Partida Rol por web

-Creo que aquí está el cuarto pasajero- La miré de arriba a abajo para ver algún detalle que me dijera qué era o qué hacía aquí

-Corrijo, cuarta pasajera- 

Veo que otra chica aparece por aquí, y yo me levanto para saludarla inclinando cortésmente la cabeza antes de volver a sentarme.

- Buenos días - la saludo afablemente. La chica puede notar fácilmente que me encuentro animado.

-Hola.- Dijo de una manera seca y cortante. Tenía una expresión seria en el rostro.

Miró a cada uno de ellos de arriba a abajo analizándolos mentalmente. Amelia sabía calar a las personas a simple vista.

Cogió sus cosas y se sentó en la mesa de al lado. Miraba un aparato, desconocido por sus compañeros, buscando algún tipo de fallo.

En ese momento, pasó el revisor para comprobar los billetes. Todo bien todo correcto... Excepto por Amelia, que se había sentado donde no le correspondía.

Algo airado, el anciano revisor la invitó a ocupar la localidad que tenía asignada. Sin opción a negarse...

Alzó una ceja. Ese Gal le irritaba por momentos. ¿Le había ignorado aposta, pasando a preguntarle a Trece? Lo miró con aparente calma, pero por dentro deseaba poder fulminarlo con la mirada. ¿Pero quién se creía ese ser inferior?

Decidió hacer un pequeño inciso, centrándose en lo que narraba Trece acerca de los orcos. No le sorprendía que alguien sin mucho conocimiento no fuese capaz de distinguir un orco albino real de un impostor. -Parece haber sido una gran aventura- admitió con calma.

Sin embargo, sí clavó una mirada penetrante, capaz de incomodar a cualquiera, en Gal. -Eira- lo pronunció con claridad y cierto retintín. -En mi caso nos enfrentamos a unos nigromantes y a un antiguo miembro del Círculo- si tenían un mínimo conocimiento sobre el tema, sabrían que serían personas poderosas. -Superamos a un ejército de muertos, acabamos con esos acólitos y le corté la cabeza al hechicero- explicó con fría calma.

Ante las palabras de Gal, Eira se giró para mirar a la recién llegada. Aunque tampoco aparentaba ser de alta cuna, debía admitir que su físico era cuanto menos extraordinario. Esbelta, de piel tostada... Una verdadera belleza exótica.

La muchacha, de pocas palabras, se sentó en los asientos de al lado tras evaluarlos con cierta frialdad. Igual no era quien faltaba en el grupo después de todo... Pero la llegada del revisor disipó esta duda.

-¿A la Krypteia?- preguntó a la recién llegada, dando unas palmadas en el asiento que quedaba libre a su lado.

-Parece que la nueva no habla mucho, así que... ¿puedes comenzar tu historia Aira?-  Desvío un momento la mirada hacia Eira y me reclino en mi asiento para poder verlos a todos mejor

"No me fío un pelo de esta chica nueva" 

Me llama la atención cuando Eira habla del Círculo y nigromantes. ¿Es posible que mi maestro me hablara de ellos? Trato de hacer memoria por si fuera el caso, ignorando por completo la regañina que el revisor le dio a la chica. Tampoco presté atención al aparato que ésta tiene en sus manos.

-Está bien-​​​​​​ Le respondió algo desganada al revisor.

Al escuchar las palabras de aquella chica se sintió algo más cómoda.

Le enseñó una media sonrisa y se sentó a su lado.

Al escuchar las palabras de Gal, Amelia le dirige una mirada amenazante y sigue a lo suyo.

Sigue concentrada en su aparato.

Recuerdas tanto las palabras de Albion como las charlas de taberna y mercaderes:

El Circulo, con sede en la ciudad de Majiatium, en la máxima autoridad en todo lo que a magia se refiere en el continente. Por encima incluso del monarca de Omnia o los Eruditos de Euphoba. Aunque no suelen imponerla a menos que sea estrictamente necesario.

Los miembros de la organización se cuentan entre los más grandes magos y sacerdotes del continente. Además, cuentan con las mejores instalaciones para el estudio y práctica de todo tipo de magias. 

El nombre proviene de la gran torre circular de varios cientos de metros de altura que hace de sede. 

En cuanto a nigromantes, sabes que hay algunos sacerdotes que se dedican a ese campo de estudio. Aunque suelen ser sobre todos estudios teóricos. Pocas veces se lleva a la práctica y cuando se hace, se lleva un control muy riguroso

-Vuelve a pronunciar mal mi nombre y te quedas sin lengua- amenazó a Gal con un venenoso tono afable.

-Soy paladín- explicó. -El Rector vino al Castillo de Plata y le presentó al Gran Maestre un problema con los no-muertos. Si no les paraban, acabarían por emponzoñar las aguas, lo cual sería una catástrofe para la ciudad de Zynamar- miró hacia sus manos, las que ahora posaba sobre la mesa. -Me hicieron llamar y me mandaron a unas antiguas ruinas junto a un guerrero bárbaro llamado Ubbe. Allí nos separamos para acabar tanto con no-muertos como con los acólitos. Finalmente nos encontramos en una sala frente al mago del Círculo. Tras una lucha encarnizada, le corté la cabeza.

