Partida Rol por web

- John... Nacho, no podemos saberlo. Pero no veo otra forma de sacarle eso del cuerpo y ella está dispuesta a hacerlo. Además, esa cosa se acerca y no tenemos mucho tiempo. Preparaos y buscad los demás ingredientes ¿Quién tiene las hierbas? - repito la pregunta de Miguel, al que nadie parece haber hecho caso- Estad antentos y no cometáis ni un error. Lo único que sabemos con seguridad es lo que va a pasar si no hacemos las cosas como deben hacerse y no nos va a gustar.

Me acerco con precaución a la puerta para ver si realmente hay algo que venga en esta dirección o son todo alucinaciones nuestras.

- Por cierto, tengo serias dudas de que esa de la cruz sea realmente Sarah. Por las dudas no os acerquéis demasiado.

Elizabeth fue subida a la mesa del altar. Allí las ataduras la restringieron de posibles movimientos para que se escapara. Bantha advirtió sobre la necesidad de mantenerse alejados de Sarah puesto que temía que la niña fuese algo más, otra sorpresa de la casa. 

Encontraron las hierbas y las mantuvieron cerca mientras hacían el circulo de sal. Todos estaban atentos al libro, el ritual debía ser exacto. No podían permitirse cometer el mismo error del pasado, cuando se vio interrumpido por el Lord.

Jonathan tomó el volumen y esperó que todos estuvieran listos para empezar. La tensión se sentía en el ambiente, se podría cortar el aire con un cuchillo. 

Círculo de sal hecho, hierbas cercanas para usarla, cuchillo en mano...

Era tiempo de empezar, de corregir, de enmendar las huellas del pasado.

Era la hora de la verdad, ya no había vuelta atrás, intentaba mirar a Sarah, las palabras de que podía ser parte de la casa, un ser maligno se me vinieron a la mente. Pero también había visto como Liz la devoraba y la metía en el baúl, era una víctima, debía creer en ello, pues no me podía permitir dudar a estas alturas, teníamos que hacer el ritual.

Habiamos visto muchas cosas en esa casa, la habíamos recorrido de arriba y abajo, y todo nos conducia a una solución, el ritual. Todo había sido planeado asi, ya sea por el destino o por deseo de sus inquilinos, pero estaba claro, el ritual debía hacerse

- Dejaos de dudas, no hay tiempo para eso, hemos llegado hasta aqui y no podemos dudar ahora, empezar de una vez

Me alejo de la puerta unos pasos sin darle la espalda y me paro en seco mirando al suelo, a punto he estado de olvidarme del círculo de sal. Con extrema precaución me acerco al grupo otra vez para comprobar que todo sigue en orden y aseguro por enésima vez los nudos de Marta.

- Creo que no tenemos otra opción y no me gusta la idea, no me gusta lo más mínimo- me quedo junto a Marta en el altar, cogiéndola de la mano-. Lo siento, yo no quería que llegásemos a ésto, pero no veo otra forma. Nacho, vuelve a leerlo una vez más en voz alta y acabemos con ésto de una vez.

Me acerco mutis en palabras hacia el cuerpo de Marta y al ver que Bantha había tomado su mano me acerco para tomar la otra. Después miro al resto de individuos de la casa, habíamos pasado por muchas cosas ya juntos en ese día tan largo y extraño. En aquella casa el tiempo parecía haberse detenido y confiaba en que cuando hicieran aquel ritual todo terminase.

Miró a los hombres de la escena y asintió con la cabeza como indicando que daba su aprobación. Aquello tenía que ser así, aunque ahora le pareciera un plan maestro de la casa...

Tragué. Los ojos me escocían. Estaba aguantando las lágrimas. No quería hacerlo, pero en parte David tenía razón. A pesar de mis conocimientos, ésto estaba por encima. Muy por encima de todo ello.

Marta iba a morir. Había algo en mí que me lo decía. ¿Su espíritu volvería tras el ritual? Me daba miedo pensarlo. Mi cabeza decía que no, que eso sólo la mataría para siempre. Pero mi corazón decía que era muy posible. Había visto cosas raras que no tenían una explicación científica. ¿Por qué esto no podía ser una de ellas.

Aunque no me preocupaba tanto, también sabía que los demás podíamos morir. Pero eso ya no importaba. Habíamos llegado juntos hasta allí, aunque sin saber por qué ni cómo. Y llegaríamos hasta el final.

Si esto funcionaba y todo salía bien, si veía al vagabundo tirado en la calle alguna vez, le dejaría una buena limosna.

Respiré hondo e intenté liberar toda duda de mi cabeza.

