Partida Rol por web

Arwen fue avisada por varios exploradores de que parte del ejército de Saruman ubicado en las Colinas de Evedin había marchado hacia el Valle de Lhun.

Era el momento, aprovechando que parte del ejército de Saruman habia marchado al Oeste podrían encontrar menor resistencia.

Tras varios días de marcha vieron a la majestuosa Annúminas alzarse ante ellos.

Iba a ser una empresa difícil, por no decir que los orcos eran liderados por uno de los lugartenientes más crueles de Saruman.
Todo aquello complicaba más si cabe el asedio.

Rápidamente la fortaleza fue cercada y las flechas empezaron a llover sobre ella.
Arwen sobre su caballo blanco miraba el campo de batalla mientras organizaba a sus tropas y ordenaba avanzar.

Master, ¿ es correcto el cálculo de Saruman?

Arwen levantó la mano y ordenó detener el ataque, mucha sangre élfica se había vertido en el asedio de Annúminas, era un sin sentido continuar con aquello.

Recogieron a todos los heridos y en perfecto orden pusieron rumbo a Colinas de la Torre.
Allí, la hija de Elrond se relamería las heridas.

Ataco colinas de la torre con 8 batallones 

Arwen se sorprendió al ver como muchos orcos salieron de Annúminas en busca de venganza.
El tener que transportar a varios cientos de heridos les había retrasado bastante y aquellos malnacidos consiguieron alcanzarlos.
La hija de Elrond ordenó poner a los heridos en el centro de la formación y de esta manera protegerles del ataque orco.
Lanzaron varias ondanadas de flechas y prepararon las lanzas en apretas filas, Arwen estaba dispuesta a todo, no podía fallar a su pueblo y mientras un montón de pensamientos atenazaban su mente empezó a enfrentarse a los orcos que atacaban en vanguardia.

- ¡Por Imladris!- gritó animando a sus hombres.

Arwen vió como morían muchos y ella misma fue herida en un hombro.
Miró a su alrededor y gritó de furia.

Retirado? Quién?

JAJAJAJAA ES QUE SÁRUMAN HA CAMBIADO DE OPINIÓN. 

No te preocupes, puede hacerlo, igual que podrías tú. Aún no había pasado tiempo ni nadie había escrito.

Durante los últimos días las fuerzas de Rivendel estaban atacando incesantemente todas las tierras que con tanto esfuerzo y dedicación había puesto bajo mi protección.

Al parecer Elrond había olvidado que mis uruks no eran como los orcos salvajes nacidos en Mordor, no ellos tuvieron una vida pasada y renacieron de la tierra misma. Antaño elfos, ahora uruks.

Fue él quien trajo la guerra Eriador, no yo, incluso llegó a enviarme un mensaje ofreciéndome paz a cambio de marchar contra el rey enano.

Ahora intentaba destruir lo poco que tenía, pues no, no se lo permitiría. Hace poco, las exiguas fuerzas que me quedaban se habían apostado en las Colinas Evendim, pero no se lo permitiría.

Había escogido las colinas como mi lugar de descanso y no dejaría que me las arrebaten sin luchar.

Es así que tras una cruenta lucha, las fuerzas invasoras fueron repelidas por mis valerosos uruks, quienes al ver la posibilidad de borrar de una vez por todas a las fuerzas invasoras élficas de Eriador.

Mis Uruks salieron en persecución de Arwen y sus fuerzas, pero la batalla no resultó tan bien como en la defensa y antes de permitir que la valiosa sangre de los renacidos se siga derramando inútilmente en las colinas, Luthz y yo dimos la orden de retirada.

Lo único que quería ahora era pasar mis últimos días en paz, lejos de cualquier lucha, pero algo me decía que el señor de Rivendel, amo de las conspiraciones, no me lo permitiría.

Él seguiría manipulando a todos hasta verme destruido y su ambición saciada, incluso había puesto al más leal de los míos en mi contra y para qué, para que guíe sus fuerzas a saquear Gondor.

El cadáver del Senescal aún no se había enfriado y el codicioso señor de Rivendel ya marchaba por sus tierras, pues que le aprovechen, a mí que me dejaran yacer en paz en las colinas Evendim junto a aquellos hijos míos a los que había dotado de una segunda vida.