Partida Rol por web

Tanta cháchara por parte de Cytla y Jonathan estaba provocando en Baeric dolor de cabeza, pero que hablaran...así no se concentrarian en el combate. 

Las púas que salieron de su armadura cumplieron su cometido perforando y desgarrando allá donde se clavaran y Baeric gruño.

-Basta. Habéis terminado con mi paciencia. No sois más que motas de polvo, estúpidos, ¿Creéis que podéis arrebatarme mi reino?-Dijo mirándoles con aquellos ojos que parecían emanar más y más llamas.-Traidores, cobardes, tramposos...eso es lo que sois, patéticos gusanos bajo mis pies. ¡MI REINO, MI TRONO!-​​​​​​-Tras eso no dudó en alzar nuevamente su espada hacia los cielos, provocando que nuevamente allá abajo todo se descontrolara, más púas de hueso crecían del suelo, alzándose amenazantes hacia el cielo, el cual comenzó a tornarse de color carmesí, estaba ocurriendo un eclipse en pleno día, llenando todas las calles de carmesí.

-¿QUERÉIS ARREBATARME LA CORONA?...BIEN, SERÉIS LOS REYES DE LA CENIZA, LOS HUESOS, EL POLVO Y LA MUERTE...-​​​​​​-Mas almas comenzaban a arremolinarse alrededor de Baeric, entrando y saliendo de la espada que apuntaba al cielo y empezaba a canalizar una enorme llama. Los gritos eran ensordecedores, aumentaban sin parar.

-Soy... inevitable.

 Tus palabras, más allá de dejar pensativo durante unos segundos al híbrido, solo provocaría un chasquido de dientes antes de hacer pedazos con uno de sus puños aquel trozo de columna que le arrojaste.

 -Ahora lo entiendes, ¿no? Este mundo, su gente, busca la extinción constantemente por motivos egoístas... Si me hubieras escuchado al menos los dragones habríamos encontrado nuestro final de forma cómoda y gloriosa, pero ahora solo queda esto... -concluiría antes de lanzarse nuevamente a por ti, desatando una serie de puñetazos y patadas que te tocaría bloquear y responder: tal vez tuvieses un solo brazo, pero tenías la fuerza de tu espíritu para ser capaz de hacerle frente...

 Con cada pisada vuestra el suelo se llenaba de grietas, el viento se cortaba con cada puñetazo, y el mar de llamas a lo lejos no hacía más que crecer: llegados a ese punto ambos tenían claro que solo había una manera en la que todo acabase, y seria cuando el otro ya no pudiese mantenerse en pie.

 -¡Cromwell...!

 La sensación de los huesos clavados en tu piel era tan desagradable como dolorosa, tan vez solo superable por el frío de tu sangre recorriendo la superficie de tu cuerpo mientras buscaba su camino al suelo, y aun así tenías que sacar fuerzas de donde no tenías para moverte y continuar luchando.

 Pero a pesar de todo, ver como Baeric alzaba su espada y creaba aquel devastador ataque era mucho incluso para ti, que sabías bien que era algo que ni el anillo de magia ni tu cuerpo mortal serian capaces de soportar... Y aun así, algo en tu interior te impedía rendirte: tal vez fuese valor o terquedad, pero mientras Jonathan estuviese cerca de ti no te sentías capaz de detenerte.

Atiende al llamado...

Di su nombre...

Libera su poder...

Ah... ah... estoy bien Jon... tranquilo...- le dije jadeando a Jon al ver que gritaba al verme con varios trozos de hueso clavado en el cuerpo... Pero aún podía mantenerme en pie, y eso era lo importante -Lo importante es que lo estés tu. Vayamos a por él...- le dije a mi compañero con seriedad, preparada para lanzarme ante él, por mucho que me doliera tenerlos clavados; pero mejor eso que sacarlos y desangrarme.

Aquel espectáculo, escuchar todos esos gritos de fuera de la gente tratando de sobrevivir al infierno que estaba desatando esta copia barata de Baeric -¡Escucha tu alrededor cacho de mierda! ¿Este es el reino que quieres gobernar? ¡Eres el peor rey que ha parido el mundo si ves bien que tu pueblo sufra así!- le dije cabreada... Queriendo acabar con él, no queriendo ni imaginar como estarán los demás compañeros.

