Partida Rol por web

Sala Hidropónica

Tom no terminaba de saber cómo había terminado en tamaño percal, puede que porque había visto lo que habían hecho a su amiga Troy y porque también conociese a algunos de los caídos, pero aun así, también había entablado amistad con Gerald Ketchum, el que aparentemente se había erigido como líder (O al menos vocal) de aquellos que habían terminado pro echar mano de las armas.

Curiosamente tanto este tipo, cabeza de unionistas en el planeta natal, que le había comentado más de una vez sobre su juventud violenta y su conversión, como la capitana habían parecido estar de acuerdo en invocarlo como mediador entre ambas partes. Él mismo no sabía muy bien qué pretendían los rebeldes con aquel levantamiento tan rápido como inesperado, pero los mandamases del arca parecían creer que podría palmearle la mano a su colega en caso de que este sacase algún arma o intentase alguna otra cosa.

Era cierto que Reznor también tenía un pasado, peor preferís pensar que cuando hablaban en esos términos, aquellas amenazas de violencia eran meras metáforas, aun de un posible levantamiento de voz por encima de la media. Pero allí estaban, la capitana, su chupatintas y él, adentrándose en el jardín hidropónico, abandonado excepto por unos pocos técnicos y jardineros que trataban de pasar desapercibidos, hundidos hasta los codos en sus quehaceres, mientras Ketchum y sus cuatro mandamases les saludaban desde una improvisada mesa de trabajo convertida en mesa redonda para su accidentada reunión.

Los hombres no parecían ir armados, pero tampoco les hacía falta si se querían poner tontos, todo reposaba ahora en las silenciosas reglas de las buenas intenciones.

Tras las mínimas presentaciones de rigor, Ketchum fue el primero en hablar, frenando el posible abordaje de Kladtomak antes de que pudiesen dar rienda suelta a su malestar. - Ustes me perdonará, Kladtomak, peor creemos que nuestra mera presencia en este lugar, en este planeta, es una clara indicación de que, como cabeza del arca no ha sabido sopesar posibilidades y prioridades, condenándonos a sobrevivir en un planeta del que desconocíamos hasta su mera existencia al comenzar esta misión. No pienso entrar a evaluar la posibilidad de que ciertos rumores que han llegado a nuestros oídos son ciertos o no, me basta con saber que ahora, sea por lo que fuere, solo nos queda este reducto para malvivir, y algunos no creemos que, una vez que la nave ha tomado tierra, sea usted la más indicada para continuar como cabeza de la misión, no ahora que somos los obreros y curritos quienes debemos tratar de improvisar soluciones desesperadas para la supervivencia de todos nuestros compañeros. Gracias por sus servicios, peor creemos que va tocando un cambio de métodos.

El tipo trataba de exponer sus ideas con seriedad, sin ironía ni cinismo, a pesar de que por momentos parecía preguntarse si realmente era necesario explicar qué les había llevado hasta esa situación.

Finalmente los disidentes se habían avenido a negociar y eso era buena señal porque Kim no quería que todo aquello acabara en violencia, aunque no lo descartaba antes de poner en peligro a toda la expedición. Por eso había aceptado la reunión, quería saber qué intenciones tenía aquella gente y qué pretendían hacer. Desde luego habían metido la pata hasta el fondo y les habían dejado en una situación muy delicada. Miró al representante y escuchó lo que tenía que decir manteniendo el gesto serio.

-Entonces si no entiendo mal, creen que porque son la mano de obra que levanta las infraestructuras tienen ustedes mayor poder de decisión o mayores derechos que el resto, yo debo velar por los intereses de todos señor Ketchum. Si estamos en este planeta es gracias a una escrupulosa investigación para asegurar que la nave no estuviera en riesgo y aunque las condiciones no son las óptimas, nos permitirán de cara al futuro encontrar una mejor ubicación para la expedición. En cuanto a su golpe de estado les conmino a que desistan inmediatamente a cambio de que los cabecillas sean criogenizados de nuevo y reemplazados. Es una oferta generosa porque ahora mismo no nos podemos permitir este tipo de acciones que ponen en peligro toda la misión.

No dijo más, pero si seguían poniendo en peligro a todos quizás habría que tomar medidas drásticas y se había preparado para ello asegurándose que las armas estarían bien custodiadas y con gente de confianza. Aunque prefería no resolver aquella situación de esa forma, pero se estaban jugando mucho.

Las reivindicaciones de Ketchum parecían indicar que querían, como mínimo, que Kladtomak renunciase a su cargo como Capitana. Pero, ¿y después? Quizá Ketchum querría asumir él mismo el cargo, pero eso era absurdo. A menos que dispusiera de los apoyos suficientes entre la tripulación. Pero, ¿cuál era el alcance de su conspiración? Era importante averiguarlo.

