que empezaran.

Ariadna observa cómo se llevan a la mayoría y queda únicamente con la mujer de mal aspecto. Sí que olía mal. ¿No tendrá siquiera una ducha cerca donde bañarse? ¿Así fuera una vez al mes o para esta importante cita? ¿Qué clase de casa tendrá?

Trata de no mirarla al rostro demasiado, pues quería parecer una mujer compasiva, a pesar de su rudeza y sabía que no podría ser gentil con una mujer en esas condiciones tan pobres de salubridad y cuidado corporal.

¿Por qué la habrán dejado a ella? El anciano parecía en mejores condiciones... Ariadna se recostó nuevamente contra la silla, lo que hacía que las patas delanteras se separaran un poco del suelo y ella miró al techo. Trataba de no respirar muy profundo pero comenzaba a cansarse y respiró hondo. Mantuvo su rostro neutro, a pesar del desagradable olor y dijo suavemente - Creo que será una jornada larga... -.

Las miradas de desprecio no le afectaron en absoluto, estaba acostumbrada que todo el mundo fuera de su familia la tratara así. Todos la veían como el  enemigo sin importar cuantos esfuerzos hiciera por mejorar sus vidas, aún ellos sin saberlo.

No se dignó a decir ni una sola palabra, se levantó y caminó hacia la puerta, cuando uno de los guardias tendió el brazo para hacerle ver por donde tenía que caminar, Milkana se revolvió para que ese hombre no la tocara. Sentía asco y repulsión de estar allí, lo único que le daba fuerzas para seguir sumisa era la idea de ver en profundidad aquel agujero. Siguió caminando con esos hombres, sin saber hacia donde se dirigía.

Después de intentar vanamente iniciar algún tipo de conversación con mis compañeros de celda... perdón, habitación, me acomodo en uno de los camastros y cruzada de brazos espero y espero. Veo cómo los eliminan uno a uno. Demasiado anodinos, demasiado gordo, demasiado joven... quizás.

La verdad es que no entiendo por qué ellos se han ido y la vieja sigue aquí. Lo único en común que tenemos ella y yo es que si morimos durante las pruebas a ninguna de las dos nos echarán de menos. No, miento: a ella la echarán de menos el agua y el jabón.

Me incorporo en el camastro riéndome entre dientes. Empiezo a impacientarme un poco, y ni siquiera puedo entretenerme con lo que me gusta porque esa mujer no tiene nada de valor.

-¿Cómo te llamas? -pregunto por fin en un nuevo y desesperado intento de charla.

El proceso de selección estaba defraudando ligeramente a Rodrik, no solo por la ausencia de transparencia, sino sobretodo por el hecho de tener que pasar la noche allí. Quizás la propia estancia fuese parte del proceso, como una prueba más, pero estaba perdiendo una valiosisima noche de investigación que jamás recuperaría, y si no era seleccionado sería en vano.

Rodrik se despejó la cabeza. No, no es en vano, es por el avance, por el futuro, y yo seré seleccionado, solo quedamos ese hombre y yo. ¿Que puede aportar él que yo no tenga?

Por un instante el investigador miró la pierna de su compañero. Dado que se habían quedado solos no tendría muchos problemas para pasar la noche, de ser más el no podría dormir en las literas de arriba. Una bombilla se ilumino en la mente de Rodrik, literas que cambian de posición para que incluso sin poder subir unas escaleras se ahorre espacio. Lentamente empezó a hacer los diseños en su cabeza. 

Rodrik estuvo ensimismado por mas de 20 minutos, y al final volvió en si mismo. Ya casi era hora de dormir, y el científico se sintió mal por no saber nada de su compañero de cuarto, iban a pasar la noche juntos por lo que al menos sería correcto conocer su nombre. Mi nombre es Rodrik, dijo sin añadir ninguna coletilla como es un placer, o encantado. Parece que compartiremos este cuarto por esta noche así que espero que nos llevemos bien. Y tendió al hombre la mano teniendo cuidado de hacerlo con la correcta.

Las horas pasaban, y aunque Marina intentaba parecer tranquila, cada vez que abrían la puerta para sacar a alguien se le notaba más nerviosa. Su situación podía dar para una gran investigación, y no podía dejar pasar la oportunidad. Sin embargo, dependía de la suerte, y esperaba que le sonriera. 

Cuando llegó la noche y se quedo sola con la mujer, tomando una distancia prudente para que no le molestase tanto el olor que emanaba, intento romper el hielo con una pregunta.

- ¿Nerviosa? -