Entonces... parece que Baeric "perdió" la paciencia... ya somos dos -No... Porque no es arrebatar algo que nunca fue tuyo, si no que lo recuperaremos- dije tratando de afrontar todo ese espectáculo de ojos mágicos y llamas con mi voluntad de seguir luchando. Continuó invocando más púas en el reino, destrozando todavía más cosas... clamando que "seremos reyes de la ceniza" -¡No eres más que un niño con una rabieta, que robó un juguete y cuando te obligan a devolverlo lo quieres romper! ¡Pero no te dejaré hacerlo, NO DEJARÉ QUE HAGAS MÁS DAÑO AL REINO!- dije con rabia absoluta... no queriendo permitir que continuara canalizando ese ataque, que siguiera amenazándonos con gilipolleces ni que hiciera daño a nadie más.

Entonces lo escuché... y esperaba esta vez... Poder controlarlo. Alzaría el espadón de forma parecida a como el propio Baeric lo hacía para canalizar aquello. Y esta vez la espada por fin empezaría a mostrarse como algo más que una espada bastarda. Empezó a iluminarse, a cambiar de aspecto; pero no al que tenía cuando la empuñadaba Zedrom. Sino a uno más agresivo, afilado... adquiriendo tal forma y color que recordaban a una llama salvaje e indómita... algo bastante acorde a mi realmente. Hasta sentía el ojo de nigromante arder en mi cara por estar funcionando junto a cada músculo de mi cuerpo para canalizar este ataque. Baeric diría que "Era inevitable"...

Y yo... soy... ¡LA BUITRE MERCANTIL, CYTLA CALATIA!

¡ROMPETORMENTAS!

Ver como se desarrollaba todo, no según un plan establecido, sino según lo que valía el interior de los corazones que amaban a Lily. No obstante, como ya habiamos aprendido en nuestros años de vida, cada acción tenía sus consecuencias, y en este caso iban a ser unas de tamaña importancia.

La unión de la determinación entre Fio y mia lograron hacer que la frialdad de Samael se quebrara un tanto más, tanto como para deshacerse de su verdadero enemigo, aunque no quisiera reconocerlo. Cada una de sus copias fue destruida una a una por el poder de mi hermano en versión desatada, es decir el que ahora tenía el pelirrojo allí presente... Pero gracias a eso, y por desgracia, también ocasionó un segundo efecto dominó que ayudaría al mismo tiempo que nos pondría a todos en tensión. Solo una piedra bastó para separar a Samael de Lily, para ver como ambos dos empezaban a caer sin final... Del mismo modo cuando noté la mano de mi hermanito separarse de la mía, todo se ralentizó.

-Samael... Ahora lo has visto de verdad. Lo has visto en serio. No podrás resucitar a nuestra hermana, porque no eres capaz de contener el poder del caos y concentrarlo con el del orden. Si ni siquiera concentrandolo en Lily, has podido evitar hacerle daño, imaginaté que pasaría si lo concentraras - Lo dije mentalmente y en voz baja, casi como deseando que aquellas que eran mis palabras se volvieran fruto del eco de la escena que estaba reviviendo Samael, que le llegara incluso a lo más hondo de su ser, allí donde residía el deseo de salvar a Lily... Pero no me quedé de brazos cruzados.

Alcé una mano justo encima mía, para abrir un portal de luz justo debajo de mi hermana, donde estaba callendo Lily, y así lanzarme volando hacia arriba, pero para atrapar a mi hermana al vuelo y al mismo tiempo, frenar su caida y evitar que se dañara. No obstante, no cerraría el portal nada más la tomara entre mis brazos y a pesar de acabar estampada contra el suelo. Al contrario, aprovecharía el momento - Samael... N-no eres el único, a-al que le importa Lily...  Pero... s-si colaboramos, juntos. El poder del caos, del orden y de la antimagia, juntos... Podremos traerla de vuelta. - Dejando pues a salvo a Lily a un lado lo más comoda posible, lo miré a el y extendí mi mano - Confía en nosotros... Confía en Lily

-¿Final...? Tonterías...

