Isolda caminaba controlando la zona y, al escuchar las palabras de Heyronimus no pudo evitar sonreír.
-Tranquilo, Viejo, tranquilo -dijo simplemente- la situación está controlada, ¿o creerías que si no fuera así hubiera dejado que le hirieran? -señaló con su mano al herido y continuó caminando con decisión hasta los arcones- ¿Tenéis mi bolter? Lo necesito pero ya -dijo mientras miraba a todos los presentes antes de mirar en los arcones.
Arcturus iba a precipitarse hacia los tres adeptos que venían del ojo del huracán, pero algo le hizo contenerse y mantenerse junto a Hieronymus. E hizo bien. No le hubiera gustado interponerse en la ráfaga que escupió el rifle del arbites.
Respiró hondo cuando Isolda les habló con una tranquilidad que le pareció impropia de la hermana de batalla. Al parecer, era en momentos de intenso combate cuando mejor gestionaba sus emociones y mejor se sentía. Se apresuró a entregarle su bolter y las demás armas que había acarreado con aire humilde y respetuoso, tanto a ella como a Gianna y a Heinrich. Miró momentáneamente la herida de este último, pero parecía bajo control.
-Me alegro de veros sanos y salvos. Aquí tenéis, el equipo. Buen trabajo, von Tod. Bien, ¿y ahora?
Se diría incluso que el tecnosacerdote estaba contento.
Heinrich saluda con la cabeza a Hieronymus y agradece las atenciones y reconocimiento de Arcturus.
-Consiguió darme una vez... No fue suficiente.
Se enfunda en la vaina para su espada la espada de Rubio y coge el equipo que Arcturus tan prestamente le está dando.
-Te eché de menos, vieja amiga.
Le dice a su escopeta trituradora de carne. A continuación se gira a Hieronymus y le dice.
-Estaban al servicio de Rubio, no sé hasta que punto son cómplices de los actos de este, pero no me han dado problemas. En tus manos dejo apretar el gatillo*- Da unas palmaditas a su escopeta y mueve un poco el hombro para comodarse su rifle-Pero si empieza el baile, yo ya tengo con que tocar mi melodia favorita.
*Porque calculo que Heinrich no puede usar su equipo este turno, ¿Verdad?
Con paso seguro conseguimos llegar hasta donde esta el resto de nuestros compañeros, no sin antes escuchar el ruido atronador del arma del viejo disparar contra los clérigos, apenas miro un instante hacia detrás para comprobar como los disparos hacen perfectamente su trabajo, sin perder tiempo recojo mi equipo de las manos de Arcturus y compruebo que todo este en orden, Gracias Arcturus, ya las estaba echando de menos, me giro hacia el viejo mientras termino de equiparme, y ahora que?, barremos este nido de ratas o tenemos algún objetivo en concreto?, con la mirada intento localizar al grupo de Octavia y a su guardaespaldas.
La actuación de Hieronymus había sido providencial. Un par de clérigos se habían alejado del la turba principal y habían perseguido al trío de acólitos que volvían de la sala a algunos pasos tras los guardaespaldas de Rubio, su señor ahora muerto. Esos clérigos se habrían detenido a recoger armas de los FDP, pero la descarga de munición del Arbites los despachó allí mismo, cayendo ambos sobre el ya anegado suelo, sumando sus cadáveres a los demás.
Los guardaespaldas de Rubio se detuvieron en seco, el grandullón retorció su improvisada cachiporra con una expresión salvaje en el rostro, pero uno de sus compañeros le asió el hombro con fuerza y negó con la cabeza. Mirando alternativamente a Hieronymus y a la multitud con una mueca desagradable y la ira reflejada en sus ojos, aquellos tres mercenarios sin amo escaparon en dirección al extremo más alejado de la confusa masacre y de la puerta que custodiabais, tal vez esperando encontrar otra salida, o quizá para esconderse hasta poder escapar más tarde.