Antes de que el científico pudiera indagar al respecto, la Capitana habló a su vez... y no dio demasiadas opciones para la negociación: exigía simplemente la rendición incondicional y la criogenización de los cabecillas. Eso no podía salir bien.

—Si me permiten intervenir —comenzó a decir, dirigiéndose a Ketchum—, me gustaría saber cuáles son sus reivindicaciones. Me ha parecido entender que quieren que la Capitana Kladtomak abdique de su puesto. ¿A quién querrían poner en su lugar? Y, ¿con qué objetivo? ¿Qué es lo que consideran que deberíamos hacer distinto a lo que estamos haciendo?

De inmediato fue perceptible el aumento de tensión en los revolucionarios ante las palabras de la Capitana; la arrogancia de su respuesta no era precisamente lo que parecían pensar que pasaría al aceptar una reunión. Al menos, no todos. Selena se mantenía en un discreto segundo plano, sus manos en la cintura observando detalladamente la situación. Se había esperado una reacción parecida, pero Ketchum había insistido en llevar a cabo aquella ridícula reunión de todos modos. Le observó apretar los puños y fijar su mirada en Kladtomak.

-¿Ni siquiera piensa escucharnos?- Dijo con la furia empezando a mostrarse en su voz. -Está aquí para oír nuestras condiciones, ¿o es que piensa matarnos a todos? ¿Y qué hará entonces, cuando no tenga peones que hagan todo lo que sus delicadas manos no han hecho nunca?-

El intento de Arslan en traer algo de diplomacia parecía haber llegado muy tarde, pero una vez más Ketchum pareció ser capaz de controlar su humor. -Se colocaría a alguien que sea elegido por todos, no a una lamebotas ascendida con ínfulas de líder. Alguien que sí sepa velar por los intereses de todos y que, sobretodo, sepa escuchar.- El vocero de la revuelta hizo énfasis en esa última palabra, mirando con desprecio a la mujer. -¿Acaso se ha codeado con la gente a la que dice "cuidar"? No, pasa día tras día en su alta silla, sin prestar atención a lo que le pedimos. A lo que su "gente" necesita.- De nuevo, pareció dejar la pelota del lado de la capitana y su consejero, pero se notaba que aquella tranquilidad no iba a durar mucho... y la arrogancia de Kladtomak podría salirle cara.

El cabecilla de los sublevados había vuelto a encararse con la capitana. Realmente Reznor estaba del lado de aquel grupúsculo, ¿No era por ello que había dejado el ejército después de todo? Pues si, pero no dejaba de pensar que al haber sido requerido como elemento neutral, no se atrevía a hablar. Casi se sentía más como si estuviese allí a modo de guardaespaldas o un puertas tipo, capaz de sostener la mirada de Ketchum o cualquier de sus hombres en caso de que la cosa estuviese a punto de llegar a las manos, así que optó por ver la reacción de la capitana ante aquel 'ofrecimiento'. Aun así, no pudo evitar soltar una mirada susceptible al hombre cuando esté faltó al respeto de Kladtomak. - Creo que no hace falta ser tan grosero, Ketchum, la capitana se vio obligada a tomar su puesto en un momento de necesidad máxima y hasta ahora ha conseguido mantenernos con vida, concédele al menos eso.

Por mucho que hubiese respondido así, sus simpatías estaban con quien estaban, y le costaría ocultarlo si la cosa escalaba.

Kin cruzó los brazos y entrecerró los ojos al escuchar las intervenciones de sus rivales y los argumentos que esgrimían.

-Su discurso es apasionado señor Ketchum, pero está lleno de mentiras. Cualquiera que se haya tomado la molestia de hacerlo sabría que mi despacho siempre ha estado abierto a peticiones y sugerencias y con gusto habría escuchado las suyas de haberse producido. Pero usted dice que no escucho cuando no han hablado. ¿Qué han hecho? Pues prácticamente un golpe de estado, una rebelión, en base a una supuesta superioridad de un colectivo al que solo se le pide que haga su trabajo, como el resto estamos haciendo el nuestro lo mejor que podemos. Y bajo la violencia y la amenaza pretenden ser escuchados... Dígame ¿Quien ha maltratado a la gente? ¿Qué gente debe ser protegida y de quien? Porque si me pregunta a mi lo tengo claro, su postura no es la solución de nada: cuando no me gustan las cosas uso la coacción y la violencia para obtener lo que quiero. Si querían cambiar las cosas podrían haberlo hecho de muchas formas diferentes, formas civilizadas y pacíficas. No voy a negociar con violentos, si tiene que haber cambios serán desde la ley y la justicia. Diga a su gente que tienen la oportunidad de hacer las cosas bien, todo el que no haya cometido ningún crimen no tendrá nada que temer, los que lo hayan hecho serán juzgados y castigados de acuerdo con la gravedad de los delitos.

