Partida Rol por web

¿Veinte minutos para rellenar esos datos? Creo que podría dedicar los diecinueve restantes a compadecerme del resto de candidatos. -pienso mientra los miro con desprecio.

¿Tienes familia?

Tengo un progenitor de cada sexo pero mi familia es la ciencia.
¿Cuál es tu trabajo actual?

Experimentador de lo poco probable.
¿Que motivos te han hecho venir aquí?

Ayudar a Atlas con mi conocimiento.
¿Cuales crees que son tus puntos fuertes? ¿Y tus defectos?

Inteligencia, tenacidad, imaginación, empeño, capacidad para priorizar, disciplina, curiosidad, determinación, atractivo, saber estar, habilidades sociales, buen gusto para vestir, buen gusto para la comida, buen gusto para la música...

¿Defectos? Ninguno.

¿Como crees que podría mejorar Atlas la situación social y económica?

Debería mirar a los integrantes de la sociedad a través del prisma de la exigencia y la excelencia. Todo ciudadano debería ser consciente de cuál es sitio y aceptarlo. Sólo una sociedad en la que unos individuos no sean lastres para los más avanzados puede prosperar a la velocidad de sus más destacados miembros. La debilidad no puede ser un freno al progreso.

¿Cuáles son tus objetivos en la vida?

El progreso en todos sus sentidos.

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y un hombre joven, extremadamente delgado y con movimientos involuntarios en manos y cara. Seguramente sea un adicto.

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con el joven adicto y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.

Keyla seguía sin mencionar palabra, así como no perdía detalle de los movimientos de sus compañeros. Si algo le había enseñado su experiencia era que debía observar a los demás y coger toda la información posible sobre ellos, algo que le ayudaría tarde o temprano. 

La gente con la que compartía zulo - así lo nombró ella mentalmente - fue desapareciendo y, por lo tanto, quedando fuera del proceso de selección. Quedaron tan sólo ella y el chico que parecía un adicto. Tenía tics y parecía inquieto...y Keyla lo miraba de reojo, sin perder detalle de aquél perturbado. Esta claro que paso yo - pensó

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y un hombre joven, extremadamente delgado y con movimientos involuntarios en manos y cara. Seguramente sea un adicto.

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con el joven adicto y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y un hombre joven, extremadamente delgado y con movimientos involuntarios en manos y cara. Seguramente sea un adicto.

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con el joven adicto y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y un hombre adulto al que le faltaba una mano y cuya pierna parecía estar totalmente rígida, como un peso muerto. 

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con el hombre al que le falta una mano y cuya pierna no funciona correctamente y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y una mujer mayor, vestido con harapos, de olor corporal fuerte y desagradable y la cara sucia.

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con la mujer mayor que huele bastante mal y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y un hombre adulto al que le faltaba una mano y cuya pierna parecía estar totalmente rígida, como un peso muerto. 

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con el hombre al que le falta una mano y cuya pierna no funciona correctamente y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y un hombre joven, extremadamente delgado y con movimientos involuntarios en manos y cara. Seguramente sea un adicto.

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con el joven adicto y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y una mujer mayor, vestido con harapos, de olor corporal fuerte y desagradable y la cara sucia.

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con la mujer mayor que huele bastante mal y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.

Deberían dejarnos algún libro, posible se podría pasar el tiempo. Murmuro en voz alta al desconocido.

Tras finalizar el examen me conducen a una sala con otras cinco personas. Parecía que lo cosa iba a durar algo más de lo que yo había pensado porque en aquel sitio había camas, aunque no parecían muy confortables. Me senté en una de las sillas que había en torno a una gran mesa con el resto de mis nuevos compañeros de habitación, los cuales eran de lo más variopinto.