Respondió esto con voz cansada, sintiendo que el puñetazo le había abierto la herida sobre el ojo o en el mismo, porque sentía la venda cálida allí. No tenía tiempo de pensar en que sucedía mas allá de ese momento. Como siempre, una de sus mayores virtudes era aislar la tormenta a su alrededor, dejando solo sus pensamientos y su misión en su mente.

Probablemente otro complot de las hadas, se dijo. No era partidaria de soluciones extremadamente crueles, pero no le extrañaría nada que luego de algo así, el consenso de los reinos fuera exterminarlas sin cuartel si no había un sitio lo suficientemente lejano como para exiliarlas.

-...!!!...¡¡¡Khh...!!!

Con la extremidad faltante, para Alanís era difícil bloquear todos los golpes. Sentía que conforme avanzaba aquello, Yurrax se acostumbraba a los puntos ciegos o los que le costaba proteger, y comenzaba a explotarlos de forma eficiente. Le fue haciendo retroceder entre breves esquivas y retroceso por los impactos, y...al tomar impulso para adelantarse, rompió el borde del agujero por donde había entrado, sintiendo que comenzaba a descender involuntariamente. Lo que si hizo, estoicamente reaccionando de prisa a las condiciones que le presentaba el momento, fue cerrar una mano en el tobillo rival para llevarlo consigo. Más aún, dio un tirón fuerte para hacerle tomar ventaja en el descenso, apuntando a caerle de pie encima sin nada de delicadeza.

 La preocupación de Jonathan por la pelirroja era notable en su mirada, pero podía ver que no se lo perdonaría si no le dejaba combatir incluso en su estado, por lo que tras asentir se uniría a ella para acabar con aquel duelo.

 Entonces, la batalla llegaría a su climax, con Baeric liberando la esencia de la muerte para dar forma verdadera a su espada y alzarla a los cielos, amenazando con acabar con todo de una vez por todas, más seria correspondido por la determinación de Cytla al escuchar el llamado de los héroes del reino, transformando su espada bastarda en su propia versión de la Rompe Tormentas, teñida de un rojo que levantaría cuál rayo carmesí, siendo Jonathan quién, detrás de la chica, extendería sus manos para posarlas sobre las de la pelirroja mientras le dedicaba una mirada por encima de su hombro: sabía bien que no le gustaba blandir aquella arma, y por eso la ayudaría a hacerlo juntos.

 El cielo tronaba, la tierra temblaba, y el viento se desataba ante el poder que liberaban ambos desde el punto más alto desde la ciudad, desde donde ambos rayos de luz se alzarían hacia los cielos momentos antes de que, con sus gritos de guerra, estos descendiesen para chocar entre ellos.

 El choque de dos poderes como eso provocaría que estos se repeliesen y a la vez se persiguiesen, elevándose hasta los cielos y provocando que las nubes caóticas que cubrían la ciudad se dispersasen, revelando el estrellado cielo nocturno al otro lado, instantes antes de que aquel par de luces roja y azul se fundiesen en un brillante morado que traería consigo una gigantesca explosión de energía, cegando vuestros ojos y los de cualquiera en la ciudad mientras está era engullida por la onda expansiva.

 Y sería así como, luego de que la luz desapareciese y solo quedase una espesa cortina de polvo, la cual según se fue disipando, permitiría ver un enorme cráter ocupando gran parte del centro de la ciudad. Los escombros del castillo estaban tirados por todas partes, y en los restos de aquel combate solo quedaban tres figuras: Baeric en aquella monstruosa forma, permaneciendo en pie a duras penas, y la pareja cayendo luego de unos segundos, teniendo que usar sus últimas fuerzas para no terminar tendidos en el piso.

 Asomándose por encima del monte que rodeaba el cráter, distintas personas de la ciudad se acercaban observando la escena: soldados, rebeldes, las personas restantes de la ciudad se habían reunido allí para contemplar bajo la luz de la luna el desenlace de todo aquello...

 Incluso en el vacío de aquel espacio y los gritos ante el temor de que Lily pudiese desaparecer para siempre, las palabras de Faith llegarían a oídos de Fío y Samael, quién no podría adelantarse a la acción del hada de abrir un portal para aparecer tras Lily y atraparla en el aire, aunque por el impulso que traía la pelirroja Faith acabaría estrellándose contra otro escombro, donde Fío finalmente podría alcanzar a ambas y reunirse nuevamente con su hermana.