Estaba segura que entre aquella gente había personas que se habían dejado llevar por el descontento y secundado todo aquello pero sin agredir a nadie o tomar instalaciones bajo la fuerza. Pero los que sí lo habían hecho debían entregarse y ser juzgados si querían aparentar que aún seguían siendo una sociedad con ciertas normas y no una anarquía donde reinara la ley del más fuerte.

El doctor se quedó mirando la situación con algo de preocupación. La Capitana tenía muy claro que lo primero para negociar era solucionar la cuestión del puente, pero la facción de Ketchum entendía que lo primero era negociar y luego liberar a la gente retenida. Se encontraban en un momento de empate y probablemente no podrían seguir adelante sin romper algo.

—Señor Ketchum, ¿piensa entonces que todo pasa por sustituir a la líder? ¿Y después, qué? ¿Piensan volver a poner rumbo a nuestro objetivo original? 

Arslan esperaba poder desatascar la situación de algún modo, pero Kladtomak no lo estaba poniendo fácil.

-Su despacho.- Repitió Ketchum, haciendo énfasis. -Según usted, ¿debíamos ser nosotros los que fuéramos a presentar nuestras demandas, en sumisa actitud? Si realmente hubiera estado atenta, capitana, habría escuchado el dolor y el llanto de aquellos que por su decisión quizás no puedan volver a ver a sus seres queridos. Familias enteras rotas porque "hay que ahorrar energía". Algunos ni siquiera podrán despedirse. Ni siquiera puede asegurarnos un futuro en este lugar.-

De nuevo su atención pasó a Arslan. -Quizás. Incluso si eso significa que nosotros no volvamos a despertar. Al menos nuestros hijos podrán tener un futuro. Habría sido mucho mejor si no hubieran despertado a quienes eran más útiles. Familias rotas, ese es el legado que dejará su liderazgo, Kladtomak. Sólo podemos confiar en que como pueblo unido sabremos elegir mejor a quien nos debe liderar.-

- ¡GERALD!- Tom era consciente de que al emplear el nombre de pila de Ketchum trataba de invocar al hombre tras aquellas furiosas declaraciones, no a su rabia o las lágrimas de los suyos, a las suyas, personales, en tal caso. - Todos hemos perdido algo con este viaje, todos hemos perdido a alguien, puede que a todas nuestras familias, es cierto.- El hostelero no tenía ningún problema en contar por decimoquinta vez la misma batallita de sus tiempos en el ejército, peor era cierto que nunca hablaba de su familia o de si había dejado alguien atrás, peor ahora parecía tratar de echar mano de su propio dolor para devolver a tierra al vocal de los revolucionarios. - Pero si hemos tenido que asumir estos cambios, Y LOS HEMOS TENIDO QUE ASUMIR TODOS.- Acalló aquel chorro de enfado tragando saliva y conteniendo otro arranque, cerrando los ojos y mirándolo a los ojos. - No, este no es el lugar que nos habían prometido, ni las circunstancias en las que creímos que terminaría nuestro periplo, pero no dudo que la capitana tomó la mejor decisión que pudo y, para bien o para mal, creo que por mucho que remováis cielo y tierra, lo único que podemos hacer es tratar de encontrar una mejor forma de asumir que por ahora estaremos anclados aquí, mientras pensamos en cómo podemos darles algo mejor a los que vengan detrás, ya sea aquí o una vez que encontremos otro posible destino para la colonia.

Al hombre no le gustaba tener que haber intervenido de aquella manera, pero la lluvia de reproches de Ketchum le sonaba a un calentón del momento que realmente solo les serviría para cometer un gran error si no se paraban a analizar las posibles opciones que se les presentaban, y eso no iba a poder solucionarse ni en una semana ni en un mes... Quién sabe si en un año...

- Aquí Tolliver, Ketchum... Hemos... Tenido un pequeño problema, a Ravena le ha dado por tratar de hacerse la heroina y Maxwell no ha controlado su fuerza y le ha roto una pierna. Los rehenes se han revolucionado un poco, peor estoy tratando de que vuelvan a recobrar la calma y la cosa no vaya a mayores. Creo que tras lo de Troy, con esto la cosa ya ha escalado de más.- El comunicador de Ketchum estaba en abierto, todos pudieron escuchar aquel acuciante informe de la situación.