El tiempo pasaba y todo se mantenía en un silencio incómodo, mirándonos unos a otros. No sabía si decir algo o no porque aquellas personas me daban un poco de miedo. Todos menos una chica que parecía tener pocos años más que yo, desgraciadamente no duró mucho con nosotros. Poco a poco fueron llamando a cuatro de ellos que nunca volvieron, todo apuntaba a que habían sido descartados como candidatos.

Yo deseaba con todas mis fuerzas que me eligiesen, para eso estaba allí, pero no sabía qué factores tendrían en cuenta para decantarse por unos u otros. El caso es que después de traernos comida por segunda vez, supimos que hasta la mañana siguiente no sabríamos si alguna de las dos que aún quedábamos en la habitación superaría la prueba.

Miraba a aquella señora que no me resultaba muy agradable a la vista ni al olfato. Su mal olor inundaba la habitación y hacía bastante desagradable estar allí. Me daba hasta miedo dormirme sabiendo que estaba a solas con ella, pero pensé que sería mejor si nos llevábamos bien o al menos intentaría caerle en gracia.

Me acerqué hasta ella con cierto temor pero decidida, puse mi típica cara de niña buena mientras le tendía la mano a modo de saludo -Todo el mundo estaba muy callado aquí, no me he presentado, soy Carol, encantada de conocerla -me encamine entonces hacia una de las literas mientras continuaba hablando -Creo que tendremos que pasar aquí la noche, ¿no le parece? -en cuanto estuve delante de la litera elegida me subí a la de arriba, ya que pensaba que a mi nueva acompañante le costaría subirse debido a la edad y que allí podría estar en cierto modo protegida, o al menos era el lugar de más difícil acceso -¿y qué le ha traído por aquí? -pregunté mientras me quedaba sentada en la litera mirándola.

Noah solía comer un poco, lo necesario para llenarse y guardaba el pan para mas tarde, por si sentía hambre en otro momento.-Pshé.-La espera se hacía eterna y lanzar la bola contra la pared se había echo ya demasiado aburrido y repetitivo así que la guardó en su bolsillo y miro al chaval adicto que había frente a él.-Eh, soy Noah y tu?.-Le inquirió con una mirada directa y una ceja alzada.-Tal vez no te apetezca, pero es lo único que hay para matar el rato.

Joder, de todos los que eramos me he quedado con el puto adicto este... Aunque bueno, al menos me he quedado, debería estar contento... Pero tanto silencio, va a matarme.

¿Que tal, chaval? ¿Como lo llevas? - Pensar frases ingeniosas para romper el hielo no era el punto fuerte de Will.

Disfruto de la aglomeración de gente mientras espero a los vehículos que nos llevarán a los laboratorios. Nunca me han molestado las multitudes: dan calor, sirven para pasar desapercibido y en ellas siempre es fácil hacerse con alguna cosa bonita de bolsillos ajenos.

Cuando por fin llegamos a los laboratorios observo todo con ojos curiosos mientras sigo a los policías a través de los impersonales pasillos. Tomo asiento en el lugar que me corresponde y leo por encima el cuestionario, pero antes de ponerme a rellenarlo echo un vistazo a los otros nueve candidatos que comparten sala conmigo. ¿Cuántos de nosotros seremos aceptados para las pruebas? ¿De qué depende en realidad que nos acepten o no? ¿Tendrá alguno de ellos algo de valor?

Sacudo la cabeza y trato de centrarme en las últimas preguntas. Ya habrá tiempo de birlar algo después.

1. ¿Tienes familia?

Supongo que la tengo. O la tuve. Pero no la conozco.

2. ¿Cuál es tu trabajo actual?

En ésta me detengo un momento a pensar. Doy por hecho que Atlas podrá averiguar si mis respuestas son ciertas así que no conviene mentir.

Ninguno.

3. ¿Qué motivos te han hecho venir aquí?

Ésta es fácil.

Me parece una oportunidad única de colaborar en el desarrollo de nuestra civilización, a la que amo y admiro con todo mi corazón.

