Partida Rol por web

Tras haber formado un grupo variopinto y aceptar la misión, Lord Kennengan, el líder del gremio, os despide después de haberos dado unas últimas instrucciones.

- Recordad, compañeros de gremio, vuestra clienta es la Dama de Fuego Lunar, la máxima responsable civil de la ciudad de Aguas Fuertes. Cuando lleguéis allí poneros en contacto con ella. ¡Buena suerte!

Marcháis del gremio a primera hora de la mañana, aprovechando que los días de verano son largos y a esas horas el sol todavía no calienta mucho. El rocío matutino y la brisa fresquita os acompañan durante los primeros pasos del camino, llenando vuestros corazones de energía y optimismo.

Para la mayoría esta es vuestra primera misión y, salvo Clevor y Travok, los demás no os conocéis entre vosotros más que de haber coincidido de pasada por el gremio. Hoy os espera una larga jornada de camino hasta Aguas Fuertes y qué mejor forma de empezar a conocerse que caminar con tus nuevos compañeros de aventuras...

El enano empieza a buscar en sus pertenencias y empieza a farfullar palabras en enano
- Esto... compañeros.... Teneis algo de beber para el largo y polvoriento camino? Con la emocion de una nueva batalla golpeando mi corazon como un martillo en un yunque, he olvidado comprar mas provisiones.
Por cierto, mi nombre es Travok, fiel servidor de Moradin y leal miembro del gremio.

Sombra extrajo un pellejo con agua de algún lugar bajo su capa y se lo ofreció al enano. –  Calmad vuestra sed Travok, pero sed prudentes y no agotéis el pellejo pues nos tiene que durar todo el camino. A mi podéis llamarme Sombra. Me llaman así porque no me siento muy cómodo bajo la luz del sol, así que apresuremos el paso ahora que aun esta débil. – Sin duda Sombra parecía un tipo bastante siniestro, de piel blanquecina, o al menos eso se intuía, pues iba completamente cubierto con ropas oscuras, excepto la parte del rostro que no cubría su capucha.

El enano arranca el obre del paliducho humano y le da un fuerte trago... hasta que saborea el sabor del agua, escupiendola al polvoroso suelo.
ACASO CREES QUE SOY UN ESTUPIDO CABALLO? AGUA? AGUA ES LO QUE ME OFRECES!! Dice iracundo mirando al encapuchado, buscando sus ojos para mantener su mirada enfadada.
ja, ja, es broma, Maese Sombra?. La verdad es que buscaba mas vino u otros licores, que este agadable liquido para calmar la sed.
Dicho esto se acerca a sombra y le devuelve el odre, dandole una "afectuosa" palmada en el hombro.
- Me cae bien este muchacho, ja ja ja Dice a Clevor mientras vuelve a su posicion de marcha

Sombra permaneció impertérrito tras la broma del enano. No  estaba molesto o disgustado, simplemente no era muy dado a expresar emociones. Tal vez ese gesto, o la falta de este, molestara al enano, pero al pícaro poco le importaba.

Clevor había pasado apenas unas semanas desde que había retornado al gremio, y había dedicado sus días a tratar de localizar a un conocido cormyriano, un Dragón Púrpura alquimista y encantador de objetos. Finalmente lo había encontrado y éste le había reforjado las herramientas de combate que tanto había llevado consigo en las misiones del gremio.

Ahora vestía algo que recordaba a su vieja armadura de escamas, pero con un aspecto más estilizado, y en el peto sobresalía luminosamente el puño de Torm con el dragón de cormyr, sin embargo su expresión se mantenía imperturbable y taciturna. Sus ojos lo veian y analizaban todo, y parecían impartir juicio sobre todos los que lo rodeaban.

Saludó a Lord Kennengan con una reverencia y un breve No lo decepcionaremos y se aprestó a marchar junto a sus compañeros hacia la conocida ciudad de Aguasfuertes. Observó a Travok mientras reia y bromeaba con Sombra, y manteniendo la vista fija el camino respondió Siempre habrá una oportunidad de beber un buen vino. La Dama de Fuego Lunar nos dará un bienvenida acorde a la estatura del gremio. Hizo una pausa y retomó la palabra Mi nombre es Clevor y la mayoría se refiere a mí por mi país de origen, Cormyr, a donde he jurado lealtad y servicio a la corona. Podeis verlo en mis escudos de armas. Veo que nos acompañan varios nuevos miembros del gremio, no os preocupeis, ya que Moradín y Torm pondrán su escudo y martillo entre vuestros cuerpos y las armas enemigas.  Terminó de hablar y siguió adelante con buen ritmo, como queriendo aprovechar cada instante de buena luz para avanzar en el camino todo lo posible.

Sadrik observaba la escena impasible.

Las bromas sobre alimentos no le impresionaban demasiado y además sus poderes estaban mermados esa mañana. Un viejo amigo le había pedido asistencia mágica en un lugar lejano para alguna clase de oscuro experimento sobre la prolongación de las jornadas de tortura en humanos y el tiefling no pudo negarse. Más de la mitad de su mana estaba escapándosele y eso le aturdía.

Diecisiete horas faltaban aún para que el experimento dejase de requerir su asistencia, y eso si no fallaba nada y había que repetir.... Aunque, por otro lado, estudiar la mejor manera de atormentar humanos podría traer consigo el descubrimiento de algún hechizo nuevo que, sin duda, su amigo compartiría con el.