Una vez finalizado su relato, volvió a su posición más relajada, volviendo a mirar uno a uno a los allí presentes. -Gal, tú apenas has explicado nada de la tuya. ¿Por qué no nos ilustras con un relato de tu misión?- una forma elegante de hacer una pregunta a la vez que empujabas a la persona realizar dicha petición.

- No soy un entendido en magia, pero creo que los miembros del Círculo son magos muy poderosos. Es impresionante que te ocuparas de un antiguo miembro - tengo ganas de preguntarle muchas cosas sobre ese mago, pero tampoco quiero molestarla. Reacciono cuando menciona a Ubbe. Recuerdo que Sammy le mencionó cuando aún flipaba por cómo eliminé a esos orcos - Parece que tu misión ha sido impresionante. Comparado con eso la mía no fue para tanto.

Cuando Eira pregunta a Gal por la suya le miro fijamente, expectante. Seguro que hizo algo impresionante.

Me recuesto un poco al oír la pregunta y la petición y digo con un tono burlesco:

-Creo que es bastante menos sangrienta que la vuestra, pero si tanto insistí en que la cuente... Lo haré-

Me acomodo un poco y comienzo

-El rector vino a mi taberna y me pidió que ayudase a dos alumnos suyos. Acepté y me fui con ellos, entré en un almacén e hice que dejasen de matar a las personas de mi ciudad con enfermedades, nada más- hago una pequeña pausa y miro a Trece y a Eira. -No me gusta tener sangre en las manos, pero cada uno hace lo que quiere. Ahora solo faltas tú- Miro a la nueva cuando digo tú. -¿Cuál es tu gran proeza?-

Al oir la palabra paladín salir de la boca de Eira, se le cayó una pieza del aparato al suelo. Se quedó parada durante un segundo y se agachó para recogerlo. Mientras, intenta asimilar toda la información que le estaban dando. 

Amelia no recibió una educación cultural durante su niñez. Así que le costaba entender todo aquello a lo que se referían.

-Mi gran proeza eh... Está bien...- Se tomó un momento para pensar bien sus palabras y continuó marrando.

-Yo soy asesina, me gano la vida arrebatando la de otras personas. Conocí al Rector porque alguien me había encargado su asesinato- se recolocó el pelo y siguió-​​​​​​​​Me vio matando a un saco-"que fallo más tonto, parecí una principiante" -En lugar de a él... Fue entonces cuando me contó sobre la escuela, y aquí estoy-

Me quedo helado al escuchar a Amelia. ¿Intentó matar al rector? No entiendo por qué, pero si él la ha aceptado debe de tener un motivo. No soy quien para juzgarla, solo soy un huérfano acogido por un veterano guerrero que se puso un número como nombre.

Pese a la sorpresa puedo disimular bien mi desconcierto inicial.

- Bueno, nadie es perfecto. No te mortifiques por eso, todos cometemos errores. Parece que el Rector ha estado en muchísimos sitios concretos en poco tiempo. Una taberna, el Castillo de Plata, un funeral... Parece como si tuviera el don de la oportunidad, o de la providencia.

-Yo creo que sabe dónde estar y cuándo- Acerco la mano un poco a la petaca que llevo y la acaricio un poco

"Cómo lo sabías, eh?" 

-Puede que haya sido menos interesante, pero no por ello menos importante- razonó tras la historia de Gal. -La próxima vez que un ejército de no-muertos amenace con acabar con una ciudad, contactaré contigo para que dialogues con el nigromante loco que los controla- invitó al muchacho, con evidente tono irónico. Si bien evitar derramar sangre era otra forma de finalizar con éxito una misión, otras muchas veces no había tiempo como para evaluar la situación y buscar otra salida que no sea mediante la muerte.

Las primeras palabras con las que se presentó Amelia, dejaron a Eira bastante tensa a su lado, sin saber bien cómo actuar. Parecía un gato preparado saltar a por su presa. En circunstancias normales, el conocer la identidad de un asesino habría acabado en una persecución para entregarlo a la justicia. Pero, por algún motivo que se escapaba a su comprensión, había sido elegida por el mismísimo Rector para ir a Krypteia. ¿Y para ello había tenido que asesinar a un saco? Sin duda no comprendía la lógica de esta acción. Por el momento, decidió, la dejaría en paz.

Ante los comentarios acerca de la omnipresencia de Nathaniel, Eira soltó una suave carcajada. -Es el Rector de una prestigiosa academia- se encogió de hombros -, supongo que se lo puede permitir.

- Supongo que sí, gracias a eso pudo asistir al funeral de mi maestro - comento reaccionando a Eira - El Rector y él eran viejos amigos. Pero no por ello me ha aceptado en la academia, como ya dije me sometió a una prueba al igual que a vosotros. Yo no lo habría aceptado de otro modo, y aun así siento que tengo mucho trabajo por hacer para ser digno de tal privilegio.

Miro hacia la ventana para contemplar el paisaje. No puedo evitar pensar en Sil. Me pregunto si estará a estas horas en una taberna bebiendo cervezas. Si es que cuando no la vigilo...