Es el momento. Adelante

Abrí el libro y me puse a recitar el ritual, paso por paso, con calma, para que mis palabras fueran exactas

Jonathan comenzó a recitar el ritual ya como el libro lo indicaba. Cuando la primera oración fue dicha todas las luces en la capilla, las de las velas, se apagaron pero de todos modos el altar se veía iluminado por una luz azulina que nadie podía entender de dónde provenía.

Entonces fue que Sarah comenzó a hablar.

-Lo estáis haciendo mal, no matéis a Liz. No debéis lastimarla, ¿no véis que la casa os engaña?

Un temblor sacudió el suelo por un momento y dos grietas se abrieron en la piedra. Los susurros escapan de ellas, susurros de muchas voces.

-Proseguid, no caigáis en el engaño del Maligno.

-¡Deteneos! -gritó Sarah. -No tiene sentido ésto que os pide la casa, ella es un ser inocente. ¿Vaís a sacrificar a un cordero??

Los susurros contestaban -El Maligno os distraerá...

Una sombra comenzó a salir ahora de varios puntos del cuarto: detrás de la cruz, bajo los asientos de la capilla, desde el suelo incluso. Esa sombra comenzó a formarse delante de todos. Era un ser con dos ojos oscuros, una pera angosta y larga y dos cuernos de carnero.

-Deteneooos!!!

Gritó Sarah.

-Proseguid, dijeron las voces. Es ahora o nunca... terminad lo que habéis empezadoo... no dudéis. No habrá otra chance.

El temblor se acrecentó haciendo que algunos se tuvieran que sostener del altar para no caer. La propia Marta estaba aterrada, pero las sogas la seguían manteniendo sujeta.

Me sostengo fuerte del altar y apreto la mano de Marta para darle apoyo y confianza.

- Sabía que esa no era la Sarah que conocimos, se le nota en la mirada. No le hagáis caso, todo está sucediendo como dicta el libro. No podemos acojonarnos a hora y tirar todo a la mierda, así seguro que perderíamos a Marta.

Los miro a todos a los ojos para intentar transmitirles las seguridad de mis palabras. Nunca había tenido más miedo en mi vida, pero sé que esa no es nuestra Sarah, es sólo un engaño para atarnos aquí junto a los pobres desgraciados que nos precedieron.

- Continuemos.

Todo temblaba y era confusión después de la primera oración. No debía acobardarme, tenía que estar preparado cuando fuera el momento, no sabía ni lo que estaba haciendo, tener que apuñalar a una persona, el solo pensamiento me revolvía el estomago.
Pero nuestra suerte estaba echada, debíamos continuar como decía el libro y terminar lo que empezamos, el maligno no parecía estar muy de acuerdo con lo que hacíamos, lo cual era positivo.
Espere a que nacho dijera la segunda oración, en cuanto fuera el momento debía de actuar. Tome el cuchillo con fuerza con miedo a perderlo.

Ves un reflejo rojo en los ojos de Sarah. Entiendes que el vagabundo está diciendo la verdad, no puedes creer en esa niña. Sea como sea, aunque antes fue una pequeña inocente, ahora está siendo poseída por algo más. Su palabra no encierra más que mentiras. El ritual debe ser completado...

- ¡Ahora entiendo la implicación de Sarah! Nunca entendí como encajaba ella en toda esta historia. Ella era la única que se nos había manifestado y ninguno de nosotros nos hemos convertido en ella. Ella ha participado en alguna de las apariciones que hemos visto y está claro que es el demonio. No la hagamos caso, ella nos engañará tal y como dice el libro.

Continuemos. Ahora sé que estamos haciendo lo correcto y esto fue lo que debió de fallar en aquel momento...

La encarnación de la madre de Liz también sabe que esa chica en la cruz no es Sarah, Sarah quedó en el cofre... en ese cofre en el que terminó luego de ser devorada por Liz. Sabe que el demonio está tomando la forma de la niña para evitar el ritual. Pero es imposible que la engañe... ella (el) conoce ahora que solo el completar eso que dejaron en el pasado traerá nuevamente la paz.

Ahora lo tengo más claro. Marleen lo sabe y por tanto yo lo sé. Sarah es el diablo, ella no es la niña que conocemos. Lo sé con absoluta seguridad porque Marleen lo sabe. No la escuchéis, sigamos adelante.

¡Adelante!

Estaba aterrada, no me gustaba estar atada, pero sabía que debía hacerse así, sabía que si el ritual seguía adelante tendrían que apuñalarme y lo más seguro es que perdiera la vida, Sarah estaba diciendolo, pero no tenía sentido, ella fue quien nos incitó a encontrar las cosas para el ritual, ella nos mostró el camino.