En el centro de la sala ajardinada la situación aún era un caos total. Suelo, paredes, adornos y plantas estaban cubiertos de rojo escarlata. Los cadáveres se contaban por docenas, a los que se sumaban los cuerpos pisoteados de los querubines que antes volasen alrededor, y aún había una gran multitud luchando en su interior. Los clérigos se habían repartido por los bordes de la sala antes de comenzar la subasta, de modo que ahora sus miembros cubiertos con túnicas negras (aún varias decenas de ellos, a pesar de que no habíais creído ver tantos con anterioridad) confluían desde todos los extremos poco a poco hacia el cenador central, donde la Viuda Dorada, inmóvil, todavia alzaba su cáliz a la espera de una ofrenda de sangre de los Haarlock.
Sin contar a aquellos últimos dos clérigos que ya habían muerto, no parecía que los demás se hubieran fijado en vosotros, aunque de continuar en el umbral de la puerta solo seria cuestión de tiempo que mirasen en vuestra dirección
Se me olvidó añadir que quien tenga la habilidad puede hacer una tirada (oculta) de Saber (Táctica Imperialis) (+20)
-Gracias -dijo con cierta amabilidad al miembro del mechanicum cuando tomó el bolter en su mano, algo bastante más cómoda por todo lo sucedido. Ya no tenía que aparentar, ahora podía purgar a todos esos herejes como debía de hacerse.
-Creo que deberíamos de buscar alguna forma de largarnos; pero antes -alzó el bolter hacia la Viuda Dorada y disparó una ráfaga contra esa herejía que exigía sangre como en los ritos malditos que hacían los seguidores del caos.
Motivo: Ráfaga Semiauto a la Viuda Dorada
Tirada: 1d100
Resultado: 76
Motivo: Daño
Tirada: 2d10
Resultado: 6(+5)=11, 8(+5)=13 (Suma: 24)
Acción Completa: Ráfaga Semiauto.
HP: 48+10(Semiauto)= 58.
No sé la distancia, pero si está a menos de 45 metros (la mitad) tendría otro +10 por Alcance.
No sé si al ser inmovil tengo bono (como si fuera aturdido, que da +20).
Daño (Si doy): 13 PEN 4
Munición: 22/24
Heridas: 13/13
P.D: 1/2
Orionus volvió corriendo con sus compañeros/as por si necesitaban ayuda ya que escucho disparos. Al ver la escena de situación con un montón de clérigos, los mercenarios del capitán Rubio retirandose del interior de la batalla y Hieronymus con su rifle automático en mano, pudo sospechar que los disparos los realizo él.
La viuda dorada estaba a lo lejos esperando el sacrificio que anuncio y ofrecío a voluntad al público. Isolda desenfundo su bolter y se dispuso a disparar. Mientras los compañeros daban ideas de si luchar o retirarse con los objetos. El asesino se armo con el fusil de caza y apunto a la viuda dorada.
Espero que me deje realizar todas esas acciones el director. Mientras decidimos en el siguiente turno dispare a la viuda dorada.
- Me alegro de veros sanos y salvos. Aquí tenéis, el equipo. Buen trabajo, von Tod. Bien, ¿y ahora? - preguntó Arcturus, dejando la pregunta en el aire para Hieronymus.
- ¿Y ahora que? barremos este nido de ratas o tenemos algún objetivo en concreto?
El viejo echó un vistazo a la sala. No hacía falta ser un estratega del alto mando imperial para saber que los clérigos, antes diseminados y mal equipados no tardarían en organizarse y asaltar en masa a los pocos que hubieran escapado a su emboscada. El equipo de adeptos tenía muy pocas posibilidades de sobrevivir a un ataque así, contra un enemigo numeroso y fanático.
El arbites se volvió hacia el equipo, Heinrich y él heridos. Urtzi aturdido, casi ausente. Gianna y Arcturus impacientes. Isolda y Orionus habían alzado sus armas y habían abierto fuego contra la estatua de la Viuda Dorada. El arbites recordó con un escalofrío la voz chirriante de ésta y tomó una decisión.
- ¡Alto el fuego! - gritó. Aunque deseaba de todo corazón que hubieran podida detruir aquella monstruosidad herética.
- Las órdenes son claras, sobrevivir - dijo citando a Lady Dekanta - No me arriesgaré a que perdamos los objetos que hemos recuperados y la información que tenemos de este lugar.