Un poco cursi. Sonrío y paso a la siguiente pregunta.

4. ¿Cuáles crees que son tus puntos fuertes? ¿Y tus defectos?

Físicamente soy ágil y resistente; intelectualmente soy más lista que la mayoría. Defectos... Creo que tengo exceso de confianza.

5. ¿Cómo crees que podría mejorar Atlas la situación social y económica?

Empiezo a aburrirme...

Tal vez dando más oportunidades como ésta a aquellas personas que por una u otra razón no han conseguido integrarse en el sistema. Así se obtendrían más ciudadanos satisfechos y menos desarrapados.

Como yo, que de hecho estoy muy satisfecha siendo una desarrapada...

6. ¿Cuáles son tus objetivos en la vida?

Uff... Me incorporo un tanto y mordisqueo el bolígrafo. ¿Cómo quieren que responda a esto? ¡Si no sé si qué objetivos tengo para esta misma tarde!

Ser feliz y hacer felices a los demás.

Me río para mis adentros, dejo el boli sobre la mesa y levanto la vista hacia alguno de los burócratas para indicar que he terminado.

El hombre coge tus monedas con satisfacción y, para demostrarte su alegría y agradecimiento, te da un abrazo. 

Cuando su boca está cerca de tu oído el hombre te susurra -Sujeto EP69, tenéis una misión. Debéis presentaros como voluntario en unas pruebas de unos laboratorios de Atlas, cuya supuesta recompensa es un gran premio. En esos laboratorios se están realizando experimentos con seres humanos y creándose armas peligrosas para toda la humanidad. Pasaréis el proceso de selección gracias a nuestra ayuda y, una vez en los laboratorios, debéis matar a todos los voluntarios y destruir las instalaciones. Otra agente, llamada Estrella, os ayudará. Creemos que dentro está otro de nuestros agentes, Julius, capturado por el enemigo. Liberadlo y él os prestará apoyo. Y, si encontráis algún plano de interés para nuestra gente, traednoslo.

Tras sus enigmáticas palabras el hombre se separa de ti y se despide en voz alta, caminando hacia otra persona para pedirle dinero.

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y un hombre joven, extremadamente delgado y con movimientos involuntarios en manos y cara. Seguramente sea un adicto.

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con el joven adicto y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y un hombre adulto al que le faltaba una mano y cuya pierna parecía estar totalmente rígida, como un peso muerto. 

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con el hombre al que le falta una mano y cuya pierna no funciona correctamente y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y un hombre adulto al que le faltaba una mano y cuya pierna parecía estar totalmente rígida, como un peso muerto. 

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con el hombre al que le falta una mano y cuya pierna no funciona correctamente y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.

Tal como había entregado los formularios el hombre los recoge todos y se los da a otro trabajador de Atlas. A continuación se gira hacia vosotros y, en un tono que no acepta una negativa por respuesta, os pide que lo sigáis. 

Os hemos asignado una habitación, en ella pasaréis el tiempo necesario para que se escojan a los candidatos.

Tras recorrer varios pasillos y descender varios pisos por escaleras llegáis hasta vuestra habitación, una pequeña estancia con tres literas, una mesa de gran tamaño y seis sillas. No podréis salir hasta que acabe el proceso. No debería durar demasiado.

Tus compañeros de habitación son un hombre de unos sesenta años, delgado y de aspecto cansado, una mujer de unos treinta años, un hombre de cuarenta con una barriga pronunciada, una chica de no más de quince años y un hombre joven, extremadamente delgado y con movimientos involuntarios en manos y cara. Seguramente sea un adicto.

Las horas pasan y la noche se acerca. La puerta se ha abierto seis veces, dos de ellas para traeros comida y otras cuatro para rechazar a cuatro de los interesados. Te has quedado a solas con el joven adicto y, por lo que parece, no sabréis si superaréis el proceso de selección hasta la mañana siguiente.