Partida Rol por web

El gnomo, viendo que la gema es más resistente de lo que parecía en primera instancia, decide cambiar de táctica. Maldice al monstruoso ser de hielo y da unos pasos para atrás para ponerse bien lejos del guardián de la gema. Unas sombras envuelven su pequeña figura y hacen su contorno algo borroso. Finalmente agita su cetro y libera un rayo de magia feerica que se desvanece en el aire antes de llegar a alcanzar a su objetivo.

La criatura se levanta del suelo, entre quejidos guturales por las quemaduras que le produce la esfera de Sadrik. Al tiempo que se incorpora, dos proyectiles gélidos salen despedidos desde la gema. Uno impacta en el hombro de Travok y el otro pasa rozando la difusa figura de Kellom.

El espíritu toma impulso y se lanza a la carga a por Clevor. Aprovechando que se encuentra tendido en el suelo, le asesta un puñetazo que hace crujir la espalda del señor de la guerra. Seguidamente, llevado por el frenesí de la batalla, el espíritu guardián de la gema lanza otros dos puñetazos al joven cormiyano, pero esta vez Clevor tiene la destreza suficiente para encarar a su rival y evitar los torpes movimientos del monstruo.

El torbellino de hielo había cesado con una impetuosa explosión que mandó al humano volando por aires. No tardó en recuperarse de tal experiencia que ya el enorme espíritu se lanzó sin miramientos contra él, como una bestia salvaje, golpeando una y otra vez con la furia de una tormenta. La embestida inicial coronó con una patada terrible en su abdomen que lo hizo levantarse unos centímetros del suelo y le sacó todo el aire de los pulmones, pudiendo hendir varias escamas de su armadura y hacer crujir sus costillas sonoramente. Con el corazón acelerado y la adrenalina del combate, el joven fue incapaz de distinguir si realmente sus costillas estaban fracturadas o no, sin embargo comenzó a sentir como las punzadas frías pasaban a través de su blindaje como escarcha de madrugada.

...todavía queda mucho calor en este servidor de Torm, criatura... habló cuando pudo recuperar el aliento, apretando los dientes, mientras un hilo de sangre comenzaba a correr por su barbilla escarchada. La bestia frenética respodió con dos puños como rocas que cayeron sobre el oportuno escudo, haciendo resonar el metal contra el hielo, saltando los cristales como chispas luminosas, dejando evidentes abolladuras en la gastada armadura. El brazo, resentido pero aún fuerte, se mantuvo en alto, permitiéndole a Clevor ganar unos pocos centímetros de terreno y ponerse de pie nuevamente.

El avatar del invierno estaba centrado en él, era lo que pretendía, su plan estaba funcionando. Ahora me toca. Con una rápida media vuelta, lanzó un golpe con el escudo apuntando a la rodilla siniestra, obligándolo a dar un paso incómodo, tras lo cual lanzó una estocada traicionera al costado de la rótula. La espada brillante de hundió unos centímetros y el humano hizo girar la hoja dentro, forzando al espíritu a arrodillarse a medias, quedando en un equilibrio inestable.

¡Ahora!

Clevor estudia con detenimiento la anatomía de su rival y asesta un golpe en la pierna helada del espíritu, abriendo una brecha que sus compañeros pueden utilizar para causar auténticos estragos.

Bien humano, me toca a mi.

El enano clava la alabarda en la rodilla del la criatura y de un fuerte empujo lo lanza hacia el precipicio, avanzando un poco mas para dar apoyo a sus compañeros.

Cuando caigas al abismo, decirle a tu creado que te ha mandado el sobrio de Petunia, servidor de Moradin, escarcha con patas.

El enemigo cae al suelo y se agarra al saliente de la torre para no ser arrojado por el precipicio. Intenta devolverle el golpe al enano cuando éste se mueve pero desde el suelo no tiene mucha oportunidad de atacar.

Sombra no quería arriesgarse a caer por el borde, así que retrocedió con precaución y se movió, mientras disparaba su ballesta, hacia el centro de la azotea, intentando buscar un buen ángulo para atajar un nuevo ataque.