 Una vez estuvieron los tres delante de él, el hada simplemente permaneció flotando a unos metros mientras les miraba en crisis, escuchando aquellas palabras de Faith antes de que se decidiese a tenderle la mano.

 Con todo el caos bailando alrededor, el ex-pelirrojo apretaría los dientes al ver la mano de Faith, como un último intento de convencerse de no aceptar, pero seria entonces que el caos "destellaría", cegando durante un breve e inexistente momento el entorno y cambiándolo por una breve y corta escena...

 Luego de aquella visión, la expresión de Samael cambiaría de golpe a una de confusión y sorpresa, pasando a ver a Fío quién, gracias a su naturaleza compartida con el caos, habría sido el único capaz de haber visto también aquella escena, una donde un brillante hada bailaba junto a su amada en un ficticio paraíso...

 -Pude conseguirlo... -serian las palabras que saldrían de la boca del hada en voz baja, instantes antes de que su cuerpo liberase otra enorme onda de caos, bañando todo en una espesa y negra oscuridad que no duraría más de unos segundos.

 Cuando la oscuridad regresó a Samael, trajo arrastrando consigo los restos divididos de la mina, uniendo el espacio a vuestro alrededor y llevándoles de vuelta al lugar antes de ser fragmentado, con la excepción de que ustedes continuaban teniendo a Lily.

 -La calma de su rostro... No recuerdo haberla visto nunca... -empezaría diciendo el hada, descendiendo desde el gran cristal en el que les recibió para aterrizar en el suelo y estar relativamente a vuestra altura. -. Estaban equivocados: ella si lo habría aceptado, pero... ... -finalmente, el chico extendería ambas manos hacia ustedes, emanando de una magia de creación y de la otra caos puro. Su expresión era cansada, con fuertes ojeras que se reflejaban también en la manera gacha que permanecía en pie. -. Para mí fue suficiente... Ver que al menos alguna parte de mí, otro yo, pudo darle esa paz que nunca pude darle... Tal vez no pueda darle el mundo, pero ese instante vivirá eternamente...

 En una situación como esa, cualquiera vería aquella mala pisada como una desventaja para su oponente, que dejaría una abertura con la cual poder atacar con todo, para Yurrax no seria distinto, pero lo que no esperaba el dragón es que tuvieses reflejos para antes de caer aferrarse a uno de sus pies para llevarlo contigo y, entre la desorientación, orientarlo hacia abajo para usarlo como punto de aterrizaje.

 -¡Arghh...! -el hombre intentaba de todas formas darle la vuelta a la situación, recibiendo múltiples golpes con los bordes de la caída, destrozando el suelo a su paso mientras continuaba descendiendo hacia la sala del trono, todo mientras desde el exterior un ensordecedor ruido les perseguía, continuado por un destello que se aproximaba más rápido de lo que llegarían al suelo, cegando vuestros ojos mientras solo vuestros gritos llegaban a sus oídos...

 El ruido del aterrizaje fue atronador, levantando una enorme nube de polvo y escombros que no tardaría en irse despejando, revelando el cuerpo de Yurrax tendido en el suelo en medio del cráter que vuestro aterrizaje había provocado, contigo en pie sobre él mientras quedaba con los brazos tendidos a los lados, herido y agotado.

 -¡Alanís! -gritaría entonces la voz del príncipe, quién continuaba en la sala, justamente logrando romper sus ataduras con unos escombros afilados que tenía cerca.

 Tus reflejos no te fallaron: tan pronto como el príncipe habló, Yurrax elevaría la mirada para darle un vistazo, disparando todas tus alertas y dándote tiempo más que suficiente para darle un golpe allí mismo y acabar con todo, pero antes de un posible golpe pudiese llegar a él, sus palabras serian lo que recibirían tus oídos.

 -Así que... Ese es el sol que defiendes... -comentaría, con una expresión de cansancio que decía que no tenía muchas intenciones de continuar.

 Al otro lado de la sala, la puerta donde aún quedaban algunos representantes, observando la escena ahora con más atención que nunca.

-Lo es.

