Partida Rol por web

El general, presidiendo la mesa se pone en pie, y tiene que darle tres golpecitos con el tenedor a una copa, para ser atendido. El resto, más atento a las damas, les costó darse cuenta que eran apelados a la voz del líder, y no de las mujeres presentes. Estaba claro que el glamour de la otra chica, superaba el tuyo, pero, aún así, tenías tu público. Eso te llenó de ilusión. Tanto ejército, un años de curso a régimen de internado, y tanta disciplina, podían haber "embrutecido" tus modales. Pero no. Aún eras mujer a ojos de muchos hombres.

Se te subieron los colores levemente.

Ambas os sentasteis, para no se interferencia de las palabras del hombre que presidía la mesa.

Aquella noche habia transcurrido mucho mejor de lo que podia esperar una chica de campo como yo.

Tanta atencion, risas y conversacion agradable. No me importaba no ser el centro de atencion, de hecho lo agradecia, pero estaba feliz de estar rodeada de tantos hombres orgullosos de servir a la madre patria.

Cuando el general llamo con la copa me sente con recato a esperar su anuncio.

Estabas muy contenta, y con la animada conversación, empezaron a servir unos platos de delicada factura.

El general empezó a hablar. Había esperado un tiempo prudencial, y tras un cambio de agujas que os movió, e incluso hubo que agarrar algo del menaje para que no terminase volcado o por el suelo, la máquina empezó a ganar velocidad. - Bien, ya superado el "cruce"... había sonado irónico en esa última palabra. … puedo darles novedades. Se tomó su tiempo para dejar la copa y el cubierto. Tras eso habló:  - Nos dirigimos a la otra punta del continente y les voy a presentar...o mejor, se van a presentar ustedes mismos. Empezó a sentarse y comentó mientras lo hacia: - Strashina, como empleo más moderno, empiece usted.

Todos se han ido presentando.

Un comisario político a nivel de Teniente Coronel (O sea, que manda como eso o incluso más, y los coroneles le tienen miedo/respeto).

3 Capitanes de compañía. (Todos ellos en las compañías de tu mismo batallón, pero, ninguno en el tuyo).

Un Teniente Coronel jefe del Batallón 100º Oriental (el tuyo)

Te recuerdo:

Tu unidad en Jasán sería la 113ª Compañía de Fusileros. Esta dependía del 100º Batallón Oriental, integrada a su vez en el Regimiento Varsula, de la 11 División de Protección, todo esto asentado en el propio Vladivostok.

Varios mandos distintos, como varios médicos, un coronel de logística, un Teniente Coronel, jefe de un batallón de carros de combate (ligeros) y un comandante de artillería (que parece que estará al mando de una batería reforzada) y un comandante de señales (bueno, para entendernos, comunicaciones).

Bueno, y alguno más.

- Bien señores ... y señoras. Añadió esto último, de manera forzada. Estaba claro que había seguido la costumbre, pero, ya había mujeres en las fuerzas armadas, y se tenía que empezar a adaptar a ello. Era algo no especialmente nuevo, pero … si, bastante nuevo, que hubiera mujeres en un ejército. Y en este caso, una sargento. Una Strashina, autorizada, adiestrada y recién "salida del horno". - Mi nombre muchos de ustedes saben cual es, pero, vamos a unidad que no existe. Vamos a conformarla, y confió en todos los presentes que tendré su más incondicional apoyo, para que la Madre Patria tenga el ejército que necesita, y … en el conflicto al que vamos, podamos dar el mejor de los resultados al Camarada Stalin. Su voz era tranquila y calmada. Paciente tal vez. No era una arenga, ni una exigencia como un mitin o un discurso, era … como si un colega, en una reunión tranquila, junto a un fuego de verano, con un buen taco de carne asada sobre las brasas que mortecinas aún brillaban, y una cerveza en el suelo, sentado con las piernas cruzadas, le comentase un chisme al resto, que compartían asiento, cena y bebida junto a esa hoguera, que se resistía a apagarse.

Animado, alzó su copa, y con una frase, respondida por todos brindó: - Por la unidad de esta Gran Nación. No era una proclama comunista, ni política. Tampoco lo era militar. Incluso … haciendo memoria, tampoco era de "Ejército Blanco" ni de lo arrastrado desde la Rusia Zarista (Imperial). Era extraño, pero no sonaba forzado ni políticamente convencido. Era … un militar. Un profesional.

Tras eso, empezaron a servir la mesa. La señora inglesa, hace su "fiesta" y cuenta sus historias. A tu lado estaba uno de los capitanes de compañía. Frente a este, (No frente a ti, sino frente al que está a tu lado) está el capitán que será el jefe de tu compañía. Estás en un puesto, que protocolariamente, le correspondería a uno de los capitanes. A ti te tocaría, por empleo militar, estar en el que está frente a ti.