Cuando el comunicador de Ketchum comenzó a emitir, todos se quedaron algo confusos. Aparentemente, el que más fue el propio Ketchum, que no atinó a desactivar la transmisión antes de que todos los presentes la oyeran.

Fue un momento extrañamente incómodo. Arslan sintió una mezcla de vergüenza ajena por el error infantil cometido por el supuesto líder de la revuelta, preocupación por la situación en el centro de control y una cierta sorpresa por el modo en el que el destino les ponía en bandeja una ventaja.

Era el momento de aprovechar la ventaja.

—Señor Ketchum, esto es absurdo. La situación va a empeorar, de hecho, ya ha empeorado. Es evidente que no pueden controlarla. ¿Va a esperar a que haya un muerto sobre su conciencia? 

El científico esperó unos instantes a que sus palabras calasen, pero volvió a hablar antes de que Ketchum respondiera a su pregunta.

—El señor Reznor tiene razón, por el momento estamos anclados en este lugar, para bien o para mal. Quizá podamos mejorar nuestra situación, pero no lo haremos enfrentándonos entre nosotros. Quizá sea el momento de llegar a algún tipo de acuerdo y ceder por ambas partes.

No se olvidaba de que en última instancia la decisión la tomaría la Capitana, pero no era mal momento para tratar de inclinar la balanza de parte de la negociación.

La simpleza de aquel hombre y de los que representaba, al igual que sus cortas miras, la exasperaban. Aún se preguntaba si era necesario discutir aquellas cosas tan básicas y le horrorizaba pensar donde podían dirigirse las cosas con aquellas personas a la cabeza.

-Señor Ketchum. -Dijo cargándose de paciencia e intentado mostrar calma.- ¿No comprende que si no establecemos unos mínimos de habitabilidad y seguridad sería una crueldad despertar a las familias? ¿Quiere que vean como se mueren sus seres queridos ya sea por enfermedad, hambre o accidentes? Creo que sus deseos son legítimos, pero no estamos en condiciones aún de ofrecer tal cosa, por eso solo se despertó a la gente necesaria. Supuse que trabajar para poder tener aquí a sus familias lo antes posible era un incentivo suficiente, veo que me equivoqué.

Pero aquella gente no estaba demostrando tener ni una pizca de volutad ni de sacrificio y tan solo pedían lo primero que les venía a la cabeza sin pensar en las consecuencias.

-El señor Reznor y el señor Arslan tienen razón. Esta situación se les está escapando de las manos. Aún podemos solucionar las cosas sin que haya que lamentar nada grave, pero para eso debemos colaborar entre todos.

Selena respiró profundo, viendo cómo la gestión de Ketchum iba de mal en peor. Aquella situación de rehenes era preocupante, y el hombre resultaba demasiado temperamental como para llevar aquella conversación a un final agradable para todos. Se veía en sus manos apretadas que no sabía cómo reaccionar ahora.

-Bien, creo que esto ha sido un terrible fiasco.- La morena se adelantó entonces, haciendo que Gerald y el resto de los hombres la miraran. Selena tomó el comunicador del cinturón del "jefe" del sindicato, y lo activó. -Liberen el puente de mando.- Dijo en un tono neutro, pero que claramente no sería desobedecido.

-Selena, ¿qué está--?-

-Cierra la boca, Gerald.- La morena devolvió la radio, y se dirigió directamente a la capitana. -No crea que esto es una revuelta de unos pocos, Kim. Hoy se han levantado veinte, mañana serán cincuenta, y así la situación irá de mal en peor. Hay descontento entre el pueblo, y aunque hayan algunos que se sientan privilegiados por su compañía...- Sus ojos se cruzaron un momento con los de Tom, antes de volver a la capitana. -...son más aquellos que se encuentran en tensión, a punto de saltar. Le recomiendo que piense bien una manera de aliviar esta situación, y especialmente, piense bien si llevará ante la ley, su ley, a los involucrados. ¿Quiere crear mártires entre aquellos que no le apoyan? Cumpla entonces con su supuesta oferta de paz de criogenizar a los cabecillas en esta revuelta.- La mujer mantuvo la mirada de la capitana. -No queda más que hablar, así que pueden retirarse.-

Mientras el comunicador se llenaba de estática por unos segundos, como si alguien lo hubiese dejado en abierto al otro lado antes de darse cuenta, mientras discutían sobre qyién hacia hablado y qué hacer, Reznor se miró las puntas de los tennis, que no se había cambiado tras el gimnasio, poniéndose colorado al reconocer que, por mucho que quisiese engañarse, no podía estar a bien con todos, supongo que habría más gente que estuviese de acuerdo con Selena, pero qué se le iba a hacer, ahora lo importante era velar porque nadie saliese herido y la capitana no hiciese una tontería que arruinarse aún más el desastrado ambiente de la colonia.

