Partida Rol por web

Mi buena señora partamos pues, esperemos que Don Albar y su fiel amigo sean tan bien avenidos como suelen serlo y pongamos fin a esta investigación rápidamente, por nuestro bien y el bien de la Santa Iglesia Católica.

Pido a Albar que coja el dinero y los papeles si todavía no lo a echo y me dirijo al hombre de la capucha con estas palabras: Yo si tengo alguna pregunta. Nos dice que preguntemos por usted al sacristán de la iglesia de Sant Marcal, pero por quien preguntamos? por el hombre del antifaz? es ridículo y tambien me gustaría saber que tenemos que hacer exactamente, solo conseguir pruebas? luego se encargaran ustedes? y por ultimo tenemos algún nombre implicado en todo este asunto de la brujería, algo por donde podamos empezar y que conste en los papeles de la inquisición?. Y con esto termino.

El hombre estalla y da un golpe encima de la mesa. - ¿ RIDÍCULO ? ¿ PERO QUÉ CLASE DE HOMBRES TENÉIS A VUESTRO CARGO?- dice mirando a Albar - ¿ TANTA CONFIANZA DÁIS A VUESTROS SIRVIENTE DON ALBAR? . ÉSTE HOMBRE CUESTIONA A LA INQUISICIÓN. ME CUESTIONA A MÍ, A MÍ QUE PODRÍA MEARME EN LA ...- El hombre no acaba la frase - DEBERÍA HACER QUE OS PRENDIERAN AHORA MISMO POR HABLARME ASÍ- Cuando parece que el hombre se ha calmado mira fijamente a Albar a los ojos y añade- Don Albar, vuestro sirviente debe ser castigado. Exijo una satisfacción ahora mismo. Sino me encargaré yo mismo.- Mira inquisitavamente a Albar esperando una respuesta.

 Aguanto con fijeza la mirada al hombre disfrazado. Sebastián lleva demasiado tiempo a mi lado como para a la mínima renunciar a él Con un tono de voz cuidadamente bajo le respondo.

Mi buen señor, el castigar o no castigar a como usted ha llamado, mi sirviente es cometido mío y de nadie más. Si sus palabras le han ofendido ruego que le disculpe, pero es normal la desconfianza en estos momentos. Si quiere usted prendernos ahora mismo en nombre de la inquisición hagalo. Pero creo que habrá perdido una gran oportunidad de resolver su caso y además, no encontrará nada con lo que acusarnos.

Bajando aún más la voz y acercándome a la mesa. No es el único entre los aquí presentes que tiene maneras de convencer a la gente, le ruego que piense el por qué hemos sido elegidos, si mal no recuerdo unos hombres de la corte que encima son listos son justo lo que necesita como aliados.

Dicho todo eso me incorporo de nuevo y echándole una mirada asesina a Sebastián le reprendo. Amigo mío, la lengua es tan buen arma como la espada y hay que saber cuando usarla y cuando guardarla. Quiero que te disculpes ahora mismo y que no vuelvas a hablar sin antes pensar.

Albar sera mejor que espere abajo, ahora hablamos en privado y me castigas. Me alejo con paso firme hacia abajo y busco al camarero para comer algo.

Viendo que la situación podia ser demasiado peligrosa si Sebastian seguia alli, le dije: Mi buen amigo acompañame a beber algo abajo, y esperamos a "nuestros señores" que sean los Nobles con su intelecto "superior" quienes cierren el trato; "Mi señora" si me disculpa iré a beber algo con mi buen amigo Sebastian, a hacer cosas de "plebeyos". Cargué mi arco al hombro y me dispuse a bajar con Sebastian.

Si bajemos a tomar algo y calmemos los ánimos. Me levanto y me dispongo a bajar las escaleras.

Cuando los dos plebeyos bajan las escaleras una sensación de desahogo os invade. Las facciones del hombre se relajan pese a lo que añade:

- Don Albar, acepto vuestras disculpas. Sin duda sóis un caballero, pero deberíais atar en corto a ese malnacido o traerá problemas al grupo, no obstante, lo tendré vigilado- mueve los ojos de un lado a otro.- Ahora si no tenéis nada más os dejo. Recordad todo lo que os he dicho - Deja encima de la mesa los documentos y la bolsa con los reales. Se levanta para marcharse.

 Sebastián e Ignacio abandonan la habitación para evitar mayores problemas y nos quedamos sólo Agueda y yo. De acuerdo señor, le tendré algo más vigilado pero creo que este incidente de hoy le ha hecho reflexionar.

Viendo que va a abandonar la sala me levanto también. No tengo ninguna duda más y estoy deseoso de empezar ya. 

- Sea pues- dice el hombre.

El hombre del misterioso antifaz baja las escaleras y tanto Ignacio como Sebasián ven como abre la puerta de madera y sale a la calle. Águeda y Albar bajáis tras él y os reunís con vuestros compañeros en la barra de madera maciza del piso inferior, donde varios parroquianos silenciosos degustan sus enésimas cervezas.

Es hora de planificar el siguiente paso, aunque ya poco queda por hacer esta noche.

 Con las identificaciones en una mano y la bolsa de los reales en la otra bajo por las escaleras y me reúno con nuestros compañeros abajo.

Nos sentamos en una mesa alejada y pedimos una cena tranquila y algo de vino al posadero. Después de haber sido servidos tratamos lo que de verdad hemos venido a hacer.

Bueno señores. Digo apoyando los codos sobre la mesa. Tenemos una bolsa de 100 reales y unas identificaciones de la Inquisición, creo que es bastante para empezar. Entre todos decidamos en que gastar el dinero por si hay que comprar cosas para la misión y el resto lo atesoraré yo si os parece bien. Espero su respuesta mientras degusto la cena y bebo tranquilamente el vino, no es el mejor de la casa pero no es un matarratas con color rojo.