Solo para mantener las formas me quede sentada en el lugar en el que estaba y si me decian algo pues me cambiaria rapidamente aunque no parecia haber mayores inconvenientes si me quedaba alli.

Por otro lado el discurso del General no hizo mas que llenarme de orgullo al sentir sus palabras de manera paternal y muy alejada de la realidad politica o cursilerias de la ciudad.

Estaba orgullosa de mi General, estaba orgullosa de ser una Sargento, estaba orgullosa de servir a La Madre Patria y daria la vida por cualquiera de ellos de ser necesario.

La mujer inglesa continuaba siendo el centro de atencion lo cual agradeci para poderme ocupar de la comida que tenia adelante. Una exquisites comparada con lo que podia comer por mi rango y en la Escuela.

No podia ser mas feliz.

19 de marzo de 1938. Martes. 01:09. Nueves y claros. Sin viento. 17ºC. En el Transiberiano. Cercanías de Vladivostok [Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas]. En el pasillo de tu vagó, justo enfrente de la puerta de tu camarote (compartido).

Tras varios días de viaje, de enganches y suelta de vagones, de desvíos y esperas, una noche, tras la cena, que se repetía, todos los días (las comidas se hacían en los diferentes espacios, reservados para cada nivel de billete) al terminar una de las cenas, y su pertinente velada de cantos, chistes, historias y demás, empiezas a ver mucho movimiento. Gente moviendo maletas, tomando posiciones para salir; otros buscando documentos y revisando sus objetos personales; incluso la actriz y la señora que la acompaña, poniendo candados a su baúles e intentando poner orden en ese camarote, que tenía más ropa tirada de las que habías visto jamás en toda tu vida, junta.

No lo sabías realmente, pero, algo estaba claro. La estación final estaba cerca. Mirabas por una ventanilla, y el olor de la noche se asemejaba un poco a la brisa marina. Además, la temperatura había mejorado considerablemente.

Siempre habia pensado que al ser un destino tan alejado debia ser frio como Siberia pero al parecer era mas calido. Y eso me hacia feliz. Ademas me divertia ver como todos corrian recogiendo sus cosas.

Para nosotros, los soldados de primera linea, la disciplina era muy importante y al ser mujer me debia mas porque tenia que dar el ejemplo tanto a mis subordinados como a los demas. Habia muchos oficiales que no estaban de acuerdo en que las mujeres podiamos servir, pero al final todos sangrabamos por igual.

Aunque nunca habia visto a nadie sangrar por heridas de bala.

Aquel pensamiento se esfumo al ver a la britanica corriendo de un lado para el otro. Yo tenia todo listo desde el dia anterior, tambien porque tenia muy pocas cosas.

- Te ayudo? Y me puse a ayudar a la mujer.

El viaje habia sido de ensueño, una vacaciones, pero ya estaba ansiosa de cumplir con mi deber y de satisfascer a mis superiores.

... falta poco....

Cuando comentaste la ayuda, la "siervienta" te miró tan mal, que desdeñaste la idea, simpemente, tomando tus cosas, y posicionándote para salir

El edificio de la propia estación era algo precioso. Unas instalaciones de la Época Imperial, que por suerte, se habían conservado íntegramente. Aún se tardó como una hora en llegar. Luego, como todas las estaciones terminales, el bajar de viajeros hacía que extenso andén quedara atiborrado de ruidos, maletas y viajeros, desorientados por más de una semana de tren.

Estabas, casi igual de desorientada, pero por lo menos, andabas un poco más "ligera" que el resto. De todas formas, el ambiente marítimo, de una ciudad costera en primavera (o casi) era agradable, comparado con el frio en Frunze de los últimos meses. Era todo un cambio … a mejor.

Sacas del bolsillo derecho de la guerrera el papelito de tus órdenes:

Tu unidad en Jasán sería la 113ª Compañía de Fusileros. Esta dependía del 100º Batallón Oriental, integrada a su vez en el Regimiento Varsula, de la 11 División de Protección, todo esto asentado en el propio Vladivostok.

Y no tardas en ponerlo otra vez en su sitio, y darte cuenta como vas vestida. Pulcramente, como un soldado del Ejército Rojo. Eso te hace recordar estas "vacaciones en tren" y el vestido que te regaló la actriz inglesa. También te hizo preguntarte por la razón de su viaje, y por qué querría atravesar un continente en tren, de esta manera.

