Partida Rol por web

Pero las fuerzas de Saruman eran persistentes. Ya fuese porque eran orcos, o porque estaban cansados de estar en aquel inmundo barco, terminaron por descender a tierra y barrieron a los ejércitos que aún se oponían a ellos.

Pero Saruman no había terminado ahí. Sus barcos se dirigieron ahora hacia el otro extremo. Mithlond, cuyos habitantes pensaban estaban a salvo de su influencia. Apenas pudieron hacer nada para resistir el ataque del mago blanco.

Sauron continuó su avance incesante y las fuerzas de orcos acabaron con la resistencia de Nurn antes de que pudieran rendirse. No ocurría lo mismo con Minas Morgul, que soportaba ataque tras ataque, a pesar de las ínfimas fuerzas que le restaban.

Sauron había ordenado conquistar la fortaleza de Minas Morgul y no cejaría en su empeño por lograrlo, seguiría corriendo la sangre. Si no materializaba su ventaja numérica ahora, sabía que llegado el momento, las fuerzas del bien ganarían fuerza y poderío, lo cual quería evitar a toda costa. Minas Morgul era un importantísimo bastión que no podía permitir que tomasen sus enemigos...

Finalmente, Sauron logró su objetivo. Minas Morgul cayó bajo el yugo del Gran Ojo y sus orcos.

Antes de nada, doy la orden para que cuatro batallones unidos a Eómer asalten el bosque de Fangorn. Ese bosque nos permitirá tener un suministro de carne y madera casi ilimitado. Aunque enfrentarse a los pastores de árboles puede intimidar a muchos hombres que creen en historias de viejas. Patrañas.

Luego me encamino al palantir. Se supone que es un objeto maligno, algo que no se debe usar, algo que puede corromperte. Pero bueno... también se supone que te puede servir para ver los planes de los enemigos. Me acerco y pongo las manos sobre él, pero sin llegar a tocarlo, buscando comunicarme con quien esté al otro lado.

Mi campaña terrestre estaba resultando ser más dura de lo que podría haber imaginado.

Unos pocos campesinos, armados sólo con sus instrumentos de labranza habían logrado parar a mis poderosos Uruks, algo iba mal y siempre que algo iba mal sólo podía culpar a la intervención de otro de los míos, quizá Radagast estaba metiendo sus narices donde no lo llamaban, ya lidiaría con ese loco luego.

Por ahora, tenía una guerra que ganar, las ruedas del destino estaban girando y en Mordor sonaban tambores de guerra, lo que indicaba que el señor oscuro ya estaba en movimiento, y yo no podía quedarme atrás.

Reflexioné por un día entero cuando la respuesta vino a mi en la forma del bramido del mar, ¿cómo no lo vi antes? Si por tierra el camino estaba lleno de contratiempos, por el mar el viaje sería sencillo.

Y así mis barcos partieron al alba pues debían llegar en mitad de la noche, cuando los Uruks eran fuertes y los humanos dormían.

Desafortunadamente, un borracho vio llegar a la primera flota y alertó a los defensores de Belfalast, los miserables opusieron ferréa resistencia y la flota se hundió en la bahía, pero lo que esos idiotas no sabían es que la segunda flota estaba a pocos nudos de distancia y cuando esos palurdos celebraban su victoria, mi segunda flota cayó sobre ellos como una ola de destrucción.

La arena y el mar se tiñeron de rojo, mis Uruks tomaron venganza por los caídos y arrasaron con todo a su paso, poco pudieron hacer los cansados defensores del puerto para refrenar mi furia. Su suerte estaba echada y en una noche ña ciudad y la región entera fueron mías.

Mientras Belfalas caía al sur, otras dos flotas navegaban al norte y a diferencia de Belfalast, esta vez no hubo borracho alguno que viera llegar mis negros galeones, los cuales desembarcaron rápidamente.

Una vez en tierra, los orcos hicieron lo que mejor sabían hacer, convertir Mithlond en una enorme pira funeraria, la sangre corrió a raudales por las calles, los gritos de desesperación y clemencia, sólo lograban que mis Uruks dieran con más facilidad con su siguiente blanco. 

Y es así como mi asalto sorpresa fue todo un éxito. Ahora todos en Arda sabrían que era inútil oponerse a Saruman "El Blanco"

El palantir se ilumina y al instante, os dais cuenta de que podéis hablar el uno con el otro sin ningún problema, como si estuvieses en la misma habitación (el whatsapp de la tierra media jajaja).

El Rey Theoden continuaba su expansión de territorios. Siguiente parada: Fangorn. No le costó trabajo vencer a los débiles ejércitos que lo defendían y rápidamente, ocupó todo el lugar sin resistencia.

La sorpresa es mayúscula cuando comprendo quién está al otro lado. ¡Elrond de Rivendel!

Saludos, noble Elrond. No esperaba que vos tuviera un palantir, la verdad.

Yo al tener solo un lugar los tras batallones iran ahí imagino claro

Una vez el bosque de Fangorn está bajo nuestro control, lo siguiente es terminar de unificar el territorio. Pero el mago blanco sigue expandiendo su poder al norte de Rohan, así que es el turno de empezar la guerra.

Toca la hora de reordenar las tropas.

