Partida Rol por web

Kim escuchaba con gesto serio las palabras de Selena. Parecía una persona que no creía en la empatía del resto y que solo era capaz de canalizar su dolor con odio hacia los demás, una actitud perdonable en sus circunstancias pero que era peligrosa cuando representaba a todos aquellos que habían intentado aquel fallido y violento golpe de estado. Por supuesto Kim sabía que aquel no era ni el lugar ni el tiempo para entrar en discusiones, que cada uno pasara su duelo como quisiera, aunque fuera así, ella no iba a caer en provocaciones y si tenía que hablar con Selena de nuevo sería cuando esta estuviera más calmada. Por otro lado Oriri parecía saber manejar ese tipo de situaciones aunque sus palabras caían en saco roto con Alvarez. Kim se preguntaba qué pensaba la gente que era ese viaje espacial. ¿Es que nadie les había advertido de los peligros? ¿De la posibilidad de que la nave fallara? ¿De que todos acabaran muertos? Al menos seguían vivos aunque no fuera en el paraíso que les habían prometido y que probablemente no lo fuera siquiera, pero a un grupo de personas ni siquiera le importaba.

Cuando Selena se dirigió a él y le miró, mientras preguntaba si podía asegurar que sentía las muertes que se habían producido, Arslan sostuvo la mirada de la mujer. Se llevó una mano a la boca, mientras se acariciaba las mejillas con los dedos.

No contestó, pero reflexionó. ¿Sentía esas muertes? A un nivel estadístico, como decía Álvarez, habían sido bastante pocas. Cifras soportables. Por supuesto, ¿qué hubiera sucedido si solo hubiera muerto una persona? El mínimo absoluto de bajas. Apenas una mención, casi despreciable. 

Pero, ah, todo cambiaba. Todo cambiaba cuando esa única persona era tu hijo. Cuando era tu madre. Cuando era tu amor. 

Arslan era capaz de sentir empatía, por mucho que la mayoría de sus subordinados afirmaran, jocosamente, que la ciencia era su amante y los informes sus hijos. Pero él estaba obligado a ver la imagen completa. Alguien tenía que hacerlo.

Y la imagen que se le ofrecía era preocupante. Por un lado, la revelación de que la líder de los amotinados había perdido a su pareja y su hijo era una pieza del puzzle. Una pieza crucial. Quizá incluso la clave de bóveda que sostenía toda la catedral.

Pero eso no era lo importante. Solo era una explicación de las motivaciones. Lo crucial era el problema que tenían ahora entre manos: Selena era la indiscutible líder de un movimiento que amenazaba la propia existencia del Arca Esperanza. Ahora mismo ese movimiento estaba en sus inicios, pero no era pequeño. Los hombres y mujeres que arropaban a Álvarez demostraban que no podía ser extirpado de raíz. Se había extendido, como un tumor. Quizá habría que actuar sobre el núcleo irradiador, pero después sería necesario aplicar medidas para no crear un mártir. 

Observó el intercambio de palabras entre Oriri y Selena. Con todo lo que se oponía a los métodos de la Hermana Oriri, tenía que admitir que puede que, en estos momentos, lo mejor que se podía hacer era oponer un relato con otro. La empatía, la solidaridad, la aceptación, contra el odio, la sed de venganza, el dolor.

Se mantuvo en silencio, aunque ya estaba pensando en el momento en el que estudiaría la grabación de los acontecimientos que estaban teniendo lugar en la sala.

Mientras esperaba alguna reacción por parte de Selena, Oriri recordó. Recordó lo que había hecho que ahora, en ese momento, estuviera allí. Entre otras muchas cosas, desde luego, el camino nunca se hace con el primer paso. 

De niña había visto una reliquia que había rescatado de alguna parte su abuelo, y que había dejado un brillo especial en sus ojos ancianos, y lo dejó en los suyos, aún infantiles...

Oriri demostraba que también conocía a los que le rodeaban, a los afectados. La manera en que Selena le observaba a medida que iba hablando era algo parecido al respeto. Si había pensado que encontraría en Kim a su adversaria, la mujer de cabellos blancos demostraba tener la empatía y el liderazgo que a la otra le faltaba. Por ello, su atención volvió de nuevo, esta vez por completo, a la Hermana.