La buscaste con la mirada. No habías sido de las primeras en bajar, pero si te habías apresurado. En la distancia, entre el gentío y el barullo del andén pudiste ver a la sirvienta toda ajetreada con el bagaje e impedimenta. Un tipo, vestido con un smoking, típicamente japonés, le estaba haciendo una reverencia, tomándola de la mano.

Aquella estacion junto con el mar de gente se me hizo grandiosa, todo enmarcado en aquel edificio que evocaba grandes historias del pasado. Se me hacia todo muy romantico y lamentaba estar sola y no poder compartirlo con nadie, pero no estaba alli para eso.

Respire profundo y al ver que no veia nadie conocido cerca tome mis cosas y busque la salida hasta encontrar algun oficial que pudiera darme indicaciones y poder llegar hasta mi Compañia.

Entre el mar de gente y el bullicio del andén, te escabulles, hasta el edificio de la propia estación. El ruido es bastante, y además, la gente desplazándose es un incordio. Cruzas las vías, y llegas a la propia entrada en si. Está el Jefe de Estación. Un tipo alto y enjuto, de unos 50 años. Viste su traje de chaqueta y el típico gorro redondo rojo. Bajo el brazo tiene una banderola y en el brazo que cuelga mueve la mano, como si quisiera librarse de un entumecimiento de un frío que no hace.

Se percata que le miras, y cuando te aproximas a él, ya se da cuenta de lo que quieres. Otros muchos soldado recién llegados, habrán hecho la misma pregunta, y por lo que parece, no eres la única hoy. - Strashina, el Cuartel General de la Décimo Primera División está enfrente. Habló con un alto nivel cultural y una educación que solo una persona muy culta, al nivel de un profesor de universidad, o mejor, podría tener. Tras eso, mantuvo su mirada, como la tenía al principio. Vigilante de lo que acontecía en aquel lugar, como buscando algo o alguien. La verdad, desde su posición, lo veía todo, y por su posición, ya sabría quienes eran todos los viajeros de aquel convoy. No sabías que podía estar esperando.

Tras agradecer a aquel hombre me quede un rato mirandolo con curiosidad, definitivamente parecia mucho mas calificado para hacer otra cosa que lo que hacia en ese momento pero no habia deshonor en servir a la Madre Partria con un trabajo humilde.

- Spasibo Tebe. Dije con una sonrisa y sali en busqueda del Cuartel.

Ya en la entrada mi corazon se acelero un poco y me quede unos segundos admirando la entrada. Este seria mi nuevo hogar, y reflejaba todo lo que debia. Me identifique en la entrada para poder entrar y buscar mi destino dentro.

Entras al Cuartel General Divisionario en Vladivostok, pero el centinela al que le entregas el documento de tus órdenes, comenta: - Strashina, primera planta a la derecha está el Regimiento. Sonó como si todas las personas se encontrasen allí, pero enseguida asimilaste que era las oficinas del Coronel Jefe del Regimiento Varsula. El tuyo.

Se te aceleraba el corazón, te subían calores, por la emoción de llegar al fin a tu destino. Cuando te disponías a acceder, el centinela te comenta: - Puede dejar su equipaje a la derecha. Al entrar, a la derecha estaba el Cuerpo de Guardia. Allí tenían además un cuartito con las armas y otros enseres. Allí te comentaban que te guardaban las cosas. 

Sabían algo que tú parecía que no, y eso te llamó la atención.

Con duda lo mire un instante pensando en que era aquello que no me cuadraba, pero al final no importaba. Si era importante me iba a enterar pronto, asi que fui a la derecha a dejar mis cosas para luego ir a la oficina del Regimiento.

- Gracias. Dije secamente antes de seguir mi camino.

Mientras caminaba me hacia ideas de como serian mis oficiales superiores, habia tenido demasiado tiempo para pensar en todo ello y tal vez estaba demasiado emocionada con todo, tenia que ser profesional.

Despues de dejar mis cosas revisaria mi uniforme antes de subir a la primera planta.

19 de marzo de 1938. Martes. 01:41. Nueves y claros. Sin viento. 17ºC. Vladivostok [Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas]. Centro de Mando (Cuartel General de la 11ª División de Protección).

Conforme subes, ves que toda la planta superior es diáfana. Es como si hubieran quitado todas las pareces, excepto la exteriores. Muchas mesas, oficinitas, demarcadas por archivadores ... y todo eso, plagan la gran sala, pero, lo mejor, es que si te pones de puntillas, puedes ver, incluso sobre todos los "parapetos", y ver lo que sucede.