Espero que merezca la pena. Dijo Sadrik.

Espero que merezca la pena el recibimiento de la dama de Aguasfuertes, es más, estoy seguro de que así será. Dijo mostrando una especie de sonrisa, intentando disimular sus pensamientos y a la vez ser aceptado como uno más en el grupo. Las caras de los tiefling no están hechas para sonreír.

Me llamo Sadrik y esta es mi primera misión con el gremio, no puedo esperar a que comience la aventura. Considero muy probable que mis conocimientos nos sean de utilidad en ella.

La hora central del día había llegado ya. Y con ella la atmósfera se estaba tornando asfixiante. La sequedad del ambiente unida al calor emitido por el astro rey os hace sudar como herreros en una fragua. De vez en cuando viene alguna ráfaga de aire cálido que zarandea la reseca vegetación a vuestro alrededor y levanta nubes de polvo bastante molestas que os ciegan por unos instantes y os hacen toser.

Según vuestros cálculos, si seguís avanzando a este ritmo sin descansar, probablemente lleguéis a Aguas Fuertes tras la caída del sol.

- venga señoras, que el ritmo no decaiga. Acaso necesitais descansar esas esqueleticas extremidades que llamais.piernas? Fijaos en la.robusted de una buena pierna enana Y ae golpea varias veces con fuerzas las piernas haciendo notar su fortaleza.

Clevor seguía avanzando a la cabeza del grupo, respiraba tranquilo y sus pasos resonaban como un tamboril, rítmicos. No mostraba señales de agotamiento, aunque su piel brillaba húmeda y el polvo del camino se le había pegado como una sanguijuela.

Siempre creí que la resistencia de los enanos estaba directamente emparentada por su consumo de alcohol. Mencionó secamente, casi como el viento que azotaba el camino. ¿Había sido un chiste? si era así, era el peor contador de chistes de la historia del gremio. En su cara no se dibujó la más mínima expresión, simplemente seguía caminando de una forma metódica y estructurada.

- Alcoho? chasqueo varias veces su seca boca. - Lo que daria amigo mio por una gran jarra de cerveza acompañado de una buena pata de cerdo ahumado. Estoy deseoso de llegar. Vamos compañero, nos espera una gran hazaña en la mesa de la posada. con el sabor de la comida imaginaria alegro los pasos del enano, asi como su espiritu y empezo a entonar una tonarilla que referia a las grandezas de Moradin y de sus hijos los enanos

Sombra parecía no prestar atención a los comentarios de sus compañeros. Continúo caminando, envuelto en su capa, como si nada. Sin duda era un tipo “de pocas palabras”.

Acostumbrado a verse envuelto en llamas por sus hechizos y, quizás, también por su ascendencia demoníaca, Sadrik no notaba siquiera el calor que a cualquier otro mago le habría parecido insufrible.

Aceleremos el paso, mientras antes lleguemos antes podremos disfrutar de tan esperados manjares.

A Sadrik le importaba bien poco la comida, pero tenía cierta curiosidad por conocer qué misión tendrían para ellos en Aguasfuertes.

Los ojillos del gnomo brillaban con intensidad. Era su primera aventura tras llegar al Gremio hace tres semanas. No podía creer que por fin estuviera allí, con compañeros aventureros. No conocía bien a tan variopinto grupo, aunque le sonaba algunas caras por haberlos visto frecuentar el Comedor o haberse cruzado con alguno en el patio. Kellom era feliz y estaba entusiasmado. Apuró el paso para no quedar rezagado, sus piernas eran cortas y no estaba acostumbrado a mantener un ritmo de viaje. Ni siquiera ese contratiempo desmoralizaría al gnomo ávido de aventuras.

Continuáis vuestro viaje hacia Aguas Fuertes por la carretera principal, avanzando a pesar del calor. El sol comienza a descender y el aire sigue soplando de vez en cuando, aunque notáis algo extraño. Las dos o tres últimas ráfagas de viento eran inusualmente refrescantes. 

Aún falta un par de horas para que el sol se ponga cuando escucháis el grito de alguien en apuros acompañado por el sonido de muchas pisadas.
- ¡Socorro! Que alguien me ayude, por favooooor!

Desde una pequeña arbolada, y corriendo como alma que lleva el diablo, divisáis a un hombre joven. Tiene la cara desencajada de terror y presenta claros signos de fatiga, tal vez debido a la carrera que se está pegando. Justo detrás de él, y como una jauría de lobos hambrientos persiguiendo a su presa, un grupo de figuras esqueléticas lo persiguen...

¡Vaya, parece que tendremos algo de diversión antes de la cena!

- Por las barbas del gran enano, muchacho haz el.ultimo esfuerzo.y.corre.hacia nosotros

Clevor observó con extrema atención la composición del grupo perseguidor. Detesto a los nigromantes masculló para sí mientras instintivamente se adelantaba por el camino polvoriento en pos de los esqueléticos atacantes.

Sadrik ya había notado que algo no iba bien bastante antes de que se oyesen los gritos. El aire se vuelve denso cuando se invoca a los espíritus y mezclado con el viento frío el mago detectó la esencia espesa de la muerte.

Cuando los esqueletos aparecieron él ya estaba gesticulando con su mano derecha y moviendo los labios...