-Moldeamos nuestro destino.- Repitió. -Y sin embargo, yo veo aquí a una persona que se erigió líder no por sus méritos sino porque fue la primera opción que encontraron. ¿Puedes decir acaso que Kladtomak sabe de las ciencias que necesita para guiar este lugar? ¿No necesita acaso de la guía de Arslan, de Troy O'Connor, de ti? ¿Qué hace que la ahora Capitana sea mejor dirigente de lo que pudiera ser alguien como yo... O alguien como tú?- Se volvió entonces, no de nuevo hacia los científicos, los adinerados, los que habían comprado su puesto en el Arca con conocimiento único o con suficiente dinero. Se dirigió al pueblo, el que allí se reunía y los que escuchaban fuera. -Nos hemos ganado nuestro lugar en Arca Esperanza con sudor, con sangre y lágrimas. Somos supervivientes. No somos sólo peones usados para mantener en funcionamiento este arca, mientras aquellos que sobrevivieron usando sus bolsillos nos manipulan desde arriba, pensando que pueden volver a la sociedad que una vez fuimos. Somos más.-

Mira hacia Oriri. -No deseo que se derramen sangre, que se pierdan vidas. Sólo pido lo justo: un líder que pueda entender lo que estamos viviendo, y que haga lo que tenga que hacer por nosotros.- Solo entonces, hizo algo inesperado: extendió la mano hacia la Hermana Oriri, en una especie de invitación, una alianza. -¿No lo ves? Podrías ser nuestra dirigente. Podrías ser quién nos guíe. Tú lo entiendes... ¿Puedes decir lo mismo de ella?- Dijo, mirando hacia Kim.

Podía estar de acuerdo con algunos razonamientos de Selena, como que si estaba al frente de todo aquello había sido por desgracias ajenas, pero eso no la iba a hacer sentirse culpable, le habían ofrecido la responsabilidad y la había aceptado, había trabajado duro y tomado decisiones difíciles y aún seguían vivos y con esperanza. Sin embargo sabía muy bien que todos estaban haciendo grandes esfuerzos aunque Selena pareciera querer destacar solo a una parte de todos los que estaban activos obviando al resto que no le interesaba o comulgaba con sus intereses. Esa actitud era horrible y desde luego así, sin unificar esfuerzos todo aquello estaba destinado al fracaso. Y la mujer seguía sacando veneno y mentiras por su boca convirtiendo el funeral de su familia en un circo, flaco favor se hacía y poco respeto demostraba por los suyos. Kim se alzó impasible intentando guardar la compostura y la solemnidad de una reunión así.

-Señora Álvarez. Siento que no esté de acuerdo con la gestión de mi gabinete. Y yo tampoco estoy de acuerdo con sus acusaciones pues me consta que cada miembro de la expedición está trabajando duramente para sacar todo esto adelante y sin ningún privilegio para nadie, no puedo dejar pasar su comentario sin más. Pero hoy es un momento de homenaje y de recuerdo a todos los que hemos perdido, se merecen nuestro respeto, el resto de temas podemos discutirlo en otro momento, mi oficina siempre ha estado abierta. Hermana Oriri ¿Podría tener unas últimas palabras de despedida? Por favor.

-¿Por qué?- Interrumpió nuevamente Selena antes de que Oriri pudiera hablar. -¿Por qué no aquí, por qué no ahora? ¿Acaso demostrar que sus muertes no serán en vano, que habrán cambios, no es una manera de respetarlos también? ¿Por qué llevar esta conversación a su área, su despacho, y no discutirlo aquí, ahora, cuando todos los oídos están sobre nosotros? ¿De qué tiene miedo, Kladtomak?- Selena seguía empujando, envenenando oídos en contra de la capitana, y con palabras como aquellas Kim se lo estaba haciendo más fácil. Ya habían entre los presentes voces murmurando, algunos a favor de lo que decía la latina, otras de acuerdo en que aquel discurso debía terminar ya.

Hasta el momento, el científico jefe de la nave se había mantenido al margen, pero no había dejado de observar la reacción de la gente. Muchos estaban de acuerdo con Selena y existía un riesgo grave de polarizar a la gente. Sin duda Álvarez había sido astuta al plantear sus reivindicaciones en este momento. Y se resistía a dar por zanjada la discusión. Con total seguridad, había elegido actuar con anticipación.

Pero lo que hizo que Arslan interviniera por fin fue la sugerencia de Álvarez de que la Hermana Oriri se convirtiera en la líder del Arca. En opinión de Eugene eso sería, desde luego, el principio del fin. Dejar que los sentimientos y el misticismo se impusieran sobre la ciencia y la lógica. Volver al tiempo de los chamanes y los sumos sacerdotes. No si él podía impedirlo.

—Señora Álvarez —dijo, mientras se abría paso hacia la mujer. No le fue necesario forcejear con nadie para ello; los presentes se apartaban con rapidez para dejarle pasar.

—Le recuerdo el reciente incidente con la ocupación del puente de mando y el secuestro de varios tripulantes. El miedo que pueden tener los representantes del mando del Arca Esperanza es que se repitan situaciones similares. ¿Cree que debemos tomar las decisiones sobre nuestro futuro de manera asamblearia? ¿Considera que debemos elegir a nuestros líderes por aclamación o en base a su popularidad?