Desde lo alto de la torre negra de Barad-Dûr, Sauron observó el proceder de sus líderes y lugartenientes comandando las huestes de sus ejércitos. Al Noroeste, partiendo desde la Puerta Negra en el valle de Udûn hacia la extensa ciénaga de los muertos, donde antaño tuvo lugar la gran batalla de Dagorlad, el rey brujo de Angmar intimidó con su sola presencia las pocas criaturas que podrían haber resultado hostiles y avanzó inexorable hasta llegar a la ribera o margen izquierda del mismo río Anduin y vio a lo lejos como Éomer, sobrino del rey Theoden, comandaba a los Rohirrim en el paso de Rohan. ¿Pretendía ir al Norte y conquistar la fortaleza de Isengard? El señor de los Nazgûl sabía que tarde o temprano terminarían viéndose las caras, estaban destinados a cruzar sus espadas...

Por otro lado, en las vastas llanuras de Gorgoroth, el lugarteniente Gothmog estaba haciéndose cargo de reclutar a los distintos clanes de uruks negros y trolls de las cavernas para encabezar un ataque doble. Por un lado retomar para el señor oscuro la fortaleza de Minas Morgul, otrora Minas Ithil cuando todavía no había recibido el oscuro influjo de la sombra, y por otro los fértiles campos de esclavos de Nurn, al sudoeste de Mordor.

Al comienzo del embite en Minas Morgul, los pocos hombres de distintas nacionalidades (hombres de Harad, de Khand, de Rhûn, de Gondor,...) que venían residiendo allí desde hacía años, intentaron hacer frente a los batallones del señor oscuro y lograron contener y disuadir momentáneamente la primera guarnición de orcos venidos en tropel. No obstante, una vez llegó el grueso del ejército con los enormes y poderosos trolls que destruyeron las compuertas e innumerables batallones de uruks negros liderados por Gothmog, masacrar a la pobre resistencia fue cuestión de poco tiempo y no tardaron en hacerse con el control del lugar. Minas Morgul iba a ser un importante bastión desde el cual Saurin tendría dominio de todo Mordor y sus alrededores, donde llevaría a cabo antigua magia negra con la cual desesperar a los habitantes de la Ciudad de Minas Tirith, en especial de su decrépito senescal Denethor II, si no había perdido la esperanza ya.

El ataque a los campos de Nurn no tomó por sorpresa a sus habitantes, los cuales pelearon honorablemente para tratar de evitar la esclavitud que se cernía sobre ellos, castigando con flechas desde sus emplazamientos en lo alto de algunas laderas. Pero viendo la tan intimidante superioridad numérica de los ejércitos de Sauron, terminaron por rendirse y salir con las manos en alto suplicando misericordia. El lugarteniente Gothmog no tardó en ser compasivo y misericordioso.

- Hombres, mujeres y niños, habitantes de los campos de Nurn. Mi amo y señor, Sauron el admirable, es compasivo y misericordioso... Vosotros habéis decidido ser unos insensatos y hacerle frente, no queriendo acatar su autoridad, pero sin embargo ahora os mostrais sumisos y buscáis su perdón, una segunda oportunidad. - relató intentando comunicarse en oestron o lengua común para hacerse entender por aquellos seres inferiores llamados humanos. Todos tendréis la posibilidad de redimiros, mi amo es magnánimo y os ofrece dos posibilidades. Podéis servir como esclavos y cultivar estas tierras para alimentar sus huestes, o tenéis la posibilidad de marchar rumbo al sur, al desierto de Harad. ¡Elegid!

Unos pocos dieron pasos al frente y se arrodillaron, siendo azotados repetidas veces y llevados a trabajar a los campos. La mayoría inició la marcha hacia el sur, un tanto incrédulos de que Sauron les perdonase la vida, pero eso sí, sin permitirles llevar armas. Aún no habían avanzado ni una legua cuando Gothmog ordenó a sus subordinados.

- ¡A mi orden, soltad a los lobos huargos y que vayan a cazarlos! ¡Necesitan estar fuertes y sanos para los propósitos de mi señor! ¡Ya!

Y tras aquello, algunos líderes orcos iniciaron las apuestas para ver cuánto recorrería los desdichados esclavos antes de ser devorados. Algo que decidieron instaurar como deporte.

Las órdenes de Elrond eran claras, someter la aldea de Bree y asegurar la llegada del anillo a Rivendel. Una vez allí, se decidiría el destino de la Tierra Media.

Arwen partió desde las Colinas del Tiempo, donde se habían reunido bajo su estandarte numerosas tropas provenientes de todo Arnor hacía Bree. Envió varios emisarios, en tal de asegurar la colaboración de los humanos, si no aceptaban la supervisión élfica la consigna era clara, utilizar las armas para asediar Bree.

Antes de partir, algunos exploradores informaron de que en el Bosque Viejo pululaban alimañas, criaturas despreciables que rompían la tranquilidad del bosque. Muchas de ellas, fruto del aumento del poder del señor Oscuro.

Su querida hija y general de sus ejércitos, envío a un pequeño grupo a eliminarlas y hacer del Bosque un lugar seguro para los elfos.
 

Saludos, noble Elrond. No esperaba que vos tuviera un palantir, la verdad.

Esa fue la respuesta que recibió del Palantir, era Théoden, rey de Rohan. 

- El sorprendido soy yo, Mellon. Han sido vistas varias naves con el emblema de Saruman, la Gran Mano Blanca. Se dice que han asaltado varios territorios en la costa de Arnor, asentándose en Michlond.

Ahora más que nunca es un peligro, ya que puede dirigirse por todo el continente sin apenas esfuerzo.

Debemos acabar con su amenaza.

Elrond miró a través del Palantir, Théoden se alzaba majestuoso, el señor de Edoras había expandido sus territorios mucho más allá de Rohan.