Si era posible, el aura de Alanís se volvió más hostil a medida que sangraba, a cuenta de la pequeña posibilidad de que el sujeto rubio pensara en algo de mal gusto. Ambos estaban llegando a su límite, y Yurrax no era extraño a usar engaños como ya había comprobado. Miró a Arthas un momento:

-No te acerques, príncipe Arthas. Es peligroso ahora.

Mantenía la vista en su enemigo, atenta.No estaba haciendo más esfuerzos, aunque no terminaba de confiar en ello, tomó un respiro cansado.

-Es mi victoria. Veremos en los próximos días de conseguirte ayuda para desenmarañar las almas que te fueron implantadas y...con suerte retornarlas lo mejor posible a quienes eran. -no sé quitó aún, prestando atención hasta que no confirmara aquello.

Fío se lanzó a toda velocidad para alcanzar a Lily y salvarla, pero Faith poseía un as en la manga que él no tenía, y con el que fue capaz de llegar hasta ella antes que nadie, aunque llevándose un duro golpe en el proceso. Poco después llegó él, preocupado por ambas.

—¡Faith! ¿¡Estás bien!?

Una vez se cercioró de que ambas se encontraban bien, se dio la vuelta y miró al pelirrojo. Fue un momento tenso e incómodo, en que Lily se encontraba a salvo con ellas, mientras que Samael había demostrado ser un peligro. Él se estaba dando cuenta. Se notaba la desesperación en su rostro. Faith aprovechó para ofrecerle de nuevo la oferta, sin darse por vencida.

—Sí… Samael, por favor, confía en nosotras. Juntas podemos hacerlo —aseguró extendiendo su mano al igual que Faith.

Él pareció estar aún empeñado en no aceptar, pero no llegarían a saber su respuesta, pues fueron interrumpidos por un destello del caos. Durante esos instantes, Fío vio ante sus ojos una escena preciosa, completamente diferente del Samael demente que habían visto hasta entonces. Ella estaba viva, y ambos bailaban juntos, felices, en un entorno hermoso y paradisíaco.

Cuando la imagen desapareció, Fío comprendió perfectamente lo que había ocurrido. No en todas las realidades había fracasado. Existía al menos una en que lo había logrado. Era algo difícil, pero no imposible.

En un primer momento, Fío se protegió el rostro con los brazos, creyendo que el pelirrojo trataba de atacarlos con el poder del caos. Sin embargo, pronto restauró el estado de la mina, con lo que regresó al estado en que se encontraba originalmente. Se había acabado. Samael había abandonado las hostilidades y estaba dispuesto a cesar en sus desesperados intentos de traerla de vuelta. Le bastaba con haberla visto feliz tan solo durante un instante…

—Lo siento, Samael… —dijo Fío con la voz rota, a la vez que echaba a llorar. Lo que había hecho él era horrible, pero no podía evitar compadecerse de él. La amaba. Realmente la amaba.

Se giró hacia su hermana, que probablemente no entendía lo que estaba pasando.

—Hemos visto un visión… Eran Samael y Lily, bailando juntos, felices, en paz… Una realidad en que lo consiguió… —explicó entre sollozos.

Fío extendió su mano, recuperando al fin el poder que lo había acompañado toda su vida. Era como sentirse completo de nuevo. Miró a Faith, con los ojos aún enrojecidos.

—Puede que sea casi imposible, pero existe al menos una pequeña posibilidad. Deberíamos intentarlo. Deberíamos intentar traerla de vuelta —dijo con susurros, poniendo una mano sobre el hombro de Faith.

Lo que decía Samael parecía carecer de sentido alguno, más aún cuando de pronto recobró toda la integridad estructural al punto de partida. Huelga decir que eso no evitó mi dolencia al atrapar a Lily en pleno vuelo, pero no me importaba, era un pequeño sacrificio que tenía que hacer si a cambio quería traerlo todo de vuelta, lograr que todo volviera a estar en su lugar y nuestra hermana común devuelta a la vida.

-T-tranquilo He-Hermanito... E-estoy bien. - Pronto todo aquello dejó de tener importancia y pasar a un segundo plano, pues al parecer, tanto Fio como Samael vieron algo profundo, algo que no logré ver, e imaginaba que era por cosa del Caos. Una visión donde Samael aún podía traer de vuelta a Lily. ¿Pero bajo que pago?