Hay dos zonas diferenciadas. Una, con "despachitos", y otra, con "el resto". Puede que ese resto disponga de sus "parcelitas", pero al final de cuenta, es un todo aglomerado. Si hay algo en concreto distinto. Hay una especie de "pecera" de cristal (sin techo), con mapas, unas grandes mesas y un enorme escritorio, que ya imaginas de quién puede ser (Y en la que no hay nadie), y una pequeña, oscura, y con muchos trastos, sobre todo cables, que es donde imaginas que es donde están todas las radios y equipos de comunicaciones.

Te encaminas donde ... más o menos, te habían dicho, pero hay mucho jaleo. Un chico de unos 20 años corre con tablillas repletas de mensajes de los teletipistas. Va directo a uno de los "despachitos", desde la zona radio (Lo llamaremos CECOM). Hay varios oficiales, entorno a un coronel, que parece estar al borde del ataque cardíaco. Teléfonos, firmando mensajes, atendiendo a los oficiales que se agolpan sobre este. Si no es porque el resto está vacío de gente, imaginas que por las horas que son, esto puede ser un caos. Tus botas del traje de bonito, marcan los pasos en el suelo oscuro de madera. Tu avance es como dentro de una burbuja. No escuchas nada más, excepto un pequeño rumor lejano, del que eres ajena, y tus botas, que resuenan en tus oidos.

Nadie se percata de ti.

Sacas la hoja de órdenes que te dieron en tu sobre, y de golpe, los hombres empiezan a separarse. Te abre una especie de pasillo entre ellos, y dejan ver al coronel, que está "más liado que la pata de un romano", mira hacia tí. Enfadado pregunta: - ¿Y esta niña quién es? Su tono, enfadado y desafiante, denota que tiene cosas más importantes que atender a una cara bonita que viene a horas intespectivas.

Los segundos parecian ir mas lentos mientras veia aquella habitacion que denotaba cierto caos para cualquier mortal. Para mi era el centro neural y mi piel se erizo de pensar que no podia meter la pata, tenia que estar a la altura.

Fui dando pasitos mientras mis ojos se perdian en mapas, ordenes, listas, encomiendas, mensajes, carpetas, marcadores, y todo de nuevo. Mi mirada recorria aquellos escritorios queriendo asimilar todo con rapidez pero sin conseguir nada en concreto.

Al final se abria un camino hacia aquel Coronel y cuando me dispuse a acercarme se indigno al mirarme. Una vez mas era tratada como algo bonito, como mujer decorativa, como un fastidio para aquellos hombres que realmente tienen algo importante que hacer. No era mi primera vez, pero sabia darme mi valor. De seguro no habia tenido tiempo de ver mi rango, yo no era solo una niña bonita, y agradecia que no me hubiese mandado a buscar el cafe.

-Strashina Makarova reportandose a servicio Señor, acabo de llegar en el Transiberiano. Dije con formalidad y en posicion de firme mostrando mis documentos en la mano sin extenderselos, si estaba muy ocupado de seguro me mandaria con algun Teniente o Capitan si tenia suerte.

De resto no podia hacer nada mas que esperar pero no iba a sonreir y mucho a menos a parecer una niña bonita, tenia que parecer profesional.

No tardan en tomar uno de los oficiales subalternos tus papeles, y se los acercan al coronel. Los mira, y hace el mismo camino de regreso. Han sido unos instantes, unos largos segundos, que se han hecho eternos.

Cuando recuperaste la carta de órdenes el coronel habló: - ¿Strashina Makarova, sabe montar o manejar una moto? Mientras se ponía en pie. Hizo un gesto, y un sargento con pancholina, barba y entrado en años, hizo un gesto con la cabeza, mientras salía disparado.

Mantuve mi posicion de firme incluso hasta despues de hablar. Tenia que ser profesional y no queria dar una mala impresion de entrada.

- Si mi Coronel, se conducir una motocicleta.... Señor. Dije seria evitando hacer una sonrisa.

No es que fuese la mejor la piloto, pero estaba segura que haria mi mejor esfuerzo. Aun recordaba las vueltas que di en una vieja moto cerca de la granja del vecino. Habia accedido a enseñarme a montar si le daba un beso. Sabia que queria mucho mas que eso, pero supe mantanerlo a raya y me logre aprender lo basico.

Solo faltaba esperar que necesitaban de mi.

- Deje sus cosas donde sea, ya se las cuidarán. Tiene que acercar, al capitán Udalyev donde le ordene. Se rascó levemente el mentón y añadió: - Además él, señaló al un capitán allí presente, - ... será su Jefe de Compañía.

El capitán se cuadró, dando un taconazo, al entender la orden, y luego se giró hacia ti. Un gentil gesto, tras el saludo miliar, acompañó a unas amables palabras: - Strashina. Encantado. Parecía tímido, y aunque no fuera el hombre más agraciado del mundo, parecía amable.