La Hermana Oriri aún no había intervenido. Con un poco de suerte, rechazaría el ofrecimiento de Álvarez. O, mejor aún, no diría nada. Cuanto antes se olvidara que ese ofrecimiento había tenido lugar, mejor para todos.

Los ojos de la mujer fueron hacia el hombre que acompañaba a la capitana, notando como él también sabía jugar el juego que la latina estaba liderando. Al poner la atención sobre los sucesos ocurridos en aquel momento, se dejaba de lado lo que estaban discutiendo en esos momentos, y los rebeldes que la apoyaban en ese instante no estarían tan bien vistos por el pueblo.

Selena midió sus palabras. -Lo ocurrido en el puente de mando no fue más que una bola de nieve que creció y explotó, porque no había quien escuchara. No apruebo la violencia, y aunque estaba de acuerdo en que había que llamar la atención de los "altos mandos" de alguna manera, mostré mi disconformidad a cómo lo llevaron a cabo, y usted, Arslan, igual que la capitana y Tom Reznor son testigos de que así fue. Un verdadero líder habría prestado atención a la molestia del pueblo y no habría pretendido que nada pasaba hasta que la mierda llegara al ventilador.-

Tomó unos segundos más de silencio, luego siguió. -A diferencia de aquellas a quienes he preguntado, yo sí voy a responderle, Arslan. Considero que un líder debe ser elegido por aquellos a quienes liderará. Un líder impuesto no logrará sacar el potencial de su gente, la desobediencia estará siempre a la orden del día. Si no sabe empatizar, si no puede hacerse querer, la anarquía y el caos reinarán. Si, el líder de esta nueva sociedad que estamos formando debería ser elegido con una asamblea, con representantes de todas las áreas. No solo de unos pocos. Todos deberían poder opinar.- Hubo algunos aplausos, mientras las miradas seguían ávidas entre los presentes, la tensión flotando en el aire.

Selena esquivó con bastante habilidad la acusación de que había perdido el control de la situación en el puente de mando. No podía contradecirla directamente, pues era cierto que en la reunión con los líderes de los amotinados, al final había sido ella la que dio la orden de finalizar el secuestro.

A su alrededor, la gente aplaudía sus palabras. No todos, pero sí los suficientes.

—Le doy la razón en una cosa, señora Álvarez —dijo Arslan, y dejó un instante de pausa antes de proseguir. Hablaba con voz calmada y no excesivamente alta de modo que aquellos que querían escuchar lo que tuviera que decir se vieron obligados a callarse. Se escucharon llamadas a la calma entre los presentes—. La Capitana Kladtomak fue elegida para liderarnos en un momento de grave emergencia. Nadie puede decir que la emergencia haya pasado, pero quizá sí deberíamos reflexionar sobre cómo debemos organizarnos en el futuro.

Arslan asintió, como otorgándole a Selena esa victoria.

—Todos nuestros planes se trastocaron cuando la nave sufrió el desvío que nos alejó de nuestro objetivo inicial. Tenemos que volver a replantearlo todo —dijo, mirando a su alrededor, no solo a Selena—. Pero no podemos elegir a nuestros líderes por aclamación. Debemos ir de la ley a la ley. Establezcamos las reglas del juego. Creemos un censo. Debatamos lo que cada cual propone para nuestro futuro.

Se volvió a mirar a Selena.

—Pero este no es el momento, señora Álvarez. No es el lugar ni el momento. Hoy hemos venido a llorar a nuestros muertos. El momento de la política es otro, este es el de los sentimientos.

Arslan apelaba a la razón de la multitud. A calmarse y reflexionar. Siempre había actuado así; para él, ese era el modo de avanzar como civilización. Al mismo tiempo, no podía negar el poder de los sentimientos, de la rabia, la pena, el miedo. Pero aceptar su poder no quería decir rendirse a ello. Álvarez estaba manipulando los sentimientos de la multitud y eso era precisamente lo que el discurso del científico jefe quería neutralizar.

Que los sentimientos se quedaran al cargo de Oriri y sus ceremonias. Él se ocuparía de la razón.

No había rechazado las manos que Selena le había tendido, nunca lo habría hecho. Pero sí rechazó su propuesta, aunque no lo hizo directamente, no con palabras, simplemente negó con la cabeza.

Sin embargo Kim sí intervino, y luego Asland.

-Eugene tiene razón, Selena.-Era odioso tener que admitirlo, sobre todo para ella, en las antípodas del pragmatismo racional del anciano.- No sabría expresarlo mejor. Hay un momento para reflexionar, para discutir y planear. Pero no es ahora, ahora ahora es el de la añoranza y la oración. 

Soltó las manos de la mujer y le sonrió, volviendo a negar.