Al menos ahora que nos estaba devolviendo a Caos y Ordinem, si que había una opción valida, una opción que sin duda alguna sería la que cumpliría con los deseos de nuestros corazones. Volver a ver a nuestro ser querido mutuo sonreir.

-Aún puedes traerla de vuelta. - Dije acercandome para tomar mi poder y aceptando también los apoyos de mi hermano - Quizás necesitemos una ayuda para hacer que Lily vuelva, y solo tu puedas darnos esa ayuda, ya que eres el único capaz de absorber mágia. - en ese momento llevé mi mano al bolsillo donde tenía el pergamino del escudo real, algo que dudaba darle a Samael, pero podría ser más potente que mi Aegis.

-Devolverla a la vida igual nos cuesta... ¿No Ordinem? - Más tranquila al poder volverlo a oir sonreí - Es por eso que igual, si necesitamos usar mucha energía del orden y del caos, necesitemos que uses un escudo de antimagia para que esta no se esparza - No le di el pergamino, pero ya sabía a lo que me refería... Era lo máximo que podía hacer por el para que se sintiera mejor - Solo no podrás más que en una ocasión, pero juntas, la traeremos con la sonrisa tan resplandeciente que recordamos. Te lo juro Samael.

Baeric se levantó del suelo. Se encontraba arrodillado con la empuñadura de su espada clavada aún en el centro de aquel cráter…y poco a poco se fue levantando, recuperando la compostura a pesar de sentirse malherido.

Ciertamente no comprendía que había pasado, ya que en un intervalo de casi diez minutos todo se había salido de madre y se había descontrolado, pero ahora parecía reinar la calma.

-Se acabó, traidores.-Murmuró desde el interior de aquella armadura y no tardó en comenzar a caminar en dirección a Jonathan tras sacar la espada del suelo. Era hora de terminar lo que había comenzado.

Aquello fue... una explosión enorme. Jon y yo le plantamos cara al poder de aquella espada roba-almas del falso rey Baeric... Y parece que el choque de ambos poderes habían provocado tal fuerza que prácticamente ahora mismo lo que antes era el castillo donde estábamos era un cráter humeante...

Las piernas me temblaban, con la hoja de Rompetormentas apoyada en el suelo porque ahora mismo no sentía fuerzas suficientes para volver a alzarla. Ese golpe nos había quitado mucha fuerza... Pero también a Baeric. Pero por desgracia el parecía tener más que nosotros... pues mientras nosotros parecíamos sufrir por mantenernos en pie y de hecho cayéndonos más tarde, él seguía siendo capaz de desplazarse malherido y taciturno contra nosotros...

Pese a sus palabras... yo usaría mis fuerzas para ponerme encima de Jon... queriendo obviamente que si fuera a hacer cualquier ataque, primero me atravesara o lo parase yo con mi cuerpo. Él dijo que se acababa... pero entonces, solté una risa cansada... -Jaja... ah... Nunca se acabará imbécil... nunca. Siempre recordarás este día... como el día en el que todo el reino que nunca te perteneció te vio... como el usurpador y el falso rey que eres... y fuiste desenmascarado por unos "gusanos"... Patético monigote... Jaja...- dije con falta de aire... y pese a todo, sonriéndole con desafío y riendo entre jadeos... Sabiendo que daba igual lo que ese gilipollas de espada roba-almas nos hiciera ahora acercándose... Porque sabía de sobra que este reino nunca sería suyo.

 Ante tu indicación, el príncipe se detuvo de inmediato, bajando la mirada para ver al rubio tirado debajo de ti, el cual escucharía atentamente tus palabras.

 -Mght... Supongo que se acabó... En el fondo ella tenía razón: haces cosas increíbles... -confesaría el hombre, antes de hacer un gesto de asco mientras volteaba el rostro a un lado. -. Agh... Decirle esto a un Cromwell es humillante... -haciendo uso de voluntad para que no hubiera malentendidos, volvería la mirada a ti y concluiría. -. Es tu victoria...

  De ese modo, Yurrax finalmente terminaría cayendo inconsciente, siendo que luego de que lo confirmases los presentes no tardarían en irse acercando.