Sadrik estaba aterrado ante la posibilidad de caerse por lo que, en lugar de mover la esfera flamígera decidió retroceder para ponerse lejos del borde de la torre.

Acto seguido lanzó un misil mágico contra el espíritu de invierno y se concentró en no perder su conexión con la esfera, la necesitaría en su próximo turno.

Los acontecimientos se precipitan, Kellom rápidamente gira sobre si mismo y cambia de posición junto al warlord. La criatura helada y la Gema eran una misma cosa. Debía dañar aquella criatura procedente de la gema. Concentra sus energías arcanas y apunta con el centro a su objetivo.

Sadrik y Kellom disparan su artillería en forma de hechizos contra la criatura. Ambos conjuros impactan en el enemigo.

La gema vuelve a descargar dos proyectiles helados. Uno golpea a Sadrik en el pecho y el otro impacta a Sombra en la cabeza.

El gigantesco espíritu del invierno se levanta y torna su ira helada contra Travok, el enano que había vuelto a tumbarlo por segunda vez. Desata todo su furia en un frenesí de puñetazos que perfectamente hubiese echo papilla a cualquier otra persona. Pero la densa armadura del enano le mantiene a salvo de los helados puños de la criatura.

Clevor se encontraba en el vórtice de una lluvia arcana que estaba cayendo sobre el indomable espíritu, cuya fuerza no parecía detenerse aún cuando tambien sufriese letales heridas tanto de espada, alabarda y dagas. La estrategia había salido como si la hubiesen practicado por años con enano. Ya era la segunda misión del gremio que compartían y los combates se habían convertido en una danza cuyo ritmo sabían llevarlo a la perfección. No lo admitiría, pero el humano sabía en su interior que podía depender del sobrino de Petunia siempre, y el vástago de Moradín le cuidaría la espalda.

Por el rabillo del ojo pudo notar como el jovenzuelo vestido de negro ya estaba rengueando y el frío estaba pudiendo con él. Por su mente volvieron a brillar momentos de su entrenamiento, cuando aún era inocente, y un viejo maestro de armas le enseñó el valor del ejemplo. Aún podía recordar los detalles de las arrugas y las cicatrices que cubrían el cuerpo del veterano, y su extraña sonrisa cuando bebía aguardiente. Ese guerrero había vuelto siempre con alguna herida, a causa de mostrarle a sus hombres siempre como se debían hacer las cosas en el campo de batalla.
Mientras esa imagen aún flotaba en su presente, el cormyriano notó como la tempestad volteaba hacia Travok, dirigiendo su furia al enano que se defendía como una muralla de escudos. Aprovechó el giro de los acontecimientos para mostrarle al pícaro que estaban triunfando en la contienda. Dos rápidos tajos abrieron heridas en la zona baja de la espalda del enemigo, que lanzó  un alarido de frustración al no poder quebrar al enano y recibir en castigo al ataque certero del guerrero.

¡Sombra, necesitamos tu ballesta para terminar con él!

Clevor aprovecha la ventaja que le ofrece el enano y descarga su espada en un golpe certero que hace saltar esquirlas de hielo. 

Sombra nota cómo las palabras del señor de la guerra le dan fuerzas para seguir luchando, alejando las brumas del golpe en la cabeza que había sufrido.

Sadrik sabía que mientras permaneciese al lado de la gema estaba expuesto a recibir otro ataque pero no podía dejar escapar la ocasión de causar daño al monstruo una vez más.

Concentrándose movió la esfera ardiente al lado de la bestia y llevando sus poderes psíquicos al límite la hizo atacar a la enorme mole.

Finalmente se concentró en que la esfera no se desvaneciese.

Sombra agradeció las recorfortantes palabras de Clevor como agua de Mirtul*, pero no tenia intención de atacar a distancia. Rodeó al enano y se dispuso a atacar al enemigo por el lado opuesto al que atacaba Clevor. Y desde allí lanzó un espadazo a espaldas de la criatura con todas sus fuerzas.

Si que aguantas condenado, pero te enseñare la entereza de un enano.

El enano empezo a resoplar y ha realizar un bailoteo en el sitio, entrando en calor y fallando torpodamente su ataque.