- Nos iremos ¡ya! - ordenó con urgencia, al tiempo que cambiaba el cargador medio vació del rifle por uno lleno y sacaba de su mochila las cuatro granadas y las repartía entre los demás1 - esto nos dará tiempo y si el Emperador nos sonríe destruirá parte de este maldito lugar. Si teneís explosivos podríamos volar la salida de la sala.
- Deprisa, el capitán Shadrak no nos va a esperar para siempre - añadió recordando la última conversación que había mantenido con éste.
1 La idea es arrojar las granadas contra la masa de clérigos, donde más estragos puede hacer (y más vestidos con túnicas como van), al menos entre los más cercanos a nosotros. Con su capacidad incendiaria (que se lo digan a los almacenes portuarios de Desarbolada) no veo improbable que se incendien mesas, sillas y demás moviliario, lo que puede darnos un "muro de fuego" y una "cortina de humo" lo que nos daría tiempo a escapar y quizás intoxique aun a más clérigos. Si el fuego se propaga... quien sabe, la Viuda... el Ojo... medio complejo...
Heinrich asiente ante las palabras del veterano arbites.
-Por la puerta. Vamos al Martir Cygnan.
El guardia Imperial atenaza su escopeta y se da una palmadita en la funda de la espada, que ahora ocupa la espada del capitan Rubio. Pronto practicaré contigo, piensa, había probado en sus propias carnes la efectividad de la espada de energía y estaba deseoso de hacerles probar a los enemigos del Emperador su ardiente medicina.
Las ordenes estaban claras, salir del lugar lo antes posible y llegar a la nave, con una mano acaricio las granadas que llevo en mi equipo, la sola idea de ver volar en pedacitos la blasfemia que había en esa sala me producía un cierto placer...veo como el viejo reparte granadas entre el resto de compañeros, cojo dos de mis granadas, yo les lanzo las mías a la Viuda y vosotros tirarlas para taponar la salida, con premura me acerco al marco de la puerta y en cuanto estén listos el resto lanzo mis dos granadas donde se encuentra la Viuda.
Mientras Hieronymus daba órdenes con rapidez planificando la fuga, Isolda y Orionus dispararon contra la Viuda dorada sin perder tiempo. Los disparos impactaron contra ella limpiamente y liberaron pequeños destellos y chispas que brillaron un instante antes de consumirse en el aire, pero para consternación de la Sororitas, ni siquiera los proyectiles del sagrado bólter parecían haber hecho mella en la impasible estatua que continuaba con el cáliz alzado y una expresión severa dominando la sala, como si vigilase de cerca el caótico frenesí que se había desatado en el interior.
El estruendo de la batalla era lo suficientemente potente para disimular el ruido de los disparos, aún así, media docena de los clérigos más cercanos se percataron de que algo había ocurrido y se giraron hacia vosotros, acudiendo a la carrera al tiempo que lanzaban gritos inconexos por la exhaltación del combate.
A los clérigos aún les queda un turno entero para llegar a la carga
El arbites impartió órdenes, pero todos los miembros del equipo parecían, a juzgar por las breves miradas que intercambiaron, bastante de acuerdo respecto a la forma en que debían proceder. Las ráfagas de Isolda y Orionus no tuvieron mayor efecto que atraer hacia ellos la atención y las iras de media docena de aquellos clérigos furibundos. Levantó el rifle y disparó al que estaba más a la izquierda, con un acierto que le sorprendió a él mismo.
Estiró el cuello intentando divisar el Ojo en el cenador mientras retrocedía unos cuantos pasos hacia atrás, hacia la salida.
Motivo: Disparar rifle
Tirada: 1d100
Dificultad: 41-
Resultado: 1 (Exito)
Motivo: Daño
Tirada: 1d10
Resultado: 7(+3)=10
Lo de sacar en uno es la caraba, no? Pero no sé qué efecto tiene... Tampoco sé si sele sumaría +10 al HP por la distancia (este rifle tiene un alcance de 100 metros!)
Dire, el Ojo está a la vista? A menos de 20 metros? Es metálico?