Unas voces venían desde las grietas del suelo, la casa está hablando, seguramente todas las almas atrapadas de ese lugar, David sujetaba mis manos, lo mire, se veía miedo en mis ojos, pero aún asi quería parecer valiente, a ellos le tocaba lo dificil, matarme, no podía dudar o ellos lo harían y todo esto no serviría de nada

- ¡Hacedlo!

No pude decir nada más, solo grite, quería que lo hicieran ya, que todo acabase, antes de ser yo misma la que diese la orden de que detuviesen todo

Elizabeth entiende, en este último momento que la niña que ven en la cruz es otra de las formas del demonio. La verdadera pequeña que fue quién los guío en la búsqueda de los objetos para el ritual, sigue en su pequeño cajón de juguetes, sin vida. Lo mejor entonces es soportar este temor, sabiendo en su corazón que no sufrirá una muerte sino la finalización de un mal. Es entonces que una sensación de paz la invade... no teme ser acuchillada, no cree las palabras de la falsa Sarah... sabe que la casa la acompaña, la casa quiere que deje de sufrir, que ya no sea maldita...

Que vuelva a ser Marta y para eso Liz debe morir, el ritual debe ser completado.

-Perdóname... por todo lo pasado. Nunca quise lastimarte, nunca quise llevarte a ésto.

Las palabras de Jonathan estaban cargadas de recuerdos y dolor, pues ahora comprendía el dolor de su amada y los años de no poder trascender. Su acción, aunque por una razón honesta, había acabado la paz de la casa y con el tiempo los muros guardaban los recuerdos vívidos de tanto dolor.

-Esta vez, haré todo bien.

El primer cuchillazo fue directo al pecho de Liz. Todos se quedaron shockeados por ver tanta sangre, y de no ser porque estaban seguros de que estaban haciendo lo correcto, no hubiesen continuado. Marta, sin embargo, no sentía dolor... lo que su cuerpo experimentaba era una sensación de paz, la sangre era como algo que le corría, una humedad externa... algo lejano.

La chica miró a su antiguo amor y él notó paz en su mirada y asestó la segunda puñalada. La hoja estaba llena de sangre, los muros retumbaban, la Sarah de la cruz chillaba. Bantha se acercó al altar y le puso una mano en el hombro a Jonathan para que siguiera, faltaba una puñalada más...

Lady Marleen tomó el libro y se preparó para la oración final, esa que terminaría el ritual. No podía evitar el dolor de su alma al saberse responsable de tanto sufrimiento, si hubiese permitido que su niña se casase con quien quisiera... hasta el Lord estaba lleno de pena. Pero algo sabían todos... ahora tenían una chance que antes no existía.

Jonathan levantó la hoja una vez más... -decid la oración... no os olvidéis- gritó. -Debemos hacerlo bien..- y sus ojos se inundaron de dolor.

Era su turno. Ahora ella tenía que decir las palabras que pusieran el broche final para tan aciago destino. Entonces Lady Marleen recordó, al igual que Miguel:

"El mal dejará su vehículo y encontrará otro a menos que las cosas sean hechas como corresponde, pues el Demonio es perverso y os buscará engañar. Debéis conservar atado al cuerpo mientras el alma busca retornar a él, el mal sino volverá y lo animará, pero debéis aseguraros de sacarlo de allí. Repetid luego la oración: Lesasmus diore ignitus".

La anciana mujer respiró hondo. Y trató de leer con calma la frase, no podía equivocarse. Tenía que decirlo con total claridad o podría cometer un grave error.

- Lesasmus diore ignitus

Veia como el cuchillo se hundía en mi y después se teñía de rojo, era sangre, mi sangre, pero yo no sentía nada, solo paz. El miedo se había ido, veía a Jonathan estaba triste, pero no comprendía porque, no me dolia, no sentia miedo, ni dolor, no sentía nada, solo una absoluta paz interior.

La sangre brotaba y me llenaba, teñía mi ropa de rojo, pero yo no sentía que fuera la mia, pase la mirada uno tras otro, fijandome en la supuesta niña, no, nada tenía que ver con la niña dulce que habíamos conocido anteriormente, no cabía dudas esa no era ella.

Escuchaba como la madre de Elizabeth recitaba las palabras. Por fin, por fin encontrareis la paz que tanto necesitais, por fin enconrareis la paz que tanto habéis anhelado.

Por fin, Elizabeth, por fin tu sufrimiento cesara y podrás descansar en paz, la paz que te negaron