-No soy una líder ni estoy preparada para asumir lo que me ofreces. Soy si acaso una conductora espiritual, en permanente búsqueda del equilibrio. Mi esfera no es la política, no sé ni quiero organizar esta nave. Y hay que reflexionar con cuidado quién sí puede, quién tiene la preparación para ello.

Se giró hacia Kim, y esta vez asintió. Luego miró a los presentes, en general.

-Creo que la Ceremonia puede darse por concluida. Hemos compartido nuestro sentimiento, y hemos enviado nuestros pensamientos a los que se han ido. Amigos, espero que las palabras dichas hoy y aquí sean semilla de una fuerza unificadora, no de la discordia. No las dejemos a un lado, meditemos y volvamos a ellas con calma y mente abierta.

Selena había apretado suavemente la mano de la hermana Oriri. Aún si ésta había mostrado no estar interesada en lo que le proponía, el hecho de haber aceptado el toque con ella ya daba una visión de paz entre los grupos, de que un acuerdo si sería posible después de todo. Aquello era... Conveniente. De momento.

Así que la latina terminó realizando un muy breve asentimiento en dirección de la oradora, gentil y aparentemente sumiso. Ya Oriri daba por terminada la reunión, y sin embargo no fue hasta que Selena realizó aquel gesto que aquellos que la acompañaban comenzaron a dispersarse. Mantuvo la mirada sobre aquellos tres, distintos oponentes, posibles aliados. Por ese día, no haría más de forma pública. Mas tampoco estaría ociosa. Era momento de pensar, y de empezar a aprovechar el pequeño terreno que sus palabras habían horadado.

La ceremonia del funeral había sido incluso más tensa de lo que había previsto, aunque también había resultado clarificadora, incluso en momentos tan delicados Selena había atacado su mandato y declarado la intención de hacer cambios. A Kim no le asustaban los cambios pero estaba convencida de que habían tomado buenas decisiones en momentos muy difíciles y críticos y por lo que habían dejado entrever y la manera que habían tenido de actuar hasta ahora, los que pretendían gobernar llevarían la expedición directa al fracaso o la destrucción entre unos y otros. Debía estar preparada para todo lo que pudiera pasar, no pretendía ejercer la violencia como había hecho el otro bando pero si estaba decidida a impedirla así que intentó mejorar la seguridad en general y sobre todo en los lugares más críticos e importantes para todos. Hecho eso se convino a seguir trabajando para mejorar las cosas, quizás con el tiempo y si no había más contratiempos la gente volviera a tener la mirada puesta en el objetivo global de establecerse, si no definitivamente al menos el tiempo necesario para poder preparar la nave para otro viaje mientras buscaban un sitio más adecuado.

¿Podría Selena considerar aquel intercambio de palabras como una victoria? Quizás. Pero sabía también que era apenas el primer paso, la primera batalla en una guerra que podría resolverse entre diálogos, eligiendo las alianzas correctas. Eso no eliminaba aquella sensación en el aire de que en caso de que los diálogos fallaran, nuevas medidas se tomarían. La sangre llegaría a correr...

Una vez fuera, acompañada de su pequeño séquito, Selena meditó. Contar con la hermana Oriri podría ser exactamente lo que necesitaba para tener un mayor voto positivo por parte del pueblo. Debía seguir existiendo esa sensación, el empoderamiento popular para acabar con la tiranía que representaba Kim, que representaba Arslan. La latina tenía claro que el cambio estaba cerca, que la tensión no haría más que aumentar desde ese momento, como una olla a presión.

Una persona más ambiciosa podría intentar controlar aquella marea que iba creciendo, y que amenazaba con salirse de las manos. Pero no Selena. Ella ya lo había perdido todo, y solo deseaba ver el mundo, el Arca, arder...

Cuando por fin terminó la ceremonia, Arslan permaneció en el lugar, reflexionando. Algunas personas se le acercaron, exponiendo su apoyo, su preocupación o incluso su apoyo a algunos de los argumentos de Álvarez. Ninguno recibió más que unas pocas palabras por parte del científico, que no estaba dispuesto a discutir. No en estos momentos. Al fin, la gente le fue dejando solo.

No fue el último en irse: algunos pequeños grupos se quedaron, debatiendo. Algunos de un modo más abierto y otros más conspirativo. En momentos de incertidumbre, los humanos buscaban el apoyo del grupo.

Arslan no regresó a su habitación. En lugar de eso, se marchó a la biblioteca. Tenía que estudiar su próximo movimiento. Hasta el momento se había preocupado de hacer que la colonia fuera viable: que pudieran conseguir oxígeno, agua, fertilizante y materiales de construcción.

Pero ahora debería dedicarse a algo que normalmente deploraba: la política. Solo la política podría salvarlos.