 Por un lado, los nobles y representantes celebraban con gritos cuál festejo, más Arthas tenía como única prioridad acercarse a ti para sujetarte y ayudarte a mantener en pie.

 -¡Alanís! ¿¡Estás bien!? -preguntaría, observando tus heridas. -. ¡Eso fue increíble! ¡Eres asombrosa! -finalmente, con una sonrisa, te expresó lo sorprendente que eras a sus ojos.

 Y por lo demostrado, no era el único sorprendido por tu desempeño, pues luego de unos breves festejos, los dragones presentes se juntaron a algunos metros de ti, y entonces todos se empezaron a arrodillar en gesto de respeto y lealtad. Yurrax había derrotado al anterior rey, y ahora tú le habías derrotado a él, por lo tanto, el respeto del reino del oeste recaía en ti.

 Una vez aceptaron de vuelta su poder por parte de Samael, la esencia de Caos y Ordinem regresó a ambos junto a su presencia.

 -¡Tardaron demasiado! -se quejaba Caos en la mente de Fío, aunque algo le decía al chico que el ente estaba alegre a más no poder de que lo hubiesen conseguido.

 -Bueno, resucitar a alguien nunca es fácil, pero su caso es... especial -opinaría Ordinem.

 Tal como lo explicó Faith, parecía que la única opción consistía en unirse los tres para lograr de forma segura la resurrección de Lily: con ustedes como catalizadores y Samael como regulador para evitar que la magia se descontrole, algo que el pelirrojo pareció entender.

 -Muy bien... Traigámosla de vuelta -concluiría mostrando una muy ligera sonrisa de motivación.

 Mientras Baeric se aproximaba con su arma dispuesto a acabar con sus problemas de una vez por toda, Cytla no encontraría otra opción más que aceptar su destino junto a Jonathan, no sin antes dejar un mensaje al rey para que conociese de antemano el tipo de falso reinado que gobernaría. De ese modo, el rey alzó su espada, pero entonces...

 -¡Baeric, detente! -una voz que el caballero grifo no podría confundir resonó en aquel campo vacío.

 De entre la multitud de gente que rodeaba el agujero, la princesa Artanis llegaría corriendo para interponerse entre el Rey Baeric y Cytla, siendo seguida desde un poco lejos por Alessandro y un niño muy similar a Glaius.

  -¡Baeric, ya es suficiente, Glaius me lo contó todo! -diría la chica con un tono de decisión. -. ¿¡No ves lo que está pasando!? ¡Alguien está usándote! ¡Te dieron promesas vacías: de este modo nunca conseguirás ser rey! -con toda confianza, Artanis se acercaría más y más al rey Baeric, hasta poder posar una mano en su pesada y oscura armadura. -. Sé lo que deseas, pero este no es el método... Podrías ser gobernante si te lo propusieses limpiamente: ¡todo el mundo te respeta y admira! ¡Solo debes hacer las cosas bien! -en ese momento, la expresión de la chica empezó a romperse, mostrando una ligera muestra de dolor mientras sus ojos se humedecían. -. Pensé... Pensé que contigo podría largarme lejos, dejar atrás todo esto de la realeza y los caballeros, y formar un nuevo lugar donde gobernar juntos... -tras aquella declaración, terminaría por alzar la vista para ver directamente al rostro de Baeric, mostrando una sincera sonrisa. -. ¿No te gustaría eso...?

Alanís no se movió un instante, con la misma tensión que un sabueso de caza al sostener una presa recién atrapada. Escuchaba, evaluaba, y finalmente relajaba los músculos al percibir y reconfirmar con sus sentidos que la amenaza había sido apagada. Solo entonces, cuando se convenció de que era verdaderamente seguro, se removió de sitio con lentitud para ver al príncipe.

-Lo estoy, como debe ser. Lamento haber tardado tanto. Espero...puedas perdonar no haber notado lo que sucedía antes de dejarte ahí. Nunca creí tener que decir esto, pero tendré que enderezar la espalda de mi casa en breves.

No podría volver a confiar en sus tierras hasta no haber hecho un escrutinio minucioso de absolutamente todo allí. Respiró profundo en silencio, un par de veces, llamándose a mantener la forma aunque lo único que quisiera fuera derrumbar su peso en las escaleras. Estaba delante de varios ojos, después de todo. Tomó un momento para dimensionar la situación a algo más sencillo. La política del reino dragón era como era, pero decidió que pensaría luego en el peso de las consecuencias de todo aquello. Su cabeza apenas podía con el peso su propia alma ahora mismo.