Master: 1- No, es muy pequeño y hay una turba en medio. 2- Podría estar a esa distancia, pero por muy poco. 3- No por completo, pero tiene armazón y componentes metálicos.
Orionus sintió como Isolda disparaba a la viuda dorada a pocos centímetros de él, produciéndola unas chispas que vio desde la mira telescópica y él quería intentar alcanzarla en alguna zona de la estatua con sus proyectiles matahombres. Mientras tantos el asesino no escuchaba muy bien lo que hablaban sus compañeras/os pero se debían estar organizando y tomando la decisión de las que pensó Orionus unos segundos, la de atacar o huir minimizando los objetivos.
El asesino entretanto esperaba que lo cubrieran sus compañeros hasta que disparara antes de que algún superviviente manifestara que algún grupo intento destruir esa maldita estatua y no huyeran como bandidos sin un par de intentos.
Un punto láser se alumbro y avisto en la figura de la estatura hasta que disparo Orionus.
Motivo: Disparo viuda dorada
Tirada: 1d100
Dificultad: 61-
Resultado: 6 (Exito)
Motivo: Daño viuda dorada
Tirada: 1d10
Resultado: 4(+3)=7
Disparo a la viuda dorada Disparo fusil de caza 41+ Apuntar 10+ mira láser 10= 61.
Munición matahombres.
Que no había disparado aun :-). No veía procedente en el turno anterior suficientes acciones para llegar a disparar.
Media docena de los clérigos se percataron de lo ocurrido y se giraron hacia vosotros, acudiendo a la carrera al tiempo que lanzaban gritos inconexos por la exhaltación del combate.
El arbites cogió una de las granadas incendiarias que había ofrecido a los demás. Esperando que la bola de fuego les engullera a todos, corriendo juntos y como locos como iban, cogió impulso y la arrojó sobre el grupo de clérigos. El artefacto explotó, envolviendo a los fanáticos en una bola de llamas. Si eso no los mataba, sin duda los detendría, dándoles tiempo para salir de allí.
Motivo: Lanzar granada (HP38 + 10 apuntar)
Tirada: 1d100
Dificultad: 48-
Resultado: 47 (Exito)
Motivo: Daño 1d10+3 (x6)
Tirada: 6d10
Resultado: 4(+3)=7, 3(+3)=6, 4(+3)=7, 9(+3)=12, 9(+3)=12, 3(+3)=6 (Suma: 50)
Lanzamiento: ¡impacto!
Quiero creer con una explosión de 3 metros de radio (6 de diámetro) alcanzo a los seis clérigos. Si no es así, que el máster modifique oportunamente.
Daños: 7, 6, 7, 12, 12, 6.
Tampoco sé si se aplica esto (que sale de las reglas de los lanzallamas), imagino que sí: "Si son alcanzados recibirán el daño y deberán intentar una tirada de Agilidad para no inflamarse".
Iba a irse de ese lugar, pero al ver como Orionus se quedaba para hacer un disparo más, ella decidió que no lo dejaría atrás, así que apuntó a uno de los sacerdotes y disparó con su bolter mientras murmuraba una plegaria al Emperador para que guiara su mano y purgara a todos esos herejes de ese maldito lugar.
Ese planeta merecía un Exterminatus.
Motivo: Fuego Semiauto
Tirada: 1d100
Resultado: 6
Motivo: Daño Impacto 1
Tirada: 2d10
Resultado: 10(+5)=15, 3(+5)=8 (Suma: 23)
Motivo: ¿Furia?
Tirada: 1d100
Resultado: 82
Motivo: Daño 2
Tirada: 2d10
Resultado: 1(+5)=6, 6(+5)=11 (Suma: 17)
Acción Completa: Ráfaga Semiauto.
HP: 48+10(Semiauto)= 58. 2 Impactos.
Daño: 15 PEN 4 y 11 PEN 4
Munición: 20/24
Heridas: 13/13
P.D: 1/2
Era hora de actuar rápido, la situación se podría complicar y la nave no esperaría por nosotros, aun así no iba a dejar escapar la oportunidad de poder acabar con parte de la escoria que se encontraban en la sala, mientras parte de mis compañeros habrían fuego contra los clérigos, lanzo las dos granadas de fragmentación lo mas cerca posible de la Viuda, no sabia si surtirían el efecto deseado, pero por el momento era lo único que podía hacer, aunque no sabría el resultado ya que una vez lanzadas empiezo a replegarme al igual que el resto del grupo, lo siguiente era salir de aquí cuanto antes.