- La señorita Álvarez tiene razón y lo sabe, capitana, sin algún otro tipo de acuerdo, el poner a dormir a los amotinados no deja de ser, a efectos prácticos, como matarlos, y de hacerlo, llegará un día en que se encuentre sin luz, purificador de aire ni calefacción cuando se despierte... Y, no, no es una amenaza. Lo siento.

A su vez, Ketchum miraba con ojos desorbitados a Selena. ¿Cómo se te ocurre, Álvarez? ¿Cómo se te ocurre?

Tom pudo percibir las intenciones del mostrenco, pero sus lentos reflejos le hicieron palmearle la mano mientras le señalaba con unos ojos aún más desorbitados. 

- No, Gerald.

- De acuerdo, ya los hemos soltado, nos...- Nadie terminó la frase por el interfono, pero estaba claro que los confundidos revolucionarios habían hecho caso a Selena, puede que más que nada por la confusión contradictoria en que está les había sumido y su imposibilidad de arriesgarse a escalar la violencia contra quienes eran sus compañeros. Ellos no eran los auténticos enemigos.

No sabía muy bien quien era esa mujer pero agradeció la intervención y sobre todo la resolución que había tenido de terminar con todo aquello.

-Gracias. -Le dijo a la mujer.- Esto estaba yendo demasiado lejos y necesitamos soluciones, no más problemas. -Era una mujer práctica y no le gustaba dar rodeos.- Lo último que quiero es empezar una guerra, aunque muchos dirían que es lo que han intentado hacer ustedes, tampoco puedo mirar hacia otro lado y hacer como que nada de esto ha sucedido. ¿Qué seguridad le estaría dando a la gente que si confía en nosotros? Estarán de acuerdo en que hay que hacer algo y que sea lo suficientemente rápido y efectivo para que la situación no se enquiste y que podamos continuar con nuestra misión, les recuerdo que es algo de vida o muerte. Así que propongo formar una comisión temporal formada por gente de ambos lados y que tendrá una doble función: por un lado deberá proponer qué hacer con los participantes de este motín y por otro reunir los problemas que mencionan y proponer las soluciones que los implicados sugieren. Porque no quiero que nadie piense que aquí se hace mi voluntad, yo solo soy la cabeza de todo el sistema y a veces tengo que tomar decisiones, pero no lo hago por capricho si no buscando lo mejor para todos y obviamente siempre habrá alguien descontento. En todo caso si hemos descuidado alguna de nuestras obligaciones aún estamos a tiempo de resolverlas como un grupo civilizado que espera construir algo que merezca la pena. Por eso estoy dispuesta a tomar las resoluciones que la comisión adopte en mayoría. Si les parece bien mañana podemos hablar de ello, vengan con tres nombres y nosotros elegiremos otros tres, se les asignará una dispensa especial para que puedan trabajar en la comisión durante tres días y al cabo de ellos nos reuniremos para escuchar los resultados. Y ahora si me disculpan tengo que ir a comprobar todo lo que haya podido suponer su pequeña rebelión, pasaré los informes a la comisión para que puedan tener todos los datos posibles para tomar una buena decisión.

Esperó a ver si alguien tenía una contrapopuesta o les parecía bien su idea antes de marcharse. Quería comprobar como estaban los heridos y si había habido algún daño material. El tiempo perdido ya no se lo iba a devolver nadie.

Así, de un modo completamente imprevisto, terminó la reunión. La crisis parecía haberse zanjado, sobre todo si se confirmaba que el Centro de Mando se había liberado. 

Pero no había sido debido a su supuesto interlocutor, Ketchum, sino a otro de los integrantes del grupo de amotinados: Álvarez. Arslan se mantuvo un tiempo sentado, observando a la mujer que, con una simple orden, había terminado con la rebelión. Había sido astuta al mantenerse en un segundo plano, pero no tanto al escoger a su portavoz. Ketchum había cometido tantos errores que se había visto obligada a mostrar sus cartas y demostrar que ella era la que mandaba.

Por supuesto, investigaría todo lo que pudiera sobre ella tan pronto como pudiera.

La reunión se había terminado. Álvarez la había dado por terminada. Kladtomak lo había aceptado y ahora tocaba descubrir si realmente todo había finalizado.

Arslan se levantó de su asiento y siguió a la capitana. 

No creía que todo hubiera finalizado.