-Ahorremos las formalidades ahora mismo, damas y caballeros. -dijo, directa pero cortesmente, dirigiendo una mirada inquisitiva al resto de los presentes- Me gustaría saber que sucede afuera, ya que es el asunto más urgente en este momento. ¿Que hicieron esas malditas hadas ahora? Esa clase de tormenta mágica puede venir solo de ese reino.

Con todo, lo que debía decidir inmediatamente era si era pertinente huir de aquella calamidad con Arthas o si el castillo podría aguantar la tormenta. Y seguidamente, lo siguiente a evaluar era qué podía hacer para que no desgarrara el resto del reino.

-Las labores no terminan nunca... -cerró los ojos un momento, permitiéndose un poco de sinceridad- Pero debo seguir sosteniendo todo lo que pueda hasta que los reinos dejen de temblar. Esa esa labor de un caballero.

Aunque el alzara la espada... yo me mantendría riéndome de él... mirándole no borrándose ese desafío en mi mirada... Dispuesta a morir por Jonathan por si por algún milagro eso le ayudaba a sobrevivir. Hasta que entonces... escuché aquella voz que obviamente en este silencio resonó bastante fuerte y reconocí con facilidad.

La princesa... ¡Menos mal, estaba bien al final! A saber donde se encontraba eso si, menudo susto el no encontrarla. También con ella estaban mini-Glaius y Alessandro... bueno, ellos estaban llegando, era la princesa quien se interpuso entre su espada y yo. Al ver que la princesa intentaba dialogar con él... aparte de mirar a Glaius obviamente ya algo resignada de "sorpresa, algo que a mi no me dijiste antes", intentaba incorporarme -Princesa no... ya intenté yo hablar con él y esta agilipollado y muy controlado para escuchar...- le dije obviamente sonando agotada y malherida, intentando incorporarme por si hacía falta protegerla... aunque inútilmente, estaba muy cansada. Le había visto arrancarle las almas a los guardias y a un montón de gente... sinceramente yo dudaba de que ahora las palabras funcionaran, por mucho que fueran de amor... que sinceramente, no creo que para mucha gente fuese sorpresa, para mi al menos no.

Miraría a Alessandro y a Glaius... En parte preguntándome "¿De verdad vais a dejar que se acerque tanto?" pues yo seguía siendo muy escéptica a que el "poder del amor" funcione pues esto de cuento de hadas tiene poco... -¿Nos ayudáis a levantarnos...? A él primero a poder ser...- le pediría a los dos... básicamente queriendo que, por si acaso, al menos alejasen a Jon de todo esto... Yo atenta a como reaccionaba Baeric.

Al recuperar al fin a Caos, Fío sintió una peculiar sensación de familiaridad y añoranza. Siempre había sido parte de él. Sin ella, se sentía vacío. Ahora se sentía capaz de lograr cualquier cosa.

—Tardamos, pero ahora volvemos a estar juntos. Eso es lo importante —dijo, sintiéndose feliz en su interior.

Su hermana reafirmó la decisión de traer a Lily de vuelta. Entre todos, serían capaz de hacer posible lo imposible. Pero necesitaban la ayuda de Samael.

—Faith tiene razón. Serás una pieza clave en el ritual. Sin ti, nuestra magia se escaparía enseguida de nuestro control. Debes utilizar tu poder para contenerla.

Todos, incluyendo a Samael, estaban de acuerdo con intentar traer a Lily de vuelta. Sería una locura, y muy peligroso, pero debían llegar hasta el final con tal de devolverla a la vida.

—Debemos tener sumo cuidado. El más mínimo error podría traer consecuencias impredecibles. Podríamos llegar a destruir el mundo. Así que debemos actuar con prudencia y circunspección.

Fío se colocó frente a su hermana, y extendió sus brazos, tomando las manos de Faith entre las suyas.

—¿Estás preparada, Faith? —preguntó con seriedad y determinación. La negrura de la magia del caos ya se veía reflejada en sus ojos.