Motivo: Lanzar granadas
Tirada: 1d100
Dificultad: 43-
Resultado: 78 (Fracaso)
Motivo: Lanzar granadas
Tirada: 1d100
Dificultad: 43-
Resultado: 23 (Exito)
Heinrich no veia sentido en desperdiciar municion. El veterano arbites ya habia lanzado una granada que les cubiriria la huida y quizá necesitasen la munición para los enemigos que pudieran encontrar delante, no para los que dejaban atras.
Sin embargo no censuraba las ansias de sangre de sus comàñeros, habían estado reprimiéndolas todo el tiempo, rodeados de herejes como estaban, hasta a él le picaba el dedo del gatillo. Pero su cuenta de sangre se había saldado y ya llevaba su recompensa consigo. El haber evitado que la bestia de la disformidad entrara en el mundo físico.
-Vamos Mi Lord, yo abro camino!
Dice el Guardia Imperial mientras que empieza la retirada hacia la Martir Cygnam, acompañando al retraido Urtzi que está protegiendo fervientemente los objetos que han salvado de la subasta.
El disparo de Orionus, aunque certero, no logró más que arrancar otro leve destello al impactar contra la inmutable estatua; su semblante desde la petición de sangre era tan serio e indiferente a lo que se desarrollaba a su alrededor como el que hubiera mostrado alguien irritado si se hubiera tratado de un humano vivo, como si para la viuda los disparos apenas fueran meros insectos molestos.
Más cerca, los clérigos amenazaban con abalanzarse sobre vosotros con violencia, pero vuestra rápida reacción lo impidió. Ambas granadas, primero la bomba incendiaria y luego las de fragmentación arrojadas por Gianna, crearon un muro de fuego temporal que detuvo en seco a los clérigos, aniquilando a varios de aquellos desgraciados por el camino. El bólter de Gianna y el rifle de Arcturus acabaron rápidamente con los que estaban más cerca de rodear el muro, mientras los chillidos de los clérigos prendidos en llamas y heridos por las explosiones retumbaba en vuestros oídos, mucho más cerca que el resto de la refriega. Sin perder tiempo aprovechásteis la ocasión para huir escaleras abajo.
Aunque parecía increíble para acabar de abandonar una sala donde decenas de hombres luchaban a muerte entre sí, al alcanzar la base de las escaleras en el piso inferior os invadió un silencio sepulcral. No había clérigos deseosos de daros muerte en el salón de entrada, tampoco había rastro de Octavia Nile y sus guardaespaldas ni de nadie más. Pasados unos instantes sin escuchar ruidos provenientes de la escalera, parecía evidente que los clérigos no iban a descender, al menos inmediatamente.
Estábais solos.
Gianna: lanzo las dos granadas de fragmentación lo mas cerca posible de la Viuda
Eso es demasiado lejos, aunque al final las granadas han acabado con los clérigos.
Recordad las dimensiones del mapa, estáis a varios minutos de la puerta principal.
Vuelvo a añadiros el mapa de la Casa del Polvo y la ceniza por comodidad (click para ampliar):
Habían salido de la sala, convertida en una trampa mortal; pero todavía no habían abandonado la ratonera. Arcturus aprestó sobre la marcha el servocráneo, y con un rezo ritual formulado en voz baja lo envió delante de ellos, hacia los muelles de embarque, con instrucciones claras de mantenerse a un máximo de trescientos metros por delante y volver para informar de cualquier obstáculo que pudeira haber en el camino.
Orionus después de ver como la bala no le hizo ningún daño a la viuda dorada, se quedó mirando el fusil de caza pensando (¿no funcionara bien?). Por eso guardo el fusil y desenfundo el rifle automático, quito el seguro.
Acto seguido el tropel se movilizo hacia el pie de la escalera por donde subió el grupo de Octavia Nile.